La Señora

Echa de menos a su amo...

-Deja la copa en la mesilla, Alba. Gracias. -Señora. La brisa del mar envuelve el cuerpo de Nuria mientras mira al horizonte desde la terraza. Alba obedece, como siempre. Deja la copa y se aleja. Nuria observa el cuerpo moreno de su criada cubierto solo por un tanga blanco alejarse. Vuelve a sus pensamientos. Hace demasiado tiempo que Él no viene. Nuria echa de menos a su dueño. En esa misma terraza Él la poseyó decenas de veces. La sometió hasta hacer la suya. Hasta que ella le entregó por completo su cuerpo, su alma y su corazón. Él no lo sabe. No sabe que ella está enamorada. Para Él solo es un juego. Siempre lo ha sido. A Nuria solo le quedan los recuerdos de su cuerpo poseyéndola. Su pecho firme, su boca recorriendo su piel, sus sabores, la firmeza y dureza de su verga que Él introducía en cada cavidad de Nuria haciéndola estremecerse de placer. El dolor de sus castigos, el sabor y el olor de su sexo, de su semen, de su orina sobre el cuerpo de ella... El recuerdo hace que su sexo se humedezca. Deja que la brisa aparte la túnica transparente y blanca que apenas tapa su cuerpo y cierra los ojos... El viento acaricia su piel y ella se imagina sus manos... Sus pezones se endurecen... Ella se imagina el sabor de su verga dura en su boca. Bebe de un trago el cóctel que la sirvienta dejó en la mesilla. -¡Alba! Trae otra copa. -Sí, señora Apenas han transcurrido unos minutos desde que Nuria ordenó más bebida cuando Alba ya está dejando la nueva copa sobre la mesilla. -Señora. -La criada solo da unos pasos antes de que la voz de su dueña la detenga. -Espera. No tiene que decir nada. Solo abrir las piernas. La sirvienta ya sabe lo que tiene que hacer. Se arrodilla frente a su señora y hunde su cabeza entre sus piernas. Nuria se relaja, cierra los ojos, siente la brisa marina en su piel y los labios y la lengua de Alba en su sexo. Y mientras la criada hace su trabajo de forma eficiente, Nuria deja volar su imaginación, piensa en su dueño, su amante, su amor y se deja llevar por el placer. Alba cree ver lágrimas caer por las mejillas de su dueña. Ha bebido del sexo de su ama hasta que ésta se ha corrido en su boca. El orgasmo ha sido callado, apenas un gemido. -¿Desea algo más la señora? -Nada. Vete. Nuria se vuelve a cubrir con la túnica y se queda sola en la terraza. "¿Por qué no vienes a mí?", piensa mientras empieza a sentir frío en otro atardecer sola en una casa enorme y vacía. Se levanta y se dirige al interior de la casa. Cada rincón le recuerda a él. No hay un solo hueco, una sola habitación donde no tuviera un recuerdo suyo. De su sonrisa y su mirada, su risa en las fiestas, su cuerpo desnudo paseándose por la casa. Aunque a Nuria no le gustaba reconocerlo, ni siquiera a sí misma, hasta le excitaba el recuerdo de su amo follándose a alguna o alguno de los criados. Entonces se ponía celosa. Se rió mientras subía las escaleras. Él contrato a todos los sirvientes de la casa. Chicos y chicas jóvenes como mayordomos y sirvientes para atenderles a Él y a Nuria. Y para atender a los invitados en las numerosas fiestas que organizaban en la Villa. Ahora solo quedaban Alba y Marco, veniteañeros guapos con sus cuerpos perfectos. La atendían bien. En todos los sentidos. Una cocinera cincuentona llamada Emiliana atendía los fogones. No tenía reparos en levantarse la falda y ofrecer su culo gordo para que alguno de los jóvenes y guapos sirvientes la empalara desde atrás. "La muy zorra". Llegó a su habitación. Los recuerdos la acecharon aún más. Se apoyó en la ventana y se quedó mirando la terraza en la que había pasado la tarde y el mar. Enorme y azul. Era lo único que la mantenía allí. ¿Qué iba a hacer si no? El pueblo no era una opción. Demasiado pequeño y agobiante. ¿Una gran ciudad? No tendría dinero para mantener el lujo al que estaba acostumbrada. Al que él la había acostumbrado. ¿Podría renunciar al lujo? Quizá sí. Huir. No esperarle más. Pero Él la tenía atrapada allí. "Cabrón...". Esperando a que Él regresara por fin y se quedara para siempre. "¡Cabrón!". A que la amara solo a ella, a que la poseyera solo a ella y para siempre. -¡Cabrón! ¡Hijo de puta! Se agarró a las cortinas a la vez que se desplomaba en el suelo llorando de rabia. Marco apareció en la puerta. -¿Desea algo la señora? Nuria lo miró con los ojos llenos de lágrimas. En ese momento odiaba. Odiaba a todos. Se levantó y se dirigió hacia Marco que la miraba asustado. -¿Y tú qué cojones miras, imbécil? -con una mano agarró la cara de Marco estrujando su boca.- ¿Crees que te necesito? ¿Que os necesito a ti y a esa zorra de Alba? -Mi señora... Yo... Con la otra mano Nuria agarró los testículos y la verga del pobre sirviente. -Tú no le llegas ni a la altura del zapato. ¿Crees que puedes follarme cuando quieras? ¿Eso crees? -Nuria lo obliga a ponerse de cara a la pared.- Soy yo la que te folla a ti, ¿entiendes? Nuria pasa los dedos entre las nalgas de Marco. Acaricia su ano con intensidad. Introduce un dedo dentro y sonríe cuando Marco da un respingo al sentir el dolor. Cierra los ojos. Recuerda los momentos en los que Él le dejaba darle placer. Dejaba que ella lamiera su culo. Recuerda su sabor... Se agacha y separa las nalgas de Marco. Hunde su boca entre ellas. Siente el sabor amargo y por unos momentos le parece estar con Él... El gemido de Marco la trae de vuelta. -Gírate -Marco obedece y su verga tiesa y dura se presenta delante de la cara de Nuria.- Tu polla no es como la de él... Sin pensarlo Nuria cierra los ojos, la agarra con una mano y se la mete en la boca. Piensa en el sabor de la Suya. En la infinidad de veces que la ha tenido dentro. En esas ocasiones en las que Él la penetraba de repente, en cualquier rincón de la casa, de forma violenta. La usaba para saciar su apetito. La empalaba con su verga enorme y tiesa en la cama, mientras ella dormía. Follaba su coño hasta correrse y se marchaba a la ducha. Cuando ella se estaba duchando la obligaba a ponerse contra la pared y violaba su culo de forma salvaje. Cuando estaban tomando el sol en la piscina Él la pedía que mamara su polla. Todas las veces Nuria disfrutaba de un placer inmenso. Con cada embestida gemía y gozaba. A ella le bastaba sentir su calor, su sabor, su semen para disfrutar y llegar al clímax de placer... El chorro de semen de Marco en su boca la vuelve a traer a la amarga realidad, aunque no impide que Nuria sienta el placer de sus propios dedos en su vagina y su clítoris, y recordando todos los dulces momentos vividos con Él siente un suave orgasmo a la vez que la leche de Marco fluye por su boca y su garganta. Despacha a Marco rápido ordenándole que siga preparando la fiesta de esta noche. Espera media docena de invitados. Amigos de toda la vida y sus parejas. Tiene que prepararse para estar radiante. Para que nadie sospeche de su soledad. "La procesión va por dentro". Se desnuda y se dispone a tomar un baño. -Señora, el señor Castellanos nos comunica que traerá una invitada inesperada. He preparado mesa para ella también. -Perfecto, Marco. "Ese marica de Héctor siempre con imprevistos de última hora". Alba y Marco se esfuerzan en dejar listos los últimos detalles de la cena y la fiesta posteriores. Los invitados están a punto de llegar. Nuria está radiante. Lleva un vestido rojo carmesí, largo y ceñido, con una abertura en la pierna y generoso escote. Los labios a juego y no lleva ropa interior, como no podía ser menos. Todo está previsto para otro paripé de felicidad para engañar a viejos amigos de la alta sociedad menorquina. Los primeros en llegar son Enrique y Fran, una pareja que ronda los cuarentaytantos. Visten elegantemente, con trajes claros, fular al cuello en el caso de Enrique. Son agradables y simpáticos. Saludan a Alba y Marco efusivamente y los dos miran a Nuria. -Estás radiante querida -Fran la besa delicadamente. -Ojalá tus fiestas no se acaben nunca -Enrique, más glamuroso, toma su mano y la besa. -Gracias por venir, chicos -dice Nuria.- Sabéis que siempre sois bienvenidos. Pasan adentro y Marco les trae unas copas de champán. Suena el timbre y aparece Estela. Una vieja amiga de Nuria con la que había compartido muchos buenos momentos. Después Alberto y Beatriz. Jóvenes, radiantes, guapos y ricos. Muy ricos. Dueños de una cadena de hoteles de lujo solían presar alguna habitación a precio de amigo para que Nuria se encontrara con algún que otro amante. Y por último Héctor con su acompañante. Una joven de unos 25 años, alta, fibrosa y muy bella. -Ella es Michelle, mi sobrina. -Demasiado joven para ti, cariño -le susurra al oído Nuria cuando se saludan. Lo cierto es que Nuria se sinte atraída por ella desde el primer momento por alguna razón. Tiene los labios gruesos, pechos enormes que sin sujetador se mantienen firmes. El pelo largo y castaño le cubre el escote de la espalda. La joven la mira casi con desprecio, de arriba abajo, como si la analizara. Esa altanería no hace más que acrecentar los deseos de Nuria de poseerla. La cena transcurre con normalidad. Conversaciones interesantes, risas... Nuria se lo pasa bien, a pesar de todo, y hace que sus invitados lo pasen bien. De vez en cuando dirige alguna mirada a la joven y misteriosa acompañante de su amigo Héctor. Ella no ha abierto la boca desde que entró en la casa. Nuria la sorprende mirándola con desdén de vez en cuando. "Maldita insolente. A gusto te daría tu merecido para que se te pasen las ganas de mirarme con esa chulería...". Nuria se imagina a sí misma sodomizando a la pobre joven mientras ésta grita de dolor atada y amordazada. Sonríe para sí imaginando la escena. Ya después del postre, pasan a una salita a tomar alguna copa. Algunos de los invitados salen a la terraza que comunica directamente con la estancia. Fuman, beben y charlan. En un momento dado la joven se acerca a Nuria. Le pregunta a Nuria por el baño y ella se ofrece a acompañarla. "Como me des una oportunidad vas a saber lo que es bueno". Cuando Nuria muestra la puerta del baño a Michelle ésta la empuja dentro con violencia. Cierra la puerta tras de sí. Sin decir ni una palabra se descuelga el vestido de los hombros dejando al descubierto sus pechos. -¿Te gustan verdad? -No eres tú quien manda en esta casa -dice Nuria desafiante.- Aquí mando yo. Si yo quiero me perteneces. -Tienes razón en que no te pertenezco -su voz es segura, quizá poco femenina. -Le pertenezco a Él, igual que tú. -¿Cómo? -Soy un regalo, Nuria. Un regalo de Él para ti. Y tú eres un regalo de Él para mí. Sé que eres suya y Él te da órdenes a través de mí. -¿Está aquí? -la voz de Nuria suena ahora un tanto ansiosa, desesperada. -Está cerca. A Nuria estaba a punto de estallarle el corazón. Después de tanto tiempo... -Él te ordena que te sometas a mí. Te ordena que te desnudes ante mí. Nuria obedece inmediatamente. La joven se acerca a Nuria y sus bocas se funden en un beso largo, húmedo y carnoso. Nuria siente la enorme lengua invadir su boca a la vez que los pechos desnudos de las dos mujeres se tocan. Con sus manos, más fuertes de lo que parece, la obliga a ponerse de rodillas. Cuando Nuria está frente a ella mirándola, de rodillas en el suelo del baño ella empieza a levantarse el vestido. Nuria espera que ella le ofrezca un sexo casi depilado, con los labios húmedos. Le excita pensar que Él los ha probado. Que Su verga ha estado dentro de ella. -Esto es para ti. Nuria no puede creer lo que ve. Ella a alargado su mano a su entrepierna y sujeta una verga hinchada por la sangre que hace que se yerga cada vez más. -Él ordena que te la metas en la boca. Nuria se abalanza sobre la polla y poco después de tenerla en la boca nota como llega a su máxima dureza. -Él también me deja comérsela. Las dos sabemos cómo es sentir su calor en la boca. Pero Él no me ha concedido el placer de comérmela a mí. Por eso te ordena que me des ese placer. Nuria sigue mamando sin parar mientras ella sigue hablando. -Él solo me usa para su placer así que te ordena que te use yo a ti. Empuja a Nuria y hace que quede sentada desnuda en el suelo. Comienza a orinar sobre ella. Nuria siente el calor del líquido sobre sus pechos. Abre las piernas para que él orine en su sexo. -Él me da su lluvia y sé que también te la ha dado a ti -la chica termina-. Date la vuelta -le ordena a Nuria mientras hace que se ponga a cuatro patas. Comienza a manosear las nalgas y el ano de Nuria.- Él no me deja penetrarle. Solo Él puede darme a mí. Por eso te ordena que me ofrezcas tu culo, Nuria -su verga volvía a estar dura y la joven se preparaba para penetrar a Nuria.- Quiero que sientas mi polla abrir tu culo igual que las dos sentimos la Suya -la polla de la joven ya se abre camino en el recto de Nuria.- ¿La sientes, cariño? -Sí... -la voz de Nuria revela el placer que siente. Las embestidas de Michelle son cada vez más intensas. Nuria la escucha gemir. Siente sus manos agarrar sus caderas, acariciar su espalda, agarrar sus pechos desde atrás. Su culo se relaja y se cede. Siente la verga muy adentro. Cada vez más rápido. La chica gime... -Él me pide que llene tu culo de mi leche... La joven grita mientras embiste con fuerza agarrando fírmemente las caderas de Nuria y ésta siente el semen brotar dentro y llenar su interior. Michelle se separa de Nuria. Ésta se incorpora y agarrando de la mano a la joven la lleva hasta su habitación. Comunica a Marco que se encuentra indispuesta, que los invitados pueden continuar la fiesta sin ella, que siente no poder despedirse. Empuja a Michelle sobre la cama. Nuria lo besa, lame su cuerpo. Se vuelve a meter la verga en la boca. La agarra con una mano mientras con la otra busca su ano. Michelle le concede permiso abriendo las piernas. Nuria introduce un dedo después de acariciarlo. Cuando su verga está dura en la boca, Nuria baja su boca por el perineo hasta el agujero de Michelle. Introduce la lengua dentro. Lo lame. Lo llena de saliva. Intenta penetrarlo. Hunde su lengua en el culo de la joven mientras la oye gemir. En un momento dado vuelve a la boca de Michelle. Se besan. -¿Me la metes por el coño? -Sí, claro. Nuria se pone encima y sin dejar de mirar y tocar los pechos de Michelle se mueve haciendo que la verga de la mujer la penetre lo máximo posible. -¡Toca mis tetas! Michelle obedece y alarga las manos hasta los pechos de Nuria. Ésta mueve sus caderas cada vez más rápido. La respiración de Michelle se acelera. Las dos mujeres están a punto de correrse, una dentro de la otra. Estallan en un orgasmo al unísono que las empapa de placer a las dos. Mientras Nuria duerme Michelle aprovecha para vestirse y abandonar la casa. Es de día cuando despierta. Sola otra vez. Baja las escaleras desnuda y se dirige a la piscina. Se zambulle y nada bañada por el agua y el cálido sol de la mañana. Largo tras largo rememora la noche anterior con Michelle. Los sabores, olores, sensaciones de tener el cuerpo de un hombre y una mujer a la vez. Piensa en la palabras de ella, "Está cerca". ¿Vendrá? Qué más da. Solo tiene una vana esperanza desde hace tiempo y cada vez es más pequeña. A la vez que nada atisba la silueta de Marco. Supone que sirve el desayuno en la mesa al lado de la piscina. "Me lo follaré. Dejaré que me la meta por el culo, o lo sodomizaré yo a él...". Casi como una venganza, como una forma de dar escape a la rabia... Para al borde de la piscina. Levanta la mirada. -¿Te gustó mi regalo?

FIN