La rutina secreta de mi madre - Parte 1

Mateo, un adolescente descubre la rutina secreta de su madre y debido a ello empieza a desearla sexualmente. Primera parte.

Tengo  32 años, soy hijo único, y desde los 14 años estoy obsesionado sexualmente con la curvilínea figura de mi progenitora. Ella se llama Amelia, actualmente tiene 52 años, y compartimos vivienda. Mi padre falleció cuando yo era un niño, por lo que hemos vivido prácticamente solos desde entonces.

Los hechos que motivaron mi obsesión dieron inicio a finales de los años 90, y mi madre Amelia una atractiva mujer de 34 años.

Uno de los sueños de Amelia era dedicarse al modelaje profesional o al baile, pero por diversos motivos nunca pudo hacerlo, por lo que se dedicaba a ello solo como pasatiempo. Después de trabajar y hacer algunas labores del hogar, bailaba, modelaba y se grababa en vídeo con una vídeocámara VHS. En nuestra casa teníamos una habitación a la que ella llamaba ''el estudio'', donde se encerraba para grabarse mientras bailaba y modelaba.

Al principio me invitaba a verla, sin embargo, a mis doce - trece años era algo que no me interesaba. Yo prefería dedicar mi tiempo libre, entre otras cosas, a jugar fútbol con mis amigos, los videojuegos, leer comics y ver animes en televisión, así que al final fue algo que ella hacía en solitario, sin interrupciones de ninguna clase. Ella se encerraba y me pedía por favor que no la interrumpiera, cosa que cumplí a rajatabla.

En cuanto a mí, una de mis aficiones era grabar en vhs mis animes preferidos y películas que transmitían en televisión, con la intención de coleccionarlas y revisionarlas.

Llegué a tener decenas de cassettes vsh en mi colección.

Mi madre también tenía decenas de cintas de la misma tecnología, pero en su caso, eran de sus danzas y modelajes. Suponía que las guardaba para verse a posteriori.

Debido a esto en nuestra casa había una ingente cantidad de cassettes vhs, tanto de ella como mías. Como comenté al principio, era finales de los años 90, el acceso a internet era limitado, de manera que en nuestro caso el vhs era la tecnología lúdica más accesible.

En esa época nuestra vida era tranquila, sin sobresaltos. Yo estaba en el colegio y ella trabajaba como administrativa en una empresa de alquiler de maquinaria de construcción. Por este motivo en su entorno laboral siempre estaba rodeada de hombres.

Yo a veces iba a su trabajo y notaba que su figura y vestimenta (ella solía vestirse con minifaldas y pantalones ajustados) atraía las miradas de los demás, no obstante, era algo que me parecía normal por su atractivo.

Por otra parte, de manera ocasional, fuera de su jornaba laboral, en nuestra casa solían visitarnos dos de sus compañeros de trabajo y también otros hombres. Sin embargo, eran visitas rápidas, de pocos minutos. Muchas veces ni entraban, se quedaban en la puerta. Básicamente eran intercambios de algo que parecía documentación en sobres de manila. Ella decía que eran ''cosas y material del trabajo'', así que no le di mayor importancia.

En cuanto a mí, por esa época empezaban a aflorar deseos sexuales, aunque jamás se me cruzó por la cabeza observar a mi madre de forma obscena, muy a pesar de sus vestimentas provocativas y actitudes desinhibidas. Para satisfacer mis deseos y curiosidad sexual solía intercambiar revistas porno con mis amigos, espiar a las compañeras de clase o piratear la señal del canal porno de la televisión satelital.

Pero nunca me atreví a ver a mi madre de forma libidinosa, a pesar de que no me hubiera supuesto ningún inconveniente dada su actitud desinhibida en la intimidad del hogar. Por ejemplo, en las noches solía usar camisones cortos, de manera que al menor movimiento era fácil verle las bragas. Sin embargo, contemplar a mi madre como mujer para mí era algo tabú y, por lo que dirigía mi mirada hacia otro lugar.

No obstante, las cosas estaban a punto de cambiar.

Un día de mis vacaciones escolares (a mis 14 años de edad) mi madre me pidió prestada una cinta de una película de las que yo grababa, sin embargo, pasaron los días y olvidó devolvérmela.

Una semana después, yo estaba solo en casa, organizando mi colección y recordé que me faltaba esa, así que entré a su habitación con la intención de buscar dicha cinta y retornarla a mi estante. Yo era, y sigo siendo, una persona meticulosa y me gustaba tener todo ordenado.

Entré a su ''estudio'' y empecé a buscar. Vi varios cassettes, sin embargo, no estaba el que yo buscaba. Me dirigí hacia su habitación y proseguí mi búsqueda ahí. Al poco tiempo, para mi sorpresa y sin querer, descubrí una especie de fondo falso en un armario. Ahí se encontraban varias decenas de cassettes vhs. Había unas pocas que estaban rotuladas con la fecha, como las que había visto antes en el estudio, pero predominaban unas que estaban señalizadas con letras y números, caracteres que parecían tener ningún sentido.

Me quedé extrañado. ¿Por qué guardaba estas en un lugar distinto? pensé. Cuidadosamente cogí varias con la idea de curiosear, me fui a mi habitación y las puse en mi reproductor.

Estaba solo y aburrido en casa, me quedaba una larga mañana por delante, por lo que disponía de bastante tiempo para escudriñar.

Además, sabía que mi madre no regresaría del trabajo sino hasta varias horas después.

Las primeras que revisé eran las que estaban rotuladas con fechas. Eran vídeos de ella bailando de forma normal. Nada extraño y nada que no supiera.

Sin embargo, llegó el momento de visionar las que tenían letras y números que parecían aleatorios. Me intrigaba ver su contenido.

En el primero que puse ella aparecía bailando, pero me resultó extraño que en esa ocasión su cuerpo estuviera enfocada de la cintura para abajo, con una minifalda muy corta. La cara no se le veía en ningún momento.

Los minutos fueron transcurriendo y su baile empezó a tornarse más picaresco y seductor. Era evidente que se trataba de una especie de striptease. Yo me quedé estupefacto. Nunca había visto a mi madre actuar de esa forma. Me puse muy nervioso, sabía que estaba visionando algo ''prohibido''.

Se trataba de mi madre, sí, pero no fue sino hasta ese momento que advertí su atractivo, sin desviar la mirada hacia otro objetivo. Por primera vez en mi vida ver a mi progenitora me estaba excitando. Además, influía bastante el hecho de que en dichas escenas no se le viera la cara, de manera que mi subconsciente ''olvidaba'' que se trataba de ella.

Puse dos cassettes más, y la rutina se repetía. Ella bailando en minifalda, haciendo poses casi vulgares, para al final quedarse en ropa interior de tipo tanga. Las escenas solían durar cinco minutos.

Mi nerviosismo y excitación se incrementaron en demasía. Nunca había visto a mi madre de esa forma, me estaba gustando mucho lo que veía, aunque no entendía por qué ella hacía eso. Estaba confundido... y excitado.

Volví al escondite con la intención de buscar más cintas de códigos raros. Extendí el brazo lo máximo posible, revisé y saqué las cintas que estaban al fondo de todo. Encontré unas que estaban rotuladas de forma similar a las anteriores, pero con un detalle especial: tenían un paréntesis con una ''x''.

Tomando en cuenta lo anterior supuse que encontraría algo interesante, y suponía bien.

Reproduje la primera. De nuevo la escena daba inicio con mi madre bailando en una minifalda muy corta, de forma sugerente, con la cámara enfocando de la cintura para abajo.

Era obvio que el propósito de todas estas escenas eran excitar a su espectador. Conmigo, su hijo, lo había logrado, a pesar de los tabúes que eso implicaba. De forma paulatina la intensidad y la picardía del baile se fueron incrementando. Se quitó la minifalda y se quedó en ropa interior, como en las anteriores escenas que había visto. Cuando creí que la escena se terminaría, como en ocasiones anteriores, en esta escena ella se acercó a la cámara, caminando de espaldas. Posteriormente, siempre dando la espalda a la cámara, se quitó la braga con parsimonia y seducción, dejó al descubierto su pálido y gran culo, inclinó el tronco hacia delante, separó las nalgas con sus manos y mostró sin tapujos su área genital y anal frente a la cámara.

Me quedé con la boca abierta. No podía creer lo que veía. Era la mejor escena porno que nunca jamás había visto, y la protagonista era mi madre.

Eso fue la gota que rebalsó el vaso. No pude más. Retrocedí la escena, la puse en velocidad lenta, me saqué el miembro y empecé a masturbarme contemplando la escena en la que mi madre mostraba abiertamente todo su ojete y su coño. La vista me parecía extasiante. A mi edad, era la primera vez que contemplaba algo así en todo su esplendor. Era tal mi estado de excitación que me me masturbé tres veces seguidas.

Posteriormente vi las demás grabaciones, y en todas era el mismo ritual. Había descubierto una mina de oro. Me quedé pensando en qué hacer. No obstante, al final preferí no decirle nada ni preguntarle para mantener el ''status quo''. Suponía que sí le reclamaba algo a mi madre no iba a poder seguir viendo esas maravillosas grabaciones, por lo que preferí mantenerlo en secreto.

Retorné los cassettes a su escondite y al regreso de mi madre aparenté la máxima normalidad posible. No obstante, a partir de ese descubrimiento todo cambió. Empecé a ver a mi madre como una mujer, sin remordimientos de ninguna clase. Entre otras cosas, la espiaba a la menor oportunidad, me masturbaba con su ropa interior, ponía mi polla tiesa justo en la parte donde ella ponía su coño, me agachaba por debajo de la mesa para verla las bragas, etc. Todo esto no me supuso ninguna dificultad, dado que ella siempre fue muy desinhibida.

Sin embargo, mi momento favorito era cuando me quedaba solo en casa, dado que era el momento para ver las escenas en las que ella se desnudaba y masturbarme como un loco con ellas.

Pero aún quedaba más. Al poco tiempo descubrí que ella alquilaba o prestaba algunas de estas cintas a ciertos hombres de su entorno. Suponía que ese era el propósito de grabarse. Me di cuenta un día en el que un compañero de su trabajo llegó a dejarle un ''paquete'' mientras ella había salido a comprar víveres. Era un sobre de manila cerrado, pero al manipularlo noté que en su interior había algo parecido a un cassette vhs.

Lo abrí cuidadosamente para revisar lo que contenía, y para mi sorpresa confirmé que se trataba de una de sus cintas, y no una cualquiera sino una de las que tenía la marca ''x'', es decir, en las que ella bailaba y se quedaba desnuda.

Había descubierto que mi madre era prácticamente lo que actualmente se denominaría una actriz porno amateur softcore. Lejos de molestarme o indignarme, me excitaba saber que había hombres que se masturbaban viéndola, como yo también lo hacía.

Estaba intrigado. Tenía muchas preguntas que hacerle, pero no sabía cómo podía abordar un tema así. Además, yo quería seguir viéndola y sospechaba que si le preguntaba o reclamaba algo no iba a poder seguir visualizando su rutina secreta.

Al final me pudo la lujuria.

Me había vuelto adicto a masturbarme observando el culo de mi madre.

CONTINUARÁ...