La señora de los tacos

Una noche de parranda y haciendo un favor a una pareja conocida obtengo ganacia.

Las mujeres de mi vida – Tong-po

Relato no. 19

La señora de los tacos.

Esto que les cuento sucedió apenas en abril de 2004, o sea hace apenas tres semanas, resulta que andaba en la parranda con unos amigos pero pronto se fueron dejándome bien picado en el trago, iba caminando rumbo a otro bar que conozco y cerca de la oficina, al pasar por un local donde en ocasiones me como unos tacos de carne muy buenos estaban cerrándolo sus dueños, ellos son bastante jóvenes, el debe tener unos 23 años y ella de 20 a 22 añitos, el se encontraba con más alcoholes que yo, es más casi tirado en el suelo y discutiendo con su esposa, que llorando trataba de ponerlo en pie, ella es morenita, delgada con senitos pequeños y trasero con cadera pero no con mucho volumen, sin embargo con sus jeans se veía muy bien, al pasar como les digo por el local, los salude como otras tantas veces lo había hecho, es decir no era desconocido para ellos, el tipo me saludaba y abrazaba pidiéndome que lo perdonara por su estado casi recargado sobre mi, mientras veía a Claudia (así se llama la señora) que lloraba y trataba de esconder su rostro de pena ante mi.

¿Quiere que les ayude? – le pregunte a la señora tomándola del hombro.

¡ay le agradecería mucho!, ¡mire nada más como anda éste! – me dijo toda apenada y sujetando al marido.

Shi, shi, ashudanos ¿no? y discúlpame ¿no? – me decía el tipo casi desmayado.

¡Que pena! – me decía Claudia toda sonrojada.

¡vengan tomemos un taxi! – les dije mientras hacía la parada a uno que iba pasando.

Abordamos el Taxi y metímos primero a Orlando (el esposo), que se puso un golpazo en la cabeza al otro lado del vehículo, y que ocasionó pedirle disculpas al conductor que sólo se limitó a sonreír y menear la cabeza en forma de negación, luego entró Claudia y seguidamente yo, después de indicarle al chofer la dirección, ella me ofrecía disculpas por el hecho, a lo que yo conteste con una palmadita en sobre sus piernas, dándole a entender que no había problema.

Para ser sincero, no me había pasado por la cabeza la idea de aventarme a la señora, si no que me calenté un poco cuando el marido en un intento de abrazarla metió su mano entre los botones de su blusa y arranco dos de ellos prácticamente sacando de la blusa uno de sus pequeños senos cubierto apenas por un sostén blanco con encaje en la parte superior de la copa que lo hacía ver muy coqueto, en mi reacción inmediata sólo atiné a tratar de tapar el incidente con la mano y se lo puse encima del seno, inmediatamente la retire pidiendo disculpa no sin antes percatarme que estaba muy durito ese pedacito de seno redondito, eso hizo que tuviera una erección inmediata y comencé a imaginármela encueradita.

Ella tapándose con la blusa me dijo que no había problema, en fin todo el trayecto fue de disculpas y cuando al fin llegamos a su domicilio bajamos al bulto y lo metimos a su casa, después de depositarlo en su cama, me dirigí a la puerta despidiéndome de Claudia, ella me pidió que la esperara tantito, y dándome la mano me dijo:

¡ay le pido mil disculpas por tanto problema! – mirando hacia el piso, olvidándose de su blusa desabotonada y mostrándome parte de sus pequeños atributos.

¡No se apure!, a todos nos pasa – le dije sin poder quitar mi vista de su pechito.

¡Es que éste ya ni la friega!, ¡todos los viernes es lo mismo! – me dijo soltando llanto de coraje.

¡cálmese! – le dije abrazándola instintivamente y rodeándola con mi brazos.

Ella se acurrucó en mi pecho llorando, y aproveche para dar otra miradilla a su blusa, y me atreví a hacer una locura, en un movimiento que aparentaba abrazarla bien para darle protección, metí mi mano en su blusa y aproveche para dar un ligero apretoncito en su senito pero esta vez no la retiré y espere a ver su reacción... un hubo ninguna.

¡es un condenado borracho! ¡no entiende! – me dijo volteando a ver mi cara.

¿y ya hablo con él? – le dije acercándome lo más que pude a su cara.

¡no! – me dijo suavecito, seña inequívoca que estaba rendida.

¡que mal hombre! – le dije depositando un beso en su boca.

Ella reaccionó inmediatamente abrasando mi cuello y dejándose llevar, comencé a besarla con más intensidad acariciando su pequeño pero firme seno y bajar la otra mano por su espalda, hasta su cintura y la subía acariciándola, poco tardo en emitir pequeños gemiditos, señal que me dio a entender que debía ser más audaz, baje mi mano hasta su trasero y se lo acaricie, ella tomaba aire y seguía besándome, metí la otra mano dentro de su bra y saque a la luz su pechito coronado con un pezoncito chiquitito y cafecito, al notar que ella no daba señal de rechazo pase mi mano al frente y comencé a desabrochar su cinturón, el botón y el ziper de su jeans, metí mi mano lentamente y acaricie su monte de venus por encima de la pantaleta hasta el inicio de su pepita, que se sentía por encima de la tela, ella comenzó a mover la cintura en círculos y se estaba mojando muchísimo, terminé por desabrochar su blusa y el bra que fueron a dar al sillón, dirigí mi boca a sus pechitos y los estuve chupando a placer ella me sujetaba de la cabeza y voltee a verle la cara, solo se limitaba a tener cerrados sus ojitos y a tomar aire por la boca, al mismo tiempo me hice del borde de su jeans y lo deslice hasta el suelo y quitándoselo de una vez, me retire un poco para ver su cuerpo pequeño, se veía deliciosa solo en panty, me abalance sobre ella y metí mi boca en su entrepierna, ella intento cerrarla pero fue poco su lucha, levante dócilmente una de sus piernas y la coloque sobre su mesita de centro y comencé a darle lengua a lo largo de su rajita por encima de la tela ya muy mojada, ella gemía y movía la cadera para todos lados mientras sujetaba mi cabeza, hice a un lado el elástico de su calzoncito y observé una pelambrerita en su pubis toda revuelta y mordí suavemente su clítoris descubierto, su sabor era rico y pronto sentí sus primeros espasmos... se estaba viniendo:

¡agh! ¡mmm! ¡aja! ¡aja! ¡aja!– decía mientras su cuerpo era sacudido por un violento orgasmo.

Me levante y me quite el pantalón, mientras la sentaba seguía dándole masaje a su cosita empapada, y coloradita por los chupones que le propiné, me senté en el sillón y la jale hacía mi, ella se hincó frente a mi y metió mi miembro en su boquita pequeña, y metía y sacaba mi palo hasta la punta y lo volvía a meter, - me ha dado una mamada que casi me vacío en ella – la levante y la senté en mi miembro mientras le chupaba sus pechitos que me supieron riquísimos, y apuntando mi pene lo fui metiendo en su cuevita de amor, ella era bastante estrecha y su roce era extraordinario, muy pocas veces, si acaso dos había sentido una estreches tan rica como dicen como un guante de piel, ella solo tomaba aire por la boca como un pececito fuera del agua, hasta que la senté completamente y sentí sus pelitos mojados en mi vientre, ella sola comenzó a moverse en círculos y a levantarse y sentarse en mi palo suavemente y luego tomo fuerza, tanto que sus nalguitas al chocar con mis piernas hacían – plop, plop – no aguante más y al mismo tiempo que sentí sus contracciones y me vacíe dentro de su puchita apretadita.

¡Me vengo! – le dije sentándola y ensartándola hasta dentro.

¡siiiii! ¡agh! ¡así! – me dijo abrazándome y apretando sus piernitas en las mías.

¡Agh! - Decía yo tratando de bombearla pero mis fuerzas fallaban.

¡aja¡ ¡aja! – decía ella moviendo sus caderas violentamente en círculos.

Después de los espasmos de ambos ella se recargó en mi hombro y respiraba profundamente:

¡ay! ¿qué va a pensar de mi? – me dijo sonrojada.

¡nada! ¿qué he de pensar? – le dije besándola (claro que pensaba que era una chica sin atención y caliente).

¿y si mi marido se entera? – me dijo asustada.

¡no tiene por que saberlo! ¿o si? – le dije mientras yo seguía acariciando su pezoncito erecto aún.

¡pues no! ¿pero y si...? - no la deje continuar y volví a besarla en la boca y ha acariciar su nalguitas.

Ella respondió de nuevo besándome y abrasándome gimiendo ligeramente, para ser sincero su modo de hacerlo me excito de nuevo y pronto se inicio el levantamiento de mi miembro, entre el calor de las copas y su meneo me hicieron revivir de nuevo, la cargue y la deposite sobre el sillón, abrí sus piernitas con ambas manos y su conchita aún chorreaba de mi venida anterior, recargue de nuevo mi pene en su entradita y lo empuje lenta pero firmemente hasta la raíz, ella emitía gemidos y respiraba entrecortado. Inicie un bombeo lento pero profundo y fuerte, sacando mi miembro hasta la punta y dejándoselo ir hasta la raíz, ella apagaba sus grititos mordiendo su mano y yo bufaba excitadísimo la gire un poco poniéndola de lado y levantando una de sus piernas a mi cuello para penetrarla más profundamente y ella mordía el sillón:

¡agh! ¡me duele! ¡pero se siente rico! ¡así! – me decía bajito y moviendo la cadera apretando sus nalguitas.

¡muévete así! – le decía yo apretándoselas.

En un instante mire que su anito hacia pucheritos como guiño de ojo y dirigí uno de mis dedos y se lo acaricie, de repente ella se jaloneo un poco moviendo la cabeza en forma negativa, solo deje mi dedo en la entrada de su anito y lo moví en círculos acariciándoselo, me chupe el dedo y dirigí un nuevo ataque, la verdad es que se me antojo tanto su hoyito que no pensaba dejarla escapar, ella gemía aún cuando se notaba que no quería ser perforada por detrás lo estaba gozando, así estuve un rato lubricando su hoyito y acariciándolo lo que hacía sus movimientos de cadera más intensos y que la hicieron llegar nuevamente apretando sus piernas y sus nalguitas. Saque mi pene empapado y se lo presente en el hoyito trasero, el cual estaba totalmente indefenso por la posición en que ella se encontraba, mientras yo con todos nuestros jugos sexuales lo mojaba en exceso:

¡nooo! ¡por allí me duele mucho! – me dijo un tanto inquieta y se notaba miedo en su voz.

¡tranquila! – le dije

si se hace bien es placentero – le dije y empuje suavemente mi ariete sin penetrarla y retirándolo nuevamente.

¡mmm! ¡despacito! – me dijo en tono de rendición cuando sintió mi glande atravesando el primer tramo de su anillito.

Yo inicie el empuje suave pero firme mientras mojaba los dedos en su vulva y lubricaba alrededor de mi pene, pronto tenía la mitad dentro de ella y detuve un poco mi ataque, ella se retorcía mezcla de dolor y de placer moviendo su caderita.

¡sigue!, así se siente bien - me dijo empujando hacia mi su trasero.

Yo continué mi empuje hasta que se lo deje ir hasta la raíz, realmente apretaba delicioso y yo podía sentir como contraía su anito, tratando de acomodarse, deje que se relajara e inicie el mete y saca lento pero, pronto acelere paulatinamente mi bombeo, era una locura tanto ella como yo nos movíamos salvajemente, no era mi primer anito desde luego, pero si uno o el más rico que he disfrutado, la sujete fuertemente de la cadera empujando todo mi miembro dentro de ella y descargue furiosamente mi semen en sus entrañas.

¡ahg! ¡me vengo! – le dije mientras sentía como mis piernas se doblaban.

¡siiiii! – dijo ella en lo que yo creo fue un orgasmo.

Ella seguía moviendo la cadera en círculos, ayudándome a vaciarme completamente, quedamos tendidos un rato y me levante vistiéndome rápidamente, la bese otro poquito ya que sabía de antemano que será muy difícil que suceda algo nuevamente, ella me comentó que su marido la había penetrado analmente un par de veces pero la había lastimado mucho, pero que esta vez sí lo había gozado. Me despedí de ella y ahora cuando paso por el local me proporciona unos tacos riquísimos guiñándome el ojo, su marido me preguntó una vez refiriéndose a la comida.

¿qué tal lo que tiene aquí mi mujer? – señalando la mesa estando el detrás de ella.

¡buenísimo! ¡muy, muy sabroso! – le dije guiñándole el ojo a ella y ella sonriendo me lo guiño a mi.

¡realmente de-li-cio-so! – le dije mirando los pechitos de Claudia.

¡verdad que si? – me dijo el mientras servía en otra mesa.

Y bueno este es mi nuevo relato, espero le haya gustado, y hasta la próxima.