La segunda vida de Rebeca Capítulo 3

Rebeca se reune con Pablo, el apuesto scort que la ayudará a explorar su tan abandonada sexualidad.

CAPÍTULO 3

Me puse muy nerviosa y estuve a punto de colgar, pero él volvió a hablarme.

-¿En qué le puedo ayudar?

-Bue…buenas noches, Pablo

-Buenas noches, señorita ¿Con quién tengo el gusto?

-Me llamo Rebeca yo…

-Mucho gusto Rebeca, es un placer conocerla por este medio.

Oh por Dios era tan amable y su voz tenía un tono tan dulce a pesar de ser tan masculina, sentí que me derretía.

-Muchas gracias, Pablo…el placer es mío.

-Dime ¿Cómo estás? ¿Qué tal tu día?

Esto era demasiado, tan solo con escuchar la voz de aquel hombre quería que me hiciera suya de todas las formas existentes en esta vida.

-Pues bien, algo cansado por el trabajo, pero todo tranquilo.

-Me da mucho gusto, preciosa. Y dime ¿Qué necesitas que haga por ti?

-Verás encontré tu página, en donde ofreces servicio de compañía y scort, estoy interesada.

-Por el nerviosismo en tu voz casi puedo adivinar que es tu primera vez.

Verme descubierta me hizo sentir aún más nerviosa.

-Sí…es la primera vez que hago esto y no sé bien lo que debo hacer.

-Nena, tu tranquila, déjame explicarte. Acabas de contactar conmigo porque te interesa el servicio, el cual es único y personalizado, todo se llevará a cabo según tus términos, así que para empezar podrías decirme qué de todo es lo que te interesa más y de ahí podemos partir ¿Estás de acuerdo?

-Sí.

-Muy bien entonces dime…

-Me interesa un poco de compañía y…un encuentro sexual.

  • ¡Fantástico! ¿Quieres que sea en algún lugar en especial?

-Mmm me gustaría que fuera algo muy discreto, leí que ofrecías acceso a tu apartamento.

-Desde luego, mira te propongo lo siguiente: nos podemos ver en un café que queda a una cuadra de mi casa, nos conocemos, corroboras que soy el de las fotografías, platicamos, me dices lo que te gustaría hacer y te ayudo a entrar en confianza, si en el último momento te arrepientes no hay problema, solo tendrías que pagar los cafés.

-Me parece justo, acepto la propuesta.

-Perfecto, hermosa. ¿Cuándo podríamos vernos?

  • ¿Tienes tiempo mañana?

-Mmm mañana es mi día libre, pero por ti puedo hacer una excepción.

-Oh no, no tienes que hacerlo podríamos vernos otro día.

-Mañana está bien, me va a encantar conocerte.

-A mí también. ¿Dónde te veo?

-¿Usas WhatsApp? Puedo mandarte la ubicación exacta.

-Claro, está bien y muchísimas gracias eres muy amable.

-Fue un placer, Rebeca. Te veo mañana.

Solté un suspiro tras colgar el teléfono, no podía creer lo que acababa de hacer, iba a pagar por sexo…qué bajo había caído. Estuve meditando por un mar de horas, estaba a punto de llamarle a Pablo para cancelar el servicio, pero el recuerdo de todo el drama de la amante de Esteban y de quien sabe cuánto tiempo llevaba viéndome la cara de estúpida me lo impidió.

Regresé a la computadora a ver las fotografías de ese chico que iba a ayudarme a explorar un lado de mi vida que tenía muy abandonada, o más bien sin descubrir. Era realmente bello, 28 añitos, podría ser mi hijo. Eso me perturbaba un poco a la vez que me hacía sentir excitada, la idea de que alguien como él fuera a tener sexo conmigo, me volaba la cabeza.

Es decir, de jovencita siempre fui muy tímida, Esteban fue mi único novio, debido a mi educación tan conservadora no tuve la oportunidad de conocer a otros chicos, salir, divertirme, mis padres eran de la idea de que el primer novio que tuviera tenía que ser quien me llevara al altar. ¡Qué tontería! Ya ni siquiera sé porque escogí a Esteban, tantos años de indiferencia me habían hecho olvidar porqué me enamoré de él.

Trataba de llegar a una conclusión ¿Por qué hacía todo esto? ¿Estaba pensando en vengarme? Siendo sinceros si mi marido había dejado de amarme poco le importaría que yo me revolcara con un jovencito extremadamente guapo, lo único que lo haría perder la razón es que yo dejara de ser su chacha y empezara a ver por mí bienestar de ahora en adelante.

Así era, quería golpearle el orgullo, hacerle ver que yo muy fácilmente podía darle una patada en el culo a “nuestro proyecto familiar” y lanzarme a los ardientes brazos de chicos como Pablo, hacer mi propia fortuna personal trabajando como la gran profesional que era y cuando todo fuera inevitable exigirle el divorcio, sin miramientos.

Viéndolo bien no me importaba si tenía que pagar por sexo, por caricias, cariño y compañía, me lo merecía y además si quería cambiar de vida tenía que empezar por cambiar mi mentalidad, abrirla a nuevas formas como decía Diego. Además, en estos tiempos ya es casi normal que mujeres mayores salgan con chicos más jóvenes, yo no sería ni la primera ni la última.

No sabía que rayos iba a usar para mi cita con Pablo, no tenía nada adecuado, estaba muriendo de nervios no tenía idea de lo que fuera a pasar, no me sentía una mujer atractiva, jamás lo sentí, pero es cierto que antes era joven al menos, ahora tantos y tantos años de descuido me habían convertido casi en un despojo. Abrí mi closet en busca de algo que pudiera servir, me probé muchas prendas, pero ninguna me convencía.

Ya estaba por darme por vencida cuando encontré un traje que había usado en un coctel de aniversario del despacho, era un vestido liso color beige a juego con un saco color coral, era muy bonito, sólo lo usé esa vez. Me lo probé de volada y a pesar de no tener el cuerpazo, no se veía mal, el saco ayudaba a disimular un poco, en ese momento caía en cuenta de que mis amigos tenían razón, necesitaba renovar mi guardarropa.

De pronto, recibí un mensaje en mi celular, era Pablo dándome la ubicación del lugar donde nos veríamos y preguntándome a qué hora querría verlo, le dije que, a medio día, así mis hijos no me verían salir porque estarían dormidos. Debo confesar que esa noche no dormí de los nervios y la emoción, estaba completamente impactada por lo rápido que se estaban dando las cosas, Esteban no llegó a dormir, pero hacía mucho tiempo que eso no me quitaba el sueño, ahora la razón de mi desvelo se llamaba Pablo y mañana iba a disfrutar de su compañía.

Salí a las 10am de la casa, aunque el lugar donde vería a Pablo estaba ubicado en la Colonia Condesa, que quedaba a poco menos de media hora de mi casa, quise adelantarme por aquello del tráfico y porque no quería cruzarme con Esteban o los chicos y así no darles ninguna explicación. Conduje muy nerviosa de camino al café, muy pocas veces salía a esos lugares, debo admitir que me daba mucho miedo que alguien fuera a reconocerme y le contara Esteban, a veces esas cosas suceden porque la vida es ojete.

Cuando llegué a la condesa estuve dando vueltas en el carro hasta que logré estacionarme cerca del café, para entonces ya había pasado casi una hora, me bajé del coche y estuve caminando por esas hermosas calles que me hacían imaginar que estaba en algún boulevard parisino. Domingo casi el medio día, había un poco de aire fresco, había decidido recoger un poco mi cabello en un sencillo pero bonito peinado que había visto en internet y que jamás me había atrevido a usar, me puse algo de maquillaje muy tenue, quería disimular un poco mi edad, pero finalmente no podía hacer mucho, el paso del tiempo había dejado su huella.

Llegué al café más temprano de lo acordado, era una estrategia pues quería ser yo quien lo viera primero, me acomodé en una de las mesas y de pronto me entró una especie de nervios ¿Qué tal si el chico no llegaba? Seguro había visto mi foto de WhatsApp y se había dado cuenta de lo fea y vieja que era ¡Podría ser su madre! Luego pensé ¿Cómo se me había ocurrido la locura de contactar a alguien tan joven y guapo? ¿En qué demonios estaba pensando? Debía largarme antes de que el llegara y me viera.

Pero fue demasiado tarde, una voz que me pareció remotamente familiar, me habló por mi nombre a mis espalda:

-¿Rebeca?

Sentí una descarga eléctrica que me recorrió toda la espina dorsal ¡Era Pablo! Lentamente me di vuelta y pude verlo. En efecto era el chico de las fotos, ¡realmente era alto! Y mucho más a puesto en persona, quise ponerme de pie para saludarlo pero las piernas se me doblaron, estaba aterrada.

-Pablo…

-¡Sí! ¡No! No te levantes por favor.

Y después se inclinó hacia mí para darme un beso en la mejilla. Al sentir el contacto de sus suaves labios en mi piel de otoño, mi pulso se aceleró, fue como si algo despertara en mi después de muchos años de estar dormido.Pablo se sentó delante de mí, era como una aparición, lo más bello que había visto nunca, no me salían las palabras hasta que finalmente logré decir:

-¿Por donde entraste? No te vi…

-Ya estaba aquí cuando llegaste, sólo que no sabía si eras tú, te ves un poco diferente que en tu foto.

-¿Diferente?

-Sí, hoy tienes un peinado distinto, te ves muy guapa.

Mis mejillas se colorearon, no lo pude evitar.

-Gracias

-Gracias a ti por venir ¿Gustas tomar algo?

-Un café, gracias.

Hizo un ademán para llamar al mesero y pedir los cafés, pude notar que el me miraba mucho y yo no podía verlo a los ojos, me cohibía demasiado, incluso me sentía un poco incómoda, pero él fue muy amable y poco a poco me fue haciendo entrar en confianza. Me preguntó por mi vida, a qué me dedicaba, mis intereses, pasatiempos, hablamos un poco de nuestros gustos, libros, películas, un poco de política. Era un chico muy inteligente y conocedor, tanto que me preguntaba que hacía trabajando de acompañante de señoras.

  • ¿Y haces algo más aparte de este trabajo?

-Acabo de abrir un gym con spa, algo pequeño aún, pero me está yendo muy bien.

-Oh eso es genial, pues te deseo mucho éxito.

-Gracias guapa ¿Ya estas más tranquila?

-Un poquito.

Sonreímos y él tomó mi mano.

-Yo sé que la primera vez puede ser raro para ti, pero me gustaría que me tuvieras confianza, es algo fácil de pedir y difícil de conseguir, pero quiero que sepas que estoy aquí para complacerte. ¿Te gustaría que hiciéramos algo en especial?

Yo moría por dentro, de la vergüenza ¿Cómo podía decirle a un hombre tan sexy que no tenía ni la más mínima idea de lo que estaba haciendo? Que nunca había tenido un orgasmo y que ni siquiera sabía que era lo que quería. Me sentí tan pequeña e insignificante que sólo atiné a decir:

-No sé…en realidad no soy una experta en este tipo de cosas, creí que tal vez tú podías ayudarme un poco.

-Claro, no te preocupes que iremos poco a poco a medida que te vayas sintiendo más en confianza. Por lo pronto creo que deberíamos irnos, me gustaría que me acompañaras a mi departamento.

Sentí una punzada justo en el estómago.

-Cla…claro, vamos.

Pedimos la cuenta y yo estaba por sacar dinero para pagar cuando Pablo me detuvo:

-Por favor, permíteme invitarte.

-Gra…gracias.

Salimos del local y el me ofreció su brazo para caminar juntos, no sé si eso estaba incluido en el servicio o fue un valor agregado, pero me pareció un detalle súper lindo de su parte. Caminar así junto a él me dio un poco más de seguridad, pero aún me daba miedo que alguien pudiera reconocerme, afortunadamente su edificio estaba muy cerca era muy lindo, seguro que con lo que ganaba podía darse una gran vida.

Cuando entramos a su departamento detecté un suave aroma a incienso, era un lugar realmente bello y reconfortarle, decorado al estilo hípster, con grandes ventanales por donde podía entrar la luz, un sitio que me llenó de paz e hizo que me sintiera un poco menos nerviosa.

-Es muy bonita tu casa.

-¡Gracias! Tambien es tu casa, siéntete bienvenida.

-Muchas gracias.

Por primera vez le dediqué una sonrisa.

-Te ves linda cuando sonríes, Rebeca. Mira, puedes ponerte esto y te puedes cambiar en el baño que hay al final del pasillo, pasa con toda confianza por favor.

De un pequeño armario que había en la sala, sacó una bata de seda y me la entregó, las cosas iban realmente rápido, pero ¿Para qué les miento? Yo estaba ansiosa por empezar. Me encerré en el baño y empecé a desvestirme poco a poco, no me veía nada sensual. Mi ropa interior parecía la de una anciana, que esfuerzo sobre humano iba a tener que hacer el pobre Pablo para acostarse conmigo.

Me miré al espejo que había en el baño, ciertamente no me gustaba lo que veía, pero me di cuenta que mi rostro era diferente, tenía el cabello recogido, algo de maquillaje, mi semblante ya no se veía tan cansado así que me armé de valor y me dije:

  • ¡Animo Rebeca! ¡Tú puedes! Estás aquí por gusto, porque quieres disfrutar, quieres aprender y este chico va a ayudarte.

Y así después de haberme echado todas las porras, me puse la bata y salí del cuarto de baño, la habitación de Pablo estaba a lado y la puerta estaba abierta, me asomé y lo vi de espaldas, programando música a través de la TV. También se había cambiado de ropa y llevaba puesta una bata negra, verlo así hizo que sintiera pequeñas vibraciones en mi zona íntima.

-Linda música. -le dije para que se diera cuenta que yo estaba ahí

  • ¡Gracias! Me encanta el jazz .-respondió sonriendo.

-También a mí, es muy relajante.

-Espero que sea de ayuda y pueda crear una atmosfera agradable para ti, ven acércate.

Me acerqué a el y me tomó de la mano, con la otra acarició mi rostro y un vaivén de emociones me recorrió completamente ¡Hacía tantos años que nadie me dedicaba una caricia!

-Qué bonito rostro tienes, Rebeca y unos ojos muy expresivos

Yo no podía hablar, me había quedado muda.

-Ven siéntate en la cama.

Obedecí de prisa, ya que las piernas me temblaban como gelatina, me senté al borde de la cama y él tomó una botella de lo que después supe que era aceite de aromaterapia y olía realmente delicioso. Se hincó delante de mí y me pidió permiso para tocarme, se lo permití. Empezó a masajear desde mis tobillos, pantorrillas hasta llegar a mis piernas, no pude evitar dar un pequeño respingo al sentir el contacto de mi piel con sus manos.

-Shhh…tranquila, no temas, no voy a hacerte daño.

-Sssii..disculpa es que estoy algo nerviosa.

-Tranquila, no pasa nada.

Continuó masajeando mis piernas, yo no podía evitar sentir pena de mi piel que ya no era tan firme y tenía algo de celulitis, pero a él no parecía importarle, estaba muy esmerado en hacer que yo me relajara, cuando intentó desamarrarme la bata la vergüenza me azotó, el se dio cuenta y se sentó junto a mi en la cama.

-Tranquila…

-Perdona, es que me da vergüenza.

-No sientas vergüenza conmigo, sólo quiero hacerte sentir mejor.

-Me da pena que me veas, es decir soy una mujer mayor y tú…eres tan joven.

-No te avergüences de lo que eres, porque eres una mujer muy bella.

Me dio un beso en la comisura de los labios, mientras su mano desamarraba hábilmente el nudo de mi bata, comencé a sentir humedad en mi parte más escondida, no podía creer que algo así me estuviera sucediendo. Cuando intentó darme un beso, me hice para atrás, mi bata estaba abierta y tenía una de sus manos acariciando mi vientre.

  • ¿Qué pasa Rebeca?

-Perdóname, es que yo nunca he estado con otro hombre más que con mi esposo.

Era la primera vez que le decía que era una mujer casada.

-Entiendo y no tienes porqué pedirme perdón, mejor dime que te gustaría que hiciéramos y de ahí podemos partir, tenme confianza tú llevas el timón de este barco.

-Es que yo no tengo idea, mi vida sexual no ha sido tan satisfactoria, desconozco muchas cosas y creí que tu podrías ayudarme con eso…nunca he tenido un…

Mi voz se quebró y sentí mucho dolor y vergüenza, Pablo me atrajo hacia él y me abrazó.

-Tranquila nena, no tienes nada de qué avergonzarte, quieres que yo te ayude y voy a hacerlo, mereces ser tratada como una reina y eso es lo que haré, sólo necesito que te relajes y me dejes hacer todo a mí. ¿Te parece?

-Sí…

Y después me besó, me besó como nunca antes nadie me había besado, aunque estaba muy confundida y un poco aturdida, decidí dejarme llevar por mi instinto, abrí mi boca para recibir su lengua que empezó a juguetear con la mía, yo era muy torpe y el parecía ser un experto, estaba empezando a inquietarme, pero sus manos en mi vientre lograron frenar mi impulso de echarme para atrás.

Poco a poco me fue quitando la bata y quedé en lencería, se colocó más aceite en las manos, me pidió que me recostara y empezó a masajearme el cuello, el pecho y el vientre, sentí un tremendo escalofrío cuando una de sus manos se coló en mi sostén para encontrar uno de mis pezones, que ya se había erguido por la excitación que me causaban sus caricias, solté un suspiro muy intenso.

Con sus dedos comenzó a jalarlo muy despacio, mientras su otra mano se colocó detrás de mí para desatar el brasier, me daba mucha pena, pero sus caricias me tenían muy entretenida así que no opuse objeción, pronto mis senos quedaron al descubierto, eran medianos, pero tenían poca gravedad aún a mis 48 años, todo gracias a los brasieres completos de espalda ancha que ayudaban a la postura y mantenían levantado el busto, era la única parte de mi cuerpo que realmente me gustaba.

Él ya había comenzado a besar mi esternón, mis manos temerosas se enredaron en su cabello, haciendo una leve presión y el continuaba besando y recorriendo con su lengua, mientras con una se su mano siguió acariciando mi pezón izquierdo, hasta que sin darme cuenta llevó uno de ellos a su boca. Lo besó lentamente alrededor de la areola para después sentir su húmeda lengua, lo hacía tan suave, tan delicadamente, era increíble, me estaba matando del placer.

Su mano abandonó mi seno y se dirigio al interior de mi pantaleta, mi sexo estaba completamente húmedo, cómo nunca, ni siquiera iba a tener que usar lubricante como siempre lo hacía, la humedad me había invadido y estaba empezando a escurrir por mis piernas. Con sus dos dedos acarició mi vagina de largo a largo, mi espalda se arqueó, un gemido escapó de mi boca y la suya cambió para estimular el pecho que había quedado a la deriva.

Alterno tantas veces como pudo, mientras sus dedos exploraban mi intimidad, buscando el punto G y al encontrarlo provocó una explosión de sensaciones en mi interior que no tenía idea que podían habitarme, empecé a jadear cada vez más intenso, no podía controlarme y Pablo no iba a detenerse, me estimuló cuanto quiso, me llevó al paraíso y yo estaba perdida, no quería regresar, si hubiera podido morir ahí mismo lo habría hecho sin protestar.

Se incorporó para ponerse sobre mí, de un ágil movimiento me quitó las pantaletas, ya estaba completamente desnuda delante de él, tomé un poco de confianza y desanudé su bata, para contemplar su bien tonificado cuerpo, era una belleza y en ese momento él era sólo para mí.

-Déjame mostrarte –me dijo

Y bajó a mi intimidad y comenzó a degustarla con mucha delicadeza, pero intensidad al mismo tiempo, era la primera vez que alguien me hacía eso, ciertamente Pablo estaba siendo el primero en todo, ya no era más un trozo de carne para el placer de un hombre, ahora uno me estaba dando placer desmedido. Colocó mis piernas en sus hombros y continuó con su faena de comerme la vagina.

Con sus labios succionaba los míos, su lengua nadaba por todo el interior, cuando tocó mi botón no pude soportarlo y mis gemidos invadieron la habitación, perdí la noción del tiempo, me estaba volviendo loca, nunca había sentido algo igual, él no se detenía por nada del mundo y yo cada vez me acercaba a mi destino, llegué al orgasmo en un grito, pude ver estrellas y por un instante olvidé quien era y cómo había llegado ahí.

Un beso suyo me hizo regresar a la realidad.

  • ¿Te ha gustado?

-Ufff.no tienes idea.

-Me alegra mucho, eso solo un poco de lo que eres capaz de sentir.

-No sabes cuánto te agradezco Pablo, nunca me había sentido así…

-No me des las gracias a mí, dátelas a ti misma por permitirte experimentar.

Me acaricio el cabello y volvió a besarme.

  • ¿Quieres continuar?

  • ¿Quieres decir…que entres en mí?

-Sólo si lo deseas, no haré nada que tú no quieras Tu mandas.

Me quedé pensando un poco y finalmente decidí que si quería sentir eso. Me tomó de las manos para incorporarme en la cama, se puso encima de mí, de rodillas y se despojó de la bata completamente. Un pene de considerable tamaño saltó a mi vista ¡Era realmente enorme! Mi expresión lo dijo todo, nunca había visto algo tan grande, me invadió el temor ¿Y si me dolía?

-No te asustes. –me dijo- Vas a recibirlo muy bien y seré delicado para no lastimarte.

Suspiré aliviada, por alguna extraña razón confiaba en él y apenas lo conocía. Me pidió que le pasara un preservativo que se hallaba escondido debajo de la almohada, me enseñó la forma correcta de colocarlo, yo nunca lo había hecho, jamás había tenido relaciones sexuales con un condón.

-¿Puedo tocar?

-¡Desde luego!

Mi mano tocó su miembro, estaba completamente endurecido, creí que explotaría. Cómo ya tenía puesto el condón no pude sentir bien como era, pero tenía bolitas ya que era texturizado.

-¿Por qué tiene estas cositas?

-Es para que al momento de penetrarte sientas mucho más.

-Oh..

Con sus dedos estimuló mi vagina, yo estaba completamente empapada y después colocó la cabeza de su pene en la entrada.

-¿Estás lista?

Moví la cabeza en señal de afirmación y de inmediato sentí como algo grande invadió las paredes de mi intimidad, un prolongado gemido escapó de mi boca y oí a Pablo suspirar, mientras me sujetaba de las caderas, iba introduciendo su pene cada vez más en mi cavidad. Sentía un poco de dolor, pero nada que me impidiera experimentar placer, poco a poco el pene de ese hermoso chico fue llenando mi vagina y comenzó a moverse así encima de mí. Sus manos apretaron mi cintura e iban subiendo al mismo tiempo que el ritmo de su embestida iba en aumento, empecé a escuchar como nuestros cuerpos hacían un delicioso sonido al chocar entre sí, alcancé a deshacerme el peinado que llevaba, para estar más cómoda, y siguió dándome, por mis piernas empezaron a escurrir mis jugos, mi sexo se ahogaba en cada mete y saca.

Estuvimos así mucho tiempo, hasta que salió de mi vagina para pedirme que me recostara bien sobre las almohadas, me colocó de lado y el atrás de mí, pasó su mano por debajo para atrapar uno de mis pechos y levantó ligeramente mi pierna para volver a introducir su hinchado pene dentro de mí. Me penetraba un poco más fuerte, mientras mordía ligeramente mi cuello, su mano apretando mi seno y la otra estimulando mi clítoris. Me estaba volviendo loca, era demasiado placer para mí, volví a tener un orgasmo más intenso que el anterior.

Aun cuando estaba completamente extasiada y casi inconsciente el no dejaba de bombearme, era increíble su energía, su fuerza, su pasión y su esmero. Después se recostó boca arriba junto a mi:

-Ven, pequeña, sube.

-¿Subirme?

-Sí, ven…no temas.

Sonreí, ya estaba más tranquila y no sé pero siento que hay cosas que no se pueden fingir, el igual lo estaba disfrutando. Me coloqué encima de él, con mucho cuidado y fui sentándome poco a poco en ese enorme pene.

-Ahhhh…

-¿Te está gustando, muñeca?

-Sí…¡ahhh!

-Eso es, cariño, disfrútalo, tú eres una reina y mereces lo mejor.

Esas palabras me sacaron de control y aunque no sabía muy bien que hacer a continuación logre introducirme ese enorme falto hasta el tronco.

-Mmmm, tu tranquila preciosa, déjamelo todo a mi…

Y sin decir más comenzó a moverse muy rápido, metiendo y sacando su enorme trozo de carne de mi interior, sus manos aprisionaron mis nalgas, las apretaban, las abrían y masajeaban, mis manos en su pecho se aferraban como si mi vida dependiera de ello. Pablo empezó a jadear y sus sonidos se mezclaron con los míos, sus manos cambiaron de sitio y ahora estaban en mis pechos, estirando los pezones, tocándolos intensamente.

-Vamos, Rebeca, dame uno más…sólo uno más.

El ritmo de sus embestidas aumentaron de forma descomunal, sus manos recorrían desde mi cuello, pechos, vientre y nalgas, no se detenía, mi respiración se entrecortaba, mis gemidos eran ensordecedores y estallé en un estrepitoso orgasmo, que fue más que nada como una bola incandescente cargada de energía reprimida por años y años de insatisfacción. Luego sentí un espasmo en el cuerpo de Pablo, indicando que había eyaculado finalmente, me dejé caer sobre él completamente agotada, me acomodó sobre la almohada y poco a poco fue sacando su miembro de mi temblorosa vagina.

-Tranquila ahora vuelvo.

Me dio un beso en la frente y se levantó lentamente; con mis ojos entrecerrados por el aturdimiento de mi orgasmo apenas pude ver que se despojaba del condón y revisaba de cerca probablemente si no había ninguna fuga, lo anudó y lo depositó en el cesto de la basura. Volvió a acercarse a mí y me rodeó con sus brazos.

  • ¿Cómo te sientes linda?

-Mmmm no sabes, esto ha sido demasiado.

  • ¿Te gustó?

  • ¡Cómo no tienes idea!

El me dedicó una tierna sonrisa y acarició mis mejillas coloreadas por el calor.

-Tienes unas pecas muy graciosas.

-Gracias.

Volvió a besarme.

Estuvimos un rato conversando cuando me di cuenta ¡Que habían pasado muchas horas! Me disculpé, pero le dije que ya debía retirarme, aun así, el cobraba por encuentro, tardara lo que tardara, era un excelente servicio. Después de haberme vestido, traté de recogerme el cabello, mi rostro lucía diferente, yo misma me sentí diferente, la Rebeca que salió hoy de su casa no era la misma que regresaría esta tarde.

Pablo muy gentilemente me acompaño hasta donde había dejado estacionado mi carro y caímos en cuenta que no le había pagado, lo cual provocó algunas risas nerviosas por parte de ambos, discretamente saqué los billetes enrollados y se los di en la mano como si lo saludara, para disimular. Él los recibió y acto seguido llevó mi temblorosa y pequeña mano a sus labios para darle un beso, no pude evitar estremecerme.

-Muchas gracias por todo, me la he pasado muy bien. –le dije.

-Gracias a ti por permitirme el honor de conocerte.

Sonreí.

  • ¿Puedo volverte a llamar? –le pregunté tímidamente.

-Llámame cuando quieras, siempre será un placer atenderte.

-Gracias, entonces nos vemos pronto

-Ve con cuidado.

Me dio un abrazo y un tierno beso en la mejilla, abrió la puerta de mi auto y me ayudó a entrar. Emprendí mi camino de regreso a casa, mientras miré su imagen perderse a través del retrovisor. Sentía mi cuerpo tan ligero y lleno de vida, cómo si alguien me hubiera inyectado una buena dosis de adrenalina, me solté el cabello y aumenté un poco más la velocidad, me sentía feliz, plena, llena de nuevas sensaciones y esperanzada con la posibilidad de un futuro lleno de experiencias que enriquecieran mi existir.

Estaba volviendo a vivir.