La secretaria de mi jefe
Hace poco más de diez minutos que me llamó Paco, mi jefe. Aún estoy pensando si acudir o no, ya que no quiero que ocurra lo mismo de ayer.
Hace poco más de diez minutos que me llamó Paco, mi jefe. Aún estoy pensando si acudir o no, ya que no quiero que ocurra lo mismo de ayer.
Entré en el despacho de Paco, un lugar muy acogedor decorado con un suelo de moqueta roja y unos muebles que me daban la sensación de estar años atrás jugando con mis muñecas en la casa de mi abuela. Enfrente Paco sentado en su gran sillón me daba la espalda.
Detente dijo. Me quedé blanca, sus palabras sonaban a despido.
Se levantó y caminando comenzó a decirme todo el trabajo que había realizado por la empresa.
Giró en torno a mí observándome en detalle y, la verdad no lo niego, estaba realmente bella esta mañana. Se colocó tras de mí susurrándome al oído lo buena secretaria que era mientras, sentía un fuego dentro de mí por el calor de su aliento.
Me agarró de la cintura y me apretó contra él, con lo que pude notar el tamaño de su entrepierna. Deslizó una mano por mi cadera que fue bajando hasta mi muslo y que luego introdujo bajo mi falda para acariciarme mis zonas íntimas.
Me sentó en la mesa, me abrió la camisa y apartándome el sujetador empezó a chuparme los pezones. Los lamió y succionó con gran ansia y con sus manos bajó mis braguitas.
Me acosté sobre la mesa, facilitándole el trabajo, y fue bajando su lengua desde mis pechos hasta mi clítoris. Mientras tanto, jugaba a hacer trenzas con su pelo para luego alborotárselo.
Me dio la vuelta y me cogió por detrás. Su pene se movía dentro de mí haciéndome gritar como una loca. Lo sacó y lo puso en la entrada de mi vagina la cual se encontraba muy lubricada por lo que entró fácilmente.
Allí inclinada sobre la mesa cabalgaba sobre mí al tiempo que me daba nalgadas en el trasero que me excitaban mucho. Mis gemidos crecieron
Sigue así dije al tiempo en el que tuve un orgasmo.
Me voy a correr dijo. Y acto seguido sacó su pene y se sentó en su sillón.
Ven aquí dijo.
Me arrodillé ante él para chupárselo y tras meterme su pene entero en mi boca, me agarró del pelo para indicarme la velocidad que debía tomar.
Hola cariño pude oír que decían desde lejos.
Hola querida, ¿qué tal estás? - dijo Paco a esa voz.
No te pares - me susurró.
La esposa de Paco había aparecido sin avisar y yo estaba haciéndole una mamada a su marido, ¡vaya situación más cómica! Por suerte, tras la mesa no me veía.
Me voy de compras - dijo Remedios.
Y así, sin más, cerró la puerta justo en el momento en el que Paco empezaba a gemir mientras se corría en mi cara.
Caí exhausta.
Vete a casa- dijo. Mañana nos vemos.