La segunda vez que me follé a Mapi

Mapi todavía no ha conseguido coche y tiene que volver a pasar por mi rabo.

Pasaron dos semanas, y volvió a dar señales de vida. Así de golpe el domingo por la tarde un mensaje simple “mañana paso por tu casa”.

Según me contaba Claudia no había conseguido encontrar un coche por el precio que quería, unos míseros 600€, estaba harta de perder horas cuadrando sus horarios con el autobús o intentando encontrar a alguien que la trajera de vuelta.

También ocurría que los pobres perros no podían estar todo el día sin salir de casa y cuando llegaba pues se encontraba el piso con sus respectivos meados y truños.

Consiguió engañar a un amigo para que se los sacaste a pasear, pero cuando este vio que no se la iba a poder tirar le dijo que no se los iba a pasear más.

Claudia también le dijo que ella no podía estar haciendo de cuidadora de perros.

A todo esto hay que añadir que todavía esperaba encontrar una ganga en el mercado de 2º mano de coches y en el mundo real de eso no hay. Tampoco conseguía un trabajo en Tudela porque sus pintas de jipi le cerraban muchas puertas. Su orgullo de “niña” de 25 no le permitían quitarse los tropecientos pendientes, pirsins, rastas y ropas hechas polvo y llenas de pelos de perros.

Es más, si no fuera porque el restaurante en el que trabajaba se lo había montado a medias con otros colegas jipis dudo muchísimo que hubiera encontrado trabajo de cara al público.

Por cierto, la llamo niña porque entonces yo tenía 33 y la veía como lo que era, una inmadura insufrible, egoísta e hija de puta. Pero estaba muy buena y la muy perra tenía mucho vicio.

Quedarme con las ganas de meterle otro meneo me había molestado bastante, así que pensé en darle una señora vuelta de tuerca. Iba a subir la apuesta, ¿se pensaba que podía avisar a placer? No señor. Además tenía un pequeño as en la manga.

El domingo conseguí una viagra y me tomé la mitad el lunes. Era necesario para lo que quería.

Se me puso el rabo que asustaba, gordísimo, el prepucio rojo, me latía. Y a eso se añadía la fantasía. Esperaba no haberme pasado con la dosis…

Por fin llegó Mapi y la recibí en calzoncillos únicamente para que viera lo que le esperaba.

Le abrí la puerta, me miró el rabo primero con sorpresa y luego con asco. Supongo que ella siendo tan poca cosa, pasaba del metro y medio por poco, se asustaría un poco ante la perspectiva de volver a ser profanada por un mango tan gordo.

  • Joder… ¿Ya estás así? Eres un enfermo.

  • En siento tu presencia de borde se me empieza a poner el rabo duro.

Me lo agarré mientras me miraba.

Ella hizo una mueca de asco y fue directa al baño a cambiarse, donde le aguardaban los tacones de reglamento y un vestido de mallas que le había comprado en un sexshop.

Cuando vio el vestido protestó.

  • Como buen putero me compras ropa de prostituta. Muy en tu línea.

  • Cállate y vístete, imbécil. Que ya la tengo dura.

Me la volví a agarrar mientras ella volvía a mirarla y a poner cara de asco. Cerró la puerta, se cambió y la volvió a abrir.

Estaba increíble. Sus pequeñas y redondas tetas en ese minúsculo vestido de malla que solo le tapaba los pezones y las plataformas transparentes. Parecía salido de una película porno.

Me volví a agarrar la polla con ira mientras me mordía el labio inferior y decía “mmmmmmmmmmmmmmmmh”.

Mapi volvía a ponerme cara de asco.

  • Qué buena estás. Lo hija de puta que eres y lo buena que estás cuando no vistes de mendiga.

  • Eres repugnante. Peor que torrente. No se te pone dura si no van de putas.

Me acerqué a ella por detrás y le restregué el rabo por esas dos nalgas redonditas. Con las manos subí hasta agarrarle las tetas.

La miraba en el espejo mientras ella fijaba su mirada en otro punto para no ver la escena de la jipi tragándose el orgullo y un buen rabo por necesidad.

Le di un cachetazo en el culo.

  • Qué culo tienes, perra…

Se separó indignada.

  • Lucas, hago esto porque no tengo más remedio, no te pienses ni que me gusta ni que tienes derecho a tratarme como si fuese una fulana con las que te acuestas.

Ignoré sus chorradas y me quité los calzoncillos. Mi polla salió disparada hacia arriba ante la atenta y preocupada mirada de Mapi.

  • Ven.

Con desgana se acercó a mí cuidándose de que mi polla no la rozase. La cogí de las nalgas con violencia con una mano, con la otra sujeté mi espalda y me la apreté a mí.

Empecé a besarle el cuello y a mover lentamente la cadera adelante y atrás mientras frotaba mi pétreo cipote con su muslo.

  • Agárramela como la cerda que eres.

  • Hijo de puta…

Y me la agarró con violencia mirándome a los ojos. La mano que tenía en su espalda la agarraron de las rastas y acerqué su cara a la mía, lo justo para que nuestros labios estuvieran pegados.

  • Has sido una mala chica y no has tenido tu ración de rabo gordo.

Intentaba girar su cara, pero yo la recolocaba para que sus labios rozasen los míos al hablar. Diría que me la ponía más dura, pero era imposible.

Ella me masturbaba con torpeza, odio y desdén.

  • Hoy te voy a follar el culo, mi amor.

Su mano paró en seco. Su cara se congeló unos instantes, miró a mi gorda polla y luego me miró a los ojos con terror.

  • ¿¡ESTÁS LOCO?!

  • Mapi, no grites.

  • ¡NO ME VAS A DAR POR EL CULO!

  • ¿Y qué vas a hacer el martes cuando los chóferes de Alsa se pongan en huelga?

Ahí estaba mi pequeño as. Un amigo trabaja de chófer de autobús y había rumores de huelga, aunque según el propio Sergio “la empresa ha cedido y no va a haber ninguna huelga porque el lunes se firma un acuerdo de negociación”.

Pero esto no lo sabía nadie más que los chóferes y sus allegados, el resto de la gente en Navarra pensaba que iba a haber una huelga.

  • ¿De qué cojones hablas? ¿Qué tiene que ver?

  • Bueno, puedo darte por el culo, que además sabes que te lo voy a hacer con suavidad y asegurándome de que disfrute, como la perra que eres.

  • Eres un cerdo hijo de puta, no tendría que haber venido.

  • O puedes irte y rezar para que no vayan a la huelga, pero ya te digo yo que tengo información de primera mano que a partir del martes habrá huelga y lo vas a tener más jodido todavía.

Lo único que se mueve en ese momento en el baño es mi rabo que late bajo los efectos de la viagra y ante la visión de Mapi vestida como una actriz porno.

Empiezo a acariciarme el rabo.

  • Esto es demasiado. No dejé a Adrián que me diese por el culo en 5 años te voy a dejar a ti que eres el tío que más asco me da en el mundo.

Me acerco a ella.

  • Te daré asco, pero la última vez gemiste como una cerda en celo y dudo que Adrián te follase mejor que yo.

  • Lo hacía mejor y la tenía más grande.

  • Pues vete a pedirle el coche a él y a chuparle a él la polla.

  • Eres un hijo de puta.

Intenta darme una bofetada, pero le paro el brazo y de un rápido movimiento me pongo detrás de ella haciéndole una llave inmovilizándole el brazo. Coloco mi rabo entre sus nalgas de paso.

  • Joder, para me haces daño, ¿me vas a violar? O me sueltas o grito.

  • Si gritas aprieto más la llave.

Aplico un poco más de presión y ella se queja.

  • La postura es innoble, lo sé, pero eres una cabezona de mierda y una orgullosa insufrible. Te estoy haciendo un favor porque si te vas ahora no solo no podrás llegar a Pamplona a tiempo, sino que seguramente tus socios acaben hartos de ti y te echen. ¿En serio podrías tener todavía más deudas? ¿De verdad?

+Suéltame.

La suelto. Se da la vuelta y me mira. Se aleja. No dice nada. Al rato se gira hacia mí.

  • ¡TE ODIO, OJALÁ CAROLINA TE HUBIERA DEJADO ANTES!

Ahí fui yo quien le di una pequeña bofetada.

  • Vístete y vete de mi casa. Y mientras lo haces vete pensando cómo vas a pagar todas las deudas que tienes.

Me voy del baño pretendiendo fingir dignidad, pero poca puedo con la polla mirando hacia el techo y totalmente erecto.

Me voy a mi cuarto y empiezo a trastear con el móvil. No oigo nada. Al rato ruido de tacones que se aproximan. Entra en mi cuarto.

  • Te juro que si no tienes cuidado te denuncio y digo que me has violado.

  • Eres una imbécil insufrible y egoísta que se merece que le pasen mil mierdas, pero nunca te follaría el culo y te haría daño. No soy tan miserable como tú.

Parece bastarle. Saco del cajón de la mesilla de noche lubricante y un satisfayer y los dejo encima.

  • Bueno, como pareces disgustada vamos a calentarte un poco antes de meternos en harina.

Me acerco a ella la agarro de las nalgas a intento besarla, pero se niega. Le seco las lágrimas.

  • Créeme que va a ser mejor si cooperas porque vas a disfrutar muchísimo.

  • Me das asco.

  • Cállate.

Le giro la cara y le meto la lengua en la boca. Besos lentos con lengua mientras guío sus mano a mi polla.

Su mano es pequeñita y no le da para cerrar rodeando mi mango. Me masturba con cierta desgana aunque me la agarra con odio. Eso me vuelve loco.

Le amaso las nalgas y se las azoto sin cebarme mucho. Ella gruñe ante el azote.

Bajo su mano a su coño. Se lo froto por fuera y ella se estremece un poco.

Todavía siente rechazo. Me gusta.

Agarro sus rastas y tiro ligeramente hacia atrás. Le beso el cuello hasta la oreja y se la muerdo esquivando los 3 aros que tiene colgados. Difícil tarea. Le muerdo y le lamo el lóbulo por fuera hasta arriba lentamente.

Veo de refilón que tiene los ojos cerrados. La perra empieza a gozar. Su coño tarda poco en empezar a mojarse.

Le doy la vuelta y le bajo el tanga. Le lamo las nalgas y se las amaso con ansia. No se aparta, parece que le gusta.

Me levanto y clavo mi polla entre sus nalgas. Da un respingo y una bocanada de aire rápida.

  • Tranquila, María Pilar, vamos a ir muy despacio.

  • Que no me llames así… ¿Cuántas veces te lo voy a tener que repetir, joder?

  • Todas las que vengas aquí a gozar y a buscar placer.

  • Aquí no goz-

No puede acabar la frase porque cuando he acabado la frase me he chupado el corazón y se lo he metido lentamente por el coño.

  • ¿Decías?

  • Cállate, mamarracho…

La masturbo lentamente mientras le muerdo el cuello y le aprieto un pezón. Tiene los ojos cerrados y la boca entrecerrada.

Será zorra… Dice que no viene a gozar y tiene el coño empapado.

El momento se acerca así que la empujo a la cama y cae sobre ella. Me mira sorprendida, no se esperaba ese empujón.

  • Ponte a cuatro patas.

  • Pídelo bien, no soy una fulana.

Me pongo encima de ella. Ella está recostada, pero desafiante.

  • Eres mi fulana.

Me calza una bofetada. Eso me excita. Esbozo una sonrisa perturbada y no puedo evitar abalanzarme sobre ella con violencia, besarla con odio y mientras mi miembro va buscando la entrada.

No tarda mucho en dar con su empapado coño y hundirse entero en él.

  • Aaaaaaaaaah… Ponte un condón

  • Voy.

No le hago ni caso y embisto lentamente mientras le sigo comiendo la boca con violencia.

Ella gime de gusto, pero me aparta y se la saca.

  • Sin condón no me la metas, que no quiero acabar preñada.

  • Pues date la vuelta.

Estiro mi brazo hasta la mesilla para hacerme con un condón para gnomos. Ella está ofreciendo el culo como buena perra adiestrada. Le doy un cachetazo en la nalga derecha.

  • Qué culo tienes, vamos a empezar.

Se gira hacia a mí mirándome con una mezcla de desconcierto y enfado. Se pensaba que me había olvidado de su ojete.

Me pongo el condón para chinos en los dedos y se los hundo en el coño. Ella gime de gusto. Aprieta las sábanas y arquea un poco su espalda.

La masturbo un poco y cuando tengo el condón empapado en flujo agarro el lubricante con mi otra mano y se lo atino en el ano.

Se estremece un poco.

  • ¿Qué haces?

  • Voy a dilatarte el culo muy poco a poco. Coge el satisfayer y enchúfatelo en la pepitilla mientras tanto.

  • Ten cuidado, te lo advierto…

  • Que sí, que no todos somos como tú. Ahora mastúrbate lentamente.

La jipi sumisa obedece y se pone el satisfayer en el clítoris. Un ruido como el de un succionador de saliva de un dentista suena cuando lo enciende. Vuelve a gemir.

Mientras yo voy introduciendo lentamente un dedo en el culo. Contiene la respiración hasta que entra del todo y deja escapar otro gemido. Lo muevo lentamente hacia atrás y adelante.

Cuando su culo se habitúa a un dedo entonces repito la misma operación con dos.

Vuelve a contener el aire mientras le entran los dos dedos y cuando ya han entrado exhala el aire acompañado de un gemido. Oigo que aumenta la velocidad del satisfayer.

Vaya, vaya. A la perra jipi le gusta que jueguen con su culo.

Mientras bombeo lentamente con los dedos con la otra mano me masturbo despacio. El cuerpo me pide que saque los dedos y le hunda la polla hasta partirla en dos, pero con eso no iba a disfrutar.

A los cinco minutos repito la acción con tres dedos. Mapi se aparta satisfayer y cuando ya han entrado los tres echa otro gemido más fuerte y se vuelve a enchufar el satisfayer.

Automáticamente tiene un orgasmo bestial que la hace chillar como una loca. Le retiro los tres dedos del culo, pero ella dice que no pare. Su mano arrastra y retuerce mi sabana bajera. Busca mi almohada y chilla como una loca en ella.

Mi rabo está ansioso por entrar en ese culo. No me quiero impacientar, pero tengo ganas de llenarle el culo de leche. Muchas.

Cuando termina el orgasmo le retiro los dedos, me embadurno el rabo en lubricante y empiezo a cabecear muy lentamente, muy despacio. Poco a poco.

  • Aah… Cuida… Despacio…

  • Lo sé, tranquila, relaja, que vas a disfrutar. Tú mastúrbate.

Esta vez se masturba lentamente con la mano. El proceso cuesta, lleva su tiempo, pero finalmente le entra la punta y parte del miembro.

Me echo más lubricante en el resto del tallo del cipote para que la tarea sea más suave según gane profundidad.

La jipi se ha vuelto a masturbar. Su cara, antes compungida, vuelve a tener una expresión de relax y gusto. Cada vez se masturba más rápido y gime de nuevo.

Por mi parte su culo está apretadísimo. Con el lubricante la sensación es brutal y sé que cuando embista con más velocidad me voy a correr.

Poco a poco voy ganando velocidad y Mapi gime al compás.

  • Ponte el satisfayer.

  • Si me lo pongo me voy a correr enseguida.

  • Yo no tardaré mucho.

Se lo vuelve a poner de nuevo y a nivel alto. Yo ya estoy bombeando a un ritmo decente notando todo su apretado culo alrededor de mi polla.

La visión de aquello es gloriosa. Sus dos redonditas nalgas chocando contra mi rasurada pelvis mientras mi gordo rabo se hunde en su culo.

Cuesta creer cómo he sido capaz de meterle eso.

De repente se calla, tiene dos mini espasmos y empieza a chillar como un cerdo al que desollan vivo. Hunde su cabeza de nuevo en la almohada mientras grita y grita y termina de sacar la sábana bajera de la cama.

Ahora ya embisto con menos tacto porque estoy a punto de correrme.

Por un momento no oigo nada y lo veo todo negro. Se me escapa un alargado gemido mientras recupero la conexión con mis sentidos y veo mis manos agarrando con fuerza las caderas de Mapi mientras tengo todo mi rabo hundido en su culo.

Puedo sentir los tres chorros de leche que he echado dentro de ella.

Le doy un cachete a cada nalga con cada mano a la vez y empiezo a sacar el rabo poco a poco (con sus correspondientes trozos de mierda, obviamente).

Mapi exhala un gemido de alivio cuando se la saco y se deja caer de lado con la mirada fija en la pared.

Yo voy al baño a limpiarme el rabo a conciencia y vuelvo con el rollo entero para que ella se limpie.

  • Cabrón, estoy cagando tu semen.

  • Toma, papel.

Se limpia, lo intenta, pero no para de salirle leche por el culo.

Al final le he profanado el culo y la he rellenado como un buñuelo. Eso añadido a la visión de sus rasuradas axilas y coño me da una sensación de bienestar, de venganza llegada a término, que me dan ganas de tirarle unos billetes, espetarle un “gracias puta”, y echarla de casa para terminar de completar el acto.

  • Vaya orgasmos has tenido, Mapi. Un día te comprarás un coche y seguirás viniendo los lunes.

Me mira con cara de decirme “eres imbécil”.

  • Que folles bien no significa que quiera tocarte ni con un palo o que tú puedas hacerlo sin mi permiso.

Aprovecho mientras sigue de lado limpiándose semen del culo para echarme a su lado de manera rápida y darle un beso en los labios.

  • ¿Qué haces?

  • Besarte.

  • ¿De qué vas? Ya hemos terminado de follar, ahora no me toques.

  • Venga, pero si no te desagrada.

Le acaricio la cara con el reverso de los dedos. Ella se aparta. No entiende nada. Está visiblemente incómoda. Se pone de pie con el papel todavía en el culo y se va al baño. Se viste, coge las llaves y se va sin mirarme ni insultarme.

  • Hasta el lunes, cariño.

  • Lucas, imbécil, que no me llames así.

Bien. Si tengo que tratarla como trataba a Carolina para que esté todavía más incómoda así lo haré.

Al final no hubo ninguna huelga y le follé el culo a la jipi. Lo peor es que durante el proceso tuvo unos orgasmos brutales que no va a olvidar en su puta vida.

Espero realmente que vuelva el lunes siguiente. Quiero darle otra vuelta de tuerca a esta humillación y ya tengo en mente lo que haré.