La rutina

¿Compensa tener un amante? Al principio pensé que sí, hasta que comprendí que el peor enemigo de cualquier relación es la rutina, eso mata las ilusiones y exige soluciones drásticas.

Sus manos estaban en mi cintura y me aprisionaban contra su cuerpo, yo alce los brazos para rodear su cuello y mientras nos besábamos sus dedos recorrían mi piel, cada contacto era suave como los pétalos de rosa pero me arrancaban pequeños temblores que cada vez me excitaban más, pronto note como subían por mi espalda recorriendo lentamente la columna hasta llegar al cierre del sujetador que desabrocho con soltura, entonces desenredo su lengua de la mía y se dedicó a besarme la oreja y el cuello, mientras giraba en torno a mí para quedar a un costado, agacho la cabeza hasta alcanzar uno de los recién liberados pezones, cada vez temblaba más.

Con cuidado y decisión soltó el cierre de la falda y bajo la cremallera, entonces mientras con una mano me acariciaba la espalda e iba alternando las caricias de su lengua en los dos pezones, bajo la otra mano en busca de mi sexo, hasta que sus dedos se enredaron en la maraña de pelo, los fue acariciando hasta conseguir rozarme el clítoris. Mientras, yo había tirado del suéter y el sujetador hasta sacarlos del todo, cuando noté que estaba muy “mojada” también ayude a que la falda quedara en el suelo, pero sin hacer ningún movimiento brusco.

Fue entonces cuando dejó de “jugar” con los pezones y regreso a la boca, solo para unirnos en un morreo impresionante mientras me notaba flotar, me había levantado del suelo con sus fuertes brazos como si fuera una pluma y me llevo a la habitación depositándome sobre la cama, entonces cuando volvió a sacar la lengua de mi boca fue para pasearla por mi cuerpo, arrancándome suspiros de placer en cada lugar donde se aplicaba.

Con una mano se apoyaba en la cama y con la otra me separo un poco las piernas, lo suficiente para tener un fácil acceso a mi sexo, que manipulo con maestría primero acariciando el clítoris, que tras la interrupción estaba deseosa de que lo siguiera “martirizando” y a continuación introdujo dos dedos en la vagina, con los que comenzó un lento metisaca con la intención de llevarme a las cotas más altas de excitación antes de proporcionarme ese primer orgasmo entre sus “manos”, cuando pensé que no podría aguantar mucho más.

El autobús dio un fuerte frenazo, alguien grito pues parece que se caía y tome conciencia de donde estaba, faltaban dos paradas para la mía y me di cuenta que conservaba la bolsa del gimnasio, todo ese rato había estado como soñando despierta y recordando nuestro primer encuentro hacía ya bastante tiempo, al llegar a mi parada baje y me dirigí hacia la portería donde sabía que lo encontraría, entre y salude al portero que me respondió al saludo, cortes pero serio como siempre y tome el ascensor hasta la tercera planta.

El rellano tenía cinco puertas, a la izquierda la solitaria “3º A” y a la derecha dos frente a las otras dos, entré con mi llave y comprobé que Fermín aún no había llegado, fui hacia el mueble donde se encontraba la mini cadena y de una de las tres torres de CD escogí uno de “Salvatore Adamo” mientras sonaba me senté en el sofá con una copa en la mano y seguí recordando “esa primera vez”, con muy poco esfuerzo llegue justo al momento en que estaba a punto de estallar y recordé.

Como aflojó toda actividad para colocarse entre mis piernas arrodillado y por primera vez en mi vida me hizo sexo oral, eso me volvió loca y me trasporto al séptimo cielo, el orgasmo fue espectacular y aún ahora lo evoco en ocasiones en que estoy sola en la ducha para darme un pequeño homenaje, lo alargó todo el tiempo que pude soportar, botaba sobre la cama y mi cabeza iba de un lado a otro sin control, mis manos descansaban sobre su cabeza con los dedos entrelazados con su rizado cabello, pero sin tratar de retenerlo ni forzarlo a continuar, no paro hasta que le pedí con voz lastimera que lo hiciera.

Dejo de lamer mi vagina, también dejo descansar mi muy sensible clítoris, pero no se apartó demasiado de su posición, fui disfrutando el momento, notaba como los espasmos comenzaban en la vagina y chocaban contra los riñones, de ahí como relámpagos subían por mi columna hasta la base del cráneo, donde parecía que se esfumaban por unos instantes, hasta que aparecía el siguiente que producía el mismo efecto, alguna vez había tenido un “orgasmo” pero nada comparado con “eso”, cada vez que lo recordaba me mojaba y mi excitación se hacía patente.

Cuando parecía que todo había terminado, como estaba de rodillas entre mis piernas, Fermín me tomo los tobillos y apoyo las plantas de mis pies en su pecho, yo me dejaba hacer pues parecía que él sabía exactamente qué hacer y bien que me lo demostró, en esa “extraña para mi” posición, acerco su capullo que no había visto a la entrada de mi vagina y lo fue paseando arriba y abajo, de modo que llegaba desde la entrada del culo hasta pasado el clítoris, lo hizo varias veces como para despejar “el camino” y entonces mirándome fijamente a los ojos comenzó una muy lenta penetración.

Llego al fondo, para mí también fue la primera vez que “algo” había llegado tan adentro, descubrí que esa posición permitía una total penetración, aprovechando al máximo los “recursos” de ambos, además cada vez que se le ocurría se abalanzaba un poco sobre mí de forma que mis muslos “chafaban” mis pechos, algo que aumentaba más la excitación y el placer.

Cuando ya no podía más me dio tres o cuatro enérgicos caderazos que le permitieron llegar a él, cuando comencé a notar su cálido esperma dentro de mí, fue un desenfreno total, yo bufaba con ese nuevo orgasmo y él, el seguía dándome continuos empellones, cada vez más espaciados pero en el momento justo.

Cuando por fin acabamos los dos, se quedó dentro de mi hasta que bajo su erección, todo eso sin dejar de decirme a media voz una retahíla de palabras agradables, ninguna soez como se oye en algunas de las películas porno, que mi marido traía a casa en ocasiones, “para animar” nuestra vida sexual.

Entonces se tendió a mi lado y me abrazo besándome los ojos primero y siguiendo hasta los labios después, ese primer día solo llegamos hasta ahí y para mí fue algo muy especial, desde ese momento hasta que nos tuvimos que marchar permanecimos abrazados y hablando de lo bien que lo podíamos pasar juntos.

Pensé que había encontrado “ La octava maravilla del mundo ”, hasta el tercer o cuarto encuentro no me “ permitió ” hacerle sexo oral, no lo había practicado nunca pero me sentía en deuda, dado que él se esforzaba tanto en proporcionarme placer, el día que fui decidida a hacerlo fue cuando por primera vez le vi con detalle esa estupenda polla que tanto placer me había dado, fue una mamada del todo autodidacta.

Primero lo pajee un poco y después me limite a besarle el capullo y lamerlo, de ahí a lamerle el tronco mientras trataba de mirarle a los ojos, para tener una pista de si lo hacía bien todo fue rodado y poco después conseguí engullir el capullo que me pareció inmenso, comparado con el de mi marido que si había visto en muchas ocasiones.

Lo lamia chupaba y lo rodeaba con la lengua, como si de un morreo se tratara y jugara con “su lengua”, hasta que note que se tensaba, pensé que se correría en mi boca y estaba preparada para recibirlo, esa primera vez me aparto en el momento de ir a eyacular, cosa que le agradecí pues no sabía cómo reaccionaría ante el “sabor” que supuse tendría ya que hasta el momento solo lo había olido, en esta ocasión quedo todo el semen repartido entre mis manos y sobre su vientre.

Lo veía satisfecho, con los ojos entornados una ligera sonrisa adornaba sus apetecibles labios pero estaba inmóvil, entonces acerque una de mis manos a mi boca y con la punta de la lengua “probé” el sabor del esperma, no me resulto desagradable, puede en parte porque era “ suyo ” y en parte porque NO me había obligado cosa que le agradecí inmediatamente.

Vi como me miraba con cara de satisfacción mientras lamia los restos de la mano y después metí el capullo en la boca otra vez y succione para extraer los restos que pudieran quedar, eso hizo que la polla que se encontraba “ a media hasta ” se recuperara de forma milagrosa, quedando presta para el “

combate

” de inmediato, entonces me atrajo hacia sí, me besó rebuscando en mi boca cualquier resto que hubiese quedado y después me sentó con suma facilidad sobre su vientre.

Note los restos suyos como se mezclaban con los jugos que hacía rato soltaba por mi gran excitación y ese fue el primer día que fui yo quien lo follo a él haciendo “sentadillas” sobre su erguida verga.

Oí como se cerraba la puerta de la calle, Fermín había llegado, había pasado más de una hora y repare que el CD estaba a la mitad, habían pasado todas las canciones y comenzado otra vez, al entrar me dijo.

Hola como estas, vaya día llevo de aquí para allá, mucho trabajo y hoy no me podre quedar mucho, ¿aún estas así? Vamos a la cama.

Todo esto sin darme ni un beso, algo en mi interior dolía pues las cosas habían cambiado bastante desde esa primera vez, fuimos a la habitación y uno en cada lado de la cama nos desnudamos, yo me había puesto un juego de lencería heroica negro casi transparente que me había comprado para ese día en concreto en que hacía “ años ” que empezamos, Fermín ni se fijó bueno ¡ !, me dijo que si pensaba dejármelo puesto tendríamos menos tiempo para follar, algo se rompió dentro de mí, me saque el conjunto y lo deje con el resto de la ropa.

Se tendió en medio de la cama y coloco sus manos bajo la cabeza, eso es que quería que empezara yo haciéndole sexo oral, por lo general es algo que no me importa, ya no desde que fui quien eligió hacérselo libremente y he de reconocer que soy una maestra, consigo que goce durante mucho tiempo antes de que se corra por entero dentro de mi boca y que trague con gran placer para ambos su esperma, pero ese día fue diferente me dolió mucho su comportamiento.

Soy consciente que lo nuestro es simplemente sexo, bueno casi siempre , pero sexo a fin de cuentas, no amor pues él tiene a su mujer yo a mi marido a quien a pesar de todo es a quien quiero “a mi manera”, entonces la “

rabia

” me aconsejo hacerle algo que no suelo, mientras comencé una mamada como tantas otras lo iba pajeando, pero en esta ocasión no afloje en ningún momento y en poco más de cinco minutos hice que explotara, se sorprendió de que además me la sacara de la boca y la primera descarga le salpico directamente en la propia cara.

Me miro muy serio y me dijo con voz de enfado.

¿Qué te pasa hoy? Parece que no te alegres de que haya venido, que sepas que ha sido complicado como te he dicho, he visitado dos clientes esta mañana y aún tengo otro por ver esta tarde cuando acabemos.

No le respondí, seguí pajeándole hasta que soltó todo lo que tenía, entonces salí de la cama y me fui al baño, donde cogí una toalla que puse sobre el sofá en el salón, al CD aún le quedaban dos o tres canciones para terminar, al poco apareció Fermín preguntando.

¿Ya está, todo esto es lo que vamos a hacer hoy, para esto he ajustado la agenda para disponer de un par de horas para ti? Que desperdicio.

Fue al baño, se dio una ducha rápida y se vistió, salió del apartamento antes de que acabara la música, se fue como llego, sin siquiera darme un beso aunque en esta ocasión ya no me importo.

Me levante del sofá, me serví otra copa y puse otro Cd, en esta ocasión “Romanza” de “Andrea Bocelli” y este sí que lo escuche con atención, me gusta como canta, todo sentimiento y mientras lo oía tome una decisión.

Todos los cuentos tienen una “moraleja” en este no la hay, estoy convencida que los “hombres” en general son algo estupendo, el único problema es encontrar al adecuado en cada momento. He decidido tomar el control sobre mi vida a partir de ese momento, tengo menos de 50 años sin hijos, soy atractiva y no me quiero “conformar” con lo que otros decidan por mí.

Continuara o no quien lo sabe.