La señora de la panaderia

Sin siquiera imaginarlo, yo fui parte de su fantasia sexual gracias a un accidente premeditado.

Como es habitual en la mayoría de los matrimonios, siempre el esposo pasa casi todos los días por la panadería a comprar pan, leche, jugos y dulces para llevar a casa, y yo, no soy la excepción de esa regla.

No muy cerca de donde vivo hay una panadería en donde preparan un pan delicioso y siempre calientito, motivo por el cual es muy concurrida pero les garantizo que vale la pena y como siempre voy más o menos a la misma hora, hay caras que se te hacen familiares dentro de los clientes.

Sentía curiosidad por una señora a la que veía muy seguido. No era precisamente hermosa pero si físicamente muy agraciada, sobre todo el cuerpo. Siempre la veía vestida con ropa de ejercicio, por lo que asumo que pasa por allí una vez que finaliza su rutina. El pantalón de lycra le hace resaltar su ancha cadera con glúteos firmes y sus franelas, aunque siempre anchas, no ocultan para nada lo que a simple vista parecen unos senos operados (casi siempre sin brasier por cierto). Lo cierto del caso es que era muy placentero para mí ir allá solo por poder encontrarla y verla. Nunca me atreví a hacerle ningún tipo de comentario. Pero el que persevera siempre vence y de alguna manera el desvío de casi media hora que me tomaba comprar el pan fue recompensado y de la manera más inesperada.

Una tarde abrí la puerta de vidrio del local para entrar y tropecé con una persona que venia cargada con varias bolsas, las cuales, y gracias al impacto, cayeron al piso regando la mayoría de las cosas que llevaba (por fortuna nada se rompió). Inmediatamente me agache para ayudarla a recoger y cuando levante la cara para entregárselas me quede como petrificado al verla de frente. Era ella. No lo podía creer pero era ella. Sentí que se me puso roja toda la cara de vergüenza, cosa que no es para nada difícil. Repito que no era una mujer bella pero estoy seguro que yo no era el único hombre que al verla, y mas con esas ropas, imaginaba las gotas de sudor rodando por sus curvas y mi lengua lamiéndole todo el cuerpo para quitárselas. Tenia ese "no se que" que caracteriza a ciertas señoras y que despierta las fantasías eróticas mas increíbles.

Solo salio de mi boca la palabra DISCULPE. Le entregue sus paquetes y seguí hacia el mostrador a comprar. Pedí un café para que pasara el tiempo y así bajar un poco el nivel de ruborización (y excitación) en el que me encontraba.

Mi sorpresa fue aun mayor cuando la vi de nuevo, como a dos cuadras de la panadería, recostada de un árbol en una esquina con cierto gesto de dolor/molestia en su cara. Como poseído por un ser desconocido me detuve en el acto y me baje del carro a donde ella se encontraba y no se con que valor le pregunte si se había hecho daño. Me respondió que creía que en el incidente se había doblado el pie porque ahora le molestaba un poco al pisar, que me agradecía el gesto, pero que no me molestara que ella poco a poco llegaría a su casa.

Sin hacerle mucho caso a sus palabras tome sus paquetes y le dije que no podía permitir que ella caminara, que había sido culpa mía lo del golpe, y lo menos que yo podía hacer era llevarla a su casa, o en su defecto, si la molestia era mucha, a una clínica para que la examinaran.

Acepto que la llevara a su casa, me dijo que el dolor no era intenso y que eso se la pasaría con el tiempo. Llegamos a su casa, muy cerca de la panadería, y una vez allí, tenia que seguir con mis modales (aunque sentía que la pena me comía) y ayudarla a subir las cosas. Le dije que me permitiera llevarle las bolsas a su apartamento para que no agarrara el peso y que me iría de inmediato porque a mi me estaban esperando. Les juro que el morbo se iba apoderando de mí pero no debía, no podía dar ninguna demostración del deseo que llevaba por dentro de poseerla.

En el ascensor casi no podía evitar mirarle los pechos, e inclusive sentí que ella me vio hacerlo y me puse rojo de nuevo. Me pregunto que me pasaba y le respondí que era el calor. Llegamos al piso 12, espere que ella abriera la puerta y luego coloque los paquetes sobre una mesa en la cocina. Me despedí ofreciéndole de nuevo todas mis disculpas por el incidente y le prometí que de ahora en adelante tendría más cuidado cada vez que abriera una puerta. Se echo a reír por el chiste y me ofreció un vaso de agua "para el calor", el cual acepte solo por la idea de permanecer allí un par de minutos más.

Mientras tomaba el agua me dijo que sabia desde hace mucho tiempo que yo siempre la miraba en la panadería y que eso la excitaba mucho. Sin salir de mi asombro (y con la cara roja para variar) seguía escuchándola absorto aunque en realidad mi mente estaba volando imaginándome cosas que sabia que no podían ser. Al despertar de mi pequeño letargo solo alcance a escuchar cuando decía que todo el incidente había sido planeado por ella y que en realidad era una fantasía que necesitaba cumplir.

Sin que dijera mas nada sentí su mano entre mis piernas mientras se acercaba pícaramente a juntar sus labios con los míos. En vez de un beso recibí el sabor mentolado de su lengua al rededor de la comisura de mis labios. Casi instantáneamente coloque el vaso sobre la mesa e intente levantarle la franela y agarrarle los senos pero no me dejo. Me pidió que me sentara y dejara mis brazos relajados a un costado de mi cuerpo.

Con una habilidad increíble me bajo el cierre del pantalón con sus dientes mientras sus manos me soltaban la correa del pantalón. Me los bajó a la rodilla. Mi pene estaba en ese momento a reventar y hacia un bulto deseable por debajo de mi interior. Comenzó a lamerlo por encima del mismo y a juguetear con mis bolas entre su mano derecha mientras con la izquierda me tocaba las tetillas.

Por fin me bajó los interiores y dejo salir por completo mi pene erecto y deseoso de derramar toda mi esperma encima de ella. Gracias a mis temblores y a la suspicacia de las mujeres ella sabia que yo iba a acabar, y entonces dejo de chuparme y de tocarme y me pidió por favor que no lo hiciera. Yo trataba de complacerla a pesar de lo difícil que era para mí contener las ganas.

Comenzo de nuevo a pasar su lengua a lo largo de todo mi pene y a introducirlo casi por completo en su boca. Mientras lo tenía adentro sentía como pasaba su lengua produciéndome una excitación máxima. Mientras lo chupaba me derramaba saliva en la cabeza del pene y veía como se chorreaba todo hasta mis bolas y pendían hilitos de saliva desde sus labios cada vez que se sacaba mi pene de la boca. Pensaba en mi familia, en deportes, en política, hasta en mi época de estudiante, solo con la intensión de desviar mi concentración y así no acabar tal y como ella me lo pedía.

De repente se paro y se quito la franela. Mis dudas eran aclaradas en ese momento (tenia los pechos operados). Sus senos eran hermosos, paraditos y con unos pezones perfectos y duros. En ese momento pensé que el mundo se me venia encima y que no iba a poder aguantar mas la ganas de venirme, sin embargo aguante. Siguió chupándome el pene de una manera increíble y ella seguía llenándomelo con mucha saliva. Entendí sus intenciones. Se lo puso entre las tetas y el pene resbalaba como si nada entre sus hermosos pechos mientras ella los unía con sus manos para que yo pudiera sentir la estreches como la de una vagina casi virgen.

Así estuvimos un rato que para mi pareció una eternidad pero que no fueron mas de 7 minutos. La tome por los brazos y la levante de un golpe diciéndole que no podía aguantar más, que quería acabar. Me pidió que me relajara y tomando de nuevo mi pene entre sus manos lo introdujo de nuevo en su boca. Esta vez mis temblores no provocaron ningún comentario en ella, por el contrario, se aferro duro con sus labios al cuerpo de mi pene mientras mi esperma salía en cantidad y con una fuerza que no había sentido antes. Nunca abrió la boca por lo que no dejo escapar ni una sola gota de mi leche caliente.

Cuando salí del éxtasis que produce toda buena acabada ella todavía tenía su boca y su lengua recogiendo cualquier gota de jugo que aun pudiera haber quedado en mi pene.

Ella se levanto, me levanto, me subió el interior y los pantalones, se puso su franela y simplemente me dijo GRACIAS.

Al cabo de un minuto, y como si nada hubiera pasado, me comento que esperaba visita y que ella tenia que acomodarse. Inmediatamente entendí el mensaje y dándole un leve roce en sus labios con los míos me despedí y salí del apartamento.

Después de tres años, sigo yendo a la misma panadería pero a ella no la he vuelto a ver mas. Sin duda no me atrevo a ir a su apartamento.