La Sombra De Lo Prohibido (4/5)
Carl reposaba desnudo en una gran cama, su brazo derecho estaba por debajo de la almohada, mientras que el izquierdo abrazaba el torso desnudo de Tristán
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Tristán le saco la camisa a su acompañante, y la de él, bajo su pantalón hasta la rodilla, mientras que ponía de lado a Carl bajándole el bóxer para dejarle descubiertas las nalgas. Busco la entrada con la punta de su pene, abriéndose paso al interior de su amante. Carl mordió su labio para aguantar el gemido, sintiendo como Tristán lo movía para dejarlo boca abajo, para poder recostarse sobre él. Carl tomo la almohada colocándola en su boca apaciguar el ruido de sus gemidos.
Sintió como las envestidas de Tristán eran fuertes y lentas, sintiendo un liquido en su interior, Tristán saco su pene del interior del joven dejando escurrir aquel liquido por los muslos.
… en la oscuridad, Tristán volvió a recostarse al lado de su mujer, la cual al sentirlo, lo abrazo en el lecho, recostando su cabeza en el pecho de su marido.
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CAPITULO 4
3 días después
La mañana estaba completamente cerrada, las nubes grisáceas hacían danza en lo alto del cielo, a momentos parecía que el sol hacia un esfuerzo por dejar entrar sus rayos al lugar, pero de inmediato una nube lo cubría, limitándolo de su deseó.
La habitación estaba en completa calma, Carl reposaba desnudo en una gran cama, su brazo derecho estaba por debajo de la almohada, mientras que el izquierdo abrazaba el torso desnudo de Tristán, ambos estaban en un profundo sueño, solo les cubría una delicada sábana blanca.
La pierna derecha de Tristán estaba sobre la sabana dejando ver parte de su pelvis, y el bello de sus muslos. En el suelo habían varias prendas de vestir, y envoltorios de condones. Carl se acomodo en el lecho, abrazando el cuerpo de Tristán estaba vez por la cintura, colocando su cabeza junto a la espalda de este.
La puerta de la habitación se abrió lentamente, dejando entrar un difuminado haz de luz, acompañado de una larga pierna, vestida con una falta más arriba de la rodilla, tacones y un abrigo, la cabellera rubia de Sabrina al fin asomo en la habitación, llevaba un pequeño bolso de mano, el cual termino sobre una cómoda que estaba cerca. Mientras ella se quitaba el abrigo y lo colgaba en el respaldo de una silla, donde segundos después se sentaría.
Sabrina se cruzo de piernas, observando aquella escena, Carl entre-despierto comenzó a besar la espalda de Tristán.
Sabrina: me traicionaste
Carl termino de despertar estrepitosamente, enderezándose en la cama logrando ver la figura de su hermana sentada frente a la cama, Sabrina tomo el bolso extrayendo una pequeña pistola. La respiración de Carl se acelero, comenzando a mover a Tristán, para que despertase. Quedando los dos atónitos al ver a Sabrina apuntándoles.
Tristán: Sabrina!
Sabrina: hola esposo mío, ¿acaso pensaste que no lo sabría nunca?
Carl: hermana por favor déjame…
Sabrina: ¡cállate!
La mujer se levanto del asiento acercándose a la cama, sin dejar de apuntar el arma, rodeo el nido de amor, para llegar al lado de su hermano. Colocando el cañón del arma en la sien de Carl.
Sabrina: eras mi hermana, y me traicionaste
El joven no paraba de sollozar y tiritar mientras se aferraba con fuerzas a la mano de Tristán bajo las sabanas.
Tristán: Sabrina, podemos hablar, cálmate
Sabrina: ¡silencio o lo mato!
Sabrina: ¿creíste que podrías burlarte de mí? Te lo di todo hermano, y así me pagas
La mujer llevo la parte superior del arma hacia atrás, cargándola, provocando el pánico en la pareja, que no dejaba de suplicar, que no les apuntase con el arma, que podían conversar.
Sabrina: ¿ahora quieres conversar? ¿Ahora? ¡Di tus últimas palabras traído!
La voz del joven aun agitada y temblorosa, con un tono de resignación a la situación que estaba ocurriendo, miro a Tristán a su lado. Que al igual que el temblaba entero mientras varias lagrimas caían por sus mejillas.
Carl: no me arrepiento de nada
Los ojos de Tristán se desorbitaron, abrió la boca de forma nunca antes vista para gritar, mientras su mujer apretaba el gatillo al arma, la sangre se esparció por toda la cama, cayendo gran parte en el rostro desfigurado de Tristán. Que atónito veía el cuerpo de Carl caer hacia su lado.
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Sabrina: ¡amor despierta!
Tristán se levanto estrepitosamente en la cama, al ver el rostro de Sabrina a su lado salto del lugar cayendo al piso.
Sabrina: hey tranquilo, solo fue una pesadilla, mírate estas sudando entero
Al oír aquellas palabras regreso a la normalidad, llevo sus manos a la cara, tapándosela completa. Mientras su esposa se bajaba de la cama y lo abrasaba.
Tristán: perdón, fue tan real
Sabrina: ¿pero qué soñaste para ponerte así?
Tristán: no tiene importancia, tranquila, ya estoy bien iré a ducharme
Sabrina: ¿seguro te encuentras bien?
Tristán: si, ya te dije tranquila, todo está bien
Sabrina: okey amor, le diré a Silvia que te prepare un buen desayuno para recomponerte
Tristán: estoy atrasado, no le digas nada, y hoy llegare tarde
Sabrina: bueno, hoy saldré en la tarde, así que mandare a Carl por Silvana ¿no hay problema cierto?
Tristán: ninguno
El hombre se levanto dejando a su mujer aun arrodillada en el piso, Tristán tomo la ropa entrando en el baño ante la mirada de Sabrina, quien rápidamente comprendió que esa noche al menos, no se vería su hermano con su marido.
Sabrina: Silvia, a la niña ira a buscarla Carl después de que salga de la universidad y me imagino que la llevara donde mi madre
Silvia: como diga señora
Sabrina: y por favor, para esta noche quiero un risotto de camarones
Silvia: si señora
Sabrina: ha se me olvidaba decirte, Tristán llegara tarde, así que prepárale algo frio, odio que se recaliente la comida
Silvia: si señora, no se preocupe, tendré todo listo
Sabrina: eso espero, nos vemos
La joven salió de la casa, abordando un lujoso auto descapotable, color blanco, con interiores en negro. Emprendiendo marcha hacia la casa de su madre, que la había mandado a llamar.
Rita: bienvenida señora Sabrina.
Sabrina: hola Rita ¿Cómo le va?
Rita: muy bien señora, ahora voy de compras
Sabrina: bueno, yo solo estaré un momento así que no tarde
Rita: no señorita, ya sé cómo es su madre, no las dejare solas por mucho
Sabrina: j aja ja linda
La anciana, camino por el antejardín de la casa, mientras que Sabrina entraba en el lugar, cerró la puerta, dejo el bolso en uno de los sofás que la recibían, comenzando a caminar hacia el estudio, donde su madre acostumbraba a organizar el trabajo en la tienda que poseía
Sabrina: hola madre
Amanda: si mis ojos no lo vieran, no lo creería, ¿Cómo hiciste para quitarte la locura tan pronto? ¿o solo fingías para causar lastima?
Sabrina: para que vea madre, su hija es completamente sana, así que me recupero rápido
Amanda: hija, hija, que horrenda palabra
Sabrina: bien, ¿me mando a llamar para insultarme, o es algo importante?
Amanda: lo haré breve que no tengo ganas de verte el rostro
Sabrina: dígame entonces
Amanda: ¡¿Quién te as creído que eres, para querer mandar a mi hijo fuera del país?!
Sabrina: es por su bien, acá el no tendrá las posibilidades que tendrá en Londres
Amanda: ¡es mi hijo! Y yo decido por él
Sabrina: piense en su futuro madre, el podrá ser más feliz en un mundo más abierto que este.
Amanda: tu lo que quieres es dejarme sola
Sabrina: no todo gira en torno suyo señora
Amanda: insolente, miserable, bastarda
Sabrina: ¡ya basta! ¡Basta de insultos! ¡Yo también soy su hija!
Amanda: ¡hija!... ¡hija! ¡No me hagas reír! Sabes perfectamente que jamás te quise, que te concebí con asco y te parí con odio
Sabrina: ¿Cómo puede ser tan cruel con su propia hija?
Amanda: esa noche, estaba ebria, y ese infeliz abuso de mí, debí abortarte cuando pude, tu única madre es el alcohol
Sabrina: … … … yo no tengo la culpa, que usted se habrá de piernas con unos tragos
Amanda: ¡insolente! ¡Perdida! No alejaras al único hijo que he querido de mi lado ¡me escuchas! A mi niñito no te lo llevaras
Sabrina: ¡su niñito! ¡Su niñito ya está bastante grande señora!
Amanda: ¡basta! ¡Lárgate de mi casa!
Sabrina: su niñito me arruino la vida señora
Amanda: ¡largo!
Sabrina: su niñito ¡me quito a mi marido!
La anciana mujer, quedo muda ante tal frase, se levanto lentamente de su asiento colocando ambas manos en el escritorio, mirando desconcertada, la fría expresión de Sabrina al confesar aquello
Sabrina: así es señora, su hijito, su niñito regalón, ¡es gay!
Un hormigueo recorrió todo el brazo izquierdo de la anciana, poco a poco dejo de sentir sensación en los dedos de aquel brazo, mientras su hija no paraba de gritarle las verdades de Carl
Sabrina: mi hermano, al que le di todo, ese mismo que usted llama niñito, es el amante de Tristán
Los ojos verde opaco de Amanda, se movieron de un lado a otro, comenzando a titilar, la mujer sostuvo su brazo dormido con el derecho acercándose como podía a Sabrina, que al momento de tenerla frente a ella la tomo de la camisa.
Amanda: … mi pastilla
La joven, quedo inmóvil al verla jadeando y con uno de sus brazos sin fuerza, las piernas de la anciana cedieron dejándola caer al piso. Quedando frente a las piernas de su hija, y con voz entrecortada y jadeante seguía suplicando.
Amanda: en el bolso… mi medicamento niña… dámelo
Sabrina corrió a un estante cercano, cogiendo un bolso rojo, para sacar un pequeño frasco de pastillas.
Amanda: dámelas… por favor… mi pecho… duele
Sabrina abrió el frasco, caminando por el lado del cuerpo agonizante de su madre, llego al final del estudio, seguida de la mirada de su madre que permanecía en el piso, Sabrina abrió la ventaba, volteando el frasco hacia el jardín.
Sabrina:
¡Muérase!
¡Líbrenos de su existencia!
¡Acabare con su niñito! ¡Lo matare!
¡Muérase vieja infame!
Los ojos verde opaco quedaron fijos en los de Sabrina, los gemidos se acallaron, dejando en completo silencio la casona, Sabrina volvió al lado del cadáver de su madre, se inclino, mirándola fijo.
Sabrina: espero que arda en el infierno
(…)
Sabrina: ¡llegue!
La figura de Silvia salió rápidamente por el pasillo que daba a la cocina, quedando con la cabeza inclinada hacia abajo frente a Sabrina
Silvia: señora, paso alto terrible
Sabrina: ¿mi hija? ¡¿Qué sucedió mujer!? ¡Contesta!
Silvia: no señora, su niña no
Sabrina: entonces ¿Por qué tienes esa cara de espanto? por dios
Silvia: llamaron de la casa de su madre señora
Sabrina: ya me imagino, ahora que paso con ella
Silvia: falleció señor, su madre murió hace poco
Sabrina: no puede ser, mi madre no
La joven, se sentó en uno de los sofás de la casa, limpiándose las lagrimas que no caían de sus ojos, fingiendo una pena, que no existía.
Sabrina: subiré a la habitación, a cambiarme de ropa, avísele a Tristán por favor, debo ir a acompañar a mi hermano
Silvia: ya le avise señora, el se iba de inmediato a la casa
Sabrina: muy bien, dios mi pobre madre
(…)
En el jardín de la casona, estaba Tristán tomando de la mano a un desconsolado Carl, a momentos le limpiaba las lágrimas o lo abrasaba, mientras a la distancia la figura de Sabrina los observaba fijamente durante su trayecto hacia ellos
Sabrina: ¡hermano!
El joven corrió a los brazos de Sabrina llorando, a lo que Tristán avanzaba y tomaba del hombro a su mujer
Tristán: lo lamento mucho amor
Sabrina: gracias cariño, me cuesta tanto asimilar que ya no esté aquí
Carl: ¿Qué haré ahora? ¿Cómo supero esto?
Sabrina: tranquilo hermanito, no te dejaremos solo, además aun esta mi oferta
Tristán: los dejare un momento, iré a realizar los trámites para el entierro
Sabrina: no es necesario, mientras en mi dolor, cuando me vestía arregle todo, mañana será el entierro y en la tarde vendrá el abogado a leer el testamento
Carl: ¿Qué? ¿Cómo tan rápido?
Sabrina: hay hermanito, tu sabes cómo era ella, muy activa, yo sé que no le gustaría estar a la vista de todos por mucho tiempo, sabes que ella lo quería así.
Sabrina volvió a abrasar a Carl, ante la mirada desconcertada y a la vez de sospecha de Tristán. Al velorio asistieron todo tipo de diseñadores, modelos, y trabajadores de la tienda que ella regia, el entierro fue un poco más calmado, muy poca gente asistió, debido a la apresurada decisión de esperar solo 1 día para enterrarla.
(…)
Sabrina: Silvia estaremos en el estudio, si llega el abogado lo haces pasar por favor
Silvia: si señora
Sabrina: hermano quiero que sepas algo
Carl: dime hermana
Sabrina: tu sabes que nuestra madre me dejo todo, para q lo administrara, ya que tu eres aun muy niño, pero te juro, que te daré la mitad, no dejare que te quedes sin nada.
Carl: gracias, pero no me preocupa el dinero
Sabrina: lose, pero es para que sepas que a pesar que todo será mío, lo compartiré contigo hermanito.
Silvia: señora, el abogado
Abogado: permiso
Sabrina: pase, pase, tome asiento, ya estamos todos presentes
Abogado: bien, demos inicio a la lectura
Sabrina se sentó entre Tristán y Carl, tomándole a ambos las manos, sintiendo el temblor que irradiaba su hermano
Sabrina: tranquilo, todo estará bien
Abogado:
“Yo Amanda Violette Balverde Sotomayor, en mis plenas facultades físicas y mentales procedo a distribuir mis propiedades, negocios y dineros entre los herederos Sabrina Constanza Villagrand Balverde y Carl Stefan Villagrand Balverde
La casa costera ubicada en Cartagena Colombia, el departamento en New York, mi única cuenta bancaria, y mi tienda, quedan en manos de un único heredero, quien espero administre y acreciente la poca fortuna que le dejare.
Dejo todas mis posesiones y dineros a Carl Stefan Villagrand Balverde, quien tendrá la prohibición de disponer de tales posesiones mientras no sea para bien suyo.
Leída mi última voluntad, cumplirse
Sabrina: no puede ser, ese no es su testamento
Abogado: tiene todo el derecho en dudarlo, ya que tiene razón, este testamento es nuevo, hace dos días lo firmo la señora Amanda
Sabrina: ¡vieja infeliz!
Carl: se levanto de la silla mirando a su hermana que increpaba la memoria de su madre, junto a él se levanto Tristán y el abogado, mirando como Sabrina gritaba de la ira.
Sabrina: maldita sea, esa vieja que debe estar retorciéndose en el infierno
Carl: ¡callate! No hables así de nuestra madre
Sabrina: tú no me hagas callar en mi propia casa enfermo desviado
Todos los presentes quedaron pasmados ante los dichos de Sabrina, que se había levantado y había tomando de la solapa del saco a Carl
Sabrina: ¿creíste que no lo sabía? ¿Pensaste que no sabía que te encamas con mi marido? ¡Desviado!
Los ojos de Sabrina se desorbitaron, colocándose fijos en el rostro de Tristán que había perdido toda movilidad en el cuerpo
Sabrina: nunca en tu miserable vida volverás a ver a Silvana, en tu propia casa, bajo el mismo techo donde duermes tu hija te acostaste con este enfermo ¡largo! ¡Largo de mi casa! ¡Salgan de mi vista enfermos!
Tristán tomo de la mano a Carl sacándolo del despacho, mientras Sabrina continuaba gritando, tras ellos salió apresurado el abogado
Silvia: señor ¿Qué está pasando? ¿Qué paso señor?
La figura de los tres hombres desapareció en el umbral de la puerta, mientras gritos, llantos y cosas rompiéndose salían del estudio, Silvia corrió a las habitaciones superiores para contener a Silvana, de los gritos que lanzaba su madre en la planta principal.
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