La sorpresa 1
Una relación de sexo y dominación sorprendente.
Por fin es domingo y hemos dejado atrás un fin de semana que me hubiera gustado no existiera. Ayer fue el primer aniversario de nuestra boda y para celebrarlo el viernes teníamos reservada una cena en el mismo Hotel donde celebramos el evento. Eran las ocho de la tarde cuando te llame desde Barcelona para decirte que llegaría tarde, la reunión de empresa se estaba alargando más de lo esperado y veía que por mucha prisa que me diera era prácticamente imposible estar a las diez en el restaurante. El viaje de vuelta, pasar por casa, ducharme y arreglarme me llevaría mucho más de dos horas y el problema era que el director comercial no veía la hora de terminar la reunión. Tras finalizar nuestra conversación recibí un mensaje tuyo en el cual me decías: “adjunto una imagen que te ayudara a pasar mejor la reunión y te recordara que te estoy esperando... Te quiero”. Abrí la imagen y te vi con esa sonrisa y naturalidad tan tuya frente al espejo de baño, por un momento pude admirar la intocable desnudez de tu cuerpo y me invadió un fuerte deseo de cogerte, colocarte encima de la encimera del lavabo y penetrar en tu interior entre besos y caricias. No pude responder a tu mensaje, me pareció ver como el compañero de al lado se fijaba demasiado en lo que hacía y no me intereso pudiera verte así desnuda.
A las ocho y media termino la reunión y por fin pude coger el coche, te llame para decirte que el mensaje me había puesto cachondo y que llegaría a casa en hora y media aproximadamente. Mientras iba conduciendo por la AP7 pensé en lo rápido que había transcurrido nuestro primer año de casados, éramos una pareja ejemplar que muchos envidiaban y en este tiempo nuestro amor se había intensificado, Beatriz es simpática, alegre, jovial, una mujer con estilo, elegante y con dulces maneras que enamoran, de cuerpo bien definido y en el que está concentrado un exótico poder sexual, sus pechos son pura tentación, siempre erguidos, casi una obra de arte y en la intimidad sabe comportarse como una excelente y completa amante que puede llegar a ser lo que uno desea.
Los juegos sexuales son habituales entre nosotros y nos gusta probar nuevas experiencias, pero la de ayer por la noche, cuando te dije que me iba a dormir, fue sorprendente. En la habitación hacía calor y me quite el pijama para estar más fresco y disfrutar de la sensación de estar desnudo sobre la cama. A oscuras tumbado boca arriba y con las piernas separadas me acariciaba mientras te imaginaba desnuda, notaba como mis testículos se movían y sentía como los latidos del corazón me hacían vibrar el miembro en pequeños espasmos. Imagine que hacíamos el amor mientras te agarraba por los pechos y te pellizcaba los pezones, me invadieron unas ganas enormes de correrme y deje de acariciarme... quería reservarme por si venias pronto y te montabas encima mío, acomodando mi miembro entre tu vagina para metértelo entero y empezar a menear tu cuerpo; primero despacio y después un poco más rápido, pero controlando en llegar al orgasmo los dos al mismo tiempo.
Me despertó el tacto de tus manos al acariciar mi miembro, me dijiste que tenias preparada una sorpresa si me dejaba hacer lo que ella quisiera, evidentemente en mi estado te dije que sí, que era todo tuyo. De uno de los cajones de la mesita de noche cogiste un antifaz con el que me cubriste los ojos para privar mi visión. Tras asegurarte de que no veía nada, me hiciste colocar de rodillas en la cama con el culo levantado, las piernas separadas y la cabeza apoyada sobre la almohada, note como me introducías una sustancia fría y gelatinosa en el ano que me hizo estremecer, me ordenaste que estuviera quieto y obedecí... intentaba adivinar todos tus movimientos hasta escuchar un zumbido desconocido, sentí que te acercabas y me sobresalte cuando con una mano me agarraste por la base de los testículos y con la otra empezaste a presionar en mi ano con un objeto duro que imagine se trataba de un consolador de considerable tamaño que se resistía a entrar, me removí en un intento por escapar de ti pero... la presión que ejercía tu mano sobre mis testículos me hicieron desistir, pese a mis quejas empujaste con fuerza el artilugio y al final mi dolorido esfínter cedió para engullir el duro y masivo cilindro de caucho en mi interior.
Turbado por mi situación y con el miembro completamente erecto y duro, notaba como se movía sobre mi vientre al compas de mi agitada respiración. Me propinaste unos azotes en las nalgas y me obligaste a colocarme boca arriba en el centro de la cama, estaba concentrado por escuchar con atención todos tus movimientos y por el ruido que hacías con las puertas del armario pude adivinar que removías en su interior, me pediste que estirara los brazos por encima de mi cabeza, note el contacto de una cuerda con las que ataste mis muñecas al cabezal de la cama, tras asegurarte de la solidez de las ataduras hiciste lo mismo con mis tobillos sujetándolos a ambos extremos de la cama dejándome completamente inmovilizado con los brazos y las piernas separadas en cruz. Me hubiese encantado poder librarme de las ataduras y masturbarme, pero… no podía hacerlo,para mi desespero las cuerdas rozaban mi piel a medida que trataba de desprenderme de ellas, lesionado lentamente la frágil capa dérmica de los tobillos y muñecas. Sentí tu olor cerca de mí, note tus labios sobre mi cuello y fue como una descarga sobre mi piel. Un gemido se escapo de mi boca y la tuya me la cubrió entera, explorándola, sin pararte un segundo, pero sin tocar mi piel en absoluto y sin pronunciar una sola palabra… estar atado a tu entera disposición hizo que el ritmo cardiaco de mi corazón se incrementara intensificando mi estado de excitación.
Continuaste con tus juegos y note como manipulabas entre mis piernas, sentí el contacto áspero de una cuerda rozar la sensibilizada piel de la base de mis hinchados testículos y empezaste a rodearlos con ella ajustándola al máximo, me queje pidiéndote que aflojaras un poco la presión, pero ignoraste mi petición y continuaste con el experimento. De golpe un intenso tirón en la cuerda me hizo soltar un grito de dolor, mientras mi cuerpo se arqueaba hacia arriba por la tensión, dejaste la cuerda extremadamente tensada y mis testículos empezaron a dolerme, la mezcla de dolor y el placer que estaba experimentando provoco que mi miembro estuviera a punto de estallar, note como me lo acariciabas y te lo introducías en la boca, pensaba que llegaría al orgasmo pero en el momento justo y para mi desesperación dejaste de jugar con él. Note como te alejabas un momento y al volver fue para rodearme la corona del glande con otra cuerda más fina que la anterior, la cual ajustaste con un nudo corredizo a su perímetro de manera que fuera imposible se resbalara y pudiera soltarse, sentí como sujetabas el otro extremo de la cuerda en uno de los barrotes del cabecero de la cama para que tirara con fuerza de mi miembro, que al presionar en sentido contrario hizo que la cuerda se introdujera por entre el orificio uretral separando ambas partes con un molesto roce que parecía quisiera separarme en dos el tronco de mi miembro viril. Comenzaba a estar arrepentido de prestarme a tus juegos, atado en la cama con pocas opciones de movimiento y si lo intentaba, el dolor en los testículos y base del pene se intensificaba llegando a la conclusión que lo más acertado en mi situación era quedarme quieto.
Mientras... tú permanecías sentada a mi lado disfrutando de mi sufrimiento, con una mano me rodeaste el pene y empezaste a frotarlo y con la otra te entretenías en hacer vibrar las cuerdas que sujetaban mis pobres testículos y glande, deseaba con todas mis fuerzas que terminaras con el suplicio que me habías reservado, del interior de mi glande salían borbotones de fluidos que iban goteando encima de mi vientre, note como los recogías con tus dedos para introducirlos en mi boca obligándome a lamer mis propios jugos.
Cuando más necesidad tenia de alcanzar el orgasmo, decidiste dejarme solo y te fuiste cerrando la puerta de la habitación, el silencio invadió la estancia y probé de soltarme pero la solidez de mis ataduras y el dolor que me provocaron me hicieron desistir del intento.
Los minutos iban pasando, mi estado de excitación era tremendo y las posibilidades de poder aliviarme eran nulas.
Poco a poco me fui adormeciendo y con un gran sobresalto volví a la realidad cuando el artilugio que tenía insertado en el interior de mi ano empezó a vibrar, intente quedarme quieto pero las sacudidas en mi interior hacían que me moviera y los tirones de las cuerdas en testículos y glande eran insoportables. Por suerte pasados unos segundos cesaron las vibraciones y pude recuperar el aliento. Mi respiración temblorosa y la agitación que sentía me estaban atormentando, te llame para decirte que me soltaras y como respuesta el artilugio volvió a moverse con más intensidad que antes y pese al dolor que me causaba me revolví en la cama, mientras el vibrador seguía removiéndose en mi interior como una puñetera batidora, casi podía oír mis venas hincharse. Mi miembro parecía querer estallar con la presión que ejercía el cordón en su base y tenía la sensación de que mis testículos serian arrancados de mi cuerpo por los tirones que yo mismo me producía al no poder estar quieto.
En aquél momento tenía serias dificultades para pensar con claridad, los temblores que recorrían todo mi cuerpo eran de una intensidad muy fuerte, las paredes de mi ano se contrajeron violentamente, llenando mi cuerpo de un éxtasis distinto pero igualmente placentero que me arrancaron varios gemidos cuando mi cuerpo empezó a convulsionarse y mi cerebro empezó a perder la consciencia, el artilugio dejo de menearse dejándome rabiando de placer y dolor, mi sexo chorreaba a borbotones y los poros abiertos de todo mi cuerpo, respiraban por sí mismos como esporas enloquecidas.
Debía de llevar casi una hora, o puede que más, de lento y continuo suplicio. Los ojos cubiertos por un antifaz opaco, los brazos y piernas inmovilizadas y mis partes íntimas estranguladas por la presión de las cuerdas, el vibrador que a intervalos no cesaba de moverse... de repente entraste en la habitación y te abalanzaste sobre mí para besarme con pasión mientras me retirabas el antifaz. Durante unos segundos mi visión fue borrosa pero a medida que fui recuperando la normalidad, vi como te quitabas el pijama, despacio... muy despacio, dejándolo caer en el suelo... comenzaste a acariciarte los pechos, mientras yo no podía dejar de mirarte... tus pechos grandes y firmes, tus caderas redondeadas, tus muslos, el pubis depilado dejaba entrever los labios vaginales... estaba enloqueciendo.
Te acercaste y empezaste a besarme el cuello. Bajaste por el pecho, sin dejar un punto del mismo por besar. Mordiste uno de mis pezones y continuaste bajando, muy despacio. Te paraste frente a mi pene y comenzaste a pasar tu lengua desde la base, subiendo hasta la punta, sorbiendo los jugos que brotaban de mi interior.
Notaste mi desespero y procediste a soltar la cuerda que me tenía inmovilizado el miembro, me acariciaste los muslos mientras tu lengua volvía a recorrer mi polla desde la punta hasta la base y viceversa. Entre suspiros y palabras entrecortadas por no disponer de suficientes fuerzas para hablar, note como te tragabas el tronco entero de mi miembro y con tu lengua masajeabas mi dolorido glande prestando especial atención en mi orificio uretral lesionado por el roce de la cuerda. Casi sin darme tiempo a respirar te colocaste encima de mí besándome, frotaste tu sexo sobre mi vientre y sobre mi pecho, ascendiste y te colocaste en cuclillas sobre mi cara para que mi lengua te penetrara. Frotaste tu sexo contra mi rostro. Mi lengua jugó con tu clítoris y con los labios de tu sexo. Aprisionaste mi cara con las dos manos hasta alcanzar un largo orgasmo que te hizo convulsionar repetidamente sobre mi cara, tras recuperarte descendiste por mi cuerpo y te sentaste sobre mi pene, lo guiaste con tu mano y comenzaste a moverte en círculos, me gustaba tu mirada, perdida, como la mía, el calor de tu cuerpo, el fuego de tu interior cabalgándome con más y más velocidad. Me quedé muy quieto, sintiendo las paredes de tu sexo abrazar mi miembro, no pude resistir mas el placer tan intenso que me provocaba el roce de mi miembro en tu interior y la visión que tenia de ti montada encima mío con los pechos danzando con tu vaivén y cara congestionada por estar próxima en llegar al tan esperad orgasmo... del interior de tu vagina chorreaban tus fluidos, saliendo e introduciéndose de nuevo al moverse el pene hacia adentro y afuera. Aquella sensación hizo que nos corriéramos al mismo tiempo con grandes espasmos de placer, mientras al alcanzar el deseado orgasmo mi polla explotaba con grandes chorros de semen en tu interior provocando que tú también alcanzaras el clímax en medio de gigantescas convulsiones y disfrutaras de un segundo orgasmo inhumanamente prolongado.
Continuara...