La Sapo II

Un adolescente se folla a su hermana de padre, si saber que lo es. La madre les pilla y le chantajea con decírselo a sus padres si no accede a tener relaciones sexuales con ella.

Ya estaba a punto de correrme  cuando algo duro golpeo mis nalgas, fue un golpe tan violento que me impulso la pelvis hasta que mis testículos se estrellaron en el coño de rosita. Fue una penetración tan profunda que note las palpitaciones de su ano en la base de mi pene. Mire hacia atrás a la vez que maniobraba tratando de salir del agujero pero mi polla estaba atrapada como si se hubiera hecho el vacio.

Conseguí ver la imagen del terror de soslayo. La sapo, que no sé de donde había salido, tenía una tabla entre las manos que volvía a estrellar en mis glúteos con toda la fuerza de su ira.

-          Hijo de puta, me dijo, - tú no sales de aquí vivo. Tire hacia atrás y arrastre a  Rosita medio metro. Nos habíamos quedado enganchados como los perros, el susto había cerrado el esfínter a Rosita y no había forma de escapar del cepo, lo que la sapo aprovechaba para seguir reventando mis posaderas con saña hasta que perdí el conocimiento.

Desperté tras  el tercer tablazo que me  dejo el culo quemado y la polla helada y así se desprendió del ano de Rosita como una mierda descompuesta.

Rosita pedía clemencia, tenía miedo de la bruja loca y salió del cuarto al grito de Doña Rosario que le señalo la puerta y la expulso de su vista con sus más selectos insultos a la dignidad humana.

Corrió de lado y sin perderle la cara pues no se fiaba que la pudiese rematar con el tablón por la espalda, y al cruzar la puerta salió corriendo a toda velocidad por el negro pasillo mientras chillaba:

  • ¡¡VIEJA LOOCAAA!!

Al quedarme a solas con Doña rosario un escalofrío recorrió mi cuerpo.

Se le cambio la cara, y mientras trataba de esconder mis vergüenzas, me dijo ahora ya en un tono más calmado:

-          Esto que has hecho está muy mal y tendrás que pagar por ello.

-          Llamare a la policía y a tus padres y les diré que estabas violando a mi hija analmente. ¿te gusta la idea?

-          Yo entre sollozos le pedía que no lo contase que le pedía perdón y que nunca mas volvería por la casa ni vería jamás a Rosita.

-          Entonces Doña Rosario acercándose me dijo:

-          Tranquilo hijo, este será nuestro secreto, mirándome de forma intensa y perturbadora.

-          Gracias doña Rosario, no volveré por aquí nunca más.

Entonces doña Rosario muy sonriente me dijo:

-          No, no me ha entendido hijo, ahora ya no sonreía, -  a partir de ahora serás un verdadero hombre y dejaras de follar con niñas.

-          Tendrás que follarme a mí, y para eso, vendrás todos los jueves a las cinco de la tarde, yo te enseñare los secretos de alcoba.

Doña Rosario se fue aproximando aprovechando mi pasividad ante la situación creada y al llegar a mí y como final de su discurso me paso su lengua rasposa por la cara.

Yo permaneciendo inmóvil y muerto de miedo continúe mirando al suelo como esperando su indulto por buen comportamiento, y ella deslizando mi pantalón que estaba a medio abrochar, extrajo mi verga como si le perteneciese y  comenzó a menearla, al principio muy despacio para continuar con un ritmo violento y agresivo.  Luego  se detuvo en seco  y la soltó, se quito la ropa apresuradamente y sin ninguna gracia, con torpeza y atropello.

-          Déjeme Doña Rosario! Le dije sin mirarla pues me temía lo peor

-          ¡Así cacho puto!  - ¿así quieres arreglar las cosas?

-          ¡Vamos!     - Cómeme la pipa o llamo a tus padres. – Tú eliges...

Pensé que lo mejor era obedecer y quitarme el marrón de la manera más rápida posible, entonces me arrodille y metí la cara entre las lorzas de grasa tratando de encontrar sin éxito la ranura.

Ven, me indico. Y se tumbo en la cama expandiendo su cuerpo denso y viscoso sobre el colchón... Se abrió de patas y pude ver su enorme brecha coronada por un matojo de bello púbico seco y amarillento.

-          No te quedes como un pasmarote y mámame el coño que se que te gusta.

Era repugnante, pero metí el hocico y se lo comí imaginando que era el de Rosita.

Me pase más de una hora chupando y la vieja no se corría, sentía mi boca acartonada y un liquido viscoso me resbalaba por la barbilla. De repente me sujeto por el pelo y me apretó contra su pelvis, a la vez que se movía dando espasmos que le hacían temblar la barriga como un enorme flan. – ¡Me corro cochino!  Mascullo. Aaaaaahhhggggg, que bien me comes y que guaro eres chaaavaaal, auuusssss absssabssss

Se incorporo sonriente, estaba contenta por el orgasmo, quizá hacía años que no tenia uno y eso le alegro el día.

-          Ahora ponte de pie que hoy vas a saber porque me llaman la sapo.

Para mí era evidente que era por la papada. Doña Rosario cogió mi polla muerta y se la metió en la boca. Pensé que jamás conseguiría endurecerla sino más bien lo contrario, pues la situación no tenia lo mas mínimo de erótico para mi.

Primero se trabajo el prepucio a base de toques con la punta de la lengua mientras tiraba de mis testículos de forma delicada, continuo con un “baño maría” haciendo desaparecer la cabezuela en su boca llena de saliva caliente, luego paso a mamarme los huevos  y metiendo la cabeza entre mis piernas note su lengua adentrarse entre mis nalgas hasta la entrada de mi recto que aleteaba como una mariposa atrapada y enloquecida.

Cerré los ojos y una extraña excitación se apodero de mí.

Mi polla no atendía a razones y empezó a coger cuerpo, se despertaba de su letargo y por momentos se inflaba como una colchoneta de playa.

Creció hasta alcanzar sus más de veinte centímetros y doña Rosario se la trago hasta el fondo como un pelicano devorando  un enorme pez.

Abrí los ojos y vi como se le inflaba la garganta y poco a poco engullía mi pene hasta la base y conseguía con la punta de la lengua lamer mis testículos, y cuando mi  pene resbalaba a través de su esófago comenzó a hacer una especie de vibración que parecía el croar de una rana.

La visión de su papada hinchada y el croar me dejo claro porque le llamaban la sapo. Era una visión espantosa, pero mi polla estaba a punto y ¡zas! me corrí como un perro directamente es su garganta y sin avisar.

La sapo escupió mi polla y detrás salió parte de mi lefa que cayó sobre sus tetas planas y laceas mientras mantenía una mueca de la satisfacción que da el  final de una buena función.

  • Veo que has disfrutado, así que te gustan maduras pichón, pues con migo te lo vas a pasar en grande golfo. Me dijo emocionada.

  • Vístete, ahora ya te puedes ir y acuérdate de que te espero el jueves que viene.

Mientras me bestia  pude observar de reojo a la gorda vieja. Aunque se veía que había poseído un cuerpo lleno de curvas y muy sexual, quizá visto con los ojos de un cincuentón, todavía mantenía un cierta atractivo morboso  y  reconozco que aunque los pechos se veían excesivamente colgones  todavía generaban excitación a los amantes de lo voluptuoso.. Seguía teniendo un buen culo para tomárselo por las bravas, pensé que muchos hombres estarían en buena disposición de hacerle marranadas pero solo eso, marranadas.

La sapo se puso el vestido y se fue del cuarto lanzándome un guiño de complicidad que me hizo sentir sucio.

Salí de la maldita casa con una fuerte  sensación de culpa.

Que habría pasado con Rosita   sabría que había accedido a acostarme con su madre?, que pensaría?

Bueno al fin y al cabo lo había hecho por ella, para evitar males mayores y por otro lado el medio polvo mereció la pena y seguro que tendría más ocasiones para fallármela.

Seguí calle abajo mientras pensaba en todo lo sucedido cuando me encontré con Domi que venía con la bici a toda velocidad.

-          Te voy a contar algo que espero que no te moleste.

-          No estoy para chismes Domi

-          ¿Que te pasa?

Le conté todo, lo de rosita y también los abusos de la sapo y al terminar Domi estaba muy callado y algo pálido

-          Que pasa Domi, estas muy callado, a ti te gusta Rosita? Pensé que era la única explicación a su actitud

-          No, no es nada.

-          Bueno pues cuéntame ese chisme que me querías decir

Domi permanecía callado

-          ¡Que pasa Domi, dime algo joder!

-          Creo que te has follado a tu hermana, bueno y a tu madrastra, tu padre es el padre de Rosita, en el pueblo es un secreto a voces, todo el mundo lo sabe. Lo siento Arturo…

Domi se aleja,  al principio despacio, pero según avanza cada vez pedalea mas a prisa hasta que desaparece dejando a Arturo con un extraño escalofrío que recorre su espalda.

Arturo se quedo sin habla y paralizado, no entiende como todo el mundo se lo ha ocultado y se pregunta si Rosita lo sabría también y pese a eso se lo ha follado sin ningún tipo de moral ni complejo.

CONTINUARA.