La Sombra Blanca y Rosa Pálida 2
Un jefe de Mafia desea fervientemente el cuerpo de una joven fiera para poder domarla, quiera ella... O NO. Una historia de poder, obsesión, violación y sumisión.
Les entrego la continuación
Este relato es de mi autoría, hace 3 años lo escribí, y hoy lo vuelvo a leer y re-escribir para mi placer y para el de ustedes.
Para mi es importante la historia tanto como el sexo.
Antes que nada, este relato esta contado desde varios puntos de vista, y en distintas líneas de tiempo. Voy a ir especificando, para que vayan entendiendo.
Por favor puntuen y comenten!
Gracias!
---------------------------------------RELATO MILENKO--------------------------------
Mi zorrita se quiso escapar.
Me rechazaste y ahora vas a aprender.
-Niña, trate de hacer esto por las buenas- abrí la puerta a la habitación contigua, mientras le dirigía la mirada, ella tirada allí en suelo mirándome desafiante y antes que vuelva a decir nada, ella susurro casi sin fuerza:
-no me dejare poseer así de fácil-
Sonreí. Sabía que estaba equivocada. Fue ahí que vi su ligera expresión de miedo.
-Gustav, Janis, Mirko- llame a mis hombre fieles de servicio- aquí tienen a la zorrita de Ciel...- la mirada de odio de ella se intensifico… nunca fue más gratificante- hagan lo que les plazca con ella.
Gustav, Janis y Mirko son hombres de mi país. Todos entrenados en distintas disciplinas. Sin ellos muchas cosas no podría haber logrado. Gustav es la fuerza bruta, es corpulento, robusto, de manos grandes, ex boxeador, no hay quien pueda ganarle en peso pesado. Janos es el ágil, pequeño muy flexible, de rapidez extrema, es el encardado de conseguir información u objetos de valor sin ser percibido, también es un depravado, el mejor de todos. Mirko es la fuerza estratégica, es el hacker por excelencia, no hay detalle que se le escape.
Pero yo… YO soy el jefe, yo soy el que da la palabra final, soy el que poseo el poder, y soy el que mando a matar. Me tomo muchos años forjar este imperio, muchos años en generar el terror que significa pronunciar mi nombre. No soy el hombre al que quisieras deber plata y mucho menos un favor. He tomado mas vidas de lo que puedan contar mis manos, y no puedo retroceder ahora.
-Les dejo a su cargo- les dije mientras entraban.
Me dispuse a ver el show, como quebrar a una fiera. Tome una silla, prendí un cigarrillo.
Ciel empezó a gritar
No … No! No! – dijo suplicando por primera vez, mirándome directamente a los ojos. Trato se aferró a su ropa a medida que se acercaban. Como si eso pudiese evitar que la profanaran.
Gustav la levanto del piso sin esfuerzo alguno. Le doblaba el tamaño. Ciel para el, no era mas que una muñeca de trapo y sujetándola de la cadera la elevo y tiro sobre la cama.
Janis se dispuso a despojarle el resto de camisola con una brutalidad dejando descubierto los pechos de Ciel. Ella trato de taparse con sus manos, entonces escucho la risa de los tres burlándose de ella.
-Oye, Milenko, esta si que es una joya- dijo burlándose- Deberías de traer más como estas a casa- dijo mientras apartaba los brazos de Ciel de sus pechos.
-Ciel, deja de resistirte que va a ser peor- insistió Mirko en un tono fingido de compasión- mientras se desabotonaba sus pantalones.
Ciel forcejeaba como podía para librarse, no vi resignación de su parte ni un segundo. Era como si pudiera escapar de lo que fuera si seguía luchando. Como me surgían las ganas de someterla a fuerza. A lo mejor así entendía.
Ella logro incorporarse nuevamente, por algunos segundos. Enseguida Janis se abalanzo sobre Ciel, tomándola por detrás, sujetando sus brazos, dejando al aire libre sus preciosas tetas.
-Vamos Mirko! Mámale las tetas a esta putita- dijo agitando a Ciel, haciendo que sus tetas se balanceen- Mirko trepo la cama hasta donde se encontraba ella y comenzó a lamer las tetas de Ciel y a dar pequeños mordiscos. Sus pezones se endurecieron. Marcaban puntiagudos hacia arriba, perfectos.
Gustav tomo el lugar de Janis y sujetando a Ciel. Janis se dispuso a desvestir completamente a Ciel. Le quitaba lentamente los pantaloncitos a la chiquilla mientras miraba directamente a sus ojos, entre tanto Mirko seguía mamándole las tetas. Janis seductor siempre supo cómo encender a las mujeres, pero Ciel tan solo le miraba con cara de odio. Yo seguía esperando que cayeran lágrimas, más nada, ese era el punto que quería llegar, quebrar su espíritu que veo que yo no soy lo peor que puede recibir. Pero no.. ODIO era lo único que mostraba… pero ya iba a venir el dolor.
Janis empezó a acariciar su entrepierna sobre su ropa interior y se podía ver como la muy zorra estaba mojada. Acerco su cara a su sexo con ademan de olfatearlo, sin despegar la mirada a los ojos de Ciel.
-te voy a lamer chiquilla… y vas a querer más una vez que comience-
Hizo un gesto obsceno con su lengua y se dispuso a sacar la ropa interior de Ciel con su boca. Una vez sin ropa interior todos pudimos apreciar su concha ligeramente velluda, fresca y húmeda… muy húmeda. Beso sus piernas desde la rodilla subiendo lentamente rozando su piel con sus labios escurría su lengua sobre la cara interna de sus muslos. Ella emitió un leve gemido mientras su dedo delineaba el contorno de su sexo. Empapaba su dedo índice y escurría desde su pubis hacia abajo, jugueteando con el vello, apenas tocando los labios y subiendo muy lentamente, exprimiendo con la yema. Janis deslizaba su rostro rodeando su clítoris, apenas rozándolo. Ella suspiró hondamente en el momento en que puso su dedo sobre su clítoris y se preparó a masajearlo, haciendo pequeños círculos sobre él prensando con la yema muy despacito. Deslizo su dedo un poquito más abajo y su lengua ocupo su lugar, bordeando su clítoris, humedeciéndolo, besándolo. Abordó a mover su lengua arriba abajo, como si tomara un helado, dando pausas breves entre lamida y lamida. Con sus manos separo sus labios y empezó a mover rápidamente su lengua. Veía como Ciel se estremecía, pegando pequeños saltitos de tanto en tanto. Estaba colorada. Veía como su cuerpo le traicionaba.
-Parece que alguien está disfrutando- comento Gustav, que sujetaba a Ciel. Me disgusto, mas seguí observando el rostro de Ciel, quien para reprimirse empezó a morderse los labios.
Gustav se desabrocho los pantalones con una mano empezó a hacerse la paja sobre el hombro de Ciel, a centímetros de su boca. De tanto en tanto, metía sus dedos en la boca de ella y usaba su saliva como lubricante para pajerase.
Mirko, no aguanto, fue a buscar a la prostituta que tenía drogada en el hangar, la trajo a la habitación, parados, la inclino por delante le levanto el vestido empezó a cogerle por detrás mirando directamente a CIEL, como diciéndola, asi de fácil vas a terminar después. Una prostituta semi muerta, entregada a la droga, follada por todos en el momento que a ellos se les plazca.
Ciel abrió los ojos, vio a chica como era follada así de fácil, y temió por su vida. Empezó a gritar injurias y trataba de cerrar sus piernas, donde Janis seguía dándole sexo oral.
- Asquerosos CERDOS, malnacidos, seguro que hasta sus madres le follan- gritaba mientras no despejaba su mirada de mi, echándome la culpa de todo- TU, ESPECIALMENTE TU, MALPARIDO-
Janis se cansó de la lucha de Ciel y se acercó como para callar su boca con su verga. Tomo con fuerza su cara, y la forzó a mantener su boca abierta, presionando sus dedos con sus cachetes.
-Quieres que de tu boca salgan cosas sucias cielito?- dijo mientas batía su frente a su cara- entonces comete esta amor- dijo amagando meter su verga en la boca de ciel.
Uh.
Me provocó. No me gusto la idea de algo sucio en su boca. Había algo en esa niña… algo que no podía controlar.
-ALTO- grite a mis subordinados- su boca es mía... el resto, hagan lo que quieran-
Me había obsesionado con la idea de que no podía besarla y si yo no podía… nadie más podía.
-CERDOS DE MIERDA- dijo empezando a luchar nuevamente-SUELTENME CARAJO- dijo mientras empezó a agitar sus piernas. Su cuerpo se retorcía de la desesperación.
Janis se aparto e hizo un ademan a Mirko para que se uniera, mientras que Gustav seguía sosteniéndola.
-Creo que alguien quiere un orgasmo- dijo burlón Janis-
La mirada asesina de Ciel, no tenía precio.
-está fuera de control esta zorra- dijo Gustav mientras volvía a alzar a Ciel por los aires. Ella empezó a agitarse dándole golpes a él, haciéndole perder la paciencia.
La lanzo al suelo, sin delicadeza, y la tomo por detrás. Y la elevo con una mano sujetándola contra su cuerpo, agarrando una teta. Sus piernas se agitaban en el aire. Con su otra mano, decidió masturbarla. La manoseaba sin delicadeza, con su manos grandes, muy diferente a lo que Janis estaba haciendo. Movía en círculos con mucha rapidez y brutalidad. Veía como sus piernas se retorcían. Luego metió un dedo dentro de su vagina y ella grito de desesperación tratando en vano de sacar su mano.
Janis y Mirko se seguían haciendo la paja frente a ella. Mirko fue el primero en terminar y derramo su leche sobre el cuerpo de Ciel y más tarde Janis apunto a su pubis… le daba morbo ver vello con semen.
Gustav volvió a tirar a Ciel a la cama. Pero esta vez boca abajo.
-No dejes que se levante- ordeno Gustav.
Janis y Mirko la sujetaron de lado a lado, dejando a Gustav hacer lo suyo.
Gustav se arrodillo y empezó a chuparle el culo. Le dio unas cuantas nalgadas, a los cuales fue muy violento, puesto que ella gritaba cada vez que le pegaba. Chupaba y chupaba humedeciéndola. Luego empezó a introducir su lengua para aflojar tremendo culito
Humedeció su dedo y comenzó a metérselo…Ella empezó a gritar descontroladamente.
-BASTA… BASTAAA- decía gritando ya desesperada- soy… virgen… - decía con la voz quebrada- suéltenme por favor- decía cada vez mas bajo, escondiendo su rostro en la cama, como si estuviere llorando.
-Te parece que me importa?- dijo Gustav metiendo hasta el fondo su dedo. Ella grito un gemido de dolor nuevamente.
Inmediatamente me puse de pie.
Y Gustav y los otros se apartaron de Ciel.
Se acurruco nuevamente en posición fetal… con la mirada perdida.
-Ciel- la llame extendiendo mi mano hacia ella.
Le ordene a que se levante y no me hizo caso nuevamente.
La tome del cuello, casi ahorcándola, me colmaba la paciencia, le puse cara a cara, le mire directo a los ojos.
-Eres virgen?- pregunte mirándole directo a los ojos como algo inverosímil de creer.
Sus ojos se aguaron.
Victoria.
Había conseguido la clave para quebrar su espíritu. Empezó a lagrimear descontroladamente. Ahí tuve mi respuesta. La cochinilla era virgen. Que placer me daba saber que iba a desvirgarla, hacerla mía.
Mande a mis hombres salir de la habitación y quede nuevamente solo con ella.
Era mi trofeo a reclamar.
---------------------------------------RELATO CIEL----------------------------------------
Los odiaba a todos. Pero sobre todo Milenko. Quería verlo en llamas.
Resistí cuanto pude, pero difícil si mi cuerpo me traicionaba, la falta de experiencia me delataba y jugaba en mi contra. No fueron los golpes lo que me causaban dolor, era el placer que sentía. Eso era lo que más dolía. Me sentía humillada. Pero no podía dejarme vencer. No iban a quebrarme… al menos eso trate.
La vergüenza. Había actuado tan fuerte y tan segura de mi misma, pero solo a mi me engañe. Me supero Milenko, supero mis fuerzas emocionales. Me hizo un meollo en la psique. Me jugo al espíritu y me quiebra por poco.
Que si era virgen? Que es ser virgen para vos Milenko? Que si alguien me penetro? No, nadie me penetro. Pero eso no me hace pura… es mas todo lo contrario. Yo conocía el abuso de antes, mucho antes que tu vinieras. Sé cómo son los idiotas como tú, que quieren “atesorarme” en su manera pervertida. Pero mierda, no te lo voy a hacer fácil.
Mando a sus hombres a salir de la habitación y quedamos a solas. Milenko y yo.
No podía contener mi furia. Mas mi cuerpo estaba extenuado por tanta violencia. Me temblaban las manos, mis músculos no reaccionaban. Vi como al cerrar la puerta, recostó su cabeza por la misma, sonrió un segundo, y giro a verme nuevamente con su cara más que seria.
Me tomo en sus brazos y me sujete de su cuello, no despego su mirada de mí. Me recostó con delicadeza extrema, en comparación a la brutalidad con la que me llego a tratar. Me miraba fijamente a los ojos, a medida que acariciaba mi rostro. No pude evitar el decanto de mis lágrimas. El cansancio y la humillación tomaron control de mi misma.
Se apartó de mi cuerpo. Tomo una bolsita pequeña de su saco con píldoras blancas.
-te va a ayudar a desinhibirte- dijo con tranquilidad mientras sacaba una de las píldoras- abre la boca- dijo dócilmente.
Recordé a la prostituta de Mirko, su mirada perdida, sin entender lo que pasaba, entregada a la voluntad de quien quisiese hacer algo con ella. Me tape la cara con mis manos.
- No quiero- dije temblorosa.
Llevo la píldora a su boca y la tomo sin más nada.
-tu pierdes- dijo rudo.
Se abalanzo nuevamente sobre mí. Yo yacía desnuda inmóvil mientras él iba besando mi cuello. Se sacó la camisa y pantalones, dejando al descubierto su cuerpo. Sentía el calor de su cuerpo con el mío y empecé a temblar. De nuevo un calor luchaba por ser liberado.
Trate de empujarlo, pero mis manos al tocar su torso todo marcado no tuvo fuerza para apartarlo. Paro de besarme el cuello. Me miro a los ojos y rio ligeramente. Me estaba rindiendo y él lo sabía.
Puso sus piernas entre las mías y se erguido dejando un espacio entre nosotros. Poso su rostro sobre el mío y se acercó tanto a mis labios que sentía su respiración. Me miraba a los ojos a medida rozaba nuestros labios suavemente. El esperaba que yo lo besara. Que yo no aguantara. Que yo lo encontrase tan irresistible que ceda a todos sus encantos.
Eso me puso furiosa. Odie su aire de altanero. Recobre el sentido, retorcí mis labios y esta vez sí lo empuje.
Debí haberlo hecho enojar, puesto que borro su sonrisa.
-No vas a aprender verdad?- dijo levantándose- testaruda-.
-No VOY a perder mi propia voluntad- dije alejándome de él a un rincón de la cama.
Se alejó unos pasos de la cama, tomo su pantalón, sacando su cinto.
El pánico me invadió. En el momento que giro a verme, vi su rostro, como aquella mañana en mi casa, ese trance de violencia, algo muy malo estaba por venir. Salte de la cama de inmediato poniéndome contra una pared, rogando para que no sucediera lo peor.
No no no no no- dije rápidamente con mucho miedo. Comencé a llorar nuevamente.- no me lastimes por favor, ya me porto bien- suplique.
Pero ya fue muy tarde para rogar misericordia.
Me tomo del brazo y me empujo a la cama nuevamente boca para abajo. Trate de librarme y ligue el peor de los latigazos en mi espalda descargo toda su furia y no pude hacer nada más que llorar. Sentí como mi piel se abría. Mi cuerpo entro en shock, empezando a temblar descontroladamente. Me dio la vuelta poniéndome frente a el y mientras me miraba a los ojos me agitaba como para que reaccione mientras me gritaba.
-Te voy a domar zorra- repetía una y otra vez con furia.
Tomo nuevamente su cinturón lo enrolló por su mano y con puño cerrado empezó a hacer presión en mi rostro con el.
-Vas a aprender a darme placer- Dijo mirándome con furia.
Me enrollo el cinturón por el cuello, creando como una correa que cada vez que taraba de alejarme estiraba y me ahorcaba.
Se bajó el bóxer, dejando al descubierto su miembro, atemorizantemente grande. Se paraba con todo su esplendor. Se sentó al borde de la cama y me puso frente a él, arrodillada.
-Chúpatela- ordeno estirando mi correa sin dejarme respirar- Cuidado con lo que hagas.
Le tome la verga torpemente y comencé a llorar nuevamente. No podía parar de lagrimear y sollozar. No podía contenerme.
-Tranquilízate - me dijo estirando nuevamente la correa.
Trate de entrar en mi cabales y me dispuse a complacer las ordenes. Era cuestión de supervivencia. Comencé agarrando su miembro con mis manos y lo agitaba de arriba abajo, tratando de agarrar coraje. Estaba impaciente, estiro la correa acercando mi boca a su pene. No sabía cómo proceder así que lo lamí de abajo hacia la punta lentamente. Puso su mano sobre mi cabeza, y sin más apuro, introdujo su miembro en mi boca. Quise sacarlo rápidamente pero el empezó a dirigir los movimientos sujetándome a la fuerza. Metía hasta el fondo su verga haciéndome atragantar. Era mucho peor que estirar la correa. Movía con rapidez mi cabeza y yo rezaba para que acabase pronto.
De repente soltó mi cabeza y se echó para atrás, con los ojos cerrados mirando al techo, entregado al placer.
-No pares- dijo al segundo que disminuí el ritmo, sacudiendo mi correa.
Tome su verga con una mano y con la otra empecé a masajear sus bolas, suavemente. Con mi mano pegada a mi boca me dispuse a continuar al ritmo, subir y bajar, metiendo hasta el fondo, aunque duela. Cada vez que mi boca subía hasta la punta de su pene, succionaba y veía como se suspiraba de placer. Giro su cabeza, y dirigió su mirada a mí. Volvió a estirar la correa y luego tomo control de mis movimientos, haciendo que estos sean cada vez más hondos y rápidos. Me atragantaba. Tuve una arcada tan fuerte que involuntariamente mi mandíbula se contrajo, y eso causo que mordisqueara su verga. Gruño y se separó de mí. Me dio una bofetada. Luego volvió a meter su verga en mi boca y volvió a moverse violentamente. Me miraba fijamente a los ojos esta vez. Mis brazos cayeron de la resignación, mientras el dirigía los movimientos de mi cabeza para su placer. Unos minutos después, desacelero el rito y sostuvo mi cabeza con su verga hasta lo mas fondo de mi garganta que pudo y sin avisarme se corrió. Su semen se deslizaba por mi garganta, como veneno letal.
-Trágatelo todo- indicó autoritario y no me quedo más remedio que seguir las ordenes.
Separe mi cara, tratando de recobrar el aliento. Limpie mi rostro como pude. Me daba asco a mí misma. Sentí como un sabor amargo deslizaba por garganta. Estaba invadiendo mi interior. Y sabia allí no iba a parar.
Me levanto estirando mi correa y me empujo a la cama. Se arrojó sobre mí nuevamente, quedando como al principio cara con cara. Me toco las tetas, bruscamente, perdió toda delicadeza, las apretaba sin importar que chille.
Esa era “La sombra blanca” que todos temían, violento, sin sentimientos, sin compasión.
Me empezó a mordisquear las tetas. Bajaba besando mi cuerpo hasta mi zona púbica donde se distrajo un rato. Volvió a subir besándome y cerca del ombligo decidió que era buen lugar para dejarme una marca más. Me mordió con tanta fuerza que instintivamente le empuje la cabeza siendo brusca. Mi error.
Furia. Esa es la única palabra para describir. Estiro mi correa tan fuerte, dejándome sin aliento, que por poco me mata. Agarre con todas mis fuerzas la correa para tratar de respirar, hasta que el la aflojo. Recobre apenas el aliento. Me eche al llanto nuevamente, y se alejo unos centímetros de mi. Me acurruque tomando mis piernas con mis manos, en posición fetal. Me sentí totalmente desprotegida, indefensa.
Me miro unos largos segundos y suspiro profundamente.
Me tomo de la mano con suavidad y me acomodo boca para arriba. Ahí estaba otra vez, esa estúpida doble personalidad. Parecía calmado, pacífico, fuera del trance violento. Me saco la correa del cuello, y acomodo mi cuerpo, como una muñeca de porcelana en reposo. Estiro mis piernas, una a una, recorriendo despacito el largor de cada una, doblo mi rodilla, y separo lo más que pudo mis piernas, dejando totalmente expuesto mi concha. Tomo un brazo y luego el otro, colocándolo sobre mi cabeza, indicando que no me mueva. Con el dedo gordo, junto las lágrimas que quedaban en mi mejillas y luego las lamio, mirándome directo a los ojos.
Tenía marcas moradas en el cuello, marca de mordida, raspones de tantas veces que cai al suelo, marcas de violencia en todo mi cuerpo. Milenko noto todas mis heridas y con un dedo paseaba todas ellas… como si estuviera midiendo el daño que había causado.
Se volvió a acercar a mi rostro, tocando mis cachetes aun rojos de los golpes que me propicio. Acerco sus labios y tiernamente me dio un beso en la mejilla. Una vez más, acercó sus labios a los míos y me miró fijamente.
Lo bese.
Lo bese como nunca bese a nadie. Agarre su rostro y lo hundi contra el mio. Me deje llevar… no quería más sufrir, y él no quería más hacerme daño.
Deje que se relaje con mis besos. Y empecé a tomar el control. Lentamente, mientras nos besábamos iba moviendo nuestros cuerpos hasta quedar completamente sobre él.
Deslice el beso por su rostro, recorrí su cuello, mordique el lóbulo de su oreja, haciéndole soltar un gemido de satisfacción mientras acariciaba su cuerpo, bajaba mis besos hacia la zona pélvica. Su miembro estaba erguido nuevamente y empezaba a chorear su lubricante.
Extendió su brazo, y totalmente relajado, tomo mi rostro con delicadeza, y me arrastro hasta su rostro. Volvió a besar mis labios mientras se volvía a abalanzar sobre mí. Abrió mis piernas, y volvió a acomodarme con mis piernas abiertas.
Con una mano volvió a sujetar mis brazos sobre mi cabeza y con la otra empezó a batir su verga. Mirandome a los ojos, beso mi pecho, y fue bajando, delicadamente hasta llegar a mi entrepierna. Metió su lengua en mi pubis, humedeciendo mi clítoris, jugueteo un rato, luego un dedo presiono mi clítoris, estremeciendo mi cuerpo. Se acercó a mi rostro nuevamente y volviéndome a mirar a los ojos, empezó a juguetear con su pene por mi.
Sentía el calor de la punta de su pene sobre mi sexo. Correteó un poco con su pene, moviéndolo de arriba abajo por mi clítoris.
Sin esperar más me puso su verga en mi vagina, y al toparse con mi himen, me genero extremo dolor, pero antes que pudiera gritar, empezó a besarme con pasión, metiendo su lengua hasta el fondo de mi boca. Comprimí mis dientes de tanto dolor y las lágrimas salían descontroladamente con forme iba metiendo su verga en mi vagina cerrada. Pero mí cara de dolor no le importo, al contrario aumento su placer y no esperando más, de un golpe se la metió toda su verga ocasionando que todo mi cuerpo rebotara. Ahí pude sentir como algunas gotas de sangre resbalaban por mis piernas, perdiendo lo único de inocencia que me quedaba.
Milenko quedo quieto un rato con su pene en dentro mío y después de segundos nuevamente comenzó el forcejeo. Quise detenerlo, pero ya era muy tarde. Empezó a moverse lentamente penetrándome.
Sentía cada minúsculo movimiento que hacia. Empezó a moverse mas rápido. Sentía como mis extremidades perdían el control, con un hormigueo indescriptiblemente placentero. Perdí el control sobre mi cuerpo. El vaivén de caderas se volvía intenso. No podía dejar de gemir.
Observe su porte de victoria. Una sencilla risa de costado, burlándose de mí, reclamando su trofeo.
Me costaba controlar mi cuerpo, mi respiración estaba descontrolada y estaba haciendo sonidos involuntarios. Más y más intenso, compaginaban con su movimiento. Quería hacer más ruido, quería gritar, un buen grito, quería que mi piel hierva más, quería todo… menos que se detenga.
En aquel momento me perdí. Tuve un orgasmo y el lo supo. Bajo el ritmo y terminó dentro mío. Al sacar su miembro corría un hilo de sangre y semen. Mi cuerpo ya no era mío, era de alguien más.
Se acurruco alado mío sujetando mi cuerpo, evitando que me separe. Había sido suficiente para una noche.
Solo me limite a cerrar los ojos, tratando de despertar de esta pesadilla.