La segunda visita (2: el año que viene...)

Segundo encuentro entre esta pareja de ciberamantes.

Algo cambió desde aquel encuentro.

Habían pasado meses desde entonces, el trato era una vez al año, una vez para volar, para ser libre juntos por un par de días, alejado de sus vidas reales, pero desde aquella vez, todo era diferente.

Él llegó a su vida con la sensación de que una corriente fresca le había inundado y ella, que todos estamos bajo en mismo cielo, aunque sea lejos

Por cautela, Iván, dejó pasar varios días sin comunicarse con ella. Por un lado pensaba que tal vez ella pensara que él ya no querría saber nada más, pero luego reflexionaba y sabía que ella jamás pensaría eso de él. Necesitaba tiempo para poner en orden sus ideas, dejar que su vida real le absorbiera de nuevo y así ella, rescatarlo cuando no pudiera más.

Ella le había ocultado su corazón. Lo único que se reservaba para ella porque no podía caer en el error de entregárselo, el resto, era suyo, su risa, su cuerpo, sus vivencias… Todo para Iván del que conservaba en su recuerdo su olor, su voz y su pasión.

Lo tenía grabado a fuego en su cabeza, a todas horas estaba en su pensamiento, sin poder ni querer evitarlo. Su amigo del alma, su mejor amante por un día estaba lejos pero tan cerca al mismo tiempo

El volvió a ponerse en contacto con ella y como si nada hubiese pasado, todo volvió al mismo punto.

Cada día, durante un rato, a veces largo, a veces corto, ellos acababan riendo, hablando de sus cosas, él, cada vez más...antes reservado de su vida privada, ahora, necesitaba hacerla participe de sus cosas, de alguna manera, hacerla formar parte de su vida cotidiana, aunque en la distancia, siempre juntos, con el pensamiento, se puede volar a cualquier lugar, solía decir ella.

Los días que no se ponían en contacto por razones obvias, ella, presa de la nostalgia, salía a pasear bajo la luz de la Luna o las estrella o la lluvia, escuchando su música, esa que le recordaba que un día estuvo bajo sus dedos y así, reconfortarse un día más sin él… Una vez él, en un arrebato de cordura y sentido común le preguntó si le hacia bien esta relación, porque él, la veía más como una válvula de escape que como una posible y futura relación y que por nada del mundo, querría hacerle daño. Ella, sin perder la sonrisa, pues él la estaba viendo, le dijo que no se preocupara por ella que tenía sus cosas bajo control que él, mirase por su persona. Pero quería cortar aquello ya pues fue la confirmación de que él jamás la querría como lo hacia ella, que para él era esa amiga especial con la que evadirse, reír quedar una vez al año para desbocar su pasión, pero nada más… Jamás pertenecería a su vida cotidiana, esa vida en la que salimos al cine, vamos con los amigos a tomar cañas… La vida de la gente… Ella jamás estaría en esa vida, con suaves palabras, se lo dejó bien claro y ella lo aceptó aun que no pudo evitar que su corazón se rompiera.

Con una excusa ella se despidió de él y pensó d que manera podía hacerle creer que estaba en el mismo punto que él. Al cabo de un rato le escribió un mail diciéndole que no había ningún problema y que ella esperaba de él exactamente lo mismo que esperaba él… Y que no quería hablar jamás de ese tema, él le contestó que de acuerdo, que jamás hablarían si ella no quería y que todo estaba bien y alguna cosita más que tanto hacia sonreír a esta chica… Cuando ella lo leyó su corazón volvió a latir porque por un momento pensó que todo había acabado.

Pero en él, algo había cambiado, para bien de ella. Las pequeñas señales eran rotundas. Si tenía que salir de viaje, la avisaba. A veces le decía que le llamara a alguna hora, solo por escucharla, o la esperaba hasta tarde por la noche, corriendo peligro de que su pareja le pudiera pillar tan solo, para decirle "hola cariño, como has pasado el día". Y así, pasaron siete meses desde su primer encuentro, siete meses de letras, de palabras, de imágenes y alguna voz… Siete meses maravillosos pero que no podían esperar a que se convirtieran en 12. Iván necesitaba tocarla de nuevo, olerla y sentirla, ella, todo eso y más… Además, ella, sin que él supiera, había renunciado a cualquier otro hombre, después de estar con él, simplemente, no podía. Eso fue lo que le ocultó siempre, su soledad por él, porque lo que sentía por él era demasiado fuerte que no se planteaba nada más en su vida. Ni siquiera pensaba que él compartía la vida con otra mujer, eso para ella no existía. No quería simplemente.

Así que, una vez Iván la llamó para decirle si se volvían a ver y ella, obviamente aceptó. Esta vez quedaron en Zaragoza, ella le citó en la catedral, en la mismísima puerta y esta vez, le esperaba ella, completamente distinta a la primera vez. Nada de impresionar, nada de mujer sexy, era una chica mas en vaqueros, con jersey y chaqueta…hacía bastante frío esa mañana, llevaba guantes y un gorro y un bolso grande cruzaba por su pecho. Allí estaba ella, esperándole.

No tardó en llegar y la encontró allí, nerviosa como es ella, sin poder parar quieta hasta que le vio y se paró al instante. Se miraron por unos segundos, él se sonrió de verla así, ella no pudo reprimirse y se echó a sus brazos para abrazarle. Él la apretó hacia él con fuerza y respiró su aroma. Si, era ella, bajo toda esa ropa estaba la mujer que le hacia soñar. Se separó de ella y la besó con ternura, ella se dejó besar, luego, le cogió del brazo y le dijo de dar un paseo. Por dos días, Iván era suyo y nada más. Fueron al hotel a dejar las cosas y obviamente, tardarían en salir.

Comenzaron a besarse por todas las esquinas de la habitación, llenaron la bañera que era enorme y se metieron dentro rodeados de espuma. El se colocó por detrás y ella se dejó flotar apoyada en su pecho, las manos de él hicieron un recorrido exhaustivo por su cuerpo que seguía siendo tan voluptuoso como siempre, tan suave y tan estupendo. Él mantenía su poder para hacerla estremecerse. Deseaba que el tiempo se detuviera así, para siempre, pero el deseo la abordó y se giró hacia él. Lo besó mientras se sentaba sobre él a horcajadas y se introducía su miembro dentro de ella. Este gesto le pilló por sorpresa y sintió el calor de ella de un solo golpe. Apoyó sus manos en las caderas de ella y la empujó hacia él. Ella estaba abrazada a él y subía y bajaba a un ritmo cadente y sin pausas, sentía el aliento de el sobre su cuello cada vez que la besaba y retrasó un orgasmo que casi siente nada mas entrar en él. Mientras le hacía el amor, pensaba que nunca en la vida había sentido nada parecido y se preguntaba si Iván era un superhombre, esto, la hizo sonreír y entonces le miró y se separó de él. Le dio sus manos y le pidió que la sujetara así podía echarse hacia atrás. Y fue cuando le folló a lo bestia poniendo de agua perdido el cuarto de baño. Seguramente todo el hotel fue testigo de su orgasmo que no reprimió ni un segundo más.

Se fueron a la cama y mojados por el agua, así mismo él, la poseyó de nuevo tumbándose sobre ella y entrando hasta el fondo, besando sus pechos suaves, colorados por e calor del agua, entrando en ella profundamente y saliendo casi entero, y así, la volvió a llevar a donde solo él la llevaba.

Ella complacida, se giró y se tumbó boca abajo. Sabía que esa postura era la favorita de él y complacerle era una prioridad ahora. Él le dio un cachete en el culo, la agarró de la cadera y la empujó hacia él, entrando sin remilgos y arrepintiéndose en ese mismo momento en el cual paró pensando que le había hecho daño, pero ella, comenzó a moverse lentamente y él quieto, veía como el culo de ella se movía para entrar y salir de él sin el máximo esfuerzo.

El le pidió que parara, le acarició la espalda y se la besó, y la tumbó de lado y siguió follándola así, para poder acariciarla bien, mirarla, y abrazarla y así, él, ya no pudo aguantar más dejándose llevar y corriéndose como no la hacia en 7 meses.

Era su media naranja, la complicidad que había entre ellos en cuestiones amorosas era increíble, y así, abrazado a ella, se dejó arrastras por el sueño. Llevaba casi dos días sin dormir, entre una cosa y otra. Ella, cuando le vio dormir, se levantó y recogió todo ese caos de habitación, se duchó, se arregló el pelo, y volvió a la cama con él, abrazada, sintiendo su respiración, se dejó embaucar por la tranquilidad y también se durmió.

A las pocas horas, la despertó a besos. Estaba muerto de hambre y le sugirió que salieran a comer. Ella se vistió para la ocasión y él la observó detenidamente como lo hacía…era tan preciosa, tan sencilla y tan bonita que seguía sin creerlo. Salieron por la noche como una pareja de enamorados cualquiera y al volver de camino al hotel, paseando por las calles de Zaragoza, de noche, tranquilas, besándose a cada momento, Iván vio un callejón oscuro e intransitable donde había un soportal y la curiosidad le pudo, de la mano la llevó allí . No los veía nadie, estaban a oscuras, ella sintió un poco de miedo pero él le dijo que o le iba a pasar nada a su lado, que se dejara llevar. Allí mismo le levantó la falda y le bajó las bragas. Se desabrochó él pantalón y la apoyó en la pared clavándosela sin contemplaciones. A ella se le escapó un pequeño grito, pero él la compensó con besos en la nuca para luego follarla como un depravado, ella ahogaba los gemidos para no ser descubiertos y él se corrió dentro de ella una vez más sin esperarla. Le dio la vuelta y metió su mano allí, donde acababa de salir y comenzó acariciarla mientras la besaba llevándola al éxtasis muy rápidamente.

Luego, como niños traviesos, se arreglaron la ropa y siguieron su camino.

Durmieron abrazados y calentitos y antes de despedirse, ella le regaló una magnifica mamada que dejó desahogar en su boca para tener en su recuerdo, ese otro sabor de su increíble amante.

Nos vemos pronto mi amor, le dijo él

Nos vemos siempre mi vida, le dijo ella.