La sonrisa del escorpión (2)
Aunque nadie ha comentado el relato, me he decidido a continuarlo dado que para no ser un relato erotico ha sido leido 70 veces en 2 dias, haber si con este alguien se digna a dar su opinion.
Al llegar a casa varios coches de policía estaban situados en la entrada principal, mis padres bajaron del vehiculo poniéndose ya en lo peor, pero al atravesar el umbral unas sonrisas inundaron sus rostros.
Allí estaba ella, rodeada por los médicos del servicio de emergencia y con la mirada perdida.
-Sonia cariño, ¿estás bien? ¿té han hecho daño? Dijo mi madre gritando.
-La encontraron los agentes atada en un parque cercano. Dijo un sanitario al escuchar a mi madre.
-¿Quién es esta mujer? Preguntó Laura.
-Cariño, ¿no nos reconoces?, somos tus padres.
-Señores Castells, no recuerda nada y ahora será mejor que descanse, ha sufrido un shock terrible.
-Haremos todo lo que esté en nuestra mano, no se preocupe.
-Buenos días. Dijo un hombre con gabardina irrumpiendo en la estancia. Soy el inspector Torres, estoy al cargo de la investigación de este caso.
-Mi hija debe descansar, le agradeceríamos mucho que viniera mañana. Contestó mi padre.
-En realidad señor Castells, es con el con quien quiero hablar. Dijo el policía señalándome.
-¿Conmigo? Pregunté
-¿Tu lo viste todo no?
-Si bueno yo me quede en el coche, me asuste mucho y fui incapaz de bajar.
-Hiciste bien, al saber que hubiera pasado si hubieras bajado como tu hermana y tu tio, por cierto, ¿como esta el señor Lanos?
-Se encuentra en coma pero según los médicos puede despertar de un momento a otro. Dijo mi madre.
-Me alegro, y volviendo al tema del coche, ¿viste quien fue el que secuestro a tu hermana? Preguntó mirándome de nuevo.
-No pude verle, llevaban gafas oscuras, gabardinas y todo paso tan rápido Contesté
-Bien, cualquier cosa que recuerdes, aunque creas que es una tontería debes decírmelo, ¿entendido? Dijo el inspector mientras yo asentía repetidamente.
Nunca había visto tanta gente en mi casa, el salón era espacioso y sin embargo los jarrones miraban con recelo el ir y venir de la gente. De pronto el menos pensado atravesó el umbral de la puerta, Jaume Valls rodeado por dos hombres que pasaban muchas horas en el gimnasio empezó a buscar con la mirada a mi madre.
-Señora Lanos, no sabe cuanto lo siento. Dijo Valls acercándose.
-Ahórrese las mentiras señor Valls, mi hermano me dijo que esto ocurriría, se perfectamente por que esta aquí, y para su información le diré que mi hermano sigue vivo.
-Eso es una noticia fantástica. Dijo Valls ocultando su rabia bajó la sonrisa. En cualquier caso, si habla con su hermano dígale que la oferta de compra sigue en pie.
-¡Fuera de esta casa! Dijo mi madre mientras señalaba a Valls la puerta.
-Volveremos a vernos señora Lanos. Dijo Valls antes de salir.
-¡Fuera he dicho! Dijo mientras mi padre se acercaba.
-Tranquila cariño, si es el que ha organizado todo esto le cogerán. Dijo mi padre ignorando lo que estaba sucediendo en el hospital. Un hombre encapuchado reptaba por el conducto de ventilación, hasta llegar a la trampilla situada en la habitación de mi tío, se dejó caer al suelo y tras observar la silueta de mi tío bajó las sabanas, pensó que era hora de acabar el trabajo.