La sesion de cine

Este es un relato completamente real, después de mucho tiempo, volvíamos ha vivir una situación morbosa con un desconocido. Esta vez en la penumbra de una sala de cine.

Por motivos profesionales nos hemos tenido que trasladar a una pequeña ciudad del centro de la península y entre que es, como digo, pequeña y las pocas ganas que teníamos desde que estamos aquí no habíamos vuelto a hacer ningún juego de los nuestros,  así que hasta me extraño cuando recibí su wasap diciéndome que al día siguiente me recogería sobre las 18h y que debía llevar la uniformidad adecuada, cuanto tiempo sin recibir este mensaje.

Al día siguiente, obediente,  esperaba a mi marido en el portal,  falda con vuelo,  medias de muslo, braguitas negras trasparentes y camisa, mi “uniformidad” para aquellas ocasiones.  Como antes, no sabía dónde iba ni lo que iba a suceder. Llegamos al centro comercial,  en el hay unas salas de cine y allí fuimos,  bueno, ya tengo una pista de lo que va a pasar, pensé.

Saco las entradas para una película que ya llevaba bastante tiempo en cartelera, así, que entre el tiempo que llevaba y entre semana no habría demasiada gente en la sala.  Efectivamente,  entramos en la sala y no había nadie,  era una sala pequeña, con unas filas de tres butacas en un lateral.

Mi marido, muy descortés,  entro antes que yo y se sentó al final de la fila, junto  a la pared, quedando yo en la butaca central. Al rato entro una pareja también de mediana edad, lo descarte, a mi marido no le gustan los juegos con parejas y no creía que después de tanto tiempo fuera lo que íbamos a hacer.

Se apagaron las luces y no había nadie más en la sala, hasta que tras un rato, vi por la luz que se abría la puerta y al momento un hombre solo entraba en la sala,  al no ver luz no podía ver cómo era,  subió hasta nuestra fila pero se sentó al otro lado del pasillo sin ni siquiera mirarnos.

La película empezó, yo me había dejado el abrigo, como siempre que iba al  cine, encima de las piernas y sin decirme nada, mi marido lo cogió y lo puso entre él y la pared, casi de inmediato, sentí su mano en mi pierna y cómo iba tirando de la falda hacia arriba, en cuanto un trozo de mi muslo quedo al aire, note su mano directamente en mi media y siguió subiendo la falda mientras acariciaba mi muslo, en un instante tubo los muslos completamente a la vista y mi marido continuaba acariciándome la pierna, ahora por el interior del muslo haciéndomelas separar,  de repente volvió a bajarme la falda, poniendo sus manos en su regazo  como si todo hubiera acabado, me queda extrañada, ¿Tanto rollo para esto?, pensé.  Y así nos quedamos,  viendo la peli hasta que después de unos quince minutos el hombre que había entrado a la sala con anterioridad se levantó y se sentó a mi lado, no dijo nada, ni siquiera me miro,  pero al instante note la mano de mi marido que posada en mi muslo volvía a acariciarme y levantarme la falda,  al momento fue la mano del hombre la que se posó en mi otra pierna, acariciándome y ayudando a mi marido a levantarme la falda,  al momento aparecieron mis bragas de encaje y mi marido me levanto la falda completamente dejándola sobre mi regazo.  A la tenue luz de la sala podía ver mis piernas, cubiertas con mis bonitas medias rematadas con una liga de encaje,  el blanco de mis muslos, mis bragas negras, casi transparentes, el hombre miraba mis piernas, parecía con admiración.

Mi marido deslizo unos dedos por debajo de la goma de las bragas y empezó a acariciarme el coño, era el él que llevaba la iniciativa, la marcaba al otro como debían ir las cosas, así que el también metió la mano y eran los dedos de los dos hombres los que me acariciaban un coño empapado como hacía tiempo que no lo tenía,  me metían dedos dentro del coño, no sabía si era solo de uno de ellos, de los dos, se alternaban…. mi marido me pidió que levantara el culo, pensé que sería para tener un mejor acceso a mis nalgas, pero lo que hizo fue bajarme las bragas, primero hasta las rodillas, pero así actuaban como una cuerda y me era imposible separar las piernas, así, que me dijo que las quitara del todo.

Nunca había estado en una sala “normal” sin bragas, pero, aparte de la pareja no había entrado nadie más que nosotros,  así que yo misma me las quite, con la operación mi falda se había bajado, pero mi marido no perdió el tiempo y la levanto dejando a la vista mi peludo coño, la verdad es que tengo que reconocer que hacía algún tiempo que no me lo depilaba, pero ahora resultaba que mi marido lo prefería peludito.

Mis dos hombres me miraban el coño como si no hubieran visto uno en su vida,  pero enseguida sus manos volvieron a él.  Mientras uno me metía más de un dedo el otro acariciaba con fuerza mi clítoris, hubo un  momento en que los dos me metieron un par de dedos dentro y tiraban cada uno hacia su lado, abriéndome el coño, me dolía, pero era esa mezcla de dolor y placer que me lleva al paraíso.

Vi de reojo que el hombre se había sacado la polla, normalita, ni muy grande ni muy pequeña, así que se la cogí y empecé a masturbarlo al ritmo  que me marcaba el placer que estaba sintiendo en mi coño, mi mano subía y bajaba rítmicamente, quise ir un paso más allá y me puse de rodillas sobre la butaca y me incline sobre la polla de aquel desconocido y empecé a hacerle una mamada,  no iba a dejar que se corriera en mi boca, pero un buen rato sí que iba a pasar el hombre.

Me metía la polla en la boca poco a poco, succionándola como si fuera un caramelo cuando note que mi marido me bajaba la falda por  el culo,  al estar de rodillas en la butaca mi culo quedaba a la altura de él y no perdió el tiempo,  estiro de la goma de la falda y me la bajo, quedando arrugada en la butaca,  pero eso no era solo lo que quería, me ordeno levantar las rodillas hasta que me quito la falda completamente. Si antes no había estado sin bragas en un cine “normal” ahora me tenía completamente desnuda de cintura para abajo.

Me ordeno levantarme y yo con esa mezcla de vergüenza y placer que tanto  me gusta así lo hice, de cara a ellos, mostrándome completamente desnuda, mi marido me hizo levantar la camisa hasta mi ombligo para que pudieran verme bien los dos, me hizo girar para deleitarse con mi culo y solo entonces me dejo sentar otra vez.

Volví a ponerme de rodillas sobre la butaca y continúe con la mamada al tío, mientras mi marido me masturbaba por detrás, me metía dedos en el coño y en culo, frotaba mi clítoris, llevándome al éxtasis; note entonces que el hombre se convulsionaba y estaba a punto de correrse, me la saque de la boca y continúe masturbándolo hasta que un chorro de semen salió disparado, estrellándose contra el respaldo de la butaca anterior, se la sacudí un poco más hasta que el hombre saco un pañuelo de uno de sus bolsillos, yo misma lo cogí de sus manos y con toda la delicadeza que pude le limpie la polla.  Cuando acabe el  mismo se la metió en los pantalones, se subió la cremallera y tal como había llegado, sin decir ni hola, se fue, sin decir ni adiós.

Me senté y le pregunte a mi marido si se había corrido, por toda respuesta me hizo levantar y sentarme sobre él,  de espaldas a él, de cara a la pantalla yo misma cogí su polla y la lleve a mi coño, me senté y la pude notar como se iba clavando en mí, hasta el culo,  mi marido me frotaba el clítoris con fuerza, con rapidez, lo que hacía que me moviera convulsamente  hasta que note como él se corría, sentía su leche en mi interior, yo había conseguido correrme, pero la película parecía estar a punto de acabar y tampoco era cuestión de que se encendería la luz y nos pillaran asi, asi que me levante disimuladamente y busque mis bragas, busque y busque le pregunte a mi marido si las tenía él pero me dijo que no,  así que el hombre se había llevado un recuerdo, pensé.  No me quedo más remedio que ponerme la falda sin bragas, justo cuando acababa la película, nos levantamos y nos fuimos,  pasamos por delante de la otra pareja,  nunca sabremos si se enteraron o notaron algo, lo que yo si notaba era la leche de mi marido resbalando por mis muslos y todavía nos quedaba un largo camino hasta el parking.