La semilla del miedo 8
Si plantas la semilla del miedo y las condiciones son propicias echará raíces y terminara dando sus frutos
Yo y mi mujer no habíamos tenido sexo desde que volvimos de la playa, no tenia claro como me sentiría al intentar hacer el amor con mi mujer después de lo que había pasado, ni tenia claro como tratarla, si follarla a lo bestia para hacerme el macho o hacerle el amor como siempre, pero sabia que esto no me resultaría cómodo, ya que lo que había pasado estaba demasiado fresco en mi memoria. Por esto fingí estar cansado para evitarlo.
Recuerdo que estando boca arriba me empece a despertar sintiendo el cuerpo de mi mujer a mi izquierda. Ella estaba de lado apoyándose en mi, su cabeza estaba muy cerca de la mía y notaba su aliento en mi cuello. Con su mano note como me iba desabrochando los botones de la camisa del pijama. Introdujo su mano y empezó a acariciarme el pecho. Yo continué inmóvil, mas dormido que despierto. Después de estar acariciándome el pecho durante un rato, note que empezó a desabrochar los botones de la bragueta de los pantalones del pijama y abriéndolo empezó a acariciar mi sexo. Note como se me iba endureciendo con sus caricias. Se separo ligeramente de mi, apoyo su cabeza sobre mi pecho y con su mano derecha empezó a masturbarme lentamente, mientras que acariciaba mis huevos con la izquierda. Yo, semidormido, la deje hacer disfrutando de la paja. Cada vez estaba mas caliente, no tenia claro si estaba en un sueño erótico. Hice que se apartara de mi para poder girarme hacia ella. Busque sus labios con mis labios y sus pechos con mi mano derecha. Empezamos a besarnos suavemente, mientras que yo acariciaba el pezón de su teta izquierda que había liberado del camisón, ella continuaba masturbándome. Deslice mi mano desde su pecho hacia su muslo izquierdo buscando el final de la falda del camisón. Cuando lo encontré deslice mi mano por la parte interna de su muslo izquierdo hacia arriba arrastrando la falda del camisón en busca de sus bragas. Pero en vez de sus bragas me encontré con su sexo desnudo y empece a masturbarla. Estuvimos unos segundos masturbándonos mutuamente mientras nos besábamos y con creciente pasión. Ella empezó a gemir entre besos. Ya no aguantaba mas, necesitaba hacerla mía. Sin dejar de besarla me coloque encima suyo y con mi pene busque la entrada de su sexo. Encontré la entrada y cuando iba a penetrarla ella dijo: No te has puesto preservativo.
Yo me quede quieto. Desde que había empezado ella a acariciarme hasta este momento, ya sea por que estaba aun algo dormido, o porque estaba concentrado en mis sensaciones no me había acordado de lo que había pasado en la playa y de golpe todos estallo en mi cabeza y explote: ¿Es que solo Luis puede follarte a pelo? Zorra.
Y sin darle tiempo a responder de golpe la penetre totalmente. Ella pego un ligero grito, supongo que le dolió la penetración, ya que a mi me dolió. Y empece a follármela duro, la sacaba y se la metía con toda mi fuerza mientras apretaba los dientes con rabia. Ella solo gemía fuerte, no se si de dolor, de placer o de las dos cosas. No se el tiempo que estuve follándomela de forma salvaje, lo que si se es que empece a sudar. No aguantaría mucho mas sin correrme. Recordé que Luis la había follado por el culo. Así que me separe y a lo bruto la coloque a cuatro patas. Me coloque en posición. Mientras que con la mano izquierda me agarraba a su cintura con derecha coloque mi pene a la entrada de su ano presionándolo ligeramente. Coloque mi mano derecha en su cintura dispuesto a clavársela hasta los huevos. Al cogerla firmemente con mis manos, note claramente que estaba temblado. Me di cuenta que debía estar aterrada, pero en ningún momento había protestado. Esto hizo que en el ultimo momento, me separara un poco deslizara mi pene hasta su coño y la penetrara de golpe. Note que ella suspiro aliviada. La estuve follando duramente a cuatro patas. Note que ella tenia un orgasmo. En el ultimo momento la saque y masturbando me me corrí sobre su espalda. Me desplome encima de ella aplastandola. Y hablándole a su oreja de dije: Creías que me correría dentro zorra. ¿No estarás preñada de Luis?.
Ella: Marta me dio una píldora del día después.
Nos quedamos los dos en silencio recuperando el aliento. Notaba mi pecho pegado a mi espalda con el sudor y con mi semen. Creo que en aquel momento fui consciente de lo que había hecho. Nunca había llamado zorra a mi esposa, siempre la había tratado con cariño y ahora la acababa de follar a lo vestía.
La libere de mi peso y me tendí boca arriba y empece a disculparme. Lo siento, cariño, perdóname.
Ella me interrumpió y colocándose encima de mi pecho me interrumpió: No tienes que disculparte. No hay nada que perdonar. Yo no me he quejado. Se que me quieres. Tienes que sacar esta rabia que tienes dentro. Se que cuando ella desaparezca me perdonaras.
Y me beso. Durante cierto tiempo nos estuvimos besando y acariciando, después nos fuimos a duchar juntos, cambiamos las sabanas, nos volvimos a acostar y nos dormimos abrazados.
Cuando me desperté estuve pensando en lo ocurrido. Tenia claro que mi relación con mi mujer había mejorado. Pero también tenia claro que una cosa era mi relación con ella y otra el castigar a Luis y a Marta, así que continuaría con mi plan.
Continuará