La sobrina V2
Cuando mi sobrina se ofrece
La sobrina
La clave es la ropa. Si ella viene con falda, es que quiere, entonces basta una mirada y un gesto para empezar. Yo estoy siempre dispuesto, pero hemos de ir con cuidado, ya que las consecuencias serían fatales.
Llevábamos dos días, ella se presentó en la cocina, vestía falda, tras un rato de estar con la familia, le hice un gesto y miré las escaleras. Asintió con la cabeza.
Subí las escaleras, y fui a mi cuarto, al fondo del pasillo del piso superior. Allí me quité los pantalones y los calzoncillos, y me tumbé en la cama a esperarla. Tardó poco, así lo habíamos convenido, cuando queríamos sexo. Entró en la habitación y entrecerró la puerta.
Se arrodilló en la cama, a mi lado. Asió con la mano izquierda mis huevos,para darles un masaje. Con la mano derecha agarró mi verga, ya medio erecta, para moverla de arriba a abajo y viceversa. Mientras, acercó la boca para chupar la punta de mi polla con la lengua. Naturalmente la erección fue total con ese tratamiento.
Luego entreabrió la boca para introducirse el miembro. Con los dientes me rozaba la punta del glande, cosa que me hacía jadear de placer. Así estuvo jugando un ratito, inclinaba la cabeza para meterse un poco la polla en la boca y rozarla con los dientes. Me puso a cien. Soltó la mano derecha, que asía el cuerpo de la polla, para sujetarla por la base. Entonces, con un movimiento completo, se la tragó entera, la mantuvo en la boca jugando con ella mediante la lengua. Finalmente la sacó casi entera para empezar otra vez.
Con un tratamiento así no pude menos que correrme. Como siempre, cuando sintió que me corría se la introdujo hasta la mitad, para recibir mis jugos y tragárselos. Qué bien la mamaba, la muy zorra. Se bebió todo lo que eché y luego la limpió con la lengua.
Luego se levantó, se quitó las bragas quedándose sólo con la falda, para dejar el coño al aire, me moví para que se tumbara en la cama. Yo me levanté y ella se abrió de piernas, subiéndose la minifalda que vestía. La visión del coño de 18 años me volvió loco, como siempre. Me arrodillé entre sus piernas para comerme ese apetitoso bocado.
Empecé los lenguetazos de arriba a abajo por todos sus labios. Sabía que eso la gustaba. Luego me centré en su botoncito, primero por fuera, buscando el punto crítico para sacarlo de su escondite con la punta de la lengua, luego por el interior, buscando el punto duro. Cuando la sentí que se corría, la agarré de las nalgas para que no se separara, y acompañé sus movimientos de forma que mientras se corría, yo seguía el tratamiento a su clítoris. Yo paraba y, cuando notaba que se relajaba, atacaba de nuevo.
Dos veces se corrió, la segunda más intensa que la primera. Y tratando de hacer poco ruido, para no ser descubiertos. En total pasarían diez minutos desde que entró a la habitación hasta que se volvió a poner las bragas.
¿Cuando empezó? Hace más o menos un año. Siempre que podemos vamos al pueblo de mi mujer, el el que está su madre, viuda hace muchos años, que vive con una hermana soltera. Allí también vive su otra hermana, casada con tres hijos. En aquel tiempo la hija del medio tenía 16 años.
Nosotros nos quedamos en la casa encima del restaurante que regentan madre e hija. Por decoro, mi mujer duerme con nuestra hija en una habitación, yo lo hago solo en otra. No es que nuestro matrimonio no funcione ni el sexo sea bueno con ella. Pero si se tiene una oportunidad, se aprovecha.
Aquella vez, la primera, ocurrió que yo estaba sólo en la cocina, mi mujer con la niña de paseo con la abuela, y la tía encargándose del bar. La sobrina entró en la cocina y se sentó. Siempre habíamos tenido muy buena relación, yo la dejaba jugar conmigo y, tengo que confesar que, cuando se echaba encima de mí en los juegos de la niñez, yo me empalmaba. La joven, pues ya de niña tenía poco, presentaba un cuerpo delgado, poco pecho, caderas estrechas, no muy alta ni muy guapa, pero si apetitosa. Yo la miré y la saludé con dos besos, pues hasta ese día no la había visto. Ella se sentó frente a mi, vestía una faldita y una camiseta, era primavera.
Sentada frente a mi, y respondiendo a las consabidas preguntas sobre el curso y demás, inició un juego de seducción calculada: se abría de piernas, enseñándome las braguitas, luego cruzaba las piernas, para después repetirlo. Me estaba poniendo a cien, y ella lo sabía. Al cabo de un rato se me acercó, yo tenía la polla tiesa ya, apoyó su mano como si nada en mi entrepierna, y me dijo:
- ¿Quieres que te la chupe?
¿Qué se responde a eso si estás deseando follártela pero la educación social pugna por decir que no? La miré a los ojos, y leí en ellos que de verdad quería chupármela, pero dudaba en ir más allá. Decidí ser prudente para abrir el camino a mas. Y, como teníamos una media hora, aprovechar la ocasión.
¿Lo harías? -Le pregunté, pasándola el balón a ella.
Claro. -Me respondió con sinceridad.
Y ¿Qué pides a cambio?
Que me comas el coño.- Vaya, eso es ir directa al grano.
¿Y no quieres que te la meta? -Más directo aún.
No se. -Respondió, a lo que interpreté que no, de momento no.
La agarré de la mano y subimos a mi habitación. En esa ocasión me realizó una increíble mamada para una tierna joven, y yo me esmeré en que se corriera a gusto bajo mi lengua. Luego me comentó que no era la primera vez que chupaba una polla, ya que hacía un par de años que no era virgen y que había estado con un chico mayor que le enseñó a chuparla bien, cosa que le agradó tanto que, cuando podía, repetía. Yo le gustaba, no es que fuera muy atractivo, pero le ponía, según ella. Ya he dicho que a mi se me levantaba con ella, así que nos juntamos el hambre y las ganas de comer. Si que decidimos emplear la clave de la falda en recuerdo de esa primera vez.
En las cinco veces que vinimos al pueblo, al menos una vez nos vimos y, en una ocasión, fueron dos. Yo deseaba ir a más, pero tenía que tener cuidado pues de sorprendernos, seguro que habría una catástrofe.
Por fin, la ocasión de ir a más se presentó. Ayer, se fueron las hermanas con la niña de compras a la ciudad, la abuela fue de visita a unos familiares y yo me quedaba a trabajar un rato con el ordenador. Como lo primero se proyectó dos días antes, anteayer se lo hice saber, así que, prevenida como estaba, se presentó, como siempre provocativa con un vestido corto. Tal como entó, cerré el ordenador, la agarré de la mano y la alcé en brazos. Hasta ahora no nos habíamos besado, esta vez me demostró que, aparte de saber mamar pollas, también sabía comer bocas. Anduvimos escaleras arriba comiéndonos a besos. Sin perder tiempo, nos fuimos a la habitación y allí la desnudé por completo, descorriendo la cremallera le quité el vestido, abriendo los corchetes del sujetador se me presentaron dos hermosas pero pequeñas tetas tiesas, las bragas se las quitó ella y se tendió en la cama, abierta de piernas.
Yo me desnudé rápidamente y me lancé a comerme ese lindo coño, la idea que tenía era calentarla hasta el orgasmo y luego penetrarla, así que me puse a darle lametones a los labios de la joven, introduciendo la lengua como si de una polla se tratara, luego ataqué directamente al clítoris, empezó a jadear y dar gritos hasta correrse. Como estábamos sólos, podíamos permitirnos los gritos, así que, cuando se corrió, me levanté, me puse un preservativo, coloqué la punta de la polla en la entrada y se la metí hasta dentro, entro sóla, pues el coño estaba muy lubricado.
El mete y saca intenté hacerlo profundo, lento al principio, con ritmo rápido después. Una follada en toda regla. Intentaba no correrme, estaba a cien y sentía que llegaba, pero quería que se corriera ella antes. Lo conseguí ayudando la penetración con una comida de tetas marca de la casa. Se me da bien penetrar mientras con las manos primero y luego con la lengua, le doy un tratamiento cariñosamente mojado a los pezones y las tetas de la mujer que me estoy follando. Se corrió en medio de grandes movimientos, yo me corrí un poco después.
La saqué del coño y me tendí a su lado. Ella quería mamarla pero no la dejé , sino que se relajara para que disfrutara más a mi lado. Pensando cómo follar más con ella en el futuro. Quedan cosas por descubrir entre ambos. Quizá dentro de un tiempo, me la folle por el culo. Pero de momento, que descanse, habrá más oportunidades que buscaremos.
Ana del Alba