La semilla del miedo 10
Si plantas la semilla del miedo y las condiciones son propicias echará raíces y terminará dando sus frutos
Nota del autor: siento el retraso, pero os recuerdo que algunos dias se han publicado dos episodios, lo que no tenia previsto.
Los siguientes días yo seguí con mi plan estuve mirando con ella películas de francotiradores y realizando comentarios sobre la película. Ella me escuchaba, pero algo había cambiado, no parecía tan asustada. Ella se mostraba muy cariñosa y cada día hacíamos el amor. No salia de la cama por iniciativa propia para llamar a Marta, pero si que recibió algunas llamadas que atendió fuera de nuestro dormitorio, seguramente de Marta. Tuve claro que ella pensaba que haciendome el amor me olvidaría de mi venganza. El miércoles era el cumpleaños de la abuela y los niños se quedaron a dormir en su casa y nosotros volvimos a nuestra casa después de cenar todos juntos. Nada mas entrar ella se colgó de mi cuello. Nos estuvimos desando, desnudando y acariciando hasta llegar a nuestro cuarto. Cuando entramos en el cuarto ella se separo de mi y fue a su mesita de noche y extrajo una bolsa y me la dio. Mire en su interior y había un frasco de lubricante anal.
Yo le dije: estas segura.
Ella: Si
Yo: no quisiera que se me fuera la olla y hacerte daño.
Ella: el otro día estuviste a punto de reventarmelo a lo bestia y no lo hiciste. No creo que ahora me lo hagas. Se que puede que te descontroles y me hagas algo de daño, pero si con esto vas sacando la rabia que tienes en tu interior habrá valido la pena.
Nos empezamos a masturbar mutuamente, cuando estábamos muy calientes ella se puso a cuatro patas y yo empece a lubricar y dilatar su ano. Mire de concentrarme en hacérselo de la forma mas delicada posible y no pensar en nada mas, pero no podía evitar en pensar que lo mismo le había hecho Luis. Recordé que ella dijo que no le dolió mucho, así que me concentre en que yo tenia que hacer que casi no le doliera. Era una forma de ganar a Luis. Cuando estuvo bien preparado, me la embadurne, me coloque en posición y la fui penetrando despacio, atento a no hacerle daño, aunque sabia que ella no protestaría aunque se lo hiciera. Después de penetrarla, la deje descansar para luego empezar el mete y saca. Mientras lo hacia no podía sacarme de la cabeza que aquello se lo había hecho Luis, y al final me descontrole y empece a follarla con fuerza. Ella se tenia que apoyar en el cabezal de la cama para parar mis embestidas, hasta que al final nos corrimos. Cuando terminamos yo intente disculparme, pero ella no lo permitió diciéndome que tenia que terminar de sacar toda la rabia que tenia dentro.
A la mañana siguiente, nos despertamos contentos e hicimos el amor, cosa no habitual ya que normalmente por la mañana vamos justos de tiempo, pero esta mañana teníamos mas tiempo ya que no teníamos a los niños y los abuelos los llevarían al cole.
Por la noche cuando llegue a casa, vi que ella estaba contenta pero nerviosa, sabia que iba a pasar algo. Después de acostar a los niños ella me estuvo comentando cosas sobre los niños para que no me fuera a acostar, estaba nerviosa y no dejaba de mirar disimuladamente el reloj.
Yo le dije: estamos esperando a alguien.
Ella, dudo unos instantes: Veras si, es que.
Y el sonido del timbre la interrumpió, ella fue a abrir mientras yo permanecía sentado en el sofá.
Yo pensé que no fuera Marta y su marido que vinieran a intentar que la perdonara, pero cuando mi esposa volvió el que la acompañaba era Luis.
Yo, mirándolo serio le dije: que coño haces tu aquí.
Mi esposa, nerviosa: ha venido a pedirte perdón.
Luis empezó a hablar, y yo lo deje hablar mientras lo observaba. El permanecía de pie. Hacia mala cara como de alguien que esta muy cansado y no se encuentra bien. Empezó pidiéndome perdón. Se empezó primero justificándose porque pasaba un mal momento por haberlo dejado su novia. También culpo a Marta como la que le convenció de hacerlo. Yo mire un momento a mi mujer. Esto a ella no le gusto nada. Y suplicándome que lo perdonara y continuo buscando las mil y una escusas para justificarse. Yo empece a casi no escucharle. Su imagen era patética, un tío fuerte y musculoso con cara de asustado frotándose las manos intentando disculparse. La semilla del miedo ya había dado sus frutos. Estaba pensando en decirle que le perdonaba con la condición que no volviera a hacer algo parecido. Cuando lo dijo. No recuerdo sus palabras exactas. Pero esto interrumpió mis pensamientos. !Me acababa de ofrecer dinero por haberse follado a mi mujer!.
Yo me puse de pie de golpe: !que coño te has creído, que mi mujer es una puta y yo soy su chulo!
Si la acababa de cagar, la volvió a cagar mas, aumento la suma.
Yo, supercabreado: largo de esta casa cabrón, ni mi mujer es una puta ni yo soy su chulo. Me las vas a pagar. Por lo que hiciste y ademas por haberla tratado de puta.
El asustado intento disculparse
Yo avanzando hacia el mientras mi esposa intentaba detenerme: Largo cabrón.
Y el salio como alma que lleva el diablo.
Mi cabreo era monumental. Mi esposa intento calmarme pero tubo que dejarme para ir a calmar a los niños que se habían despertado asustados por mis gritos.
Cuando volvió yo había sacado unos catálogos de armas y estaba estudiando sus características y su precio. Ella estaba asustada, no se atrevió a decirme nada. Seguramente esperaba que yo aceptara las disculpas de Luis, cosa que seguramente habría hecho si el no me hubiera intentado comprar.
Esta noche si que fue ha hablar por teléfono cuando creyó que yo dormía.
Continuará