La Sirvienta (3)
Continuan las aventuras de M......
Aquella noche fue la más larga que jamás ha pasado M., no pudo conciliar el sueño, estaba desnuda, en un lugar desconocido, a oscuras, encerrada y tenia las manos esposadas….
¡¡Esposas!!!.... Ella misma se las había cerrado, y la cabeza aun le daba vueltas. Había podido elegir, habría podido salir corriendo y olvidar todo aquello. Pero mientras su cabeza intentaba decirle a gritos que huyera sus manos cerraron las esposas y justo en ese instante sintió un escalofrío que recorrió todo su cuerpo. Se sintió ……liberada…
No lo entendía aun como esa mujer podía ejercer esa influencia sobre ella, no era la primera vez que se sentía atraída por otra mujer pero el hecho de sentirse además dominada por A., sin voluntad propia, le hacía entrar en un mundo nuevo para ella y aunque le daba miedo a la vez se sentía irremediablemente seducida por el hecho de no ser ella quien controlase su vida.
Entre sueños y fantasías de dominación y duermevelas pasó la noche. Entonces en una hora indeterminada oyó la puerta de su celda abrirse. Se hizo la dormida pero intuyó una figura entrando portando una vela. Vio con ojos entornados como la figura posaba la vela en una mesilla que hasta entonces había permanecido oculta en la oscuridad. La figura se la quedo mirando fijamente, aun no distinguía quien era pero si que estaba segura que no era su Ama.
La figura se acerco más y con un dedo le aparto los mechones que le caían por la cara.
M. abrió los ojos y lo que apareció ante si fue una cara masculina. Tenía unas facciones muy marcadas, el pelo largo y rizado, no podía apreciar el color en la penumbra pero los reflejos le parecían dorados, tenía una barba arreglada y el aspecto en general le confería un cierto aire de caballero medieval. De todas formas en su rostro se dibujaba una sonrisa y ese toque precisamente junto con su mirada transmita bondad.
M. se lo quedo mirando y le devolvió una leve sonrisa.
-Bienvenida………Me llamo J. ………no temas no voy a hacerte ningún daño.
-Hol…a ….. soy…..A
-Si lo se pequeña ayer aunque no me vieras estuve todo el rato presente. (le sonrió), soy tu compañero de habitación , de celda y de sumisión, en adelante tu hermano.
-¿Eran tuyas….aquellas manos?....¿eres su marido?....¿qué quieres de mi?-….¿porqué…….
-sssstttt (le posó suavemente le dedo en sus labios sellándoselos dulcemente) tranquila pequeña, todo a su tiempo …
-mmffffmmmmmmffff
-ssssttttt mira , es muy pronto aún y Ama no se ha despertado así que es hora de hacer las tareas diarias. Hemos de prepararnos para ella, tienes que cuidarte, y estar como ella merece y exige, es decir, perfecta. Eso sí, piensa que a su lado no eres nada, ella es nuestra diosa y nosotros simples mortales.
Acto seguido dándole la mano la ayudo a alzarse. Con una llave que colgaba de su cuello abrió las esposas y las retiró, beso las marcas rojizas que habían dejado estas en sus muñecas pero la pobre A no sentía el contacto de esos suaves labios, las tenia entumecidas.
Una vez incorporada la guió a la luz de la vela hacia una puerta que había permanecido oculta tras una de las cortinas.
Allí había un baño precioso con una gran bañera llena de agua caliente y espuma, había una fragancia de rosas en el ambiente que la embriago. Se quedo mirando a J y este devolviéndole con una mirada divertida una sonrisa de dijo:
-Es mi regalo de bienvenida hermanita………… tienes dos horas………………………… disfrútalo.
Se acerco a ella le dio un beso tierno en la mejilla y salió de la estancia.
M. se miró en el espejo. Le costaba verse reflejada. La imagen que le devolvía este no era la misma que había visto siempre. Algo había cambiado. No sabía el que pero ya no veía la misma persona que había visto toda su vida. Tenía el pelo alborozado. La piel estaba perlada de sudor. Aún no sentía sus muñecas, las miró directamente, recorriendo con los dedos las marcas rojizas. Pensó para sí como sería su piel al contacto de las fustas que había visto el día anterior y le estremeció la idea. Volvió a mirarse en el espejo sus ojos delataban la noche en vela y las lágrimas vertidas y en ese instante le sobrevino el cansancio acumulado como si su cuerpo se convirtiera en plomo. Miró con deseo la bañera y sin pensarlo se introdujo recostándose y se abandonó a la dulce sensación del baño entrecerró los ojos y se le paralizó el tiempo.
Fue como salir de su propio cuerpo. Tomó distancia de todo. No sentía el cansancio no sentía el dolor,… no sentía……. nada. Su mente era libre y podía ver su vida anterior, una vida normal, sin sobresaltos pero a la vez sin alicientes, no le gustaba no quería pasar el resto de su vida así y por otro lado sentía como era su vida desde ayer mismo. Su vida,….. si ya no es mia es de mi Ama. Este pensamiento aceleró su corazón, la vió a ella erguida, segura, capaz de hacerla volar a sitios que jamás no habría imaginado ni siquiera poder soñar, se imaginó como seria vivir con y para su Dueña, su corazón latía ya desbocado. Entonces una idea empezó a repetirse en su mente….ya no soy M. …ya no soy M….. ya no soy M. ……. soy…..la esclava de A.
Se despertó sobresaltada se había dormido en la bañera, no sabia ni el tiempo que había pasado pero el agua aún permanecía caliente.
M. dedicó las hora y media siguiente a si misma hasta que la imagen que vió por segunda vez esa mañana en el espejo era algo cercano a perfección, tal y como deseaba su Ama.
Salió del baño y vió J. desnudo como ella arrodillado a los pies del trono vacio, no pregunto no le hacía falta se acercó a él, le dió un beso en la mejilla y le susurró:
-Gracias hemano.
Él la miró embobado sin decir palabra y ella se arrodilló a su lado en su misma postura.Era una estampa preciosa.
Así esperaron un largo rato hasta que se oyó la puerta de la Mazmorra abrirse, ambos fijaron la vista más si cabe en un punto indeterminado del suelo a un metro por delante de ellos. Oyeron los pasos de su Ama subir las escaleras. ……..Clap…….Clap……..Clap……….notaron como se detenía al llegar arriba. No dijo nada. M. solo oía su propio corazón y su respiración agitada. A. retomo sus pasos acercándose cada vez más, paso junto a ellos y se sentó en su trono. M. veía solo las botas negras que enfundaban sus pies y la parte de las piernas que podía ver pero no tenía valor para alzar la mirada.
Puede que estuvieran así 5 minutos o una hora ya que el tiempo perdió su sentido. Al final oyó por fin su voz:
-Mírame pequeña…….
(Continurá)