La Senda de un esclavo (parte 2)

Este es un texto que encontre hace muchos años en internet, traducido, he dejado todas las referencias al autor y traductor. Si alguien lo conoce mas alla del capitulo 11 le agradecería se pusiese en contacto conmigo. Espero les guste.

La senda de un esclavo (fragmento)

Título original: A slave's road

Autor: Neil (c) severin98@aol.com, tomado de BDSM Library (www.bdsmlibrary.com)

Traducido por: GGG, abril de 2007

Parte 2

Sheila y Tom entraron a la tienda dejándome con mis labores. Noté que tan pronto me

comprometí, sus actitudes cambiaron inmediatamente. Percibí en ellos un cierto

distanciamiento, como si valieran más que yo. Tenía los nervios destrozados. Nunca en mi vida

había estado tan excitado y asustado. Estaba mareado de deseo. Pronto había recogido las latas

de cerveza, asegurado que la comida estaba a salvo de los mapaches, y apagado el fuego. Me

dirigí al faldón de entrada de la tienda. Les oía hablar y reír dentro. Di unos golpecitos a la lona

de la puerta.

"¿Sí?" contestó Tom.

"¿Me da permiso para entrar, señor?"

Oí como hablaban entre ellos pero manteniendo el tono suficientemente bajo para que no

pudiera entender lo que decían. Luego habló Sheila.

"Queremos que te pongas de rodillas, esclavo, y te arrastres al interior de nuestra tienda. Te

limitarás a cruzar la puerta y esperar instrucciones posteriores."

Me puse de rodillas. Luego aparté la lona y me arrastré dentro. El interior estaba suavemente

iluminado con una linterna. La tienda era muy espaciosa. Te podías poner fácilmente en pie en

ella. Por supuesto que eso no me preocupaba. Centrado contra la parte trasera de la tienda

había un colchón de aire doble, tumbado a todo lo largo. Estaba cubierto con una sábana blanca.

Dobladas aproximadamente por la mitad de la cama había mantas color azul claro. En la

cabecera había dos grandes almohadones de plumas. Comprobé que a los pies de su colchón

había un colchón individual de aire. Tenía su propia sábana y manta. La zona de la cabeza

estaba en la parte izquierda de su colchón cuando mirabas hacia el fondo. No tenía almohadón.

Mientras captaba todo esto, Tom y Sheila me sonreían. Tom estaba sentado en una silla de

jardín a la derecha de la cama. Llevaba puesta una bata azul oscura de felpa. No sé que llevaba

debajo. Tenía los pies y las piernas desnudos. Sheila estaba a su derecha, entre él y el colchón.

Se había quitado los vaqueros pero todavía tenía puesta su camisa de franela a cuadros rojos y

negros. No estaba totalmente abotonada. A través de la abertura de la camisa podía ver que sus

pechos estaban desnudos. También comprobé que llevaba unas bragas negras de bikini. Se

había puesto un brazalete dorado en el tobillo izquierdo. Tenía la mano izquierda sobre el

hombro de su marido y en la mano derecha tenía un collar y una correa. Estaba decididamente

guapa. Fue Sheila quien habló primero.

"Queremos que te desnudes por completo. Dobla la ropa y ponla a los pies de tu cama. Luego

arrástrate y arrodíllate delante de nosotros."

Hice lo que me ordenaba sin decir palabra. Ahora estaba arrodillado delante de ellos. Podía oler

el perfume de Sheila. Olía ligeramente a flor silvestre exótica. Sheila habló de nuevo.

"No estás lo que realmente se llamaría bien dotado, ¿verdad? No importa, en cualquier caso no

lo usarás mucho. Esta noche vas a empezar a acostumbrarte a los olores y sabores de nuestros

cuerpos. Solamente nos tocarás cuando se te diga que lo hagas. También llevarás este collar

como símbolo de tu sumisión."

Su voz no era severa. No gritaba. Incluso estaba sonriente mientras me hablaba. Estaba

tranquila y confiada. La encontraba tan excitante. Mi polla empezaba a crecer.

Se colocó justo delante de mí. Su montículo estaba a no más de dos pulgadas (unos 5 cm) de mi

rostro. Podía oler verdaderamente su excitación. Me colocó el collar alrededor del cuello y lo

cerró. Luego le enganchó la correa. Me acarició la cabeza.

"Vaya perro más majo," se burló. "¿Sabes hacer monerías?" Me quedé en silencio. De repente

tiró de la correa... con fuerza.

"¡Aquí!" ordenó mientras tiraba hacia su derecha.

Me coloqué a su lado. Se colocó delante de mí a unos seis pies (algo menos de 2 metros), lo que

medía la correa. Se quedó sonriéndome, con los pies ligeramente separados. Tom estaba

cómodamente sentado en su silla, con los tobillos cruzados delante de mí, y una amplia sonrisa

en la cara. Realmente estaba disfrutando del espectáculo. Se había abierto la bata. Estaba

jugando con su cuerpo. Tenía la polla dura como una piedra. También era bastante grande. Sus

buenas ocho pulgadas (unos 20 cm), y gruesa. Era mucho más grande que la mía.

"¡Avanza!" Sheila tiró de la correa hacia ella. Me arrodillé justo delante de ella. "Ponte sobre la

espalda, perro." Me tumbé de espaldas con la cabeza a sus pies. "Que perrito tan obediente," me

provocó.

Luego avanzó hacia mi cara y se sentó en el borde del colchón hinchable. Yo estaba tumbado a

unos dos pies (como 60 cm). Tenía las rodillas dobladas de forma que los tacones estaban

tocando el borde del colchón. Luego cruzó la pierna izquierda sobre la derecha. Su pie se

balanceaba delante de mi cara. ¡Dios, que visión tan hermosa! Los dedos parecían tan largos y

carnosos. El puente tan alto. El brazalete del tobillo era el toque perfecto. El pie continuó

bajando y bajando. Ahora estaba a una pulgada (unos 2,5 cm) de mi cara. Podía oler su aroma.

La combinación del pie habiendo estado en zapatillas de cuero y de tenis toda la noche le

aportaban un excitante olor terroso. Resultaba embriagador. Finalmente bajó el pie hasta mi

cara. El olor y el sentir el pie en la cara resultaban abrumadores. Nunca en mi vida me había

sentido tan sumiso. Luego habló.

"Estoy lista para ver lo buena que es tu boca, puta. Quiero que me adores el pie desde el talón

hasta la punta del dedo. Si haces un buen trabajo, te dejaré seguir con el otro."

Empecé por los dedos. Chupándolos lenta y sensualmente, lamiendo entre ellos. Podía paladear

y sentir un dedito de mermelada en la boca. Lo saboreé como si fuera excelente caviar. Mi

pasión iba en aumento. Por dentro era un loco, intentando por fuera estar al menos calmado a

medias. Seguí por debajo de su planta, mordisqueando suavemente con los dientes la parte

delantera del pie, besando su empeine, chupándole el talón. Noté que su respiración se hacía

cada vez más pesada. Esto me produjo un sentimiento de orgullo porque le estaba gustando.

Sabía que su hechizo me estaba envolviendo con fuerza.

"Mmm," gruñó. "¡Has nacido para servir!"

Luego se descruzó la pierna, se tumbó en el colchón, y me colocó el otro pie en la cara. El pie

izquierdo descansaba sobre mi pecho.

"Adóralo," fue la única palabra que dijo.

Adoré su otro pie con la misma pasión, sino más, que el primero. Realmente estaba excitada,

gimiendo cuando mi cálida lengua serpenteaba entre sus dedos y le lamía la planta. Podía oler

que su coño se estaba excitando más. Volví la mirada hacia Tom. Se estaba acariciando la polla,

obviamente estaba como una moto a consecuencia de mis actos de esclavitud. Sus ojos se

cruzaron con los míos y las comisuras de su boca se volvieron hacia arriba en una leve sonrisa.

Devolví mi atención a la adoración del pie de su esposa.

Luego Tom se levantó y se colocó sobre mi pecho, con una pierna en cada costado mío,

dándome la cara. De nuevo clavó los ojos en los míos. A continuación se quitó la bata y la tiró

sobre la silla. Su gran polla parecía tener vida propia, palpitando sobre mí. Se la acarició unas

cuantas veces sin apartar los ojos de mí. Luego pasó por encima y se tumbó al lado de Sheila.

Empezaron a montárselo con una pasión increíble. Pronto estuvieron uno contra otra como un

par de animales. Vi que la falda de Sheila aterrizaba en el suelo junto a mí. Me limité a observar

sobrecogido como hacían el amor aquellas dos personas. Podía ver la mano de Sheila agarrando

las bragas mientras Tom estaba encima de ella, follándosela con todo su ser. Sus gemidos eran

cada vez más ruidosos. Podía notar que estaban llegando a la cima. Pronto estuvieron los dos

gritando, en medio de un orgasmo explosivo.

Me quedé muy quieto. Podía escuchar de nuevo a los grillos en el exterior de la tienda. Luego

les oí susurrarse dulces bobadas al oído. La voz de Sheila casi me sobresaltó.

"¿John?"

"Sí, Ama."

"Túmbate de espaldas en el colchón que hay a los pies de nuestra cama."

"Sí, señora."

Me tumbé como me indicó. Les escuché murmurar algo y luego reírse burlonamente. El farol

estaba todavía encendido. Oí que alguien se levantaba. Los pasos se acercaban a mí. Sheila

estaba de pie a la cabecera de mi colchón. Me miró y sonrió. Estaba desnuda, pero se sujetaba

las bragas negras contra el coño.

"Como te dije antes, John, tienes que estar acostumbrado al sabor y olor de nuestros cuerpos."

Se estaba restregando las bragas por el interior de la entrepierna.

"No se me ocurre una forma mejor de empezar, que saborear el resto de la noche mis bragas

empapadas en la corrida. Abre la boca."

La abrí ampliamente. Se colocó encima de mi cara y se apartó las bragas. Un grumo de corrida

cayó de su coño y aterrizó al lado derecho de mi cara.

"Oh. No podemos malgastar eso ahora, ¿verdad?"

Luego recogió la mayor parte de la corrida con los dedos de los pies y me los metió en la boca.

Sabía salado.

"Asegúrate de recogerlo todo, John. No quiero tener los dedos pegajosos," se rió. Tom se había

sentado en la cama observando todo el espectáculo. Su polla estaba otra vez casi tiesa.

Después de que le limpiara completamente el pie de la corrida se me sentó en el pecho. Su coño

desnudo me tocaba realmente. Me sentí honrado. Su coño era hermoso, labios suaves y un

pequeño triángulo de vello púbico rojizo. Lo tenía perfectamente arreglado. Me dijo que abriera

la boca de nuevo. Luego me metió las bragas empapadas dentro de la boca. Pude saborear

inmediatamente su corrida y la de Tom. Al principio resultaba muy fuerte, pero después de que

sus jugos empezaran a mezclarse con mi saliva y empecé a tragar, se hizo más suave.

"Quiero que estas se queden ahí toda la noche. ¿Entendido, esclavo?"

Asentí con la cabeza.

"Bien, y no te hagas ninguna paja." Me dio un par de golpecitos con la mano en la mejilla. "Que

duermas bien," se rió. Luego se levantó y en vez de rodearme paso por encima de mi pecho en

el camino de vuelta a la cama. Estaba tan salido, los huevos empezaban a dolerme. Sheila se

paró a medio camino encima de la cama. Se tumbó junto a Tom con la cabeza en su entrepierna.

Empezó a bajar por su cuerpo. Se aseguró de que pudiera verlo todo perfectamente. Se volvió y

me miró.

"Observa detenidamente, tú puedes ser el próximo," dijo.

Tom empezó a gemir cada vez más ruidosamente. Cuando estaba a punto de correrse, saltó

encima de él y se lo folló a tope. De nuevo los dos tuvieron intensos orgasmos. Tom alargó la

mano y apagó el farol.

"Buenas noches, puta," dijo Tom.

"Buenas noches, señor," dije, amortiguado a través de las bragas.

Sheila y Tom se quedaron dormidos enlazados entre sí. Yo tenía un problema serio de dolor de

huevos. No podía soportarlo. Me acaricié la polla un par de veces y me corrí sobre la sábana.

Pronto me quedé dormido.

Me desperté con un pie en la cara. Sheila estaba de pie sobre mí, sonriéndome. Ya se había

lavado y se había puesto unos vaqueros y una camiseta. Todavía estaba descalza. Tom se estaba

poniendo los zapatos.

"Arriba dormilón," gorjeó. "Tienes que preparar el desayuno."

Me apartó la sábana de una patada. La sonrisa desapareció de su cara y entrecerró los ojos.

"¿Qué es esto, John," preguntó, señalando con el pie un punto húmedo en la sábana. Me quité

las bragas de la boca. "Yo... No podía aguantarme," tartamudeé. "Estaba tan caliente que

necesitaba aliviarme."

Nunca antes había visto a Sheila enloquecida. Estoy seguro de que Tom y ella tenían sus peleas,

pero ella siempre resultaba agradable delante de mí.

"Ponte de rodillas, ¡AHORA!" ordenó.

Obedecí. Me puso la mano bajo la barbilla, obligándome a levantar la cara. Agachó su cara hasta

que estuvo como a un pie (unos 30 cm) de la mía. Cuando habló su voz era baja, casi un

susurro.

"Has cometido tu primera equivocación. Cuando te digo que hagas algo, lo haces. Cuando te

digo que no hagas algo, no lo haces."

"Pero los huevos..."

PLAF

Me abofeteó la cara con tal fuerza que me caí. No podía creer que fuera a golpearme. Para

entonces Tom estaba a su lado, mirando. Ella me hizo girar para que me pusiera sobre la

espalda. Era engañosamente fuerte. Me puso el pie en el pecho y apoyó su peso en él. Los ojos

se entrecerraron de nuevo cuando habló.

"No hay excusas para un esclavo. No es un puñetero juego, John. Si no eres serio respecto a tu

compromiso se acabará ahora mismo la relación. ¿Se me entiende?"

"Sí, Ama," balbuceé.

"Entonces mueve el culo y prepáranos el desayuno. Queremos huevos revueltos, beicon y café.

Trataremos de tu castigo más tarde."

"Sí, Señora."

Retiró el pie y se alejó. Me vestí, salí fuera y encendí el fuego. Para cuando salieron, el café

estaba preparado y acababa de empezar a revolver los huevos. Sacaron dos sillas de lona y se

sentaron en ellas.

"Tomaremos un café aquí," ordenó Tom.

"Sí señor," repliqué. "¿Azúcar o nata?"

"Café solo para los dos," dijo Sheila.

Les serví el café. Parecía que ella estaba de mejor humor. Al menos eso esperaba yo. Todavía

podía sentir el escozor en la mejilla. Nunca habría imaginado que fuera tan dominante. De

hecho le tenía un poco de miedo. No a que perdiera el control y me lesionara, sino a que me

dominara por completo y me esclavizara de verdad. Pero, ¿no era eso lo que yo quería? Ahora

que podía ver lo que podría ocurrir me asustaba. Estaba confuso, y sentí que era así

exactamente como ella quería tenerme en esta fase.

Preparé dos platos de huevos con beicon y se los serví. Luego volví y empecé a prepararme un

plato.

"¿Qué crees que estás haciendo?" preguntó Tom.

"Solo prepararme algo para mí, señor."

"Todavía no te hemos perdonado por correrte sin permiso," dijo Tom.

"Puedes acercarte aquí y pedir las sobras."

Me acerqué a ellos. No sabía que era lo que querían que hiciera. Sheila enseguida me lo hizo

saber.

"De rodillas, esclavo," dijo.

Me arrodillé ante ellos. Allí estaban sentados, tomándose el desayuno como si yo no estuviera

allí.

"Necesito algo donde dejar el café," dijo Sheila.

"No hay problema," contestó Tom. "Podemos utilizar a nuestro mísero esclavo como mesa.

Ponte entre nuestras sillas, y a cuatro patas."

Di la vuelta a gatas de manera que mirase en la misma dirección que ellos. La espalda a la altura

de las sillas, la cabeza sobresaliendo hacia fuera. Sheila me puso la jarra de café sobre la espalda.

"¡Oh! Está caliente," dije.

"Tranquilo, veamos si puedo nivelar un poco el calor," dijo Tom. Luego puso su jarra en el otro

costado de mi espalda. Apreté los dientes para aguantar el dolor. Siguieron de nuevo como si

no estuviera allí. Sheila llevaba chancletas y balanceaba el pie derecho ante mis narices.

Obviamente utilizaría mi debilidad por su pies en cualquier oportunidad. Dios, sabía como

manipularme. Se estaba convirtiendo en una diosa ante mis ojos.

Cuando Sheila terminó de comer se levantó y se llenó el plato con más huevos y beicon. Cuando

volvió a sentarse colocó el plato en el suelo, delante de mi cara. Tom recogió la jarra de mi

espalda. Pude sentir su mano en la parte trasera de mi cabeza, empujándome la cara hacia el

plato. Me soltó cuando empecé a comer. Sheila estaba todavía delante de mí. La observé con el

rabillo del ojo cuando se quitó la chancla del pie derecho. Levantó el pie desnudo y luego sentí

la presión sobre mi cuello. Empujó con fuerza, hundiéndome la cara en el plato. "Ponte fuerte,"

se rió.

Me comí todo lo que había en el plato, incluso lo lamí hasta dejarlo limpio cuando terminé.

Luego lo recogí todo mientras Tom y Sheila preparaban el bote. Cuando todo estuvo preparado

remolcamos el bote hacia la rampa.

Un fueraborda Ranger es el Rolls Royce de los fuerabordas. Éste era enorme. Tenía 20 pies de

largo (unos 6 metros) y 9 (unos 2,70) de ancho. Los dos asientos de pesca estaban en la parte

delantera y trasera, sobre plataformas elevadas. Bajo la cubierta había grandes espacios de

almacenamiento. La zona central estaba hundida, con asientos de lujo que se curvaban

alrededor de uno. Tenía la suficiente electrónica para hacer navegar la lanzadera espacial. Tom

y Sheila se lo tomaban en serio cuando iban a pescar percas, sin embargo este viaje era la

segunda trampa para mi entrenamiento. Eran alrededor de las 10 de la mañana. Normalmente

estos dos estarían en el agua al amanecer. Tom lanzó el bote al agua y aparcó la furgoneta.

Sheila y yo esperamos en el barco, junto al muelle. Mientras Tom caminaba hacia nosotros

Sheila se quitó los vaqueros y la camiseta. Llevaba un bikini tanga negro. Su pecho se salía de la

parte de arriba, mientras que la parte de abajo era solo un cuerda por la raja del culo, rodeando

las caderas y un parche de material que apenas cubría su montículo. Su culo era hermoso. No

era flaco. Era lo que yo llamo un culo de mujer, suave y cremoso, redondeado y firme. No tenía

marcas del moreno, ni siquiera debajo de las cintas. Sacó una loción solar y me la pasó.

"Aquí tienes, demuestra que eres útil," sonrió.

Mientras le aplicaba la loción empezamos la cháchara. Era casi como en los viejos tiempos, antes

de que fuera su esclavo. Su voz era amigable y me sonreía.

"Así que," dijo, "no te he oído pronunciar todavía la palabra clave, de modo que asumo que

estás llevando bien tu servidumbre."

"Para ser sincero, ni siquiera he pensado en ello. No puedo imaginar nada que no hiciera por

vosotros dos."

"Oh," se rió. "Aún no hemos empezado. Pero aprecio tu actitud. Incluso después de que

aceptaras nuestra oferta, teníamos dudas sobre si serías lo suficientemente sumiso. De hecho,

todavía las tenemos. Es por eso por lo que te vamos a poner realmente a prueba este fin de

semana. Si no puedes soportarlo, no tiene sentido que sigamos con esta relación."

"¿Y qué pasa si supero vuestra prueba con banderas al viento?" pregunté.

Miró otra vez directamente a mi alma con aquellos ojos grandes y verdes. Hizo una pausa de un

par de segundos, como para dar importancia a la frase que seguía.

"Entonces empezara la verdadera esclavitud. Tenemos planes de gran calado para ti, John. Esto

no es para nosotros solo una fantasía de fin de semana. Tom y yo hemos estado buscando a

alguien como tú durante casi dos años. Así que si vamos en serio serás una parte muy

importante de nuestra vida, como una extensión de nuestra pequeña familia. Incluso aunque te

usemos y maltratemos, te querremos de una manera especial. ¿Tiene esto sentido para ti?"

Es como si lo que decía fuera lo que siempre había ansiado, pero no podía verlo claramente,

hasta ahora. Con todo lo raro que pueda resultar para la mayoría de la gente "normal", sé que

nunca podría ser feliz, a la larga, en una relación en la que no fuera esclavo. Pero, como

cualquier otro, también tengo las necesidades básicas de ser amado y necesitado. Mi sumisión

es una parte de mí que viene desde que tengo memoria, mucho antes de que supiera que el sexo

ni siquiera existía. Parecía como si ella, intuitivamente, supiera esto. Mi intuición me estaba

diciendo que ella siempre había tenido sentimientos de dominio sexual. Tal vez hubieran estado

dormidos durante parte de su vida, pero esto resultaba demasiado natural en ella como para

que estuviera actuando según un texto. Para cuando mi mente procesó lo que había dicho, era

demasiado tarde para responder de verdad. Su sonrisa me indicó que no tenía que hacerlo.

Mientras terminaba de aplicarle la loción, Tom llegó por fin después de aparcar la furgoneta. Se

sentó en el asiento del conductor, Sheila junto a él, y yo en el asiento lateral. Salimos despacio

de la zona de la rampa, luego Tom le dio gas al Yamaha de 200 caballos. En nada de tiempo

estábamos lanzados a 50 millas por hora (unos 80 km/h).

La reserva Patoka era la zona de agua más extensa de Indiana (N. del T.: el lago Patoka está

ubicado al sur de Indiana, uno de los estados situados en la zona de los grandes lagos,

fronteriza con Canadá en la parte central del nordeste de los EE.UU.). Tenía casi 20.000 acres de

superficie (unos 80 millones de metros cuadrados). Podías pescar en algunas partes, donde no

verías otro barco en todo el día. Estaba situado en la parte sur del estado, formada totalmente

por árboles y montes. El pueblo más cercano es French Lick. No, no estoy haciendo

propaganda. A French Lick se lo conoce por dos cosas. En los años veinte y treinta fue utilizado

como refugio para los jefes de la mafia. Al Capone había construido aquí un lujoso hotel. Tenía

manantiales sulfurosos naturales que todo el mundo pensaba entonces que eran terapéuticos. El

hotel sigue teniendo en la actualidad esos baños sulfurosos por los que los huéspedes pagan

buenos dólares para remojarse en ellos. La segunda cosa por la que French Lick es conocido es

por ser la patria de Larry Bird (N. del T.: mítico jugador de baloncesto, en activo hasta 1.992).

En todo caso, basta con la historia de French Lick. Navegamos unas ocho o diez millas lago

arriba, y torcimos en una gran bahía. Había unos cuantos barcos pescando en la boca, pero en

cuanto entramos un poco ya estábamos solos. Tom llevó el barco a unos veinte pies (unos 6

metros) de una orilla boscosa. Apagó el motor fueraborda, se trasladó al asiento de pesca

delantero y empezó a utilizar el motor eléctrico de arrastre para pescar lentamente, en paralelo

a la orilla. Sheila se sentó en el asiento trasero y empezó a lanzar. Yo agarré una caña y me puse

a pescar desde la parte central.

"John," dijo Sheila. "Hoy no pescarás. Estarás demasiado ocupado atendiéndonos."

"De hecho, me gustaría una cocacola," dijo Tom.

Dejé la caña abajo y fui al frigorífico para llevarle la cocacola a Tom. Mientras tanto se quitó los

vaqueros y la camiseta dejando al descubierto un bañador rojo. Era de los largos, que acaban a

seis pulgadas (unos 15 cm) por encima de las rodillas. Tom y Sheila lucían ya un buen

bronceado este año. El de Sheila no era muy oscuro, lo justo para darle aquel aspecto saludable

de aire libre. Tom siempre estaba moreno en verano, incluso en invierno su piel tenía un color

como de oliva. Pasé la cocacola a Tom, y le pregunté a Sheila si quería algo.

"Ahora no," dijo. "Pero, ¿no tienes un poco de calor con esos vaqueros?"

"Estoy bien, señora," contesté. "Además no he traído bañador, en todo caso."

"Eso no es problema," respondió. "Te sacaré uno del almacén."

"No es necesario, señora."

"Insisto," sonrió.

Sheila fue al almacén y agarró algo. Luego se volvió y me lo tiró. Era la parte de abajo de un

bikini rosa de mujer. Sentí como se ponía la cara del mismo color que el bikini.

"Desnúdate," me chinchó Sheila, "y póntelas."

Miré a mi alrededor y no vi a nadie. Me quité todo y me puse las bragas. Me quedaban

apretadas pero conseguí ponérmelas. Apenas me cubrían la polla.

"Date la vuelta, queremos ver lo mono que quedas," sonrió Sheila.

Hice lo que me pedía. Noté que Tom había dejado de pescar y disfrutaba del espectáculo.

"Bonito culo," dijo. "Pero falta algo."

Tenía en su rostro una sonrisa maliciosa. Volvió al departamento de almacenaje, y me tiró otra

prenda. Era la parte de arriba del conjunto. Me sentí más avergonzado de lo que nunca pude

imaginar.

"Póntelo," ordenó Sheila.

Vacilé. No podía soportarlo. Era tan humillante.

"¡AHORA!" ordenó.

Obedecí. Se colocó tras de mí y me ató las tiras. Luego me hizo pasear delante de ella y de Tom

como si fuera una modelo.

"Menea un poco esas caderas," ordenó Tom.

Empecé a menear las caderas y a actuar de una forma más femenina. Los dos sonreían, pero no

se reían. Noté que se estaban excitando.

"Nuestra propia putilla afeminada," meditó Sheila.

"Me pongo caliente con solo pensarlo," respondió Tom.

"Solo un par de accesorios más para que quede perfecto." Dijo Sheila.

Alcanzó su bolso y sacó un par de grandes pendientes de oro. Me los puso en las orejas.

"Al final vamos a tener que perforártelas," dijo.

Luego volvió al almacén y sacó el collar de perro y la correa que había llevado la noche anterior.

Me lo enganchó al cuello, y le fijó la correa.

"El toque final," sonrió.

No soy travestí. Nunca he tenido ningún deseo de ir a casa y vestirme. Pero la humillación de

verme forzado a vestirme y actuar como su puta tuvo un profundo efecto sobre mí. La polla se

me puso tan dura que la cabeza asomaba por la parte de arriba del bikini.

"Vaya, vaya," me tomó el pelo, mientras me masajeaba el empalme. "Creo que disfruta con

esto."

"Desde luego lo parece. ¿Sabes Sheila? Creo que cuando lleve ropa femenina debería tener un

nombre femenino," Tom sonreía.

"Buena idea, cariño. Algo que se parezca a su nombre real. Lo tengo. ¿Qué te parece Joanie?"

"Perfecto," dijo Tom. "Conseguí mi primera mamada de una chica llamada Joanie."

"Estoy segura de que esta Joanie será mucho mejor." Se rió Sheila.

"Me estoy poniendo tan puñeteramente caliente de pensar en todas las posibilidades," dijo Tom.

"Y solo pensar que, si todo va bien, él, o debería decir ella, será nuestro cada vez que queramos.

A nuestra entera disposición y órdenes las 24 horas del día. Crees que podrás soportar eso...

¿Joanie?" preguntó.

Sheila estaba aún acariciándome la polla, sintiéndola crecer, sabiendo que yo estaba cada vez

más excitado, tanto como ellos.

"Sí señor," contesté. "Siempre tendré ganas de servirles a ustedes dos cada vez que lo deseéis."

"Veremos," Sheila sonreía. "Tom, vámonos a la parte de atrás, a nuestro lugar favorito."

"John, quiero decir, Joanie," dijo Tom. "Puedes llevar el barco mientras paso un rato con mi

preciosa esposa."

"Sí señor."

Me coloqué tras la consola de mando y penetré más a fondo en la bahía. Sheila y Tom se

sentaron en el largo asiento lateral. Sheila estaba en la esquina, sujetando la correa, mientras

Tom se sentaba a su izquierda. Empezaron a magrearse apasionadamente. Sheila le bajó el

bañador a Tom y él lo alejó de una patada. Estaba completamente excitado. Sheila le estaba

acariciando la polla mientras se besaban. Después de navegar un par de millas hacia adentro se

separaron finalmente.

"Dirígete hacia aquel gran roble y ancla el barco," dijo Tom.

Hice lo que me decía. Era un lugar perfecto. A esta profundidad la bahía era más como un

riachuelo ancho en medio de un bosque montañoso. Los árboles eran tan espesos que el sol

estaba casi totalmente bloqueado. Sheila se quitó la ropa y siguieron con lo suyo. Me sentía

como un mirón. Entonces Sheila tiró de la correa. Me colocó delante de ella, me agarró la cabeza

y me forzó la cara contra su entrepierna. Todo lo hizo sin perderse ningún embate de Tom. El

asiento estaba a menos de un pie (30 cm) del suelo, de modo que yo estaba medio de rodillas y

medio tumbado.

Su coño sabía a miel. Dios, estaba tan jugoso, y yo lamiendo por todas partes. Empecé besando

y mordisqueando el exterior de su montículo. Luego me trasladé a la raja, lamiendo lentamente

desde la raja del culo hasta la parte alta del coño. Finalmente empecé apuntar sobre el clítoris.

Era como una polla en miniatura. Lo chupaba, mordisqueaba y lamía suavemente. Podría haber

estado allí abajo para siempre. Cuando pasaban unos quince minutos explotó en un orgasmo.

Seguí allí comiéndomela. Estaba tan ocupado sirviéndola que su voz me sobresaltó.

"Mírale Tom, realmente le encanta esto."

Luego me levantó la cabeza y me miró a los ojos. Tenía una expresión seria. Sentí que mi vida

estaba a punto de dar otro salto hacia abajo en la senda de la esclavitud. Cuando habló su voz

era a la vez suave y fuerte.

"Creo que es hora de que empieces a aprender a servir a la otra mitad. ¿Crees que estás

preparado?"

"Como ya le dije antes, Ama, nunca he estado con un hombre. Pero no solamente haré lo que se

me mande, sino que lo veré como un privilegio."

"No seré demasiado duro contigo la primera vez," dijo Tom.

Sheila le pasó a Tom la correa. Tiró de mí hasta que estuve de rodillas delante de él. Su polla

estaba semidura y goteando líquido preseminal. Me miró a los ojos y habló.

"Cuando me estés sirviendo sexualmente 'señor' no será suficiente. Quiero que te dirijas a mí

como Amo. ¿Me entiendes?"

"Sí Amo," dije.

"Bien," sonrió. "Ahora que hemos dejado eso claro, podemos empezar la lección. Obviamente tú

sabes que es lo que te gusta a ti, de modo que será un buen punto de partida para empezar

conmigo. Ya sabes, lamerme la parte de debajo de los huevos, chuparme los huevos, lamerme la

cabeza y, por supuesto, hacerme la garganta profunda. Lo último puede necesitar un poco de

práctica, pero lo superarás después de que te hayas ahogado un par de veces."

Hablan de mariposas en el estómago, yo estaba cagado de miedo. Ocurría que nunca había ni

siquiera fantaseado con otro hombre, y aquí estaba yo, a punto de chupársela a mi mejor amigo.

Sheila notó mi aprensión.

"No te preocupes Joanie," dijo. "La primera vez es la más dura, y te guiaré durante todo el

camino."

Su voz sonó como la de una amiga preocupada más que la de un Ama, por supuesto hasta que

te dabas cuenta de que se estaba refiriendo a mí como su puta femenina, y me estaba diciendo

que se la chupara a su marido. Ella podía conseguir que cualquier cosa me sonara a aceptable.

"¿Por qué no le lames primero el jugo preseminal y te acostumbras al sabor," dijo. Me quedé

paralizado. Estaba tan nervioso que no podía moverme. Sheila se echó hacia delante y me puso

la mano detrás del cuello. Me empujó la cara con suavidad, pero con firmeza, hacia la polla de

Tom.

"Sigue adelante y lámesela, puta," me animó.

Abrí la boca y empecé a chupar y limpiar el jugo preseminal. Tenía aproximadamente la mitad

de su polla en la boca, mientras daba vueltas a la lengua alrededor de la cabeza. Sentía como

crecía dentro de mi boca. Era una sensación extraña. No podía creer que realmente estuviera

haciéndolo. El sabor era un poco salado, pero no resultaba repugnante. Sheila aumentó la

presión sobre mi cabeza.

"Vamos, Joanie," dijo. "Puedes admitir más que eso."

Tom estaba totalmente excitado ahora, y tenía la mayor parte de la polla dentro de mi boca.

Podía sentir que se estaba abriendo paso en el interior de mi garganta. Sheila empujó más, y

empecé a ahogarme un poco. Ella aflojó.

"Relaja la garganta, y bajará," dijo.

Seguí su consejo y conseguí que su polla se metiera del todo. Una vez que la tragué entera me

soltó la cabeza. Luego Tom puso ambas manos en la parte de atrás de mi cabeza y empezó a

follarse mi boca como si fuera un coño. Sheila estaba en su propio mundo de lujuria, mirando

mientras jugaba con su cuerpo.

"Resulta tan natural," gimió Tom. Pero entonces me empujó la cabeza hacia fuera. "Túmbate

sobre la espalda, puta, justo debajo de mi polla." Hice lo que decía. Él estaba sentado en el borde

del asiento y sus huevos reposaban sobre mi cara. Sheila se levantó y se colocó sobre mi cuerpo.

Sentí su pie encima de mi polla. Nunca se me había puesto tan dura.

"Mira, es como si estuviese disfrutando de esto tanto como nosotros," me chinchó Sheila. Luego

se me colocó encima del pecho. Puso el pie sobre la polla de Tom y la empujó hasta que sus

huevos estuvieron encima de mi boca. "Lámelo, Joanie," dijo sonriendo.

Chupé por todas las partes que pude. Tom empezó a gemir, sabía que estaba a punto de

correrse. Entre el masaje que ella le estaba dando a la polla y conmigo chupándole los huevos,

no entendía como aguantaba tanto. Sheila se levantó y se sentó en la polla de Tom, con las

piernas colgando por el lateral del bote. Tenía encima de la cara las dos entrepiernas.

"Voy a follarte simplemente cariño, mientras nuestra puta nos pasa la lengua a los dos. ¿Me

oyes, esclava?" preguntó.

Emití una afirmación un tanto amortiguada. Ellos empezaron un lento movimiento de folleteo.

Yo alternaba entre chuparle los huevos y lamerle el coño, mientras la polla de Tom bombeaba

dentro y fuera. Sus gemidos se hacían más fuertes y su ritmo más rápido. Sabía que estaban

muy cerca. Luego los dos gritaron en éxtasis. Sentí que la corrida de Tom se disparaba dentro

del coño de Sheila. Los dos descansaban encima de mi cara, recuperándose de sus intensos

orgasmos. Finalmente la polla de Tom salió con un sonido como de chapoteo del coño de Sheila.

Su corrida empezó a escurrirse encima de mi cara.

"Me parece que Joanie tiene algo que limpiar," dio Sheila riéndose. Luego me colocó el coño

directamente encima de la cara. "Quiero que lamas y te tragues hasta la última gota."

"Y cuando hayas acabado con ella, puedes limpiarme a mí," añadió Tom.

Chupé hasta la última gota de su coño, y luego le lamí la parte exterior hasta dejarla limpia. Ella

se separó de mí y se sentó junto a Tom. Tom tiró de la correa para ponerme la cara al nivel de su

polla.

"Límpiala," dijo sonriendo.

"Como desee Amo Tom," dije. Luego le chupé y lamí la polla hasta dejarla limpia.

"Siento que tengo los huevos un poco pegajosos, esclava. Métetelos en la boca y chúpalos para

limpiarlos."

"Sí, Amo." Tomé los huevos de uno en uno y los chupé hasta limpiarlos. Incluso lamí y chupé la

parte de abajo, yendo hasta el borde de la raja.

"Realmente te encanta servir, ¿verdad?" preguntó Tom.

"Más que ninguna otra cosa en el mundo." Contesté.

"Todo este tiempo," dijo Sheila, "hemos estado buscando la esclava perfecta. Inteligente, real,

normal y atractiva. Y tú has estado delante de nuestras narices todo el tiempo. ¿Por qué no nos

habrás mencionado antes tus deseos sexuales?"

"No es algo de lo que uno hable con otras personas, Ama. El noventa y nueve por ciento

pensaría que soy una especie de pervertido, posiblemente incluso peligroso. Nunca imaginé

que vosotros dos hubierais ni siquiera sabido de esta forma de vida, mucho menos que

participarais activamente."

"¿Puedes soportar la idea de que tus mejores amigos sean tus dueños?" preguntó Tom.

"En cualquier relación," dije, "la confianza es el pegamento que lo mantiene todo junto. En este

tipo de relación es aún más importante. No puedo pensar en nadie en quien confíe más que en

vosotros dos. Incluso aunque nunca pensé en vosotros en plan sexual ahora que sé que los dos

estáis metidos en esta forma de vida, no se me ocurre a nadie a quien fuera mejor servir."

"Creo que solo hemos empezado a abrir todo un mundo nuevo para todos nosotros," dijo Sheila.

"Ya estoy pensando en todo tipo de cosas para las que vamos a usarte para que bajes por la

senda."

"Lo que daría por saber lo que estás pensando." Dije.

Me puso el pie en la polla y dijo, "Todo a su tiempo, mi mascotita. Además tenemos que

castigarte por tu fechoría de la pasada noche.

"Creía que me habríais perdonado, puesto que era mi primera infracción."

"Ni se te ocurra. Solo porque queramos que seas nuestro esclavo, eso no significa que seas

perfecto. Vamos a entrenarte para que seas precisamente lo que queremos, lo que puede que sea

o no sea parte de tus fantasías."

"Entiendo."