La Sargento Calhoun (De Ralf El Demoledor- Disney)
La Sgto Tamora J Calhoum es una militar implacable a la hora de enfrentarse a monstruos crueles y asesino, pero su despiadada capacidad de eliminar a los Ci-bug queda eclipsado con el deseo de ser amada, gozada por un hombre de verdad.
Tamora Jean Calhoum es una mujer hermosa, alta, rubia, de buena contextura física, necesario para eliminar Ci-bug que no es un trabajo para cualquiera y más si hay que proteger al “Avatar”. No tiene miedo y le sobra el odio. El odio a los Ci-bug es de vieja data pero para hacerla más agresiva y desalmada también ha sido potenciado cuando, en plena boda con su “hombre dinamita”, uno de ellos irrumpió en la iglesia devorándoselo. Desde entonces su odio fue mayor y el goce por destruirlos de manera implacable e impiadosa más todavía; a diferencia de sus compañeros de equipo no prefiere ir a la Estación Central donde se encuentran con personajes de otros juegos. Se queda en su puesto para eliminar los posibles Ci-bug sobrevivientes al Faro Destructor o a descansar; y cuando decide descansar lo hace en su apartamento del Cuartel Central que en Hero’s Duty le han reservado para ella.
Una vez sola se desnuda por completo para mirarse. En ese momento de intimidad se detiene, se mira, se estudia, contempla su par de tetas formidables, su vientre plano, sus caderas anchas, sus piernas largas, delgadas y fibrosas, su sexo apenas cubierto con un suave vello rubio como el de sus cabellos. No es virgen, no hay que confundirse, a veces algún miembro de Hero’s Duty tiene la enorme suerte de probar sus mieles, su piel, el sabor de sus besos, el ansia contenida, el hambre de ser amada que ella manifiesta con una explosiva y exigente sexualidad activa.
Allá afuera, la Sargento, es cruel y eficiente en su tarea; en la intimidad sólo quiere ser la niña mimada y amada pero no por ello menos exigente. Sus amantes no le duran, más de una vez queda con una sensación de vacío en su interior en medio de su cama de dos plazas. Sólo un Hombre se atrevió a algo más rudo y cruel que enfrentar a Ci-bug, y fue conquistar su corazón y ninguno, y han sido tantos, ha logrado alcanzar tamaña meta como aquel que la llamara “Dinamita, nena”. No ha podido superar su muerte, o no se lo han permitido, pero más extraña esos momentos íntimos, esos paseos, las largas charlas, los amaneceres juntos, esas cogidas de absoluta entrega, esas prodigiosas chupadas de tetas, las masturbaciones continuas mientras eso sucedía; las lamidas de clítoris, la lengua hurgándole dentro de su vagina; los besos negros previos a la sodomización, esas penetraciones anales que hacían que soltara por completo su sexualidad; o las montadas y penetraciones en toda clase de posiciones vaginales, con chorros y chorros de semen inundándole su útero. Pero sobre todo, por encima de todo, extraña la sensación de ser amada.
Por eso, cuando se mira en el espejo desnuda es cuando se encuentra con ella misma, es cuando hace algo que nadie ha visto jamás: llora, la nena llora de pena, de soledad, de incomprensión, de amor. Algún día la guerra terminará, como dijera Platón sólo los muertos serán testigos de ese final; nadie fuera del juego se regenera, si muere desaparece, su ser deja de existir que es también morir. Ella no quiere morir, no teme hacerlo pero no por ello lo desea porque sabe que la vida no es sólo matar Ci-bug ni hacerse coger, ella sabe que hay más vida en otra parte, más allá de la rutina, de las cotidianeidades pero no tiene la menor idea dónde buscarlo.
Lo que nadie sabe es que todo eso está a punto de cambiar. Que un obrero reparador, enano si se quiere, lejos de toda especialidad militar, va a cambiar su vida para siempre. Felix Jr se llama y ella ni siquiera sospecha de su existencia; incluso cuando lo ve por primera vez, siente pena por esa ternurita que sólo tiene un martillo a un costado de su cintura para defenderse y en especial reconstruir aquello que su enconado enemigo, Ralf, destruye todo el tiempo en su propio juego. Del tal Ralf ya ha tenido noticia, se ha mezclado entre la tropa y ha hecho un verdadero desastre, luego se infiltró en la torre principal y a ciencia cierta nadie sabe qué ha hecho pero todo se ha vuelto un gran lío de aquellos, después ha salido pitando a bordo de una nave de escape llevando consigo un Ci-bug. En medio de ese descalabro ha aparecido Felix Jr, ha dado las explicaciones de rigor y luego acompañó hasta la Estación Central a la patrulla armada, conducida por esa mujer tan bella y sensual cuyo sentimientos no puede disimular a pesar de las advertencias de uno de los soldados, “cuidado, amigo, la Sabueso es un tipo de miel de la que no comen las hormigas”.
El Ci-bug y Ralf se han metido en un jueguito meloso y competitivo, la Sgto Calhoum sabe que debe ir por ellos para destruir a uno y darle una lección al otro. Felix Jr no quiere que vaya sola, es cierto que ella puede con un maldito Ci-bug pero nada se sabe de un mundo con sus propios peligros a pesar de estar hecho de caramelos, dulces y chocolates. A ella le ha gustado que él imponga su carácter, le aclara que si muere fuera de su juego se acabó su existencia; no le importa, quiere acompañarla y lo hace. Una vez en Sugar Rush comienza la búsqueda, mientras exploran los dos caen en una ciénaga de chocolate en polvo, se hunden sin remedio, de un modo increíble sus existencias se ve amenazada por una verdadera estupidez, de pronto Felix Jr ha encontrado la solución para un posible escape, sacrificándose a sí mismo se salvan, pero no sólo eso, la salva a ella, abrazándola, tomándola con firmeza viril por la cintura, con determinación, con osadía, con la clase de hombría que pensaba que no existía; algo dentro de Tamora se rompe, pronto se da cuenta que si se deja atrapar por esa sensación toda su vida va a modificarse por completo y si hay algo que no quiere hacer es dejar de ser la temible y respetada Sargento Calhoum.
Mientras lo mira reparar la nave descubre que esa “ternurita” es un prodigio de habilidades manuales, el martillo es la fuente mágica de las reparaciones, lo maneja con habilidad y verdadero don. En un momento él descubre esa mirada, una mirada femenina y seductora, una mirada que no lo amedrenta sino que pone en evidencia a la mujer uniformada con una coraza de rudeza militar que a él no deja de parecerle una ciudadela ocupada por la soledad, el odio y el desamor. Le pregunta qué le llama la atención, “tu martillo” responde ella “cómo es que lo manejas”. Entonces se lo ofrece, lo hace ofreciéndolo por el mango, un mango largo, duro, reluciente. Al tomarlo Tamora no puede evitar lanzar un leve suspiro, lo hace con ambas manos, acariciando ese duro y erecto mango mientras Felix Jr lo manipula a su antojo sin que por ello haya un dejo de machismo imbécil en su gesto. Otra vez, y como hacía mucho, las campanas románticas del corazón de la durísima militar han comenzado a sonar al tararara dan.
Felix Jr le entrega el martillo, deja que manipule su instrumento a gusto le gusta mirarla como lo sostiene entre sus manos, como acaricia el mango duro y recto, como los dedos acarician la maza redondeada. Es la primera vez que siente algo así, no puede definirlo pero comienza a tener cierta idea de que se trata; Tamora Jean lo mira mirándola, lo mira mirándole las tetas por encima de su uniforme, lo mira mirándola entre sus piernas, la mira mirándola a los ojos, sus ojos, celestes e intensos.
Y todo eso en silencio.
Es una suerte que la nave fuera reparada con facilidad y rapidez, nada como sumergirse en las obligaciones y el trabajo para huir de las voces de los sentimientos; ella tiene la rigurosidad castrense, la disciplina marcial para hacerlo en cambio el pobre Felix Jr no, es puro sentimiento a la vista. A ella la aterra porque sabe de qué se trata eso y le teme más que a un millón de Ci-bugs juntos, esa mirada, los sonrojes de sus mejillas lo hacen más transparente, entonces le ofrece una ventana para hacerlo huir a su propio refugio. “Tus mejillas han enrojecido, deberías hacer algo al respecto; tal vez estés enfermo” le advierte pero él es lo que se espera de un hombre, le confiesa su amor, así de sencillo, le dice que ella es una mujer dinamita, que ha volado todo lo que había estable en su mundo interior. Ella se aterra, palabra más, palabra menos han sido la que le dijera su hombre dinamita; y ella sabe bien que sucedió cuando se dejó llevar por el amor al que no supo proteger ni cuidar. Poner distancia entre ella y Felix Jr es la mejor manera de evitar que él también sea destruido. Lo obliga a quedarse solo en un mundo dulce, mágico y maravillo para salvaguardarlo de su propio amor, de un amor que culpa de descuidado, desaprensivo y amargo. Los duros no lloran, se dice una vez sola en la nave, pero no puede evitar hacerlo; en la cabina hay olores de todo tipo pero el de Felix Jr se impone a todos, y eso la hace llorar más porque está convencida que si hay algo que no puede hacer es cuidar y proteger ese amor que ya no duda sentir. Entre ese amor que siente y el olor a Felix Jr descubre, casi con vergüenza, que su sexo se ha mojado.
Se centra en el trabajo, en localizar al Ci-bug y destruirlo, cuando todo eso suceda podrá regresar a su mundo, dejar atrás lo que ha sucedido. Si, necesita su cama, necesita regresar a su mundo, ser ella misma, la implacable Sargento Calhoum a la que todos temen. Aún le cuesta creer que ese “reparador”, esa pequeña “ternurita” haya hecho un tremendo agujero en sus sentimientos de soledad y que de tan sólo pronunciar su nombre acelere su corazón y para su propia vergüenza “se moje”.
Distraída cae en el refugio del Ci-bug, ya no es uno, son miles. La suerte de ese empalagoso jueguito de azúcar y caramelo está echada “la tragedia y la desgracia han dado a luz a algo horrendo”, murmura. Decide cambiar de estrategia, sola no puede con tantos, va a buscar a los habitantes de este mundo para advertirle lo que les espera sino la ayudan. Saben donde se reúnen, sólo esperan que la escuchen. Y tienen suerte, ahí están todos, entre ellos Ralf y sobre todo Felix Jr a quien trata con rudeza para obligarlo a mantenerse lejos de su fortaleza debilitada del todo. De repente todo estalla, una gran invasión se ha desatado, miles de Ci-bugs han iniciado su ataque conquistador; es tarde, no hay nada más que hacer por ese mundo, tal vez salvar a algunos, tal vez salvarse ella pero evitar que esos virus malignos escapen hacia la Estación Central y ahí reinicien su implacable marcha de destrucción.
Ralf en Hero’s Duty fue un desastre, un pusilámine, un cobarde pero ahí, a manos limpia no deja de dar pelea, como ella no pelea por él, pelea por salvar ese mundo a quien también lo ha afectado. Entre los dos protegen a Felix Jr, en medio del fragor de la lucha la Sargento Calhoum se jura que no le pasará otra vez, ordena con voz castrense, pero más que nada como un ruego, “Felix, detrás de mí”. Si han de caer, lo harán juntos, si Felix Jr ha de hacerlo será sobre su cadáver. No tiene otra forma de reconocer su amor por él que el autosacrificio más allá de su propia existencia; sin amor es nada, sin amor no vale la pena vivir. Las cosas se ponen de mal en peor, los Ci-bugs no dejan de aparecer bajo tierra, todo está perdido, una evacuación de urgencia es lo que ordena en tanto Ralf y Felix Jr ayudan a una niña, Vanellope von Schweetz, a huir pero que desconoce las razones por la cual no puede cruzar el portal salvador.
Ahí están todos ahora, luchando y no sólo por sobrevivir, Felix Jr sostiene de manera inútil su martillo, los puños de Ralf no alcanzan y a ella se le ha agotado el parque. Volar la salida es lo último que queda, pero Ralf no puede, ni mucho menos quiere, dejar a la niña atrás en mano de esos Ci-bugs. Entonces se sacrifica, se lanza al interior del mundo en su deslizador para salvar ese universo y con el a la niña.
Por raro que parezca, la Sargento tiene una epifanía, descubre que lo único que puede salvar al mundo es el amor, sacrificarse por lo que se ama. No es un juego, se trata de algo más profundo y liberador, Tamora Jean descubre que no hay nada mejor en toda la existencia que morir por amor. Entonces se produce el milagro, de alguna manera el tal Ralf ha activado un improvisado faro destructor de Ci-bugs que sin pensarlo mucho van hacia él para su propia destrucción, de repente se han salvado. Felix está tan feliz que de un salto le da un beso, ella está tan enamorada que decide besarlo.
De regreso a su mundo ha cumplido con su parte pero ya nada es igual, ni hablar cuando está en su apartamento, desnuda ante sí misma, suspirando por Felix. Por primera vez, un par de noches después, cruzará la Estación Central para aceptar visitar a Felix Jr en su Penthouse; y por primera vez no llevará armas con ella. Ha elegido un lindo vestido celeste, como ha podido ha modificado el peinado de sus cabellos cortos, luego ha corrido para no perder el tren que la lleva a su propia felicidad. Felix Jr la ha recibido con un abrazo como el que hacía mucho no le prodigaban, luego de recorrer parte de ese mundo y conocer a buena parte de los personajes variopintos han ido directamente al Penthouse, sin más vueltas ni molestos testigos se ha quitado toda su ropa ofreciéndose a su amado. En la cama, abrazados, se han besado y luego Felix ha comenzado a chuparle las tetas mientras acariciaba su clítoris, en cambio ella se ha dejado tocar y sus manos juguetearon con “el” martillo de su amante, el de carne. Luego de una series de besos y otras caricias las piernas de Tamora Calhoum se han separado ofreciéndole su mojadísimo sexo a un desfachatado Felix quien ha sumergido su cara entre ella, los lenguetazos en su clítoris la han hecho gozar hasta obligarla a respirar con la boca abierta luego de tan intensos orgasmos.
“Ay, Felix, si sigues así me voy a morir de goce y te recuerdo que si mueres fuera de tu juego no te regeneras…” le dice, feliz, sonriente, contenta, amada, gozada mientras le sostiene el rostro untado con sus mieles secretas. De un movimiento tumba a Felix en medio de la cama, sin remilgos se traga de un envión la erección dura y firme. En medio de la mamada Felix hace algo milagroso, con un suave toque de su martillo reparador, su verga crece en largo y grosor. Tamora queda asombrada, sin pensárselo dos veces se lo monta cabalgándolo hasta que, por increíble que parezca, cae desmayada por unos segundos ante un nuevo y poderoso orgasmo.
“Haz que se haga más cabezona y dame por el culo” le pide ofreciéndole el martillo, algo avergonzada, a un complaciente Felix. Sus bramidos, sus gritos de goces se escuchan por todo el edificio, incluso en la barriada de Ralf y los Q*Berts pueden escucharse los gritos de goces y placer que escapan por las ventanas abiertas del Penthouse de Felix. Y Felix hace algo más cuando va a acabar, resiste cuanto puede, pero cuando Tamora le pide que la “llene”, que la inunde con su semen, toma el martillo y con un leve toque en sus testículos hace que estos crezcan y obvio que la cantidad de semen también lo haga produciendo verdaderos enchastres durantes las descargas interminables de espesos borbotones de esperma. En medio de esas lagunas blancas de simiente fértil ella se deja vencer por el agotamiento y el cansancio de tanto goce pero sobre todo, por encima de todo eso, de la gratificante sensación de ser totalmente amada.
No hubo una gran despedida para la Sgto Calhoum cuando decidió mudarse al cómodo Penthouse de su amado Felix Jr. Era algo que estaba previsto sobre todo luego de la pomposa boda que se llevara a cabo en las instalaciones de Hero’s Duty y la gran fiesta en Reparaciones Felix. Nunca llegó a ser una nicelanders del edificio demolido por Ralf para que su amado marido lo reparara una y otra vez pero tendrá una sana y productiva convivencia con ellos. Sólo se llevó su pistola como todo recuerdo de su vida militar. Con el tiempo el Arcade cerró sus puertas por dejar de ser rentable como negocio; el surgimiento de una nueva manera de entretenimiento de la mano de Sony y P.S. aceleraron el cierre del lugar y su desmantelamiento. Todos hicieron sus planes, Ralf se marchó al mundo de Shugar Rush junto a su amiga Vanellope; algunos nicenlanders prefirieron buscar otros destinos, ella y Felix prefirieron quedarse y así fue como es que recalaron en un museo de Michigan donde rara vez alguien pone una ficha pero ella no ha tenido ningún problema con reemplazar a Ralf; después de todo fue la mejor de su clase en la Academia durante los cursos de demolición.
Pero lo importante, por muy cursis que parezca, vive feliz, contenta, gozada y amada; querida y contenida. No siente nostalgia por sus días de militar. Ama y es amada en ese presente y todas, pero todas las noches, sus jadeos de goce y placer no dejan de escucharse en los rincones de Felix Reparaciones.-