La secretaria personal
Es el cumpleaños de mi jefe, y quiero que mi regalo sea especial. Primera parte del relato, donde cuento como empecé en éste trabajo, que por cierto adoro¡¡¡¡
Hoy es un día muy especial para mí. Es el cumpleaños de mi jefe, y le he preparado un regalo, que le fascinará. Te preguntarás como puede ser especial el cumpleaños de un jefe para una empleada. La respuesta es que no soy una empleada normal. Soy su secretaria personal y te voy a contar la historia desde el principio de nuestra relación.
Contesté a un anuncio en el que buscaban una secretaria personal para alto ejecutivo. Imprescindible buena presencia, organizada, reservada, y disponibilidad absoluta de tiempo y para viajar. Alta remuneración.
Me sorprendió sobre todo lo de disponibilidad de tiempo, pero como estaba cansada de mi trabajo, y quería cambiar. Si encima podía ganar dinero, no parecía mala idea.
Acudía a la entrevista con un traje chaqueta de buena calidad, que sabía me sentaba a las mil maravillas, medias negras y zapatos de tacón. El pelo recogido en una coleta, y poco maquillaje. Quería dar impresión de mujer seria, y elegante, pero resaltando mis curvas. Soy una mujer no muy alta, sobre 1,65 cm, pero proporcionada, pelo largo rubio y ojos grises, pecho grande...
Después de estar unos treinta minutos esperando y ante las continuas miradas de todo el personal que pasaba por allí, una secretaria me pidió que pasara al despacho. Cuando entré, la verdad espera un señor mayor, serio y gris, pero me encontré con un hombre de unos cuarenta años, ojos verdes, delgado, alto y muy proporcionado. Me pareció muy atractivo. Me pidió que me sentara, y lo hice, a la vez que le entregaba el currículo. Ni lo miró. Lo dejó encima de su mesa, y sin sentarse, me pidió que me pusiera de pié y me quitara la goma del pelo. Me quedé sorprendida, pero lo hice. Luego me dijo que me quitara la chaqueta, y también lo hice. Ahora me dijo- siéntate en la silla y cruza la piernas. Creo que me ruboricé bastante, por el incómodo silencio, pero finalmente, me dijo:
-Si quieres el puesto, es tuyo. La remuneración consiste en un bruto de 36.000,00 euros, dietas por los viajes, y algunos regalos personales que yo te haré. Tienes que vestir como yo te diga, estar disponible las 24 horas del día, y cambiarte de casa a una que yo te proporcionaré. El resto lo sabrás si aceptas. Debes decidirlo ahora mismo.
Reconozco que estaba descolocada, pero a la vez intrigada y atraída. Dije: si, acepto el trabajo y todas sus condiciones.
En ese momento no sabía que suponía lo que acababa de decir, pero pronto lo descubrí, y desde entonces, mi vida cambió. Soy parte de la vida de mi jefe, y por supuesto el es el todo de la mía.
Ese día me llevó a comer a un restaurante muy bonita y refinado en un hotel. El maitre le preguntó, que si quería el reservado de siempre, o una mesa en el salón. Mi jefe, Alfonso, dijo que el reservado. Nos llevó allí y Alfonso pidió la comida de los dos.
Comenzó a hablarme en un tono muy cordial. Se sinceró completamente, y eso me gustó. Noté como había cambiado el gesto serio, por uno más afable:
Mi trabajo es muy estresante. Necesito una persona que sea algo más que una secretaria personal. Tiene que estar pendiente de mí las 24 horas del día. Estoy casado y tengo dos hijos, un niño de 9 años y una niña de 5. Adoro a mi familia, pero mi vida fuera de la familia también es muy importante. Quiero que vengas conmigo a comprar toda tu ropa, y que vistas siempre como yo te diga. También deberás llevar el pelo suelto y limpio todos los días. Irás a la peluquería de mi confianza, y dejarás que las empleadas te hagan lo que necesites. La encargada conoce mis gustos perfectamente. Esta semana la dedicarás entera a tu imagen, y la próxima semana comenzarás con el trabajo. ¿estás de acuerdo con todo?
Bueno, si, yo, si si vale... Respondí con un hilillo de voz, pero el me dijo que necesitaba más decisión, así que dije: Si señor, todo me parece bien. Me pidió que en privado le llamara Alfonso y en público Sr. Sánchez.
Fue la semana más curiosa de mi vida, al menos hasta el momento. Parecía Julia Roberts en la película Pretty Woman, de tienda en tienda, probando trajes de chaqueta con falda, camisas, vestidos de punto, abrigos, zapatos y botas de tacón de aguja, medias con liga de encaje, ropa interior de seda negra y encaje... por supuesto todo de las mejores marcas. Luego pasamos a las sesiones de peluquería. Yo no entendía que había visto Alfonso en mí. Me consideraba una mujer con cierto atractivo, pero pasaba más bien inadvertida.
En la peluquería, que era un elegante salón de estética en un piso en la calle Serrano comenzaron por depilarme las cejas, y darle un corte actual a mi melena. Después pasé a una salita donde una señorita me pidió que me desnudara completamente y me tumbara en la camilla. Dude un momento, pero al final lo hice. Yo estaba algo avergonzada, pues me abría las piernas y me miraba en los lugares más íntimos. Me pidió que mantuviera las piernas abiertas mientras pintaba unas líneas en mi pubis y entre mis piernas. Me dijo que tenía que depilarme casi completamente con el láser, a excepción de un pequeño rectángulo en el pubis. Luego hizo lo mismo con las piernas, los brazos, las axilas. Fue una tortura, pero ya estaba empezando a acostumbrarme. Luego me peinaron, me maquillaron de forma que parecía que no iba maquillada y me dijeron que esperara en un salón contiguo. Había un gran espejo en una lateral y me vi reflejada en el. La sorpresa fue muy grata, pues casi no me reconocía, pero estaba estupenda.
Llamaron a la puerta y me dijeron que pasara a un baño, me diera una ducha y me pusiera la ropa que habían dejado, pero con cuidado para no estropear el peinado y el maquillaje.
Cuando acabé estaba espléndida. Me senté a esperar, tal y como me habían dicho. A los pocos minutos entró Alfonso. Me miró y sonrió diciendo:
"justo lo que esperaba"
Entonces, y antes de que yo pudiera hacer nada, me abrazó y me dio un cálido beso en la boca. Lo curioso es que en ese momento me sentía muy feliz, e incluso noté como me excitaba. Me dio la mano y abrió una puerta, pasando a una habitación, donde me pidió que me desnudara para comprobar si el resto de sus peticiones habían tenido un resultado tan espectacular. Me sentí avergonzada, y Alfonso lo notó, así que me miró a los ojos y me dijo.
Tranquila, seguro que te gusta. No te preocupes por nada y déjate llevar.
Lo curioso es que me tranquilicé bastante, y empecé a desnudarme, quitándome las prendas que el me iba indicando. Primero la chaqueta, luego la camisa, desabrochando despacio los botones. Notaba mi respiración acelerada, y también su excitación. Luego me quité la falda, y me pidió que me quedara un momento con la ropa interior, las medias y los altísimos zapatos. Yo pensaba que tenía pinta de zorra, pero no dije nada, en el fondo me gustaba y me sentía yo misma. Entonces se acercó y volvió a besarme, pasó sus dedos por mis ingles, por cada centímetro recién depilado. Notó rápidamente lo húmeda que estaba. Luego subió a mi pello y chupó mis pezones por encina del encaje del sujetador. Yo casi no podía tenerme en pié. Me tumbó en una gran cama y me vendó los ojos. Comenzó a chupar y besar cada centímetro de mi cuerpo. A ratos se detenía en mi boca y me besaba con pasión. Puso mi mano en su polla que estaba dentro del pantalón, pero muy dura ya. Se desabrochó y se quitó el pantalón, pero yo no podía verlo pues mis ojos seguían cubiertos. La toqué muy despacio y suavemente, disfrutando de tenerla por fin en mis manos. Luego se cambió de sitio y noté como la metía en la boca. Yo no era una experta en felaciones, así que hice lo que pude. El fue diciéndome como quería que lo hiciera. Me sorprendía que tras varios minutos de mamada, aún no se hubiera corrido. La sacó de mi boca, y entonces se concentró en chuparme el a mí. La sensación fue indescriptible, alcancé dos orgasmos en pocos minutos, lamía mi clítoris con gran maestría. Luego me dio la vuelta, me puso a cuatro patas, y metió su polla dentro de mí. Reconozco que nunca me habían follado así. Cuando por fin se corrió, yo llegaba a mi tercer orgasmo. Se quedó tumbado en la cama junto a mí, abrazándome y acariciándome....
¿Quieres saber cual fue mi regalo de cumpleaños? Pero de esta primera "toma de contacto" ya han pasado 2 intensos años con muchas historias para contar.... el siguiente capítulo será mi primer viaje con Alfonso, que me llevó a conocer París.