La Sorpresa

Pamela, de vacaciones, regresa anticipadamente a la casa de su tío por no encontrar la diversión que esperaba. Su sorpresa es mayúscula cuando encuentra a su tío mirando unos videos.

La Sorpresa

Autor: Ricardo Erecto

Capítulo I

Para Pamela ese era un verano como tantos otros. Cerca del mediodía, un rato de playa en La Brava, luego de un descanso prepararse para la salida nocturna en alguno de los tantos lugares que Punta del Este presenta en verano. Ese día se desarrolló como siempre, pero luego de estar un rato en una de las disco que frecuentaba, decidió volverse a su casa. No estaba ninguno de sus amigos con los cuales compartir la velada.

Al regresar a la casa, Pamela escuchó unas voces. Prestando más atención notó eran lamentos y gemidos femeninos. Provenían de la sala. Se acercó sigilosamente y comprobó que se trataba de una película que su tío Lucas estaba viendo en su equipo de vídeo.

Se acercó sin ser vista y quedó francamente impresionada con las imágenes. Una joven, con sus brazos atados en alto y vistiendo solamente unas bragas parcialmente desgarradas era flagelada con un látigo manejado hábilmente por un hombre.

Se quedó inmóvil viendo las distintas escenas que se sucedían. La joven era castigada de todas las formas posibles, para ser finalmente violada por cinco hombres que aparentemente participaban en el castigo.

Finalizado ese video, su tío cambió el casete y comenzó otra película de características similares. Aquí se veía como una joven era tomada por la fuerza en un bar e introducida en una habitación en los fondos del mismo y era sometida a todo tipo de vejámenes y castigos. Al finalizar alguno de los castigos que se le infringían, era penetrada en alguno de sus agujeros. Cadenas, correas y cuerdas restringían los movimientos de la muchacha mientras era torturada.

Pamela quedó azorada por lo que había visto. Salió nuevamente de la casa y volvió a entrar haciendo el suficiente ruido como para que su tío advirtiera su llegada. A partir de ese día Pamela no fue la misma.

Terminaron las vacaciones y regresó a su casa pero las imágenes habían quedado grabadas en su retina. No contó a nadie esa experiencia pero al mismo tiempo quería saber más sobre ese tema. A escondidas recurrió a Internet para informarse. Ante su sorpresa encontró gran cantidad del material que le interesaba. Así avanzó en el conocimiento de las técnicas empleadas y de la gran cantidad de castigos que mujeres de todo el mundo sufrían a diario.

Se decidió a hablar con su tío, para lo cual quedaron en encontrarse en una confitería lejos de los domicilios de ambos. Luego de hablar generalidades, Pamela tocó el motivo de ese encuentro

P: Tío, cuando estuvimos en Punta del Este, un día regresé antes de lo previsto y tú estabas viendo un video en el cual aparecía una joven que era azotada con un látigo y luego cogida por algunos hombres.

L: "Preparando a Leticia" es el título.

P: Y otra en la cual tomaban a una joven de un bar y luego era torturada y violada reiteradamente.

L: "Conchita Rebelde".

P: ¿Qué es todo eso?

L: Son videos de sadomasoquismo que compro en el Bondage Club.

P ¿Qué es el Bondage Club?

L: Es un club, del cual soy uno de los socios fundadores, que agrupa a todos los aficionados a las ataduras, castigos, flagelaciones, torturas y otras vejaciones cometidas sobre mujeres. ¿Por qué me lo preguntas?.

P: No sabía que eras socio de ese club. Te lo pregunto porque me sorprendió mucho lo que vi ese día y lo que busqué en Internet. Había muchas más cosas de las que suponía. Debo confesarte que cuando estaba frente al ordenador, no podía dejar de mirar y buscar nuevas páginas con fotos y algunos clips de video. Te confieso que me mojaba allí abajo y......

L: No me extraña que te haya gustado. Son muchas las jóvenes que quieren ser tratadas de esa manera y muchos los varones a los que nos gustan esas prácticas. Eso es todo.

P: ¿Y qué hacen en el club?

L: Pues te imaginarás que no les llevaremos flores a las mujeres que asisten. Es solamente de hombres y cualquier mujer que entre es llevada a alguna de las salas para ser torturada, humillada, vejada y luego violada. Por supuesto asisten mujeres consientes de lo que les va a ocurrir y quieren ser justamente tratadas así.

P: ¿Y les gusta que las azoten y las violen?

L: Claro que sí. Se sienten cómodas teniendo que servir al amo, que sean castigadas y también violadas.

P: ¿Podrás llevarme algún día allí?

L: Puedo, pero en realidad debes ir sola. Ya sabes lo que puede ocurrir. Te desnudarán, te castigarán, te humillarán y te violarán. Si es eso lo que buscas, puedes ir que lo encontrarás.

P: ¿Tú estarás también para castigarme?

L: Nunca. Ningún familiar puede ni participar ni presenciar las sesiones que se llevan a cabo. De eso se encargarán otros.

P: ¿Podremos ver los videos que tienes completos?

L: ¿Te refieres a "Preparando a Leticia" y "Conchita Rebelde"?

P: Pueden ser esos u otros que tengas siempre que se practique el sadomasoquismo.

L: Hay uno que es realmente bueno. Dura 75 minutos y se llama "Torturando a una Virgen". Allí la joven es tomada desprevenidamente de la calle y luego torturada de todas las formas que puedas imaginarte y violada reiteradamente. Creo que es la mejor que tengo.

P: ¿Cuándo podremos verla?

L: Cuando quieras. Me avisas y te vienes para casa. Te propongo que veamos "Preparando a Leticia", "Suspendida de los Tobillos" y "Torturando a una Virgen". Así tendrás una selección bastante amplia. La última que he comprado es "La Marcada". Allí marcan con un hierro caliente las partes más delicadas de la esclava. Me parece demasiado fuerte para ti y no te la recomiendo. Continuar marcándola mientras gime y grita y ve su cuerpo con quemaduras en las partes más sensibles, es mucho.

Capítulo II

Pocos días después se concretaba el encuentro en casa de Lucas. Comenzaron con "Preparando a Leticia". Lucas podía observar que su sobrina se revolvía en el sillón cada vez con más premura. Claramente estaba excitada por las visiones de esa joven que recibía azote tras azote.

Finalizada esta película, pasaron a ver "Suspendida de los Tobillos". Aquí, como el título lo sugiere, la esclava permanece gran parte de la película suspendida de sus tobillos, ya sea con las piernas juntas mientras el látigo golpea una y otra vez su espalda, culo, tetas y piernas o algo separadas mientras es castigada en su concha o debe saborear el semen de su amo.

A estas alturas Pamela estaba roja de excitación. Bastaba ver cómo se removía en su sillón o cundo se levantó para orinar. Lucas imaginó que estaba toda mojada entre las piernas y lo hubiera comprobarlo tocándole la bombacha, pero era su sobrina...Luego se sentaron a ver "Torturando a una Virgen".

La trama, como todas, era sencilla. Lo importante era mostrar a la joven mientras era humillada y castigada. En las primeras escenas aparece lidiando para mantener puestas sus ropas, sin lograrlo. Muy poco después y luego de luchar denodadamente, queda totalmente desnuda y a merced de su captor, quién le ata las muñecas al respaldo de la cama y los tobillos a la parte delantera de la misma. A pesar de sus ruegos era consciente que muy pronto sería violada y desvirgada. Sin embargo el hombre antes de perforarla, decide primero torturarla arrollando sus senos con una fina cuerda y anudándola fuertemente. Luego toma un par de agujas para clavarlas en cada pezón.

Pasado unos minutos y luego de otros castigos, se prepara para desvirgarla. La penetración le resulta angustiante y dolorosa para la joven, pero allí no terminan sus desventuras. Luego es flagelada en toda su parte delantera, desde el mismo cuello hasta los tobillos. Posteriormente es llevada a un caballete dónde es violada por el culo para luego recibir innumerables azotes en la espalda y sus glúteos.

Posteriormente debe sufrir descargas eléctricas en las partes más delicadas de su cuerpo, para luego ser atada a una cruz romana dónde le clavan gran cantidad de agujas por todo su cuerpo.

P: ¿Por qué les gusta castigar mujeres?

L: Por la misma razón que te gusta a ti que te castiguen y no me digas lo contrario. Te excita de sólo mirar. ¿Te imaginas si eres tú la protagonista?

Pamela no respondió y apenas podía resistir las ganas de lograr un orgasmo aunque fuera con sus dedos pero algo de pudor le impidió hacerlo delante de su tío. ¡Que ganas de meterse el pulgar en la concha!

P: Estoy francamente sorprendida de estos videos. ¿Tienes más?.

L: Sí, en total tengo unos veinte, pero no creo conveniente que sigas viendo. Te veo muy nerviosa.

P: Es cierto, estoy algo caliente.

L: Dime, ¿Cuándo cogiste por primera vez?

P: Fue justamente en Punta del Este. Estaba con un ocasional amigo en una disco. Creo que estaba algo bebida y dejaba que me tocara por cualquier parte. Me propuso ir a la playa, a las cuatro de la madrugada, que estaba completamente desierta. Fuimos y nos ubicamos entre unos toldos. Comenzó a besarme y a quitarme la ropa. Cuando quise darme cuenta estaba desnuda y su polla buscaba mi agujero. Estábamos los dos tan calientes que no notamos el frío de la arena y de la madrugada. Allí perdí mi virginidad.

L: ¿Has cogido muchas veces luego?

P: Eso fue cuando tenía 16, hace seis años. Quizás recuerdes a Roberto, el joven que pasaba las vacaciones en un chalet de la parada 16 de la Mansa. Él fue el que me rompió el himen. No llevo la cuenta de cuántas cogidas llevo pero han sido unos cuántos polvos con unos cuántos muchachos.

L: ¿Y por qué quieres ir al Bondage Club?

P: Porque creo que es lo que necesito. Ya me cansé de coger en la cama, entre sábanas perfumadas y con jóvenes que me penetran con delicadeza. Quisiera algo más fuerte. Mi fantasía es que me tomen por la fuerza. Una violación.

L: ¿Has cogido por el culo?

P: No, nunca. Me llamó la atención tanto en lo que vi en Internet como en estas películas que en algún momento las chicas la reciben por el culo. ¿Es frecuente?

L: Es una manera de demostrarles que están sometidas a la voluntad del amo. Es algo que debes calcular que te puede ocurrir.

P: ¿Estás seguro que tú no puedes ir cuando yo vaya?. Me sentiría más tranquila sabiendo que tú me cuidarías.

L: Justamente, por eso no debe estar ningún familiar. El amo debe estar totalmente libre de hacerte lo que quiera sin el condicionamiento de que un familiar está presenciando el castigo. El amo debe castigar, torturar y vejar de manera natural, sin restricciones.

P: ¿Y qué me harán?.

L: Ya te lo he dicho. No lo sé. Cada uno podrá abusar de ti como quiera. Lo que sí estoy seguro que de allí saldrás con alguna marca en tu piel y con semen en tu vagina.

P: ¿También me la meterán por el culo? ¿Tú me aconsejas que vaya? ¿Crees que es lo que me hace falta?

L: Son muchas preguntas juntas. Yo no aconsejo ni desaconsejo. Eso está en cada uno. Lo que sí te puedo decir por mi experiencia que en los diez años que lleva el Club con estas prácticas, solamente una joven salió disconforme. Es posible que también te la metan por el culo. Los días para presentarse son los martes, los jueves y los sábados a las 21 horas.

P: ¿Alguna cosa en especial?

L: Debes llevar los intestinos desocupados y no haber comido ni bebido por tres horas, pero ninguna otra. Tú debes ir como quién lo hace a una cita. Allí te darán las indicaciones. Lo mejor es que sea algo nuevo e inesperado. Es mejor para todos. Recuerda que cuando entras no saldrás hasta que el amo haya finalizado contigo.

P: El jueves iré al Bondage Club. ¿Dónde queda?.

L: La entrada para las sumisas es en Gorosito 387. Es la entrada por los fondos del Club. Los socios entramos por Floresta 384, que es el frente.

P: Adiós tío. Nos veremos pronto.

Capítulo III

El jueves siguiente en a las nueve de la noche Pamela estaba parada frente al número 387. Era una puerta metálica. Bajó el picaporte y la puerta se abrió. Penetró en un pequeño pasillo apenas iluminado. Cuando soltó la puerta, ésta se cerró. Por dentro no había forma de abrirla. Era una clara indicación que una vez que se transponía la primer puerta no se podía salir del lugar.

En la pared opuesta había otra puerta con picaporte. Pamela la abrió para pasar al otro lugar en el cual estaban dos mujeres. Al cerrarse la puerta notó que tampoco podía abrirse desde adentro.

P: ¿Uds. vienen a la sesión del jueves?.

Mujer 1. Sí. ¿Es tu primera vez?

P: Sí. ¿Hay que esperar aquí?.

Mujer 1: Sí, no te preocupes. Ya vendrán por nosotras.

Momentos después entró otra mujer que saludó con cierta familiaridad a las otras mujeres.

"Ella es nueva. Viene por primera vez", dijo la mujer 2.

Las cuatro guardaron silencio. Unos minutos después entró desde el frente otra mujer, que pertenecía al Club.

-Se quedan en bombacha y corpiño. Las ropas las cuelgan de esa percha. Rápido que estamos algo atrasados.-

Las cuatro mujeres se quitaron las prendas quedando vestidas sólo con la ropa interior. La mujer del Club abrió un bolso y sacó unas esposas. Las tres mujeres, excepto Pamela se pusieron de espaldas con sus muñecas hacia atrás, esperando ser esposadas, cosa que hizo de inmediato. Pamela imitó a las demás y dejó colocarse las esposas con las manos casi sobre el culo. Un escalofrío recorrió su cuerpo.

Cuando las cuatro jóvenes estuvieron con las esposas, procedió a colgarles del cuello un cartel con un número, pero cuidando que no cubriera sus tetas. Los números eran 273; 291, 305 y Pamela 325.

-Pasen a la sala que ya están los socios esperando.-

La cuatro mujeres entraron en el salón contiguo. Subieron a un estrado que estaba muy iluminado. Las butacas eran ocupadas por los socios que aguardaban la llegada de las mujeres.

El secretario del Club dijo, dirigiéndose a la audiencia.

-Oferten señores para disponer de estas jóvenes por esta noche. La 325 es la primera vez que viene por aquí. Les pido, como lo hago siempre, que sean benévolos con ella. A las otras alguno de ustedes ya las conocen. Base, quinientos euros cualquiera de ellas.-

La primer oferta fue para Pamela. Luego de una breve puja, el valor final quedó en 800 euros. Las demás mujeres se alquilaron en 720 la 273, en 650 la 291 y 600 la 305. Finalizado el acto los ganadores pagaron el importe y cada uno se llevó la esclava a sendos salones donde serían sometidas. Pamela fue alquilada por un egipcio que tomándola de las esposas la condujo a la sala 3.

Allí llegaron unos diez hombres que presenciarían el castigo de Pamela. El egipcio le quitó las esposas y le ordenó que se desnudara. El corazón de Pamela latía con fuerza. Luego, mientras la conducía hacia un poste para atarla al mismo, dijo en voz alta, que antes de cogerla había que calentarle el culo. Le ató los brazos y las piernas como abrazando la columna. La espalda y el culo quedaban a disposición del egipcio, quien tomando una correa, como un cinturón, lo levantó para descargar el primer lonjazo en el blanco culo de Pamela.

La joven contuvo el gemido. Sentía que le picaba la piel en la zona dónde había impactado la correa. El segundo no se hizo esperar, tampoco los sucesivos, que tuvieron como objetivo tanto el culo como la espalda. Pamela estaba al límite de su resistencia. No había imaginado que le dolería tanto.

El egipcio la desató de la columna para, luego de atarle las muñecas, la levantó con un aparejo quedando sus pies a diez centímetros del suelo. Pamela bajó la vista y pudo observar un enorme bulto entre las piernas del hombre. Supuso que la violación era inminente.

Poco después la polla del egipcio se abría paso en la vagina ardiente de Pamela. Era la primera vez que era violada de esa manera. Un chorro no muy abundante de leche fue dejado en su interior. Seguidamente tomando una vara se dispuso a castigarla en las tetas y el vientre.

Uno de los asistentes propuso que le aplicara solamente diez azotes en las tetas y otros tantos en el vientre, permitiendo luego a los demás proceder a la violación. Todos estuvieron de acuerdo y Pamela, suspendida de sus muñecas, se dispuso a recibir los veinte azotes prometidos.

El primero dio de lleno sobre los pezones. Pamela apretó los dientes para no gritar. Alguna lágrima asomó en sus ojos. El segundo y el tercero también cayeron sobre sus tetas. El siguiente en el vientre, justo debajo del ombligo. Ahora las lágrimas fluían de sus ojos y se deslizaban por las mejillas. Gruesas marcas rojas se iban dibujando sobre la blancura de la piel de la joven.

Luego del vigésimo azote, Pamela parecía una cebra. Marcas rojas se alternaban con su blanca piel. Le dolían las muñecas por estar colgada en esa posición. Observó que se acercaban los hombres que habían estado contemplando su flagelación, dispuestos a violarla. Casi sin darse cuenta separó las piernas ofreciendo su sexo.

Primeramente ataron los tobillos con los muslos de la pierna respectiva para poder descenderla sin que apoyara parte de su cuerpo en el piso. El primero de los hombres se acercó y la penetró de un golpe. Luego comenzó a bombear mientras le acariciaba el culo. Por su parte Pamela estaba imposibilitada de cualquier movimiento. En forma análoga pasaron cuatro pollas por su vagina. El quinto hombre se ubicó detrás de ella para violarla por el culo.

Esa sería su primera experiencia en recibirla por detrás. Comprendió que lo mejor era relajarse. Todavía le dolían los azotes recibidos en sus glúteos. Sintió el trozo de carne apoyado en su esfínter y como poco a poco se iba abriendo paso. A pesar de los esfuerzos de la joven por relajarse y dejar el camino libre, la penetración anal le había resultado dolorosa.

Cuando todos los hombres terminaron con la cogida, el egipcio se dispuso a continuar con el castigo. La llevó a una mesa de madera a la cual fue encadenada con su espalda apoyada en la tabla y, por supuesto, con sus piernas separadas para tener fácil acceso a la concha.

El siguiente castigo contó con la ayuda de unos de los asistentes. Mientras uno tomaba los pezones y los levantaba todo lo posible, el otro colocaba las maderas del prensatetas y comenzó a apretarlas. Sus senos acababan de recibir el duro castigo de la vara y ahora debía soportar que fueran apretadas por las maderas. El egipcio continuaba girando el tornillo que acercaba las maderas con las tetas entre las mismas y las que se iban aplastando cada vez más .

Pamela no pudo soportar más y entre sollozos pedía que la dejaran libre. El egipcio le respondió que lo que había pagado por el alquiler no era para que ella se quejara. Debía soportar este y los castigos que luego sobrevendrían. Pamela quedó desconsolada.

El primer indicio que le indicaba que una vez iniciada la aventura, no había retorno, lo había encontrado en la puerta de acceso. Una vez que se entraba, no era posible salir. Ahora debería soportar hasta que el egipcio se viera satisfecho en sus instintos.

Estaba sumida en estos pensamientos cuando sintió un pinchazo en la misma concha. El egipcio estaba clavando una aguja en el labio derecho de la vulva hasta atravesarlo. Luego siguió el turno del labio izquierdo. Luego tomando otras dos agujas comenzó a clavarlas directamente en las paredes de los labios muy profundamente.

Ahora Pamela se revolvía de dolor, tratando de librarse de las cadenas que la mantenían amarrada.. A continuación otra aguja se estaba abriendo paso en su ombligo.

Los senos se Pamela estaban aplastados por las maderas que los oprimían y sus pezones salían de las mismas. Sin embargo el egipcio pensó que podían apretarse más todavía. Dio unas vueltas más de tornillo. La joven gemía con fuerza por lo que se decidió a amordazarla antes de continuar. Luego de colocarle una esponja en la boca la selló con una gruesa cinta adhesiva.

Prosiguió entonces clavando cuatro agujas en cada pezón que asomaban de las maderas. Pamela trataba de emitir sonidos que indefectiblemente se apagaban por la mordaza. Gruesas lágrimas corrían por sus mejillas. Si bien recordaba algunos castigos vistos en fotografías o videos, nunca pensó que en algún momento sus pezones podían se atravesados por agujas.

Luego de unos minutos su ocasional amo comenzó a retirar todas la agujas que había clavado previamente. El retirar las agujas también fue doloroso para la joven. Luego de quitarle todas las restricciones, incluso la mordaza, le ordenó que se pusiera de pie y le vendó los ojos. Le puso dos electrodos autoadhesivos sobre los pezones y areolas. Luego le ató ambas manos juntas lo mismo que los tobillos. Le ordenó sentarse en el suelo y con una cuerda unió sus muñecas y tobillos. A continuación fijó sus extremidades a una cuerda pendiente del techo y procedió a levantarla.

Ahora Pamela quedaba suspendida y con su concha y ano a la vista y disposición de los presentes. Excelente posición para un castigo adicional en ambas partes. Conectando la picana eléctrica comenzó a torturarla haciéndole descargas en el esfínter, el clítoris y las caras interiores de la vulva.

Pamela nunca había imaginado la sensación que podía sentir con semejante castigo. Aunque trataba de moverse para librase de la temida picana, sólo lograba balancearse pero sin poder evitar dejar sus partes íntimas a disposición del egipcio que gozaba pasando una y otra vez el electrodo por esas sensibles partes.

Ya era medianoche cuando comenzó a desatarla para el polvo final y dejar en libertad a la joven. Todos los presentes descargaron su semen dentro de Pamela. Varios en la vagina, dos en el culo y tres y en su boca. Luego se retiraron de la sala.

Entró la mujer que la había recibido portando sus ropas. Los hombres había usado su bombacha para recoger el semen que fluía de sus agujeros luego de cogerla. No era posible usarla, por lo cual debió vestirse sin esa prenda interior. Salió por la puerta delantera del Club debiendo recorrer un salón en el cual había gran cantidad de socios. Obviamente todos sabían qué había ocurrido con Pamela. Ella se sintió avergonzada. Tomó un taxi y regresó a su casa.

Luego de bañarse se acostó desnuda en su cama. No había parte del cuerpo que no le doliera. El culo por las penetraciones. La concha por todas las cosas sufridas, Las tetas por la apretada de las maderas y las agujas. El ombligo por los pinchazos sufridos, el vientre, la espalda y las piernas por la flagelación a la cual fueron sometidos. Sin embargo sentía una íntima satisfacción por los polvos recibidos. Después de todo nunca había cogido de la manera que acababa de hacerlo. Así quedó dormida.

Al día siguiente llamó por teléfono a su tío para contarle la experiencia.

-Anoche estuve en Club. Regresé después de las 12.-

-¿Cómo te ha ido? ¿Gozaste de los castigos que seguramente te impusieron? ¿Y los polvos?

-Me ha ido bien. Me castigaron mucho pero también me cogieron mucho. Lo que me dolió fue cuando me la pusieron por el culo. Todavía me duele.-

-Te va a doler por unos días todo tu cuerpo y los agujeros ¿Tuviste que chuparla?.

-Sí, tuve que chuparla y me obligaron a tragarme la leche. No me gustó mucho pero es mucho mejor que recibirla pro el culo.-

-¿Piensas volver?-

-No sé. Hacia el final me torturaron con electricidad en la concha y el culo. ¡No sabes lo que fue! . Me pasaban la punta una y otra vez cambiando del ano a la vulva. Además estaba colgada de las manos y los pies. Creía que no resistiría más.-

-En las tetas ¿Qué te hicieron?-

-¡Qué no me hicieron!. Me las azotaron con un látigo, me las apretaron con unas maderas, me clavaron agujas y finalmente me pusieron pegado algo para usar con la picana.

-Creo que no te hicieron unas cuántas cosas. Las tetas son una parte del cuerpo para castigar de mil maneras. Si vuelves, ya verás.-

-No sé tío si volver. Me duele todo el cuerpo.-

-Eso es lo natural y ya pasará, pero no pasarán los polvos que te has echado en una sola noche. Debes dejar pasar unos días y verás que querrás regresar con más ganas que antes. Luego de unas ocho o diez veces no abandonarás la práctica de ir por lo menos una vez por semana al Club.-

-¿Tan seguro de eso estás?

-Absolutamente. Mujer que comienza no lo deja más. Allí fuste porque tú quisiste y podías presuponer qué iba a ocurrir. Un poco distinto es cuando alguna mujer es llevada con engaños y debe someterse. No es tu caso. Sabías, por lo menos aproximadamente, qué te iban a hacer.-

-Eso es cierto. Por si vuelvo y tú estás allí, te comento que mi número de esclava es 325.-

-Lo tendré en cuenta para que no nos crucemos. Espero que no te alquile el japonés muy pronto.-

-¿Por qué lo dices?-

-No te imaginas lo que es capaz de hacer el japonés torturando. Conviene que tengas algún entrenamiento previo.-

-¿Tan terrible es?-

Tiene mucha imaginación y conoce el cuerpo femenino a la perfección y sabe dónde castigar y cómo hacerlo. Las sesiones con él suelen durar más de ocho horas. ¿Te imaginas como quedarás luego de eso?

  • Sí, me lo imagino. Sin ganas de volver por unos días. Tío, dime. ¿Qué hacen con el dinero que cobran por el alquiler de las esclavas?. A mí no me dieron nada.-

-Ese dinero no es para las esclavas. Es para las inversiones del Club en nuevos aparatos, equipos, libros, películas, etc. Las esclavas ya tienen bastante con los polvos que reciben. Los socios deben estar actualizados en tendencias, nuevas técnicas, aparatos y todo aquello que haga a su mejor desempeño.-

-Dime tío, ¿has castigado muchas mujeres en el club?.-

-Unas cuántas. No llevo el número de ellas pero deben ser unas cincuenta distintas. Siempre elijo las jóvenes, no más de 28 años. Me gustan con poco entrenamiento. ¡No sabes cómo gimen!. Sin embargo te diré que no soy muy duro con ellas. Después de todo quiero algo de placer al cogerlas y si están muy torturadas, ni aunque se lo propongan pueden comportarse como buenas "amantes".

-¿Las has castigado en la concha?.-

-Generalmente sí luego de haberlas cogido un par de veces por allí. Luego sigo en sus bocas. Si no la castigo en la concha es como si no la hubiera castigado. A propósito, quizás puedes decirle a alguna amiga tuya que vaya al club. A cualquiera de ellas me gustaría cogerlas.-

-Voy a pensar quién puede ser y te aviso para seas el primero en torturarla y cogerla. - Bueno, nada más por el momento. Un beso y hasta pronto, tío.-

FIN