La Senda de un esclavo (parte 8)
Este es un texto que encontre hace muchos años en internet, traducido, he dejado todas las referencias al autor y traductor. Si alguien lo conoce mas alla del capitulo 11 le agradecería se pusiese en contacto conmigo. Espero les guste.
La senda de un esclavo (fragmento)
Título original: A slave's road
Autor: Neil (c) severin98@aol.com, tomado de BDSM Library (www.bdsmlibrary.com)
Traducido por: GGG, mayo de 2007
Parte 8
Cuando giró el pomo y se abrió la puerta, me encontré con mis dos dueños. Se podía adivinar
que habían estado bromeando y riéndose juntos. Los dos tenían amplias sonrisas. Arrodillado
delante de ellos con mi delantal de volantes y el maquillaje, sujetaba la jarra helada para Tom.
"Bienvenido a casa señor, por favor, acepte esta cerveza fría de su modesto esclavo."
"¿No te importa que lo haga, Joanie," dijo Tom contestándome por mi nombre femenino.
"¿No encuentras adorable a Joanie," dijo Sheila. "Me he asegurado de que no solo se vistiera
para ti, sino también de que su actitud fuera la de estar lista para ti."
"¿Es cierto eso, Joanie? Sabes que el lunes es un día duro y que verdaderamente podría usar
a una puta para echar fuera toda la tensión. ¿Vas a ser mi puta esta noche, Joanie?"
"Sí señor," contesté mansamente.
"Hace un poco de frío fuera para estar en la terraza esta noche," dijo Sheila. "¿Por qué no vas
a buscarme un vaso de vino y me lo sirves. Tom y yo estaremos en el sofá, aquí en la sala de
estar."
"Como desee, Ama."
A continuación salí apresurado a buscar el vino de Sheila. Cuando volví, estaban juntos en el
sofá. Le pasé el vino, pero ella no lo cogió. En vez de ello bajó los ojos como intentando
decirme algo. Entendí la seña y me arrodillé. Entonces aceptó el Chablis.
"Joanie," dijo Tom. "He estado en un edificio en construcción la mayor parte de la tarde. Como
puedes ver mis zapatos se han manchado bastante. ¿Se te ocurre algo para limpiarlos?"
Estaba siendo bastante atrevido conmigo. Diría que estaba exhibiendo realmente su poder.
Miré los zapatos, luego levanté la vista hacia los dos. Los ojos de Sheila eran penetrantes, casi
enfadados conmigo. Entonces recordé lo que me había dicho sobre vacilar en atender sus
demandas. Bajé la cara hacia sus mocasines rojizos con borlas. Saqué la lengua y empecé a
lamer el polvo de la superficie. Podía notar el sabor de la porquería en la boca. Qué humillante
era lamerle los zapatos a otro hombre. También sabía que tenía la polla dura como una roca.
Ellos se limitaban a mirarme en silencio con sonrisas leves pero contenidas. Cuando la
superficie de los dos zapatos estuvo limpia Tom levantó la parte de abajo hasta mi rostro.
"No te olvides de las suelas, puta. ¿Qué diría nuestra clientela si fuera a trabajar con las suelas
sucias?"
Él y Sheila se rieron con ganas de la ocurrencia.
Utilicé la superficie de la lengua para limpiar las dos suelas. Tuve que tragar un par de
pequeños trozos de porquería. Los pude notar disolviéndose en la boca. Limpié las dos suelas
minuciosamente. La mente me decía que esto era demasiado, pero la polla me decía otra cosa.
Intenté aliviar mi conciencia diciéndome que lo estaba haciendo por Sheila. Pero sabía que
disfrutaba sirviéndoles de esta forma humillante.
"Bien hecho, Joanie," dijo Tom. Luego rodeó a Sheila con el brazo y dijo, "Realmente le has
hecho recorrer un largo camino desde esta mañana, cariño. Tienes que haberle hecho pasarlas
canutas hoy."
Sheila se rió ante los comentarios de Tom. "Ha tenido bastantes enseñanzas hoy. No solo me
ha servido a mí y a Linda, también me ha revelado algo muy especial para mí."
"¿Y qué era eso?"
No podía creer que fuera a decírselo. Incluso aunque Tom no fuera celoso, era algo demasiado
personal. Sheila me restregó la cara con la sucia planta del pie. Tenía una sonrisa de oreja a
oreja. Entonces fue cuando realmente me derribó.
"¿Por qué no se lo cuentas, John," dijo en plan provocador, mientras me acariciaba la mejillas
con los dedos de los pies.
"Yo... yo esto... le dije al Ama que estaba enamorado de ella," tartamudeé. Pude sentir la
sangre inundándome el rostro. Tuve que sonrojarme como un tomate. Sentí que agradecía
realmente estar algo maquillado. Sheila no me echó una mano para nada. Se quedó allí
sentada, sonriente, disfrutando de mi embarazosa situación.
"¿Y qué te contestó mi esposa, John?" me preguntó con una sonrisa de suficiencia.
"Dijo que utilizaría mi amor hacia ella para esclavizarme aún más."
Ante esta frase dejó escapar una gran carcajada. Incluso le lloraban los ojos.
"Debería haber sabido cual sería su reacción," dijo, todavía riendo.
"¿Recuerdas, camino del lago, cuando te dije que si le dabas una pulgada se tomaría una
milla?"
"Sí señor."
"Bien, ahora ya sabes que no estaba bromeando. Desde que supo de tu sumisión, de lo único
que habla esta mujer es de esclavizarte. Tiene la mente de un abogado procesal. No tienes la
menor posibilidad, John. Utilizará todo lo que pueda para poseerte. Incluso tu amor."
"No me hagas parecer tan maquinadora, Tom. Después de todo, esto es lo que tú quieres y en
lo que siempre has soñado, ¿verdad John?"
Levanté la vista hacia ella. Su boca exhibía aquella sonrisa hermosa y dulce, pero los ojos
tenían una expresión de seriedad total. Deseaba ser mi dueña, lisa y llanamente.
"Sabe que es así, Ama. Estoy preparado para darle mi vida, para ser su esclavo."
Resplandeció ante mi respuesta. Incluso noté que Tom se conmovía un poco.
"Y a cambio, mientras seas tan leal y servil con nosotros, no te liberaremos nunca. Eso a
menos que desees liberarte."
Ella sabía que no podría irme incluso aunque lo deseara. Estaba demasiado profundamente
enredado en su seductora telaraña de dominación. Sheila rompió finalmente el incómodo
silencio.
"John, en el frigorífico hay tres hermosos filetes. ¿Por qué no los haces a la parrilla mientras
Tom y yo nos tomamos otra ronda. Los dos los tomaremos hechos."
"Y hablando de otra ronda," dio Tom. "Ya estamos preparados para ella."
"Y John," añadió Sheila. "Tómate tú también una cerveza. Creo que vas a necesitarla."
"Gracias Ama, siento que ya la necesito."
Luego les llevé las bebidas y empecé a hacer los filetes. El tiempo se había enfriado bastante,
de modo que usé la parrilla Jenn-air (N. del T.: se trata de una marca de cocinas) de la cocina.
Todos tomamos algo más de bebida y comimos con ganas. Después de cenar se retiraron a la
sala de estar para tomarse una copa. Esta vez no me ofrecieron otra cerveza. Me dijeron que
limpiara la cocina y volviera con ellos cuando terminase. Cuando volví les encontré besándose
apasionadamente en el sofá. Cuando me vieron entrar dejaron de abrazarse. Tom me miró con
ojos de lujuria. Empezó a tocarse la polla a través de los pantalones. Habló con suavidad pero
con firmeza.
"Ahora es el momento de empezar a cumplir con tus deberes de puta, Joanie."