La sábana
De todo lo que una sábana podría contar si pudiera hablar.
LA SÁBANA
Eres mi cómplice, has cohabitado junto a mi, con mis pensamientos inconfesables, donde solo tú y yo, sabemos de noches de soledad, de momentos de deseos, de pasiones, de recuerdos, amargos y felices, de olores confundidos con los míos, de sudores...picantes a veces, ó dulzones otras.
En mis noches de soledad, has compartido conmigo monólogos, donde has escuchado pacientemente mis historias, historias que jamás contaría a nadie, y al comentarlas contigo, tenía la impresión de que, siempre comprendías mis quimeras.
Has secado mis lagrimas de alegría y también de rabia, has servido, de rebozo para ocultar mi rostro con picardía, otras...,para esconderlo por vergüenza, al recordar pasiones inconfesables. Has acariciado mis senos, mimosamente y mi espalda ha estado dulcemente mimada por ti.
Has vivido conmigo pensamientos y deseos impúdicos, llenos de lujuria y de pasión. Has ocultado mis caricias en solitario y has disimulado y enjugado mis fluidos.
Has acogido a un amante de una noche, y le has acariciado de la misma manara, con suavidad y delicadeza, como si fuera parte de mí vida.
Has jugado con sus piernas, entrelazándote entre ellas. Has acariciado su espalda y te has mojado con su sudor, incluso...te has dejado pegar algún que otro resto piloso de su cuerpo, ó de alguna de sus partes intimas.
Cuando, en mi habitación a solas me cubres y proteges con tu suave tacto, me embriago disfrutando con el olor que quedó impregnado, de la última visita de mi apasionado, trayendo a mi mente todos los momentos de pasión vividos, y es como si me susurraras sus palabras sensuales y al notar tu contacto, no tengo más que sentir un estremecimiento de placer.
Me excitas, me envuelves y me cobijas, eres mi confidente, y la más discretas de mis amigas, incluso hemos llegado a gozar, bajo la paciencia inmensa de una cómplice abnegada.
Contigo, no hay discusiones, ni rechazos, abrigas mi cuerpo y mi lujuria y siempre estas dispuesta a encubrir mis fantasías.
Por eso, por ser un testigo fiel y silencioso, te dedico este homenaje y te doy las gracias por cubrir mi cuerpo cada noche y estar siempre, esperándome para seguir escuchando mis entelequias.
Autora Alexandra Fox.
Mayo 2009