La Señorita consagrada de una secta religiosa
Una Señorita consagrada de una secta religiosa elitista sueña con recibir besos en sus senos
La Señorita consagrada de una secta religiosa
Después de muchos años de ausencia, regresé a una ciudad del centro de México, famosa por su devoción católica, y me encontré con una ex compañera de la escuela religiosa a la que asistimos en la adolescencia. Ella es una chica muy guapa morena, con una bella sonrisa, piernas y cuerpo espectacular; y estaba de vacaciones para ver a su familia. A pesar de las restricciones propias de una Señorita Consagrada de una secta muy conocida en México, ella pudo quedarse en casa de sus Padres por unos días por motivos de enfermad en su familia.
Sin perder tiempo le dije que me gustaría salir a tomar algo y a mi sorpresa ella accedió. Yo tenía una habitación de hotel en un prestigiado Hotel del centro de la ciudad, y nos quedamos de ver en el restaurante del mismo hotel. La platica inicialmente se concentró en ponernos al corriente de nuestras vidas. A pesar de estar ella en sus treinta y pocos años, mi amiga ya había decidido no casarse y dedicarse al servicio de una secta muy estricta de su iglesia. Me sorprendió cuando ella se animo a tomar una copa de vino conmigo. Esta sola copa se extendió a casi media botella. Ella me contó una fantasía que tenía desde hacía muchos años: Quería saber que se sentía que le besaran los senos. Después de prometerle que le besaría los senos sin que ella perdiera su virginidad, accedió a subir a mi habitación en el hotel.
Nos sentamos en el sofá y continuamos charlando; me acerqué a ella y subiendo el largo vestido que tenia puesto, pude acariciar sus muslos. Ella saltaba cuando mis dedos tocaban el interior de sus muslos. Cuando finalmente accedió a que la besara, me sorprendió que ella tuviera repetidos orgasmos simplemente con los besos de lengua que le estaba dando.
Me pude dar cuenta que su pantaleta estaba bastante húmeda, así que las caricias al interior de los muslos continuaron acercando mis dedos a su entrepierna, a lo cual ella no opuso resistencia alguna. Le propuse irnos a la cama para estar mas cómodos, y ella simplemente me obedeció. Ya en la cama, le quieté el vestido de color gris que ella tenia puesto y pude ver su ropa interior totalmente “mata pasiones”. Le removí el sostén y primeramente acariciando sus senos morenos con pezones prietos y respingones sumamente sensibles al tacto, le besé con delicadeza esos pezones de los que nadie había gozado antes.
Se imaginarán los lectores lo empalmado que estaba yo jugando con esta chica, así que yo me removí la camisa y el pantalón. Logré que ella se sentara sobre mi (yo tenia los calzoncillos y ella su pantaleta gigante), si bien no había penetración, ella era capaz de sentir mi pene erecto luchando por penetrarla incluso con las dos capaz de tela de separación. Después de un rato, mi verga logró su libertad y esta mucho mas cerca de los labios vaginales de la Señorita consagrada; esto pareció gustarle a ella, pues se acomodó de tal manera que mi pene quedó dentro de sus labios vaginales (todavía con su pantaleta de por medio). Continuaron los besos de boca con más orgasmos, que ahora podía comprobar mucho mejor por las contracciones de su vagina y la cantidad de flujo que tenia su pantaleta. Así que le propuse remover la pantaleta para que pudiera secarse esta prenda. Ella accedió, y quedando ambos totalmente desnudo se acomodó mi verga dentro de sus labios vaginales permitiendo que su clítoris rosará directamente con todo mi pene. Claro que reiterándole una y otra vez que no habría penetración, pues para ella era muy importante no perder su virginidad.
Después de un sin numero de orgasmos de su parte. La convencí de ponernos de pie y pedirle que se pusiera sus zapatos altos, le explique como apoyar sus manos en una cómoda de mi habitación del hotel, separar las piernas y sacando el culo para hacer rosar mi verga desde su ano hasta el clítoris. Con estos movimientos, su vagina se abría al roce de mi pene y ella gozaba cada embestida mía. Al mismo tiempo mis manos masajeaban sus senos y jalaban los pezones. Asumiendo una pose mas baja que ella, logré que la cabeza de mi pene entrara un poco dentro de su vagina, a pesar de que ella lo gozaba reclamo diciendo: ¡no porque me entra!
Regresando a la cama, le enseñé como sujetar mi pene entre sus labios vaginales para que ambos pudiéramos obtener el máximo placer sexual. Estos juegos continuaron por más de una hora, y le dije que estaba a punto de eyacular, le expliqué como evitar que mi semen le ensuciará el cabello utilizando su mano. Su mano quedó llena de semen. Le llamó la atención el fuerte olor de este e incluso se animó a probar un poco, diciendo que le gustaba el sabor. Mucho me sorprendió cuando vi que se lo comía.
Muy a mi pesar cumplí mi palabra demostrándole los besos en sus senos y algunas otras cosas mas y la Señorita consagrada conservo su virginidad.