La sobrina de mi mujer

Un hombre de 65 años que se cree impotente, descubre que no lo es.

Soy un hombre de 65 años. Hace dos años que satisfago a mi mujer con masturbaciones y cunnilingus, ya que mi polla no consigue la suficiente erección como para penetrarla.

El viernes, 31 de marzo de 2017, o sea, hace tres meses, mi esposa, se fue a irlanda (nuestra hija había dado a luz a nuestro primer nieto). Yo tuve que quedar para atender nuestro negocio. Una sobrina de mi mujer, que tiene 18 años, y que es alta, delgadita, morena, de larga melena negra y con una carita preciosa, se quedó a cargo de las tareas domésticas que hacía mi mujer

Cerré el negocio a las nueve y me fui a casa. Al llegar a casa me llegó el inconfundible olor a cordero asado. Ella, en la sala, me recibió con una sonrisa en los labios. una minifalda azul, una camiseta blanca, apretada,  en la que se marcaban sus pezones y unas changlas blancas.

-¿Saco en cordero del horno? -me preguntó.

-Saca. Yo voy a buscar el vino a la bodega.

Unos minutos más tarde estábamos cenando.

-¿Cómo le fue el día, tío?

-Mal, casi no hay ventas. ¿Y a ti?

-Bien.

Cambié de tema.

-Está buenísimo el cordero. Eres una buena cocinera. ¿Al final te quedas a dormir aquí o vuelves a tu casa?

-Ya la tía me preparó la habitación de invitados.

-Es bueno saber que uno no está sólo en casa.

-¿Está pensando en verde? -preguntó, sonriendo.

-No te preocupes. Ya no estoy para esos  trotes.

El cordero estaba tan bueno que acabamos la botella de vino tinto y fui a buscar otra a la bodega. que también acabamos. Luego vino el café, que yo nunca tomo de noche, y el chopito de brandy. La verdad es que Ella, acabó contentilla. Le ayudé a recoger la mesa y después nos fuimos a la sala a ver la televisión.

Cinco minutos más tarde, los del CSI se iban a quedar sin audiencua. Ella, se recostó, a lo largo del sillón. Puso la cabeza sobre uno de los brazos del sillón y sus piés sobre mi regazo.

-¿Echamos un polvo, tío? -me preguntó como si fuese la cosa más normal del mundo.

No le respondí. Le saqué las changlas, y masajeé y besé las plantas y los dedos de sus pies. Después fui masajeando y besando sus  piernas. Región del tobillo, región de las rodillas y región de los muslos. Ella, estaba con los ojos cerrados. Le subi la minifalda. Le aparté las bragas. Metí mi dedo pulgar en su chochito, que ya estaba empapado con su flujo. La empecé a masturbar. Al rato, mi dedo pulgar ya chapoteaba en sus jugos. Le metí dos dedos y seguí acariciando su punto G. Poco después, sentí como una especie de corriente de agua nacía en el interior de su vagina, y cuanta más nacía, más apretaba su vagina mis dedos al entrar y salir de ella. Del silencio total en que estaba, comenzó a gemir. Sus gemidos se empezaron a acelerar. Su pelvis subía y bajaba. Ya no había vuelta atrás. Comenzara a correrse.

-¡Me viene, tío! ¡¡Me viene!! ¡¡¡Me corro!!!

Se corrió, temblando y entre sacudidas. Yo, la miraba y la polla se me puso morcillona. ¡Pena que no se me levantara, coño!

Al acabar de correrse, se sentó en el sillón, y sonriéndome, buscó con su mano mi polla. Abrió la cremallera del pantalón y la sacó.  Me besó, y al sentir la frescura de sus labios y de su lengua, lo que hacía años que no pasaba, pasó, mis 22 centímetros estaban en erección.

-¡Que maravilla, tío! -Exclamó la sobrina de mi mujer. al verla. Luego comenzó a sacudirla, a lamerla y a chuparla.

Aunque no era una experta haciendo felaciones, a punto estuve de correrme. Soy perro viejo y sabía que eso sería mi ruina.

La aparté, con delicadeza. Le saqué la camíseta. Tenia las tetas pequeñas, duras como piedras y su tacto era muy suave, como sus muslos, como todo su cuerpo. Tenía pequeñas areolas rosadas y pequeños pezones. Acaricié, lamí y chupé sus tetas, sus areolas y pezones, que se habián puesto duros y estaban de punta.

Se echó hacia artrás en el sillón. Le saqué la minifalda y las bragas, que estaban muy mojadas del orgasmo del que había gozado. Tenía el chochito rodeado de vello negro. Me arrodillé.  Lamí, repetidamente, desde su periné hasta su clítioris, parando en medio para meter y sacar, varias veces, mi lengua en su vagina. Comezó a gemir. La miré. Me estaba mirando. Sonrió, y mirándome con sus preciosos ojos color avellana, acarció mi cabello. Su linda cara estaba radiante de felicidad. Sin dejar de mirarnos, pasé mi lengua por sus labios inferiores y superiores. Metí y saqué mi lengua en su vagina, un par de veces. Me detuve en su clítoris. Lo chupé y lo lamí con movimientios ascendentes, descendentes, laterales y en círculos. Al cerrar sus ojos y hacerse más intensos sus jadeos, supe que se iba a correr. Me lo confirmó.

-Si sigues me corro otra vez, tío -susurró.

-Mueve la pelvis y córrete cuando quieras -le dije, y luego apreté mi lengua sobre su clítoris.

Comenzó a mover la pelvis con movimientos ascendente, descendentes y circulares. Metí mi lengua en su vagina, sin dejar de apretar con ella su clítoris.

-¡Dios, que gusto! ¡Me voy a morir de placer!  ¡¡Oh, oooh, ooooh, oooooh, ooooooooh, oooooooooooh!! ¡¡¡¡Aaaaaaaaaaaah!!!

Empezó a correrse, entre estremecimientos y dulces gemidos. Su flujo, calentito, fue cayendo en mi boca. Fue una corrida deliciosa.

No necesitó descansar.

-¿Me follas o te follo, tío? -me pregunto, después de correrse.

-Te follo, sobrina, te follo - le dije.

La puse a cuatro patas sobre la alfombra de la sala. Mi lengua entraba y salía de su culo. Con una mano acariciaba su clítoris y con la otra le hacíia un dedo.

-¡Métemela en el culo, tío, métemela en el culo, que sólo de sentirla ya me corro! -me dijo a los 10 o 15 minutos de estar jugando con su culo y con su sexo.

Saqué el dedo de su chochito, y se lo metí, mojado,  en el culo. Se lo metía, se lo sacaba y le daba veltas. Ella no paraba de gemir.

Al rato la iba a satisfacer el capricho.

Le empecé a meter la polla en el culo, con mucha suavidad, un "¡¡Oooooooooooooooooooooo!!, se escapó de su garganta. Con mucha suavidadí acabé metiéndosela toda, y con mucha suavidad le follé el culo. Ella, metia dos dedos en se chochito mientras le metía la polla.

-¡Me voy a correr otra vez, tió! ¡¡Dame fuerte!!

Le follé el culo como me pedía.

Al comenzar a correrse, giró la cabeza. Quiso hablar y no pudo. Mientras se sacudúa como una vara verde azotada por un temporal, de su boca solo podían salir gemidos. Vi que tenía los ojos en blanco. La besé y sentí en mi lengua la fuerza de su corrida. Fue una corrida maravillosa,

Era mi turno. Se la saqué del culo. Vi dos reguerones de flujo bajando por el interior de sus muslos. Se la metí en el chochitio. A pesar de estar empapado, entraba muy apretada, tan apretada como le había entrado en el culo. La agarré por las tetas y la folle duro. Me iba a correr,. Senti como su chochito  apretaba mi polla. Me quedé quieto.  Sabía que se iba a correr otra vez.

Ella, movió el culo hacia delante y hacía atrás. Estaba desatada.

-¡¡¡Córrete conmigo, tío, córrete conmigo!! -exclamó al sentir que le venía.

¡Y vaya si me corrí! Le llené el chochito como nunca antes se lo habían llenado, y ella tuvo la corrida mas larga y intensa de su corta vida sexual.

Sigo acostándome con la sobrina de mi mujer, pero eso ya es otra historia.