La semana que me convertí en nena

Fui a pasar una vacaciones a casa de mis primas y poco a poco me fueron convirtiendo en una señorita. Al principio, sólo braguitas debajo de mi ropa de chico, luego una faldita y blusa a juego, después los tacones, finalmente me encontré paseando por la calle totalmente vestida de chica y maquillada

Hoy os quiero contar una historia real que ocurrió cuando tenia 14 años y fue realmente maravillosa. Como sabéis, desde pequeñita me encantaba la ropa femenina y todo lo relacionado con las niñas. Cuando estaba sola en casa, me vestía con las ropitas de mis hermanas (tengo 4) y me paseaba y miraba en los espejos sintiéndome toda una mujercita. Poco a poco fui perfeccionando mis gestos y actitudes, cada día más femeninas y también aprendí a maquillarme. Leía todas las revistas femeninas que compraban mi madre y mis hermanas, y allí aprendí muchos trucos de maquillaje, además de fijarme como se maquillaban ellas.

Por supuesto empezaban a sospechar algo, porque aunque procuraba tener cuidado y dejarlo todo en los armarios como lo había encontrado, siempre se dejan pistas. Además, era un chico algo afeminado: tenía un cuerpecito pequeño pero bien formado, con un culito respingón, piernas proporcionada y los tobillos muy finos y delicados. Mi cara parecía la de una nena, dulce, suave y sin vello, y solía llevar el pelo un poco largo. Mis gestos eran desde luego mas femeninos que masculinos, y eso no pasaba desapercibido en mi casa.

Cuando tenía 14 añitos, mis 2 primas, Olga y Cristina, me invitaron a pasar una semana en su casa de la sierra, cerca de Madrid. Olga tenía 16 años y Cristina mi edad. Mis 4 hermanas no podían ir porque estaban en plenos exámenes; yo ya había acabado el curso, y para no aburrirme en casa, mis padres decidieron que lo mejor era que me fuera con ellas.

Llegué un viernes al mediodía y estaban mi tía y mis 2 primitas. Después de comer, fuimos a su habitación de juegos (la casa era enorme) y me propusieron un juego un tanto extraño para mi: se trataba de la ruleta de la moda, que ellas prácticaban con sus amigas. Consistía en apostar en la ruleta, y si ganabas, podías elegir una prenda de las muchísimas que tenían, tanto ellas como mi tía. Si perdías, tenías que quitarte alguna prenda que llevaras puesta. Me dijeron que, evidentemente, toda la ropa era femenina, pero que sólo era un juego y que lo pasaríamos fenomenal. Al principio me negué, diciendo que yo era un chico y no quería vestirme de nena (aunque lo estaba deseando), pero insistieron mucho y que no se lo dirían a nadie. Mas o menos, la conversación fue así:

"Vamos Carlos (ese era mi nombre), es sólo un juego para entretenernos." dijo Olga

"Lo pasaremos muy bien y te divertirás" añadió Cristina

"Pero es que soy un chico y no se..."

"Puede ser que te guste", me interrumpió Olga

"Por qué dices eso Olga" pregunté

"Si no las probado, no sabes si te gustará"

Me quedé un poco sorprendido, porque suponían que me iba a gustar. Por supuesto, estaba deseando jugar, pero no podía admitirlo abiertamente, tenía que resistirme un poco y fingir que era muy macho. Pero mi deseo de vestirme de niña era muy superior a mi resistencia y poco a poco fui admitiendo que podía ser divertido.

"Bueno, por probar no pasa nada, pero me tenéis que prometer que no se lo diréis a nadie"

"Por supuesto, todo quedará entre nosotras"

"¿Nosotras?", dije

"Si claro, si jugamos tendrás también que adoptar el papel femenino, es decir, tendrás un nombre de chica y te hablaremos como si fueras una mas de nosotras"

No sabía que decir, pero me estaba excitando e ilusionando a la vez.

"¿Y como quieres que te llamemos?", preguntó Cristina

Me quede un poco paralizado, pero yo ya tenía mi nombre femenino y era el momento de decírselo por primera vez a alguien.

"No sé, quizás Marta suene bien" dije

"Genial, Marta, es un nombre ideal para una chica tan fina como tú", dijo Olga

"Esta bien, seré Marta, pero sólo durante el juego, ¿entendido?"

"Claro Marta, lo que tu quieras"

Era la primera vez que me llamaban Marta, lo cual me encantó.

Empezamos a jugar y por supuesto me tocó a mí primero, gané y tuve que elegir una prenda femenina.

"Quizás debería empezar por una falda"

"No, antes debes elegir la ropa interior"

"¿Cómo, ropa íntima también?"

"Claro Marta, debemos vestirnos de verdad, si no no tiene sentido"

"Bueno, si es así supongo que tengo que elegir un conjunto de braguitas y sujetador ¿verdad?"

"Efectivamente Marta y hay mucho dónde elegir ¿De que color lo prefieres?"

"No sé, quizás blanco o rosa, no quiero ir muy provocativa"

Sin darme cuenta, ya hablaba de mi en femenino, lo cuál no paso desapercibido para ellas.

¿No ves Marta?, ya hablas como una nena y eso quiere decir que te esta gustándo.

"Bueno, es para ponerme mas en mi papel" respondí, aunque por supuesto estaba encantada.

Me trajeron varios juegos de lencería y escogí uno blanco de encaje con florecitas rosas, parecido a uno que me solía poner de mis hermanas que me gustaba mucho. Fui al vestidor y volví con el puesto, me sentaba fenomenal y estaba alucinada.

"Estás monísima con esas braguitas y ese sujetador Marta, aunque te falta un poco de relleno para tener tus teticas"

"¿También tengo que ponerme tetas?" dije sorprendida

"Por supuesto, así te verás mas femenina y segura de tí misma"

Empecé a sospechar que había algo más que un simple juego. Aunque por supuesto me encantaba la historia, todo aquello empezó a parecerme un poco raro, así que les pregunté directamente:

¿Por qué queréis que me vista de nena, con mis teticas y todo?"

"Bueno Marta, la verdad es que tus hermanas nos han contado que te vistes con sus ropitas a escondidas, y que seguramente aquí lo podrías hacer mas relajada. Por eso nos han pedido que te invitáramos y que te vistiéramos nosotras, para que vayas aprendiendo con tranquilidad sin estar pendiente de si alguien te sorprende como una nena. La idea del juego se nos ocurrió porque no sabíamos como planteártelo. Ellas y nosotras sólo queremos hacerte feliz" me dijeron

Me quedé helada y nos sabía que responder. Después de unos segundos eternos, me sinceré.

"Sí, la verdad es que me encanta vestirme de señorita, con falditas y tacones e ir maquillada muy discreta", admití.

"Genial, pues ya podemos dejar de jugar e ir directamente al grano. ¿Que conjunto te gustaría probarte?"

"Pues no sé, siempre me han gustado las faldas plisada a juego con una blusa"

"Claro, las falditas plisadas sientan muy bien y son muy femeninas"

En ese momento, se oyó la puerta. Era mi tía, que volvía de Madrid antes de tiempo. Eso no estaba previsto, así que me quedé petrificada. Lo único que pude hacer es ponerme mi ropa de chico encima de mi conjunto de lencería. Mi tía entró a la habitación y nos preguntó si queríamos salir a hacer unas compras y cenar algo, pero que teníamos que irnos ya, porque era tarde. Yo no podía ni hablar, pero mis primas dijeron rápidamente que sí, que nos fueramos ya. Las miré sorprendida e indicando que llevaba puestas las braguitas y el sujetador. Me dijeron que no preocupara, que no se notaba nada.

Así es como me encontré vestida con ropa interior femenina en un Centro Comercial cercano, con la complicidad de mis primas (luego supe que mi tía lo sabía también) y aunque un poco sorprendida, encantada de llevar braguitas y sujetador por la calle.

En el próximo relato, os contaré como poco a poco fui dando mis primeros pasos (con taconcitos incluidos) en el universo de las niñas, la ilusión de toda mi vida.

Besitos

Marta