La Subasta (1)

Voy a ser subastada, que será de mi?

Cada día falta menos para la subasta, exactamente, solo quedan dos días. Hoy dirán aquellas que seremos o serán subastadas, cuales castigadas y cuales infligirán estos castigos. Los nervios me corroen por dentro, ¿seré subastada, seré castigada, castigare? Y lo peor, si soy subastada… ¿quién me comprara? ¿Un Amo que se apiade de mi ser y me dé la libertad? O ¿Un Amo severo y estricto que use mi esclavitud hasta el fin de mis días? Supongo que lo mejor será no pensar mucho en ello y aceptar sumisa lo que me venga.

Nos acaban de llamar para hacer la selección, nos reúnen en la sala principal del castillo, entro de las ultimas y veo a la mayoría de mis compañeras arrodilladas en el suelo e inclinadas hacia delante, con la cabeza tocando el frío mármol del suelo. Una vez estamos todas en esa posición, el Sr. Ruiz nos indica que todas aquellas que reciban un latigazo, deberán levantarse e irse a la sala contigua, pues ellas serán las elegidas para ser subastadas. Creo que en estos momentos todas ansiamos sentir ese latigazo en nuestra espalda. Empezamos a escuchar latigazos, dispersos por toda la sala, cuento un total 28, y yo… yo no recibo ninguno. Mis músculos empiezan a desfallecer, ¿Seré una de las castigadas? ¿He hecho algo para merecerlo? ¿He decepcionado a los Amos con mi comportamiento? ¿No están contentos de esta putita?

A continuación el Sr. Leví, con la cálida voz que le caracteriza, explica que aquellas que sean engrilletadas de manos y pies, serán las que sufran los castigos el día de la subasta. Hacen tintinear las cadenas y los grilletes y mi cuerpo se estremece. Pasan los minutos, y esta vez no puedo calcular cuantas son engrilletadas, el tiempo pasa lento, deseando no ser una de las agraciadas con tan desdichada fortuna. La voz del Sr. Leví suena aun más cálida de lo normal y dice:

  • Aquellas que sintáis vuestras manos y vuestros pies libres de ataduras, poneos en pie, pues seréis las castigadoras.

Doy un suspiro y me alzo, primero de rodillas, después de pie, cabeza gacha y los brazos elevados tras la cabeza. Nos hacen formar una fila a un lateral de la sala, y dejando atrás a nuestras desdichadas compañeras, marchamos a una sala más pequeña donde nos darán las instrucciones.

Al entrar en la nueva sala cuento un total de 15 muchachas, sin contarme a mí, lo cual quiere decir que las muchachas que han quedado castigadas suman el mismo número que nosotras.

Empezamos todas a hablar, con voz callada, de la suerte que hemos tenido. Tanto por no ser subastadas, a Dios sabe quien, como a no haber sido castigadas.

El Sr. Leví y el Sr. Ruiz entran sigilosamente en la habitación en la que nos encontramos y nada mas verlos, formamos todas en 4 filas con las manos sobre la cabeza.

El Sr. Leví comienza a andar entre las 4 filas, observándonos muy detenidamente, mientras, el Sr. Ruiz, nos explica que nuestras "víctimas" están siendo conducidas a las mazmorras, donde pasaran la noche solo a pan y agua. Pongo cara de susto y tristeza tras estas palabras, pues alguna amiga mía esta siendo conducida hacia las mazmorras; el Sr. Leví se da cuenta de ello, se pone a mi lado y haciéndome arrodillar dice:

¿Acaso hemos elegido a una castigadora débil?

Por mi rostro caen lagrimas, pero no hay respuesta por mi parte.

¡Responde zorra! ¿Acaso hemos cometido un error eligiéndote?

No Señor – respondí a media voz y aun con lagrimas en los ojos mientras me postraba ante los pies del Sr.

Así me gusta, una zorrita bien educada.

Gracias a Uds. Mi Sr. – dije desde tal posición.

¡Sí Sr.! Así me gusta… ; Ruiz, creo que no nos hemos equivocado y también creo que hemos hecho una muy buena elección.

El Sr. Leví se coloca al lado del Sr. Ruiz y nos dice:

Esta noche dormiréis apartadas de las esclavas que serán subastadas, mañana por la mañana os uniréis a ellas, y seréis bañadas, peinadas y maquilladas. Ahora…. ¡Salid de mi vista!

Salimos las 16 en fila y en la puerta nos esperan 2 esclavas internas del castillo, siempre he deseado ser elegida para ello. Nos conducen por pasillos y escaleras hasta una de las torres del castillo, allí será donde pasemos la noche.

  • En una hora os traeremos la cena, hoy debéis descansar, mañana, será un día tranquilo, pero al siguiente, deberéis rendir mas que al máximo.

Tras estas palabras salen de la habitación y empezamos a hablar. Nos traen la cena, y poco a poco vamos cayendo rendidas y acostándonos unas al lado de otras en los colchones de paja dispuestos en el suelo de la habitación.

Como de costumbre a las 8 de la mañana vienen las esclavas internas a despertarnos y nos conducen a los baños, encontrando allí a las futuras subastadas. Tras nosotras, entran alrededor de 30 esclavas internas, que serán las que nos adecenten.

Empiezan por nosotras, las castigadoras. Nos dan un baño, lavando hasta el ultimo poro de nuestro cuerpo. Luego nos sientan en unos taburetes, y empiezan a hacernos unos peinados a cuál más bonito, recogidos, melenas sueltas… Nos pasan a la zona de los espejos y empiezan a maquillar nuestra cara, nuestros pezones y nuestro sexo. Una vez maquilladas nos aplican un liquido, que produce un horrible escozor, pero esto será lo que haga q no nos desmaquillemos hasta bien acabada la subasta ya que fija el maquillaje a nuestra piel y hará q nos dure 3 o 4 días.

Una vez acaban con nosotras, nos encaminan hacia las mazmorras, donde aprenderemos como tratar a las castigadas al día siguiente.

Al entrar, la imagen es horrible, todas están con el pelo rapado y, algunas de pie otras de cuclillas, maniatadas con grilletes cara a la pared.

Los verdugos nos explican hasta la hora de comer, como debemos tratarlas, esta tarde practicaremos todo lo aprendido, así que deben prestar máxima atención.

Hoy, por ser el ultimo día que estaremos juntas en el castillo, y posiblemente en nuestras vidas, los Srs. Nos dan permiso para poder ir todas, las 60, a comer al jardín. Las esclavas internas nos ponen la comida dentro de cestas que deberemos llevar nosotras allí donde queramos comer.

Las subastadas llevan todas el pelo recogido en dos trenzas, formando un moño en la coronilla, y su piel esta maquillada de un rosa blanquecino.

Sentarnos en la hierva resulta incomodo y divertido a la vez, al no llevar ropas q nos protejan de ella, la hierva nos pica por todo el cuerpo pero a pesar de la incomodidad, viendo las caras de las demás… es muy gracioso.

Todas hablamos con unas y con otras, felicitando a las q abandonaran el castillo tras la subasta y tranquilizando a las q sufrirán los castigos durante ella. Hay charlas, risas, carcajadas e incluso llantos. En el fondo todas lloramos, después de 12 meses juntas, no es agradable decir adiós, a lo largo y ancho del jardín hay grupitos de chicas abrazándose y llorando y volviéndose a abrazar.

Nos hacen volver pronto al castillo, pues nosotras debemos practica con las castigadas todo lo aprendido y las subastadas deben descansar.

Cada una se dirige a la estancia donde le toca esta, yo me deslizo entre los pasadizos junto a mis compañeras hasta llegar a las mazmorras… son tan frías, tan oscuras, tan tristes

No se cuanto tiempo pasamos allí dentro pero aparece el Sr. Leví para avisarnos que debemos subir a la planta principal del castillo y esperar en el hall, pues tienen una sorpresa para nosotras.

Dios mío, pienso para mi misma, q será lo que vayan a hacernos ahora

Formamos todas el rededor del hall siguiendo el limite de la pared, el Sr. Leví y el Sr. Ruiz se colocan en el centro y nos comunican que en breves instantes llegaran los Amos y Amas que mañana asistirán a la subasta, con tal de poder observarnos antes y así hacerse una idea de lo que quieren.

Empezamos a escuchar coches de caballos que se detienen frente a la puerta, esta permanece cerrada. Con una sencilla orden, el Sr. Ruiz hace que las dos esclavas más cercanas a la puerta se encarguen de abrirla y dar paso al interior a todos los Amos y Amas que vayan llegando.

En menos de 45 minutos el hall esta lleno de gente extraña a nuestros ojos, por el momento, algunos vienen acompañados de esclavos, otros vienen con lacayos y algunos vienen solos.

Pasan por delante de mi varios Amos y Amas, a pesar de no ir a ser subastada, también estoy exhibida. Veo miradas de todo tipo hacia mí, algunas con cariño, otras con desprecio y sobre todo una que me llama mucho la atención, es un hombre de aspecto descuidado, lleva a su lado, a 4 patas, a la que intuyo debe ser su esclava, su mirada es lasciva y llena de obscenidad, parece que quiera usarme allí mismo, miro a su esclava fijamente y esta levanta un momento la vista del suelo, la alza.. y veo tristeza en sus ojos, su Amo ve que me mira y le da una patada en el costado, se tambalea un poco y vuelve a fijar su mirada al suelo, me horroriza lo que acabo de ver.

Al cabo de unos minutos, el Sr. Leví se acerca a mí por la espalda, atrapa mis manos, que estaban cruzadas en la espalda, y me dice a la oreja que acaba de llegar un ultimo Amo y que es tarea mía el ir a recogerle. Me deslizo entre la gente, intentando no entorpecer la observación de muchos, y llego hasta la puerta donde espera un carruaje. Veo al lacayo abrir la puerta y yo bajo las escaleras para recibir al Amo.

Mientras se va acercando, ya que tengo prohibido el mirar fijamente a un Amo, le observo con disimulo descubriendo que es un hombre alto, de constitución delgada pero tras la camisa que porta se intuye un cuerpo fuerte, tiene el pelo ondulado que le llega hasta la nuca. Cada vez se acerca más a mí y puedo observar el color del otoño en sus ojos. Se pone delante de mí y yo hago una reverencia, no puedo levantarme hasta que el no toque mi hombro derecho, y me tiene así por un corto espacio de tiempo, el cual supongo habrá usado para inspeccionarme. Cuando por fin toca mi hombro me yergo y poniéndome un paso por detrás… voy guiándole a través del hall.

A veces nuestras miradas se cruzan pero el nunca hace ademan de enfadarse conmigo por ello, creo que él también busca mi mirada. Pasan las horas, los Amos y Amas empiezan a abandonar el castillo, "el mío" es de los primeros en irse, me invade una sensación de tristeza y de ansia por volver a verle… por mi cabeza pasan múltiples ideas, pero una muy fuerte, he de ser subastada. No puedo quedarme mirando como "mi Amo" compra a una esclava que no sea yo, he de hacer algo.

[Continuara]