La segunda oportunidad

La amiga de Rosa la empuja a tener relaciones con un chico mucho más joven que ella

Rosa estaba en casa de Susana, su amiga de toda la vida. La una, Rosa, divorciada. La otra, Susana, viuda.

Estaban en la cocina, tomando café.

-Oye Rosa. ¿Cuánto hace que no echas un polvo?

-Uf, Susanita. Ni me acuerdo. Meses antes del divorcio, creo.

-Joder, Rosa. Eso fue hace más de cinco años.

-Pues sí, hija, sí.

-¿Y no tienes ganas?

-Bueno, de vez en cuando me pica, como a todas. Pero me las arreglo solita.

-Y yo. Uf, me encantaría estar con un hombre que me quite las telarañas del coño.

-Jajaja. Toma, y a mí. Pero Susana, ya tenemos cierta edad y, la verdad, ahora no me apetece enredarme con un hombre para que termine dejándome por una jovencita, como hizo el 'joputa'.

El 'joputa' era su ex marido, como lo llamaba 'cariñosamente'.

-Mujer, que no todos son como tu ex.

-El tuyo no, claro. La palmó antes.

-Ay, Manolito. Dios lo tenga en su gloria. Pero no hablo de tener una relación. Hablo de un polvo. Un buen polvo. Y después, si te he visto, no me acuerdo.

-No sé. Tampoco tengo ganas de aguatarle el rollo a un divorciado o a un viudo. Seguro que en vez de echarme un polvo me cuenta su vida. Lo solo que está, que se hace viejo... No, gracias.

-Rosa. No estoy hablando de salir a cenar, a bailar. Te hablo de follar, simple y llanamente. Y no con un maduro barrigón y medio calvo.

Rosa miró a Susana y entornó los ojos. Susana a veces tenía cada ocurrencia...

-Habla claro, Susana. ¿Qué estás intentando decirme? ¡No pretenderás alquilar a un boys de esos!

-Jajajaja. No. Aunque tampoco estaría mal, la verdad. ¿Recuerdas a mi amiga Antonia?

-Sí, creo. ¿Aquella casada con el flacucho del banco?

-Sí, esa. Por lo visto al flacucho ya no se le levanta. Nosequé de las venas. Pues Antonia me contó que se está hartando de follar. Que ha echado más polvos en el último año que en toda su vida de casada.

-¡Joder! ¿Se ha echado un amante?

-No uno. Varios

-¡Coño!

Rosa hizo memoria. Hacía tiempo que no veía a Antonia, pero no la recordaba como una mujer explosiva. Más bien normalita, algo regordeta. Ahora debería rondar los 54 años o así.

Susana se echó hacia adelante y habló bajito, como si lo que decía fuera un secreto.

-Antonia se está tirando a jovencitos.

-¿Queeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee?

-Como lo oyes. Nada de cenas, bailes, salir. Un par de copas, quedan, y a follar como locos.

-Pues se gastará un pastón en gigolós.

-Que no. Sin pagar un céntimo. Me contó que hay ciertos locales a donde acuden jovencitos con ganas de marcha y maduritas con ganas de juerga.

-No puede ser.

-Que sí, mujer.

-¿Tú te crees que algún jovencito se sentiría atraído por mujeres como nosotras? Que ya tenemos medio siglo a cuestas, Susana.

-Ya sabes que los chicos jóvenes son casi todos unos salidos.

-Lo sé. Pero van detrás de las jovencitas. Me cago'n too. Hasta los maduritos van detrás de las jovencitas - dijo, recordando otra vez a su ex.

-Hay de todo. A algunos les gustan las mujeres entraditas en años. No creas que es tan fácil para un chico acostarse con una chica siempre que se le pone dura. Por eso algunos van a esos sitios. Saben que allí hay mujeres que van a lo que van.

-¿Me estás hablando en serio?

-Completamente. Antonia no tiene por que mentirme. Me dijo que algunos de esos chicos están muy bien. Y que la mayoría follan como dioses.

-Joder. Me dejas de piedra.

Susana miró a Rosa. Se puso seria.

-Me dio la dirección de un local de esos. ¿Vamos?

-Tú estás loca.

-Sí. Loca porque uno de esos yogurines me folle bien follada. Y no me digas que a ti no te gustaría.

-Es que no me lo creo. Así, tan fácil, tan sencillo.

-Bueno, pues vamos y lo comprobamos.

-No sé...

-¿Que tienes que perder? Si es mentira, nos tomamos una copa y nos volvemos para casa. Pero si es verdad...ummm.

Rosa se lo pensó unos instantes. Sería todo mentira, un bulo, pero Susana tenía razón. No había nada que perder.

-Bueno, está bien. Iré contigo. Pero sólo para que no vayas sola. Una copa y nos vamos

-Vale. ¿Esta noche?

-¿Hoy?

-Sí. Es jueves. La marcha empieza los jueves.

-De acuerdo. Pero mañana, después de haber dormido sola en tu cama, no me vengas con lamentos.

-Jajaja, descuida. Quedamos aquí a las diez. Ah, y ponte guapa, por si las moscas.

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Más tarde, en su casa, mientras se duchaba, Rosa pensaba en como había sido su vida. Su fracasado matrimonio, su actual soledad.

Al principio todo fue bien. Se amaban. Se deseaban. Recordaba el sexo de aquellos tiempos con añoranza. Su marido, su ex marido, había sido su tercer hombre. El que más placer le dio en la cama. Pero con el paso de los años el deseo fue disminuyendo, por parte de los dos.

Hasta que él la dejó por una jovencita. Por eso no se creía lo de Susana. Los jóvenes no buscan a mujeres como ella, de 50 años. Buscan chicas como ellos, llenas de vida, de juventud, de piel tersa y pechos duros y levantados. De culitos respingones.

Salió de la bañera y se secó mirándose en el espejo. Ya no era aquella chica joven llena de ilusiones. Había cogido peso, las carnes empezaban a perder frente a la gravedad. Sus lindas tetas de antaño aparecían ahora algo caídas.

Se arrepintió de haberle dicho que sí a Susana. Sabía que irían a aquel lugar, seguramente un simple pub, y saldrían de allí tan solas como entraron.

No. Saldrían peor. Saldrían derrotadas, confirmando que ya no estaban en el 'mercado'. Que les esperaba una vida solitaria.

Pero se lo había prometido. Así que se vistió, se peinó y se maquilló ligeramente. Se perfumó y se fue para casa de Susana.

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Cuando llegó su amiga terminaba de arreglarse.

-Coño Susana. ¿No vas un poco... ligerita?

-Jeje, sí. Que se vea la mercancía.

Susana llevaba un traje celeste muy ajustado, con un amplio escote que dejaba bien a la vista sus grandes pechos y casi toda la espalda al aire.

Terminó de acicalarse.

-Bien. Vamos.

-¿Cogemos tu coche o el mío?

-Pues... creo que mejor cada una va en el suyo.

-¿Y eso?

-Así la primera que ligue no tendrá que esperar a la otra.

-De eso nada. Eres capaz de largarte y dejarme allí sola.

-Está bien. Vamos en el tuyo entonces.

Salieron de la casa y sobre las 10:30. Se subieron al coche, Rosa arrancó y Susana le dio la dirección.

El local, desde fuera, se parecía a cualquier otro local nocturno.

-Es ahí - dijo Susana, aún dentro del coche- Joder, si ya estoy cachonda.

-Pero Susana, tranquilízate. Que después el chasco será mayor.

-Calla, aguafiestas. Vamos

Se bajaron del coche y entraron. Dentro, también era normal. Un sitio sema oscuro, con música suave, una pista de baile pequeña, mesas y sillones, una barra y... vacío. Sin un alma. Sólo una camarera joven detrás de la barra.

-¿Ves Susana? Esto está muerto. Vámonos.

-Pero si acabamos de llegar. Aún es temprano. La gente sale más tarde ahora.

-Te dije que vendría y he venido. Ahora, vámonos.

-Venga, va. Sólo una copa. Ya que estamos aquí, tan arregladitas...

-Una copa.

-Vale. Te la llevo. Siéntate en... - miró alrededor buscando un sitio libre - jajaja, donde quieras.

Rosa se sentó en un sofá y Susana fue a la barra. Volvió con dos gintonics.

-Me dijo la camarera que esto se empieza a animar sobre las once.

-Ya.

-Chin-chin.

-Chin - dijo Rosa, con desgana.

Empezó a tomarse la copa. Al menos la música no eres estridente. Hacía mucho que no salía por la noche.

A los diez minutos entraron dos mujeres, más o menos de su edad. Susana le dio un codazo.

-¿Ves? Seguro que esas dos vienen a lo mismo.

Rosa las miró. Una de ellas la miró también. Los dos pidieron dos bebidas y se sentaron en otra mesa.

Más tarde entró una pareja, hombre y mujer, sobre los 40. Después, un grupo más grande. El local se fue llenando poco a poco. Más mujeres, solas o en grupo.

Y entonces, llegaron tres jóvenes. Sobre los 23 o 25 años. Miraron alrededor, hablaron entre ellos y se acercaron a la barra.

Rosa los observó. Vio como miraban a las mujeres. Vio como les miraban a ella y a Susana

¿Y si todo era verdad?

En una mesa al fondo había tres mujeres sentadas a una mesa. Los chicos se acercaron, empezaron a hablar con ellas y se sentaron. La camarera vino y les trajo bebidas.

-¿Ves? - le susurró Susana al oído. - Esas tras ya tienen montura para esta noche.

Rosa no dijo nada. Se quedó mirándolos. Hablaban reían. En seguida se emparejaron.

Siguió entrando gente. Mujeres, y sobre todo, chicos. Cuando entraron dos juntos, Susana dio un codazo a Rosa.

-Mira esos dos. Que buenos están.

Rose los miró. Ellos miraron hacia ellas. Susana levantó su copa y le hizo señas.

-¿Pero qué haces? ¿Estás loca? - la reprendió Rosa.

-¿Para eso hemos venido, no? No quiero que otras se los queden.

Los dos chicos se acercaron a la mesa.

-Hola chicas. ¿Nos invitan a una copa?

-Claro, guapo. Sentaros - dijo Susana, haciéndoles hueco.

Rosa los miró. Eran dos chicos bastante guapos.

-Me llamo Juan. Mi amigo el callado es Luis.

-Encantada. Yo soy Susana y mi amiga la callada Rosa.

Rosa y Luis se miraron. Él sonrió.

La camarera trajo bebida para los cuatro.

-Y bien, Susana. ¿Qué os trae por aquí? No os había visto antes.

-Una amiga me contó que aquí vienen jóvenes, como vosotros, a ligar con mujeres como nosotras.

-Susana, por favor - espetó Rosa.

-¿Qué? ¿A eso vinimos no?

-Jajaja, Susana. Me encanta que seas tan directa - dijo el tal Juan.

-¿Ý tú a que has venido, Juan? - preguntó Susana.

-A ligar con una preciosidad como tú - contestó, poniéndole una mano sobre el muslo.

Susano no protestó. Sólo sonrió.

Empezaron a hablar, sobre todo Susana y Juan. Rosa y Luis hablaban menos. Rosa se dio cuenta de que Luis la miraba, y eso la ponía nerviosa.

Susana no paraba de reír. Las copas la estaban poniendo contenta. Juan le decía cosas al oído, pegándose a ella.

-Me apetece bailar. ¿Vienes, Juan?

-Encantado, preciosa.

Rosa se quedó mirando como su amiga iba hacia la pista de baile de la mano de aquel joven. No fue un baile. Fue un puro roce de cuerpos. Susana se restregaba contra el cuerpo de Juan, que no dejaba de acariciarle los brazos.

Llegó incluso a besar su cuello.

-Esos dos van lanzados, ¿eh? - dijo Luis.

-Sí. Muy lanzados.

¿Y tú? ¿No te lanzas? - le preguntó mirándole fijamente a los ojos.

El corazón le latió con fuerza. Y con más fuerza aún cuando Luis le puso una mano en la rodilla. No dejó de mirarla.

La risa de Susana, que regresaba agarrada a la cintura de Juan los hizo mover la cabeza.

Rosa se quedó de piedra cuando vio como Susana, sentada a la mesa, se empezó a morrear con Juan. Abrió los ojos como platos cuando la mano derecha de Susana se posó sobre la bragueta de Juan y le empezó a acariciar la polla. Susana tenía la boca abierta, pegada a la boca abierta de Juan. Sus lenguas no dejaban de rozarse.

-Ummm, Juan. ¡Qué dura tienes la polla!

-¿Vamos a tu casa?

-Sí, joder. Sí. -miró a Rosa y le dijo - Llévame a casa. Me voy a follar con este yogurín.

Se levantaron los cuatro. Susana y Juan cogidos por la cintura y besándose. Rosa y Luis caminando juntos, sin mirarse.

Llegaron al coche de Rosa. Detrás entraron Susana y Juan. Ella delante, con Luis.

Arrancó y tomó la dirección de la casa de Susana. Por el retrovisor los veía besarse. Oía los besos. Los gemidos

Y oyó el sonido de una bragueta al ser bajada.

"No puede ser" - pensó - "No se atreverá a sacarle la polla en mi coche".

Las palabras de Susana se lo confirmaron.

-Ummm, Juan. Que polla más bonita tienes.

Miró por el retrovisor. Los vio con las bocas pegadas. Miró hacia adelante y a los pocos segundos volvió a mirar por el retrovisor. No vio a Susana. Sólo la cara de placer de Juan. Oyó un sonido, que reconoció enseguida. El sonido de una mamada.

-Joder Susana. Te estás pasando.

Susana no le hizo caso. Siguió subiendo y bajando la cabeza a lo largo de la dura polla del muchacho, que le acariciaba el cabello.

-Déjalos, mujer. ¿No ves que se lo están pasando bien? - le dijo Luis.

Siguió conduciendo. No pudo evitar mirar de vez en cuando hacia atrás a través del espejo. Sólo veía a Juan.

Cuando llegaron a la casa de Susana, aparcó en doble fila.

-Susana, ya llegamos.

La vio aparecer por el espejo. Tenía la pintura de labios un poco corrida y le brillaban los alrededores de la boca.

Susana le metió la polla en el pantalón a Juan y los dos salieron del coche.

-Hasta mañana, Rosa. Que lo pases bien. Yo lo voy a pasar de puta madre.

Se quedó mirando como Susana y Juan entraban al portal, entre risas y besos. Ahora está sola con Luis.

-¿Donde te llevo? - le preguntó.

-A tu casa.

-No.

-¿Por qué no?

-Pues porque no. Y punto.

-¿Acaso no fuiste al pub a buscar rollo?

-Fui por Susana.

-Ah, entiendo.

Rosa miraba hacia adelante. Dio un respingo cuando notó una mano en la rodilla. Giró la cabeza. Luis la miraba, sonriendo.

-¿Qué haces?

-Nada.

-Pues quita la mano de mi rodilla.

-Vale.

En vez de separarla de su cuerpo, lo que Luis hizo fue meterla por debajo de la falda y acariciarle el muslo.

-¿Pero qué coño haces?

-Quitar mi mano de tu rodilla, como me pediste.

-Sácala de ahí.

-No.

La metió más adentro, más arriba de medio muslo. Rosa no se movía. Estaba como petrificada. Lentamente, la mano fue subiendo por su muslo.

Cuando estaba a punto de llegar a sus bragas, cerró las piernas con fuerza, atrapando la mano entre ellas.

-Por favor, déjame.

Su pecho jadeaba. El corazón le latía y sentía el latido por todo su cuerpo.

-Abre las piernas, Rosa. Sólo quiero acariciarte. Sólo...acariciarte.

Lentamente las abrió, mirando a aquel guapo chico. Sentía calor por todo el cuerpo. Sus mejillas ardían.  Luis siguió acercando sus dedos hasta que llegó a las bragas.

-Ummm, Rosa. ¡Pero si estás empapada!

Rosa estaba mojada desde que los dos chicos se sentaron con ellas. Trató de evitarlo, de pensar en otra cosa. Fue seca con ellos. Pero su coño se mojó como no recordaba. No podía ser verdad. Aquello tenía que ser mentita. Pero Luis tenía una mano entre sus piernas.

Luis le pasó un dedo a lo largo de la rajita de su coño. Vio como Ella se mordía el labio inferior y entrecerraba los ojos.

-Agggg - gimió de placer.

Volvió a gemir cuando él le metió la mano por dentro de las bragas y le pasó los dedos directamente por su hendidura. Abrió más las piernas.

-Pero que mojadita estás, Rosa. Tu coño está babosito y chorreando. ¿Te han hecho alguna vez una paja en tu un coche?

-Umm, no...nunca.

-¿Cómo que no? ¿Qué te estoy haciendo yo?

-Me estas...aaggg, dios...Me estás...

-Dímelo

-Me estás haciendo una paja...

-Sí, una rica paja... Y después me llevarás a tu casa para que te folle, ¿Verdad?

-Agggg, sí, sí...

Aquel jovenzuelo la estaba llevando inexorablemente a un fortísimo orgasmo. A pesar de su juventud Luis parecía tener mucha experiencia, porque supo cuando ella se iba a correr.

-Mírame Rosa. Quiero que me mires mientras te corres.

Sólo pudo entreabrir los ojos. El placer estaba subiendo, subiendo, llegando al punto sin retorno. Su espalda se arqueó sobre el respaldo del asiente y estalló.

Se le nubló la vista. El placer fue muy intenso. Lo sintió por todo su cuerpo. Se irradiaba desde su coño y llegaba hasta la última fibra de su ser. Su coño se contraía con cada espasmo. Y con cada espasmo un chorrito de flujo mojaba los dedos de Luis.

Luis miró como Rosa se corría. Le encantaba mirar a las mujeres mientras se corrían. Y aquella mujer, Rosa, se había corrido con facilidad. Bastaron pocas caricias para hacerla llegar a un intenso orgasmo. Imaginó que hacía mucho que no estaba con un hombre.

Cuando ella se relajó tras el orgasmo, retiró su mano. Ella seguían mirándole, con los ojos siendo apenas una fina línea.

-Creo que te ha gustado.

-Ummm, mucho. Hacía mucho tiempo que no me corría así.

-Te prometo que esta noche te correrás así más veces.

Rosa se estremeció de pies a cabeza.

Se acercó a Luis y le besó. Con fuerza, con pasión. Buscó su lengua con la suya. Notó como él le cogía la mano derecha y la llevaba hacia su polla.

-Umm, que dura la tienes. ¿Es por mí?

-Claro que es por ti. Arranca. Vamos a tu casa.

Rosa arrancó el coche. Luis le volvió a coger la mano y la puso de nuevo sobre su polla. El resto del camino la mantuvo allí, apretando, sobando. Sólo la quitaba para cambiar de marcha.

Llegó a su edificio y entró en el garaje. Aparcó en su plaza, cerró el contacto y se dispuso a bajarse. Él la detuvo.

-Espera. Sácame la polla.

-¿Aquí?

-Sí, aquí.

-Pero nos pueden ver.

-A estas horas no creo que vengan muchos vecinos. Sácame la polla, Rosa.

Los dedos de temblaban mientras le bajaba la bragueta. Tenía miedo por ser descubierta, pero era más el deseo de ver aquella polla.

Metió la mano, bajó el calzoncillo y se estremeció al tocarla con los dedos. Caliente, dura y suave. Casi había olvidado la sensación de tocar una polla dura. Le costó sacarla. Además de estar dura tenía un buen tamaño. Cuando lo logró se quedó unos segundos mirándola. La sentía palpitar en su mano.

-¿Te gusta mi polla, Rosa?

-Sí.

-Hazme una paja Rosa. ¿Le hiciste a tu marido alguna vez una paja en el coche?

-¿Cómo sabes que estuve casada?

-Casi todas las que vais por ese tipo de local sois viudas, divorciadas o casadas.

La mano de Rosa empezó a subir y bajar a lo largo de la dura barra. Si entraba o salía algún vecino los vería en el coche. Y sabría lo que estaba pasado. Eso excitó más a Rosa.

Estuvo un par de minutos masturbándole. Entonces, Luis le puso la mano izquierda en la nuca y empujó su cabeza hacia su polla.

-Chúpamela.

No protestó. Se dejó guiar, abrió la boca y la polla entró. Enseguida empezó a llamarle, a chuparla. Luis la soltó.

-Ummm, me encanta tu boquita, Rosa. Caliente y suave.

Rosa cerró los ojos. Subió y bajó su cabeza, haciendo que la polla entrara y saliera. Le había echado en cara a Susana que se la chupara a Juan en su coche y ahora ella estaba en el garaje de su casa chupándosela a Luis.

Y le estaba encantando. Y más le gustó cuando Luis le acarició el cabello y gimió de placer.

-Sigue Rosa... me gusta como la mamas. ¿Se la chupabas a tu marido?

-Ujum - asintió Rosa sin dejar de chupar.

-¿Se corría en tu boca?

-.Ujum...

-¿Te tragabas su corrida?

-A veces - dijo Rosa, sacándose la polla de la boca.

-¿Te tragarás la mía, verdad? ¿Me harás correr en tu boca y te beberás toda la leche como una niña buena?

Rosa lo hacía con su marido cuando estaba muy excitada. Sobre todo al principio. Después lo fue haciendo cada vez menos.

Ahora estaba muy excitada. Ahora deseaba hacerlo. Deseaba sentir como la polla le llenaba la boca de espeso semen y como después bajaba por su esófago hasta su estómago.

-Sí... me la beberá toda.

Luis presionó su cabeza y Rosa se volvió a meter la polla en la boca, retomando la mamada.

-Tócate Rosa. Hazte una paja mientras me comes la polla.

Llevó su mano derecha a su coño. Su cabeza subía y bajaba a lo largo de la polla mientras sus dedos acariciaban su coño. Se frotó el clítoris con dos dedos y gimió con la boca llena.

-Ummm, eso es. Así, Rosa...que caliente me has puesto. No voy a tardar en correrme. Quiero que te corras conmigo. Quiero que te corras tragándote mi leche.

Aquel muchacho sabía como excitarla. Le decía cosas que la ponían más caliente de lo que ya estaba. Si él no se corría pronto, ella se correría antes. Ya notaba el orgasmo empezar a formarse, así que disminuyó la presión de sus dedos y aumentó la succión de su boca.

Luis le sujetó la cabeza con las dos manos. Se empezó a tensar.

-Agggg, Rosa...me voy a correr...Córrete conmigo...Ummm, que rico...no pares...más...más...

Cuando ella notó el primer espasmo de la polla, se frotó con fuerza el clítoris. El segundo espasmo de la polla vino acompañado de un intenso, caliente y espeso chorro de leche que se estrelló contra su paladar. El segundo, con otro chorro de semen contra su lengua y su coño estalló de placer.

Le costó, en pleno orgasmo, tragarse todo el semen que Luis depositó en su boca. Estuvo a punto de atragantarse, pero logró aguantar.

Y bebió. El espeso semen bajó por su garganta. Su cuerpo tenso por el placer. La polla aún palpitando y expulsando chorro tras chorro. Rosa, bebiendo.

Hasta que no salió más semen. Hasta que los dos volvieron a respirar. Pasó la lengua alrededor de la polla para recoger cualquier rastro de semen y levantó la cabeza. Miró al chico.

-¿Te ha gustado? Estaba algo desentrenada.

-Ummm, Rosa. Ha sido una mamada estupenda.

La besó, notando en su boca el salado sabor de su semen.

-¿Subimos a mi casa?

-Claro. Vamos

Salieron del coche. Rosa se dio cuenta de que Luis no se había guardado la polla, que asomaba, dura, por su bragueta.

-Guárdatela.

-Jeje, no.

-¿Estás loco?

-Sólo un poco

El ascensor estaba como a 30 metros. Rosa se acercó a Luis, le cogió la polla y se puso delante de él, tapándolo. Caminaron juntos hasta el ascensor.

Pulsó el botón, sin soltarle la polla. El estaba detrás, pegado a su culo.

Cuando el ascensor llegó y las puertas se abrieron, el corazón de Rosa casi se para. Dentro estaban los vecinos del quinto, un matrimonio de avanzada edad.

-Bu...buenas noches.

-Buenas noches, dijo el matrimonio saliendo del ascensor. Rosa entró con Luis pegado a ella. Tiró de él por su polla. Cuando las puertas se cerraron y el ascensor empezó a subir, se echó a reír.

-Jajajaja, capullo. Casi nos pillan. ¿Qué pensarían de mí?

Luis no dijo nada. La empujó contra una de las paredes y empezó a besarla.

-Ummm, Luis...como me tienes.

-¿Cómo?

-Muy caliente.

No le había soltado la polla desde que salieron del coche.

-Te voy a follar desde que entremos en tu casa.

-Ummmmm...Luis...

No separaron sus bocas hasta que el ascensor se paró. Tirando de la polla lo sacó de la cabina y sin encender la luz se dirigió a su puerta. Abrió entraron y encendió la luz del recibidor.

Luis miró alrededor. Había un pequeño aparador con un espejo encima. La cogió de las caderas y la giró. La aceró al aparador, la hizo apoyarse en el, mirando al espejo.

-Te dije que te iba a follar desde que entráramos.

Le subió el vestido hasta las caderas, le bajó las bragas hasta medio muslo y le clavó toda la polla en el coño de un solo golpe.

Rosa cerró los ojos y se estremeció de pies a cabeza al sentir después de tantos años una polla llenar su coño. Después de nulo uso, estaba apretadito, pero tan mojado que la polla resbaló hasta el fondo como atravesando mantequilla.

Abrió los ojos, lentamente. Se vio reflejada en el espejo. Su cara reflejando el intenso placer que estaba sintiendo. Y detrás, mirándola, aquel guapo chico.

-Fóllame...fóllame Luis...

Fue un polvo salvaje. La agarró con fuerza por las caderas y le dio fuertes embestidas que hacían que el cuerpo de Rosa se agitara adelante y atrás.

-Aggggggg, dios...dios...como siento tu polla dentro de mí.

-¿Te gusta mi polla, Rosa? ¿Te gusta cómo te follo?

-Si...siiii...no pares...sigue follándome...

Cada embestida hacía que sus cuerpos sonasen. El coño empapado chapoteaba. Los jugos que emanaban bajaban por la polla y mojaban los huevos del joven que no bajaba el ritmo de la follada.

Rosa se miró en el espejo. Vio como su cara se crispaba de placer, hasta que sus ojos se cerraron y se corrió, apretando los dientes para no gritar. Durante su largo e intenso orgasmo la poderosa polla no dejó de follarla, ni después. Luis siguió bombeándola, con fuerza, sin respiro.

Las piernas de Rosa le empezaron a temblar. El placer que estaba recibiendo no creyó que pudiese existir. Aquel maravilloso muchacho siguió follándola y follándola hasta que le arrancó un nuevo orgasmo. Después de ese ella ya no podía más. Tenía que sentarse.

-Aggg, Luis...déjame descansar. Me voy a caer si sigues follándome así.

El chico se paró. Le sacó la polla del coño, brillante de los jugos de la mujer. Rosa se incorporó y él la abrazó desde atrás, llevando las manos a sus tetas. Las acarició y apretó, besándola en el cuello, al tiempo que le restregaba la polla por el culo.

-¿Vamos a tu cama? No te creas que esto ha terminado.

-¿Quieres matarme?

-De placer. Sólo de placer.

Le cogió de la mano y lo llevó a su cama. Cama en la que no había habido un hombre en años.

Desde detrás de ella, Luis fue bajándole la cremallera del vestido, el cual cayó al suelo. Rosa vio como él la miraba a través del espejo de su tocador.

-No me mires.

-¿Por qué no?

-Estoy vieja.

-No estás vieja, Rosa. Me atraes mucho.

Ella se dio la vuelta. Se miraron a los ojos.

-¿Por qué?

-Siempre me han gustado las mujeres mayores. Son más directas. Saben lo que quieren. No se andan con tonterías.

-Ya. Se abren de piernas para que te las folles.

-Sí. Y yo me las follo. ¿Qué hay de malo? ¿Acaso no te ha gustado?

-Me ha encantado. Nadie me había follado como tú.

-Bueno, aún no hemos terminado la noche. Rosa...desnúdate para mí

Rosa llevó sus manos a su espalda y se desabrochó el sostén. Lo dejó caer al suelo. Después se bajó las bragas y también las dejó en el suelo. Él la miraba.

-¿Te atrae un cuerpo como el mío?

-Me atrae una mujer como tú.

Se acercó a ella y la abrazó, besándola con pasión. Rosa sintió contra su barriga la dura polla de Luis. Él se fue desnudando, entre beso y beso. Cuando el calzoncillo voló por los aires, los dos cayeron entre risas en la cama,

Luis le puso una pierna entre las de ella. Su muslo se rozó contra el caliente coño.

-Sigues mojadita. ¿Estás cachonda?

-Uf, Sí. Me tienes loquita.

-Dame a probar tu coño.

-¿Qué?

-Que me des a probar el sabor de tu coño.

Rosa al principio no entendió, pero después comprendió lo que él quería. Se estremeció de pies a cabeza cuando llevó sus dedos a su coño. Se acarició, los impregnó en sus jugos. Y después los acercó a la boca de Luis. Él abrió los labios y chupó los dedos de Rosa.

-Ummm, que rico. Dame más. Métete dos dedos bien dentro y dámelos.

Lo hizo. Se metió los dedos índice y corazón, hasta los nudillos. Gimió de placer. Y se quedó maravillada mirando como él luego los chupó y lamió.

Aquel chico la excitaba como nadie en su vida.

-Bueno, Rosa. Voy a probar tu sabor directamente de la fuente.

-Ummmm, Luis...

Abrió sus piernas, acostándose boca arriba. Se apoyó en los codos para mirar como Luis se acomodaba entre sus piernas, con su boca a escasos centímetros de su coño.

-Es precioso. Eso es otra de las cosas que me gustan de las mujeres mayores. No suelen rasurarse. Me encantan los coños así, al natural. Ábretelo para mí, Rosa

Con los dedos de una mano Rosa separó los labios de su coño, mostrando su sonrosado interior. Casi se corre cuando Luis se acercó y le dio un lametón a los largo de toda su rajita.

Su ex le comía el coño de vez en cuando. Pero Luis no se lo comía. Se lo devoraba. Usaba toda la cara, Se restregaba, la lamía, la chupaba. Incluso la folló con dos dedos mientras atrapaba su clítoris entre sus labios. Su lengua serpenteaba por cada pliegue.

-Aggggggggg... Luis...eres...maravilloso...que placer...

Empezó a mover la lengua alrededor del clítoris, pero sin tocarlo. Despacito, aunque cada vez más rápido. Y a medida que aumentaba la velocidad de su lengua, aumentaban los gemidos de Rosa. Aumentaba la tensión de su cuerpo. Aumentaba su placer.

Y cuando la lengua dejó de hacer círculos y lamió directamente el inflamado clítoris, Rosa se corrió contra aquella boca que la estaba llevando al séptimo cielo. Lo apretó contra ella con sus manos y su coño baño el rostro del chico con sus abundantes jugos.

Luis la dejó recuperarse. Besó suavemente sus ingles, mirándola desde su posición. Ella tenía los ojos cerrados. Su pecho subía y bajaba al ritmo de su agitada respiración.

Cuando ella abrió los ojos, se subió sobre ella y le clavó la polla en el coño. Rosa volvió a cerrar los ojos.

-Agggggggg....Luis...déjame descansar....no puedo más.

-Sí puedes más.

Ahora empezó a follarla despacito, con movimientos profundos y lentos. Rosa con los ojos cerrados sentía la placentera invasión. Su cuello fue besado, lamido. Sus labios también fueron besados. Sus tetas acariciadas, sus pezones mordidos suavemente.

Y, sobre todo, su coño follado.

-¿Quieres que me corra dentro de ti? ¿Quieres sentir como mi polla se vacía dentro de tu coño?

-Oh, sí, por favor. Hazlo. Córrete dentro de mí. Lléname de tu lechita caliente.

Luis empezó a moverse más rápido. Se apoyó en las palmas de las manos para admirar a la mujer. Sus tetas se movían arriba y abajo al ritmo de sus embestidas., cada vez más fuertes.

Rosa lo rodeó con sus piernas, empujándolo hacia ella.

-Eres...maravilloso...me harás correr otra vez...dios...dios...fóllame...fóllameeee.

Luis también estaba a punto de correrse, pero aguantó sin hacerlo hasta que vio las señales del orgasmo de Rosa. Entonces se dejó ir. Apretó hasta el fondo y su polla empezó a lanzar chorro tras chorro de caliente semen contra el fondo de la vagina de Rosa. Cuando ella sintió el primero, se corrió. El orgasmo definitivo, el más intenso de la noche.

Clavó sus uñas en la espalda del hombre y gritó. Su grito fue tapado por la boca de Luis, que seguía bombeando semen dentro de ella.

Quedaron agotados, sin fuerzas. Él sobre ella. Los cuerpos sudados, pegados. Hasta que Luis se apartó y se tumbó a su lado.

Rosa sintió una imperiosa necesidad. Tenía que abrazar a aquel hombre. Se puso de lado, posó su cabeza sobre el pecho del muchacho y cerró los ojos.

Estuvieron varios minutos sin decir nada. Sólo sintiéndose el uno al otro. Ella fue la primer en hablar.

-¿Qué edad tienes?

-24.

-24...sólo 24 - susurró Rosa.

"Tengo más del doble de su edad. Podría ser mi hijo. Oh, dios".

Cerró los ojos. Oyó el suave retumbar de su corazón.

-Es tarde. Mañana trabajo. Debería dormir - dijo Rosa.

-Claro. No te preocupes. Ya me voy.

-¿Quieres que te lleve?

-No, mujer. Ya cojo un taxi.

-Al menos déjame pagarlo a mí.

-Bueno, si insistes. Voy pealo.

Se levantó y sacó 30 euros de su monedero. Se los dio.

-Gracias. Me ha encantado conocerte.

-Y a mí a ti. Ha sido...uf...intenso. Jamás había gozado tanto con un hombre como contigo.

-Jeje, ya vez. ¿Quieres que nos veamos otro día?

-¿Tú quieres?

-Claro. Me lo he pasado muy bien contigo. Y aún hay cosas que deseo...hacerte.

-¿Qué cosas?

-Jajaja. Ya lo sabrás.

-Bribón.

Rosa se quedó mirando como Luis se vestía. Eran tan guapo, tan buen amante. Sólo si ella tuviera unos años menos. O él unos años más.

Pero las cosas eran como eran. Al menos lo disfrutaría mientras pudiera.

-¿Tienes móvil, Luis?

-Claro. Apunta.

Lo acompañó hasta la puerta. Lo despidió con un beso.

Se quedó esperando en el quicio de la puerta hasta que llegara el ascensor. Él le mandó un último beso volado.

Rosa cerró la puerta con una sonrisa en los labios.

Estaba agotada. Se fue directamente a su cama, se acostó y se durmió casi en el acto.

++++++

El viernes, sobre las 10 de la mañana recibió en su oficina una llamada de Susana.

-Holaaaaaaaaaaaaaa Rosita.

-Hola Susana. ¿Qué tal?

-Con el coño escocío.

-Jajaja. Que bruta eres.

-¿Bruta? Ese Juan es una bestia follando. Que ricoooooooooo.

-¿Así que te gustó?

-¿Que si me gustó? Fue el mejor polvo de mi vida. Esta noche vamos otra vez. Quiero más de ese elixir de juventud.

-Yo no voy.

-¿Por qué no? Pero mira que eres aguafiestas. ¿Qué pasó con Luis?

-Ummmmm

-¿Cómo que ummmm?

-También tengo el coño escocío.

-Cabrona. Me llegaste a desesperar. Toda la noche con la cara larga.

-Y tú tan... descocada. Parecías una auténtica zorra, Susana.

-Jeje, sí. Pero me encantó.

-Lo de la mamada el coche fue un poco... fuerte.

-No me pude resistir. Tenía la polla tan dura. Y me daba mucho morbo hacerlo el coche.

-Lo sé. A mí también me dio morbo chupársela a Luis.

-'Japuta. ¿También se la mamaste en el coche?

-En el garaje de mi casa.

-Coño. Te podrían haber visto.

-Uf, sí. Y después no se guardó la polla. Fue hasta mi casa con el rabo fuera del pantalón. Coincidimos en el ascensor con dos vecinos. Casi me da un pasmo.

-Joder.

-Y después en casa me folló en el recibidor. Y en mi cama. Qué cosa más rica

-¿Tanto te gustó y dices que no vas a volver? No te entiendo, Rosita.

-Es que...me gustó demasiado. Podría engancharme con facilidad a eso.

-¿Y qué? A disfrutar de la vida, que son dos días.

-¿Y después que, Susana? Aunque ahora les atraigamos, dentro de poco ya no lo haremos.

-Que nos quiten lo bailado entonces. Bueno, lo follao! jajaja

-Prefiero no arriesgarme. Estuvo bien. Muy bien. Pero no volveré.

-Tú misma, monina. Más para mí. Esta noche pienso volver y me llevaré a casa a otro yogurín, O a dos. Jajaja

-Pásalo bien. Pero ten cuidado.

-Descuida. Chaoooo

Rosa colgó. Y se puso a pensar.

Claro que deseaba volver a pasar una noche como la del día anterior. Llena de sexo y pasión. Con un guapo e inagotable muchacho que la hiciera correr una y otra vez, hasta dejarla sin sentido.

Pero sabía que el tiempo pasa. Que ellos siempre serían jóvenes. Y ella no. Se estaba marchitando. Aún atraía a alguno de ellos, como a Luis. ¿Pero por cuánto tiempo más?

Había conocido el placer. Si paraba ahora sería un buen recuerdo. Si seguía, cuando todo se terminara no lo soportaría.

Siguió trabajando.

+++++

Esa noche, sola en su casa, en bata, miraba la tele. Levantó la vista y miró el reloj de la pared. Las 12:30. ¿Qué estaría haciendo Susana? ¿Ya habría encontrado a su jovencito? ¿Estaría ya en su casa siendo follada a placer?

Si hubiese ido con ella podría ahora tener compañía. En vez de estar sola viendo la tele podría estar en brazos de un guapo mozalbete. Como Luis...

Cerró los ojos. Recordó sus caricias. Sus dedos haciéndola correr en el coche. Su polla estallando en su boca. Su lengua recorriendo su coño.

Sin abrir los ojos llevó su mano derecha hacia su coño. La mano izquierda a sus pezones. Y se masturbó, gimiendo, contorsionándose de placer hasta correrse.

Sola.

Como antes de Luis.

+++++

El sábado fue un día gris. Dudó en si llamar o no a Susana. Temía que le restregara por la cara el placer que había tenido. Susana tampoco la llamó.

Por la noche se volvió a excitar. Volvió a clavarse los dedos en el coño como había hecho Luis. Cuando se corrió siguió caliente. Recordó que él le había dado su teléfono.

¿Y si le llamaba? ¿Y si le pedía que fuera a su casa? Sería maravilloso volver a ser follada por él.

Cogió su teléfono y empezó a marcar el número. Iba a pulsar el botón de llamada, pero no lo hizo.

"Es sábado por la noche. Seguro que él está de juerga. Seguro que estará con alguna mujer. Se estará follando a otra".

Dejó caer el teléfono sobre el sofá y se fue a dormir.

+++++

El domingo amaneció soleado, pero para Rosa seguía siendo gris. Se duchó, se puso la bata y desayunó.

Los domingos solían ser aburridos. Y ese se presentaba especialmente aburrido. Se fue a ver la tele. Estuvo tentada de llamar a Susana, pero no lo hizo.

Sobre las once de la mañana tocaron al timbre.

"Seguro que es Susana. Ahora me toca aguantar sus batallitas"

Cuando abrió la puerta, se quedó petrificada. De pie, sonriendo, estaba Luis.

-Hola preciosa.

-Ho...hola.

-Creí que me llamarías.

-Yo...es que...

Luis dio un paso hacia ella y le susurró.

-¿Es que no te gustó como te follé?

Rosa se estremeció.

-S...sí...me gustó.

-¿Es que no quieres que te vuelva a follar?

El coño de Rosa empezó a mojarse.

Luis dio un paso más, empujándola dentro de la casa. Con una pierna cerró la puerta.

-Dime Rosa... ¿Quieres que te vuelva a follar?

-Luis....oh...dios...

Le desató el cinto de la bata. La abrió y vio que no llevaba nada debajo. Deslizó la bata por sus hombros y la tiro al suelo.

-Que buena estas, Rosa. ¿Quieres o no que te folle?

-Joder... sí. Sí.

Se lanzó sobre él y lo besó con pasión. Luis le devolvió el beso, llevando sus manos a su culo y magreándolo

-Umm, Rosa, vaya culazo que tienes. El otro día me fui sin catarlo.

-¿Cómo? - dijo, temblando ante lo que Luis insinuaba.

Sus temores se confirmaron cuando él le dijo al oído.

-Que te voy a clavar la polla en el culito y te lo voy a llenar de leche calentita.

-Yo...nunca lo he hecho.

-Jeje, para todo hay una primera vez. Tranquila, soy un caballero. ¿Sabes? Vi a tu amiga el viernes por la noche en el local.

-¿Sí?

-Sip. Se lo pasaba bien con dos chicos. Jeje, tu amiga es un poco, zorrita.

Si Luis la había visto es que él fue allí. ¿Se habría acostado esa noche con alguna mujer? ¿Y el sábado por la noche? Rosa sintió celos. Y se sintió estúpida por sentir celos.

"Pero ahora está aquí. Me está besando a mí. Siento su polla dura restregarse en mi barriga".

Luis le dio la vuelta. La puso de cara al espejo, y desde detrás, le besó el cuello. Una mano llegó a sus tetas. La otra, llegó a su coño. Recorrió la hendidura.

-Ummm, Rosa, me encanta como lo mojada que estás. Tienes el coño chorreando.

-Es que me pones muy caliente, Luis. Nadie me había puesto así nunca.

-Y nadie te ha follado el culito ¿eh? - le susurró frotándole el clítoris y pellizcando un de sus pezones.

-No...agggg, nunca.

-Yo lo voy a hacer. Te voy a desvirgar es culito tan redondito que tienes

Le restregó la polla contra las nalgas y Rosa gimió de placer. Tenía miedo, pero también deseo de probar.

-Ya verás como te gusta. Ya verás que rico cuando sientas tu culito lleno de mi polla.

-Aggggg, Luis...me vas a hacer...correr...

-Umm, sí, sí, córrete -le dijo y después le lamió el lóbulo de la oreja.

Rosa se corrió y le llenó los dedos de sus jugos. Él la siguió masturbando durante todo el orgasmo. Luego retiró la mano y la besó en las mejillas con dulzura.

Ya conocía el camino, así que la llevó hasta su dormitorio. Se fue desnudando por el camino, y cuando llegaron, ambos estaban como dios los trajo al mundo.

Entre besos y caricias la hizo acostar boca abajo. El se tumbó a su lado y admiró su cuerpo.

-Tu espalda es preciosa, Rosa.

Rosa se estremeció. Nunca nadie le había dicho que su espalda era preciosa. Y se volvió a estremecer cuando Luis se agachó y la besó en la nuca.

-Ummm, que rico Luis.

La fue besando siguiendo el camino de su columna vertebral. Cuando llegó a la cintura Rosa empezó a gemir. Los labios llegado a las nalgas. Las besaron e hicieron reír a Rosa porque sintió cosquillas.

La risa se tornó en un escalofrío cuando la lengua se adentró entre sus nalgas y lamió su cerrado ano.

-Aggg

-¿Te gusta?

-Uf, sí.

-Ábrete el culito para mí

Con las dos manos Rosa se separó las nalgas, mostrando su cerrada puerta trasera. Enseguida sintió la lengua lamerla. Era una sensación muy placentera. Cerró los ojos y gozó de las caricias que Luis le hacía. Él incluso trató de meter la punta de su lengua en su culito.

Lo que si metió fue un dedo. Cuando el esfínter estuvo bien lubricado con su saliva, empezó a meterle un dedo. Despacito.

Se lo clavó todo.

-Ummmmm Luis...me da gustito.

-Lo sé.

Le folló un poco con el dedo. Lo metía a fondo y lo sacaba casi todo, dejando dentro sólo la punta. Rosa empezó a mecer sus caderas. Su coño se mojaba más y más.

Luis decidió meter un segundo dedo. Le costó, pues el ano estaba apretadito. Pero con un poco más de saliva consiguió meterlo.

-Aggggg, dios...Luis...Ahora sí que te siento dentro.

-¿Te duele?

-No... apenas... ummm, me gusta.

Fue dilatando, moviendo los dedos dentro y fuera. También en círculos. Sobre la mesita de noche vio un bote de crema facial. Sin sacar los dedos, se estiró y lo cogió con la otra mano.

Rosa tenía los ojos cerrados y no vio como él abría el bote y se untaba los dedos de crema. Sí sintió el frío en su culito cuando le volvió a meter dos dedos y recomenzó a follarla con ellos.

Ahora, gracias a la crema, entraba y rotaban con suma facilidad. Luis decidió que era el momento de añadir un dedo más. Cuando Rosa los notó, también sintió dolor.

-Aggg, despacito... Luis...despacito...Me duele un poco.

-Tócate. Mastúrbate mientras preparo tu culito.

Rosa metió una mano por debajo de su cuerpo y la llevó a su coño. Lo encontró muy mojado. Se pasó los dedos a lo largo de la rajita. Gimió de placer.

Poco a poco su ano se fue acostumbrando y dejó de dolerle. Pero no dejó de sentir placer. Sus propios dedos en su coño lo aumentaban.

-Y ahora, Rosa, me toca a mí. Le toca a mi polla.

-Luis....ve con cuidado.

-Tranquila

Él cogió más crema del bote y se untó la polla bien. La tenía muy dura. Deseaba aquel culito. La hizo juntar las piernas y se arrodilló sobre ella, con las rodillas a cada lado de su cuerpo.

Rosa seguía con los ojos cerrados y frotándose el coño.

Con su mano izquierda Luis separó las nalgas. Con la derecha dirigió la punta de su polla hacia la entrada del culito de la mujer. Apoyó el glande y empujo.

Rosa gritó cuando la punta entró dentro de ella.  Sintió una punzada de dolor. Luis se quedó quieto. Esperó a que ella se volviese a relajar.

Y entonces volvió a empujar, metiéndole más polla dentro del recto. Se paró otra vez, a la espera de que ella se relajase.

Ella sentía dolor, sí, pero también placer. Se sentía cada vez más llena. Atrapó su clítoris entre las yemas de sus dedos y lo acarició.

Y notó otro empujón de Luis.

-Agggggg

-Ya casi está. Sólo un poco más.

Luis dio el último envite, el último empujón. Su pubis chocó contras las nalgas de la madura mujer.

-Ya está. Ya tienes el culito lleno de polla. ¿La sientes?

-Aggg, sí...es como si se me fuera a salir por la boca...Estoy llena de ti...dios...

-Ahora yo me quedaré quieto. Tú muévete, en círculos, hacia los lados. Siente mi polla dentro de ti. Y tócate, acaríciate. Hazte una rica paja con el culo lleno de polla dura.

Lo hizo. Se acarició y rotó las caderas. Las movió hacia los lados. Y sentía la polla. Profundamente dentro de ella. El dolor había desaparecido por completo. Sólo quedó el placer.

-Luis, que rico...no sabía que esto era así.

-Sigue Rosa...sigue hasta correrte. Ya verás cuando lo hagas y tus músculos abracen mi polla.

-Agggg, Luis... eres...maravilloso.

Aumentó el movimiento de sus caderas. La velocidad de sus dedos. Buscó el orgasmo y no tardó en encontrarlo. Y como él le había dicho, cuando se corrió los espasmos de su placer apretaron la polla que la invadía, incrementando el placer que sentía.

Su orgasmo no había acabado cuando Luis empezó a moverse. Primero, despacio, le fue sacando la polla. Cuando estaba media fuera. la volvió a meter.

-Agggg, me estás follando el culito.

-Sí, y me encanta. Tan caliente y apretadito.

Rosa dejó de masturbarse. El placer que sentía era más que suficiente. Sólo siguió moviendo las caderas. Cuando la polla salía de su culo ella se movía hacia atrás, buscándola.

-¿Te gusta? ¿Te gusta cómo te enculo?

-Siiiiiiiiiiiiiiiiiiii, siii, siiiiiiiiii...no pares

Luis no paró de sodomizarla hasta que la sintió empezar a tensarse. Rosa se iba correr, así que aceleró aún más sus embestidas y cuando su polla empezó a sentir los espasmos del ano de Rosa, se corrió. Le clavó la polla lo más profundo que pudo y disparó dentro de ella chorro tras chorro.

Rosa los sintió. Su orgasmo se multiplicó. Hasta que terminó. De repente, dejándola sin fuerzas. No se movió cuando Luis salió de ella y se tumbó a su lado.

Tenía los ojos cerrados. Y cada 4 o cinco segundos tenía un pequeño espasmo.

Un beso en su nuca la hizo sonreír.

-¿Te ha gustado?

-Ummmm, Luis. Me haces sentir cosas nuevas. Gracias.

-De nada, guapa. Para mí ha sido todo un placer estrenar tu culito - le dijo dándole una cariñosa nalgada.

Descansaron unos minutos, hasta que Luis le dijo que necesitaba una duchita.

-Claro. Tienes de todo en el baño.

-¿Te duchas conmigo?

-Ummm, claro. ¿Pero seguro que es para ducharnos?

-Jeje, claro - respondió guiñándole un ojo.

Se levantaron y entre risas fueron al baño. La bañera era amplia y cabían los dos de sobras. Enseguida el agua caliente empezó a mojar sus cuerpos. Luis la hizo apoyar contra la fría pared de azulejos y la besó, restregándole su ya dura polla contra la barriga. Entre gemidos, Rosa se la cogió con una mano y empezó a pajearle.

-¡Cómo me gusta tu polla, Luis!

Él cogió gel de baño y empezó a enjabonarla. Usó sus manos para extender el jabón. Acarició todo su cuerpo. Sus tetas fueron frotadas una y otra vez, sus pezones pellizcados. Sus nalgas sobadas a conciencia.

Y por último, su coño frotado con dedos jabonosos. Rosa gemía, apoyada contra los azulejos, con los ojos cerrados. Luis la puso debajo del chorro caliente, para que el agua limpiara todo el jabón. La dejó allí. El cálido líquido caía sobre sus tetas y resbalaba hacia el desagüe.

Luis empezó a besare el cuello, y fue bajando lentamente, arrodillándose, hasta meter su cabeza entre las piernas de Rosa.

-Oh, dios...sí... cómemelo...

Empezó a lamerla, a chuparla con fuerza. El agua caía sobre él, apenas dejándolo respirar. Tenía cada pocos segundos que separar su boca para tomar aire. Rosa gozó de la experta lengua del chico, y de sus dedos. Le metió dos en su coño y otro en su recién estrenado culito.

No pudo resistir tanto place por mucho tiempo. Se fue tensando hasta que se corrió, levantando la cara y gritando. A pesar del agua, Luis notó en su boca el sabor de los jugos del orgasmo de Rosa. Las piernas le flaquearon y tuvo que agarrarse al grifo de la ducha para no caerse.

-Me vas a matar...Luis...me vas a matar.

-No  creo.

Él se levantó y la besó. Rosa metió su lengua en la boca del hombre y probó su sabor. Contra su barriga, la dura polla.

"¿Es que no se cansa nunca?" - pensó, agarrándola con la mano.

Rosa lo enjabonó. Se entretuvo un buen rato con la polla. La frotó mucho más de lo que sería necesario para lavarla.

Salieron de la bañera entre besos. Se secaron el uno al otro.

Luis se dio cuenta de que aparte de detrás de la puerta, la que daba hacia dentro del baño, era toda un gran espejo. Eso le dio una idea.  Se acercó y cerró la puerta.

-Ven aquí, preciosa.

Rosa se acercó, mimosa.

-Ahora quiero que me hagas una buena mamada, arrodillada delante de mí. Quiero que te mires al espejo mientras lo haces. Que te toques. Y quiero que sólo me toques con la boca.

-Eres un....

-¿Un qué?

No dijo nada. Sólo le sonrió y se fue arrodillando lentamente, mirándole a los ojos. Frente a ella quedó la dura polla apuntando directamente a su cara. Luis dio un paso hacia ella y le pasó la polla por la cara.

-Mírate. Mira que guapa estás así.

Rosa lo hizo. Nunca se había visto así. Empezó a mover su cara, acariciándose con la polla. Le gustó mirarse. Sacó la lengua y recorrió la enhiesta verga desde los huevos hasta la punta. Se estremeció cuando abrió la boca y vio como la polla entraba.

-Ummmm, eso es, así. Tócate. Mírate mamado mi polla.

Se había corrido cuando le folló el culo. Se había corrido en la ducha cuando le comió el coño. Y seguía caliente. A pesar de haberse secado el cuerpo, su coño seguía mojado. Se empezó a acariciar, a frotarse los labios. Me metió y sacó los dedos del coño. Llevó la otra mano a sus tetas y se pellizcó un pezón.

Y no dejó de mirar como la polla entraba y salía de su boca. De vez en cuando él se la sacaba de la boca y se la pasaba por la cara, dejándole restos brillantes en la piel.

-¿Te gusta verdad? Te gusta verte así, arrodillada con una buena polla en la boca.

-Ujummmm - contestó Rosa.

La verdad es que sí le gustaba. Se veía sexy. Era muy morboso estar así. El placer que se daba con los dedos se sumaba al placer de mirarse.

-Pues ya verás lo preciosa que te voy a dejar. Ya verás cuando veas como me corro sobre tu cara.

-Ummmmm

Le había follado el culo por primera vez. Y ahora se iba a correr en su cara por primera vez. No podía más. Los dedos de sus pies empezaron a agarrotarse. Sus músculos se tensaron y se corrió. Su cuerpo se llenó de los placenteros espasmos de un intenso orgasmo. Se quedó quieta mientras se corría, y entonces fue Luis el que se movió, el que metió y sacó su polla de su boca, follándola a placer.

Justo cuando su orgasmo terminó, aún sacudida por espasmos menores, Luis rugió de placer, le sacó la polla de la boca y la dejó a escasos centímetros de su cara.

Rosa vio en el espejo como la polla daba un golpe en el aire. Como salía disparado un poderoso chorro de leche y le daba en la cara. Notó el trallazo en la piel. Caliente. Y después otro...y otro...y otro. La polla se movía y escupía abundante leche sobre ella. No cerró los ojos durante toda la corrida. No dejó de mirarse. Sólo dejó de respirar.

El último chorro fue más flojo y no le dio en la cara. Cayó sobre sus tetas. De la polla quedó colgando un hilillo de semen. Rosa sacó la lengua y lo limpió. Se miró al espejo. Tenía semen por toda la cara. En la frente, sobre las mejillas, sobre la nariz. Levantó la vista hacia Luis.

-¿Estoy guapa?

-Estás... preciosa.

La ayudó a levantarse. La miró unos segundos y la besó. La volvió a mirar. Sonriendo, recogió con los dedos un poco de semen de su cara y lo llevó a la boca de Rosa. Sonriendo, ella lo lamió. Ese y todos los demás que le dio hasta dejar su cara limpia.

Después se vistieron. Rosa estaba feliz. Le gustaba estar con aquel chico.

¿Y si le invitaba a comer? Así no estaría sola el domingo. Sería un domingo distinto. Y por la tarde podría volver a hacerlo. Fue a abrir la boca para decírselo, pero él se adelantó.

-Bueno, preciosa. Me tengo que ir. He quedado con unos colegas.

-Ah, bueno.

-Chaoooo

Tal como vino, se fue. De repente. Rosa se quedó sola.

Hizo lo que hacía todos los domingos. Ver la tele. Esperar que llegara el lunes para volver a la oficina.

Por la noche, después de cenar volvió al sofá, a vegetar hasta que el sueño la venciera.

Sobre las diez sonó el timbre de la casa. El corazón le latió como loco.

¿Sería él? Corrió a abrir la puerta.

Era él.

Sólo le dijo hola. Entró en la casa, cerró la puerta, la agarró por la cintura y la llevó a su cama. Le quitó la bata y la tiró sobre la cama. Rosa cayó, desnuda. Abrió sus piernas.

Su coño ya estaba mojado. Se quedó mirando como Luis se desnudaba a toda prisa. Sus ojos se clavaron en su polla. Y se cerraron cuando él se subió encima de ella y se la clavó hasta el fondo.

Fue un polvo rápido, salvaje, intenso. Rosa gritó al correrse como una loca, y gimió cuando él se corrió en lo más profundo de su coño.

Se quedaron los dos boca arriba, jadeando por el intenso esfuerzo.

-Quería follarte bien follada antes de irme a casa.

-Uf, Luis. ¿Lo haces así con todas tus amantes?

-Sólo con las que se lo merecen.

Rosa se estremeció al oír sus palabras. ¿Se lo merecía ella? ¿Por qué?

Deseaba abrazarlo, acurrucarse contra él. Sentir su calor. Pero no pudo hacerlo. Luis se levantó

-Bueno, es tarde y mañana tengo clases. Sé el camino. Hasta pronto.

Se marchó y la dejó otra vez sola. Se quedó en la cama y se durmió.

+++++

Al día siguiente, en su mesa de la oficina, no podía concentrarse en el trabajo. Sólo podía pensar en él. En el placer que le daba. En como la trataba. En como la follaba.

Estuvo a punto de llamarle por teléfono. Pero seguramente estaría en clase, así que no llamó.

Esa tarde, en su casa, después de ducharse, volvió a pensar en él. Sintió deseos de volver a sentirse en sus brazos. De volver a tener su polla en la mano, en su boca, en su coño, y hasta en su culo si él lo deseaba.

Se dio cuenta de que se estaba frotando los muslos. De que estaba caliente. Ardiendo.

Quizás el viniese, como el domingo. Y la haría correr una y otra vez.

Esperó. El tiempo pasó, y el timbre no sanaba.

"¿Y si le llamo yo? ¿Si le pido que venga? Le diría que estoy caliente, cachonda...como una perra. Que necesito su polla. Que venga a llenarme de leche el agujero que le plazca... Pero no. No quiero que piense que estoy desesperada. Antes me las arreglaba sin él".

Y como hacía antes, se masturbó en el sofá del salón. Recordando todo lo que Luis le había hecho. Todo el placer. Se corrió susurrando su nombre.

Pero no fue como antes. No quedó saciada tras el orgasmo. No la llenó. Ahora conocía el sexo con mayúsculas. Ahora, seguía caliente.

Se volvió a masturbar, hasta que el segundo orgasmo la calmó un poco. Se fue a su cama.

"Maldita sea. Maldita Susana".

+++++

El martes fue igual que el lunes. No se podía quitar a Luis de la cabeza. Pero no le llamó. Ni por la mañana ni por la noche. No quería caer. Quería seguir siendo ella la que dominada la situación, y no al revés.

Sin embargo, tenía los sentidos alerta. Deseando oír el timbre. Salir corriendo, abrir la puerta y encontrarse con su sonrisa.

El timbre no sonó.

Tampoco sonó el miércoles.

El jueves no pudo más. Se estaba derritiendo en el sofá, sin prestarle atención a la tele. Eras las nueve de la noche. Empezó a pensar que Luis saldría esa noche. Que iría a aquel local. Que se llevaría a otra mujer y se la follaría. Que sería otra la que gozara de él.

No podía permitirlo. Cogió el teléfono y marcó su número.

-¿Sí?

-Hola Luis. Soy Rosa

-Hola preciosa. ¿Qué tal?

-Bien. ¿Y tú?

-Muy bien. Me preparaba para salir a dar un paseo.

Fue como un jarro de agua fría para Rosa.

-¿Vas a ligar con maduritas?

-Sí. Eso espero. A no ser que...

-¿A no ser qué?

-A no ser que cierta madurita que conozco tenga ganas de polla.

-Luis, llevo toda la semana con ganas de polla. Con ganas de tu polla.

-Jeje. Vale. Pues tendrás polla. ¿Recuerdas el local en donde nos conocimos?

-Sí.

-Pues te espero allí en dos horas.

-¿Allí? ¿Por qué no vienes a casa? Estaremos mejor.

-Puede que después. Tú ve. Ah, ponte un vestido con falda por encima de la rodilla, que sea amplia. Y...no lleves bragas.

-Pero...

-Sin peros. Hasta luego.

Luis colgó. Rosa se quedó unos segundo oyendo el pitido del teléfono.

Cuando se dio cuenta, al rato, que estaba en su cuarto buscando en su guardarropa un vestido como él le había pedido, se preguntó a sí misma que qué le estaba pasando. Que todo aquello estaba mal. Que tenía que pararlo antes de salir herida.

En vez de hacer lo que su mente le decía, se puso un vestido con falda amplia y por encima de las rodillas. Y no se puso bragas.

Cuando se subió al choche y arrancó, el coño le palpitaba.

+++++

Llegó a las once en punto. El local estaba más animado que cuando ella fue la semana anterior. No se sorprendió cuando, al fondo, vio a Susana agarrada a la cintura de un guapo joven. Susana la vio.

-Yujuuuu, Rooosaaaa.

Susana dejó a su joven compañero y se acercó a Rosa.

-Hola pillina. Jeje, ya sabía yo que volverías. Esta noche hay más ambiente que ayer.

-¿Ayer?

-Jiji, sí. He venido todos los días. Y...cada día me te tirado a un pimpollo distinto.

-Joder, Susana.

-¿Qué? ¿Acaso no has venido tú a lo mismo?

No respondió. Aunque no vino exactamente a lo mismo, en el fondo sí era la misma cosa.

-Estoy hablando con unos chicos muy simpáticos y calientes. ¿Quieres que te los presente?

-No...yo...he quedado.

-¿Con quién?

-Con Luis.

-¿Luis? ¿El del primer día?

-Sí.

-Vaya. ¿Tan bien folla? Quizás debería probarlo yo. Jajajaja.

-Es libre.

-Tranquila mujer. Que no te voy a quitar a tu chico.

-No es mi chico.

-Como tú digas. Mira, por ahí llega.

Rosa se giró y vio como Luis entraba en el local. Y vio como las lobas que estaban aún sin pareja se lo comían con los ojos. Dejó a Susana con la palabra en la boca y se acercó a Luis. Se plantó delante de él y lo morreó.

Dejó bien claro a todas que era suyo.

-Hola preciosa.

-Hola Luis.

-¿Tomamos una copa? Tengo sed.

-Claro. Te invito.

Pidieron dos bebidas en la barra y se fueron a sentar a una mesa oscura, tranquila. Susana los saludó desde lejos.

-¿Esa es tu amiga, no?

-Sí.

-Se está labrando una 'buena' reputación.

-Me imagino. Allá ella.

-Jajaja. ¿Y lo bien que se lo pasa? Que le quiten lo bailao.

-Sí, eso sí.

Se miraron. Se sonrieron. Bebieron sus copas lentamente.

-¿Me hiciste caso? - le preguntó él poniéndole una mano sobre su rodilla.

-Sí.

-A ver...

Mirándola a los ojos fue metiendo su mano por debajo de la falda. Acariciando su piel llegó hasta el coño. Rosa abrió las piernas para que él pudiera llegar con facilidad. Sabía que esto iba a pasar. Sabía que para esto él le había pedido que no llevara bragas.

-Estás muy mojada. Sabes lo que voy a hacer, ¿No?

-Me vas a hacer una paja aquí, ahora.

-Sip. Chica lista.

No fue una. Fueron dos lentas y sensuales pajas que hicieron correr a Rosa en la semioscuridad de aquel rincón. Las dos veces se corrió ahogando sus gemidos en la boca de Luis.

La dejó recuperarse unos minutos. Después le cogió la mano y se la puso sobra el pantalón, sobre la dura polla. Ella se la acarició.

"Seguro que ahora me pide que le saque la polla. Me pide que se la chupe. Y lo haré. Se la mamará hasta tragarme toda su leche."

-¿Sabes? A veces en los baños de aquí se ven... cosas.

-¿Qué cosas?

-Generalmente parejas follando. Una vez vi a una mujer de rodillas mamándosela a tres chicos.

-Uf.

-Fue muy morboso.

-Me imagino.

-SI te pedí que vinieses hoy aquí fue por una cosa

Rosa lo miró. Se imaginó lo que sería.

-¿Para qué cosa?

-Para follarte. En uno de los baños. Tú eliges si en el de hombres o el de mujeres.

Tenía que decirle que no. Que era una locura. Que ella no era así. Lo que salió de su boca fue:

-En el de mujeres.

-Pues vamos.

La cogió de la mano y se dirigieron hacia los baños.

"Joder, Rosa. Estás loca. Loca del todo."

Entraron. En ese momento estaba vacío. Había un amplio mostrador con tres lavamanos y un enorme espejo detrás. Con una gran losa de mármol como mesa.

Allí la sentó, con el culo en el borde. Se bajó los pantalones y le clavó la polla en el coño. Resbaló hasta el fondo. Rosa cerró los ojos

-Aggggg, dios...Luis...como me gusta tu polla.

-Y a mi tu coño. Tan caliente y apretadito.

Rosa pensó que sería un polvo rápido, salvaje. Que los dos se correrían rápido y se irían. Pero él la folló lentamente, sin prisas. Y supo por que. Esperaba que alguna mujer entrara y los viera.

-Fóllame Luis. Fóllame fuerte. Lléname el coño con tu leche...Ya.... - le pidió, tratando te terminar cuanto antes.

-Tranquila, Rosa. No hay prisa.

-Por favor...Luis...

Él le cerró la boca con un beso. Y al poco tiempo, ocurrió. La puerta del baño se abrió y entraron dos mujeres. Se quedaron petrificadas viendo las escena que se desarrollaba ante sus ojos.

Rosa, avergonzada, cerró los ojos. Pero gimió de placer en la boca de Luis. Éste empezó a follarla con más fuerza.

-Agggg... Luis...Luis...fóllame...

Las dos mujeres enseguida se metieron en los reservados. Rosa oyó como orinaban y después la vio irse. Luis no dejó de follarla.

Un par de minutos después entró una mujer. Esta vez sola. Y lo miró.

-Vaya. Qué bien lo pasáis, ¿No?

Rosa volvió a cerrar los ojos. Pero los abrió cuando la oyó decir.

-¿Os molesta si miro?

-No, guapa. Mira todo lo que quieras - contestó Luis.

Rosa, entre gemidos vio como la mujer se ponía a su lado y los miraba. Para su asombro, Luis se separó un poco, para que la nueva pudiese ver como su polla entraba y salía de su coño.

-Vaya, que suerte tienes, chica. Menudo peazo polla te están clavando - dijo la mujer.

Luis le saó toda la polla del coño, para que la mujer la viera bien. Y se la metió otra vez.

-Agggggggg, Luis....

Arreció las embestidas, follándola ahora con fuerza. Hasta que en una de la embestidas, cuando la polla salía del coño, la sacó del todo.

-Ups, se me salió la polla del coño. Oye - dijo, mirando a la mujer - ¿Por qué no la diriges otra vez al coñito de mi amiga?

La mujer, con una pícara sonrisa en la boca, cogió la polla de Luis y la dirigió al coño de Rosa.

Rosa abrió los ojos cuando la mujer le pasó la punta de la polla por toda la raja, antes de dejarla en la entrada. De un empujón, Luis se la enterró hasta el fondo.

-Ummmmmm dios...me vas a matar

Se la folló un rato más, hasta que volvió a fingir que la polla se salía del coño. Esta vez, la mujer, sin que se lo pidieran, cogió la polla y frotó el clítoris de Rosa, mirándola a los ojos.

Rosa no pudo evitar sentir placer. No pudo evitar gemir. Ni dijo nada cuando la mujer empezó a acariciarle el coño. Gimió más fuerte cuando su clítoris fue frotado por los expertos dedos de la otra mujer. Lo único que hizo fue correrse en el acto. Intensamente, totalmente, con la polla barrenándola sin piedad.

-¿Te vas a correr en su coño? - preguntó la otra.

-Sí, se lo voy a llenar de leche caliente.

-Ummm, que rico. Ojalá me llenen a mí también esta noche el coño de leche.

-Eso se puede arreglar.

-¿Sí? Ummmm, eso espero, guapo.

Luis la siguió follando y la mujer masturbando. Rosa sintió como el placer se adueñaba otra vez de su cuerpo. Como la tensión subía y subía hasta que el estallido la llenó. Se corrió apretando los dientes con fuerza para no gritar.

-Se está corriendo otra vez - dijo la otra- Joder, que envidia.

-Y...ahora...yo...ahora me corro...yo..........aggggggggggggg

Rosa esperaba sentir contra el fondo de su coño la abundante descarga, el repentino calor de la hirviente leche. Sin embargo, Luis le echó el primer chorro con la polla metida hasta la mitad. El resto de su corrida lo depositó casi en la entrada de la vagina.

Y cuando sacó la polla, la mujer vio como la mezcla de semen y jugos empezaba a rezumar.

-Le he llenado el coño de leche.

-Ya lo veo. Mira como sale.

Rosa se quedó estupefacta cuando Luis le dijo a la otra mujer.

-¿Por qué no se lo limpias? Ya verás que rico es su coño. Y mi leche

La mujer miró a Rosa.

-¿Puedo? ¿Puedo beberme su leche de tu coño?

Rosa no podía hablar. Estaba sentada, con las piernas abiertas y sin bragas en un baño público. Acababan de llenarle el coño de una abundante descarga de semen y ahora una desconocida quería beberse toda esa leche.

Cuando vio como esa mujer, mirándola a los ojos empezaba a arrodillarse, ya no pudo más. Cerró las piernas, saltó al suelo y salió corriendo del baño.

-Rosa, espera - dijo Luis.

No le hizo caso. Con lágrimas en los ojos salió del local y se fue a su coche. Se subió y arrancó hacia su casa.

Durante todo el camino se maldijo a si misma.

¿En qué se estaba convirtiendo? Ella no era así. No le gustaba ser así. Ese chico la estaba volviendo loca.

"Ya está. Se acabó aquí y ahora. No le veré más. Jamás"

Esa noche se durmió llorando en su cama.

+++++

El viernes siguió pensando en él. Todo el día. No se lo quitaba de la cabeza.

Cuando sobre las 10 de la noche sonó el timbre supo que era él.

"Vete, vete...por favor...vete"

El timbre volvió a sonar. Se levantó y fue a abrir la puerta. La abrió. Allí, de pie, aquel chico. Su corazón, desbocado.

-Hola Rosa.

-Hola.

-Anoche saliste corriendo.

-Sí. Aquello no estaba bien. No soy así, Luis. Esas cosas no ve van.

Él dio un paso hacia ella. El corazón le latió con más fuerza.

-A veces me dejo llevar, Rosa. Siento haberte metido en mis... correrías

Dio un paso más hacia ella. Sus cuerpos casi se rozaban.

-¿Me perdonas? - le dijo, levantándole la cara tirando de su barbilla.

Rosa se perdió en sus oscuros ojos. Su cuerpo temblaba.

-Sí.

Se fundieron en un beso. Luis cerró la puerta con el pie. La cogió de la mano y la llevó a su dormitorio. Allí la desnudó y la hizo acostar sobre la cama.

La hizo gozar con su boca. Le arrancó varios orgasmos antes de follarla. Lo hizo intensamente, pero con pausa, con más cariño que las otras veces.

Y cuando se corrió abundantemente dentro de ella, Rosa lo abrazó con fuerza.

"Quédate conmigo. No te vayas. Por favor...te necesito...no me dejes..."

-Ummm, Rosa. No podía seguir sin que me perdonaras.

-Tonto...

-Jajaja.

Le miró. Era tan guapo. Tan hombre...Tan...joven.

Se salió de ella. Y se empezó a vestir.

-¿Te vas ya?

-Sí, he quedado con unos colegas.

-¿No te puedes quedar un ratito más?

-Lo siento. Ya llego tarde. ¿Otro día, vale?

-Vale.

Luis le dio un beso y se fue.

Rosa se quedó en la cama, sola. Sola y llorando.

+++++

No volvió a verlo en todo el fin de semana. El domingo por la noche no pudo más y le llamó, pero el teléfono lo tenía apagado. Volvió a acostarse llorando.

Consiguió hablar con él el lunes al medio día. Le pidió, casi le suplicó, que fuera a su casa.

-¿Así que quieres que vaya a verte?

-Sí, ven... por favor.

-¿Para qué?

-No seas malo. Sabes para que.

-¿Para follarte?

-Sí, sí, sí, para follarme. Ven a follarme.

-Ummm, ya tengo la polla dura. Hoy me apetece follarte el culito.

-Fóllame el culito. Es tuyo. Soy toda tuya. Pero ven. Ven.

-Voy para allá. Espérame desnuda.

-Sí...

Luis colgó. Rosa se desnudó. El coño le chorreaba. Se estuvo tocando, pero sin correrse, hasta que oyó el timbre. Fue corriendo a abrir la puerta.

Fue como el primer día. La apoyó contra el aparador, mirando la espejo. Se bajó la cremallera, se sacó la polla y le lubricó el ano con un poco de saliva.

Rosa sintió dolor, más que la otra vez. Pero placer mucho placer. Se corrió dos veces antes de que él llenara su culito de leche caliente.

Después la besó desde atrás. La polla seguía dura, clavada en su culo.

-¿Te ha gustado la rica enculada?

-Ummm, sí

Le agarró las tetas. Besó su cuello, sus orejas.

-Aggg, Luis... ¿Qué me haces? Ummm, como siento tu polla dentro de mi culito. ¡Cómo me pones!

-¿Cómo te pongo?

-Cachonda perdida.

-¿Si? ¿Estás cachonda?

-Como una... perra.

-Hazte una paja, Rosa. Quiero sentir en mi polla como te corres.

-Luis...Luis...eres tan...caliente.

Rose llevó su mano derecha a su coño y se masturbó, mirándose en el espejo. El placer de sus dedos se multiplicaba al sentir su esfínter dilatado por la gruesa polla

-Agg, dios, dios... qué rico...me correré rápido....Luis...Luis

Movió sus caderas. Despacito, haciendo que la polla se frotase contra las paredes de su recto. El placer no hacía más que aumentar y aumentar.

Luis pellizcó sus pezones, con fuerza. Rosa no pudo más y se corrió. Él sintió cada espasmo del intenso orgasmo en su polla. Cada espasmo apretaba su verga. Entonces comenzó a follarla otra vez. Le echó hacia adelante y miró como su polla entraba y salía del redondo culito de Rosa.

Ella siguió masturbándose, hasta que a los pocos segundos se volvió a correr. Sus dedos se llenaron de sus propios jugos. La dura barra la barrenaba sin parar.

El siguiente orgasmo no lo pudo soportar. Fue tan intenso que sus piernas le flaquearon. A pesar de intentar agarrarse al mueble, sus piernas no la sujetaron y se dejó caer. Luis la sujetó y frenó su caída.

Rosa se quedó sentada en el frio suelo, jadeando. Luis estaba a punto de correrse cuando Rose se cayó. Se agarró la polla con la mano derecha. Con la izquierda levantó la cara de Rosa. Se pajeó hasta que su polla empezó a decorar la cara de la mujer con varios chorros espesos y calientes que ella recibió con una sonrisa en los labios.

La miró unos segundos. Se guardó la polla.

-Bueno, tengo que irme.

-¿Cuándo volverás?

-No sé. Cuando pueda.

Le dio un último beso y se marchó. Rosa se levantó y se miró al espejo. Vio su rostro marcado por el semen del joven. Todo había sido tan intenso. Había tenido tanto placer. Pero ahora estaba sola.

Otra vez, sola

+++++

Así pasaron los días. Luis aparecía cuando le daba la gana y la follaba. La mataba de placer. Pero al final, siempre se iba.

A veces pasaban tres o más días sin saber nada de él. Rosa se desesperaba y terminaba llamándolo. Luis, simplemente, le decía que no tenía tiempo, que estaba liado.

Ella lo aceptaba. Era lo único que tenía. Esos momentos de intenso placer entre el hastío de su vida. Cuando estaba con él era tan feliz. No era sólo el placer. Era su presencia. Su olor, su calor, su piel. Todo. Casi cada minuto de su vida la tenía en la cabeza. Anhelaba oír el timbre. Abrir la puerta y ver su preciosa sonrisa.

El momento que temía siempre llegaba. Después del placer, la soledad. Y ere en esos momentos, cuando la dejaba, cuando más lo necesitaba

Días después se empezó a dar cuenta de cuanto lo necesitaba. De lo enganchada que estaba a ese muchacho, a su juventud. Se dio cuenta de que se estaba enamorando de Luis.

Y sufrió. Como nunca había sufrido. Más que cuando su marido la abandonó. Mucho más. Porque sabía como iba a acabar todo aquello. Sabía que llegaría el día en que él la abandonaría también. Era joven, impetuoso. Aún le quedaba mucha vida por delante, mucho que descubrir.

Ella no. Ella ya estaba en decadencia. Se empezaría a marchitar, y él aún sería joven. Aparecerían más mujeres, mejores que ella.

Él dejaría de venir. Y ella se quedaría solo. Completamente sola. Para siempre.

"Tengo que dejarlo. No puedo seguir así. Tengo que seguir mi vida. Y mi vida no es con él.".

Pero no pudo dejarlo. Lo deseaba demasiado. Lo quería demasiado. Esos momento de placer compensaban todo lo demás. Al menos tendría eso mientras durara.

Una semanas más todo seguía igual. Sólo sexo. Puro sexo. Placentero sexo. Pero sólo eso.

"Es lo que tengo. Es lo que él me da".

+++++

Llevaba cuatro días sin verle. Lo había llamado mil veces, le había dejado mil mensajes, pero no sabía nada de él.

El timbre de su casa aceleró su corazón y la llenó de gozo. Fue corriendo a abrirle.

La que estaba tras la puerta era Susana.

-Hola guapa. ¿Cómo estás? Hace eones que no sé de ti.

-Estoy bien. ¿Y tú?

-De maravilla. Me invitas a un cafelito.

-Claro. Pasa.

Las dos mujeres fueron a la cocina y empezaron a hablar mientras se preparaba el café.

-¿Y bien, Rosita? ¿Qué es de tu vida?

-Como siempre. Trabajo, casa...lo normal. ¿Y tú?

-Jeje, ummm Rosita. Lastima no haber conocido esos locales antes.

-¿Aún sigues yendo?

-Pues claro. Menos que al principio, la verdad. Pero voy un par de veces por semana. Y siempre pesco un yogurín. No te he visto más por allí.

-No. No he vuelto.

-Al que sí he visto es a aquel Luis.

Rosa sintió como un mazazo en la cabeza.

-¿A...Luis?

-Sí. Precisamente anoche lo vi. Y salió del local del brazo de dos tipas. Seguro que se las folló a las dos, el muy bribón.

Rosa temblaba. Todo eso se lo imaginaba. Que ello no era la única. Pero saberlo por Susana. Que el día anterior fuera al local. Que no contestase a sus llamada, a sus mensajes.

Iba a llorar. No quería que Susana la viese llorar.

-Voy al baño.

-Okis.

Salió corriendo, se encerró y lloró en silencio, llena de desesperación. Estuvo varios minutos en continuo llanto. Después se lavó la cara y volvió a la cocina.

-Susana, me voy a la cama. Hoy no me encuentro bien.

-Habrás pillado esa gripe que pulula por ahí. Bueno guapa, no vemos. Gracias por el café. Chaooo

-Adiós.

En cuanto su amiga se fue, volvieron las lágrimas. Sabía que ese día llegaría, pero no que sería tan rápido.

¿Y ahora qué? ¿Seguir como hasta ahora? ¿Esperando a que él se dignara aparecer? ¿A que no encontrase a otra y decidiese follarse a Rosita, la que siempre se abre de piernas para él?

"¿Tan bajo has caído? ¿Tanta poca estima te tienes?....No. No y no. Esto se acaba aquí y ahora."

Cogió el teléfono y llamó a Luis. Pensaba dejarle un mensaje, pero él respondió.

-Hola Rosa.

-Hola Luis.

-¿Quieres que vaya a tu casa a follarte bien follada?

-No. ¿No tuviste bastante anoche?

-¿Anoche?

-Sí, anoche. Con esas dos.

-Ah, tu amiga. Te lo contó.

-Sí.

-Jeje. Bueno, nunca te juré fidelidad, ¿No?

-No. Es cierto. Nunca me has engañado. He sido yo la que se ha engañado a si misma. Pero eso se acabó. Esto se acabó, Luis. Para siempre.

-¿Cómo para siempre, Rosa?

-No quiero volver a verte. Por favor, no me llames, no vengas. No te abriré la puerta si lo haces.

Hubo un asfixiante silencio.

-¿Es eso lo que quieres, Rosa?

Iba a decir que sí, pero tenía un nudo en la garganta y no pudo. Cogió aire, cerró los ojos.

-Sí. Eso es lo que quiero. Adiós, Luis.

Y colgó. Se derrumbó sobre el sofá y lloró durante minutos.

++++++

Los primeros días esperaba a cada momento que sonara el timbre. Sabía que a pesar de todo, si él venía, le abriría la puerta y todo volvería a empezar.

Pero no vino. Los días pasaban y no volvió a saber nada de Luis.

Poco a poco su vida volvió a la normalidad de antes. Al sereno hastío de antes.

++++++

Meses después aún se acordaba de vez en cuando de Luis. Ya casi no sentía dolor. Procuraba recordar sólo las cosas buenas. Aunque la única cosa buena que recordaba de él era el placer.

Una tarde estaba en una cafetería tomando un café. Miraba por la ventana hacia afuera. Tenía un momento de bajona y los ojos se le enjuagaron. Sacó un pañuelo y se los secó.

-¿Se encuentra Vd. bien?

Se giró. Ante la mesa había un hombre. Tendría más o menos su edad, quizás un poco más. De cabello aún negro pero blanco en las sienes y patillas. Varonil. Bastante atractivo. De sonrisa afable.

-Sí, gracias.

-Perdone mi atrevimiento, pero la he vista aquí varias veces y hoy la vi especialmente triste.

-No se preocupe. Ya se me pasó.

-Bien, pues nada.

El hombre se dio la vuelta, para alejarse, pero volvió a girarse.

-Esto, perdóneme otra vez. Yo estoy en mi mesa solo. Vd. en la suya, sola. Me encantaría compartirla... Si le parece bien.

Rosa miró a aquel extraño. ¿Por qué no? Eso era mejor que estar sola.

-Sí, me parece bien.

El hombre se sentó.

-Me llamo Arturo.

-Yo soy Rosa.

-Encantado, Rosa.

-Encantada, Arturo.

Empezaron a hablar. Él era de conversación fácil, amena. Y divertido. El tiempo les pasó volando, y cuando quisieron darse cuenta, ya había anochecido.

-Uf, Rosa, ya es de noche

-Sí. Se me ha pasado el tiempo volando.

-Oye, ya sé que nos conocemos hace poco, pero... ¿Aceptarías cenar conmigo esta noche?

-Será un placer.

-Perfecto. Conozco un italiano perfecto. Bueno, si te gustan la comida Italiana.

-Me encanta. Pero...tendría que ir a casa a cambiarme.

-¿Por qué? Estás perfecta así.

-¿Tú crees?

-Sí.

Se miraron a los ojos.

-Vale. Vamos, pues.

La cena fue maravillosa. No dejaron de hablar, de conocerse. Arturo era viudo. No se entretuvo en contarle toda su vida. Sólo lo más importante. Ella tampoco se explayó.

Regaron la comido con un buen vino. Para terminar, un tiramisú muy rico.

Caminaron después largo rato. Sin parar de hablar. De todo, de nada. Sólo hablar, compartir.

-¿Una última copa? - preguntó Arturo

-Vale.

La tomaron en un pub muy tranquillo, lleno de gente de todas las edades.

Rosa miraba a aquel hombre. Lo conocía desde esa misma tarde, pero se sentía muy a gusto con él

Después de la copa volvieron a caminar.

-¿Te llevo a tu casa? - le preguntó él

-Oh, no hace falta. Vivo cerca. Prefiero caminar.

-Te acompaño hasta el portal. Me quedaré más tranquilo.

Caminaron despacito. Ahora apenas hablaron. A los pocos minutos, llegaron a la casa de Rosa.

-Es aquí.

-Bien. La dejo en la puerta de su casa, señora.

-Gracias, caballero.

-Rosa, me encantaría volver a verte. Me lo he pasado muy bien contigo.

-Y yo. Ha sido una velada muy agradable.

Se miraron el uno al otro.

"Hazlo. Díselo".

-Arturo... ¿Te apetece subir a mi casa?

-¿Tú quieres que suba?

-Sí. Deseo que subas.

+++++

El sol de la mañana la despertó. Estaba en su cama, desnuda. Abrió los ojos y a su lado, dormido, estaba Arturo.

Lo miró. Miró su cuerpo desnudo.

No era el cuerpo de un joven. No era el cuerpo de Luis. Pero era un cuerpo hermoso. El sexo que tuvo por la noche con Arturo no fue tan intenso ni tan salvaje como el sexo que tenía con Luis. Pero fue un maravilloso y placentero sexo.

Y lo más importante. Lo que más agradeció es que Arturo no se fue. Se quedó con ella toda la noche Se durmió abrazada a él, sintiendo sus manos acariciarle el cabello.

Y allí seguía, durmiendo a su lado. No estaba sola. No se sintió sola. Había hablado más con Arturo desde la tarde anterior que en todo el tiempo que estuvo con Luis.

Con Luis sólo había sexo. Con Arturo había habido mucho más.

Se pegó a él. Apoyó su cabeza en su pecho velludo, ya canoso. Un hermoso pecho de un hombre adecuado.

Cerró los ojos. Sonrió. Se dijo que quizás, después de todo, la vida no era tan puñetera como parecía. Que quizás no tendría que estar sola.

Se preguntó si aquel hombre, cuyo corazón sentía latir podría ser su compañero. Si podría envejecer junto a él.

No sabía lo que les deparaba el futuro. Pero se juró a sí misma que al menos se daría esa oportunidad.

FIN

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