La soledad de los números primos 2

-Sabes, siempre he tenido la curiosidad de besar a una mujer

Muchas personas (en especial jóvenes) piensan que vivir solo es lo máximo y en realidad no es así. Es cierto que no vivía completamente sola, pues rentaba un cuarto a una enfermera jubilada, pero ella viajaba constantemente así que pasaba semanas sola en la casa. La señora tenía un negocio de venta de zapatos, creo que los traía de León, Guanajuato. Así que el tiempo que estaba en la ciudad salía temprano y llegaba por la noche, pasaba el día realizando cobros y saliendo con amigas también jubiladas.

En lo personal soy alguien a quien no le gusta que la estén mandando, me fastidia bastante tener que pedir permisos y no me gusta quedarme callada. Siempre discutía con mi madre por esa razón. En esta ciudad tenía muchas libertades, podía limpiar mi habitación cuando me diera la gana, llegar tarde, comer a la hora que quisiera, salir a cualquier lado.

Aunque también había cosas malas, si me quedaba dormida por la mañana nadie me despertaría, tenía que hacer mi propio desayuno, hacer mi comida, lavar, etc.

Todo eso en realidad no me importaba demasiado, es cierto que en mi ciudad no tenía que hacer nada. La señora del servicio se encargaba de mantener limpia la casa y lavar la ropa. Lo que resulta más difícil es afrontar la soledad, la soledad es… horrible.

En ocasiones estaba en mi cuarto, miraba hacia la ventana, miraba el techo, pensaba en mi familia, en cómo estarían, en mis amigos, tenía tantas ganas de abrazarlos. Sentía que si un auto me atropellaba nadie se daría cuenta de mi ausencia, extrañaba demasiado mi casa. Extrañaba especialmente a mis 2 mejores amigos, Hugo y Jardiel, ambos gays yambos amigos desde hacía ya muchos años.

Siempre me he considerado inteligente, fui la primera de la clase en toda mi vida escolar. Pero, estudiar Matemáticas, eso era otra cosa. Para empezar, la mayoría de mis compañeros, al igual que yo solían ser los más brillantes de sus clases. Todos estaban filtrados, nunca había tenido compañeros tan competentes. Las clases no eran nada fáciles, por ejemplo, cuando estudié la preparatoria nunca tuve la necesidad de estudiar, me bastaba con poner atención a la clase para entenderlo todo.

Tenía que estudiar por las tardes, eso me molestaba. Como no estaba acostumbrada a ponerme a estudiar me daba flojera y simplemente no lo hacía. Estar en la casa me deprimía mucho y me la pasaba dormida. Mi relación con los compañeros de la escuela había mejorado un poco.

Hacía cualquier cosa para no volver a la casa, inventaba pretextos, caminaba al centro, según “conociendo la ciudad”.

Alejandra, quien también estaba sola comenzó a acompañarme. Se volvió una rutina, ir a clases, salir, irnos al centro, al teleférico, al parque, al caminador de la ciudad. Ver una película en mi casa, o simplemente sentarnos a platicar en alguna banca de la ciudad.

Como es una ciudad colonial, los fines de semana había actividades culturales en el centro, conciertos de ópera, cantantes por el caminador, shows para niños. Los viernes de ópera eran lo mejor, escuchar buena música, escuchar correr el agua de las fuentes, la hermosa vista de la catedral y… su compañía.

Me negaba a aceptar que me gustaba. Nunca me había pasado pero sabía perfectamente que enamorarte de una heterosexual es la peor cosa que te puede pasar, terminaría con el corazón roto, eso era algo seguro.

De vez en cuando mis padres me llamaban por teléfono para ver cómo me encontraba, que si aún tenía dinero, que cómo me iba en la escuela, que esto, que aquello, siempre les decía que bien.

El pasar tanto tiempo con Alejandra hizo que me atrasara en la escuela, nunca faltaba, incluso en días que no me sentía bien, jamás lo hice, a diferencia de ella. Pero como les digo, esta escuela exigía repaso diario de todo lo visto en clase.

Les contaré más sobre ella. En los últimos tiempos, especialmente en las redes sociales había estado de moda parecer “culto(a)” publicando fragmentos de libros que no habían leído, tratando de parecer intelectuales y eso era algo que me causaba conflicto. Me desagradaba esa moda porque yo soy una persona a la que le gusta mucho la lectura y sentí que esa moda estaba degradando a quienes realmente leemos. En más de una ocasión me topé con gente que “leía mucho” y al cuestionarlos o al tratar de comentar sobre algún libro me daba cuenta que eran mentiras, que ni les gustaba leer, ni habían leído ningún libro. Pues bien, ella era diferente, cuando hablábamos de libros teníamos conversaciones con bastante argumento, no se quedaba callada, ¡y le gustaba llevarme la contra!

No le gustaba tomar y nunca había fumado. De hecho en una ocasión me pidió que la enseñara a fumar, me negué completamente. Le había tomado un cariño especial y no me gustaría cargar en mi consciencia que yo fui quien le dio el primer cigarro.

Al poco tiempo de que iniciaron las clases su hermano vino a pasar unos días con ella, él y yo empezamos a llevarnos muy bien, era un muchacho de unos 16 años. Se creía un don Juan e intentó “ligarme” cuando nos conocimos hahaha, al darme cuenta de sus intenciones decidí aprovechar la primera oportunidad que vi para decirle que soy lesbiana, hahaha hubieran visto su cara. En fin, nos empezamos a llevar muy bien después de eso, él era realmente un baboso (al igual que yo). Como al tercer día de que él había llegado estábamos los 3 sentados en una banca cerca de la catedral, era Domingo y estaba lleno de gente. Estaban pasando muchas muchachas, había de todo, bonitas, feas, altas, bajitas y César empezó a preguntarme:

-¿Del 1 al 10 cuánto le das a esa?

-Mmmm le doy un 7 jajaja, ¿Cuánto le das a esa del paraguas? (Era una señora muy mayor y con cara de pocos amigos hahaha)

-No jodas Renata, a esa le doy un -3

-Jajajaja yo un menos infinito

-¿Y a aquella del vestido azul?

-A esa le doy un 9, ¿tu cuánto le das a aquella que va por el rosal?

  • Un 6, ahhh, ¡mira Renata, mira esa que viene ahí!

Oh Dios, era un verdadero monumento, era una mujer alta, llevaba plataformas, el vestido negro que llevaba le hacía ver espectacular (especialmente su trasero), sus piernas estaban marcadas, su cabello lacio enmarcaba perfectamente su cara y tenía unos ojos brillantes. Traía un escote de infarto y sus labios pintados de un rojo cereza, ¡Una completa preciosidad!

Me quedé viéndola un momento, idiotizada por semejante mujer y luego balbuceé:

-A ella, le doy todo lo que me pida hahaha

  • Jajajaja, entonces ya te descubrí, ¡te gustan nalgonas!

  • Ups, creo que fui muy obvia jajaja

De pronto una voz molesta nos interrumpió

-Deberían dejar de estar como idiotas calificando mujeres, qué vergüenza. César, vámonos, ya es tarde. Renata te veo luego, adiós.

Estaba tan entretenida con César que no noté la molestia de Alejandra por nuestro “juego”, nunca la había visto así de molesta. No sabía cuál era la razón de que se pusiera así, pensé que tal vez se sentía mal, por eso se fueron, me quedé pensando en ello mientras caminaba a mi casa.

Cuando llegué a casa le mandé un mensaje de texto y no contestó. Que estuviera molesta conmigo me hacía sentir triste.

¿Y qué tal si se había molestado por lo que dije de esa chica? Noooo Renata ya te estás mal viajando, ves lo que quieres ver porque Alejandra te interesa, ¿Cómo te puede gustar si es heterosexual y además tu mejor amiga en esta ciudad? Ya saca esas ideas estúpidas de tu cabeza, mejor ponte a estudiar que es lo que deberías hacer.

Esa misma semana fue la bienvenida de la Facultad, como es una escuela pequeña la bienvenida fue ahí mismo. Había cerveza, contrataron un sonido y llevaron un taquero. Todo estaba bastante tranquilo, como éramos un grupo muy pequeño nos hablábamos bien entre nosotros y casi nadie había socializado con personas de otros semestres hasta ese día. Yo estaba sentada al lado de una muchacha que estaba en sociedad de alumnos, la conocía de vista pero nunca había hablado con ella, hasta ese día.

Elena (así se llamaba) era muy agradable, estaba en sexto semestre y además era muy inteligente. Me platicó que en ese momento estaba en una investigación de topología con un maestro de la facultad porque quería dar una plática en el congreso nacional de Matemáticas que sería en Hermosillo, Sonora. La verdad ni recuerdo bien qué otras cosas me dijo, yo sólo la veía y pensaba que era muy bonita (Sufro de enamoramiento precoz, me pierdo desde el hola y la primera sonrisa hahaha).

Después me puse a platicar con mi compañero Erick, al fin estábamos platicando bien, hacía apenas unos días se había enterado que soy lesbiana y de una manera bastante idiota. Estábamos en un puesto de revistas varios compañeros y yo tomé una revista para damas donde venía un modelo en ropa interior, la observé un rato y sin pensar lo que hablaba dije en voz alta “No entiendo qué les ven”, de inmediato reflexioné lo que había dicho y voltee a ver a mis compañeros, nadie me había escuchado a excepción de Erick, que me veía como sonriendo, lo único que hice fue devolverle la sonrisa y obviarme más. No me importó demasiado, igual todos lo sabrían al final, pues me había dicho que no lo ocultaría más.

Las cosas estaban bastante agradables hasta que vi a Alejandra platicar con un muchacho de 8vo semestre, sentí como una molestia y no sabía ni por qué, no tenía derecho pero me molestó verla tan cerca y tan sonriente con ese tipo. Me amargó la tarde ver esa escena, y es que ahhg, decidí mejor irme a mi casa.

Pasaron los días y en una ocasión Alejandra me dijo que quería ver una película en mi casa, (El pasar tanto tiempo con ella había hecho que aceptara que me gustaba pero me prometí no decírselo por aquello de que era “hetero” y no quería perderla como amiga). Cada petición de ella era cumplida por mí, en mis relaciones anteriores había sido al revés, yo era la consentida y mis parejas eran más protectoras conmigo, me gustaba ese rol aunque jamás me cerré a ser yo quien consintiera a la otra persona. Aunque eso era algo realmente jodido pues ella y yo no éramos ni seríamos nada, sólo era yo enamorándome como idiota cada día más, sabía que acabaría mal, lo sabía.

Decidimos ver Annie Hall, de Woody Allen, mi película favorita (Woody Allen es un genio y Annie Hall es la película de su filmografía). Eatábamos sentadas en mi cama, con la Laptop en frente cuando de repente sentí cómo Alejandra recargaba su cabeza en la mía, se me hizo algo extraño pero para ese momento mi nivel de enamoramiento me hizo sólo querer sentirla, recosté mi cabeza sobre la suya, pasamos así como media película. Realmente lo estaba disfrutando, cuando la película terminó puso su cabeza en mis piernas y me miraba, se veía realmente hermosa, su piel estaba rosita y tuve un impulso de acariciarle el rostro, aparté el cabello de su cara pasando mis dedos suavemente por su rostro, ¡Dios! Su piel era tan suave, al no encontrar negativa por su parte seguí haciéndolo, hablábamos de Alvy Singer, el protagonista de la película. Me dijo que él y yo nos perecíamos en muchas cosas, estar así con ella me tenía tonta, respondía cosas en automático y sólo podía pensar en lo suave de su piel.

De repente escuché:

-Sabes, siempre he tenido la curiosidad de besar a una mujer…