La sobrina

Sí, mi tío era la guinda en el pastel de nuestra relación. Él que luchaba fervientemente contra la culpabilidad que sentía cada vez que me deseaba y la necesidad de tomar lo que le ofrecía.

Como el otro se pueden leer por separado, pero en los otros dos se forjan un poco los personajes. Esta es la ultima parte de la triologia y espero que os guste.

Me desperté en el mejor sitio del mundo… entre sus brazos.

Aun antes de abrir los ojos supe que él me estaba mirando. Los abrí y comprobé que tenía razón, en su mirada había tanta ternura… que comparar esa mirada con la oscuridad de su otra mirada, la de anoche cuando me follaba como un poseso le hacían parecer dos personas distintas.

-¿En qué piensas?–pregunté dándole la espalda-

-Pensaba en el memorable momento acontecido en esta cama, pienso en la cantidad de veces que aquí acostado miré el techo esperando que pasara algo en mi vida y solo pasaba la vida. Entonces apareciste tú para llenar todo esos pensamientos grises de color.

Nos habíamos repetido hasta la saciedad que no íbamos a analizar esa relación y simplemente íbamos a vivirla. Pero supongo que al ser la primera vez que dormía en su cama había traído otros recuerdos a su mente.

Pasamos juntos el sábado, salimos, compramos y finalmente cocinamos, comimos y descansamos. Por la noche me llevó a cenar y volvimos de madrugada a su casa, completamente agotados caímos en la cama hasta el día siguiente.

-Buenos días princesa –me dijo antes de que abriera los ojos-

Le busqué por el sonido de su voz y le vi sentado junto a la ventana con el periódico entre sus grandes manos, las miré recordando el placer que le daban a mi cuerpo y sonreí.

El me miró serio y se levantó, se acercó a la cama y besó cada rincón de mi piel con auténtica veneración.

-Me encanta darte placer pequeña –dijo separando mis muslos-

Besó con delicadeza la cara interna de mis muslos y subió hacia mi sexo desnudo, apartó los ricitos con dos dedos mirándome a los ojos justo antes de bajar la cabeza.

Sentir su lengua recorrer mi sexo era una de las mejores sensaciones de mi existencia. Dos minutos después me retorcía abriéndome para él, que poco a poco me llevo al paraíso con esa faceta tierna que completaba la fiereza de su otro yo.

-Levántate golfilla o no saldremos nunca de aquí.

Riendo me fui al baño, me duché, me puse una faldita vaquera y salimos juntos de su casa.

-No des saltitos pareces una cría y eso me hace parecer más viejo aun –no había reproche en su voz-

-Cariño comprender quien eres y lo que quieres sin importar lo que opinen los demás, es más importante que ser quien crees que deberías ser y hacer lo que crees que está estipulado hacer-le dije al ver su triste expresión, le afectaba demasiado nuestra diferencia de edad-

-Madre chiquilla que suerte la mía, con lo rica que estas, encima eres de lo más espabilada. A veces envidio la claridad con la que lo ves todo.

-No es eso, simplemente me dejo llevar por lo que siento, quiero y necesito.

-Te acabas de ganar un helado –me dijo riéndose de mi-

Compramos unos helados y fuimos al parque, allí en un rincón me pasó los dos conos a mí y él fue chupando de ambos como yo.

Miró a ambos lados y metió la mano bajo mi falda, pronto llegó a mis braguitas y las apartó un poco para tener acceso a mi sexo ya mojado.

-Se te está escurriendo –dijo el con una sonrisa al notar mi excitación-

Allí mientras me ponía perdidita de helado volvió a conseguir que me corriera; ese hombre adorable iba a volverme loca.

Subí a su casa a cambiarme de ropa, nos íbamos a cenar.

-Sube sola nena, o no saldremos a ningún sitio –dijo mirándome-

Me llevó a cenar y no dejó de mirarme y decime las ganas que tenía de follarme.

-¿Qué quieres de postre? –me pidió-

-Nada, quiero irme a casa ya.

Nos besamos en el portal, nos sobamos en el ascensor y nos desnudamos en el recibidor.

Antes de llegar al final del pasillo me apoyó en la pared, subió mi pie a una silla que había y agarrándome de la cintura me penetró.

-Llevaba todo el día pensando en esto Alma

Arremetió con dureza, dentro y fuera, dentro, dentro… y estallé.

Se sentó en la silla retirándola de la pared y poniéndola en medio, tiró de mí, separé las piernas y agarrando su durísima polla fui bajándome, clavándome en su potente estaca.

Subí los pies a los barrotes, me agarré al respaldo y me follé con fuerza como sabía que el necesitaba en ese momento. Quería sentirle profundamente, quería que me destrozara.

-Nena no puedo más, llevo demasiado esperando. Para cariño –grito entre jadeos-

-No puedo, quiero correrme –seguí moviéndome, salté, apreté su polla-

Mi cuerpo se arqueo y temblé cuando el orgasmo me partió en dos. Él espero a que acabara para levantarme y llevarme a su habitación.

Me hizo caer sobre la cama, se colocó entre mis piernas de rodillas, masajeó mis riñones y mis glúteos antes de bajar la cabeza.

Mordisqueó y lamió mi carne, la abrió y lamió mi rajita, mi culo, mientras yo me retorcía de placer mordiendo la almohada.

Llevó allí su polla, la empujó levemente y noté como cedía y poco a poco se adaptaba a su fabulosa intromisión. Todo el proceso fue calmado hasta que estuvo completamente instalado, entonces empezó a moverse poco a poco primero, pero empezó a ir más rápido, más fuerte, más adentro… gritaba como un poseso sintiéndose dueño de mi cuerpo.

-Princesa que placer follar tu estrechito culo, voy a partirte en dos, golfilla –gritó con la respiración acelerada-

Paso su mano hacia adelante y pellizco mi clítoris y yo de nuevo me retorcí arañando el colchón mientras me corría y perdía el mundo de vista.

El salió de mi interior y colocándose al lado me pidió si estaba bien.

-Sí, ahora me toca a mí. Quiero que sientas un poco del placer que me das -le dije bajándome de la cama y poniéndome de rodillas sobre una almohada en el suelo.

Agarré con fuerza la base de su polla y empecé a lamer sus huevos, bajé a su raja, encontré la entrada a su cuerpo y como el había hecho tantas veces lamí en círculos antes de darle golpecitos con mi lengua mojándola y luego empujando está en su ano.

El gimoteaba y sentía su polla endurecerse bajo mi apretón.

Seguí lamiendo y penetrándole con mi lengua animada por sus jadeos cada vez más fuertes.

-Sabes que me estas matando ¿verdad princesa?

Coloqué mi dedo en la entrada húmeda por mi saliva y sin soltar el apretón aun subí lentamente por su tallo con mi lengua y solo cuando coloqué mis labios sobre el capullo, solté la presión y succioné al tiempo que empujaba mi dedo en su interior.

-Alma, princesa, cariño…

Curvé el dedo como había leído que debía hacerse y lo gire en su interior, el gritó como un animal justo antes de correrse. Un potente chorro llenó mi garganta, el gimoteaba y yo movía mi dedo, otro chorro llenó mi boca y un tercero mojó mis labios. Los relamí sin dejar escapar una sola gota de su néctar, sacando mi dedo poco a poco.

Volví a lamerle y me tumbé a su lado.

Su respiración iba a mil por hora, se giró y en su mirada había tal gratitud que riendo me lancé hacia él y le bese.

-Parece que te ha gustado ¿verdad?

-Jamás había sentido nada parecido cariño mío.

¿Qué más daba que ese hombre me doblara la edad? ¿Porque deberíamos perdernos todos eso solo porque no era lo normal? No pensaba vivir dando tantas explicaciones porque mis amigos no las necesitaban, mis enemigos no iban a creer la felicidad que sentíamos el uno en brazos de la otra y los estúpidos jamás iban a entenderlo.

El lunes regresé al trabajo feliz junto a mi amante, llegamos juntos aunque algo más pronto que el resto.

A mitad de semana me llamó a su despacho.

-Alma ¿puedes venir un momento para ayudarme con el ordenador?

-Voy-le dije por el intercomunicador-

Cuando entre tras tocar la puerta, le vi sentado al teléfono. Me indicó que me sentara que en un momento estaba conmigo.

Volvió a su llamada y yo eche el pestillo con disimulo, me acerqué a su lado y tiré del sillón, él me miró interrogante, entonces me senté en su regazo y empecé a besarle el cuello.

Rápidamente colgó el teléfono y busco mi boca, lamió mis labios y los mordisqueo.

-Nena, lo deseo más que tu pero puede entrar alguien.

-He cerrado con pestillo, si alguien entra fingiremos que se ha atrancado. Ahora bésame como sabes.

Me abrazó y devoró literalmente mi boca mientras ya acariciaba mis muslos desnudos. Durante varios minutos tan solo nos besamos y sentí crecer su polla bajo mi culo. Deseaba tenerle dentro tanto como sabía que no podía ser, no ahora.

Volvimos al trabajo obligándonos después tras el breve intercambio. Ese fue el único momento de intimidad esa semana.

El viernes entre en su despacho y él se acercó a besarme.

-Hoy no puedo ir a tu casa no recordaba el cumple de una amiga.

-No te preocupes cielo, mañana nos veremos en la fiesta de tu tío. ¿Luego vendrás a casa?

-Si quieres por supuesto

Salí hasta las tantas y me divertí aunque no hubo un minuto que no hubiera salido corriendo a su lado. Me obligué a quedarme, porque debía mantener un poco de distancia prudencial.

El sábado me arreglé con esmero, me puse un vestido largo recto hasta los tobillos y de cuello alto. De frente parecía de lo más soso, pero nada más dar el primer paso las dos rajitas laterales dejaba ver mis piernas hasta medio muslo. Me puse unos tacones y dejé mi melena rojiza suelta y revuelta.

Cuando llegué salude y felicité a mi tío.

-Felicidades tío –dije besando sus mejillas-

-Estas preciosa –dijo paseando sus ojos por mis pechos y dirigiéndola a mis piernas- realmente adorable.

Salimos juntos a la enorme terraza donde todo estaba preparado para una barbacoa. Le busqué con la mirada y me encantó ver la admiración en sus ojos.

Salude quitándome de encima a varias personas y fui directa a él.

-Hola princesa, estas de escándalo.

Me senté a propósito entre ambos, el corte del vestido hacia que separando un poco las piernas este caía en el centro y mis piernas quedaban al aire, me excitaba rozar el muslo de Eduardo y más aún cuando sentí su mano en mi muslo, resbalando hacia el centro, apartando la tela.

Le miré un segundo para ver su cara cuando notara que no llevaba bragas, abrió mucho los ojos y sonrió metiéndose algo en la boca para disimular. Pronto dos dedos acariciaban mi rajita húmeda. Me centré en mi plato para que nadie notara el placer que sentía.

Cuando estaba a punto de correrme retiró la mano y le miré con furia. Él se encogió de hombros sonriendo y me dijo al oído.

-Ha terminado mi turno princesa

Miré sus manos sobre la mesa y sentí otra mano entre mis piernas, otros dedos en mi sexo y otras caricias que conocía a la perfección.

Miré hacia el otro lado y mi tío sonriendo levemente me penetró con dos dedos, casi grité de placer, pero de nuevo mire a mi plato. Él se giró ligeramente para que nadie notara su otra mano y fingiendo hablar con Eduardo mientras yo en medio me apartaba ligeramente.

Sus dedos entraban y salían de mi cuerpo mientras todos cenaban y hablaban en la penumbra de la noche, ligeramente iluminada pero llena de sombras.

Me mordí el labio y Eduardo me dijo:

-No lo retengas quiero ver cómo te corres ante todos con los dedos de tu tío metidos en tu coñito hambriento -hablaba tan flojito que su voz sonaba rara y súper excitante-

Empujó más adentro y me corrí en sus dedos, en silencio mirando hacia abajo. Sacó los dedos lentamente y cogiendo un trozo de carne comió para después lamer sus dedos descaradamente. Jadee flojito al ver a mi tío hacer eso.

Al final de la cena sacaron dulces y bebidas. Todos se divertían sin saber la tensión sexual que había entre los tres lo de la cena solo había servido para excitarnos aún más.

Casi a media noche empezaron a irse todos, apenas quedan un par de amigas de mi tía y nosotros cuando mi tío, disculpándose subió a su despacho y unos minutos después se asomó a la ventana.

-¿Podéis subir a ver esto? –nos preguntó a nosotros-

-Solo es un momento esperábamos la contestación de un cliente –le dijo Eduardo a mi tia y supe que estaba todo planeado por los dos-

-Claro, tranquilos –dijo está volviendo a hablar con sus amigas-

Por la escalera Eduardo me dio un cachete.

-Venga sube rápido tardonaza

Llegué arriba, entré en su despacho y nada más cerrar la puerta el cogiéndome de la mano me llevó hacia la silla donde mi tío estaba sentado. Desde atrás subió lentamente mi vestido dejando mi sexo al descubierto para que mi tío disfrutara de esa visión.

Mi tío asintió, mirándome con esa cara mezcla de pesar y deseo.

Sí, mi tío era la guinda en el pastel de nuestra relación. Él que luchaba fervientemente contra la culpabilidad que sentía cada vez que me deseaba y la necesidad de tomar lo que le ofrecía.

Yo sabía de su fría e interesada relación con mi tía y ello me daba vía libre para incluirle en nuestros juegos, ¿quién mejor que él para compartir?

Nunca en nuestras tediosas reuniones en familia había imaginado al hombre que era mi tío.

Me sonrió totalmente entregado a sus más bajos instintos, inclinándome hacia adelante llevé mis manos a su bragueta y la bajé, mientras oía a Eduardo hacer lo mismo con la suya.

Colocado tras de mí, apoyó una mano en mis riñones y agarrando su duro sexo lo paseo por mi mojada rajita antes de colocarla en mi entrada y empujar hasta el fondo.

-Chúpala cielo –dijo mi tío empujándome hacia su rabo con su mano en mi nuca-

Saqué la lengua y lamí su glande, luego chupetee y en una arremetida de Eduardo me tragué la mitad, una segunda envestida más dura me hizo tragar casi toda la polla de mi tío. Este extasiado y entregado jadeaba levemente para no ser oído.

Eduardo me dio un cachete blandito, el segundo más fuerte y el tercero me hizo gimotear.

-Calla puta y chupa la polla de tu tío mientras te follo, tienes el coño encharcado -ese lado oscuro en él me volvía totalmente loca.

Mi tío estiro la mano buscando mis tetas que colgaban ligeramente, pellizcó y tiró de mis pezones con dureza.

Esos dos hombres me volvían loca, gimoteaba de dolor y placer cuando oímos a mi tía llamar a mi tío.

Él con la misma silla se desplazó a la ventana y estirando la cabeza le dijo:

-Ahora bajamos, esto es importante –dijo apretándome contra el-

-No es por eso, voy a llevarlas y subiré a por unas cosas a casa de Rosa. No tardaré mucho.

-Bien

Cuando oímos el coche me apartó un poco y Eduardo también salió.

-Vas a volverme loco nena. Ven –dijo mi tío cogiéndome de la mano-

Me llevó por el pasillo y entramos en una habitación con claro ambiente masculino.

-Es mi habitación, quiero follarte aquí –dijo empujándome sobre la cama-

Caí de bruces y el tirando de mis caderas las subió a la altura de su polla y sin agarrarla empujó hasta que encontró el camino.

Me penetró sin miramientos y salió completamente solo para volver a arremeter con más dureza y más profundamente.

Eduardo se colocó al otro lado, agarró mi cabeza y la llevó a su erecto sexo.

-Ahora chúpamela a mí mientras tu tío te da duro –dijo con voz ronca-

No se la chupaba sino más bien él se follaba mi boca.

Mientras entraba y salía de mi vagina mi tío empezó a dilatar mi ano y así pronto temblé bajo su cuerpo y con la polla de mi amante bien adentro de mi garganta. Me corrí salvajemente.

Eduardo abandonó mi boca y se tumbó en la cama tras mirar a mi tío.

-Ven princesa

Subí sobre la cama, me arrodillé y me dejé caer lentamente sobre esa polla que me llenaba como ninguna. Nos miramos a los ojos mientras empezaba a moverme.

Mi tío de pie al borde de la cama se la meneaba mirando como bajaba sobre la polla de su amigo, me empujó un poco pegando mis tetas al pecho de Eduardo y apoyándose en mis riñones llevo su polla a mi culo y empujó. Sentí dolor cuando mi ano cedió a la invasión y notaba el escozor cuando poco a poco iba entrando completamente abriéndome y sintiendo como parecía partirme en dos.

Durante unos segundos lloriquee mientras Eduardo lamia mis lágrimas subiendo las caderas desde abajo para que le sintiera. Calmándome con su encendida mirada.

Me follaba el culito como un poseso, realmente quería partirme en dos.

De nuevo desde abajo subió las caderas y forzó su polla para que la sintiera por encima de las arremetidas en mi culo y entonces pegó sus labios a los míos mientras mi tío en una última arremetida se vació en mi interior, luego salió lentamente y yo me incorporé un poco; Eduardo me tumbó en la cama, flexionó mis piernas y colocó su polla entre los labios de mi vulva; empezó a mover las caderas como si me follara sin hacerlo, cuando de repente note su glande rozar mi clítoris y como todo el tronco frotaba el resto de mi rajita por la presión de su mano.

Empecé a temblar, mi cuerpo ardió y justo cuando un remolino se formaba entre mis piernas su semen caliente y espeso bañó mi clítoris sensibilizado por su roce y me corrí. No podía controlar los espasmos de mi cuerpo mientras sentía su semen por todo mi sexo.

-Ahora ya podemos irnos o tu tía nos cazara.

Iba a pasar una toallita por las sabanas, pero mi tío me lo impidió.

-Ya lo haré después –dijo con una sonrisa-

Me pusé el vestido, él se vistió y tras despedirnos nos fuimos.

Llegamos a su casa y cuando cerró la puerta me dijo:

-Desnúdate y espérame aquí zorra –desapareció en el baño-

Me dejó helada la dureza de sus palabras, pero esperé sumisa a que saliera. Unos minutos después lo hizo.

-Metete en la bañera, el agua está caliente para desentumecer tus músculos y también limpiara el semen.

Se sentó en el baño y yo me metí en el agua completamente liada.

Me hizo apoyar la cabeza en una toalla y me tapó los ojos con otra húmeda, sentí como mi cuerpo cedía al placer relajante del baño.

-¿Te ha gustado?-preguntó de repente-

Y supe que no se refería al baño, sino al trio en casa de mi tío

-Si –sentí que no podía engañarle-

-Cuéntame cómo lo has sentido para que entienda lo puta que eres Alma -nada de princesa ni cariño-

-Me ha calentado que me tocarais en la mesa, después que me follaras mientras le mamaba a él y luego que estuvieras dentro de mí mientras él me follaba duramente. El orgasmo ha sido dulce e increíble tras esa maraña de deseos oscuros.

-Muy bien explicado

Retiré un poco la toalla y vi que se había desnudado, su polla volvía a estar dura.

Volví a dejarla en mis ojos y esperé paciente su siguiente pregunta.

-¿Te pone cachonda que te folle tu tío?

-No exactamente; me pone muy cachonda que sea mi tío quien comparta sexo con nosotros dos.

Supe que se estaba masturbando y me turbaba, por una parte me empezaba a excitar pero por otra me preocupaba su lejanía.

-¿Te duele el culo?

-Sí, mucho. ¿Iras con cuidado cuando me lo folles?

-¿Crees que lo hare? –pregunto sorprendido-

-Sé que lo harás –contesté-

Seguía masturbándose mirando ahora mis tetas fuera del agua.

-Me siento totalmente dividido, cuando veo cómo te folla me pongo a mil, luego quiero castigarte y finalmente quiero que tengas claro la diferencia entre ambos.

-Él solo es un complemento más entre tu yo, sin “tu” y “yo”, “el” no es posible.

Después de eso limpió todo mi cuerpo, lo enjuagó y seco con asombrosa ternura.  Esos cambios en el me hacían perder el juicio.

Me llevó a su cama y se fue, temí incluso que no volviera, pero tres minutos después volvió recién duchado. Se tumbó sin rozarme en la cama.

-Lo de esta noche estaba preparado por los dos, me encanta compartirte con el de vez en cuando, esa parte oscura de mi disfruta al mirar cómo te jode.

-Te gusta ver como su polla gorda me penetra el coñito? -acababa de descubrir el juego-

-Sí, me enloquece ver tu cara de golfa

-¿Disfrutas cuando se la chupo mirándote? -le pregunté sabiendo que se ponía a cien-

Vi como su mano desaparecía bajo la sabana y el juego estaba servido. Noté como empezaba a masturbarse mientras le contaba lo que sentía al ser follada, como había pasado en la bañera.

-Cuando me folla el culo con ansia siento como si fuera a partirme en dos.

Destapó su sexo, mostrándome su erección, yo relamí mis labios viendo como su mano volaba sobre su polla.

-Pero lo que más me pone es que después me folles tú. Porque solo cuando tú lo haces me siento realmente poseída. Ninguno de mis orgasmos con él existiría si no los compartiera contigo. A su lado sin ti soy solo su sobrina.

Me di la vuelta y coloqué el almohadón bajo mi sexo para que subiera mi culo.

-Si te duele…

-Fóllame Eduardo, lo necesito.

No tuve que repetirlo, su polla rozó mi ano irritado y empujó lentamente hasta penetrarme por completo.

Estaba irritado y me escocia, los ojos se me llenaron de lágrimas y él al notarlo intentó salir y se lo impedí.

-No lo hagas te quiero ahí, necesito que me poseas

-Quiero poseerte por completo, necesito tu alma además de tu cuerpo.

Su mano bajó, buscó una vez más el botón que liberaría mi orgasmo, lo frotó y sentí la tensión, él lo sintió y empujó hasta el fondo de mi culito hasta correrse conmigo gritando como un poseso.

-¿Aún no te has dado cuenta que todo es tuyo desde siempre?

Salió lentamente y me abrazó con fuerza hasta que nos dormimos.

Desperté al día siguiente en el mejor lugar del mundo… entre sus brazos.