La sor (1)

Ella era nueva en la Parroquia del pueblo mío. Joven, atractiva y de bella sonrisa. Me hice miebro del grupo juvenil para poder hacer mis diabluras con ella.

En las Parroquias de todos los pueblos hay Sacerdotes, Laicos, Seminaristas, Misioneros y otros, Religiosas.

Maribel pertenece al último grupo, pero de una congregación de las que no llevan habito para identificarse, si no un alargado Santo Rosario.

En mi barrio hubo cambios en la Parroquia, cambiaron de sacerdote, cambiaron de misioneros y cambiaron a una monja puesto que iba a asumir un alto cargo en la sede central de su congregación y vino en reemplazo una monja algo joven aun, con 32 años a cuestas.

Venía de una provincia norteña del país, hubo la ceremonia de presentación y todo y se instalo en el pueblo.

Este acontecimiento, obviamente atrajo la atención de todos y empezaron a ingresar varios jóvenes a los diversos grupos, puesto que la monja se veía joven y algo atractiva, además de una sonrisa amical muy bella.

Yo me colé al grupo juvenil donde ella asumió como asesora. A veces, so pretexto de solicitar consejo o explicaciones de temas religiosos, iba a visitarla como cualquier miembro del grupo juvenil sin que nadie sopesara mis intenciones, ni siquiera ella. Tener en cuenta, joven, atractiva, virgen (se supone que toda monja es virgen).

Yo ya practicaba la Hipnosis, ya había dominado a mi hermana y a su amiga Mari nunca pude terminar el proceso (falleció en un accidente de tránsito) y a otras damas por ahí.

Fue ocasión de un paseo que aproveché para acercarme más abiertamente y encontrar su "punto débil". Le encontré orando junto al río después del almuerzo y sollozaba ligeramente, al acercarme le saludé (por vez primera) por su nombre directamente, omitiendo el clásico "hermana" o "sor". Me sorprendió que me respondiera sin hacer caso del detalle manifestado. Me comentaba que se padre jamás aceptó que ella sea religiosa y que eso le dolía mucho y no podía superarlo del todo a pesar de sus oraciones todo lo decía mientras acariciaba su Santo Rosario y le daba vueltas como jugando con ello.

Estábamos algo apartados de todos, pero igual nadie interrumpiría, pues cuando Maribel conversaba con alguien, solicitaba que nadie interfiera por considerar de suma importancia toda charla privada.

Para sacarla algo de sus pensamientos, empecé a hablarle del lugar: Las flores, los arbustos, el río, el cielo, el sol, el aire, etc. Ella hacía comentarios sobre la maravillosa Creación de Dios y su perfecta belleza natural.

Eso me dio impulso.

Es bonito, Maribel, sentirse libre en la naturaleza creada por Dios, y sería más hermoso ser parte de ella.

Bueno, sí, es un remanso de paz y perfección.

¿Se imagina ser parte de todo esto, Maribel?

¿Cómo dices?

Ser parte de esto, de esta paz, de esta perfección, unirse al campo, al aire, así como San Francisco.

Bueno, sí, supongo que sería muy bello.

Y lo es, Maribel, solo imagínelo, todo suavidad. Siéntalo, todo paz, todo esplendor, como cuando hace una oración, se desliga de todo y se une a la espiritualidad.

Sí, tienes razón.

Es tan bello sentirse así, como unida a la naturaleza, despegada de todo problema, lejos de toda tensión e incomodidad.

Sí, se siente bien, algo raro, pero bien.

Ya cuando llegué aquí la noté algo suelta, como si empezara a entrar en éxtasis (de los que se dan cuando las monjas hacen oración profunda).

Es bonito, Maribel, desconectarse de los problemas para unirse a la naturaleza, sin nada en qué pensar, sin nada de qué preocuparse, sin nada que perturbe; solo la paz, mucha paz, una maravillosa paz, Maribel. Tan hermosa y tan plena que puede envolverle más y más, mientras se une a la naturaleza.

Sí, es bello.

Respire profundo, Maribel, así se sentirá más unida a esta belleza.

Así lo hizo, casi inconscientemente siguiendo el ritmo que le indicaba.

Eso es Maribel, respire profundo, lento y pausado, todo se mejora, mejora su cuerpo, mejora su mente. Su cuerpo puede flotar libremente en la hierba, en el aire; su mente puede estar libre de todo pensamiento, libre de toda pesadez, libre de toda incomodidad.

Sí, es bonito sentirse libre de todo.

Así es, Maribel, es tranquilizante, relajante, maravilloso, muy maravilloso.

Sí, rela… ¿Qué sucede’

Parecía reaccionar, pero ya sabía que su mente estaba cediendo.

No sucede nada, Maribel, solo te unes a la paz de la naturaleza, a la hierba, al aire, a los arbustos, al cielo, a todo lo Creado por Dios, Maribel y me parece que te gusta y lo disfrutas.

Sí, me gusta.

Deseas sumergirte más en ello, Maribel.

Sí, lo deseo.

Libre de todo pensamiento, Maribel, no necesitas pensar, Maribel, no necesitas pensar, no necesitas pensar, Maribel.

No necesito pensar.

Solo necesitas dejar guiar y entregarte a esa paz hermosa, dejarte guiar y entregarte, Maribel, dejarte guiar y entregarte.

Dejarme guiar y entregarme.

Entregas tu cuerpo y tu mente a esta paz, Maribel.

Entrego mi mente y mi cuerpo a esta paz.

Ya estaba cayendo y era cosa de inducirla más en la idea de la paz.

Eso es Maribel, ahora contaré a 5, mientras dices que entregas tu cuerpo y tu mente a esta paz. ¿Verdad que lo harás, sí, Maribel?

Sí, lo haré.

Llegando a 5 estarás completamente entregada y lo confirmarás diciendo, mande usted. ¿Sí, Maribel?

Sí.

Bien, Maribel, sigue respirando profundo. 1

Entrego mi cuerpo y mi mente a esta paz.

2

Entrego mi mente y mi cuerpo a esta paz.

3

Entrego mi cuerpo y mi mente a esta paz.

4

Entrego mi cuerpo y mi mente a esta paz.

5

Mande usted.

Sus ojos miraban ojos en el espacio azulado del cielo abierto, su rostro era un remanso de paz y quietud, y su voz era lenta, Suave, monocorde.

Maribel, qué sientes exactamente.

Una maravillosa paz.

¿Te gusta?

Sí, me gusta.

¿Adorarías esta paz maravillosa?

Sí.

Adórala, Maribel, adora esta maravillosa paz.

Adoro esta maravillosa paz.

Dejarás que yo te haga sentir esta paz cada vez que te diga "quieres sentir divina paz", ¿Entendido, Maribel?

Sí, lo entiendo.

No debía tardarme mucho así que tomé puntos referenciales básicos.

Ahora Maribel, quieres agradecerme por regalarte esta maravillosa paz, ¿Cierto?

Sí, te lo agradeceré.

Me lo agradecerás con un beso, un leve beso, como si fuera una caricia de Dios que ha creado esta paz maravillosa. ¿Sí, Maribel?

Sí, te agradeceré con un beso.

Y terminando ese beso contarás hasta 30, luego despertarás, solo recordarás un hermosos sueño relajante. ¿Sí, Maribel?

Sí.

Pero volverás a dejarte guiar a esta paz cuando te diga "quieres sentir divina paz", ¿Sí, Maribel?

Sí.

Acto seguido le besé en los labios, algo suave, cortísimo, como para no perturbarla, luego la solté y la miré unos segundos mientras la escuchaba susurrar.

1… 2… 3… 4… 5… 6

Me alejé por el bajo del río para que no me viera en cuanto despierte.

La vi bostezar y desperezarse con las manos siempre en el Santo Rosario, sacudió su cabeza, se le notaba algo confusa.

Por precaución personal no me acerqué más a ella en algunos días, no sea que intuyera o sintiera que algo había ocurrido mientras "oraba" o "dormía".

De hecho, ese fue el primer paso para llevarla a una "aventura" que ella debería de disfrutar a plenitud.