La sacerdotisa del placer (La falsa esposa 5)

Ágata llega a su plenitud sexual. Es feliz con su inmenso poder sobre haciendas y hombres-Fin de la serie.

La sacerdotisa del placer.

LA FALSA ESPOSA 5

Me desperté con el sol dando fuerte en la ventana. Las dos muchachas estaban allí, una me observaba , la otra dormía.

" Señora , perdone que Juanita no esté despierta, la ha estado velando gran parte de la noche. No la castigue"

Me quedé asombrada del cambio de trato, tenía ganas de desayunar así que pregunté donde podía hacerlo.

Juanita se puso de pie al oír nuestras voces y me indicó que podía comer en la habitación o en la pileta donde Doña Olga estaba. Decidí esta segunda opción.

Me pusieron un albornoz y me acompañaron a la piscina. Allí estaba la alemana tumbada, recibiendo un masaje dado por una hermosa muchacha .

"¿ Quieres un baño para despejarte y luego comes algo o prefieres saltarte el agua?"

" Pileta y desayuno"- dije mientras me zambullía . Estuve nadando unos minutos, al salir Juanita se acercó a secarme. Olga me esperaba sentada junto a una mesa donde había fruta , jugos, un par de huevos fritos con tocineta y café.

Comí con apetito , mientras me deleitaba mirando la sensualidad de mi ahora amiga. Estaba hermosa, pensé que ella también me veía atractiva. Me apetecía y la besé, un beso largo, húmedo, en el que nos entregamos.

" ¿ Vienes a mecerte?"- me tomó de la mano. Fuimos a una hamaca enorme que colgaba entre dos columnas del porche.

Nos tumbamos abrazadas. Hacer el amor en una cosa que se mueve tanto, tan estable –inestable es complejo pero delicioso. Te tienes que poner cómoda, nuestras piernas entrelazadas, de modo que la parte alta de mi muslo recibía el contacto de su sexo mojado, y mi concha empapada se incrustaba en el suyo. Las bocas en el beso, las manos en la caricia, el peso haciendo que nuestros cuerpos se pegaran, mis pezones contra los suyos y todo eso meciéndonos suavemente. Cuesta venirse, porque te quedas en una fase de meseta en la que puedes pasar horas. ( Receta con hombres: la verga dentro, posición en cuchara, de modo que uno de los dos tenga acceso al clítoris. Siempre con cuidado que la brusquedad no haga que la pareja caiga).

Estaba en la gloria, sexualmente cálida, en un paraíso de sensualidad.

" Adolfo, ayer , sólo te contó una parte. En la Orden de los Ángeles Perversos mandamos las mujeres, somos nosotras las que dirigimos, seleccionamos a los miembros , el poder es nuestro. La sangre de los dioses se transmite de madres a hijas. Si de verdad quieres serlo tendrás que aprender a ejercer tu poder, tu fuerza"

" Me parece que me va a gustar eso del ser la dueña y mandar, pero Olga ¿ por qué yo? ¿ por qué me has elegido a mí?"

" Porque eres de la sangre elegida, eres mi prima, te he estado buscando durante más de 20 años. Y al fin , gracias a tu currículo en la empresa de Gabriel te pude localizar. Somos las últimas de las Von Dietrich"

Me quedé de piedra, era lo último que podía esperar.

Olga manipuló mi sexo haciendo que el clítoris quedara liberado, como un pequeño y duro apéndice que pegó a su entrepierna. Me dio un subidón , entré en un período de éxtasis mientras me contaba la historia.

Poco antes de la caída del Reich , nuestras madres viajaron, vía España, a Argentina. Sus maridos, también hermanos, tenían por misión crear una serie de albergues para los nazis que poco a poco iban a ir llegando.

Olga era una niña, pero recordaba el montaje de la red de apoyo para los fugitivos. Se llenó de ternura al contarme cómo me tenía en sus brazos , siendo yo recién nacida. Ella, con sus padres, vino a la hacienda para continuar los desarrollos científicos que habían comenzado en los campos de trabajo alemanes. Mis padres quedaron en la ciudad porteña.

Ahí empezaba el drama de mi vida. Murió mi madre, mi padre se volvió a casar, él falleció y mi madrastra se volvió a casar. Perdieron mi rastro. Lo encontraron cuando Gabriel les mandó mi ficha al entrar en la empresa. Mientras la comprobaban, él me había convertido en su amante, sabiendo la oportunidad que se le brindaba.

Olga me llevó hasta el orgasmo al final de su narración. Me quedé abrazada a ella, sudada con el calor del placer. No sabía que decir.

" Vamos a las tumbonas"- bajamos de la hamaca y nos recostamos junto al agua.

Llamó a Mariana, su mucama de placer, yo la imité con Juanita, las muchachas acudieron a nuestro lado, y arrodilladas comenzaron a lamernos el sexo. Me volví a dejar venir, sin perder de vista como mi encontrada prima se corría como una bestia en celo.

Nos dieron un masaje, el sentir como tus músculos se iban estirando al relajarte era agradable, sobre todo después de los castigos que había sufrido en la fase de prueba.

Mientras las manos de nuestras sirvientas nos trabajaban el cuerpo, Olga siguió contándome la razón, las normas y sobre todo la filosofía de la Orden: MANDÁBAMOS NOSOTRAS. LOS HOMBRES DEBÍAN TRABAJAR Y DARNOS PLACER. Me parecía delicioso, por primera vez en mi vida, iba a ser yo la dominante.

Nos pusimos un túnica larga de seda blanca, se trasparentaban nuestros cuerpos. Sentadas en los sillones de mimbre , mirando el río con sus aguas mansas , como un sedante en nuestra conversación, me preguntó por el sistema anticonceptivo que yo usaba. Le respondí que la píldora, pero que con tanto ajetreo no la había tomado, y que se me habría revuelto el ciclo.

Sonrió con una enorme tristeza cargada de dulzura y pasó a contarme su problema de infertilidad, no podía tener hijos, y su estirpe desaparecería.

Me salió del alma, me levanté, la abracé y le dije: " Mi sangre es tu sangre, somos doblemente primas, mis hijos serán tus hijos."

Se apretó a mí, me besó con ternura y cuando nuestros labios se separaron me dio las gracias desde lo más profundo de su corazón.

"Nos pondremos en marcha cuanto antes. Hoy mismo. ¿ Qué te parece Gabriel? No es ario, pero es de sangre pura, no tiene ni morisco ni judío en sus ancestros. Su padre ha sido de gran ayuda en la salida de nuestros hermanos de Alemania. Y ahora no hay hombres solteros disponibles. Él cuando se dio cuenta quien eras , se aprovechó de ti. Ahora tú decides, puede ser un buen marido."

Que yo fuera la que aceptaba , si me apetecía, al gallego soltero más deseado por las porteñas ricas en edad de merecer, me hizo gracia, y al tiempo comencé a darme cuenta del enorme poder que ahora tenía.

" Creo que es una buena idea , puede ser un buen semental."

" Tendremos que enseñarle a obedecer"- la situación cada vez me gustaba más.

De la mano , fuimos al comedor, allí nos esperaban parados, Adolfo y Gabriel. Nos sentamos a la mesa y llegó el almuerzo, ligero pero sabroso. Pato laqueado con una guarnición de verduras al vapor. El vino , un rosado frío, de postre: helado.

Nadie habló durante la comida, cuando las criadas despejaron la mesa, Adolfo nos sirvió a Olga y a mí, unas copas de champagne. Estaba delicioso. Los dos hombres quedaron parados ante nosotras. Me di cuenta que me tocaba a mí decidir lo que quería que hicieran.

" Desnudaros"- fue mi primera orden.

Sin protestar y de manera ordenada fueron dejando su ropa en una silla. Ante nosotras estaban los dos, sin taparse, aquellas pijas que me habían poseído mostraban un cierto grosor y dureza, pero muy lejos de lo que debía esperarse de ellas.

" Masturbaros"- cuando comenzaron a acariciarse, Olga ordenó que pararan y que Adolfo fuera a por los recipientes.

" Uno de los trabajos que estamos desarrollando es el de inseminación artificial, y es una pena que derramen la leche sin provecho. Luego podemos usarla. Perdona que te haya interrumpido"- me dijo mientras me daba un beso.

El alemán apareció con dos botellas de boca ancha, y dio una a Gabriel. Con una mano en el recipiente, utilizaron la otra para la tarea encomendada.

Siendo casi una niña había visto masturbarse a un chico, un amiguito con el que intercambié experiencias. Yo le daba el espectáculo a él y viceversa. Eran mis primeros contactos con el sexo contrario. Pero esto era diferente, nosotras vestidas, con una copa de champagne, ellos dale que te dale. Me sentía como una emperatriz romana con sus esclavos.

"¿ Quién crees que acabará primero?"- me preguntó Olga.

"Pienso que Gabrielito, es mas joven. Aunque Adolfín se lo hace muy deprisa. Es difícil la apuesta"

Con los ojitos en blanco el español soltó su semen en la botella, el alemán no se hizo esperar.

" ¿ Has azotado a un hombre?. Debes aprender, a veces se portan mal y hay que ponerlos en su sitio.¿ Quieres practicar un poco para hacerte la mano?"

Me dio un subidón, ser ama de dos machos dominantes como aquellos, era un placer que me mojaba.

"Tienes razón, debo practicar. ¿Qué látigo es mejor?"

"Son muy vistosos, los largos, pero son complejos de usar. Yo te aconsejo o una buena fusta o un rebenque corto, como los que usaban en los barcos ingleses"

"Me apetece probarlos. Adolfo tráeme uno de cada"- me daba cuenta que YO PODÍA PEDIR Y EXIGIR TODO. Había aprendido muy rápido mi nuevo rol.

Los sopesé, la fusta más liviana, el rebenque más grueso de 1 metro, hecho con la pija de un caballo.

"Yo te aconsejo que para golpes rápidos, no hay nada como la fusta, es apenas un movimiento de muñeca. Cuando quieres dar fuerte y necesitas liberar tensión, el rebenque te deja nueva. ¿ A cuál vas a azotar primero?"- me preguntó mi prima.

"Me parece mejor empezar con Adolfo. Para Gabriel quiero tener un poco más de experiencia ya que merece un castigo por no haberme contado quién era, y querer liarme para poder ser ÉL de la Orden, sin meritos de raza"

"Es mejor que te desnudes, la túnica puede molestarte al principio. Y comienza con el rebenque"

Me quedé desnuda con el látigo en la mano. Primero la espalda, después las nalgas. La carne se le iba enrojeciendo y yo cada vez manejaba mejor el cuero, moviendo el brazo, haciendo restallar el rebenque en su cuerpo.

Decidí probar con la fusta. Era un poco más complejo, ya que quería usarla sólo con movimientos de muñeca. Empecé con su torso y su vientre. Le miré a los ojos, los tenía llenos de lágrimas por el dolor pero no se quejaba. Lo tenía prohibido. Cuando me hice la mano al uso de la fusta, comencé a azotarle las nalgas.

"Mira como le gusta, se ha empalmado."

"Mastúrbate mientras te azoto y vuelves a llenar la vasija"

Cuando soltó su leche, dejé de pegarle.

Gabriel estaba con la verga en alto, excitado por el espectáculo. Un golpe con la fusta le bajó el aparato. Tenía deseos de venganza, así que le azoté de manera metódica durante un buen rato. Primero con fusta, después con rebenque.

"Sácate el semen"- le ordené.

"No puedo, me duele todo"

"Les suele ocurrir la primera vez. Adolfo haz una paja a tu amigo"

El alemán se arrodilló y empezó a tocar la pija del español, mientras yo le golpeaba. Paré cuando la leche llenó la vasija.

Estaba muy caliente, mi vagina destilaba ambrosía, quería estallar. Olga se dio cuenta y decidió complacerme.

"Ir a vuestro trabajo, ya os llamaremos cuando os necesitemos"- ordenó a los hombres.

Apenas salieron, se desnudó. Nos abrazamos, nos besamos poseídas por la lujuria. Cuando mi mano acarició su sexo, se mojó, estaba tan empapada como yo. Nos tumbamos en la alfombra de yute. Las manos, la boca, la lengua, todo nuestro cuerpo era un camino de placer. Nos fuimos, acabamos sudorosas, abrazadas, en un beso que nos inundaba el alma.

"Ágata, me gustaría cubrirte, hacer el amor contigo como si fuera un hombre y llenarte con el semen que hemos recolectado"

"Soy tuya, sos mi amor, mi vida, mi todo"

Se levantó y por unos minutos sólo la oí, yo estaba con los ojos cerrados en una nebulosa desconocida de dulzura y poder.

"Ponte a lo perro, así llegará mas al útero la leche"

Olga se había colocado un arnés con un pene largo, no muy grueso, con una bolsita justo en el cinto.

"Acá está la semilla"- me susurró señalando el recipiente.

A cuatro patas esperé su embestida, fue lenta, hasta lo más profundo de mi feminidad. Se movía despacio, y yo totalmente lubrificada, sentía el resbalar de la prótesis en mi vagina.

"¿Lo quieres ya?"- me preguntó.

"Espera unos minutos para que esté mucho más caliente y receptiva"

Siguió unos vaivenes más. Cuando solté AHORA, un torrente de semen llenó mi cuerpo. Me tumbé para que no saliera ninguna gota. Mi prima se apretó a mí, cubriéndome de besos.

No sé el tiempo que estuvimos descansando una en brazos de la otra. El sol empezó a ocultarse.

"Ahora deberían cubrirte los machos, para asegurar la fecundación"

"Quiero que tengamos hijas, nuestras hijas que nos continúen. ¿Qué crees que es mejor?"

"Vamos a mi cama, y les ordenamos que te cojan"

Fuimos a su cuarto, me tumbé en la cama, no quería que lo hicieran como Olga. Usé primero a Gabriel, después Adolfo. Ante nosotras se tocaron los penes y cuando estaban duros y a punto, les autoricé a que se derramaran en mi vagina. No buscaba el placer, era un acto médico, en el que lo importante era el fin e imponer mi poder.

"Descansa mi vida. Vosotros preparad la cena."

"Quiero carne, un buen asado de tira, muy jugoso"- ordené, me sentía como una tigresa hambrienta.

Nos mimamos hasta que Mariana y Juanita vinieron a avisarnos que el asado estaba listo.

Comí fuerte, bebí cerveza, y tomé café. Adolfo y Gabriel estuvieron callados toda la cena.

"¿Por qué no hablan nuestros chicos?"

"Saben lo que les espera, y están asustados, pero también excitados. Son muy obedientes. Vamos al dormitorio y allí les debes encular. Es el sello de posesión de la hembra sobre el macho."

Al llegar a su cuarto, abrió un pequeño placard lacado en negro y me mostró sus juguetes. Falos de todos los tamaños y colores, arneses, vibradores, bolas chinas…el repertorio de entretenimiento que cualquier mujer soñaría.

"¿Cuál quieres?"- elegí uno grueso de cuero, con cintas anchas que al ponérmelo no me apretara la piel.

"Es precioso y muy antiguo. Es un regalo a nuestra bisabuela de un lord inglés que le volvía loco que ella lo sodomizara. Tienes muy buen gusto"

Adolfo y Gabriel estaban arrodillados sobre una tumbona, con los pantalones bajados, dejando a la vista sus culos peludos.

No dudé, me acerqué al español, puse la punta en su oscura puerta y empujé. Gritó de dolor. Olga le puso una mordaza.

"Las primeras veces les duele. Luego le encuentran gusto"

Al embestir la base del artilugio golpeaba mi monte de Venus, y me excitaba, era un modo de masturbarse lento pero eficaz. No paré hasta llegar a mi orgasmo. Cuando saqué el arma de mi futuro esposo, éste cayó al suelo.

Le tocó después al alemán, me di cuenta que era un conocedor de la materia, le gustaba y cuando volví a irme, su leche se derramó al unísono.

"Mañana os volveremos a usar. Ahora ¡marchad!"

Nos quedamos solas, volví al armario y saqué un consolador de doble glande.

"¿Jugamos ahora nosotras?"

"Tienes en los genes la capacidad de gozo"- me susurró Olga, abalanzándose sobre mi y besándome con una mezcla de pasión y risa.

1 de enero del 2000. Brasil.

Estamos en la hacienda de Úrsula, otra de las sacerdotisas de la orden. Hemos despedido el siglo. Nos hemos bañado en las aguas del Atlántico, arrojando flores. Las túnicas blancas, mojadas se pegan a nuestro cuerpo. Ya no somos las mujeres jóvenes que fuimos, nuestra belleza ha madurad , quizás sea yo en la que se notan más el paso de los años. El por qué me llega en las risas y cantos de mis hijas y mis nietas. La sangre de los Von Dietrich tiene continuación.

Úrsula nos pregunta si queremos algún chico joven para alegrarnos la noche.

La luna se refleja en el mar.

-" Prefiero empezar el milenio con el amor de mi vida"- contesto tomando de la mano a Olga y marchando para el dormitorio desde el que se divisan las estrellas.