La Segunda Vida de Rebeca Capítulo 5

En este capitulo lleno de trama, Rebeca se enfrenta a sus hijos y a su marido acerca del divorcio. Su relación con Pablo va tomando nuevos matices.

CAPÍTULO 5

  • ¿Mamá? ¿Eres tú?

  • Hola­ Junior. –saludé a mi hijo con un tierno beso en la frente, tenía prácticamente todo el fin de semana sin verlo y parte del lunes, su expresión de sorpresa al ver mi cambio de imagen me divirtió un poco.

  • ¿Dónde estabas?

  • ¿Está tu padre?

-No…salió de viaje el sábado.

  • ¿Les ha llamado para saber cómo están?

  • Ma, ya sabes que nunca llama… ¿Qué te hiciste?

  • Me tomé el fin de semana para pensar y tomar algunas decisiones.

Mi hijo Ángel apareció en la sala y tampoco pudo esconder su asombro cuando me vio. Debo admitir que esto me dio mucha más seguridad a la hora de hablarles de frente, para poder manera cualquier reacción que llegaran a tener con la noticia que estaba a punto de darles, ya no iba a ceder ante nada.

-¿Mamá?

-Hola Ángel, hijos por favor tomen asiento, tenemos que hablar.

-¿Qué pasa mamá? ¿No nos dirás dónde estabas?

-Se los diré cuando se sienten y se calmen, Esteban.

Los chicos tomaron asiento, en sus rostros pude ver consternación, si bien ya eran hombres, esto iba a ser difícil para ellos.

-No voy a andarme con rodeos, he decidido divorciarme de su padre.

-¡¿Qué?! –respondieron casi gritando, al unísono.

-No es necesario que se alteren, por favor.

  • ¡Mamá! ¿Pero de qué estás hablando? ¿Cuándo lo decidieron?

-Lo decidí hace unos días y ya inicié los trámites para entablar la demanda.

-Mamá… ¿Cómo que lo decidiste? ¿Sin consultar con papá?

-Angelito, tu padre y yo no somos pareja desde hace muchísimos años asi que no tengo porque consultarle nada. Soy una mujer adulta, que ha decidido tomar las riendas de su vida, esta decisión es definitiva y no negociable.

Mis hijos se miraron confundidos, no podían creer lo que yo les estaba diciendo. Después de un pequeño silencio incómodo, Esteban, el mayor, se atrevió a decir:

-Estás abandonando a papá así sin más… ¿Cómo puedes ser capaz de eso?

-Mamá no puedes hacer eso ¡No puedes hacerle eso a mi papá! –sentenció Ángel.

Mi mirada se ensombreció, si bien yo tenía plena conciencia de que mis hijos eran como satélites lejanos, que se la vivían en sus orbitas, ignorándome la mayor parte del tiempo, así como desconocían la situación de su padre y yo, no pude evitar que una saeta cargada de molestia atravesara mi corazón. Esto me confirmaba que en primer lugar no tenían ni idea de todo lo que yo había vivido junto a su padre (y no estaba hablando de su infidelidad) de lo desplazada que me sentía, de lo insignificante y poca cosa, encima ellos se atrevían a ponerse del lado del canalla de su padre, juro por Dios que traté de controlarme.

-Ustedes no tienen nada que ver con los problemas que su padre y yo tenemos desde hace mucho, siempre quise…YO quise, mantener todo lo más en calma posible, pero ya no puedo seguir fingiendo que somos la familia modelo, la familia feliz. Ustedes tienen que entender que…

-Lo único que estamos entendiendo, mamá es que te quieres desentender de esta familia, así como así.

-No, Esteban y si me dejas terminar, les voy a explicar por qué las cosas llegaron hasta donde estamos así que por favor déjenme hablar y después tendrán su turno para expresarse. –respondí con tono autoritario.

No les quedó otra que asentir.

-Su padre y yo ya no sentimos nada el uno por el otro, este matrimonio está muerto, ya son más de 10 años en los que no hay absolutamente nada entre los dos, ni siquiera empatía, no hay afecto, cariño…respeto. Yo decidí entregar la mayor parte de mi vida, mi tiempo y mi energía al proyecto de nuestra familia, renunciando a mis propias aspiraciones, todo por apoyar a su padre y para cuidarlos a ustedes. Hoy después de mucho tiempo, comprendí que fue un error el haber renunciado a lo que yo quería en la vida, porque pude haber combinado mi quehacer profesional con la maternidad y la vida familia, el ser esposa, pero eso es algo que su padre jamás aceptó y mucho menos apoyó. Fue mi decisión, nadie me obligó, pero hoy ustedes ya son hombres, dentro de poco harán sus vidas y volarán, ya no me necesitan, llegó el momento en q ue yo también rehaga mi vida y para ello es preciso separarme de su padre.

Mis hijos se quedaron sin poder decir nada, había temor y confusión en sus gestos.

-Hijos míos, el que yo me separe de su padre, no quiere decir que nos vamos a desentender de ustedes, nuestro deber es apoyarlos hasta que terminen sus estudios y encuentren un trabajo y se sostengan por ustedes mismos, por eso con la demanda de divorcio, también podemos incluir la demanda por pensión alimenticia no solo de su padre sino de mi parte. Ya todo lo están viendo mis abogados y…

-Mamá ¿Cómo puedes hablar así? ¿Con tanta frialdad? Decir que ya no amas a mi papá…que no te ama ¡Qué injusta eres!

-Esteban no me grites…

-No pidas que sea amable contigo cuando prácticamente nos estas diciendo que somos un estorbo para que “rehagas tu vida” ¿De qué vida estás hablando?

-Deja de hablar como si estuviera muerta Esteban ¡Porque te aseguro que no lo estoy!

-Para ti es fácil irte, tomar una decisión acabar con un matrimonio de tantos años, con una familia ¡y todavía hacer esto a espaldas de mi papá!

-Yo no le debo explicaciones a tu padre, Esteban y es la última vez que te repito que no me grites…

-Mamá… ¿Estás segura de lo que estás haciendo? Deberías pensarlo, hablarlo con papá, no se…resolver sus problemas, dicen que el dialogo siempre ayuda.

-Angelito...como dije al principio, mi decisión es irrevocable y no negociable.

-Ma…pero ¿Cómo haces esto? ¿Cómo decides esto en ausencia de papá? No creo que sea justo. Creo que deberían hablar…llevar una terapia, no se…buscar ayuda de un profesional.

-Hijo, necesito que comprendas…que comprendan los dos, que lo que tu padre y yo teníamos está destruido, está muerto. Ninguna terapia, ningún dialogo, ni nada podrán revertir tantos años de abandono, de desamor, de vivir a la sombra. Yo ya me cansé de vivir así.

-Pero mamá…no puedes echar a la basura tantos años junto a mi papá, nuestra familia, por favor recapacita.

-¡Ya cállate Ángel! ¿No lo entiendes? ¿No ves que a mi mamá no le importa? Así de fácil quiere deshacerse de todo…¡Por cobardía!

No pude soportar esa afrenta, no pude aguantar que mi propio hijo me hablara en ese tono, no iba a permitirlo, ya no.

  • ¡Cállate tú Esteban! Bueno ¿Quién chingados te crees tú para juzgarme? ¿Para cuestionarme? A los dos los veo muy preocupaditos por el pendejo de su padre, porque siiiii eso es lo que es, UN PENDEJO. De verdad yo quería llevar esta conversación de forma civilizada, ¡pero ya estoy hasta la madre!

Me levanté del sofá y empecé a recorrer toda la sala, implacable, ya no me iba a callar.

-Quería terminar esto lo mejor posible pero ya no me aguanto más tus groserías. ¿Saben lo que yo he tenido que soportar junto a la basura de su papá? Su indiferencia, sus malos tratos ¡¡¡SUS MENTIRAS!! Que me minimice siempre, que me haga a un lado, que me pise... ¡Ya estoy harta!

-¡Harta de qué mamá! ¡Si lo tienes todo!

-¿Sabes que no tengo? ¿Chamaquito baboso? MI LIBERTAD, el respeto de mis hijos, del que se supone que es mi marido, amor propio, ya no voy a tolerar que me sigas juzgando y recriminando, que pienses que el estúpido de tu padre es un santo porque no lo es. ¿Quieres saber quién es Esteban Riojas? ¿Quieres saber quién es tu padre?

-No dejaré que nos pongas en contra de nuestro padre…

-Demasiado tarde mijito

Salí de la estancia a la recamara donde guardaba mis pertenencias y regresé con un sobre manila que le entregué a mi hijo Esteban, ya no me importaba nada.

-¿Qué es esto?

-Ábrelo

-Dime que es.

-Mira Estebancito nos podemos pasar aquí toda la vida si quieres ¡Basta ya! Eres un hombre de 23 años ¡Compórtate como tal!

Mi hijo mayor temblaba, había rabia en su mirada, hizo pedazos el sobre y descubrió en su interior un montón de fotografías. Muchas imágenes de su padre, de quien consideraba su héroe, su ejemplo de vida, lo vio tal cual era, y no era más que un asqueroso mentiroso. En todas y cada una de las fotografías se podía apreciar al Ing. Riojas besando a otra mujer, con ella en restaurantes, entrando a hoteles, moteles, metiéndola a nuestra casa de descanso en Acapulco, yendo con ella de compras, quedó al descubierto su infidelidad.

-¿Qué mierdas es esto madre?

-¿Qué es? Tu padre…

Ángel le arrebató las fotos y corroboró la clase de padre que ambos tenían, las lágrimas empaparon su rostro constelado de pecas. Me dolió hacer eso, pero ya no pude más, no podía permitir que mis hijos se echaran contra mí por defender a un padre ejemplar que no era más que sombras y humo.

-Para mí es horrible tener que revelarles esto, quería protegerlos, que no odiaran a su padre, no arruinarles la imagen que tienen de él. Quería terminar esto, de la mejor forma posible, pero… ¡ja! ¿Cómo podemos evitar que la podredumbre deje de surgir? Se abre paso, sale por donde puede y aquí lo tienen. No era mi plan que ustedes se enteraran por mí. Pero Esteban, Ángel yo no puedo dejar que ustedes me ataquen, bueno, tú, Esteban no voy a permitir que me faltes al respeto por defender a un hombre que no ha hecho más que mentir y manipularnos a todos a su antojo.

Esteban tenía la mirada clavada en el suelo, mientras quería casi arrancarse el cabello de la tensión y coraje que estaba pasando. Ángel por su parte arrojó las fotografías lejos de sí, se secó las lágrimas y atinó a decir:

-Mamá esto se puede arreglar…

Suspiré

-Mijo, hay cosas en esta vida que no se puede arreglar, el respeto que se pierde, la confianza, el amor…son cosas muy fáciles de perder.

Me paré delante de él y sostuve su rostro con mis manos, me dolía verlo así, para mi seguía siendo mi pequeño niño, mi consentido, el más sensible, el más cercano a mí, no sé cómo se perdió.

-Te voy a dar un consejo. Nunca permitas que nadie te corte las alas, que te condicione para estar con ella, no renuncies a lo que quieres en tu vida cuando todo se puede hacer de forma equilibrada, busca a alguien que sume, no que reste, has algo importante, deja huella para que no termines vacía como yo. La gente a veces no agradece lo que hacemos por ellos, no valoran. No seas como yo, no seas como tu padre. Y nunca perdones estas faltas de respeto, no dejes que te vean la cara, que te humillen.

Voltee a ver a mi hijo Esteban que seguía con la mirada clavada en el suelo.

-Este consejo va para los dos, no lo echen en saco roto. Todo lo que me ha hecho su padre, no tiene justificación, voy a perdonarlo porque sé que tengo que hacerlo, pero ya no quiero vivir junto a él, cuando el amor se va, hijos míos, solo queda vacío, reproches, hastío. Terminas odiando a aquel que juraste amar para toda la vida. No caigan en esto, ustedes deben ser mejores que nosotros y por favor, sé que es una tontería pedirles que no odien a su padre, perdónenlo, este asunto es entre él y yo. El sigue siendo su padre y bien que mal siempre les ha dado todo, quizá no muchas demostraciones de afecto, pero ha estado ahí cuando lo necesitan y no dejará de estar.

-Mamá entonces nada de lo que te digamos te hará dar marcha atrás.

-No Angelito y algún día lo comprenderás, quizá no tenga mucho sentido ahora, pero les prometo que es lo mejor para todos.

  • ¿Qué pasará con nosotros? –preguntó finalmente Esteban.

Ese era otro detalle que no iban a recibir del todo bien, pero no había de otra más que afrontar lo que se venía.

-Tienen la opción de quedarse con su padre o irse a vivir los dos juntos, a uno de los departamentos que tenemos, eso vendría estipulado en la demanda.

-Y dices que no te estás deshaciendo de nosotros…

-Mira Esteban vamos a hablar claro, como adultos. Ustedes ya están grandes, ya no me necesitan, en cambio yo necesito mi espacio, trabajar, entrar y salir de mi propia casa, sin preocuparme por nada más. Ustedes han sido niños de mami toda su vida, y fue mi error no fincarles responsabilidades, así que lo mejor que puedo hacer por ustedes es luchar para que se queden en uno de los departamentos y entre su padre y yo pagar a alguien que vaya a hacerles limpieza y cocinar. Aunque hijos, creo que ya va siendo hora que se hagan cargo de sus vidas. La pensión que les daremos será hasta los 25 años asi que tienen que echarle ganas después.

Ellos se quedaron mirándose sin saber bien que decir, yo me sentía muy agotada mentalmente, lo que debió ser una conversación pacífica terminó siendo una batalla, donde ninguno de nosotros había ganado, no me imaginaba siquiera lo que me esperaba cuando Esteban recibiera la notificación de la demanda de divorcio.

-No me voy a quedar a vivir con papá, creo que tienes razón mamá. Si es tu decisión, la respeto y te apoyo. No sé qué digas tu Esteban.

-Nuestra opinión no fue tomada en cuenta así que no nos queda más que aceptarlo. Mamá dile a tus abogados que queremos vivir en la Unidad Independencia, así no quedaremos tan lejos de la universidad, quiero que mi vida sea lo más normal posible.

-Está bien hijo, yo también quiero que así sea.

Esteban ni siquiera me miró y se levantó para subir a su recámara, no volví a verlo todo ese día. En cambio, Ángel me ayudó a empacar y acomodar todas mis cosas, lo que no iba a llevar y lo que íbamos a donar. Fue muy difícil para mí tener que despedirme en cierta forma de ellos, no iba a abandonarlos, pero si era necesario que aprendiéramos a vivir por separado, hacer nuestras cosas, curarnos de tanto dolor…yo sabía que algún día me lo iban a agradecer.

Pasaron un par de días después de haber hablado con mis hijos, todo sucedió muy rápido desde que interpuse la demanda de divorcio y cuando abandoné completamente el hogar donde había vivido por muchos años. Fue muy fuerte para mí, lo lloré, lo padecí, me quebré por un momento, pero al final me sentí bien que era un paso importante para retomar mi independencia, mi libertad, el control de mi vida.

De la oficina le hablaron al patético Romeo e interrumpieron su luna de miel, al avisarle que le había llegado una notificación del juzgado, una demanda de divorcio. Le cayó como balde de agua fría. El muy desgraciado por muchos años vivió una vida de soltero, sin tomarme siquiera en cuenta, ni a sus hijos, para hacer lo que le diera la gana ¿Qué pretendía? ¿Qué yo no iba a hartarme? ¿Qué yo no sentiría nada? Todo por servir se acaba.

No tardó nada en abandonar su remanso para ir a hacer un escándalo al despacho del que ahora yo era socia. Cuando lo encontré ahí discutiendo con mi amigo Diego, sentí tanto fastidio, la losa que llevaba cargando aun no terminaba de caerse, lo vi ahí creyéndose la gran cosa, tratando de intimidar a todo el mundo, siendo un déspota y un grosero, me avergoncé de él, no podía entender como pude estar casada tantos años con esa cosa, sentía que lo odiaba, me asqueaba, me tenía harta.

  • ¿Qué demonios estás haciendo, Esteban?

Él se volvió para mirarme, sus ojos se abrieron, la expresión de su rostro no tenía igual, dio un paso atrás sin dar mucho crédito a lo que veía. Ese día me veía muy bien, un traje sastre pantalón negro, blusa y cinturón blancos y un abrigo color hueso, mi cabello corto en ondas, cuyo nuevo color dejaban como un mal recuerdo aquellas canas que tan anciana me hacían ver. No pudimos vernos fijamente, mis enormes gafas no dejaban ver más allá de los oscuros cristales.

-¿Rebeca?

  • ¿Tengo que volver a repetir la pregunta o si nos vas a conceder el placer de largarte? -dije a toda respuesta mientras me dirigía al elevador. Los empleados y Diego trataron de explicarme la presencia de mi aun esposo ahí, pero la histeria de este les impidió terminar.

-Vengo a que me expliques que demonios es esto. –me espetó arrojándome la notificación de la demanda de divorcio.

-¿No sabes leer?

-¿Qué chingados te pasa estúpida? ¿Cómo te atreves a hablarme así?

-Cuida como me hablas infeliz, ya no pienso aguantar tus groserías.

Diego trató de sacarlo a la fuerza y estuvieron a punto de agarrarse a golpes.

-¡Ya basta! –grité- Diego por favor, el señor Riojas vamos a hablar en privado.

Diego nada contento, soltó a Esteban, que sin quitarme la mirada de encima entro conmigo al ascensor. Empezamos a subir los niveles cuando empezó a atacarme:

-¿Y qué chingados te hiciste? Esa ropa, ese peinado, te ves ridícula.

Lo ignoré hasta que entramos a mi oficina.

-¿No vas a responderme? En eso te gastas el dinero que te doy, en pendejadas ¿Qué crees? ¿Qué a tu edad todavía paras el tráfico? No eres más que una pendeja que…

-¡Ya cállate poco hombre!. –le grité mientras me paraba delante de él, retándolo- ¿Sabes quién soy? Soy Rebeca Solares Pedrero…Socia del despacho Miranda-Solares & Asociados. Y si me da mi puta gana, si me colmas el plato puedo sacarte a patadas de MI DESPACHO. Ya no soy tu pinche criada, tu esposa pendeja, tu mujer abnegada a la que has pisoteado, de la que te has burlado…

Le di un empujón que casi lo hizo trastabillar.

-¿Qué era eso? Una notificación de divorcio, porque ya estoy hasta la madre de ti, porque me das asco, porque te detesto porque no puedo y no quiero seguir compartiendo mi vida con un imbécil manipulador, porque ya no soporto tenerte cerca, respirando de mi oxígeno, porque si no fuera por mis hijos, maldeciría el día en que te conocí y cometió el peor error de mi vida al casarme contigo. ¿Tienes otra duda?

Esteban se recompuso, sacó su pañuelo y se secó el sudor de su ancha frente, era repugnante.

-Escúchame bien, Rebeca porque no pienso volver a decirlo, estas muy idiota si crees que te voy a dar el divorcio…nunca te voy a dar el divorcio, tu eres mi mujer y así será hasta que la muerte nos separe.

-¡Por Dios Esteban! Que atrasado estás, nosotros estamos separados desde hace mucho tiempo y la verdad me importa un carajo lo que pienses, por si no lo sabes no necesito de tu maldita firma para ser una mujer libre, no me importa si quieres o no, no me interesa en lo más mínimo tu opinión, nadie te la pidió, así que te lo digo de una vez, piérdete, lárgate, púdrete.

-¿Así de grandes tus ovarios, Rebeca? Si tú te divorcias de mí, te dejo en la calle, no verás ni un peso de mi dinero, la casa, los carros…todo lo que tienes gracias a mí, no verás ni un gramo de nada.

-Ay Esteban, todas esas cosas, quédatelas, quémalas, tíralas, regálalas, trágatelas, métetelas por el culo, me tiene sin cuidado. ¿Tu casa? Descuida, ya la desocupé, no me interesa quitarte nada, has lo que quieras con todo eso.

-Y a mis hijos Rebeca, en tu vida los vuelves a ver…

-¿De quienes estamos hablando, animal? De nuestros queridos hijos, que ya son hombres de 23 y 19 años, hijos que son más míos, a mí me dolió tenerlos. Puedes hacer lo que te dé la gana con ellos, pero eso sí tanto tu como yo les vamos a dar una pensión y el departamento de la Unidad Independencia porque después de todo este desmadre dudo que quieran vivir contigo.

-Cuando sepan que la pendeja de su madre decidió abandonarnos, dudo que quieran volver a saber de ti.

Comencé a reírme, de los purititos nervios, del coraje, de la ira contenida, fue mi mejor manera de desahogarme para no írmele encima a golpes.

-Tus hijos ya saben la clase de basura que eres y todo lo que me has hecho desde hace años. ¡Ah! También saben de tu amiguita esa… ¿Cómo se llama? Ivette Toledo.

-¿Qué?

-¿Qué? ¿Crees que no me iba a enterar de tu patética aventurilla de tres pesos?

De mi escritorio saqué las fotografías que le había mostrado a mis hijos y se las arrojé a la cara a Esteban, cuando las vio su rostro palideció.

-¿Mis hijos saben de esto?

-Claro, porque pobrecitos estaban tan empeñados en defenderte de mi abandono, que incluso Junior empezó a faltarme al respeto y eso sí que no lo iba a permitir, no quería que se enteraran por mí, pero no iba a aguantar que se me echaran encima para defender a una porquería como tú. Y bueno les tuve que mostrar con pruebas al intachable padre que tienen.

-¡¡¡¡Eres una perra hija de puta!!!!!!

Esteban intento golpearme, pero me defendí dándole un empujón con todas mis fuerzas.

-¡No te atrevas a ponerme una mano encima desgraciado! Jajajaja es lo único que me faltaba, que tuuuu que tanto me has dañado te atrevieras a pegarme, escúchame bien infeliz, si sabes lo que te conviene vas a firmar el divorcio, porque te juro que no me voy a tentar el corazón hasta arruinarte así que tú decides.

-Eres una maldita…

-Di lo que quieras

  • ¿Por qué mejor no admites que lo que te arde es que esté con una vieja mucho mejor que tú? Un dios, que me atiende, que me consiente, porque obviamente hace años que tú ya no me sirves como mujer.

-Claro, Esteban, todo lo que tu dinero puede comprar y ¿sabes? No te culpo, tan harto estas de mí como yo de ti, de los dos no eres el único que compra cariño. –le respondí sonriendo abiertamente.

  • ¿Qué chingados estas diciendo?

-Ya me harté de escucharte, lárgate o te juro que hago que seguridad te saque a patadas.

-Vas a saber de mí, Rebeca, no te la voy a dejar tan fácil.

Y se fue, azotando la puerta, me sentí mucho mejor después de haberle dicho todo lo que tenía guardado, ya no sentía respeto ni empatía por él, no se merecía nada, después de cómo me había tratado y encima llegar a mi trabajo a insultarme, nunca más le iba a permitir otro atropello, la Rebeca que él conocía ya había muerto.

Pasaron los días y la batalla en los juzgados era lo que había esperado, Esteban no se presentó a la junta de conciliación, el juez no lo vio con buenos ojos. Deben saber que yo estaba trabajando con un Buffet muy reconocido y aunque el fundador, el Doctor Alonso Beceiro es penalista, como favor personal al Doctor Miranda, el padre de mis amigos, decidió llevar el caso de mi divorcio, que bien se notaba que iba a ser una batalla campal. Yo no tenía miedo.

Las cosas iban bien en mi vida, tenía ahorros, dinero que había heredado de mis padres, propiedades que Esteban no iba a poder quitarme por haber sido herencias y donaciones, arrendé un departamento en Santa Fe, no podía comprarlo hasta que no me divorciara, inicié mi nueva vida más pronto de lo que pensaba.

Estando en el despacho, tuve una conversación algo rara con Diego, le había comentado de mi relación (si es que así se le podía llamar) con el joven Pablo Heredia. No esperaba lo que opinó al respecto:

-Creo que debes tener cuidado Becky.

  • ¿A qué te refieres?

-Pues ese tipo de hombres, no sé…tienen sus triquiñuelas. Tú me entiendes.

-Habla claro.

-Sólo no pierdas la cabeza ¿Sí?

-Sigo sin entender.

Diego encendió su habano, inhaló pensativamente como tratando de encontrar las palabras exactas para lo que quería decir en realidad:

-Becky este tipo de hombres, se aprovechan de la soledad de las mujeres con dinero e incluso de las que no tienen tanto dinero.

-Si te dije que le estoy pagando ¿No? Estoy comprando su compañía.

-Lo sé, pero ya conozco esta historia, primero empiezan así y después te envuelven hasta que te hacen creer que no estas comprando nada, que te quieren, que están enamorados y se aprovechan, les lavan el cerebro a las mujeres, conocen sus puntos débiles y eso lo usan para su propio beneficio.

-No digas eso, yo tengo claro que él es un chico joven, que tiene este trabajo tan particular, que jamás se habría fijado en mi si no es por dinero, estoy consciente de eso. No creo que se compliquen las cosas al punto que tú crees.

-Sólo quiero protegerte, aunque ahorita estés muy segura de ti misma eres vulnerable, necesitas ir adaptándote poco a poco, así que te daré un consejo: diviértete todo lo que quieras con este joven, inviértele el dinero que te dé la gana, pero ten en cuenta que todo es falso, que no es nada más que un momento en tu vida y cuando te sientas lista trata de integrarte al mundo y conocer a alguien que quiera estar contigo sin que le tengas que pagar.

-Crees que soy una tonta adolescente que se va a dejar embaucar por este seductor sin escrúpulos…

-Sólo es un consejo Becky, sé que tomarás las mejores decisiones como hasta ahora.

Me limité a sonreír levemente, era obvio que no me había causado gracia su comentario, pero si me puso a pensar ¿Y si era cierto? ¿Y si Pablo en realidad quería aprovecharse de mí? Eso me puso triste por un momento, nadie me había tratado como él y aunque sabía que era un servicio que yo estaba pagando, me gustaba creer que él era buena persona que en realidad podía llegar a apreciarme como clienta, como amiga.

-Te dejo amigo, tengo que resolver unos asuntos.

-Becky no olvides que mañana tenemos la reunión con nuestro nuevo cliente el Doctor Santaella.

-No se me olvida, sé que es un cliente fuerte, te aseguro que estaré puntual en la reunión.

Más tarde, me encontraba con Pablo, habíamos acordado vernos para que me mostrara el Gym&Spa y nos pusiéramos al corriente con los servicios que iba a proporcionarle, mis honorarios y la entrega de algunos documentos relacionados con las finanzas del negocio.

-Es un lugar precioso Pablo.

-Lo decoré yo mismo.

-Tienes muy buen gusto.

-Quiero hacer crecer todo esto y quiero que me ayudes.

Me quedé inmóvil por un instante.

  • ¿Qué quieres decir con que quieres que te ayude?

-Sí, yo no sé nada de administración, pero tú sabes demasiado, quiero hacer crecer mi capital, me gustaría que me orientaras, además de llevar la contabilidad, los impuestos y demás, si quisiera que pudiéramos contemplar invertir en la bolsa, no sé…sueño demasiado.

Lo vi y fue como verme a mí misma cuando tenía su edad, todo lo que yo anhelaba y que no pude tener en ese momento, ahora se me presentaba la oportunidad de ayudar a alguien a alcanzar esos objetivos, así que decidí apoyarlo.

-No hay sueño demasiado grande, ni demasiado pequeños, solo son sueños, metas, nunca te reprimas a la hora de soñar. Y si en eso puedo ayudarte lo haré.

Él me sonrió y me abrazó.

-Gracias Rebeca, eres una gran mujer. Te prometo que voy a echarle ganas y siendo tu mi guía las cosas saldrán quizá mejor de lo que pienso ahora.

Fue extraño, pero ese abrazo me reconfortó, había estado muy estresada entre los pleitos legales con Esteban, estar un poco distanciada de mis hijos, Junior sin hablarme, las nuevas responsabilidades que de mi cargo emanaban, que esa demostración de cariño que Pablo estaba teniendo conmigo me hizo sentir muy bien, pero recordé las palabras de Diego y por más que lo intenté no pude evitar que influyeran en ese momento.

Me separé de sus brazos y le dije que era mejor que comenzáramos a ver lo de los asuntos contables y demás cosas, el me condujo a su oficina y me puso a cargo de todo. Esperaba encontrarme con un desastre en los números, pero, aunque rudimentariamente, Pablo llevaba un control de todos sus gastos, entradas, salidas, utilidades, reservas, de todo. Me sentí muy orgullosa de que fuera un chico tan centrado y que se tomara tan en serio su trabajo, me facilitaría más el mío.

-¿Estás segura que me estas cobrando lo justo por tus honorarios?. –me preguntó tras mencionarle mi tarifa.

-¿Te parece mucho?

-Para nada, hasta pienso que debería darte más.

Me sorprendí.

-Podríamos empezar con eso y si se van añadiendo más obligaciones pues podríamos renegociarlo.

-Me parece perfecto.

-Te traje un contrato…

-Excelente.

Le extendí la hoja.

-Puedes leerlo con calma.

-No tengo nada que leer, confío plenamente en ti.

Sacó una pluma de su saco y procedió a firmar, yo no podía creer que hubiera hecho eso.

-Ahora hay que brindar por este nuevo negocio juntos

-Jaja está bien

Pablo se levantó y fue al frigo de dónde sacó una botella de champaña, la agitó y después soltó la tapa, el chorro salió disparado y fue directamente a mi blusa, grité al sentir el liquidó frio impactar contra mi pecho, para después soltar una sonora carcajada.

  • ¡Oh por Dios, lo siento!

-No te preocupes. –le respondí sin poder dejar de reírme.

Se acercó a mí y con una toalla trató de secarme el rostro y la blusa, se había transparentado y podía verse mi sostén debajo. Nos miramos sin saber muy bien que decirnos, era un momento bastante tenso, pero…sensual. No supe en que momento sus labios se posaron en los míos y comenzó besarme muy despacio y empezó a subir la intensidad, soltó la toalla y colocó sus manos en mi trasero, lo apretaba, masajeándolo, mis manos en su espalda, nos movimos un poco buscando el apoyo del escritorio, aunque lo estaba disfrutando no había planeado tener un encuentro sexual en ese momento, pero decidí no hacerme muchas ideas.

Siguió besando mi cuello, recorriendo con su lengua un camino hacia mi pecho, con desesperación me desabotonó la blusa y me bajó el brasier y comenzó succionar mis pezones como un niño hambriento. Mis gemidos se hicieron presentes, trataba de acallarlos ya que sabía que en el lugar había gente, pero eso lo hizo aún más excitante. Tomé la iniciativa y palpé su pene por encima de la ropa, el me ayudó desabrochando su pantalón y yo me lance a saborear ese enorme falo, como nunca antes lo había hecho, me encantaba tanto tenerlo en mi boca, que me robara el aliento, que me hiciera estremecer, que empapara mi zona intima, el gemía débilmente, yo sabía que estaba haciendo un esfuerzo para no ser escuchados, pero eso solo logró que incrementara el ritmo de mi mamada.

Justo cuando creí que iba a terminar me detuvo.

-No puede ser, me pones muy caliente, Rebeca.

-¿Esta mal? –lo miré con mi rostro enrojecido.

-Al contrario, ven.

Me colocó de espaldas frente al escritorio, me pidió que levantara el trasero y él se agachó, subió mi falta, bajó mis bragas y comenzó a comerme la vagina de una forma majestuosa, no podía soportarlo, separé un poco más mis piernas, el seguía comiéndome e introducirme sus dedos, ahogué mis gritos al sentir el inminente orgasmo, que me recorría toda la espina dorsal, que me hizo volar la cabeza, apenas podía mantenerme en pie, estaba a punto de doblarme cuando cai en cuenta de que Pablo se disponía a colocarse un condón que había sacado de un cobre que había en su escritorio, se lo puso a velocidad record, y hundió su verga en mi lo cual hizo que soltara un gemido que estoy casi segura la gente de afuera escuchó.

-Ohhhh ohhh Pablo por Diosssssss

-Disfrútame, Rebeca, disfruta mi verga…pfffff

-Házmelo duro ¡No te detengas!

Me dio una seguidilla increíble, sus manos aferradas a mis nalgas, comenzó a darme azotes, entrando y saliendo de mi vagina con lujo de violencia, mis fluidos escurrían por mis piernas, no podía creer que experimentara mayor placer con cada encuentro, era algo infinito, espontáneo y único, no se podía comparar, aunque fuera con la misma persona, nuestro manejo sexual tenía vida propia, tenía conciencia, por un momento olvidé que estaba pagando por ello y eso fue lo que me llevó al segundo orgasmo.

-No he terminado contigo, ven acá.

Se estaba comportando de una manera distinta, pero yo estaba hipnotizada, obedecía sus órdenes sin chistar. Me llevó al sofá que había en la oficina, se sentó y me hizo colocarme encima. El estar ahí, intimando, sin necesidad de estar completamente desnudos, que cualquier pudiera entrar, que probablemente nos estuvieran escuchando, desató mi furia sexual y así sin saber, solo guiándome por mi instinto, comencé a cabalgar esa deliciosa verga, dando sentones, moviéndome como posesa, disfrutando centímetro a centímetro el placer que se me brindaba, sus manos en mi cuello, aprisionándolo suavemente, bajando por mis pechos, centrándose en mi abdomen, aferrándose a el, gimiendo, siendo embestido por todo mi cuerpo y susurraba, lo mucho que le encantaba, lo mucho que me gozaba, pidiéndome no parar, tantas cosas que quisiera poder recordar pero mi estado era de un trance de éxtasis total, tantas palabras que fungieron cual conjuro que me hizo estallar en un multiorgasmo, el primero de mi vida.

Me desplomé en sus brazos, me sostuvo hasta que recuperé el aliento.

-Estás aprendiendo muy rápido, Rebeca, me siento orgulloso y agradecido.

-Aún no te he hecho terminar.

-No pasa nada, lo importante es que tu termines.

No quise escuchar más, me bajé y le arranqué el condón, y comencé a mamar su verga tan rápido como me era posible, Pablo se sobresaltó, pero no pudo librarse de mí, yo estaba muy entregada en mi propósito de hacerlo acabar, no lo pensé una vez más me dejé llevar, estaba rompiendo mis ataduras, deshaciendo los esquemas que habían regido mi vida y me entregué una vez más, sin complejos, saboreando ese pene, llenándome de él, entregándole de mí, masajeando sus bolas, pasando mi lengua por todas ellas, succionando la cabeza, adentrándola completamente en mi garganta y entonces fue ahí que sentí su español…quiso separarse pero me aferré aún más y así fue como terminó en mi boca por primera vez.

-Uffffff carajo Rebeca ¿Cómo hiciste eso? Espera te doy papel higiénico…

Pero me había comido su esperma, así sin pensarlo, un manjar sin duda.

-¿Qué hiciste?

-No creí que fuera adecuado desperdiciar nada.

-Jajaja ¡Rebeca!

-¿Estuvo mal?

-¡No, para nada!

Y se acercó para besarme, me tomó en sus brazos y nos quedamos así por unos momentos.

-Creo que ya debemos irnos, Pablo. Perderás tu vuelo.

-Tienes razón, vamos te ayudo.

Ese día se iba de viaje con una de sus clientas, dejaría de verlo por algunas semanas, debo decir que eso me entristecía porque iba a extrañarlo. Nos vestimos, lo más pronto que pudimos, me cepillé el cabello y retoqué mi labial. Se acercó a mí y me dio un beso en el hombro. Me entregó un Boucher

  • ¿Y esto?

-Acabo de pagarte la primera parte de tus honorarios, las cuentas claras y el chocolate espeso.

-Oh pues te lo agradezco, ahorita te pago por los tuyos.

-¿Cómo?

-Ya sé que este encuentro no estaba planeado, pero…

-No, tranquila, esto no entra dentro de la agenda.

-¿Qué?

-No tienes que pagarme nada hoy.

-¿Porqué?

-Al no estar planeado, considéralo cortesía de la casa.

-Pues gracias…-respondí sonriendo.

Salimos juntos del Spa y nos despedimos con un fuerte abrazo y un beso. De camino a mi departamento iba reflexionando acerca de lo que acababa de suceder, las palabras de Diego se aglutinaban en mi mente ¿Esta cortesía de Pablo era una trampa para obtener beneficios de mí?  Pero una suma importante de dinero en mi cuenta bancaria, me hacía dudar de ello.