La sra. montse y los gitanillos (3)

El chico que movía los hilos de mi nueva situación se planta en caso solo, para disfrutar de mi a su antojo, me alquila en un local de sexo donde yo soy la protagonista del espectáculo, mi humillación y descubrimiento de un nuevo mundo continúan.

Habían pasado un par de semanas desde lo del parque acuático y no había tenido más noticias de los gitanillos,    aquello había pasado, no sabía cómo me había dejado arrastrar hasta tal punto,  pero estaba convencida de que no iba a volver a pasar. Yo era una mujer madura, respetable, nunca había tenido ni sueños con otro hombre y lo pasado, pasado.

Mi marido había vuelto del viaje y teníamos nuestra vida habitual, monótona, pero la que al fin y al cabo nos gustaba.

Hasta que una mañana sonó el teléfono de casa.

-Buenos días, Sra. Montse.- Dijo alguien al otro lado de la línea

No reconocí la voz en ese primer momento, pero enseguida lo reconocí.

-Soy Heredia,  uno de los chicos del parque del otro día, ¿no me diga que no me recuerda?

Me quise hacer la loca, negando conocerlo.

-Se equivoca, aquí no vive  ninguna Montse.

-Vamos Sra. Montse no se me haga la loca o prefiere que le envié unas bonitas fotos al numero …..?

Entonces me di cuenta de que estaba llamando a mi casa y el número que me había recitado era el de mi marido.

-¿Coo, como tenéis estos números? Atiene a balbucear

--Estaba usted tan ocupada que tuvimos que mirar su agenda de teléfono, por si teníamos que llamar a alguien.- Rió

-¿Qué quieres dinero? Lo del otro día no se va a volver a repetir, soy una mujer casada, amo a mi marido y no lo voy a engañar, el otro día casi me violasteis.- Le dije enojada de verdad.

-Vamos a ver Sra. Montse, a lo mejor la pillo en mal momento, vamos a hacer una cosa, mire usted su móvil y me llama después, así continuaremos hablando más tranquilos.

Y colgó,  fui corriendo a buscar mi móvil y tenía un wasap de un número desconocido, con un vídeo,  lo descargue y a punto estuve de caer al suelo, me senté en el sofá viéndome en el vídeo.  Además de las fotos también  me habían grabado en vídeo, empezaba justo cuando yo estaba estirada en la toalla y empezaban a ponerme aceite, como me quitaba la toallita y seguía en el vestuario, como me penetraban, por delante, por detrás, no habían dejado ni un detalle, ¿pero, quien había grabado el vídeo?, en él se veía siempre   a los cuatro chicos, alguien más me había visto.

Cerré el vídeo y me quede pensativa,  no se atreverán a enviarle nada a mi marido, pensé y continué con mis tareas intentando olvidarme del tema,  además, al ver que no volvía a llamar me fui tranquilizando un poco.

¿Cómo podía a ver sido tan tonta, como me pude a ver dejado arrastrar a esta situación? Lloraba desconsolada.

Pase todo el día sin saber muy bien lo que hacía,  mi marido no vuelve a casa hasta media tarde y cuando llego todo fue como siempre, un besito, se cambió y nos sentamos en el sofá hasta la hora de cenar, después de lo cual volvimos al sofá para ver alguna de nuestras series favoritas, cuando sonó el sonido de aviso de su wasap, me dio un vuelco el corazón. El abrió el mensaje puso una cara rara y me enseño su móvil.

-Mira lo que me envía un número que no conozco.

Era yo, justo en el momento en el que les cogía la toallita en el solárium, desnuda de cintura para abajo, enseñándoles mi pubis. La foto era un poco panorámica y se podía ver que era una piscina normal, donde el resto de la gente estaba en bañador. El único consuelo fue que me habían pixelado la cara  completamente y no se  me reconocía.

-Alguno que se ha equivocado, pero será guarra la tía,-me decía, insistiéndose en que mirase la foto.- En pelotas delante de todo el mundo.

Volvió a sonar su móvil y me mostr una nueva foto,  en esta era en la que uno de ellos me estaba dando aceite en la espalda, desnuda y se le veía al chico el pene saliendo del bañador, solo que en esta el pixelado era menor.

-Debe ser una puta.- Apostillo mi marido.- y cerro el móvil.

Entonces fue el mío el que sonó,  tenía un wasap de él en el que me decía que le llamara ahora mismo o  seguiría enviando fotos con la cara cada vez menos tapada.

Le dije a mi marido que tenía que ir al baño y a él le envié un wasap diciéndole que por favor no enviara más fotos, que mañana hablábamos;  ¿mañana? Contesto él al instante.- Sra. Montse, llámeme ahora mismo o lo hago yo.

Marque su número y el teléfono sonó y sonó, sin duda me estaba haciendo sufrir y cuando ya estaba a punto de colgar, respondió.

-Así me gusta Sra. Montse, ¿Dónde está?

-En el baño.- Contesté

-¿Qué lleva puesto?

Era verano y nuestra casa es bastante calurosa, así que solo llevaba una camiseta de tirantes que me llegaba a medio muslo y unas bragas de esas grandes de estar por casa, se lo dije.

-Quítese las bragas.-Ordeno.

No pensaba hacerlo, pero dejé pasar un tiempo prudencial y le dije que ya.

-¿Y cómo sé que lo ha hecho?.- Preguntó inquisitivo.

-Hágase una foto y me la envía ahora mismo?

Me quite las bragas, apunte el móvil hacia mi pubis y dispare.

-Ya.-Le dije

-Uuuuum.-exclamó.- abrase de piernas y hace otra.

Separe las piernas, apunte y volví  a disparar.

-Qué recuerdos Sra.Montse.- Exclamo

-¿Y  su marido?.-Pregunto

-En el sofá

-Pues vaya con él, pero sin ponerse las bragas, claro.

-Pe, peeero, no puedo hablar contigo estando él a mi lado.- Le dije

-¿Por qué no?, seguro que sabe disimular.

Salí al salón y me senté a su lado.-Es Puri.- le dije

-Ve como sabe hacerlo muy bien Sra. Montse.- Escuche que me decía el gitanillo.

-Separe las piernas mientras hablamos, ¿recuerda lo bien que lo paso con nosotros?, Responda Sra. Montse.

-Sí, Puri.

-¿si, que?, que la escuche yo.

-Si Puri, lo pase muy bien.

-¿Y quiere que se repita, verdad?

-No, no, de ninguna manera, no podrá ser Puri.

Entonces sonó el “clinc” de mi marido otra vez.

-Mira cari, otra foto.- Alguien se está confundiendo y me las envía a mí.

Esta era una en la que estaba de pie, ya completamente desnuda en las duchas y solo con dos estrellas en los ojos para ocultarme la cara, no sabía cómo mi marido no me reconocía.

-Yo creo que si se repetirá, Sra. Montse, pregúntele cuando se va de viaje otra vez, que lo escuche yo.

-Un momento Cari, le estoy enviando las fotos de la puta esta a Pepe y Luis que son unos salidos, seguro que les gustan.

Pepe y Luis eran los maridos de unas parejas con los que salíamos a veces a cenar, copas, etc, mi marido sin saberlo me estaba mostrando a  nuestros amigos.

-Ya,  pues este lunes me voy hasta el viernes días a Madrid, Cari.-Me dijo

-Muy bien Sra. Montse, buenas noches.

Y colgó

-Buenas noches Puri.-Disimulé.

Me mantuve con las piernas abiertas y sin bragas el resto de la noche hasta que nos fuimos a dormir. Estábamos a viernes, así que tenía todo el fin de semana para intentar cualquier cosa.

Pase el fin de semana meditabunda, dándole vueltas al asunto, como poder evitarlo y se me ocurrió que podía  acompañarlo en el viaje. Se lo comenté pero me dijo que esta vez era imposible, era un viaje de negocios y no podíamos compartir habitación con nuestras esposas.

Así que llego el lunes y se marchó,  yo intentaba estar lo menos posible en casa, me mantenía por el barrio en sitios con gente, pero acabo el lunes y afortunadamente no pasó nada,  me fui a dormir hasta la mañana siguiente. El martes continúe igual,  mi rutina habitual y poco más,  paso el día y después de cenar me dispuse a ver la tele cuando sonó el timbre de la puerta, el corazón me dio un vuelco, casi se me sale del pecho, fui hasta la puerta y mire por la mirilla y allí estaba uno de los gitanillos, delante de mi puerta, me hice la sorda y no abrí, el insistió con el timbre.

-Sra. Montse, no me haga hacer un escándalo en la escalera.- Escuche.

No me podía permitir un escándalo, así que abrí la puerta y él se coló en mi casa, él y el resto de los tres amigos suyos del parque acuático.

Se metieron en el salón tocándolo todo,  -Que casa más bonita tiene Sra. Montse- exclamo uno.

Se sentaron en el sofá y los sillones como si fueran los dueños de la casa.

-A ver que queréis beber.- Les preguntó el espabilado.

-Ya los oye Sra. Montse, dos wiskis y dos cubatas, por favor.- Me pidió.

Yo llevaba la misma camiseta de la otra noche y mis braguitas de estar por casa, de esas grandotas de algodón y algo holgadas, muy decente.

-Que tapada va usted, señora.- Me dijo uno de ellos.- hace mucho calor, será mejor que se quite la camiseta.

-No pienso quitarme nada.-Le dije.- Os tomáis la bebida y os vais.

-Mire Sra. Montse, ya le hemos visto más que desnuda, no me diga que tiene vergüenza ahora, además,  ya sabe lo que ahí- Me dijo el espabilado con ironía.

Tenía razón, estaba en  sus garras, así que cogí el borde de mi camiseta y  me la fui subiendo,  claro que la vergüenza hacia que la subiera poco a poco lo que le daba más morbo a la situación, finalmente me la pase por la cabeza y la deje plegada sobre una silla.

-Mira que es cuidadosa la Sra.Montse.-Rieron.

Fui a la cocina y prepare las bebidas, cuando volví al comedor estaban todos en calzoncillos esperándome, a alguno ya le salía el pene por el borde de sus slips.

-Vaya bragas de vieja que gasta Sra.Montse.-Dijo uno mientras se acercaba a mí, vi con horror que llevaba una navaja en su mano, su hoja relucía con la luz del comedor, se puso detrás de mí y sentí como deslizaba la hoja por  el borde de mi braga, notaba el frio de la hoja en mi carne, dio un estirón y corto uno de los lados, sentí entonces la hoja al otro lado y también la corto. Yo sujetaba las bragas, intentando guardar algo de decencia, pero él me las quito de las manos.  Quedando completamente desnuda en mi propia casa y delante de aquellos cuatro gitanillos.

El de la navaja continuaba a mi espalda y sentía el filo de la hoja deslizarse por mi espalda dándome escalofríos hasta que llego a mi culo y me empezó a dar pinchazos en él con la punta de la hoja, pasaba de una nalga a otra haciéndome dar saltitos.

-Déjala, quillo, que le vas a hacer daño.-  le dijo el espabilado.

Se sentó y yo me quede como un pasmarote, delante de la mesa, completamente desnuda, con los brazos a los lados de mis caderas,  delante de los cinco chicos, sin saber qué hacer, como reaccionar.

Una voz me saco de mi ensoñación.- Señora, baile para nosotros que esto se está amuermando.- Pidió uno.

A mí me gusta mucho bailar, pero aquello era diferente,  sin música y delante de ellos, pero aun así empecé a moverme lo mejor que pude, pero  mi azoramiento hacia que mis movimientos fueran todavía más sensuales, contorneándome, poco a poco, con los ojos cerrados,  pero al abrirlos pude ver como alguno de ellos estaba  haciendo fotos o grabándome con el móvil.

Me tape la cara y les suplique que no hicieran fotos.

-Fotos no, fotos no, por favor.

-No se preocupe que son solo  para nosotros.-Dijo uno.

N

o podía hacer por evitarlo, así que continúe bailando para ellos, lo peor era que me empezaba a encontrar excitada y no quería, no podía entregarme a ellos, si querían algo de mi seria en contra de mi voluntad. Pensaba en mi marido, en cuanto lo quería y no podía hacerle eso, al menos siempre tendría el consuelo de que me habían forzado a hacer esto.

-Me está poniendo como una moto.- Dijo uno.

-Venga “paqui”  y nos hace un trabajito mientras acabamos las bebidas.

Fui hacia ellos y me hicieron arrodillar delante de ellos.

-Las manos a la espalda.- me ordenaron y ya puede usted empezar a chuparnos la polla por turnos.

-No, por favor, ya me habéis visto desnuda otra vez, ¿no tenéis suficiente? Por favor, marcharos, por favor.- Suplique.

-¿Qué nos marchemos, esta tía es tonta- Dijo uno al momento que me daba una sonora bofetada. -A chupar Sra. Y hasta que se lo digamos.

Me acerque de rodillas al que me había dado la bofetada y me la metí en la boca, se la chupaba sin ganas, no quería que se corriera en mi boca, en eso estaba cuando note unos dedos hurgando en mi vagina.

-¿Ve Sra. Montse?, ya sabíamos que esto le gustaba, está bien mojadita.-Rieron.

Y era verdad,  la bofetada había sonado en mi cara, pero también me había retumbado en mi vagina, nunca me habían tratado así, me sentía humillada, degradada y lo noche solo había hecho que comenzar.

Seguí con el pene del chico en la boca mientras alguno seguía introduciendo dedos en mi vagina, así que cada vez lo hacía con más ganas, pero no estaba dispuesta a dejar que se corrieran en mi boca, así, que de rodillas, manteniendo las manos a mi espalda se la fui chupando uno tras otro, estaba poco rato con cada uno para que no se corrieran, pero no sé si fue peor el remedio que la enfermedad.

Cuando empezaba la segunda vuelta ya tenía un dolor de rodillas increíble, la edad no perdona y no podía seguir, además, tanto hurgarme en la vagina me había tenido un par de veces al borde del orgasmo y solo el dolor de piernas y las ganas de no rendirme ante ellos lo había evitado.

-Parece que está cansada, Sra. Montse.- Me dijo el espabilado.

-Enséñenos el piso, por favor.

Me levante y fui hacia la cocina con ellos cuatro detrás.- Aquí está la cocina.- Les indique.

-Muy bonita, muy bonita.- alabaron todos

-Volvimos hacia el comedor para ir a los cuartos de baño, le enseñe el pequeño y el grande y quedaron alucinados,  después pasamos a las habitaciones de mis hijos, pequeñas, decoradas todavía como cuando vivían en casa y entonces pasamos a la habitación de matrimonio.

-Y esto es todo, ¿Volvemos al comedor?.- Les dije para sacarlos de allí.

-De eso nada Sra.Montse, vamos a continuar la fiesta aquí.- dijeron retirando la colcha, dándome un empujón lanzándome a la cama.

-Aquí no, por favor, si queréis vamos a la habitación de uno de mis hijos, al comedor, pero aquí no, por favor.

Pero ya tenía dos a cada lado y los de las piernas me las estaban separando todo lo que daban de si  e introducían sus dedos dentro de mí,  eran dos manos a la vez las que se estaban metiendo en mi ser,  mientras que los que tenía a la altura de mis pechos empezaron a lamer y succionar mis pezones a la vez que los estiraban con fuerza. Yo ya no podía aguantar más tanto placer y estaba claro que me había rendido, entregado a ellos y lo que quisieran hacerme.

Uno de los que estaba en mis pezones había dejado su labor, pero volvió al instante al grito de:

-Mirar lo que he encontrado en la cocina.- mientras mostraba un pepino enorme que tenía para la ensalada.

-No, no, por favor, es enorme, no me va a entrar, por favor, por favor.- pero como siempre mis ruegos quedaron en nada.

Se colocaron los cuatro entre mis abiertas piernas y sentí el frio del pepino en mi entrada, lo empezaron a frotar entre mis labios a la vez que lo apretaban para penetrarme,  lo había visto y bien bien tenía el tamaño de una pelota de tenis,  era imposible que me entrara, pero ellos no iban a cejar en su empeño y apretaban con fuerza empezando a notar un fuerte dolor en mi vagina,  hasta que de golpe note como entraba en mí, lancé un grito, mis lágrimas resbalaban por mis  mejillas.

-Que pasada.- exclamaban ellos.- a esto hay que hacerle fotos.- escuche.

Ya no tenía fuerzas ni para protestar, ¿para qué?

Fueron a por sus móviles y yo quede en la cama, sola, con las piernas abiertas, con un pepino enorme clavado en mi vagina y esperándolos. Llegaron al momento claro y los cuatro se dedicaron a sacarme fotos desde todos los ángulos posibles.  El jefecillo se puso a la altura de mi cabeza y me las fue enseñando, se notaba que disfrutaba con ello.

Se me veía la cara perfectamente, desencajada entre dolor y placer,  primeros planos de mi vagina, completamente dilatada abarcando un pepino que parecía estuviera pariendo y que por cierto mantenían en mi vagina.

-Le van a gustar a tu marido.- Me dijo.

Al escucharlo empecé a llorar con ganas, me sentía tan sucia y vulgar.

Me quitaron el pepino y sentí como un vacío en mi vagina, pero lo que inmediatamente sentí fue la lengua de alguno de ellos lamiéndomela,  mi marido nunca me lo había hecho, pero aquello era increíble,  el gitanillo me lamia los labios, metía la lengua todo lo dentro de mí que podía, lamia mi clítoris o lo mordisqueaba,   mientras me levantaba el culo con sus manos para hacerlo mejor,  me estaba llevando al séptimo cielo y me corrí, ya no me importaba, me corrí en la boca del chico, sintiendo un gran orgasmo, quede inerte en la cama, casi desmayada,  pero ellos no se habían corrido y no pensaban darme tregua.

El chico se retiró y entonces note un pene que me penetraba,  volví a suplicar que lo hicieran con condón, que no tomaba anticonceptivos, le dije que en la mesilla teníamos,  pero por toda respuesta recibí una penetración hasta el fondo sin ningún miramiento.

No dilato demasiado y el orgasmo había devuelto mi vagina a su tamaño normal, así que me sentía muy llena del pene de aquel chico. El también la notaba apretada.

-Uuuff,  que estrechito, parece el coño de una quinceañera.- Decía

Se había puesto mis piernas sobre los hombros y las flexionaba sobre mi pecho, eso hacía que sintiera todavía la penetración más profunda,  más dentro de mí.  El placer había vuelto pero también la preocupación.

Miraba al chico y le decía en voz baja.

-No te corras dentro, por favor, sácala antes, te lo suplico.- mientras nuevamente las lágrimas resbalaban por mis ojos.

Sentí las contracciones del chico y como su semen me inundaba, gire la cara sobre la almohada y llore en silencio mientras el acababa dentro de mí.

Tenía otro estirado a mi lado, con el pene enhiesto, apuntando al  techo, me hicieron levantar y sentarme a horcajadas sobre él, él mismo oriento su pene a mi vagina y yo fui bajando hasta sentarme sobre su pubis, el chico tenía las manos bajo su nuca, como el que esta descansado. Esta posición era también nueva para mí,  me permitía llevar el ritmo y yo subía y bajaba por aquel pene que se deslizaba dentro de mi sin ninguna dificultad, estaba tan excitada que no tarde en correrme por segunda vez, le clavaba al chico las uñas en el pecho, mientras hacia un movimiento de rotación con mis caderas,  necesitaba sentirla completamente en mí, caí sobre el pecho del chico que no se había corrido todavía,  sin darme cuenta de que así dejaba mi culo indefenso,  el chico me cogió con fuerza y sentí un pene apoyarse en mi ano, sabía que suplicar era inútil, así que intente relajarme lo más posible, el chico se agarraba a mis caderas y empujaba y empujaba, hasta que note como mi esfínter se abría y me penetraba, me dolía, me dolía mucho, tener un pene en mi vagina  a la vez debía hacer más difícil la penetración,  pero ahora sí que me sentía llena,  los dos gitanillos se empezaron a mover al compás, cuando un pene salía de mi vagina, el otro estaba clavado hasta el fondo de mi ano. Pero había un tercero que no se había corrido y no pensaba dejar de hacerlo, se subió a la cama y poniéndose delante de mi cara me puso el pene en la boca, yo  estaba jadeando y no le costó nada hacerlo.

Y ahí estaba yo, en mi cama de matrimonio,  una mujer madura, casada, sin experiencia sexual más que con mi marido,  siendo penetrada por tres penes a la vez. Podía ver como el que se había corrido primero me estaba haciendo fotos con todo detalle, mi cara chupando el pene, planos generales donde sin duda se me vería con los tres chicos, primeros planos de mi vagina y ano penetrados a la vez…..  pero me consolaba pensando en que no podía hacer nada por evitarlo.

El primero en correrse fue el de mi vagina, nuevamente llena del semen de un desconocido, el chico me apretaba mis pequeños pechos con fuerza mientras eyaculaba en mi interior, os apretaba  tan fuerte que me hacía daño, notaba su semen resbalando por mi vagina, mojando nuestros pubis. Pero como tenía al segundo en mi ano no se podía mover, yo sentía el pene del chico entrando y saliendo  de mi ano, hasta que también se corrió,  este me la saco antes y se corrió sobre mi grupa, dejándome un gran charco de su semen sobre mi culo. Semen que notaba resbalar por mis nalgas, muslos,…

Solo quedaba el de mi boca, intente sacármela, la verdad es que me daba mucho asco el sabor y olor del semen, pero el chico no lo permitía, además, el del móvil estaba justo al lado de mi cara grabando un primer plano de mi cara con el pene perforándome la boca, hasta que se corrió, me inundo la boca,  como la otra vez escupía lo que podía y tragaba lo que no,  el chico escurrió su pene en mi boca, pasándomela por la cara mientras su amigo no perdía detalle con su móvil.  Entonces me dejaron en la cama, boca arriba, abierta de piernas, chorreando semen por mi vagina, culo y boca, notaba mi espalda mojada del semen de la corrida del chico en mi grupa empapando las sabanas.

Estaba exhausta, casi sin sentido,   pero notaba mi vagina palpitar, me había quedado a las puertas de un tercer orgasmo y me sentía a punto de ello, pero sin conseguirlo, levantaba el culo, arriba y abajo, notaba como mi vagina se abría y cerraba mientras el semen y mis flujos continuaban saliendo de ella, parecía un pez fuera del agua.

-Se está corriendo.- Lanzo uno de ellos.

-No lo consigue- Dijo el jefecillo.

Entonces me cogió la mano y llevándomela a mi vagina me dijo.

-Acabalo tu sola, hazte una paja para nosotros.-

Yo nunca me había masturbado, bueno, no había hecho nada hasta ese momento y delante de cuatro chico me empecé a masturbar, acariciaba mi vagina, frotaba mi clítoris, lo estiraba y hasta me metí algún dedo dentro hasta que conseguí correrme por tercera vez y perdí el sentido.

Cuando me levante estaba sola en la cama, los chicos se habían ido,  Sali al comedor sintiendo el semen como resbalaba por mi vagina, pero no estaban, se habían ido.

Me di una ducha y me fui a la cama,  estaba horrible,  desecha, con manchas de semen y sudor, oliendo a rayos,  así que me puse una camiseta y fui a la cama de uno de mis hijos, pero no podía dormir, solo pensaba en lo que había pasado, me levante, me quite la camiseta y completamente desnuda me tumbe sobre la sabana de nuestra cama de matrimonio, llenándome del olor de aquellos chicos, volviendo a mojarme con los restos de su semen, cerré los ojos y me dormí.

XXXXXXXXXXX

La mañana siguiente desperté desnuda sobre aquellas sabanas acartonadas por el semen de todos los chicos y lo primero que me vino a la cabeza fue un sentimiento de culpabilidad por lo que había hecho, no era escusa lo de las fotos ni que me estuvieran chantajeando con ello, había disfrutado del sexo, sintiéndome humillada y utilizada y eso no iba a volver a pasar. Me levante y me di una nueva ducha, quería quitarme de mi cuerpo cualquier rastro de esos chicos, fui a la habitación y retire las sabanas, primero las metí en la lavadora, pero me la quede mirando las saque y las tire a la basura. Después fui al comedor y empece a retirar los restos de las bebidas, ni siquiera me había dado cuenta, pero por primera vez en mi vida, otra vez mi primera vez en mi vida, estaba haciendo las tareas de casa completamente desnuda, cuando escuche las llaves en la puerta, no podía ser mi marido, no volvía hasta dentro de dos días y entonces vi aparecer por la puerta al jefecillo, el espabilado!!!

-Ayer la dejamos “desmayá” y quería ver como sigue.-Me dijo mientras dejaba mi juego de llaves sobre la mesa.

-Largo de aquí o llamo a la policía.-Grite.

-Hágalo Sra.Montse, después de ver las fotos sera difícil que crean que no me ha invitado.-Soltó

Yo quería acabar con aquello, pero todavía no sabia como hacerlo, lamente.

-¿Que quieres de mi?

-Nada Sra.Montse, solo pasar el día.-

Hasta ese momento no me di cuenta d que estaba completamente desnuda, le dije que iba a ponerme algo encima pero el me dijo que no, que así, desnuda estaba muy bien.

-Esto esta “mu” oscuro, Sra.Montse.- Dijo mientras abría totalmente las cortinas del comedor. Nuestra calle es estrecha y los edificios de enfrente quedan muy cerca, ademas tenemos unos grandes ventanales y ahora cualquier vecino me podría ver desnuda y con un chico en casa.

-¿que me va a preparar de comer, Sra. Montse, que tengo gana.- soltó

Fui a la cocina y empece a preparar lo que tenia previsto, mientras él me esperaba en el sofá, sentado, como el rey de la casa, se puso la tele y me pidió una cerveza.

Se la lleve, servicial y prepare la mesa. Al rato estábamos comiendo, por ahora solo había pasado el rato, la verdad es ni me había tocado, pero seguía completamente desnuda, acabamos de comer y recogí la mesa mientras el volvía al sofá.

-Siéntese aquí conmigo.- me indico, me senté y me separo las piernas, empezó a acariciarme los muslos hasta llegar a mi vagina, empezó a acariciarmela cuando sonó mi móvil.

-Debe ser mi marido, siempre llama a estas horas, es cuando hacen el descanso para la comida.

-Cójalo Sra. Montse, cójalo.-

Conteste, pero el chico lejos de dejarme hablar con el metió un dedo en mi vagina y lo metía y sacaba, masturbándome.

-Como, estas cariño.- le pregunte intentando parecer lo mas tranquila

Intentaba mantener la conversación lo mas normal posible, pero me estaba comenzando a excitar, hablando con mi marido y un adolescente masturbándome con ganas.

El me explicaba cosas de la convención, que si esto lo otro y yo solo podía hacer esfuerzos para no gemir, mis respuestas eran escuetas.

-Si.

-Claro

El gitanillo dejo de masturbarme, pensé que me iba a dejar acabar la conversación tranquila, pero me hizo levantar del sofá, me llevo hasta la mesa del comedor, me puso de bruces sobre ella y bajándose los pantalones del chándal me la metió de un solo golpe, estaba intentando mantener una conversación con mi marido mientras un chico de apenas 18 años me estaba penetrando agarrado a mis caderas.

Yo intentaba que colgara, pero no había manera y a mi cada vez me costaba mas mantener una conversación coherente.

-Ten,teen, tengo que dejarte, cariño.-Balbuceé

-¿Te ocurre algo, Cari?, pareces acalorada.

-No mi amor, es que tengo una cosa al fuego y tengo que dejarte. Hasta la noche.- y colgé

Lo que tenia al fuego era mi vagina que ya me estaba ardiendo por la penetración que me estaba haciendo el chico. Durante la conversación con mi marido me la había estado metiendo y sacando muy despacio y cuando la tenia completamente dentro de mi hacia movimientos de rotación que su cadera que hacia que su pene me frotase toda la vagina por su interior. Me la saco y llevo hasta mi habitación donde yo misma me estire en la cama, boca arriba y abierta de piernas, el chico se arrodillo entre ellas, froto su pene entre mis labios y me volvió a penetrar todo lo profundo que daba su pene, hasta que note sus testículos contra mi culo. Entraba y salia de mi con fuerza, con rapidez, hasta ahora no me lo había hecho nunca así, cuando note que se iba a correr dentro de mi me la saco y masturbándose se corrió sobre mi pelo púbico.

-No siempre va a ser fiesta, Sra.Montse.- Me decía mientras escurría hasta la ultima gota de su semen.

Acabo de limpiarse contra mis labios vaginales y se estiro a mi lado.

-Ahora vamos a hacer la siesta, que después tenemos que salir.

Y prácticamente al instante se quedo dormido, escuchaba su respiración profunda, desnudo, boca arriba, con un cuerpo bien perfilado y musculado, aunque con toda seguridad no era de gimnasio y su pene flácido sobre su pubis. Yo no me podía dormir, pensaba en todo lo que me estaba pasando esos días y si bien es verdad que en cierto modo me sentía obligada a ello, no era menos cierto que había descubierto y disfrutado del sexo como nunca antes en mis 25 años de matrimonio, con esos pensamientos me quede dormida.

Me despertaron unos ruidos, era el chico rebuscando en mi armario.

-Nos hemos dormido, Sra.Montse, se hace tarde.- Me dijo mientras me lanzaba un vestido.

-No tiene “na sesi”:- Me dijo, mientras me daba uno de mis vestidos camisero, de esos que se abotonan por delante. Me puse ropa interior y el vestido, era un vestido normal, me llegaba un poco por encima de la rodilla, nada que no hubiera llevado cientos de veces al mercado.

Bajamos a la calle y paro un taxi al que le dio una dirección, durante todo el trayecto no dijo una palabra y yo no sabia donde me llevaba, estuvimos un largo rato circulando, salimos de los que era mi cuidad y cogimos una carretera hasta pararnos delante de lo mi marido y yo llamábamos entre risas-Una casa con lucecitas.

El chico me hizo pagar el taxi y llevándome del brazo entramos en el club.

-Esto es un club de putas.- Le dije sorprendidas.

-Es un “nai clu”.- me contesto.- solo vamos a tomar unas copas.

Nunca había estado en un “nai clu”, claro y no sabían como era, aquel era una sala mediana, con una barra al final, una zona con sofás tipo reservado y un escenario semicircular con sillas a su alrededor, deberían haber cinco o seis hombres, todos de mediana edad sentados en las sillas.

Me acompaño hasta la barra donde una camarera, vestida, por llamarlo de alguna manera nos pregunto que tomábamos.

El pidió un whisky, yo no quería nada.

-Dile a Manolo que Toño esta aquí.- Casi le ordeno a la camarera.

La chic salio dela barra y se metió tras una puerta, al instante salio un hombre mayor, de unos 60 años, con una barriga prominente. Se dieron un abrazo efusivo, estaba claro que se conocían.

-¿Esta es la señora.- escuche que le preguntaba.

-Si, te servirá.

-Ya lo veremos.- contesto el dueño del local mientras dejaba uso billetes de 50€ sobre la barra, billetes que cogió el chico y se los metió en el bolsillo.

El hombre fue hacia el escenario y desde pude escuchar algo que me dejo helada.

-Apreciado publico.- Empezó.- esta tarde tenemos para ustedes el debut de una cincuentona, pero no les defraudara, ya verán como se lo pasan muy bien y disfrutan con ella. Con ustedes la Sra. Monte.- Grito!!!!

Un hombre se había puesto a mi lado en la barra y me arrastraba hacia el escenario.

-Eso no, por favor.-lloraba.- haré lo que quieras contigo, pero no me metas allí.-Suplicaba llorando.

-Ya esta haciendo lo que quiero Sra.Montse.-Fue su respuesta.

Me arrastraron hasta el escenario todo y mi resistencia a que lo hicieran y me tiraron prácticamente en el. Quede allí, de rodillas, llorando desconsoladamente mi suerte. Era, como he dicho un escenario pequeño, con una cortina al fondo, muy iluminado, como corresponde a un escenario, había unas grandes pantallas de televisión que se podían ver desde todas las sillas de los espectadores.

Empezó a sonar una música y de detrás de la cortina apareció un chico, joven, muy musculado, sin duda un stripper de los que había visto en algún vídeo de despedida de solteras. Me hizo levantar, sin muchos miramientos y se coloco a mi espalda, agarro los bordes de mi vestido, desgarro todos los botones y me lo arranco del cuerpo, tirandoselo a los espectadores que aplaudían a rabiar.

Le note hurgar en mi sujetador y al instante lo abrió, yo lo sujetaba contra mis pechos para que no me lo quitara, pero él me lo arranco de un tirón y lo arrojo también al publico, que salto por él como si fuera un trofeo. Mantenía mis manos tapando mis pechos cuando el hombre se arrodillo detrás de mi, sin tiempo a reaccionar me bajo las bragas hasta los tobillos de un solo golpe, yo intentaba taparme el pecho y el pubis con las manos, pero me mantenía inmóvil en el centro del escenario, iluminada por un potente foco. Veía como los hombres me miraban, silbaban y aplaudían mientras yo continuaba paralizada, el stripper se había separado de mi, dejándome completamente sola, no se porque me vino a la mente esas imágenes de venta de esclava que alguna vez había visto en algún lado.

El hombre se volvió a situar a mi espalda, paso una cincha por mi espalda que en algún momento habían bajado del techo y pasándomela por la axilas ato mis muñecas a ellas.

-Sujetate.- Me susurro al oído.

Y las cinchas comenzaron a tirar de mi hasta dejarme prácticamente de puntillas. El stripper se había vuelto a situar a mi espalda y me estaba sobando los pechos, amasándolos, tirando de mis pezones, yo sentía algo frotarse contra mis nalgas, pero no podía ser su pene, lo que notaba era enorme, pensé que seria algún tipo de instrumento sexual, hasta que note que desde detrás “eso” se deslizaba entre mis piernas, separando mis labios vaginales y frotándose entre ellos. Pero cuando mire entre mis piernas puede ver “aquello” saliendo entre mis labios, parecía yo tuviera pene, bien bien asomaban entre mis piernas tres o cuatro dedos y aquel glande parecía una ciruela, por el tamaño y el color, morado, brillante.

El continuaba frotando su enrome pene entre mis labios, que separaba por la presión que ejercía entre ellos hacia arriba, yo estaba empezando a llegar al séptimo cielo, sin importarme que tuviera publico, él deslizaba su pene arriba y abajo, yo veía, hipnotizada, aparecer y desaparecer aquel inmenso glande entre mis labios, glande que ahora ya aparecía mojado de mis fluidos, yo jadeaba abiertamente, me movía al compás del pene que aquel hombre, que no paraba de frotarse y frotarse, sin parar, hasta que note como me llegaba el orgasmo, empece a gemir con mas fuerza, me movía mas rápido, cerraba las piernas para aprisionar aquel tronco entre ellas y justo cuando estaba a punto, me la saco de entre las piernas, dejándome a punto del orgasmo pero sin llegar a él. Dejándome a las puertas del mismo, después me entere de que ha esto le llaman negación del orgasmo, o algo así.

Negación o no el caso es que me dejo con las ganas y mi vagina palpitante, vi como bajaba del techo un arnés y el me lo iba poniendo por el cuerpo, paso una especie de soporte por mis riñones y ato mis rodillas con unas nuevas cinchas, hecho lo cual sentí como me elevaban, mi pies ya no tocaban suelo y siguió subiendo hasta que quede en una posición similar a las de un sofá de ginecólogo, pero suspendida en el aire.

El stripper se puso entonces entre mis piernas abiertas y me coloco su enorme pene sobre su vientre y lo que vi me di un miedo enorme, me llegaba hasta algo mas arriba del ombligo, su glande era, como he dicho, del tamaño de una ciruela, pero es que el diámetro de su pene debía tener un mínimo de seis centímetros, era enorme.

Al estar suspendida por las cinchas el hombre me podía mover adelante y atrás como si estuviera en un columpio, me empujo hacia delante y sujentandome por el culo con una mano con la otra apunto su enorme glande entre los labios de mi vagina y soltándome yo misma me fui penetrando por aquel pene descomunal.

Un aullido de placer y dolor salio de mi garganta, como un animal en celo, notaba como aquella barra iba entrando en mi, cuando mire entre mis piernas pude ver, bueno, mas bien no pude verla, tenia aquel pene completamente dentro de mi, me sentía inmensamente plena, casi reventada, pero lo que estaba era reventada de placer, el hombre me columpiaba adelante y atrás, metiendo y sacando de mi vagina aquella barra de carne.

Si con los chicos había descubierto el placer, con aquel profesional estaba descubriendo el séptimo cielo, para mi el sexo siempre había sido algo rutinario y aunque lo disfrutaba, mas o menos, nunca había imaginado que mi cuerpo pudiera sentir todo eso, me había dejado, abandonado a aquellas sensaciones, todo me daba igual, solo quería correrme, pero él no me dejaba, cada vez que notaba que estaba a punto de correrme, me la sacaba, dejaba de penetrarme, quedándome a las puertas del orgasmo.

La tercera vez que lo hizo, ya le grite, le suplique.

-Déjame correr, lo necesito, por favor.- gritaba

Y esta vez me dejo correr, tuve un orgasmo largo, larguísimo, arqueaba mi espalda sobre aquellos arneses, era un orgasmo de una intensidad nunca conocida para mi, parecía que no se acababa nunca. Disfrute, disfrute mucho.

Quede como otras veces casi sin sentido, relajada, así que casi no note como entre el stripper y el dueño manipulaban los arneses, dándome la vuelta y dejándome como si estuviera arrodillada, a cuatro patas, pero me mantenían en el aire.

Lo que si vi fue al stipper que se había puesto delante de mi y se estaba embadurnando el pene con algún tipo de lubricante, vi como la dejaba completamente untada, brillante y entonces se dirijio a mi popa. Y me entro el pánico al imaginar lo que quería hacer.

-No, por el culo no, nooo.- Gritaba desesperada, pero no podía hacer nada mas que agitarme, moverme, gritar, para intentar evitar lo inevitable, sentía el glande frotarse entre mis nalgas mientras el hombre me intentaba agarrar por las caderas cuando sentí una fortísima palmada en una de mis nalgas e inmediatamente otra en la otra nalga, resonó en la sala como un trueno, los hombres aplaudieron con ganas y a mi me quedo el culo ardiendo y dolorido.

-Es mejor que no te resistas.-Me dijo el hombre.- Estos tíos han pagado un dinero para ver mi polla en tu culo y lo van a tener, tu misma.

No me quedaba más remedio que cooperar e intentar soportarlo lo mejor posible, así que me mantuve quieta mientras sentía como apoyaba su glande en mi ano, se agarro nuevamente a mis caderas y de un solo golpe de sus riñones todo su glande dilato mi ano y se introdujo en mi.

El grito que lance debió oírse hasta fuera del local, el dolor era atroz, pero el stripper continuaba apretando, me hacia hasta daño en las caderas de lo fuerte que se agarraba, pero no era nada comparado con lo que sentía en el culo, él seguía apretando y mi dolor aumentando, mis lagrimas caían al suelo mezcladas con las babas que salían por mi boca.

No sabia hasta donde quería clavarme el pene, era imposible que aquello tan largo entrara en mis entrañas, lo que estaba claro es que no buscaba mi placer ni darme ninguna tregua, ni mis gritos parecían alterarlo en su trabajo, clavarme su pene lo mas adentro posible.

Paró y sentí como su pene se deslizaba fuera de mi, pensé que mi tortura había acabado, pero nada mas lejos de la realidad, otra vez me la volvió a meter hasta el fondo, esta vez mas deprisa y repitió la operación tres o cuatro veces, no lo hacia muy deprisa, pero si constante, como constantes eran mis gritos de dolor y lloros, mientras “mi publico” lo animaba y jaleaba.

Por fin el hombre pareció cansarse mi torturar mi ano y salio de mi completamente, me desato y quede en el suelo hecha un ovillo, llorando desconsoladamente, con el culo dolorido, pero mi humillación no había acabado, con suavidad, eso si, me hizo poner de rodillas en medio del escenario, el se pudo delante de mi y empezó a masturbarse sobre mi cara, lo hacia con ganas, para acabar cuanto antes, así que no tarde en sentir el primer chorro de su semen sobre mi cara.

-Abre la boca.-escuche que me decía

Y yo obediente, abrí la boca y el siguiente chorro fue a parar dentro de ella, pero es no solo abría la boca para recibirlo, yo misma y sin que nadie me lo ordenara sacaba la lengua para recoger hasta la ultima gota y lamia aquel glande que hacia unos minutos me estaba perforando el ano. Mantenía la lengua fuera y él apoyaba su glande en ella mientras se vaciaba en mi boca.

Cuando parecía que no le quedaba una sola gota de semen me ayudo delicadamente a levantarme, yo sentía su semen resbalar por mi cara, mejillas abajo, gotear sobre mi pecho, me saco del escenario entre los gritos de los hombres y me llevo a la parte trasera del mismo donde había una pequeña habitación donde sin duda se cambiaba.

-Lávate un poco.- me indico, señalando un lavabo.

Me lave como pude los restos de semen de cara y pecho y me dio una toalla para secarme.

-Ponte de bruces en la mesa.-Me dijo

Pensaba que me iba a volver a penetrar, pero aun y así me coloque como me indicaba, ¿Lo estaba deseando?

Pero vi como sacaba una pomada de un cajón y me la fue poniendo en mi dolorido ano.

-Esto te ayudara.-me decía mientras me aplicaba la pomada.

-Ahora tienes que volver a salir a la barra.- Me indico mientas él se vestía.

-Pero, estoy desnuda.- Le hice notar

-No es problema mio, yo solo se que tienes que salir.- y se fue por una puerta trasera dejándome allí.

Me asome a la puerta y pude ver mi vestido hecho un ovillo en el escenario, me pareció que nadie le prestaba atención así que salí corriendo, lo cogí y volví a la habitación a vestirme.

El stripper me había roto todos los botones, así que me lo intente mantener cruzado sobre el cuerpo mientras atravesaba el escenario y me dirigía a la barra donde “mi”  gitanillo y el amo del local seguían bebiendo wiski a mi salud.

-Vaya, ya tenemos aquí a la putita.- me dijo mientras me abría el vestido para poder contemplarme bien.

-Déjame ver por lo que he pagado.- y sin darme tiempo a nada me volvieron a arrancar el vestido dejándome otra vez completamente desnuda, ahora en la barra.

-No está mal tu madurita.- Le decía al gitanillo.

El hombre le decía a él que me tenía que traer alguna vez más.

-Aunque sea una madura a mis clientes les gusta ver mujeres de verdad, van a disfrutar.

Me estaban vendiendo como mercancía, delante de mí, completamente desnuda en una barra de un “nai-clu”

Pero el gitanillo no parecía muy cómodo con la situación,  supongo que quería el control sobre mí y no le hacía gracia que aquel hombre dispusiera de mí a su antojo.

Recogió el vestido del suelo y dándomelo le dijo al  dueño que ya hablarían de esos, me volví a poner el vestido  y el gitanillo me saco del local.

Al vestido no le había quedado ni un solo botón útil,  así que iba por la calle intentando sujetarlo lo mejor que podía para evitar que se me viera nada, afortunadamente, el chico paro un taxi y subimos en él.

Le di mi dirección y en cuanto se puso en marcha el gitanillo me abrió completamente el vestido.

-Así está más guapa, Sra.Montse.-Me dijo.

Lo que no había tenido en cuenta él es que me había sentado, por casualidad,  detrás del conductor, así que el hombre no podía verme nada.

De todas maneras, estuve todo el trayecto así, expuesta a las miradas de cualquiera que se pusiera a nuestro lado.

Llegamos a casa y él se bajó sin decir nada, así que encima me toco a mi pagar el taxi,  salí como pude para que no se me viera nada,  sujetándome los restos del vestido y me metí en el portal corriendo.

El ascensor parecía que no quería llegar nunca hasta que por fin se abrieron las puertas ante nosotros, no estaban del todo abiertas y yo ya estaba dentro del ascensor, rogando porque ningún vecino entrase en ese momento en el portal,  solo de pensar en que pudiera tener que compartir ascensor con un vecino “vestida” como estaba me horrorizaba.

Afortunadamente las puertas se cerraron y subimos solos los dos, pero, claro, la suerte no estaba de mi parte esos aciagos días y el gitanillo me arranco del todo el vestido dejándome, otra vez, completamente desnuda.

Sabía que protestar, suplicar, no me iba a servir de nada, así que intente guardar toda la dignidad que podía.

-¿Dignidad?.- Pensé para mí, ¿Qué dignidad podía guardar después de todo lo que estaba haciendo esos días.

El ascensor llego a mi planta y lo único que pensé es en salir corriendo hacia la puerta,  había sacado las llaves del bolso, así que, desnuda corrí por el pasillo que se me hizo eterno hasta la puerta, metí la llave y me lance al interior de mi casa.

-Que prisa tiene Sra.Montse.- Me lanzo el gitanillo.

-Venga, póngame un wiski que tengo sed.

Saque la botella del armario y me fui a la cocina a prepararlo, como siempre sin rechistar.

Cuando volví al comedor él estaba sentado cómodamente en el sofá, se había sacado los pantalones y se meneaba el pene flácido que sobresalía de sus calzoncillos.

Le di el wiski y mientras se la continuaba sacudiendo me dijo que se la chupara.

-Venga Sra. Montse, hágame una mamadita, que su espectáculo con el stripper que ha dejado los huevos cargados.

Sin ninguna voluntad me arrodille entre sus piernas y empecé a masajearle el pene  hasta que lo tuvo en erección y entonces me lo metí en la boca, haciéndole la mamadita, como él decía.

-Hostias.-exclamo- siempre he querido hacer esto.- me dijo mientras me ponía el vaso de wiski en la cabeza.

La humillación no podía ser más grande, de rodillas, en mi casa, chupando el pene de un desconocido y con un vaso en la cabeza mientras lo hacía.

El tío se reía con ganas, saco el móvil y me hizo alguna foto en esa guisa.

-Esto tienen que verlo los “coleguis”.- Decía.

Las lágrimas habían vuelto a mis ojos, me sentía tan humillada, mientras continuaba con mi labor, chupándole la polla, cada vez que daba un trago al wiski me lo volvía a apoyar en la cabeza,  sujetándolo para que no cayera.

Le hacía mucha gracia la situación.

Acabo de apurar el wiski y dejándolo sobre la mesa, me hizo apartar y levantándome me dijo que nos íbamos a la cama.

-Vamos a echar un polvo, Sra. Montse, que hoy le tengo muchas ganas.

Me levante y él me cogió fuertemente de un pezón mientras

íbamos hacia la habitación, me guiaba estirándome de él y lo hacía con ganas.

Llegue a la habitación con el pezón dolorido, me estire en nuestra cama de matrimonio, boca arriba, abierta ligeramente de piernas, mirando como él se desnudaba completamente.

Se colocó entre ellas y empezó a succionarme y estirarme los pezones,  alternativamente, primero uno y después el otro, mientras podía sentir su glande como se intentaba introducir entre mis labios vaginales, me estiraba, succionaba y me mordía los pezones con fuerza, me hacía daño,  parecía que él tenía una rabia interior que estaba descargando sobre ellos.

Pero yo  me estaba mojando,  él tenía que sentirlo en su glande que cada vez entraba en mí con más facilidad.

Me retorcía en la cama, me estaba haciendo daño de verdad, pero eso lo único que lograba es que su glande se frotase más contra mi vagina y mi calentón fuera también en aumento.

Al fin, cuando ya me parecía que me iba a arrancar un pezón, los dejo en paz, pero fue solo para colocarse entre mis piernas y separando mis labios darle el mismo tratamiento a mi clítoris, igual que en los pezones lo mordía con fuerza, lo succionaba, lo estiraba…. Me estaba provocando un gran dolor y para mi sorpresa ese dolor me producía un gran placer, me retorcía tanto de dolor como de placer, parecía que no me importara las consecuencia de lo que me estaba haciendo, solo queria sentir esa mezcla que nunca antes había sentido de placer y dolor, casi por igual.

Cada vez lo mordía con más fuerza y no parecía tener intención de parar, le tuve que coger la cabeza y pedirle, suplicarle que parase, que me estaba haciendo mucho daño.

Por toda respuesta me dijo que me pusiera de rodillas a cuatro patas.

-Yo todavía no he disfrutado de su culo, Sra. Montse y vaya si lo voy a hacer hoy.-me dijo.

Obediente, como siempre me puse de rodillas, con el culo en pompa y la cara clavada en la almohada.

Sentí como me separaba las nalgas para poder ver mi ojete, supuse.

Y entonces una gran palmada estallo contra una de ellas.

-¿Ha disfrutado como una puta con el stripper, verdad, Sra. Montse?

Me pregunto mientras me palmeaba con fuerza la otra nalga.

-Es usted una puta, Sra. Montse.-Me decía.- mientras iba dándome palmadas en mi culo que resonaban en toda la habitación.

Y entonces lo entendí, la rabia que tenía era por cómo me había visto con el stripper, no podía soportar que disfrutara con otros.

Se levantó de la cama y vi como sacaba el cinturón del pantalón y colocándose detrás de mí empezó a azotarme el culo con él.

Los correazos caían con fuerza sobre mi culo alternando las nalgas, mientras me seguía gritando.

-Es usted una puta y así la voy a tratar.-Gritaba, aunque no más flojo que yo.

No se los correazos que me cayeron en el culo hasta que se cansó y lo dejo, yo estaba estiraba sobre la cama y me ardía el culo.

-Vuelva a ponerse de rodillas.-Me ordeno.

-¿Su marido nunca le ha dado por culo, verdad Sra. Montse?

-No, nunca lo ha hecho.- Le respondí.

-Pues no se mueva.- Me ordeno

Salió de la habitación y al momento volvió con una foto de mi marido que teníamos en el comedor.

Me la dio diciéndome:

-Pues quiero que lo mire a los ojos mientras le doy por culo, así se podrá imaginar que es él.- Rio

Aquella era una nueva humillación, puso la foto sobre la almohada, donde pudiera verla perfectamente y se colocó a mi grupa.

Note su glande contra mi ano y como de un solo golpe me la clavo hasta dentro.

Solté un grito, todavía lo tenía dolorido del stripper y mis lágrimas caían sobre la foto de mi marido que parecía me estaba mirando preguntándome que estaba haciendo.

-Que no vea yo que deja de mirar la foto.- Me dijo el gitanillo.- mientras agarrado a mis caderas me metía y sacaba el pene de mi ano.

No aguanto mucho y enseguida note como se corría dentro, cayó sobre mí y quedamos los dos exhaustos sobre la cama, yo con todo el peso del chico sobre de mí.

Al momento se giró y se puso boca arriba en la parte de la cama donde duerme mi marido,  yo seguía boca abajo, sintiendo su semen  salir de mi ano y resbalar hasta mi vagina. Me levante para ir a lavarme pero él me lo impidió.

-Se va a dormir con mi lefa en el culo, Sra. Montse.

Me volví a tumbar y apago la luz, al poco rato notaba su respiración acompasada, dormido ya como un ángel, mientras yo, mirando al techo en la penumbra de mi habitación repasaba todo lo que me estaba pasando, todo lo que me estaban haciendo y como me estaba comportando y sintiendo yo.

Poco a poco el sueño y el cansancio me venció y quede dormida, por primera vez junto a un hombre que no era mi marido.