La sorpresa 2

La continuación de una relación de sexo y dominación que empieza en una reunión de trabajo, mientras un aniversario de bodas está esperando.

De repente un haz de luz muy intenso me devolvió a la realidad, una niebla muy densa cubrió la zona y empezó a llover de manera muy intensa. Aminore la marcha por precaución, caía tanta agua que los limpiaparabrisas del coche se movían a la velocidad máxima, en el interior del habitáculo se hizo un gran silencio, me entro mucho frio y algo extraño me izo sentir mal.

Durante un tiempo la circulación quedo interrumpida, mientras a lo lejos se podía distinguir el destello de varios girofaros alertando de la existencia de algún peligro. Tras reanudar la marcha muy despacio, me fui acercando al lugar del siniestro y entre la lluvia pude distinguir a varios sanitarios asistiendo a los ocupantes de los dos vehículos implicados, el silbato de un policía me hizo reaccionar y ver que me estaba haciendo señas con una luz de aviso obligándome a continuar circulando.

El viaje de regreso fue largo, muy largo... pensé que nunca llegaría a mi destino, el silencio y el frio me acompañaron hasta el final. Puse la radio para escuchar las noticias, pero no pude sintonizar ninguna emisora, lo único que se podía escuchar a trabes de los altavoces, eran molestas interferencias que me hicieron apagarla. Quise poner la calefacción un poco más alta, pero avía dejado de funcionar.

Llegue a casa pasada la medianoche y me sorprendió tu ausencia, la casa se encontraba vacía. Te llame al móvil y no escuche señal alguna, probé en casa de tus padres y ocurrió lo mismo, tras varios intentos desistí, seguramente con la tormenta la compañía tenía algún problema en las líneas. Cogí mi móvil pero estaba sin batería, decidí que lo mejor era salir y tratar de localizarte, pero... de repente me sobrevino un fuerte mareo que me hizo volver sobre mis pasos, volvía a hacer mucho frio y empecé a temblar, mi visión se hizo borrosa, a mi alrededor todo daba vueltas y me costaba distinguir las cosas. Con mucho trabajo pude llegar al salón para sentarme en el sofá, no podía coordinar bien mis movimientos y me asuste al pensar que algo extraño me estaba ocurriendo, un sudor frio recorrió todo mi cuerpo y me entro mucho sueño.

El ruido de unas llaves al abrir la puerta de casa me despertaron, me levante y fui a tu encuentro, te dije hola y no me respondiste... tus ojos enrojecidos tenían la mirada perdida pasaste por mi lado sin decirme nada, como si no existiera... te seguí y trate de justificar el retraso de la otra noche, pero ignoraste mi presencia y te dirigiste llorando hacia nuestra habitación, me acerque a ti para decirte cuanto lo sentía, pero te alejaste sin darme tiempo en poder abrazarte, observe en silencio como te desnudabas, me quede quieto ante la visión de tu cuerpo desnudo, me acerque para intentar consolarte y pedir disculpas, necesitaba decirte cuanto te quería, tu estado me hacía sentir mal y necesitaba abrazarte, besar tu boca, tus pechos, recorrer cada rincón de tu cuerpo con mis manos y poder hacer el amor,  pero... no me dio tiempo... antes de que pudiera decir algo, te apartaste y te fuiste al baño cerrando la puerta. Me pareció escuchar que sollozabas y me quede muy preocupado.

Me senté en la cama esperando, mientras escuchaba como corría el agua de la ducha, me imagine tu cuerpo desnudo bajo el agua mientras te enjabonabas, la piel erizada por el masaje de tus manos en contacto con tu cuerpo, los pezones erguidos incitándome a besarlos y darles pequeños mordiscos, el agua resbalando por tu vientre hasta perderse entre tus piernas despertando tu deseo al acariciar tu clítoris... ¿pero? ¿Que me está pasando? otra vez mi cabeza que empieza a dar vueltas y la sensación de estar flotando, tengo frio... mucho frio, una luz muy fuerte invade la estancia y tras unos segundos todo se vuelve oscuro.

La luz del nuevo día me ha despertado, tras varios segundos reacciono y me doy cuenta de que he dormido en el salón, me viene a la memoria lo disgustada que estabas esta madrugada cuando llegaste a casa y me levanto. Tengo que preparar ese desayuno que tanto te gusta, unos croissants de mantequilla y unas tostadas recién hechas de pan cocido con leña , un variado surtido de mermeladas, la mantequilla en un recipiente con hielo para guardar su frescor, una bandeja de jamón york y queso ya cortado en finas lonchas, un poco de jamón serrano y un revuelto de tortilla para que puedas elegir.

Cuando lo tengo todo listo, subo a la habitación y me siento en borde de la cama justo a tu lado, te observo en silencio, tu cabello rubio se extiende largo y liso por la almohada, me gusta el olor que desprende tu cuerpo y me acerco un poco más para poder besar tus labios y al hacerlo se te escapa un pequeño suspiro, aparto con cuidado el nórdico de plumas que te cubre, el camisón corto que llevas puesto, forma holgados pliegues que al pegarse a tu cuerpo me permite adivinar tu figura y la forma de tu depilado sexo.

Observo como tus redondeados y sensuales pechos se mueven al compas de tu respiración, te bajo los tirantes del camisón con cuidado hasta dejarlos al descubierto, los apreso con ambas manos y los acaricio suavemente, mordisqueo tus pezones que al sentir mi húmeda lengua se ponen erectos y duros, poco a poco consigo quitarte el camisón y continuo bajando por tu cuerpo desnudo saboreando cada poro de tu delicada piel hasta llegar a tu maravilloso ombligo, juego con la punta de mi lengua en su interior,  tu cuerpo se estremece de placer y abres las piernas, sigo bajando hasta llegar a la altura del pubis y jugueteo con tu jugoso y excitado clítoris, noto como te estremeces mientras murmuras algo y pienso que te he despertado, por unos segundos dejo de acariciarte y veo que continuas sumergida en un profundo sueño.

Continuo con mis caricias y noto como se te acelera la respiración, con mi lengua recorro y chupo tu sexo, noto como te retuerces y estremeces en la cama de placer y deseo, en sueños me pides mas y decido que el desayuno puede esperar, me desnudo completamente tirando toda mi ropa en un rincón de la habitación, me acuerdo del huevo vibrador con mando a distancia sin cables que te compre en uno de mis viajes de trabajo en un sex-shop de Milán y voy a buscarlo, creo que lo tienes escondido en un espacio que hay detrás de los cajones del vestidor y que solo nosotros sabemos que existe.

Me viene a la memoria el día que lo estrenaste, fue un viernes por la tarde de mediados de julio, que viniste a recogerme al aeropuerto. Hacia una semana que no nos veíamos por culpa de la feria internacional del mueble de Milán. Recuerdo que te vi esperando en la Terminal de llegadas internacionales y estabas impresionante con tu cabello rubio, ojos azules y tez bronceada, no pude evitar fijarme en tu elegante mini vestido elástico de color negro, que se adaptaba a las formas de tu cuerpo, con finos tirantes sobre los hombros y detalles de malla. Sobre la zona de tus pechos se dibujaba un bonito corazón dejando entrever tu escote, mientras tu espalda quedaba prácticamente al descubierto gracias al detalle de red que partía desde los costados del vestido, tus firmes y bronceadas piernas lucían esplendorosas. Observe como se fijaban en ti y me sentí agraciado de ser el causante de la envidia de otros hombres y porque no... También alguna mujer.

Me dirigí hacia ti y nos abrazamos efusivamente mientras nuestros labios se juntaban en un beso interminable, dejando que nuestras lenguas se enroscaran la una con la otra, para saborear esa sensación tan especial de placer electrizante que produce el contacto de dos lenguas amándose. Mientras esperábamos que saliera mi equipaje, te di los diferentes regalos que te había traído de la Galería Vittorio Emanuele y una caja que estaba perfectamente embalada con un papel de regalo personalizado con tu nombre y una pequeña dedicatoria de “uso exclusivo” que te llamo la curiosidad por saber cuál podía ser contenido.

Te pusiste muy contenta y de un salto te colgaste de mi cuello, el contacto de tus piernas al rodearme la cintura y apoyarte sobre mi pelvis, me recordó las veces que hemos hecho el amor en esa posición, tu sexo abierto y húmedo facilitando el paso de mi miembro en tu interior para dar comienzo al movimiento de vaivén, al principio lentamente para poder disfrutar del placer que nos proporciona el roce de nuestros dos sexos y a medida que nuestro deseo sube de intensidad, nuestros movimientos se aceleran hasta conseguir llegar conjuntamente al orgasmo.

Tus tetas se bamboleaban ante mi cara. Eran maravillosas... su visión me hicieron dar cuenta de que no llevabas puesto el sujetador, lo cual (tras una semana sin hacer el amor) provoco que tuviera una erección difícil de disimular, con mis brazo izquierdo te abrazaba por la cintura, mientras besaba tu cuello, note como se te erizara el vello y se te ponía la piel de gallina. Mis dedos descendían lentamente para acariciar la longitud de tu espalda, recreándome en el contacto suave de tu piel, te agarre por los glúteos mientras nuestras lenguas se enroscaban como dos serpientes en un beso que nos hizo estremecer.

A través del vestido pude comprobar que no te avías puesto ropa interior... con disimulo dirigí mi mano hacia tu sexo y pude notar que estaba completamente húmedo por la excitación, aproveche para introducir los dedos índice y medio de golpe en tu interior, provocando que emitieras un pequeño gemido mientras me mordías el lóbulo izquierdo de la oreja, los saque suavemente y te los acerque a la boca para que pudieras chupar tus propios flujos vaginales, volví a introducirlos haciendo presión sobre el punto G, note como te dejabas ir hasta el Olimpo de los dioses y me detuve en el momento justo, suplicaste a mi oreja que por favor no te dejara en aquel estado de excitación, pero...  estábamos en medio de la terminal del aeropuerto, completamente llena de gente que iba y venía y pensé que tendrías que esperar en llegar a casa para poder alcanzar el clímax que tanto deseabas.

Nos dirigimos al coche y tras introducir el equipaje en el maletero, me dijiste que condujera yo, estabas impaciente en poder abrir todos los regalos que te avía traído. Tras ajustar el asiento del conductor y los espejos retrovisores a mi estatura, Iniciamos el viaje que nos tendría que llevar hasta nuestro apartamento de la playa, el trayecto hasta el nos llevaría unas dos horas, pero no teníamos prisa, ya que teníamos por delante un mes de vacaciones para disfrutar del sol, la playa i el sexo ininterrumpidamente.

Salimos del aeropuerto y después de circular por el laberinto de autovías y equivocarnos un par de veces con nuestro destino, conseguimos incorporarnos a la autopista que nos conduciría hasta nuestro destino final, cogiste los regalos sin saber por cual empezar, observaste la caja que sacudiste con cuidado y decidiste dejarla para lo último.

Al abrir el primero y ver el pijama corto de estilo lencero,  color blanco con lunares en negro y muy pero que muy coqueto... hizo que me miraras de forma traviesa. El segundo regalo contenía el frasco en forma de licorera de whisky de Chanel nº 5, lo abriste con cuidado y te colocaste unas pequeñas gotas en cada lado de tu delicado cuello, su olor fresco y limpio invadió el espacio interior del coche, te acercaste a mí con cara maliciosa y ojos brillantes por la excitación, me besaste en la mejilla, mientras tu mano se deslizaba por encima de mi pantalón acariciándome el miembro que tenia completamente erecto.

Te dije que pararas si no querías que tuviéramos un accidente, la circulación era muy intensa y con la excitación de tus caricias era incapaz de controlar el coche, te reíste y me recordaste que los hombres somos  incapaces de hacer dos cosas al mismo tiempo. La visión del moreno de tus muslos, la práctica inexistencia de tu vestido para cubrirlos y saber que no llevabas ropa interior, hizo que mi erección fuera en aumento, note como nuestra excitación estaba a punto de desbordar nuestros sentidos, con mi mano derecha empecé a acariciarte y tú te dejaste, pero al darte cuenta que mi intención era explorar tu sexo, retiraste mi mano recordándome lo que yo mismo te acababa de decir referente a sufrir un accidente por culpa de una distracción.

Pensé que tenias razón y deje que continuaras con la tarea de abrir los regalos, cogiste otro de forma rectangular y tras sacarlo de su envoltorio te sorprendió su contenido, era un completo equipo formado por ocho piezas con todo lo indispensable para una buena sesión de esclavitud. Antifaz acolchado con elástico, bocado con bola central de 6 cm. en PVC, cuatro esposas para pies y manos de cuero acolchadas con cierres de velcro, con unos mosquetones incrustados para poder sujetarlas, una barra separadora para las piernas, fabricada en acero cromado y desmontada en tres tramos para facilitar su almacenaje, en ambos extremos tenía unas anillas donde se podían sujetar los mosquetones de las esposas y un látigo de 26 cm. con colas de piel negra. Me miraste con lujuria y me dijiste que estabas impaciente por probar todo el contenido.

Por fin le toco el turno al último regalo que quedaba, te tomaste tu tiempo... separaste con cuidado los adhesivos que fijaban el papel de regalo y te sorprendiste al ver lo que era, un pequeño cofre forrado en terciopelo negro, en su interior... un mando a distancia con pantalla LCD, dos pilas de botón y otras dos más pequeñas precintadas en envoltorio de plástico, un huevo vibrador color rosa de tacto muy suave de unos 8 cm. de longitud y un diámetro aproximado de 2,8 cm. con un hilo que colgaba de uno de sus extremos para poder tirar de él.

Mientras conducía me fije como colocabas las pilas en el huevo y seguidamente en el mando a distancia, cuando lo tuviste todo preparado le diste a uno de los botones y el huevo empezó a moverse en la palma de tu mano y a medida que subías la intensidad en el mando a distancia, este incrementaba sus movimientos hasta dar pequeños saltos, que nos hizo reír a los dos. Para mi sorpresa vi como me lo acercabas y me pedias que lo chupara, abrí la boca y deje que me lo metieras dentro y empecé a saborearlo como si se tratara de un chupa-chups.

Me sorprendió ver como cogías la barra separadora y tras montarla en la posición más larga, procedías a colocar dos de las cuatro esposas en ambas anillas de sus extremos. Seguidamente te ajustaste las esposas a ambos tobillos, obligando a tener las piernas separadas y el sexo abierto. Cuando creíste que el huevo vibrador estaba suficientemente lubricado con mi saliva, tiraste del cordón y me lo quitaste de la boca, te subiste el vestido hasta la cintura dejando tu sexo al descubierto. Con las piernas inmovilizadas por la barra separadora, hiciste fuerza en el suelo del coche y apoyando tu espalda en el respaldo levantaste el culo para poder colocar el huevo vibrador en el interior de tu vagina, te entretuviste un rato recorriendo tus labios vaginales que rebosaban por la humedad que emanaban de tu interior y con una leve presión de tus dedos te lo introdujiste hasta el fondo.

Tras colocarte bien el vestido, me diste el control remoto y me pediste que si podía parar un momento en la próxima área de servicio. Por suerte estábamos cerca de una de ellas y no tuve que esperar mucho para poder detenerme y averiguar lo que querías hacer. Me señalaste una zona del parquin alejada del área de servicio y me pediste que con las otras dos esposas que quedaban, te sujetara las dos manos por detrás del asiento del coche, hice lo que me decías y te deje completamente inmovilizada en el asiento. Tras abrocharte el cinturón de seguridad, aproveche para acariciar tu clítoris en un suave masaje que hizo te estremecieras de placer en el asiento, tu cuerpo se removía como un volcán a punto de estallar, tus gemidos me indicaron la proximidad del clímax y deje de acariciarte, dejando que rabiaras por la frustración de no poder alcanzar el tan deseado orgasmo.

Tuve que recolocarme el pene porque su erección me resultaba dolorosa y procedí a continuar con el viaje de retorno a nuestro apartamento de verano, el morbo de tener el control remoto hicieron que no perdiera tiempo en ponerlo en marcha y poder  comprobar el resultado, pegaste un pequeño brinco del susto y te salió un ayyy un poco fuerte, me fije en tu cara que estaba completamente roja por la excitación, mientras yo empecé a jugar con el control remoto subiendo y bajando la intensidad de las vibraciones. Estabas muy excitada y en tres ocasiones estuviste a punto de alcanzar el orgasmo, pero esta no era mi intención y en el momento justo y para tu desesperación, hacia que se detuviera.

Al llegar a nuestro destino, me pediste que te soltara, pero ignore tu petición bajando del coche y dejándote inmovilizada en su interior con las piernas separadas por la barra que tú misma te avías colocado, abrí la puerta del garaje y metí el coche en su interior, durante el viaje, tu mini vestido se te avía deslizado por los muslos hasta dejar completamente al descubierto tu sexo, aproveche que no podías moverte para introducir mis dedos en tu coño, tus labios vaginales estaban calientes, abiertos y mojados, de su interior sobresalía el cordón que sujetaba el huevo vibrador y con el mando a distancia fui aumentando paulatinamente su velocidad hasta alcanzar su máxima potencia, al notar sus envestidas en tu interior empezaste a dar brincos en el asiento pidiéndome que por favor te soltara pero hice caso omiso, busqué tu botoncito y comencé a acariciarlo, mis dedos subían y bajaban entre tus labios rozando el clítoris en cada pasada, note como tu cuerpo se tensaba y tu respiración se detenía.

Del interior de tu coño empezaron a emerger chorros de líquido caliente que salieron disparados hacia la guantera del coche, mientras tu cuerpo se convulsionaba con grandes espasmos de placer que te sacudían como un latigazo, las convulsiones de tu vagina hicieron que el huevo vibrador saliera disparado de tu interior y por fin te corrieras como una loca tratando de ahogar tus suspiros.

Tras tranquilizarte un poco y recuperar la normalidad de tu respiración, te solté las esposas que te tenían inmovilizada y casi sin fuerzas saliste del coche temblando, sin poder creerte el orgasmo tan intenso que acababas de tener, te abrazaste a mí y pude comprobar que las piernas se negaban a sostenerte, te sujete por la cintura mientras te besaba dulcemente entreteniéndome en tus labios, luego mi lengua esperó a que tu boca le diera permiso y pasó a jugar dentro de la tuya. Nuestras lenguas se enroscaron y nuestro beso se torno tan apasionado que ya no solo era besos, eran pequeños mordiscos.

Cuando me separé de ti para tomar aire, tú me empujaste pegándome contra la pared del garaje, ese acto lejos de molestarme me gusto e hizo que el cosquilleo en mi vientre se tornara en forma de calor. Jadeé contra tus labios cuando tus manos apretaron mi miembro por encima de los pantalones. En un acto instintivo e irracional diste un leve saltito y cruzaste las piernas por mi espalda rodeándome la cintura, note el roce de tu sexo sobre mi excitado miembro y pensé que si continuábamos con el juego acabarías por controlar la situación y no podría terminar con todo lo que te tenía reservado.

Te baje de mi regazo y te pedí que juntaras las dos manos detrás de la espalda, accediste a ello y dejaste que te colocara las dos esposas, cogí la maleta del interior del maletero y en una bolsa de viaje coloque todos los regalos, te coloque la chaqueta de mi traje por encima de los hombros para disimular tu sumisión y tras besarte nos dirigimos al ascensor.

Al llegar al apartamento deje el equipaje en el comedor y empecé a quitar los adornos de encima la mesa, dejándola libre de cualquier estorbo. Te cogí de la mano y te guié hasta ella, recordándote que a partir de este momento era yo el que te diría lo que tenias que hacer y tu tendrías que ser buena y sobre todo dejar que te hiciera todo lo que yo quisiera... estuviste de acuerdo en ello con una sonrisa divertida y picara, pude notar los latidos acelerados de tu corazón contra mi pecho, nos mirábamos a los ojos para retener por siempre ese instante, te solté las esposas y te pedí que te desnudaras. Por un momento tú te quedaste quieta, turbada y después me obedeciste, te observe con ojos complacientes, mientras tú te bajabas los tirantes de tu vestido negro, tus ojos se cerraron a la vez que tu vestido caía lánguidamente al suelo dejando tu cuerpo completamente desnudo al descubierto.

Estabas bellísima, seductora, tentadora, tu perfume me embriagaba. Me acerque por detrás y te cogí por la cintura, con mis labios fui besando tus hombros desnudos para continuar por  tu cuello hasta llegar a tus generosos y apetecibles pechos, unos pechos de piel extremadamente suave, con grandes aureolas algo más oscuras que los pezones. Mis manos se dedicaron a acariciarlos, y amasarlos dulce y cálidamente, tus pezones se volvían cada vez más duros, erectos y apetitosos.  Te sonrojaste levemente y en ese instante me pareciste el ser más hermoso y maravilloso de la tierra, te hice colocar sobre la mesa, con la espalda apoyada en ella y pude ver cómo te estremecías de frio y placer y al notar el contacto frio de la madera en tu espalda y glúteos. Coloque tu cabeza en el borde de la mesa, de manera que colgara hacia atrás en el vacío, cogí el antifaz de terciopelo negro y lo coloque sobre tus ojos para privarte la visión y hacer más excitante el juego.

Tras asegurarme de que no veías absolutamente nada, me acerque a ti y te bese suavemente, tus labios se abrieron lo suficiente para que mi lengua entrara en tu boca y comenzara a buscar al instante la tuya, nuestros labios se sellaron y nuestras lenguas comenzaron a moverse la una contra la otra, restregándose apasionadamente entre ellas. Te rodee contemplando lo maravillosa y sexy que estabas. Con una mano comencé a acariciar suavemente tu cuerpo y dejaste escapar un suspiro al sentir como las puntas de mis dedos iban descendiendo hasta llegar a la entrada de tu sexo.

Me retire un momento para coger varias cuerdas y un collar de inmovilización de cuero con una argolla incrustada que tenía preparado en el baúl de la entrada, ajuste el collar al diámetro de tu cuello, procurando que la argolla quedara colgando por detrás de tu nuca, junte tus dos manos y con una de las cuerdas fui rodeando tus dos muñecas hasta dejarlas completamente inmovilizadas en tu espalda. Tras comprobar la solidez de la atadura, te coloque de lado y tire de la cuerda hacia tus nalgas, volví a colocarte boca arriba con los brazos por debajo de tu espalda y deje que el resto de la cuerda quedara colgando de la mesa hasta el suelo. En esa posición tus pechos estaban impresionantes, no pude evitar agarrarlos entre mis manos y morder tus erectos pezones mientras mi lengua jugaba con ellos haciendo que gimieras de dolor y placer al mismo tiempo.

Cogí la cuerda del suelo y la pase por debajo de la mesa hasta alcanzar la argolla que colgaba del collar, hice pasar por su interior el extremo de la cuerda con la que te avía inmovilizado las manos y tire de ella obligando que tu cabeza se quedara bocabajo colgando en el borde de la mesa. Seguidamente cogí tus piernas y te obligue a colocarlas por encima de tu cabeza, doblando tu cuerpo por la mitad, ajuste las dos esposas de la barra separadora a tus tobillos dejándote con las dos piernas abiertas y sin posibilidad de poder cerrarlas.

La postura era comprometida, tu sexo estaba completamente abierto y expuesto a cualquier manipulación. La humedad de su interior rebosaba por tus labios vaginales resbalando lentamente por tu depilado pubis hasta alcanzar tu ombligo en donde se iban acumulando. Continúe con mi labor y sujete los mosquetones que colgaban de las esposas que inmovilizaban tus tobillos a ambos extremos de la mesa.

Cuando hube finalizado, me separe un poco para poder contemplar el trabajo realizado, tu cuerpo desnudo sobre la mesa, tus dos piernas abiertas y dobladas hacia atrás, tu cabeza entre medio de ellas al borde del vacío y colgando hacia atrás, los ojos vendados, el culo levantado por la posición, dejando a la vista la entrada de tu sexo y el agujero del ano, no pude resistir de tocarte, mis dedos acariciaban la suavidad y firmeza de tu vientre mientras mi otra mano trazaba el contorno de tus deliciosos pechos, provocándote una corriente de mil sensaciones.

Empezaste a gemir de placer, pero enmudecí tu boca con un pasional beso húmedo y largo, mis manos se divertían pellizcando tus pezones y estrujando tus senos. El antifaz que cubría tus ojos te impedía ver mis movimientos, cogí el huevo vibrador y lo unte con alcohol en gel y tras ponerlo en marcha empecé a recorrer lentamente tu sexo. Al notar su contacto pegajoso te estremeciste y de tu boca escaparon varios gemidos, fui resiguiendo tus labios vaginales impregnándolos con el gel, te separe el capuchón del clítoris y empecé a trazar pequeños círculos sobre el que te hicieron enloquecer.

Volví a untar el huevo con el alcohol y te lo introduje de golpe hasta el fondo de la vagina, accione el botón del mando a distancia con una marcha media y por los gemidos y pequeños gritos que dejaste escapar, supe que la combinación de la vibración y el efecto ardor del gel avían comenzado a martirizar el interior de tu intimidad. Aproveche para observar como tu inmovilizado cuerpo desnudo empezaba a convulsionarse. Poco a poco fui subiendo la intensidad de las vibraciones y en cuando la rigidez de tu cuerpo me anuncio la proximidad del orgasmo, lo detuve dejándote a las puertas del clímax.

Me vino a la memoria la experiencia que me toco sufrir con la raíz de jengibre que en uno de tus juegos me introdujiste en la uretra y te deje sola un momento. Fui al frigorífico y cogí un trozo grande de la raíz que limpie con agua fría, con un cuchillo fui tallando el trozo de raíz, dándole forma de anillo en uno de los extremos para que pudiera actuar como dispositivo de retención, volví a limpiarlo en agua fría y me asegure de que no quedara ninguna parte rugosa que pudiera lastimarte.

Entre en el comedor y vi como tratabas de soltarte, el ardor que sentías en tu sexo impedía que pudieras estar quieta, pero al inmovilizarte sobre la mesa me avía asegurado que nada pudiera fallar y era imposible que pudieras soltarte. Me acerque y cuando el aroma alimonado de la raíz llegó a tu nariz comenzaste a ponerte nerviosa, conocías ese olor y sabias los efectos que causaba. Empecé recorrer tus muslos con mi mano, te acaricie el vientre y con mi lengua empecé a jugar en el interior de tu ombligo, continúe hasta llegar a los pechos, tenias los pezones completamente erguidos por con la excitación y no pude reprimir el deseo de atraparlos con mis labios para succionarlos, mientras con la lengua los golpeaba con movimientos rápidos, dejándolos descansar de vez en cuando para que pudieras relajarte. Me puse de pie para poder quitarme la camisa, luego seguí con mi pantalón, lo bajé y me lo quite para quedarme en calzoncillos. Mi pene estaba muy erecto y sobresalía por encima del elástico del calzoncillo, tomé éstos últimos y me los quite dejando a la vista mi miembro completamente duro y mojado por mis propios fluidos.

Tras jugar un poco con el agujero anal, procedí a insertar lentamente el trozo de raíz con forma de plug, el jengibre mojado resbalo bastante bien y vi como tu ano lo engullía hasta el anillo de tope sin ninguna dificultad. Al instante empezaste a emitir pequeños gritos, mientras la desesperación por librarte de las ataduras invadía todo tu cuerpo, el ardor tenía que ser muy intenso, el jugo de la raíz de jengibre es un potentísimo afrodisíaco y la sensación de picor en el interior de tu recto, junto con el ardor del gel con el que avía impregnado el huevo vibrador que seguía en el interior de tu vagina, tenía que ser muy acusado.

Acerque mi verga a tu cara y la pose en tus labios, abriste la boca y te introduje el glande en su interior, me estremecí con el contacto de tu lengua que al notar mi miembro empezó a recorrer toda la cabeza de mi órgano eréctil, mi calentura fue en aumento y empecé un progresivo mete-saca. Sentía como mi pene entraba y salía de tu boca, hasta que en un momento de frenesí lo introduje más de la cuenta provocando, que te atragantaras con la presión del glande en el fondo de tu garganta.

Afloje un poco el ritmo de las envestidas y aproveche para recoger con mis dedos el jugo de la raíz que tu cuerpo expulsaba al exterior, frote con ellos tu clítoris. El quemazón y picor que sentías en tus partes íntimas debía de ser muy intenso, no podías parar de moverte y en mi posición podía ver como se te abría el sexo al hacer fuerza con los músculos vaginales.

A estas alturas mi grado de excitación era máximo, los movimientos de mi pene no dejaban de penetrar en las profundidades de tu garganta, con mis manos moldeaba y apretaba a mi antojo tus voluptuosos pechos haciéndote gemir, busque tus pezones de hembra sometida, para estrujarlos, para estirarlos, para retorcerlos... podía sentir como se te escapaban pequeños gritos que eran ahogados por mi polla al follarte la boca, puse en marcha el huevo vibrador que tenias dentro del ano ajustando su velocidad al máximo y una explosión de placer te sacudió el cuerpo.

Tu boca, tus labios, tu lengua hacían estragos sobre mi pene. Lo hacías bien, muy bien, mi placer era tremendo, tus dientes se hincaban sobre la piel de mi miembro y me hacían estremecer, empecé a crisparme, acelere el vaivén y mi verga creció desmesuradamente dentro de tu boca, mientras...  tu vientre sufría numerosas convulsiones ante el quemazón y vibración del huevo vibrador que tenias en el interior de tu coño, el picor que te provocaba en el ano la raíz de jengibre, la acción de mis dedos en tus pezones y las embestidas de mi polla sobre tu boca.

Comenzaste a gritar, a gemir, a volverte literalmente loca, pidiendo más y más a cada grito. Sentí mi columna temblar y algo extraño en mi cabeza, una sensación de pérdida y recuperación de algo al mismo tiempo. Tu cuerpo empezó a sufrir placenteros espasmos y el disfrute se hizo insuperable, vacié mis tensos y doloridos testículos (por la excitante espera) en el interior de tu cálida boca, chupabas con mucho entusiasmo y yo tuve que contenerme para no gritar, una gran cantidad de semen espeso y caliente se derramó en tu boca, tu seguiste chupando y tu lengua atrapaba y sorbía cualquier resto de líquido que quedará en mi interior, mientras te corrías gritando como un animal en medio de grandes convulsiones que las ataduras de las cuerdas no podían amortiguar.

Vuelvo a la realidad... el huevo vibrador no está en su sitio... me pregunto dónde lo puedes tener y bajo al comedor por si te lo has olvidado en algún rincón, sé que cuando estás sola te gusta masturbarte y cabe la posibilidad que durante mi ausencia lo hayas estado utilizando. Empiezo a buscar por varios sitios, procurando en no hacer mucho ruido para no despertarte y no tengo suerte, voy al sofá y remuevo entre los cojines por si se te lo has dejado olvidado tras recuperarte de alguno de tus orgasmos solitarios. Miro debajo de la mesa de centro donde tienes guardada la manta polar y al agacharme veo un ejemplar del periódico y me fijo en el titular de la portada:

ACCIDENTE MORTAL EN LA AUTOPISTA AP7...

¡No puede ser verdad!

Despliego el ejemplar para poder leer el titular:

Joven de 28 años muere trágicamente al ser envestido por un camión en la AP7 al saltarse la mediana de la autopista y caer sobre su coche, en la fotografía se distingue la parte trasera de mi coche y el resto es un amasijo de hierros retorcidos. Junto a el hay un cuerpo oculto bajo una manta térmica y por uno de sus extremos puedo distinguir la mano del fallecido en cuya muñeca puedo reconocer el reloj de oro que me regalaste por mi aniversario hace apenas tres meses.

Empiezo a sentir mucho frio como si me hubieran arrancado la piel, tengo la sensación de estar flotando y me da mucho miedo, me miro pero no puedo verme, una fuerza extraña me eleva hacia arriba y trato de bajar pero no puedo, me alejo del suelo... veo una luz amarilla y muy intensa, noto un viento muy fuerte que me arrastra hasta nuestra habitación... estas despierta sentada en la cama y lloras desconsoladamente. Empiezo a entenderlo todo, el viernes por la noche no llegue tarde para la celebración de nuestro primer aniversario de bodas, sino que nunca llegue... no pude llegar... fallecí en el accidente... estoy muerto y no me he dado cuenta hasta ahora. Lo siento mucho, se que estas sufriendo pero no puedo hacer nada por consolarte, el viento es muy fuerte y me lleva hacia el túnel.

Dejo de escuchar, ver, y sentir lo que pasa en el plano terrenal.... viajo a una velocidad impresionante por el interior del túnel y de pronto la paz me invade, es una sensación muy buena, tranquilidad, ganas de estar ahí... ya no tengo miedo, ni tristeza, ni recuerdos.