La Santafesina
Lidia es maestra actualmente bibliotecaria, como muchas hermosas chicas, paseaba por la actual peatonal.
La hermosa calle San Martín, sigue siendo los días sábados por la mañana, el punto de reunión de las chicas quinceañeras, mostrando sus figuras, hermosos vestidos y la amistad incipiente entre ambos sexos, la caminata de compras se reemplaza por un simple paseo mirando vidrieras en caminata, al mediodía el aperitivo de una gaseosa, también fue reemplazado con reuniones en grupos en los asientos de la peatonal o de las plazas cercanas, pasan muchas mujeres y hombres por su peatonal, la protagonista pertenece al grupo de maduras casi jubiladas con rutinas similares a las jóvenes en esta vidriera de cuerpos, pero digamos que agiornada a su estado actual creada en la cultura de la belleza femenina, famosa en esta ciudad por el buen vestir y las tradiciones de recato, todavía puede mostrar grácil figura, pese a los años, si nos fijamos bien hay un halo sobre ella, de sensualidad, bien ganado como veremos.
Sus recuerdos, llevarían a la envidia de estas jovenzuelas, que mucho hablan de sexo pero creo poco es lo que hacen, en su mente el estudiante que conoció en su barrio cerca de la facultad de derecho si bien no fue el de la primera vez, si fue el que le enseño a aprehender el goce de las relaciones, esas mismas que hicieron de su cuerpo un templo de juegos impensados en su educación en el Colegio de monjas, fue él que la convenció que se hiciera la cirugía en sus nalgas.
Produciendo un efecto de desinhibición, sacando el formalismo de puritana, le enseño que el sexo era más que un contacto de piel, era un goce, que hizo quedara por siempre en sus deseos hasta transformarse en una necesidad, cuando Jorge (el estudiante) termino su carrera, desapareció .
Dejándole ese placer, que hicieron de ella, la persona que gozo con todo lo inherente al coito, lejos quedo ese fin de semana con Carlos, su novio formal, con el cual no pudo contener lo aprendido con Jorge, frente a las aguas tranquilas del Río de la Plata, ya con color de océano en una casa cercana a Punta del Este.
Sonriendo para su adentro, al ver a un joven muy parecido, se dio una cuenta una vez más, que lo había asustado a Carlos, los recuerdos lascivos de como fue le daban certeza de ello.
Cuando en la ducha los dos se entregaron totalmente, pero las caricias recibidas la hicieron arrodillar y mamarlo desde sus testículos, lambiendo su pene con el gusto que eso le daba, succionarlo una y otra vez, entrar en trance y despertar pidiéndole más y más.
Recordó que esos días uso a ese cuerpo como consuelo, dio la imagen cierta y precisa que era una puta, una viciosa del sexo, estuvo insaciable y Carlos comprendió que sería un cornudo, puesto era incapaz de mantener el ritmo que le reclamaba.
Los planes de casamiento se esfumaron, su cargo de docente en la escuela de adultos primero de maestra, luego de bibliotecaria, su manera de ser extrovertida la proveyó de los amantes necesarios, una y otra vez entraba en el goce del sexo, hizo un clásico de su vida la relación de padre con el hijo debutante.
La primera vez con ese hombre de unos cuarenta años y su hijo de 18, los cuales jugaron toda la noche con su cuerpo, pero solo haciendo una cosa distinta con respecto al disparador en su actuar de puta, ambos a la vez por vagina y el coño, ella la maestra, recatada y bonita, puta bien puta y entregada en el altar del vicio del sexo, ninfómana, deseosa, siguió sonriendo esperando .
Recordando que esa gentil dama, bien vestida, bella para sus años, sin prostituirse, de buena puta, no podia recordar la cantidad de parejas que de ese tipo mantuvo.
La experiencia que los jóvenes adquirían y las noches de sexo fuerte, la llevaban a soñar de sostener lo más posible la satisfacción que su cuerpo recibía cada uno de estos momentos, su amante de turno la introducía vaginalmente por debajo se sus nalgas, mientras mamaba con las ganas aprendidas al hijo del conocido como siempre entraba en trance y despertaba pidiendo más, 55 años, más de la mitad, dando gracias de cada uno de esos roce de piel, fuera de toda regla moral, vivir la vida como le decía Jorge.
Un joven muy bien vestido le pidió sentarse a su lado creyó reconocer a uno de los debutantes, no pudo afirmarlo, le indico el asiento y espero sus palabras, las cuales fueron recordando como Jorge la había seducido haciendo creer que era la mujer, más importante y transformándola con seguridad en la más puta, muy calmo, la invito a ir a Paraná, lo miro detenidamente, y le pregunto ¿Por qué? ella era una mujer vieja, ¿Qué querrás de mi?, poco a poco se dejo engañar, como ella siempre quiso y con el único objetivo de no aburrir a su cuerpo.
Estaba sola en su casa y no quería ir a ningún lado, ella quería sexo y obtuvo sexo, por eso la invito a la casa, al entrar el la beso como si eso fuera necesario, ella le respondió, pero no le extraño que tocaran el timbre un muchacho y el le pidió que lo dejara entrar, ese también le parecía cara conocida, sonriendo le dijo ¿Con los dos? ellos le dijeron ¿Te animas con tres? su cara y levantando los hombros en señal de sumisión, quería una fiesta, nunca lo había hecho con tres. Pero estaba dispuesta, ahora si, se acordó eran tres exalumnos de su último curso de maestra de hacía trece años antes de hacerse cargo, que seguro varias pajas se abran echo por ella.
Al entrar el último integrante, supo que pasaría el mejor sábado, los llevo a su dormitorio que tiene una cama doble, tipo americana de gran tamaño, le pidió que la desvistieran y todos estuvieran desnudos, ella dejo que la ropa resbalara ante las manos viriles que empezaban a calentar su cuerpo, no le extraño que el último de los que entro se sintiera un poco cohibido, pero este al ver que su amigo le ponía los dedos en la vagina y un rostro goce daba camino libre, acaricio sus senos.
Ya todos sabían (incluso ella) que la hoy bibliotecaria, abriría el libro de goce, se fueron al baño, la ducha caliente el jabón espumoso y lechoso sobre la piel, hicieron entrar en el primer trance a Lidia, quién arrodillada mamó su primer falo, después al despertar pedía que por favor la cogieran, eso hicieron cual prostituta de casa pública ( uno a uno y en forma rápida) .
refregando su cuerpo en las sabanas abriendo y cerrando las piernas, tomándose los pechos besando al que en turno estaba retorciéndose, con ganas de nunca quedar sola, se dio vuelta introducida sobre Antonio (el segundo) mientras José (el primero) la introducía por el culo, los cuales llegaban hasta frenar con sus testículos la exploración en los canales, ver la maestra dando una clase de sexo, pidiendo rogando ser cogida, hicieron a Andrés arrodillarse apoyando su pene en esa boca que solo abría para pedir más, la succión totalmente enloquecida hacían un cuadro románico de libertinaje absoluto.
Ahora eran tres hombres con ella, eran tres jugando dentro de ella, eran tres que la hacían gozar fueron más de tres que cada uno de ellos regaron su semen dentro de ella.
Poco a poco se calmaron, fue ella que les pidió que parados la penetraran mientras el que quedará libre recibía una mamada, ella despertó con esa última vivencia como recuerdo, con uno solo de los visitantes en la cama, con el cual durante la mañana del domingo, rezo arrodillada mamándolo despaciosamente y pidiendo, rogando, que no la dejara sola.
No se cuando se jubilará dicen que le falta poco, por ahora la otrora niña, recatada, visitante de la peatonal, sabe bien que el sexo es para ella una necesidad.