La sobrina Rosa y su tía Ana

las evocaciones del pasado llevan a una sobrina a mantener una relación lesbica con su tia preferida.

Es sábado y como es costumbre Rosa se levanta, toma una ligera ducha, se pone unos pantalones cortos, una blusa ligera, sin brassier, ingiere un ligero desayuno, toma café y se dirige como todos los sábados a la habitación de su tía Ana.

Rosa, estaba acostada en la cama de su tía Ana. Ambas mujeres jóvenes, ya que Rosa tenia para la fecha en que ocurrieron los hechos que a continuación voy a describir con apenas 17 años. Ana tenia la edad de Cristo es decir 33 años, su parentesco deriva de ser la hermana menor de su Padre, ambas mujeres conversaban sobre los hombres de sus vidas, sus ultimas experiencias y es que a pesar de la diferencia de edad, se podría decir que la amistad superaba con creces la desigualdad de años. Ana sentía por Rosa un cariño especial, la hermana menor a la que había que guiar y orientar, pensaba y llevaba a la practica este cariño protector, ya que ella no lo tuvo y no quería que la chica pasara por las vicisitudes que ella transito en su juventud por falta de un concejo a tiempo.

Ana pregunta con su voz melodiosa, dulce y tierna como el canto de los pájaros al amanecer.

Dime- Rosa, esta semana como te fue.

La joven sonríe con picardía- pues nada que no sepas, salí con Armando dos veces y ya.

Como que... y ya, ni un besito, nada de nada.

Bueno si, unos besos, le sobe el guevo, me toco el culo varias veces, me quiso meter el dedo en la cuca, pero no lo deje, responde Rosa con cara de fastidio.

Ana se acerca un poco y bajando el tono de voz, pregunta, se la viste, como la tiene, anda dime es grande, gruesa, anda cuéntamelo todo.

Pues como es, no lo sé, verdad, te lo juro, yo solo se toque por sobre el pantalón y me pareció pequeña. La verdad no sé y no me interesa, es pequeña.

Pues te diré algo mi querida sobrina, guevo bello, bonito, grande, grueso, son pocas las palabras para describir, ese tolete de carne que yo vi en mi adolescencia, muchacha, todavía me recuerdo y boca se hace agua.

Coño, tía y de quien era ese guevo.

Ana, mira fijamente a Rosa, y con una sonrisa de triunfo, le dice a su sobrina, pero chica si tu conoces al dueño de esa fabulosa tranca.

Rosa, - frunce el ceño - se concentra, evoca a todos los hombres conocidos, sin dar, con el dueño de aquella maravillosa verga, a según la descripción de su tía. Así transcurren varios minutos, tiempo que utiliza Ana para peinarse su larga cabellera, ve a su sobrina a través del espejo de la peinadora, y vuelve a sonreír.

Pues te diré que no sé, de quien puede ser ese fabuloso guevo.

Piensa, sobrina, esta muy cerca de ti, es mas, casi a tu lado.

Vamos tía, dime, de quien es

Pues el dueño de ese inmenso, fabuloso, maravilloso, increíble, fantástico guevo es tu PAPA.

No jodas, como que mi papá

Pues si, es el dueño de un inmenso guevo, que invita a la caricia, a besarlo, a mimarlo, como será que a pesar que en mi vida he visto bastantes vergas, sigo diciendo que esa es la mejor de todas.

Pero... tu se las visto pregunta con voz trémula, Rosa.

Pues, Claro y varias veces, responde Ana soltando un ligero suspiro.

Cuéntame tía, como lo fue.

Bueno, yo tenia como 15 o 16 años, Santiago contaba con 24 años aproximadamente, vivíamos en la casa de tu abuela, para ese entonces no tenia las remodelaciones que tu conoces. El baño estaba al lado de mi cuarto, así que yo hice un pequeño huequito en la pared justo frente la regadera, y por supuesto veía cuando se bañaba y sé hacia unas pajas de antología –tomando aire- continua hablando con la mirada perdida, evocando aquellos lejanos lujuriosos recuerdos, tiene como 18 o 19 centímetros de largo, cabeza chata, lo recorren dos venas gruesas, de la base hasta casi la cabeza. Lanzaba inmensas gotas de leche espesita, parecía una manguera, la piel que lo recubre se veía suave, el prepucio cubría por entero la rosada cabeza, muchacha es lo que llamo un tremendo guevo.

Mientras Ana, relataba sus experiencias de fisgona, Rosa se había llevado la mano a la entrepierna y se acariciaba por encima de los pantaloncillos su juvenil cuquita, haciéndose en su mente una idea del pene de Santiago, su padre.

Ana, - exclama - Rosa, que coño estas haciendo.

  • Nada, responde Rosa – solo que me pica mi cuquita.

Pues, yo creo que te estabas masturbando.

Y que tiene de malo, si me hago una pajita, mientras me describes la pinga de mi papá.

Estas loca, mira Rosa, somos amigas, te veo como mi hermana menor, tenemos una confianza única, pero esto es mucho con demasiado.

Mira tía, siempre hablamos de hombre, de sus vergas, como nos besan, como nos meten el dedo en el culo, es decir de todo.

Si, hablamos intercambiamos ideas y todo lo que tu quieras, pero esto se sale de contexto.

Aja, esta bien... todo lo que tu digas, pero dime, nunca te has excitado con lo que conversamos.

Ana, - parece dudar- bueno una cosa es excitarse y otra es masturbarse.

Y que, responde Rosa, acaso tu nunca te has masturbado.

Claro, que lo he hecho y lo sigo haciendo cada vez que puedo, responde Ana, pero sola, eso no es cosa para andar exhibiéndose. Es un acto privado, para la intimidad.

Perfecto, tú lo has dicho, se hace en privado, aquí estamos solo tú y yo, tu hablas y yo me pajeo, además –agrega, Rosa, con una sonrisa a flor de labios, no sientes curiosidad de ver como me hago una pajita.

Ana callo, por unos instantes, buscando argumentos, luego responde, esta bien, hazte la paja, yo te veo, pero si, sin tocarnos, que lesbiana no soy.

Como quieras, tía, si me quieres ver, por mi no hay problemas, pero si quieres tocar, mejor, además se siente mejor cuando otro te la hace.

Ana, vuelve a dudar, Pues no sé, yo me masturbo y me siento bien, y nunca he tenido la necesidad de que otra mujer me la haga

Rosa, siente que a ganado terreno, y le dice a su tía, anda mujer, hoy es el día para que aprendas de tu sobrina algo nuevo

Bueno si lo vamos hacer que sea ya, antes de que me arrepienta.

Rosa se despoja rápidamente de sus pantaloncillos y como no lleva pantaletas, queda desnuda de la cintura para abajo, solo conserva la pequeña blusa, que cubre sus pequeñas pero plenas tetas. Rosa deja a la vista de su tía su vientre plano, sus prolíficos muslos, sus exuberantes nalgas, pero lo que más llama la atención de Ana es la extraordinaria protuberancia del pubis afeitado de su sobrina. Nunca había visto ninguno cuyo relieve rebasara tanto la línea imaginaria del pubis. La falta de vellos pubicos dejaba descubierta la brecha de la hermosa vagina, la cual llegaba muy alto y se sumía profunda y nítida entre los muslos que permanecían cerrados.

Ana –exclama, muchacha que cuca, tu nunca me dijiste, que te depilabas, su miraba escrutaba con avidez los labios vaginales. Luego se dirige a la puerta de la habitación, pasándole el seguro a la cerradura, luego con una risita nerviosa dice, no sea que alguien venga. Regresa a la cama recostándose al lado de su sobrina.

Rosita, anda por favor, abre las piernas, para ver mejor esa totonota, muchacha que labios, que gruesos. Que bella.

Bueno tía, yo abro las piernas y te enseño toda mi cuca, pero con una condición.

Cual, Rosita. Dime

Bueno tía, que te quites la ropa, que yo también te quiero ver esa cuquita pelua.

Ana se levanta y se quita la blusa dejando a la vista unas bien formadas tetas, amplias, erguidas, coronadas por grandes aureolas color marrón oscuro, rematados por unos espléndidos pezones ya erectos, luego sigue la falda, dejando a la luz del día unos rotundos muslos, redondos, casi perfectos. Ana le quiere dar un verdadero espectáculo a su sobrina, por eso le da la espalda, permitiendo que la mirada de Rosa se pose en su rotundo culo.

Rosa con una mirada lujuriosa exclama, tía que culo tan bello. Ana voltea sonríe y exclama gracias, pero tu tampoco estas nada mal. Y vuelve a mirar los labios vaginales de su sobrina, pasándose la lengua por los labios de su boca. Luego se inclina mientras se baja las diminutas pantaletas y con ese sensual movimiento sus redondas y rotundas nalgas se entreabren dejando ver por unos segundos el oscuro y precioso ojete del culo. Luego se voltea y modela dando varias vueltas para que su sobrina pueda ver bien todos los contornos de su cuerpo.

Tía, que buen cuerpo te gastas, además ese manojo de vellos se te ve exquisito.

Bueno ahora tu abre bien esas piernas, exclama Ana.

Rosa, coloca una almohada bajo sus nalgas, esto le permite levantar un poco la cintura, y así ofrecer una mejor panorámica de sus preciados secretos. Luego con extrema lentitud abre sus rollizos muslos dejando a la vista de su tía la hermosa hendidura de su vagina en toda su extensión y grosor, inclusive el rosado y diminuto ano.

Ana recorre con una mirada llena de lujuria la inmensa y hermosa cuca de su sobrina, se pasa nuevamente la lengua por sus labios resecos, siente que le falta la respiración, y solo puede decir que bella, con una voz ronca producto de la excitación que consume su cuerpo, Rosa siente que la exclamación de su tía es sincera, no hay envidia, solo admiración, por eso permanece complaciente mostrando en forma impúdica la cuca en todo su esplendor.

Ana se coloca entre los muslos de su sobrina, su cara muy cerca de la juvenil vagina, Rosa siente la respiración de su tía sobre su sexo, esta aspira el olor que emana de la voluptuosa totona, su mirada escruta con sumo cuidado cada centímetro de piel, como grabando en su mente toda la dimensión de los gruesos labios vaginales.

Rosa, con los dedos de una de sus manos abre con suma delicadeza los gruesos labios, dejando ver las rosadas mucosas internas, luego pone la otra mano sobre la cabeza de tía, acercándola lentamente. Ana se deja llevar, cierra los ojos cuando sus labios entran en contacto con la cuca de su sobrina, la lengua se activa inmediatamente, primero recorre superficialmente el área externa de los labios vaginales, luego sus caricias sé centran en la fina fisura que separa los carnosos belfos, tratando de introducir su lengua lo mas profundamente posible, sondeando casi con timidez. Pasados los primeros instantes, la lengua se torna mas atrevida, más ávida, Ana siente que la cuca de su sobrina va cambiando de sabor a medida que aumenta su lubricación, un sabor nuevo, distinto que no puede definir, es sumamente atrayente, pero lo más importante le gusta y no desea dejar de saborearlo.

Rosa por su parte siente la lengua de Ana recorriendo todo lo que se llama cuca, como lame su clítoris, como lo chupa, como lo masajea con su lengua, como lo lleva y lo trae. Rosa en medio de las caricias lingüísticas de su tía, tiene que reconocer que es la mejor chupada que le han dado en su corta vida.

Ana quiere explorar nuevas experiencias, así que siguiendo sus instintos, introduce dos dedos en la jugosa grieta de su sobrina, sondeando profundamente, unas veces en forma circular, su lengua lame incansablemente, limpiando una y otra vez la lubricada hendidura, bebiendo con éxtasis el elixir que brota de la cuca de su sobrina. Ana se vuelve mas osada a medida que transcurren los minutos y deja correr sus dedos entre las turgentes nalgas de su sobrina, acariciando con sus esmaltadas y largas uñas el diminuto agujero, luego sus dedos van penetrando poco el apretado ano, el cual se va dilatando a medida que es profanado. Los dedos escrutan profundamente las entrañas de la joven. Los dedos van de una entrada a la otra, a veces en forma simultanea, esta caricia, junto con el movimiento de la lengua en plena raja, van encendiendo a Rosa, quien jadea, emite roncos sonidos, su cabeza va de un lado a otro, los jugos brotan en mayor cantidad de la lujuriosa y voluptuosa hendidura.

Rosa, se acaricia los pezones, los pellizca, los estruja, en sus movimientos se nota que su cuerpo es prendido de una inmensa ola de placer, emite sonidos bajos, por momentos gime, toma con ambas manos la cabeza de tu tía, tratando de guiar la boca de Ana a los puntos más sensibles de sé mojada cuquita.

A medida que pasa el tiempo Ana se va perfeccionando en el movimiento de sus dedos, la caricia de entrada y salida en los orificios de Rosa se vuelve lento. El desplazamiento de los dedos de las manos de Ana se regula, no es ansioso como al principio, sino que adquiere un movimiento casi hipnótico, entran y salen suavemente en conjunción con la lengua, luego de esta relativa calma en el ritmo de la caricia, la tía se vuelve más agresiva, aumenta gradualmente el ataque al ano y la vagina, Rosa responde moviendo su grupa al encuentro de los gráciles dedos. Rosa siente como va creciendo dentro de ella una oleada de placer, el flujo vaginal es mayor, Ana no se da basto para succionar el delicioso elixir, el cual bebe como si fuera el maná enviado por los Dioses para sobrevivir.

Rosa se encuentra en medio de un maravillo y prolongado orgasmo, Ana siente como se tensa el cuerpo de su sobrina, lo que la obliga aumentar el ritmo de sus caricias, el placer continuaba, para Rosa el tiempo se había detenido y todas las sensaciones partían de centro de sus piernas, Ana se cesaba su ataque de lengua contra la vagina y los dedos contra el diminuto ano, todos a la vez. Rosa ha llegado a la cúspide del placer, su cuerpo se desmaya, las piernas se relajan, las manos aflojan la cabeza de Ana, con los ojos cerrados, se queja bajamente, suspira, su respiración agitada de pruebas inequívocas del inmenso placer que ha recibido, las convulsiones de su cuerpo bajan gradualmente, Rosa termina suavemente de lamer, retira los dedos del ojete del culo, los cuales se encuentran embarrados de lubricación y restos de mierda que ha extraído de los intestinos de su sobrina.

Se levanta y se dirige a al baño privado, que se encuentra dentro de la habitación, a lavarse las manos, cuando sale, Rosa abre los ojos y le regala una sonrisa de agradecimiento, Ana se coloca nuevamente entre las piernas abiertas de su sobrina, ya que esta no ha cambiado de posición y le estampa un sonoro beso en plana raja, a la vez que le dice, muchacha que cuca tan sabrosa y que cantidad de jugos, que sabor, como lubricas, divino, no te puedes imaginar el placer que le has dado a mi boca con ese sabor tan rico, y le da otro sonoro beso a la lujuriosa vagina, que Rosa le sigue mostrando un tanto impúdicamente, luego pasa sus dedos por los carnosos labios, a manera de despedida.

Rosa toma de las manos a su tía, acercándola a su cuerpo, le un beso largo, apasionado, sus lenguas se buscan, se muestran ávidas de conocerse mas a fondo, la joven con un frenesí desmedido busca meterse mas dentro de la cavidad bucal se Ana, las manos de ambas recorren los cuerpos desnudos, el abrazo se hace mas fuerte como si quisieran fundirse en uno dentro del otro.

Luego Ana se tiende boca abajo en la cama, Rosa comienza a besar a su tía desde las plantas de los pies, comenzando por los dedos los cuales lame uno por uno, sube lentamente por la pantorrilla, pasa a los muslos que están semiabiertos, Rosa va lamiendo alternativamente las rollizas y rotundas piernas, hasta llegar a las turgentes nalgas, preciosas, grandes, plenas, sin ningún pliegue. Rosa besa y lame cada cachete, luego como si lo hubiera hecho un centenar de veces, abre suavemente las hermosas posaderas, dejando a la vista el incitante ojete del culo, la joven cual experta acerca su lengua al diminuto agujero, lame suavemente en torno al ano, el cual por reflejo se contrae, la chica es persistente en la caricia, ensaliva, chupa, lame el orto de su tía. Ana no resiste, la insistente caricia y comienza a gemir, gemidos que van en aumento y de acuerdo con la intensidad de las lamidas.

Rosa se desplaza a un costado del cuerpo de Ana, levantándolo un poco, buscando desesperadamente la cuca de su tía. Luego introduce profundamente dos dedos en la añorada vagina, su lengua se entretiene ensalivando los vellos pubicos de Ana. La caricia se prolonga por varios minutos los jadeos y gemidos de Ana se escuchan por toda la habitación. Rosa cambia la dirección de sus dedos y los dirige directamente al hueco del culo, mete dos dedos incrustándolos profundamente, al mismo tiempo, Ana ante inesperado ataque grita mas de placer que de dolor.

El encanto del momento se rompe ante los fuertes golpes en la puerta, Ana abre la puerta, grita Santiago su hermano mayor.

Coño y ahora que hacemos, exclama Ana, mientras se incorpora

Nada, responde Rosa. Tomando asiento a su lado

Como que nada, mira como estamos

Bueno, tía, tu me acabas de contar que papá tiene una hermosa verga.

Si, y eso que tiene que ver.

Mucho

No te entiendo.

Ya estamos vestidas, vamos a darle una fiesta a papá, además mamá no esta en casa.

Coño, caratija, te estas pasando.

Santiago vuelve a tocar, llamando nuevamente a su hermana Ana, ambas mujeres se miran fijamente, se toman de las manos y se dirigen a la puerta.

Abren la puerta de sopetón, dejando atónito a Santiago ante el hermoso espectáculo de estas dos hermosas y provocativas mujeres totalmente desnudas, sus ojos recorren el cuerpo de las hembras de pies a cabeza, la sorpresa deja sin habla al hombre.

Rosa es la habla, diciendo que se ofrece papá................

Espero que este relato que puede que sea ficción o verdad, eso realmente queda a la imaginación de ustedes mis apreciados lectores, pero les puedo asegurar que las mujeres de venezolanas, son famosas por su belleza, demostrada mas de una vez en los certámenes del mundo, pero tan bien son tan calientes como todas las latinas.

Sus comentarios con gusto los leere con gusto en mi correo arpharod44@hotmail.com