La sección D.

"Gracias por este regalo tan sabroso. Pero no es suficiente. Te espero en el baño de la sección D en cinco minutos."

En mi trabajo no es requisito indispensable vestir de etiqueta. Lo cuál es una suerte porque aunque me guste arreglarme, prefiero ir lo más cómoda posible. Aquel día era una excepción pues tenía una reunión, una importante en la que no sólo el trabajo que había dedicado al proyecto sería suficiente. Debía dar la mejor impresión posible, la de una joven capaz de dirigir aquel proyecto. Llevaba meses trabajando en él y pensaba conseguir la aprobación de mis superiores. Así pues ese día, saliendo un poco de mi outfit habitual, me puse mi camisa preferida, una roja de seda cuyas mangas abotoneé a la altura de mis codos (para darle un estilo más casual), una falda negra de Línea A, con unas medias negras ya que el tiempo no acompañaba aquel día. Y lo coroné todo con unas botas negras con un poco de tacón. Me veía bastante sexy frente al espejo mientras terminaba de arreglarme. Durante el proceso no dejaba de mensajearme con cierta persona que siempre consigue sacar una parte muy morbosa de mí. Y aquel día, como era de esperar, me puso muy cachonda. Yo iba de camino al trabajo, pero mi tanga negro estaba empapado por culpa de sus mensajes y de sus audios. No quería desconcentrarme pero por culpa de aquella conversación lo único que me apetecía era volver a mi casa y follarme hasta tener un orgasmo brutal. Pero la razón ganó al impulso. Nosotros seguíamos con la conversación subida de tono, mi voz era cada vez más melosa, prueba irrefutable de lo caliente que estaba y la suya era una copia de la mía. Ambos sólo teníamos una cosa en la mente y con eso empezamos nuestro juego de aquel día. Los mensajes previos eran puro calentamiento. En cuanto llegué al trabajo y siguiendo sus órdenes me metí en el baño y me quité el tanga. Estaba empapado así que ya no lo necesitaba. Me volví a poner las medias y dejé la prenda dentro del bolso en mi mesa. Quedaban apenas unos minutos para la reunión, yo necesitaba relajarme. Estaba demasiado acalorada, él lo sabía y le encantaba saber que estaba así por su culpa. Dejé el teléfono, tenía que concentrarme.

Una vez dentro de la sala expuse mi proyecto. Fue muy bien y me gané la aprobación de prácticamente todos los presentes, pero en cuanto la terminé y me senté a esperar que otro compañero expusiera el suyo no pude evitar pasar una de mis manos entre mis piernas, sobre las medias. Estaban empapadas. Yo seguía muy cachonda pensado en la conversación de aquella tarde. Esos pensamientos me llevaron a otros en los que estaba en mi habitación, tumbada en la cama y abierta de piernas tocándome como una loca. Carraspeé un poco para que el cambio de posición en la silla no fuese tan evidente. Empecé a restregarme contra ella, como si estuviese salida. No podía evitarlo, necesitaba aliviar como fuera ese deseo. Ese roce no hizo más que empeorar la situación. Mis pezones estaban cada vez más duros y con mi sujetador lencero era cuestión de tiempo que fuese evidente también para el resto de la sala. Intenté respirar hondo para calmarme y en ese momento advertí algo que estaba pasando totalmente desapercibido para mí. Justo enfrente se encontraba la puerta de salida de aquella sala, y esta es de cristal. A la izquierda de esta, pude ver a la culpable de que yo estuviera así, esbozando una sonrisa y sosteniendo mi tanga con una mano. Por un momento pensé que era una alucinación, pero por mucho que mirase a otra parte y volviese a ese punto él seguía ahí. Era real y el mensaje que recibí a continuación sólo lo confirmó.

"Gracias por este regalo tan sabroso. Pero no es suficiente. Te espero en el baño de la sección D en cinco minutos."

No contesté, simplemente vi como el susodicho se marchaba. Me revolví en el asiento. Y me concentré en lo que quedaba de reunión, que para ese momento eran apenas unos minutos. Nos dimos todos las gracias y yo me excuse para ir al lavabo. Caminé decidida hasta la sección D. Era la más alejada de mi zona de trabajo, la más vieja y por ello la menos concurrida. Era donde se encontraban los documentos que iban archivándose y de los que todo el mundo se olvidaba. Cuándo llegué a los baños me detuve. No estaba segura en cual entrar, hasta que me acordé que el de mujeres tiene un compartimento con espejo. Seguro que estaba ahí.

  • Te había dicho que te quería aquí en cinco minutos.

Su voz me hizo estremecerme, me crucé de brazos y me apoye contra el lavamanos.

  • Y yo que tenía una reunión y aquí estás.

Me repasó con la mirada. Se detuvo momentáneamente en mis pechos los cuales se alzaban más de lo normal por la posición cruzada de mis brazos. Continuó bajando por la falda, mis piernas y volvió a mirarme a los ojos. Podía ver en su mirada el deseo, pero igual que a mí a él le encanta jugar. Dio un sólo paso hacia delante y aún así manteníamos una distancia prudencial.

  • Quería comprobar si habías hecho lo que te pedí. Buena chica. Aunque la próxima vez procura esconderlas un poco mejor, prácticamente sobresalían del bolso.

Sacó el tanga qué horas antes había llevado del bolsillo de su pantalón y le dio vueltas entre las manos. Acto seguido se las acercó a la nariz y aspiró el aroma que estas desprendían. Aquello le envío una descarga directamente a la polla, que empezaba a dejarse notar.

  • Siempre soy una buena chica. ¿Quién dice que no las he dejado así a propósito?

Me encogí de hombros de manera inocente y me mordí el labio. Él dio otro paso hacia adelante.

  • Así que... Querías que alguien las encontrase, ¿verdad? Bueno, no sé de qué me sorprendo, ya sé lo zorrita que eres.

Otro paso más hacia adelante. Saber aquello lo excitaba aún más, podía verlo tanto en su expresión como en su entrepierna. Seguí con el juego. Me desabroché un botón de la camisa sin dejar de mirarlo.

  • Eso pasa por haberte pasado la mañana poniéndome cachonda. ¿Esperabas que me quedase como si nada el resto del día? Debería haberme quitado las medias también porque están empapadas.

Separé levemente las piernas, como si fuese una invitación. Aún seguía apoyada contra el lavamanos, aunque ahora mis manos estaban apoyadas contra la piedra de este también. Su respiración cambio, se volvió más profunda. Tragó saliva y dio otro paso hacia mí.

  • Entonces deberías quitártelas, ¿no crees? Deberías haberme mandado la foto que te pedí, podría haberme deshecho de este dolor hace un buen rato.

Dijo esto señalándose la entrepierna. Su polla era más que evidente y de lo más profundo de mi garganta se escapó un pequeño ronroneo al imaginármela dentro de mi boca. Me humedecí los labios y tras varios segundos mirando aquella parte de su cuerpo volví a mirarle a los ojos.

  • Hm, sí lo hubiese hecho no estarías ahora mismo aquí. Te habrías perdido esto...

Comencé a desabotonarme la camisa. Sin quitármela, pues estaba metida por dentro de la falda, dejé al descubierto mi sujetador negro de encaje. Chupé la yema de mi dedo índice y lo pasé muy lentamente sobre mi pezón derecho. Cuando esté estaba duró repetí el proceso con el izquierdo. Él salvo la distancia que nos separaba. Se pegó a mi cuerpo y pude sentir su entrepierna, dura, presionando la mía. Comenzamos a besarnos, apenas podíamos respirar pero tampoco podíamos parar. Yo movía mis caderas contra su entrepierna, el me presionaba y acorralaba contra el lavabo. Sus manos acariciaban mis pechos, que ahora salían por encima del sujetador y las mías se agarraban a su camiseta para acercarlo aún más a mí. Comencé a jadear, tanto por la falta de aire como por el morbo de la situación. Cualquiera podría entrar y escucharnos, pero eso no nos importaba. Sus labios se movieron hacia mi cuello y comenzaron a besar, lamer y morderlo por todas partes.

  • No, no lo estaría. Y no te habría follado como te pienso follar ahora mismo en este baño. Voy a hacerte gritar tanto que te van a escuchar aunque te haya traído a sitio más alejado.

Me dio la vuelta. Ahora era mi culo el que presionaba su entrepierna. Comencé a moverlos en círculos, provocándolo. Me mordí el labio mientras miraba nuestro reflejo en el espejo. Noté un primer azote y cerré los ojos instantáneamente. Al abrirlos me encontré con su mirada y su sonrisa malvada. Me había subido la falta hasta la cintura y acariciaba mis nalgas por encima de las medias. Zas. Otro azote por su parte. Un gemido por la mía.

  • ¿Acaso no sabes lo que tienes que decir, zorra? No pienso darte más hasta que lo digas. Y con lo cerda que eres y lo que te mojas con los azotes no tardarás ni una milésima en decirlo.

  • Gracias, Jorge.

Zas. Otro azote aún más fuerte. Separé las piernas. Estaba tan mojada que podía notar como los fluidos de mi coño rebalaban entre mis piernas y mojaban aún más las piernas.

-¿Qué has dicho? No te he oído.

Zas.

  • GRACIAS, Jorge.

-Mmm, eso está mucho mejor zorrita. Mira cómo estás. No te puedes resistir a mí. Mira lo mojada que te tengo, y llevas así desde esta mañana, María.

Pasó su mano entre mis piernas. Aquello me hizo volver a gemir. El soltó una risita de suficiencia y sin pensárselo rompió las medias a la altura de mi culo. Volvió a azotarme, yo se lo agradecí tal y como me había enseñado. Noté su mano acariciando mis muslos. Ascendiendo poco a poco hasta mi coño. Lo rozó con el dedo índice. Este resbaló por la humedad que desprendía y se lo llevó a la boca. Yo no perdí detalle del movimiento en el reflejo del espejo. Separé las piernas aún más a modo de invitación. Él sonrió y repitió el proceso, esta vez introduciendo un dedo en mi interior. Un suspiro de placer se escapó de entre mis labios. Empezó a mover el dedo, primero hacia afuera, hacia dentro otra vez. Muy despacio. Otra vez, afuera y adentro. Introdujo un segundo dedo y siguió con los mismo movimientos sólo que estaba vez un poco más rápido. Los jadeos iban en aumento también en sintonía con sus dedos y derrepente paró. Lo miré, girando la cabeza hacia atrás un poco cabreada.

  • ¿Qué haces? Ni se te ocurra parar ahora.

  • No te vas a correr todavía. Vas a perder un rato de trabajo que tendrás que recuperar en casa, pero no creo que eso sea un problema para ti.

Volvió a darme la vuelta a su antojo. Empujó mis hombros hacia abajo, obligándome a arrodillarme antes él. No quería que lo notase pero el siguiente paso era de sus favoritos y con sólo pensarlo se le hacía la boca agua. El joven acercó los dos dedos con los que segundos antes me estaba masturbando a los labios. Elevéa mirada hacia la suya y él moviendo los labios dijo "chupa". Abrí la boca y con la lengua empecé a recorrer los dedos, saboreándome a sí misma. Era salado, pero delicioso. Cuando hubo acabado él inspeccionó el resultado y dio su visto bueno. Con un gesto de su mano me indicó que tenía vía libre así que me puse cómoda y empecé a pasar una mano por encima de su pantalón. Podía notar lo dura que estaba ya aunque sabía perfectamente que una vez estuviese dentro de su boca eso no iba a hacer más que aumentar. Él me observaba atentamente así que no me hice de rogar y desabroché sus vaqueros, bajándolos un poco. Con el bóxer era aún más evidente. Me acerqué lentamente hasta la zona, y recorrí su polla con los labios por encima de la tela. Al llegar al glande hice el ademán de darle un mordisco, pero en el último segundo lo cambié por mi lengua.

  • Joder, necesito notar tu sucia boca ya.

  • Notarás mi sucia boca cuando yo lo crea oportuno. Y tienes suerte de que esta polla encaje tan bien con mi boca, debería dejarte sin mamada por ser tan impaciente.

  • No te lo crees ni tú, acabarías rogándome que te la diese, cómo has hecho tantas otras veces...

Puse los ojos en blanco. Creído. Pero no le faltaban razón. Le encanta tenerme comiendo de su mano, aunque eso es lo que cree él, porque a pesar de eso es él el que no puede resistirse a darme todo lo que le pido. Terminé bajando también sus boxers y su polla, dura, gruesa y venosa me golpeó en la nariz. Saqué la lengua, y con la punta rocé un poco el tronco. Sólo ese movimiento la hizo palpitar. Sonreí para mis adentros. Sí quería notar mi boca iba a hacerlo, y acabaría rogándome que parase para no correrse. Escupí sobre ella y empecé a hacerle una paja, muy lenta, sin dejar de mirarle. Iba a alagar el momento todo lo posible. Pensaba volverlo loco. Ya me había olvidado por completo que estaban haciendo aquello en mi propio trabajo. Él comenzó a jadear con los ojos cerrados cuando incrementé el ritmo y la presión de mi mano. Y después paré. Abrió los ojos de golpe y se agachó para quedar a mí altura.

  • No te vas a correr todavía.

Dije burlándome de sus propias palabras. Él se rió, pero en ese mismo instante su mirada se tornó un poco más oscura. Era una mirada aún más excitante. Volvimos a besarnos, hambriento. El metió su mano entre mis piernas y volvió a introducir dos dedos en mi interior. Yo le mordisqueé los labios, mientras gemía pues sus dedos se movían muy rápido. Iba a correrme y el podía notarlo porque se acercó a mí oído y me susurró: "córrete para mí, María". Y en ese momento exploté. Cerré las piernas con sus dedos aún en mi interior mientras me mordía el labio para evitar hacer mucho ruido. Estaba agarrada a sus hombros cuando abrí los ojos tras haberme calmado un poco.

  • Muy buen chica, pero la próxima vez, ni se te ocurra contenerte. Quiero que toda la puta planta se entere de lo que está pasando aquí, ¿entendido? Y ahora, haz lo que tienes que hacer.

Dijo en tono autoritario. Ese tono me encanta. Me enciende aún más y a pesar de haberme corrido aún quería más, siempre quiero más. No perdí ni un segundo. Empecé a pasa la lengua por toda su longitud. Iba desde el glande hacia abajo y volvía a subir. Acompañaba la lengua con los labios, y repetí aquel baile durante unos minutos. Cuando volví a la punta levanté la mirada hacía él, que no perdía detalle de mis movimientos, y abrí la boca. Comencé a introducir aquel miembro lentamente, recorriéndolo al mismo tiempo con mi lengua hasta que llegaba a mí garganta. Aguanté unos segundos hasta que el maldijo y la saqué de golpe de mi boca. Un hilillo de babas unió ambas partes y acabó cayendo por mi barbilla y entre mis pechos. Aquella visión lo hizo enloquecer así que vivió a acercarme la polla que yo acogí con gusto. Empecé a chupar con ganas, metiéndomela continuamente hasta la garganta, provocando unos sonidos muy delatores que no hacían más que aumentar con el eco del baño. El chico se agarró al borde del lavabo y empezó a mover las caderas contra mi boca, follándosela. La sacó de repente y se alejó un poco de mí. Su polla estaba llena de mis babas y parte de estás se encontraban en mis pechos, mi camisa y mis medias.

  • Levántate, date la vuelta y apoya las manos en el lavabo.

Eso mismo hice. Me puse de pie, me giré y coloqué mis manos con las palmas abiertas a ambos lados de grifo. Saqué un poco el culo y empecé a menearlo.

  • Venga vamos, ¿a qué esperar? Fóllame y hazme gritar, para eso has venido no. Para que todos se enteren de lo zorrita que soy fuera de aquí.

Aquello terminó de provocarlo. Se pegó a mi trasero y colocó su miembro entre mis nalgas. Estaba húmedo tras la mamada por lo que resbalaba entre ellas sin problemas. Pero pronto lo colocó en la entrada de mi coño, el cuál seguía igual de húmedo y de un solo movimiento me la clavó. Solté un grito. No me esperaba que lo hiciese tan rápido pero me había encantado. Se quedó quieto un momento que a mí empezó a parecerme eterno. Intenté moverme contra él, pero era imposible. Cuando estaba a punto de quejarme, volvió a salir lentamente y a entrar con fuerza. Volví a gritar. Se quedó quieto otra vez y me hizo un gesto de "shh" que vi a través del espejo. No sabía a qué venía. Yo empecé a mover las caderas contra él mientras éste se centraba en algo sin dejar de mirar la puerta. En ese momento lo escuché. Eran unos pasos, se estaban acercando pues cada vez se escuchaban mejor. Era unos tacones. Por lo cual... Salimos corriendo y nos metimos en uno de los cubiletes. Cerramos la puerta justo en el momento en el que una mujer entraba en el baño. Apoyé la espalda contra la puerta y lo miré. Él me miró a mí y ambos sabíamos lo que queríamos. Aquello no hacía sino aumentar las ganas que teníamos. Levanté una pierna y la coloqué sobre el dispensador de papel higiénico y se acercó a mí agarrándose la polla. La colocó en mi entrada y tapándome la boca con la mano me penetró con fuerza. La puerta crujió. Ambos nos pusimos aún más cachondos. Le lamí la mano y en ese momento él empezó a follarme como si su vida dependiera de ello. Yo estaba agarrada a las paredes del baño pero aquello no era suficiente. Se acabó sentando sobre el inodoro y ahí fue cuando yo empecé a moverme. Empecé haciendo círculos muy lentos algo que lo impacientó, pero se dejó hacer. Le estaba encantando.

  • Me estás matando. No voy a aguantar mucho más como sigas así.

Apoyé las manos en la pared y comencé a subir y a bajar sobre su polla con fuerza. Yo estaba muy cerca también. El lo notaba, podía notar perfectamente como mi coño le estrujaba con fuerza, y agarró mi cintura para ayudarme con los movimientos. Oímos el grifo y el par de zapatos alejándose otra vez.

  • ¿Quieres oírme gritar, no?

Él asintió con la cabeza. Uno, dos, tres movimientos más y mis piernas comenzaron a temblar. Una mezcla entre gemido y grito salió de mi garganta cuando me corrí. Podía notarlo mojando las caderas del chico, que tras notarlo dio una última estocada y empezó a correrse dentro de mí. Podía notar cada chorro de aquella sustancia caliente. Esperé hasta que terminó de retorcerse y me levanté. El líquido blanco empezó a caer de entre mis piernas y recogiendo un poco con un dedo me lo llevé a la boca para probarlo.

  • Hmmm, delicioso.

  • Qué cerda.

  • Y eso que no pienso limpiarme hasta que llegue a casa.

  • Vas a hacer que se me ponga dura otra vez.

  • Pues tendrás que cascartela acordándote de ésto porque yo tengo que trabajar.

Salí del cubículo y me quité las medidas. Estaban rotas así que las tiré a la papelera. Mi tanga se encontraba sobre el lavamanos. ¿Aquella mujer lo habría visto? Por supuesto. No es que un tanga usado pase desapercibido. En ese momento me dio igual, me lo puse y me limpié la corrida de la piernas. Terminé de adecentarme y me volví hacía el chico. Dándole un suave beso me despedí.

  • Ya nos veremos Jorge.