La señora Juana

Ahora tiene mas de sesenta años, cuando tenia cuarenta y yo diecisiete me abrió los ojos.

Soy un hombre de 40 años y aquí abajo os cuento lo que me paso fue cuando contaba solo con diecisiete años. Como a muchos jóvenes de esa edad, se me iban los ojos tras todas las mujeres. Pero la que a mí me ponía malo era, la señora Juana, la vecina de abajo.

Con ella compartíamos un el patio interior del edificio, pero mientras para ella si era patio para nosotros solo era terraza de tender. Ella vivía en el “A” y nosotros en el “B” por lo que las terrazas estaban enfrentadas, por lo que mi madre y ella hablaban desde ellas cuando salían a tender.

En verano cuando salía a tender la espiaba con intención de poder ver algo de su intimidad. Solía llevar una la bata de botones para estar en casa y hacer las tareas. Cómo no se los abrochaba todos, desde arriba, se le veía un gran escote gracias a las tetorras que tenía puuuffff. La de pajas que me he hecho espiándola mientras tendía la ropa o salía a regar las macetas.

A menudo yo jugaba con sus hijos de pequeños. Y una tarde de verano, fui a su casa a ver si estaba su hijo por si quería ir a los recreativos y dar una vuelta. Ella abrió la puerta con esa bata más desabrochada que de costumbre (seguro que no se había dado cuenta). Tra saliva al ver ese canalillo, salude y ella me dijo:

  • Hola Víctor. ¿Que quieres? ¿Buscas a Juan? No está, ha salido a no sé qué cosa. Pero no creo que tarde, pasa si quieres y le esperas aquí -

Pase a la casa, y ella que estaba guardando en un armario las mantas del invierno, me dijo:

  • Me vas a venir bien… ¿Puedes ayudarme a guardar estas mantas? -

Rápidamente me dispuse para subirme en la escalera pues pensé que ella me las iba a acercar y yo las iba a depositar en el estante más alto del armario.

  • No. Yo me subiré. Que si te caes, que diría tu madre. Tú sujeta firme la escalera - dijo

Agarre la escalera, y ella subió. Yo desde abajo, no quería mirar bajo la bata. Pero las hormonas fueron más fuertes, y subí desde sus rodillas hacia arriba hasta ver sus bragas blancas. A lo que mi polla reacciono inmediatamente empalmándome.

Ella bajó de la escalera, yo no sabía cómo ponerme para que no notara el enorme bulto de mi pantalón.

Me dijo.

  • Gracias “apañao” - me dijo para luego continuar con otras cosas.

Comenzó a limpiar una mesa frente a mí. Yo muy pendiente de su escote, viéndole las tetas, no conseguía que mi erección bajara. La señora Juana fue dándole vueltas a la mesa, para limpiarla por todos lados. Cuando quedo de espaldas a mí se estiró para limpiar el centro de la mesa, la bata se le subió hasta que volví a ver sus bragas blancas, entre sus piernas.

No sé cómo reuní el valor, pero ya no pude aguantar más me fui hacia ella pegándole mi erección en el culo y agarrándole las tetas desde atrás.

  • Lo siento señora Juana, pero ya no podía aguantar más, mire como me ha puesto – le dije

  • ¿Que haces niño? Déjame, ¿estás loco? – me decía ella

Yo le restregaba mi enorme erección por su culo, arriba y abajo. Su respiración, se hacía más profunda. Le está gustando pensé, por lo que me atreví a soltar una de sus tetas. Con esa mano libre le remangue su bata, para sus bragas. Luego me abrí el pantalón, me baje el slip y le metí la polla entre sus piernas, en el hueco que se ve entre los dos muslos con su coño, si llegar a penetrarla.

Note su coño caliente, y comencé un vaivén despacio. Su respiración, ya era muy agitada y jadeaba un poco, finalmente se dejó caer sobre la mesa, y me dijo:

  • Espera… espera -

Echo su mano hacia atrás, cogiéndome la polla. Abrió bien sus piernas, apunto mi polla bien a la entrada de su coño y me dijo:

  • Ahora empuja despacio -

Comencé a empujar, y mi polla se fue perdiendo dentro de su coño. Mientras ella soltaba un gemido de placer.

  • Ahora muévete más deprisa, mientras se abría la bata y dejaba las tetas con el sujetador al aire.

Estando así, en el mejor momento de mi vida, se escuchó la voz de mi madre para llamarla desde la ventana. Yo me puse blanco...eso no me lo esperaba y no sabia como reaccionar.

  • Tranquilo, no la saques y sígueme – dijo muy resuelta.

Se dirigió hacia la cortina, mientras se cerraba la bata por lo que tuve que decir:

  • ¿qué hace? ¿dónde va? y ella me dijo.

  • Tranquilo… tu continua con lo nuestro -

Abrió la cortina lo justo, y comenzó a hablar con mi madre. Como vio que estaba pasmado de miedo, me dio una sacudida para que continuara, y comencé a follarla otra vez mientras hablaba con mi madre. Eso ya me parecía demasiado excitante. Me estaba follando a mi vecina madura, la mujer que llevaba años deseando, la madre de mis amigos, y todo ello, mientras ella hablaba con mi madre.

La señora Juana guardaba la compostura, yo empujaba como si no hubiera un mañana, mi madre quería bajar a tomar un café, y charlar un rato. A lo que mi vecina respondió:

  • Sí. Claro, solo dame media hora para terminar unas cosas.

  • ¿Qué dice señora Juana? que nos va a pillar – le decía lleno de temor.

Dieron por terminada la conversación, mientras ella cerraba las cortinas, y se desprendía de mi polla me dijo:

  • Tenemos media hora para terminar lo que has empezado - Se quitó la bata, soltó su sujetador y se desprendió de las bragas, que aun llevaba arrastrando con un pie, quedando totalmente desnuda frente a mí.

Mi polla parecía fuera a explotar, con la erección.

  • Ven aquí – me dijo echándose sobre la mesa, que había estado limpiando.

Me baje los pantalones hasta los tobillos, ella me cogió la polla y la guio hasta su coño.

  • Ahora follame de verdad -

Comencé a entrar y salir de ella muy rápido. Mientras ella jadeaba, y me rodeaba por la cintura con sus piernas. Me echo sobre sus tetas, comencé a chuparlas, lamerlas y morderlas. A lo que me dijo.

  • Con cuidado. No puedes dejarme marcas, no las vaya a ver mi marido –

Así que deje de morderlas, pero me centre en chuparles los pezones oscuros que estaban tiesos y durísimos. Llevábamos así veinte minutos y ella ya se había corrido al menos una vez. Yo no, pues aquel día ya me había hecho alguna paja y estaba vacío de semen.

  • Debes acabar ya, tu madre llegara pronto – me dijo.

Yo le conteste que no llegaba. Me saco de encima, se puso de rodillas y se metió mi polla en su boca.

Wow. No creía que nada pudiera sentirse mejor que su coño. Pero esa boca y esa lengua me estaban haciendo llegar. Ella me la chupaba y lamia, y con una mano me estrujaba los huevos. Mientras me miraba a la cara le dije:

  • Señora Juana, siiii…ahora me está llegando.

No dejo de chupar, ahora lo hacía con más fuerza aun. Cuando ya no pude aguantar más le solté un buen chorro de semen dentro de su boca. No soltó ni una gota y se lo trago todo. Al sacar mi polla de su boca, lamio mi capullo dejándomela bien limpia y saco la lengua para pasarla por la comisura de sus labios mientras decía.

  • No podemos dejar ni una prueba.

Se vistió rápidamente, y me echo de su casa diciéndome.

  • Corre tu madre está al llegar.

En los años siguientes, lo hicimos unas cuantas veces más. Sobre todo en la época en que yo estuve en el servicio militar cuando volvía de permiso. Mis padres aún viven junto a ella, y hace poco me hizo recordar esta historia. Al confesarme que ella siempre salía a tender tan escotada, sabiendo que los chicos del bloque y en especial yo la miraban desde las terrazas. Me dijo que si quería rememorar esa tarde, que la buscara, por lo que volví a sentir ese nudo en la garganta que requiere tragar saliva como cuando tenía solo diecisiete años.


Este relato lo ha escrito lobeznoxman para todos nosotr@s.

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