La seducción... (2)

...fije la mirada y un penetrante grito salió de mi, esta vez no era de placer sino de rabia y sorpresa, ¡la mujer a la que Daniel machacaba con su polla era...

LA SEDUCCION (2)

Cuando entramos en el dormitorio de Germán, mi hermana – Marta - estaba tendida junto a Daniel y le acariciaba suavemente la polla, al vernos intentó cubrirse pero él le sujetó las manos, ella cerró los ojos mientras yo la observaba, estaba guapa…su piel y su cara reflejaban el placer que acababa de recibir y su entreabierto coño dejaba escapar un pequeño reguero de semen. La situación era un poco extraña y tensa, estábamos las dos desnudas y con las indisimulables huellas de acabar de mantener un intenso encuentro sexual…los dos hombres callaban y esperaban nuestra reacción, fui yo la primera en hablar

  • ¿Qué tal estás? – le pregunté.

  • Bien – respondió en voz baja.

Me acerqué a la cama y se incorporó, nos abrazamos con fuerza durante unos minutos sin decirnos nada, oí la voz de Germán:

  • Os dejamos un rato a solas – dijo.

  • ¿Quieres contármelo? – le pregunté.

Ella asintió con la cabeza y nos levantamos de la cama, me dirigí a una de las puertas camufladas y cogí dos camisetas largas, mi hermana sonrió

  • Conoces bien la casa ¿verdad? – comentó.

  • Demasiado bien – le contesté.

Ambas comenzamos a reír, nos pusimos las camisetas, nos sentamos y mi hermana comenzó su relato, a partir de este momento lo que van a leer es el proceso de seducción de una mujer contada por ella misma, yo solo me limitaré a tratar de reflejarlo en el papel, lo que nunca podré transmitir son las emociones de mi hermana cuando revivía su entrega a un hombre que no era su marido.

Bueno – inició su relato – todo comenzó hace una semana, ya sabes que las cosas entre Jaime (su marido) y yo no van muy bien y, sobre todo, "la cama" muy mal. Una tarde salí de compras, más para distraerme que porque tuviera que comprar algo, quería estar sola y le dije a la asistenta que recogiera a los niños. Estuve deambulando por ahí y en una de las tiendas que entré fue en Victorias´Secret, ya sabes que soy muy clásica con mi ropa interior pero no se por qué me vi curioseando un expositor con ropa sexy, tomé un conjunto de tanga y sujetador rojo y lo examiné distraídamente, nunca me había puesto un tanga y pensaba lo incomodo que debe ser llevar una cinta metida en el culo, cuando de repente una voz de hombre me sobresaltó

  • ¡Hola! – me dijeron – debes estar preciosa con eso.

Me di la vuelta y enrojecí, era Germán que, sonriente me saludaba

  • Me alegro de verte – dijo mientras se acercaba para besarme la mejilla.

Nos besamos y balbuceé lo que pretendía ser una excusa por estar con ese conjunto en la mano

  • Nooo…no es para mi… solo

Me interrumpió

  • Pues es una pena porque te tiene que sentar perfecto, debes estar guapísima con él.

Le agradecí el piropo con una sonrisa mientras me volvía ruborizar, ya te había dicho que ese hombre me inquietaba (ver El tercer maestro. Entregada), eso y el hecho de saber que se acostaba contigo me mantenían alerta y también un poco excitada. Recordé sus miradas en la playa, muchas veces me sentí desnuda bajo su mirada lujuriosa y, la verdad, creo que a todas las mujeres nos gusta sentirnos deseadas, de hecho sabes que te envidié cuando te fuiste con él, me habría cambiado por ti…con todas las consecuencias

  • Te invito a una copa – dijo interrumpiendo mis pensamientos.

Le miré y sentí un escalofrio en mi cuerpo, ni supe ni intenté negarme, pensé en ti y quise saber como te sentiste la primera vez que se te aproximó. Sabes que con lo joven que me casé, los niños que vinieron enseguida y el carácter de mi marido, ni se me había pasado por la mente tener una aventura extraconyugal, menos con un hombre mucho mayor que yo, pero en ese momento, como en un destello, pensé como sería estar con ese hombre en la cama.

  • De acuerdo – contesté

  • ¿Me aceptarías un regalo?- preguntó.

Enseguida supe cual sería el regalo, intenté rechazarlo

  • No hace falta que me regales nada, de verdad – respondí

  • Por favor - me rogó –

Me quedé callada y él, tal como yo imaginaba, cogió el conjunto de lencería y se dirigió a la caja, le seguí y cuando la dependienta preguntó que cual era "mi" talla, le contesté automáticamente. Pidió que lo empaquetaran de regalo, pagó y me lo dio, al cogerlo rozó mi mano, la suya estaba muy caliente y sentí un cosquilleo en mi entrepierna

  • Me encantaría vértelo puesto – me dijo en voz baja.

Le miré con una sonrisa forzada sin saber que decirle. Me tomó del codo y me empujó hacia la puerta, me dejé conducir como un autómata, de nuevo una imagen de ese hombre encima de mí me asaltó…y me excitó

Nos sentamos en una cafetería y estuvo muy atento y simpático, me preguntó si me acordaba de él en la playa y le contesté que sí. Estuvo piropeándome y me dijo que a pesar de mis hijos tenía un tipo envidiable y que el bikini me sentaba muy bien como él había podido comprobar en la playa. Me notaba nerviosa pero al mismo tiempo contenta, hacía mucho tiempo que nadie me hablaba de mi físico y alababa mi cuerpo, Germán sabía como alimentar mi ego. Me fui tranquilizando y acepté una copa después del café, sin saber como la conversación se fue haciendo más íntima

  • ¿Te ha hablado tu hermana de mí? – preguntó.

  • Si – le contesté.

  • ¿Bien? – insistió.

  • Bastante bien – le respondí sonriendo.

  • ¿Te lo cuenta todo?- continuó su interrogatorio.

Enrojecí sin sabe que decir

  • No se a que te refieres – contesté.

Germán sonrió con sorna y continuó su ataque verbal

  • ¿Vas a estrenar mi regalo con tu marido esta noche? – preguntó.

Estaba totalmente desconcertada, pensé que si mi marido veía ese regalo no sabría como explicárselo, él no podía imaginarse que yo pudiera comprar unas prendas como esas, reí tontamente mientras volvía a sentir la sensación de estar desnuda delante de él.

  • No puedo decirle que he aceptado este regalo de un hombre… - dije evasivamente.

  • Si yo te viera con ese conjunto no tendrías que explicarme nada, me harías bailar al son que tú marcaras.

Nuevamente mi corazón saltó de gozo, me sentía deseada y, después de mucho tiempo, notaba como mi entrepierna se humedecía y un extraño calor subía hasta mi pecho, a mi edad me estaba calentando como una adolescente.

Me tomó la barbilla con dos dedos y acercó sus labios a los míos, yo le miraba fijamente sin capacidad para reaccionar

  • ¿Cuánto tiempo hace que no se comen esos labios? – me dijo.

No sabía que responder pero no me apartaba ni le hacía retirar los dedos de la barbilla, sentía temblar mi pecho y la cara me ardía…solo le miraba

  • ¿Cuánto tiempo hace que no hacen vibrar ese cuerpo? – insistió.

Cerré los ojos y musité

  • Por favor, tengo que irme

  • Te llevo a casa – me dijo.

Ni me atreví a replicarle, sabía que me llevaría aunque yo no quisiera y, la verdad, es que si quería…le seguí dócilmente. Me condujo a un aparcamiento y me abrió la puerta para acceder al coche, entré completamente en silencio y esperé que él se subiera y arrancara, me preguntó la dirección y se la di. El camino lo hicimos en silencio, él, no se si conscientemente, me rozó las piernas un par de veces mientras cambiaba de marcha y me removí inquieta…le dije que me dejara un poco antes de llegar a mi casa y así lo hizo

  • Gracias – le dije mientras abría la puerta para salir.

Me tomó del brazo impidiéndome salir, su mano me quemó la piel

  • Por favor – le rogué – déjame salir.

Sacó una tarjeta de un bolsillo y me lo introdujo en el escote

  • Es mi dirección y mi teléfono, llámame o visítame cuando quieras…si lo haces ten por seguro que no te arrepentirás – acercó su boca a la mía y me lamió levemente los labios, cerré los ojos y contuve las ganas de abrirle mi boca, me solté con un suave tirón y baje del auto

  • Buenas noches – dije retirándome rápidamente.

El camino hasta mi casa se me hizo eterno, no sabía que hacer con la lencería, no sabía como había dejado que un hombre me hablara como Germán lo había hecho, no sabía como me había comportado como una colegiala, no sabía como ese hombre había lamido mis labios…y no sabía como calmar la fiebre que quemaba mi cuerpo…después de muchos años me sentía viva y mi sexo temblaba y ardía

Subí a casa y mis hijos ya estaban en la cama, entré a besarlos y me dirigí a mi dormitorio, escondí la caja de ropa interior y al desnudarme la tarjeta de Germán cayó al suelo, la recogí, salí con un camisón cortito y fui a saludar a mi marido que veía la televisión, despedí a la asistenta y le dije a mi esposo que me iba a la cama, me notaba sofocada y quería tranquilizarme. Ya en mi lecho, no dejaba de pensar en todo lo que había ocurrido esa tarde, la situación me había afectado realmente y mi cuerpo estaba alterado. Bajé mis manos y las introduje por el elástico de las bragas, no recordaba desde cuando no me tocaba, pasé los dedos por el refuerzo anterior de aquellas y las noté muy mojadas, de nuevo sentir palpitar mi sexo, pasé mis dedos por la raja y noté el calor que despedía mi vagina. Estuve tentada de llamarte y contarte lo ocurrido, pero al final decidí no hacerlo, me dormí y aquella noche tuve muchos sueños, en casi todos Germán era el protagonista y yo la "victima"…una víctima que disfrutaba mucho en manos de aquel hombre…me desperté varias veces sudando y agitada.

Yo escuchaba atentamente a mi hermana mientras desgranaba su relato, cuando Germán entró interrumpiéndonos

  • Me gusta más veros desnudas – nos dijo

Nos quitamos las camisetas sin hacer ninguna objeción, Germán introdujo un dedo en el coño de Marta que se mordió los labios, lo sacó mojado con semen y se lo acercó a ella que, obedientemente, lo lamió hasta dejarlo limpio. Observé como las manos de él bajaban y amasaban los glúteos de mi hermana que con los ojos entornados y el pecho agitado se dejaba hacer. Ella evitaba mirarme pero yo no perdía detalle de su reacción, me vi a mi misma cuando mi amante – y ahora también de Marta - , me sometía con sus caricias; notaba como sus labios vaginales se hinchaban y su sexo se abría como una flor esperando las manipulaciones de su macho, sentí una punzada de celos pero, al mismo tiempo, note como la excitación iba apoderándose de mi cuerpo. Las manos de Germán ya no se ocupaban solo de las nalgas, subían y bajaban por todo su cuerpo acariciando y sobando cada centímetro de piel que, paulatinamente, se iba enrojeciendo. Los pezones sobresalían orgullosos y sus pechos, más pequeños que los míos, lucían hinchados y brillantes. Germán no se anduvo por las ramas, en solo unos minutos Marta gemía vencida y ansiosa por ser penetrada, sus caderas rotaban buscando el miembro que calmara el calor de su coño, él la tendió en una mesa, su culo reposaba en el borde y sus piernas colgaban inertes, la preparó cuidadosamente, abrió sus piernas y su hendidura mostró el interior rojo y brillante de su sexo, Marta movía su cabeza de un lado a otro esperando la deseada invasión; Germán la tomó de las piernas y las colocó sobre sus hombros, la vi abierta y expuesta y mi mano bajó instintivamente a mi sexo. El hombre miró a su presa sometida y con un seco golpe de riñones, la penetró hasta el fondo, mi hermana gritó mientras que su pelvis se levantaba en busca del miembro que la horadaba, las acometidas, gemidos, gruñidos se sucedían sin descanso, los dos cuerpos se retorcían mientras la polla entraba y salía sin pausa de la húmeda cueva. Los gemidos de Marta se iban convirtiendo en gritos que resonaban por toda la habitación, mientras, mis dedos entraban y salían de mi coño que rezumaba jugos incesantemente, la rendición de mi hermana ante los ataques de Germán me había excitado, intentaba seguir con mis dedos el mismo ritmo que aquel imprimía con su polla, oía mis propios jadeos mientras miraba embelesada el rostro de intenso placer de Marta, la veía ofreciéndose a la espera de que Germán la inundara con su simiente y ese momento llegó… las embestidas se hicieron más lentas y profundas, ella mirándolo con pasión levantó su vientre y él, con un rugido, se vació en sus entrañas, mi hermana emitió un hondo suspiro y se quedó inerte mientras que su amante con movimientos cada vez más lentos escurría las últimas gotas de su semen. Mis manos chorreaban, pero mi orgasmo había sido incompleto…necesitaba que un macho me montara y me sometiera

Marta yacía sobre la mesa respirando fatigosamente, me acerqué a ella, la ayudé a levantarse y después nos dirigimos a la cama donde nos tendimos, Germán descansaba sentado en un gran sillón. Abracé a mi hermana que, sin yo pedírselo, reanudó su relato

El día siguiente fue muy extraño, estaba como ida, no se me iba de la mente lo ocurrido la tarde anterior pero no tenía ninguna duda de que aquello había sido una pequeña locura que no llegaría a ninguna parte, sobre todo, porque yo no sería capaz de llevarlo más lejos. Conforme pasaban las horas aquello se iba transformando en una obsesión, varias veces entré en el dormitorio y cogí la caja con el sujetador y el tanga, el cosquilleo de mi sexo ya era permanente y las imágenes de mis sueños de la noche anterior se me aparecían como fantasmas; en todas el final era el mismo, Germán y yo en la cama. La mañana transcurrió lentamente y cuando llegó mi marido comimos casi sin hablarnos, una extraña sensación recorría mi cuerpo, la imagen de ese hombre parecía estar grabada en mi mente, mis labios ardían cada vez que recordaba el momento que su lengua los lamió y la humedad se había apoderado de mi entrepierna que notaba continuamente mojada. Mi marido se quedó dormido en el salón y yo me fui a la cama, le dije a la asistenta que no me encontraba bien y que me iba a descansar un poco, entre en el dormitorio y volví a coger el regalo de Germán, esta vez no lo volví a guardar, me desnudé completamente y, por primera vez, me lo puse; me miré al espejo del armario y me examiné de arriba abajo, por delante y por detrás…vi mis tetas que casi se salían por la parte superior del sujetador mientras los pezones parecían querer escaparse del mismo, mi vientre era casi plano, quizás alguna pequeña estría fruto de mis embarazos, el tanga apenas me tapaba y se me veía gran parte de mi vello púbico, en la parte delantera de la pequeña prenda se marcaba perfectamente la hendidura de mi sexo y una pequeña mancha de humedad delataba mi excitación; me volví y me examiné la espalda y el culo, tenía las caderas perfectamente marcadas y mis nalgas, completamente a la vista con la pequeña cinta incrustada en la raja, se veían en su sitio y aún duras, me vi como una mujer joven y deseable y te envidié a ti que habías sabido saltarte todas las barreras del convencionalismo y vivir tu vida, nuevamente estuve a punto de llamarte pero no me atreví. Me quité la ropa interior y me metí en la cama con solo una bata, creo que era la primera vez que me acostaba sin bragas. Esa tarde mis manos bajaron y trataron de conseguir el placer que necesitaba, pero fue frustrante, un leve cosquilleo no era, ni de lejos, lo que yo buscaba, me levanté caliente y decepcionada.

Aquella noche y los días siguientes fueron una pesadilla, la imagen de Germán me seguía como una sombra, estaba irritable, de mal humor y, sobre todo, con la cabeza convertida en un rompecabezas. Nunca habría pensado que algo así me iba a ocurrir a mí, si es cierto que unos años antes si hubo una persona con la que si me planteé la posibilidad de engañar a mi marido, pero, no se por qué, aquello no llegó a nada aunque si estuvo a punto de ocurrir, pensaba que lo de ahora era más "realizable" pero no tenía ni idea de cómo podía comenzar, de lo que no tenía duda era de que ese hombre me atraía como un imán y que la idea de irme a la cama con él hacía que me estremeciera…Tanto mi marido como la asistenta me notaban rara y me preguntaban pero mis contestaciones eran evasivas, les decía que estaba cansada, un poco constipada, en fin, nada concreto.

Al tercer día del encuentro me rendí, mejor dicho, decidí entregarme, no podía soportar la presión ni un minuto más y decidí dar el paso. Aprovechando que mi marido estaba trabajando, la asistenta en la compra y los niños en el colegió, me tendí en la cama, saqué su tarjeta y marqué el número que venía

  • ¿Dígame? – oí su voz.

  • Hola soy Marta – le contesté tímidamente.

  • ¡Hola! – su voz sonó animada - ¡te ha costado llamarme!

  • Un poco –contesté.

  • Supongo que estás decidida – su voz ahora era más grave-

  • Si – repuse.

  • ¿A qué?- continuó su interrogatorio.

  • Aaaa…no seee …a a a…lo que tu quieras… – contesté balbuceante.

  • ¿Cómo estás vestida?- inquirió.

  • Bueno…con una bata de casa…-

  • ¿Algo más? -

  • Siiii…unas bragas…- respondí mecánicamente.

  • ¿Pequeñas? –

  • Normales…no tengo bragas pequeñas – contesté.

  • Creo que si – me dijo –

  • Bueno…si…las que me regalaste, pero no las he estrenado –

  • Eso esperaba, ¿las reservas para alguien? –

  • Paraaa…para ti… – respondí mientras sentía como ardían mi cara y mi pecho.

  • ¿Llevas sujetador? –

  • No –

  • Tiéndete en tu cama – dijo con firmeza.

  • Estoy en ella – contesté

  • Súbete el vestido y tócate – ordenó.

  • ¿El… sexo…? -

  • ¿Cómo se dice? –

Me ruboricé, sentía como me ahogaba pero contesté

  • ¿Eeeelll… coño…? –

  • Así me gusta, veo que eres una buena chica…¡¡¡tócate el coño!!! – volvió a ordenar.

Automáticamente me saqué el vestido por la cabeza y metí la mano dentro de la braga

  • Yaaa – le dije emitiendo un leve quejido –

  • ¿Cómo está?-

  • Caliente y húmedo…-

  • Pasa tus dedos por la raja de arriba abajo –

Le obedecí de inmediato y mi vientre comenzó a temblar, comencé a gemir audiblemente

  • Así, sigue masturbándote sin parar… ¿te gusta?... –

  • Aaaaaaahhhhhh…Siiii…-respondí sin poder disimular mi jadeo –

  • Tócate el clítoris –

Uno de mis dedos subió al vértice de mi empapada raja y tocó el pequeño botón, mi cuerpo se arqueó involuntariamente mientras un acceso de flujo mojaba mis manos

  • Aaaaaaahhhhhh – continué gimiendo.

  • Cógelo entre dos dedos y aprieta – volví a oír su voz como entre sueños.

Hice lo que me decía y mis caderas comenzaron a moverse violentamente

  • ¡¡¡¡Oh Dios mío!!! – grité sin control.

De nuevo su caliente voz llegó a mis oídos

  • ¡¡¡Córrete!!! –

Mi culo empezó a botar sobre la cama mientras mi coño se desbordaba y un intenso calor se extendía por mi cuerpo, quedé rendida sobre la cama, nunca en mi vida había experimentado una sensación como esa

  • Eres buena masturbándote – me dijo-

  • Oooooooooooooohhhhhhhhhhhhhhhh…nunca me había masturbado…nunca…a veces me toco pero nada como esto… ¡Oh Dios mí! es increíble… ¿qué me has hecho?... – repuse extasiada.

  • Aún nada, bonita…aún nada… – respondió.

El tono de su voz me estremeció e hizo que otra pequeña ola de líquido fluyera de mi sexo

  • Te espero esta tarde a las seis en la cafetería en la que estuvimos, creo que ya sabes como me gustaría que vistieras… ¡ah! no volverás a tu casa en dos o tres días y... tira todas tus bragas – colgó el teléfono.

Exhalé un suspiro miré hacia abajo y vi mis piernas abiertas y mis bragas completamente mojadas, una gran mancha se extendía por la colcha, mis pechos subían y bajaban agitados y mi vientre temblaba levemente. Me quedé tendida mientras pensaba, no daba crédito a lo que estaba ocurriendo, la esposa discreta, educada, tímida e incluso un poco timorata, tiraba todo por la borda en apenas tres días; no podía creer que era yo la que había mantenido la conversación que acababa de concluir, no podía creer que me había masturbado siguiendo las instrucciones de un hombre que no era mi marido, no podía creer que hubiera permitido que ese hombre me hubiera provocado con sus palabras el orgasmo más espectacular de mi vida y, sobre todo, no podía creer que estaba dispuesta- y ansiosa - por acostarme con él. Me levanté haciendo un esfuerzo, estaba completamente extenuada pero debía ordenar un poco la cama y mi aspecto antes de que llegara la asistenta, cambié las sábanas y la colcha y tuve que darle la vuelta al colchón, la humedad había llegado hasta allí. Después me dirigí al baño y me duché, al terminar me miré desnuda al espejo y me miré la entrepierna, mis labios mayores estaban hinchados y el clítoris sobresalía como nunca lo había visto, me rocé tímidamente la hendidura.

Me vestí con una falda y una camisa y recogí las bragas y la bata, no me pude resistir y me a acerqué la prenda interior a la nariz, el olor era fuerte y penetrante, me gustó y lo aspiré profundamente…recordé las últimas palabras de Germán y me dirigí decidida al cajón de mi mesilla de noche donde guardaba las bragas, las cogí todas y las uní a la que había usado, después fui a la cocina y las arrojé a la basura ,no se por qué, pero me sentí libre, notaba mi sexo desnudo bajo la falda.

El resto del día estuve acelerada, ideé un viaje ficticio para visitar a una buena amiga que estaba enferma, mi marido se lo creyó totalmente, tu sabes que mi actitud habitual no es como para despertar sospechas, en fin, le dije a la asistenta que debería quedarse unos días y me preparé para mi aventura. Conforme pasaban las horas mis nervios crecían, miraba a mi marido como si creyera que él sabía algo, pero su comportamiento era el normal. A las cinco de la tarde me vestí, por supuesto me puse el conjunto de ropa interior rojo, el vestido que elegí era el mas corto que tenía, se ajustaba bastante a mi cuerpo y se abría por la espalda, el escote no era muy sugerente pero dejaba ver el nacimiento de mis senos…esperaba que le gustara.

Sobre las cinco y media volvió la asistenta que había ido a su casa a coger algo de ropa, llamé a un taxi y asiendo una pequeña maleta me despedí de mi marido que, por fortuna para mí, no me preguntó que como me iba ni me dijo nada de llevarme a la estación de autobús o tren. Mientras bajaba en el ascensor pensé que estaba loca, pero ni por un segundo se me pasó por la mente volver a casa

(CONTINUARÁ)

P.D. La cantidad de material que me ha aportado mi hermana me hace imposible resumir este relato en solo dos partes, de modo que habrá una tercera.