La sirvienta (2)
Siguen las aventuras de nuestra pequeña sirvienta.
La sirvienta (2)
Después de tirarse a su nueva sirvienta y ya bastante más relajado, el señor Víctor volvió a su trabajo.
El señor Víctor era dibujante de cómics y tenia que entregar una nueva tira a su editor. Una vez delante del ordenador, casi no podía concentrarse en el trabajo, solo podía pensar en las perspectivas que le ofrecía su nueva sirvienta.
Esperanza cuando se quedó sola se dirigió a la ducha, pero seguía muy excitada. Su amo, el señor Víctor, la tenía en un continuo estado de excitación. Una vez en la ducha no pudo evitar dirigir el chorro de la ducha hacia su sexo. La presión del agua acariciaba sus labios y a la vez su abultado clítoris que no resistió las continuas caricias y le arrancó otro orgasmo.
Cuando se hubo secado y puesto el uniforme se dirigió a realizar sus quehaceres.
Salió a comprar por lo que el señor Víctor sin notar su presencia se relajó un poco y pudo terminar su trabajo, cuando volvió de la compra el señor Víctor la estaba esperando. Tenía planes para ella.
Esperanza descargó las bolsas en la cocina y antes de ponerse a preparar la comida, se fue a ver si el señor Víctor necesitaba alguna cosa.
Cuando el señor Víctor la vio aparecer por la puerta, le dijo que pasara que sí quería algo.
Esperanza sin saber muy bien como reaccionar obedeció y se acercó a su señor.
Víctor hizo que se arrodillara a sus pies. Esperanza enseguida comprendió, y son suma delicadeza desabrochó el cinturón y le quitó los pantalones a su amo.
La postura sumisa de Esperanza y la suavidad de sus manos hicieron que el señor Víctor reaccionara.
Esperanza al ver la erección de su amo, se introdujo toda su polla en la boca y empezó a sorber. Succionaba con ganas. Lamía todo el glande. Rozaba con los dientes todo el tallo de su amo. El señor Víctor no pudo mas y agarrando la cabeza de Esperanza con ambas manos, le folló su boca con desesperación.
Aquella situación tenía a Esperanza tremendamente excitada.
El señor Víctor pronto descargó su leche en la garganta de Esperanza, y esta se la tragó toda sin desperdiciar ni una gota de la semilla de su amo.
Cuando este terminó Esperanza siguió chupando su polla hasta dejarla reluciente.
Después de esto el señor Víctor le pidió a Esperanza que tomara asiento que tenia que hablar con ella.
Esperanza obedeció e escuchó atentamente a su amo.
Verás pequeña, el tenerte cerca me tiene sumido en un continuo estado de excitación y no creo que pueda contenerme en poseerte siempre que yo quiera, como yo quiera y donde yo quiera si sigues a mi servicio. Si no quieres aceptar estas condiciones te puedes marchar en cuanto quieras, pero si las aceptas, te convertirás en mi esclava sexual. Tendrás que realizar las labores del hogar siempre desnuda y a mi disposición. No podrás rechazarme nunca y harás todo cuanto te pida. Si aceptas no tendrás que preocuparte de nada mas que complacerme. Tu tienes la última palabra.
Después de escuchar las palabras de su amo, Esperanza no sabia que decir. No quería marcharse pero por otro lado no sabia cuales serian los deseos de su amo y tenía un poco de miedo. A pesar de todos sus temores, deseaba complacer a su amo de manera que le respondió así:
No sé si seré capaz de obedecer todas sus ordenes, pero puedo prometerle que lo intentaré. Déjeme ser su esclava. Enséñeme a obedecerle. Soy suya haga conmigo lo que más le plazca.
Complacido con la respuesta de Esperanza le ordenó que se desnudara.
Esperanza se fue quitando la ropa con sumo cuidado ante la atenta mirada de su amo. Se quitó la blusa dejando a la vista un pequeño sujetador de encaje. Deslizó su falda por sus largas piernas hasta terminar en el suelo. Se dio media vuelta para apoyar una pierna en una silla, lo que hizo que el señor Víctor tuviera una fantástica panorámica del trasero de Esperanza, mientras esta se quitaba las medias.
Solo le quedaba puesto el sujetador y las braguitas.
Se quitó el sujetador y lo dejó caer al suelo.
Tomando asiento se quitó las braguitas muy lentamente dejando un chochito abierto y jugoso a la vista del señor Víctor.
Ante el espectáculo el señor Víctor volvía a estar completamente empalmado, pero decidió comprobar su obediencia. Sabia que estaba muy excitada y que no se había corrido, de manera que le pidió que se masturbara para él.
Esperanza se puso colorada como un pimiento, pero se moría de ganas de correrse, de manera que obedeció.
Empezó a acariciarse los pechos, hasta que sus pezones se pusieron completamente duros. Sin dejar de masajearse las tetas deslizó una mano hasta su entrepierna acariciando sus labios, su clítoris y metiendo primero un dedo y después dos. Estaba tan mojada que entraban con suma facilidad. Siguió con los dedos dentro, mientras con la palma de la mano seguía acariciándose hasta que no pudo contenerse y se corrió chillando de placer.
El señor Víctor había estado pajeandose mientras observaba los movimientos de Esperanza y cuando estuvo a punto de correrse se dirigió hacia ella y se corrió encima de su cara y pechos.
Cuando los dos hubieron terminado le mandó que fuera ha preparar la comida. Por la tarde tendrían tiempo para continuar.