La sorpresa

Menuda sorpresa me llevé después de haber estado por primera vez con "Chocolate", nuestro labrador.

LA SORPRESA

Después del accidente en el que quedé sin sentido, mi hijo y yo nos evitábamos, presentía que algo más había pasado, y para salir de la duda, me comuniqué con Héctor, su amigo.

Me dijo que pelearon y lo había corrido de la casa, le insistí en que me dijera detalladamente y mi asombro fue tal que al escucharlo, le pedí que jamás intentara buscarme si no, tendría problemas con mi marido.

Me confesó que cierta ocasión en que estuvieron en una fiesta, mi hijo bebió alcohol, Héctor le comentó que yo le atraía, y ya entrando en confianza mi hijo le dijo que también a él lo atraía a pesar de que soy su madre. Fue entonces que su amigo se propuso conquistarme, mi hijo sabía de sus intenciones y lo ayudó trayéndolo a la casa, ya él le platicaba lo que me hacía.

Cuando mi hijo le confiesa su deseo de tenerme, planearon todo desde un principio, por eso Héctor me pedía que me vendara los ojos, para acostumbrarme a eso. Y esa noche en que sucedió el accidente, mi hijo era la otra persona con la que discutía, y es que según Héctor, fue mi hijo quien me penetró por el ano hasta venirse, y que después que terminó en mi interior, se arrepintió y pelearon, pues quería que su amigo se fuera, fue cuando yo intenté desatarme y me golpeé en la cabeza.

Al escuchar tal cosa, le grité que era culpa de él y no de mi hijo, ya que él había empezado todo y fue el que le metió la idea de que me poseyera mi propio hijo, hasta que lo hizo esa noche.

En fin, después de tal aclaración, mi cuerpo temblaba de vergüenza cada vez que veo a mi hijo. Hasta que al fin tomé valor y me enfrenté a él, nunca hice mención ni pregunté si él me había penetrado, solo le dije que me perdonara por mi comportamiento, y que era mejor que se fuera a vivir con la mamá de mi esposo, me abrazó y lloró calladamente, le di un beso en la frente asegurándole que me tiene siempre para cualquier cosa que necesite. Le dijo a su papá que deseaba estar con su abuela, y como mi marido a sido algo alejado de él, aceptó sin pregunta alguna, tomó sus cosas y además se llevó a su mascota, "chocolate" su perro labrador, al que yo poco a poco estaba entrenando para mis necesidades sexuales, ni modo.

De esto hace dos semanas, y desde entonces no había tenido actividad sexual, mi marido se llenaba de trabajo, y lo comprendo. Por mi parte he tratado de cambiar mi actitud y casi no salgo, y si lo hago, mi manera de vestir es menos atrevida, me propuse no coquetear ni buscar consuelo en amigos o amantes, menos en desconocidos.

Pero soy una mujer de carne y hueso, mujer que ha probado las delicias del sexo, y en estos casi veinte días de inactividad sexual, solo mis dedos y mi consolador gigante se ocupan de calmar mi pasión y calentura.

En mis delirios de pasión, deseaba ser cogida como en anteriores ocasiones, hasta pretendía buscar a mi amigo Tony, ya sea para coger con él, o que me prestara a "terry", pero me contuve.

Deseaba que chocolate estuviera conmigo consolando mi raja, pues poco a poco lo estaba acostumbrando a mí. Ya tiene más de un año y desde cachorro lo acaricio, me pongo en cuatro y juego con él como si fuera de su especie, con el tiempo las cosas fueron subiendo de tono porque lo masturbaba, lamía sus huevos hasta que se le paraba, con paciencia le enseñé a que me diera lengua en mi raja y mi ano, las primeras veces fue difícil, probé embarrándome de todo, hasta que se me ocurrió untarme crema de leche, no sé porqué le encanta ese sabor a "chocolate".

Por las mañanas lo pasaba a mi recámara, y como está alfombrada, me desnudaba y andaba detrás de él como su perrita, las primeras veces lo obligaba a que pusiera su hocico en mis partes, con el tiempo, apenas me pongo en cuatro y es lo primero que hace, pero no dura lo suficiente como para tener un orgasmo. Y ya pocos días antes de que mi hijo se lo llevara, apenas me miraba llegar y se paraba en mis piernas moviendo sus caderas como si me cogiera, eso me indicaba que ya casi lo tenía listo para coger con la mascota de mi hijo.

Ayer 19 de junio, inicio de semana, me sentía sola en casa, me di una ducha con agua fría, acariciaba mi cuerpo ansiosamente, pero no quise venirme así, salí del baño, busqué mi consolador en forma de verga enorme de latex que mi concuño Oscar, mi primer amante, me regaló, y al que burlonamente llamo "juan". Lo froté en mi vagina, acariciaba mis tetas y mis nalgas, abrí mi raja y lo metí profundamente, estaba demasiado mojada que fue fácil la penetración, luego de un rato así me empiné, vi mis nalgas en el espejo, mi culo se fruncía ansioso de que algo duro entrara.

Abrí el buró para sacar lubricante, embarré en abundancia al consolador y mis dedos llenos los metí en mi culito ya experto en esos menesteres. El espejo me ayudaba alucinar, veía como colocaba yo misma esa verga de latex, y como poco a poco entraba, mi culo no resistía, cedía fácilmente. Cuando ya lo tenía a la mitad, tomé aire y lo empujé con fuerza, suspiré ganosa de sentirlo duro, aumenté la velocidad en el mete y saca, y como mi culo ya ha sido perforado mil veces por vergas, y otras tantas por ese consolador llamado "juan", no protestaba con la entrada violenta del juguete sexual, entraba y salía por completo, me permitía ver que mi culo estaba tan dilatado, ya necesitaba esto y estaba gozando la cogida de "juan", mientras mis dedos jugaban con mi clítoris.

Por mi cabeza pasaban escenas de mis encuentros íntimos, nada, intenté concentrarme de nuevo para lograr un orgasmo, como loca metía y sacaba a "juan", imaginé que era "chocolate " quien me cogía, entonces escuché a lo lejos sus ladridos, empecé a poner los ojos en blanco, pero de nuevo escuché que ladraba, la primera vez creí que era mi imaginación, pero me desconcentró al escucharlo otra vez. Si era "chocolate", mi hijo tocaba la puerta y me gritaba que le abriera, asustada dejé de hacer mis travesuras, me vestí de inmediato, sin ponerme ropa interior, tomé unos pantalones y una blusa, cerré mi recámara y fui a abrirle, antes de hacerlo me detuve para que se me quitara lo agitada, me arreglé el pelo y ya más tranquila le di la entrada.

Traía a "chocolate" de regreso ya que su abuela no muy bien lo aceptaba, me dijo que como yo si lo quería y lo cuidaba, me lo encargaba. Traté de no demostrar mi emoción y gusto por tener de nuevo a mi "aprendiz de amante", mostré indiferencia y le dije que lo pasara para el patio.

Mi hijo se fue sin despedirse ni nada, quizá por lo sucedido, pero apenas se retiró y metí a "chocolate" a mi recámara. El animal gustoso entró, me desnudé de nuevo y jugué con él, ansiaba que me poseyera pero tenía que tener paciencia. Como no le interesaba, lo dejé en paz un momento, y seguí con "juan", me puse en cuatro introduciéndolo en mi vagina mientras sobaba los huevos del perro, este al principio no quería, pero al sentir mi lengua se quedó quieto, su pene empezó a mostrarse como otras veces, ancho, muy rojo.

Tomé un par de calcetines gruesos y se los puse en sus patas delanteras previniendo por si me montaba, eso provocó que se la bajara, entonces decidí ponerme boca arriba debajo del perro, colocando mi cara en su pene, lamí sus huevos, y de inmediato se quedó quieto, con mis dedos froté su pene hasta que de nuevo salía amenazante, pasé mi lengua a lo largo de ese pene animal, me puse boca abajo y me acomode debajo del perro, levanté mis nalgas casi a la altura de su verga parada, con mi mano tomé sus caderas lo empujaba a mis nalgas, pero el perro ni en cuenta. Me desanimé y lo dejé por la paz, yo ya no podía, quería venirme, me retiré del perro para seguir con lo que hacía antes de que llegara. Pero en eso "chocolate", se acerca a mi raja que ya expulsaba mis líquidos a mis piernas, empezó a lamer mis jugos de las piernas y mi vagina, yo lo miraba sobre mis hombros, ahí estaba el hermoso animal, con su lengua rasposa de fuera y babeando mis nalgas.

El perro se acercó a mi cara y puso sus patas en mis hombros, empezó a mover sus caderas como si me cogiera;

--¡PERRO TONTO, ASÍ NO CABRON, PONTE ATRÁS Y CÓGEME!—Le dije como si me entendiera, me quité de ahí y coloqué mis nalgas cerca de su pelvis, apenas lo hice y sentí en mi espalda su peso, iba a acomodarme para que pudiera cogerme pero no fue necesario, el perro tuvo tan buen tino que a la primera me ensartó su pene a mi raja.

Apenas estuvo dentro, y empezó con unos movimientos fabulosos, esto no se compara con coger con los hombres, el hecho de sentir una bestia peluda poseyéndome me estaba volviendo loca, sus movimientos me llevaban al cielo, cualquier mujer que haya tenido esta experiencia sabe a lo que me refiero.

La cogida de un perro es tan rica por sus movimientos tan rápidos y violentos. El clímax llega casi al límite mientras el pene del animal aumenta su volumen dentro de mí, paso mi mano por debajo para acariciar sus huevos y siento que su bola está creciendo, sabía lo que seguía, esa bola poco a poco se fue metiendo en mi panocha ardiente, y cuando logró entrar, las estrellas llenaron mi cerebro, mi vientre transportó el placer sexual a todo mi cuerpo, mi mente me prohibía recatarme y le exigía a "chocolate" que me cogiera más fuerte.

--¡ASÍÍÍ, ASÍÍ, "CHOCOLATE", MI PERRITO LINDO, CÓGEME ASÍÍ, COGE A TU PERRA, AQUÍ ME TIENES MI AMOR, AQUÍ TIENES A TU PERRA PUTA, SI QUIERES HAZME PERRITOS"!—

Sí, eso dije; "hazme perritos", el alucine era tanto que me sentía de verdad una perra. Para eso ya me había venido varias veces, cuando el perro aceleró aún más sus movimientos, sabía que me echaría su semen, eso me trastornó y traté de mover mis nalgas para apresurar el momento. La baba del perro caía en mi espalda, escuché como si se quejara, ladró y puso su cabeza en mi espalda, en eso mi interior parecía que se quemaba, el ardor era tanto que me quise quitar, su verga explotó dentro de mí provocándome un orgasmo intenso, grité de placer y gusto, grité emoción al saberme cogida por ese perro que con tanto tiempo y paciencia entrené para eso, me sentía orgullosa de lo que había logrado.

Pasó lo que tiene que pasar, "chocolate" se quedó pegado a mi, intentaba salirse pero al parecer le lastimaba, lo mismo a mi cuando sentía que tiraba. En esa posición acaricié su cabeza para calmarlo, se quedó quieto, calculé que se le bajaría en diez o quince minutos, pero no, yo ya estaba cansada de la posición, lo empujé para ayudarlo y con los movimientos quedamos culo con culo, ahí estaba Marlen, ensartada y pegada al perro, miraba el reloj y ya pasaba la media hora, alcancé una almohada y la coloqué en mi cabeza, empecé a acariciar mi clítoris, me masturbé mientras la verga del perro seguía atrancada en mi raja, no supe como pero el perro se volteó de nuevo, creí que trataba de salirse pero no, me estaba cogiendo de nuevo, esa vez no tardó tanto en venirse y me enloqueció de nuevo provocándome un orgasmo tan intenso o más que los anteriores, al terminar caí rendida, y de nuevo el perro quedó en sentido contrario.

Sentí que su verga perdía tamaño, y en eso un "PLOP", indicó que mi "chocolate" estaba liberado, tenía que sacar al perro para el patio, y como ya era tarde no me vestí, lo tomé de su collar y abrí la puerta....... Sentí que mi sangre se helaba, estaba mi hijo en la puerta de mi recámara, al tratar de cubrir mis senos y mis partes con las manos, solté a "chocolate", que de inmediato se abalanzó a saludar a mi hijo, éste se agachó para acariciar al perro, yo estaba paralizada tapando mi desnudez, sin dejar de acariciar al perro, mi hijo me observaba fijamente, no sabía que hacer y nerviosamente le dije;

--IBA A SACARLO AL PATIO, ¿LO HACES TU POR FAVOR?.— Y me contestó cínicamente;

--CLARO, ¿YA NO LO NECESITAS?.—

Me quedé helada y en forma automática cerré la puerta, no salí hasta que estaba segura que se había marchado, pensé que de nuevo se había llevado a "chocolate", pero era solo que le había traído el alimento que tenía con su abuela, lo había olvidado.

Hoy me siento rara, no quiero ni atender al perro, y deseo que se lo lleve.