La sorpresa

El joven entra en el único bar que se encuentra abierto en la carretera. Es de noche y él necesita un café para volver a conducir y dirigirse a su casa, aunque en su semblante se ve que lo que más necesita, es ahogar una profunda decepción.------Erotismo entre hombres estando uno de ellos travestido.

La sorpresa

El joven entra en el único bar que se encuentra abierto en la carretera. Es de noche y él necesita un café para volver a conducir y dirigirse a su casa, aunque en su semblante se ve que lo que más necesita, es ahogar una profunda decepción.

Pide el café y se lo toma rápidamente, dispuesto a marcharse en seguida. Antes de hacerlo, alguien, un hombre maduro que está muy cerca en la barra, le pone cerca un vaso y una botella de licor, comentándole que lo mejor para matar las decepciones es una copa y una charla amigable con alguien que sepa hacerlo y sobre todo escuchar y observar.

El joven acepta la copa, ya que el hombre le da confianza y tranquilidad. Le parece uno de esos hombres que no han visto el mundo, sino que le mundo lo han creado ellos. Admira a esas personas porque lo que aportan siempre es agradable. Después le pregunta porque piensa que está decepcionado.

El hombre sonríe y comenta:

_. Creo que no se ha presentado a la cita, o si lo ha hecho, no era lo que esperabas. No has podido ser para él, lo que ellas son para ti.

El joven se queda asombrado ante esa afirmación y un tono de color se pinta en su cara después de oírla. El hombre, le sonríe y le tranquiliza.

_. Se notan ciertos vestigios de que llevas alguna prenda femenina debajo de esa ropa. Algo que poca gente vería, pero que a un viejo observador no se le pasaría por alto. Has entrado con fastidio y en tu semblante reflejabas una profunda decepción hacía todo, además, no tienes ademanes amanerados, por lo que deduzco y dado lo discreto del sitio, que eres un joven bisexual que hoy esperaba el cielo y tan solo se ha encontrado un tremendo desengaño.

_. ¿No ha aparecido? O si lo ha hecho, no te ha tratado como deseabas.

El joven responde que se siente un poco avergonzado, pero continúa la conversación, ya que la confianza que genera el hombre lo tranquiliza poco a poco. Le da la impresión de que fuera su amigo intimo desde hace mucho tiempo y quien mejor podría aconsejarle y escucharle.

Le cuenta que si que apareció el hombre de la cita, pero que lo había tratado de una manera que ahora le parecía vejatoria. Órdenes para que él cumpliera sus deseos, pero a cambio nada le hizo de lo que deseaba. Intentó sodomizarlo, pero al no poder debido al dolor, hizo que lo masturbara sin darle ni una caricia a cambio. Se había sentido como una prostituta sin desearlo ni haber obtenido nada a cambio.

_. Por eso me siento tan mal. Por mi mala suerte, ya que desde que deseo cumplir mi fantasía, no he encontrado un hombre que la mereciera.

El hombre lo tranquiliza.

_. A veces no se trata de buscar desesperadamente, sino de darse cuenta de que uno ha encontrado lo que le agrada. Por lo demás, según en que sitios la mayoría de las veces, aquello que hay, no es lo más agradable.

Lo invita a salir, caminar hasta donde tiene el vehículo ya que quiere enseñarle algo. El joven acepta y una vez en la calle, respira calmado mientras observa el cielo y sus ojos comienzan a brillar como si se estuviera cumpliendo su ilusión. El hombre le pregunta que era lo que le hubiera gustado de haber salido la cita cómo pretendía.

_. Cariño, ternura y que me diera tanto como yo estaba dispuesto a darle. No pido nada especial, ni siquiera nada pervertido. Solo caricias llenas de dulzura.

El hombre le responde que era eso lo que imaginaba que no había encontrado esa noche.

Cuando llegan al coche, el hombre le dice que tiene una sorpresa y que cierre los ojos que va a dársela. En un gesto ingenuo el joven los cierra y antes de que pueda abrirlos siente como una mano acaricia su espalda por debajo de la camisa y como unos labios le dan un beso dulce pero apasionado en el cuello. Eso le produce un escalofrió que es mayor aún que lo asombrado que está en ese momento.

El hombre se aparta y le comenta que lo que ha encontrado, un amante como él desea, si lo quiere, va hacer que su ilusión se cumpla esta misma noche, sin que tenga que hacer nada que no desee.

El joven acepta ofreciendo sus labios para ser besados y su cintura para ser acariciada.

El hombre le ha quitado la ropa, dejando libre aquella que llevaba debajo. Una falda azul cortita, unas medias negras sujetas con un ligero del mismo color y un bodi también negro que, juntos todos le dan al joven la apariencia de una hermosa doncella.

_. Eres muy bonita Sophi- dice el hombre y apoyándole sobre el coche, donde están solos, ya que las luces apagadas del bar indican que no hay nadie más por los alrededores, acerca su cuerpo por la espalda para rozarse con el de Sophi, mientras sus manos acarician lentamente y con dulzura todo el cuerpo del joven, haciendo que este no pare de estremecerse.

Besos en el cuello, un miembro que se frota con las nalgas cubiertas por la prenda íntima femenina y las manos que recorren todo su cuerpo. Estas manos pasan por dentro de la faldita y mientras el hombre se agacha para separar un poco la prenda y comienza a besar y morder despacito los glúteos del joven, sus manos encuentran lo que la prenda intima a duras penas puede esconder. Le toca por encima de la tela mientras le llena de besos aquello que el joven quiere ofrecerle, pero que el hombre no toma, dedicando solo una tierna caricia al sitio que se ofrece en sodomía. Un beso, un dedo juguetón que no hace daño pero que procura placer y una boca que toma el miembro del hombre, besándolo por encima de la prenda íntima.

Le está devorando el sexo usando el bodi cómo velo que separa su boca del pene, pero que no por ello pierde estímulos en la pasión del joven. Su dedo índice se introduce despacio por el ano, haciendo que la pasión del joven aumente por momentos.

No quiere gritar y se lleva la mano a la boca tapándosela, pero no puede evitarlo cuando le llega la explosión que llena de semen la tela del bodi. Después mira agradecido al hombre que no ha dejado de besarlo y acariciarlo.

Quiere hacer lo mismo por él, darle placer, pero el hombre no se lo permite. Es su noche, él es quien debe disfrutarla con todo aquello que había ilusionado. Por eso, entran el coche y tornándose cómodos, sigue besándolo, acariciándolo y dándole todo el placer que él reclama, sin que le pida nada a cambio.

Lo trata como a una mujer, que es cómo deseaba y le da todo, sin tomarse nada. El joven se deja hacer, porque eso era lo que soñaba, pero siente que debe darle algo de lo que está recibiendo, pero el hombre solo le pide una cosa a cambio. Que lo recuerde, y si días después, aún sigue haciéndolo, que lo llame cada vez que lo necesite.

Al amanecer el joven marcha en su coche camino de su casa. No se ha quitado la ropa femenina, pero no quiere hacerlo, ya que el contacto con la misma le recuerda y le llena de las sensaciones que un hombre mayor, al que quiere volver a ver pronto, le ha regalado cómo si de su último sueño se tratara.

Ahora sus ojos no reflejan decepción, sino la alegría de haber podido cumplir un deseo y la manera en cómo este ha sido realizado.

Seguirá siendo un hombre que sabe cómo tratar a una mujer, pero cuando quiera ser mujer, ya sabe quién es el hombre con quien puede serlo.