La semilla del miedo 9
Si plantas la semilla del miedo y las condiciones son propicias echará raíces y terminara dando sus frutos
El sábado por la mañana, como tenia previsto, fui a pegar tiros. Antes de irme bese a mi mujer cariñosamente para dejarle claro que mi relación con ella había cambiado. Después de pegar tiros me quedo claro que tenia que mejorar mi puntería, pero cuando regrese a casa lo hice con una sonrisa de oreja a oreja. Mi mujer solo con verme supongo que lo tubo claro, pero yo quise que lo tuviera mas claro. Exagere el resultado de las practicas de tiro, aunque le dije que tenia que afinar un poquito mi puntería para ser un tirador optimo. En este caso ella no espero a la noche, se fue disimuladamente al aseo con el móvil y supongo que informo a Marta de mis progresos.
Al final de la tarde recibió una llamada, yo no le pregunte nada, pero sabia que algo pasaba. Después de acostar a los niños, como la mayoría de los sábados nos quedábamos en el salón viendo la tele. Al cabo de media hora llamaron a la puerta, yo le indique mi extrañeza de que tuviéramos visita a estas horas. Mi mujer fue rápidamente a abrir. Los visitantes eran Irene y Pedro, Ana y Alberto y Manuel.
Yo, serio: a que debemos vuestra visita.
Irene: sabemos que quieres vengarte por lo que paso en la playa y matar a Luis y a Marta.
Yo: Si Luis y Marta se merecen un castigo por lo que hicieron. Y por lo que dices vosotros creéis que un justo castigo seria matarlos.
Manuel: No, no, para nosotros esto no estuvo bien, pero solo fue sexo.
Yo: pues entonces porque decís que los voy a matar.
Manuel: tu mujer se lo dijo a Marta.
Yo: cariño, ¿yo te he dicho que mataría a alguien?
Ella, que no se atrevía a mirarme: No, no.
Yo: Pues entonces ¿que os hace suponer que pienso matarlos?
Irene: tu mujer nos ha dicho que quieres sacarte un permiso de caza y comprar una escopeta.
Yo: si, y según vosotros todos los cazadores son tíos a los cuales les han puesto los cuernos y han matado o mataran a los culpables.
Se quedaron en silencio unos momentos, no tenían claro como seguir.
Ana: Mira, nosotros no queremos que hagas una barbaridad, y que les hagas daño ellos.
Yo: lo que yo haga o deje de hacer al respecto no es de vuestra incumbencia
Ana: si lo es, nosotros aunque sabemos que lo que hicieron estuvo mal, no queremos que os pase nada malo ni a ellos ni ha vosotros. No les hagas daño.
Yo: Aquella mañana, todos vosotros visteis como Marta y Luis intentaban convencer a mi esposa y sabíais perfectamente lo que pretendían, pero ninguno de vosotros intento despertarme y avisarme. Cuando yo fui hacia la playa no vi que ninguno de vosotros intentara disuadir a mi mujer, y ninguno intento impedir que se fuera con Luis.
Ninguno se atrevió a replicarme.
Yo: Y ahora os preocupáis por lo que pueda pasarles a ellos, cuando no os preocupasteis por el daño que me hacían a mi y a mi matrimonio. Pues yo les are pagar por lo que hicieron, y nadie lo podrá impedir, y menos unos falsos amigos. Y ahora quiero que os larguéis de mi casa y no volváis, no sois bien venidos.
Y diciendo esto les señale la puerta de la calle. Ellos se marcharon sin rechistar. Yo cabreado le di las buenas noches a mi mujer, sin ni siquiera mirarla, y me fui a acostar. Había supuesto que al ver a Marta asustada su marido habría intentado disuadirme de hacer daño a su mujer, o que Irene intercediera por su primo, pero no que vinieran los demás, si no hicieron nada para impedirlo en la playa, no tenían ningún derecho de intentar impedir mi venganza. Note que mi mujer tardaba, pensé que estaba hablando con Marta me levante y sigilosamente me fui hacia el comedor. No estaba hablando por teléfono, estaba sentada en el sofá agobiada.
Yo me senté a su lado y le dije: has estado hablando con Marta de lo que hacia.
Ella movió afirmativamente la cabeza.
Yo: lo entiendo y no te culpo. Mejor así. Así ya les quedara claro que esto va en serio. Ya se que consideras a Marta y a los demás tus amigos. Yo no te impediré que hables con ellos, ni que los veas. Eres tu la que debe decidir sobre quien es tu amigo y quien no lo es, pero para mi son enemigos, en mayor o menor grado, y te agradeceré que no intentes que me relacione con ellos.
Ella: que piensas hacer.
Yo: si te lo dijera, se lo dirías a ellos, ya que no sabes guardar un secreto, y yo tendría que idear otro plan, mas duro y problemático. Tu confía en mi.
Ella: lo de la caza esta relacionado con el castigo.
Yo: si, pero esto no quiere decir que piense volarle la tapa de los sesos a Luis, al final si lo hiciera ni se enteraría, y no sufriría como el me hizo sufrir a mi cuando te follo. Y lo que nos esta haciendo sufrir ahora para rehacer nuestra relación.
Ella: yo soy la principal culpable, me castigaras a mi también.
Yo: No, no te considero la principal culpable. Son mas culpables ellos, Luis por hacerlo y beneficiarse de ti, y Marta por usar lo que como amiga intima sabe de ti para que cayeras en las redes de Luis. Son mas culpables ellos. Ademas hay una diferencia a ti te amo y a ellos los odio. ¿Ademas no estas sufriendo por la situación en que estamos?.
Ella movió afirmativamente la cabeza y abrazándola la bese.
Continuará