La rubia chanel, la chica romy y ramiro bocanegra
Ya publiqué una serie de tres capítulos sobre el personaje principal de este relato. Ahora, tras casi dos años, me doy una pequeña satisfacción, dedicar este relato a otros tantos personajes que aparecen en el. Son tres capítulos que enviaré en diez días. No busquéis masturbaciones ni morbo, no lo encontrareis.
LA RUBIA CHANEL, LA CHICA ROMY Y RAMIRO BOCANEGRA- PARTE 1 DE 3.
PARTE I
Sentado frente al jodido televisor, prestaba atención a la sarta de gilipolleces que soltaba por la puñetera boca el presentador. Hablaba de todas las putas miserias que asolaban el mundo mundial. De todas menos de las suyas propias. Seguro que él también tenía miserias. Y muchas, a juzgar por la cara de estreñimiento que exhibía. Cambié de canal con el mando. Buscaba porno. Era lo que me apetecía. Porno. Duro o blando, ¡Qué cojones importaba!. El caso era tener unas imágenes que hicieran que mi puta polla se rebelara y al fin decidiera obsequiarme con un poco de líquido blanquecino. Y si se rebelaba en su intento, buscaría a Azucena y ella me ordeñaría. Para eso estaba.
La voz de la Rubia Chanel se acercó por detrás. Pude escuchar, no, pude oler su perfume. Molestó mis pensamientos. Ahuyentó mi hipotética erección. Suponía que vendría con una puta coca-cola en las manos. Pero no. Hubo suerte. No venía portando ese puto líquido negro que tanto le gustaba.
-¡Ramiro, mira!. Exclamó alborozada con cara de gilipollas a la vez que exhibía sus dientes blancos.
Sostenía un minúsculo teléfono en la mano. Se diría que aún estaba caliente. Es posible que me lo trajera para que lo enfrentara en una lucha sin cuartel por la supremacía tecnológica con el mando a distancia del televisor, en la cual, su jodido móvil, saldría perdiendo, por muchas novedades que tuviera, entre ellas, esa última que le gustaba repetir con voz cursi,"es de última generación". Sin lugar a dudas. ¡Faltaría más! Mi mando acabaría con todas las generaciones venideras. Pondría fin a la raza Motorola. La miré y pude ver esa figura blanquecina envuelta por un frasco de perfume chanel núm. 5.
-¡Mira Ramiro, me ha llamado mi hermana!. Me dijo súper alborozada y a punto de dar con sus blancos dientes en el suelo no sin antes estrellarme el puto teléfono en la jeta.
-¿Y?. Pregunté desde la desidia y el cabreo ante tan inoportuna presencia.
-¡No te lo vas a creer!, ¡Viene aquí!, ¡Con nosotros!.
Brincaba y saltaba como poseída por el espíritu de la paloma que me cargué hacía tiempo durante mi estancia en esa furia personal que me acompañaba con cierta frecuencia.
Sus dientes blancos inundaron aquel salón con el "aquí".
-¿Tu hermana?. Pregunté extrañado.
-Si. Llega mañana a la T4. Yo no puedo ir a buscarla y le he dicho que irás tú.
-¿Yo?. Pregunté alucinando antes de dar paso a mis manifestaciones de desacuerdo con las que sabía que no conseguiría nada.
-Si. A las 12 de la mañana.
-¡Pero cómo cojones voy a saber quien es tu hermana! ¡Como coño voy a identificarla! ¡Acaso también huele a chanel num. 5! ¿Es una bebedora empedernida de coca-colas?, ¿O tal vez viene con una jodida paloma sobre el hombro a punto de cagar?.
-No. Pero será fácil. La esperarás en el mostrador de Iberia, en llegadas. En cuanto la veas, la reconocerás. Es singular. Como tú.
-¿Singular?, ¡Claro, no creo que sea plural y venga con sus dobles!. Nos ha jodido
-Me refiero a que por su forma de vestir y su compartimiento ..
-¡No me jodas, Azucena!. ¿No puede ir algún lacayo de estos a buscarla?, ¿Tengo que hacerlo yo?, ¿O es que acaso pretendes que vaya a buscarla en compañía de la puta paloma cagona mientras una bandada de halcones nos persigue camino de la T4?.
-¡Ramiro!-Exclamó levantando esa delicada voz con la que solía cantar "El amor de mi vida"-, quiero que vayas tú. Le he hablado de ti en varias ocasiones y está loca por conocerte. Además, por su forma de ser, me temo que vais a hacer buenas migas. ¿Irás, Ramirin?.
-Tendré que llamar a consultas a las putas palomas y esperar qué deciden tras la votación y el consiguiente escrutinio antes de tomar una decisión. Dije dando un bufido, gesto que sabía que apreciaba Azucena. Ella sabía que era mi forma de decir "si".
-¡Perfecto! Me despreocupo entonces. Ahora mismo la llamo y le digo que irás tú en persona a recogerla.
-¡Si, anda! Y dile también que es casi seguro que vaya con la paloma cagona y con el señor Bourbon. Seremos tres a recibirla. A cual más grosero. Nos ha jodido .
Azucena sabía conseguir de mí lo que pretendía. En cada momento. Decidí arrojar a la puta mierda el mando del televisor y salir al jardín. Ya no quería sexo. No quería pajas. Me llevé provisiones. Dos bolsas de pipas de calabaza y una cajetilla entera de cigarrillos. Rubios. De los míos. Ni Marlboro ni leches. Winston. Con dos cojones. Para joder bien la garganta. ¿Y por qué no?, los pulmones tampoco se iban a ir de rositas. Con ellos no habría lugar a trasplantes hipotéticos. Con los míos no.
Me senté en mi banco preferido y en seguida se acercaron unas 20 o 30 palomas a mí alrededor. Vacié una bolsa de pipas de calabaza en el suelo y de inmediato, como si se fuera a acabar el mundo, empezaron a picotear las pipas. Era un puto ritual.
Las contemplé mientras encendía un nuevo cigarro. ¡Jodidas palomas!, todo había empezado aquel día. Hice un rápido resumen mental de mi vida desde aquel día. La paloma desgraciada que falleció de aquella enorme patada proporcionada por mi pie. La ira que sentí al sorprender a la Zorra y al Sr. Polla taladrando en mi propia casa. Bola de Sebo y aquel tugurio de mala muerte. La Rubia Chanel de los cojones. Si, y su puñetera canción de "el amor de mi vida". Aquello provocó que destrozara aquella máquina de música. Y los jodidos Chichos, ¡ah, esos jodidos Chichos!. Margarita se había encargado de regalarme la discografía entera de ellos. Cuando me dio el regalo pensé que me estaba poniendo a prueba. Tal vez deseaba que le rebanara 50 kilos de carne de su seboso cuerpo. De todas formas, la enemistad entre los Chichos, Camilo Sesto y yo era patente. Solía escuchar a Maná. Me sentía más identificado con su solista, Fher, e incluso había dejado crecer mi pelo como el suyo. Margarita siempre me decía que me parecía a el. Por eso interpretaba que me gustaba el grupo. Ella y sus cosas. Me gustaba Maná por que me gustaba y punto. A veces me sentía como "el rey tiburón" de su canción. Pero entre palomas.
Llegó el puto día fatídico en que tenía que ir en busca de la hermana de Azucena. Opté por ponerme un pantalón vaquero y una camiseta blanca, y adorné mi jodido rostro con mis rayban negras. Me dirigí en busca del jodido Mercedes 220. El que nunca frenaba a tiempo. Eso si, sorteaba obstáculos de maravilla. Que se lo pregunten a aquel vejestorio. Las palomas cagonas pululaban a su libre albedrío. Miré al árbol preferido de la paloma cagona. No estaba allí. Extraño, pues no se perdía ni mis salidas ni mis entradas en el Puto Palomar. Ese era el nombre con el que había rebautizado a la finca de Azucena. Lo había hecho siguiendo el consejo de Martindefierro. El era un alto ejecutivo de Perfumes Olorosos. Su presencia en el Puto Palomar no pasaba desapercibida para las palomas. Le apreciaban. Y eso me jodía. Y mucho. Que se sepa.
Cuando llegué hasta donde habíamos dejado abandonado el Mercedes 220 el día anterior el Sr. Bourbon y yo, comprobé como una montaña de cagadas se había instalado sobre el parabrisas.
-¡Su puta madre!, ¡La mato!. ¡Juro que la mato!. La vena me reventaba. La tensión se elevaba hasta el infinito.
La busqué con la mirada y no la encontré. Supuse que estaría camuflada detrás de alguna rama llena de hojas. Probablemente se estaría despollando de mí. Y naturalmente, solté una parrafada para que me escuchara. No podía ser menos. Dejaría de ser yo.
-¡Te voy a arrancar el pescuezo, hija de puta!. Cuando te encuentre te mando al infierno. ¿Sabes lo que haré, cerda?, ¿Acaso tienes idea de lo que le va a ocurrir a tu asqueroso ano?. Yo te lo diré. Meteré por tu ano ese consolador tamaño Sr. Polla que usa la bebedora de coca-colas y te desangrarás por donde más te gusta. Nos aseguraremos que tus putos excrementos te salgan por el pico, y después, llamaré a Margarita, que no vendrá sóla, vendrá en compañía de los Chichos y entre ella y
-¡Joder, Ramiro! ¡Ya estás liado con las palomas otra vez! ¡Vas a llegar tarde al aeropuerto!
-¿Tu has visto?, ¿Has visto lo que ha hecho la hija de puta con el Mercedes 220?, ¿Te das cuenta como me provoca?, ¿Acaso eres consciente de la enemistad que siente hacia mí?. No, tú no te das cuenta de nada. Tú tienes bastante con ir oliendo todo el día a Chanel num. 5 e ingerir litros de coca-cola. ¡Acabarás meando líquido negro!, ¡Y se te pondrán los jodidos dientes negros! Que se sepa.
-Es culpa tuya. Tú trajiste las palomas. ¡Ahora te jodes!.
-¡No hables así, coño! Dije ofuscado y lleno de ira ante el temor a que me quitara la patente de los tacos.
-Pues empieza por no hacerlo tú. Todo el día escuchando tus tacos y tus palabras soeces han hecho que mi boca parezca un estercolero.
-Si. Un estercolero lleno de dientes blancos. Dije acercándome hasta ella.
-Llegarás tarde, Bocanegra. Me dijo sonriendo a la vez que me besaba y sus manos abrazaban mi cintura.
-No pienso. Llamaré a un jodido taxi. No pienso ir con el puto Mercedes lleno de cagadas.
-Tú mismo, Ramiro. Pero no hagas esperar a mi hermana. Tiene muy mal carácter.
-¿Ah, sí? Pues no sabe el que gasto yo. Nos ha jodido .
-Procura causarle buena impresión.
El cabrón del taxista llegó echando pestes del tráfico. Su puta boca se estiró al oír la palabra aeropuerto. Se lo tomaba con calma. No tenía ni idea de cómo marcaban los taxímetros esos, pero lo que era seguro es que le iba a endiñar una sustanciosa propina si corría más. Me enfrasqué en mirar por la ventanilla. En vista de que no había conversación ni sustancial ni sustanciosa, optó por poner el jodido aparato de música. ¡No podía ser! Esa música me enloquecía y me embrutecía. Odiaba a los jodidos Chichos. Margarita tenía la culpa. Pero el Fary y su cornudo torito era demasiado.
-¡Oiga, le importa bajar el volumen!
-¿No le gusta el Fary, eh?
-No. Para nada. Dije mascullando un "hijo puta" que me salió del alma, refiriéndome al taxista, naturalmente, y que pasó desapercibido para sus peludas orejas.
-Usted no entiende de música. Aquí en Radiolé ponen lo mejor de lo mejor. La España profunda
Aquella conversación me encendía. Y me encendía porque el cabronazo del taxista no solo no bajaba el volumen, sino que lo subía más.
-¡Hágame el favor de bajar el volumen, hombre!
-Pobre Fary. Mire, fue taxista como yo. Y llevo a Ava Gadner en su taxi y además .
-¡Me cago en dios!, ¡Apague ese jodido aparato ahora mismo!
El cabronazo apagó el aparato temiendo probablemente una reacción imprevista que hubiera dado con nuestros cuerpos dando un par de vueltas de campanilla, pues a la velocidad que iba, poco podríamos voltear.
-¡Así está mejor!. ¿Así que a Ava Gadner?, ¡Usted no tiene ni la más remota idea de a quien lleva en su jodido taxi!. Pero me presentaré. ¡Vaya si lo haré!-Me estaba soltando de lengua-. Soy Ramiro Bocanegra. ¡Ah!, ¿Qué no ha oído hablar de mí?. Error. Soy el puto cornudo que .
El cabronazo, acojonado, me interrumpió. Por suerte para él. Por suerte para los dos.
-Oiga, yo no quiero líos. Pensé que le gustaría oír al Fary
-¡Claro hombre!, ¡Y detrás del Fary me pone usted a los Chichos!. Y luego, cuando vayamos llegando a la terminal 4, un poquito de Camilo Sesto cantando "vivir así es morir de amor". Eso me sosegará. ¡No te jodes!.
El cabronazo se silenció como su puto radio-cassette. Saqué un cigarro de mi bolsillo y me lo llevé a la boca. Me miró por el retrovisor pero no dijo nada. Tal vez no se atrevía. Tal vez esperaba que me lo encendiera para ponerme otra vez al Fary y así matarme de un rastrero y traicionero infarto de miocardio.
-¡Qué! ¿No me va a decir nada? Le espeté buscando una provocación que no se iba a producir.
-¿Sobre qué?. Preguntó serio.
-¿No me va a decir que aquí no se puede fumar?.
-No. No, no, fume si quiere. Ya trago bastante humo todo el día en este Madrid.
Loado taxista. Me encendí el cigarrillo de inmediato y procuré, aún a riesgo de tener un nuevo incidente y tal vez un accidente, echarle el humo encima de su cabeza. Estaba cabreado y furioso y me salió del alma, si es que aún me quedaba tal cosa. Se limitó a bajar su ventanilla un poco más y no me dijo nada.
-Hemos llegado. Me dijo como si yo no lo hubiera notado.
-Sr. Cornudo, si no le importa-Le espeté haciendo gala de una ironía familiar en mí-, me bautizaron así hace un par de años.
-¿Perdón?.
-Me llamo Ramiro Bocanegra Cornudo. ¿Le gusta?. ¿Le gusta mi nombre?.
-Es un nombre más.
-Si. Si lo es. Tenga, y quédese las vueltas. Por el cigarro. ¡Y no vaya tan aprisa con el coche! Acabará volcando nos ha jodido.
-Pero oiga sobran 30 euros.
-¿No los quiere?, ¿Eh?, ¿Acaso no los quiere?. Quédeselos y cómprese la jodida recopilación de los discos del Fary. El y su torito se lo agradecerán-Dije a la vez que salía y cerraba la puerta del taxi-, ¡Ah y no corra en el camino de vuelta! Recuerde que lo primordial es llegar. ¡No te jodes!
El cabronazo y su taxi se perdieron de vista de inmediato. La estela de la raya roja de sus puertas se quedó grabada en mi mente. "Ahí va un tipo feliz" Pensé. "Bueno y ahora a encontrarnos con la jodida hermana de Azucena".
Atravesé varias puertas que se iban abriendo a mi paso y llegué a la sala de llegadas. Miré mi reloj. Si. Aún faltaban 15 minutos para que el vuelo tomara tierra. Me había encargado de averiguarlo en una de esas múltiples pantallas informativas que hay por todos los sitios y en las que sólo pone "retraso".
Necesitaba fumar pero allí no se podía. Y no quería que viniera un segurata y me diera dos hostias. Ya estaba algo cabreado con lo de las cagadas en el mercedes y el taxista cabronazo. Me puse a recorrer la sala de un lado a otro como un loco. Me miraba el jodido reloj de vez en cuando. Llegaba tarde. El avión llegaba tarde. Tal vez hubiesen tenido un accidente. Tal vez el jodido vuelo llegaba en otra terminal. Tal vez la cursi de la hermana de la Rubia Chanel aún no había embarcado y por eso el avión no llegaba. ¡A la mierda todo!. Me saqué un cigarrillo del paquete y me lo puse en la boca. Una provocación por mi parte. Mire otra vez el reloj. Media hora de retraso. Normal, pensé. Volví a las pantallas de aviso. Nada.
Alguna mano insolente me tocó el hombro. Me giré para ver quien había osado semejante barbarie, pues me había provocado un susto de cojones. Una joven de unos 22 años, pantalón vaquero demasiado ajustado, zapatos con demasiado tacón, camisa demasiado anudada a la cintura, media melena y bastante guapa, estaba posada delante de mí.
-¡Coño, Romy Schneider! Dije sorprendido a la vez que componía un gesto absurdo.
-Me llamo Carmen. ¿Tú eres Ramiro, no?. Soy la hermana de Azucena. ¿Dónde coño estabas? Te estaba buscando por toda la sala.
Mal empezábamos. Ese "¿Dónde coño estabas?" no me gustaba nada de nada.
-Estaba aquí mismo. Esperando a Bernardo Bertolucci. Me han dicho que venía con Marlon Brando. Es que van a rodar la segunda parte del "Último tango en Paris". Pero no deben haber encontrado mantequilla, para el ano sabes, por que tardan en llegar.
-¿Qué coño dices?, ¿Qué gilipollez es esa?, ¿Acaso crees que soy idiota?.
-No por dios. ¡No faltaba más! Le ruego me perdone, Romy Schneider-Dije haciendo una reverencia que casi provoca que me caiga al suelo- ¡Ah, que usted no es la protagonista de "El último tango en Paris"! Si. Ya sé, usted rodó tres películas de Sissi! Mejor. Cuando era niño me gustaban esas jodidas películas. Ahora si quiere, rodaremos la cuarta entrega. Pero en versión moderna. ¡No te jodes!
-¿Estás borracho?
-En absoluto. Aún no. Hoy no me ha podido acompañar mí amigo del alma. ¿Qué quien es mi amigo del alma? El Sr. Bourbon. El estará encantado de conocerte, Romy Schneider.
-Llevo aquí esperando una hora. Ya me lo advirtió mi hermana. ¿Dónde te habías metido?.
-Ya te lo dije. Esperando a Bernardo Bertolucci. Y sepas que en las pantallas dice "retraso". Así pues, de una hora, nada de nada. ¿No traes equipaje?.
-¡No podrías llevarlo tú sólo! Y llevo una hora aquí, pero claro, te habrás equivocado de vuelo. ¡Estás borracho!
-Posiblemente. Se nota que eres una pija de cuidado. ¡No sé por qué me suena tu cara!.
-Me habrás visto paseando por mi calle. Algún día de estos. Dijo a la vez que su media melena se agitaba entre sus manos.
-¿Dónde vives? Pregunté infantilmente.
-En la calle las campanas. ¡No sa jodio!
-¡Vaya, la actriz vacilona! Dije sonriendo, raro en mí.
-¿Has traído coche?.
-No. He venido con un cabronazo de taxista en su puto taxi.
-¿Pues creo que tienes un Mercedes?. ¡Te lo compró mi hermana!.
-Te equivocas, Romy Schneider. Tengo unas jodidas cagadas de palomas que habitan en un flamante mercedes 220 con asientos de piel. Y sucede, mira tú por donde, que no me ha salido de los cojones venir con el jodido mercedes lleno de cagadas a recoger a una actriz de nivel mundial a la puta T4. ¿Te queda claro?
-Clarísimo. Y no me llames Romy Schneider. Me llamo Carmen. Busca un taxi y vamos a la casa de mi hermana. ¡Pero ya!.
-¡Oye, nena!, ¿Crees que soy tu puto asistente?, ¿Acaso ves las cadenas por algún sitio?.
-Eres Ramiro. Con eso está dicho todo. Dijo ella.
-Te confundes de cabo a rabo. ¿Además, no sé que quieres decir con eso de "eres Ramiro y que con eso esta dicho todo"?.
-¿Acaso no eres Ramiro?.
-¿Y qué que lo sea?, ¿Es que eso te hace suponer que soy tu mayordomo?.
-Eres mi receptor.
-¡Oh, eres mi receptor! Exclamé emulando una voz lo más parecida a la que acababa de transitar por ese estilado cuello hasta salir por esa boca también llena de jodidos dientes blancos.
-No te burles. Vámos, tengo ganas de ver a mi hermana. Y de tomarme una cerveza helada.
-Mira, lo de tu hermana puede esperar, pero lo de la cerveza, se arregla echando hostias.
Salimos de la terminal. Ella un metro delante de mí. Pude observar su caminar. Su culo, sus caderas, sus pantorrillas bajo su pantalón. Era bajita, pero tenía buen tipo esa jodida hermana de Azucena. Rápidamente empecé a pensar si sería estrecha de coño como su hermana. Aunque esta última ya no era tan estrecha.
Los taxis se agolpaban en dos hileras. Una negraza ancha de caderas era la encargada de dirigirnos hacia el taxi que debíamos tomar. Miré la cara del taxista que nos había caído en suerte. Un tipo a punto de jubilarse. No era mi día. No tenía suerte. No era el día más apropiado para utilizar el servicio público. Me resigné no sin antes acordarme de la puta paloma cagona. Ella era la culpable de que yo tuviera que viajar en un taxi que olía a pensión de jubilación cuyo conductor ya se estaba remangando los pantalones para irse a plantar cebollas a algún lugar del Bierzo.
-Vamos al Km. 50 de la carretera de Burgos. Dije mientras vi como el signo del euro se instalaba en sus pupilas.
-¿Pero a qué sitio exactamente?
-Al Km. 50. ¿No le parece exacto ese sitio?. ¡Aunque me da igual centímetro más, centímetro menos!.
El prejubilado se calló y arrancó con una celeridad digna de la parrilla de salida de un gran premio de formula 1. Aquello hizo que la jodida Romy Schneider se cayera encima de mí. Recompuso su postura, pero antes se presentó al taxista...nos ha jodido.
-¡Oye, imberbe! Ten cuidado que no estás en la salida del gran premio de Mónaco.
-Disculpen. Contestó el autóctono de la comarca del Bierzo.
Me sorprendí ante la actitud de esa chica. Azucena ya me lo había empezado a advertir ."Mi hermana es singular " Y lo era. Parecía un marimacho con un vocabulario que tenía ciertas similitudes con el mío. Además, ¿No sé que le pasaba a esa jodida chica? Parecía cabreada. Probablemente no habría echado un buen polvo en los últimos 21 días. Es el tiempo máximo que estimo es capaz de encabronar a una mujer acostumbrada a follar. Con gusto le hubiera quitado las ganas. Su raja marcada en el pantalón vaquero me llamaba con alevosía.
El viaje transcurrió bajo un mutuo silencio de los tres. Por suerte el labriego del Bierzo no decidió amenizarnos con la sublime música de Radiolé. Y Romy Schneider permaneció protegiendo su blanca dentadura con los labios cerrados. Eso sí, se quitaba y se ponía constantemente las gafas de sol. Algo que me estaba empezando a cansar. Me ponía de los nervios tanto trajín de gafas. Pensé que tal vez, a través de los putos cristales de las gafas no veía nada y se las quitaba cuando algún cardo del camino requería su atención. Estuve tentado de manifestar mis sufrimientos, pero opté por callar. No tenía ganas de iniciar una batalla dialéctica con aquellos 22 años llenos de soberbia y arrogancia.
-Gire a la derecha por la vía de servicio. Ahora tome ese desvío. Es ahí. El Puto Palomar. Ese es.
-¿El Puto Palomar?. Preguntó Carmen.
-Exacto. Así lo ha rebautizado Martindefierro. ¡Ah que tú no sabes quien es Martindefierro!. Pues es un alto ejecutivo de la jodida empresa que tiene tu hermana. Perfumes Olorosos. Viene mucho por aquí. Se lleva bien con las palomas.
-¿Las palomas?
-Déjalo Romy Schneider. Sería muy largo de contar.
-¡Estas loco! Mi hermana tiene razón cuando dice que eres un impulsivo e irreflexivo.
Aquello me llegó al alma. Me importaban tres carajos que anduviera por medio el labriego del bierzo. No me callé. No podía. Traicionaría mi razón de ser.
-¿Qué la jodida Rubia Chanel dice que soy impulsivo e irreflexivo?. Yo te diré lo que es ser impulsivo e irreflexivo, no te jodes .
-¡Oye guapo, no me armes ningún lío!. ¿Y porqué coño llamas a mi hermana, Rubia Chanel?, ¿Lo sabe ella?. Seguro que no. ¡Cagón!.
-Te diré una cosa, actriz de pacotilla. Tu hermana sabe perfectamente que la llamo Rubia Chanel cuando me sale de los cojones. Y se lo llamo por que va todo el puto día apestando con ese jodido perfume. Hasta mis palomas lo conocen. Claro que podía haberla llamando ..refresco coca-cola o .putos dientes blancos o .
Afortunadamente para la actriz, su rubia hermana interrumpió aquella conversación amigable que acabábamos de iniciar mientras bajábamos del taxi y el labriego era victima de un soponcio ante el intercambio de palabras.
-¡Oh, Carmen! Ven, dame un beso. ¡Qué alegría!, ¡Cuánto me alegro de tenerte aquí! Verás que bien lo vamos a pasar. ¿Pero . y tu equipaje?, ¿No traes equipaje?.
Yo remedaba a la rubia chanel .. ¿No traes equipaje?.... ¿No traes equipaje?.
-¡Ramiro! No seas niño. No me hagas burla.
-No-Contestó la actriz-, lo he dejado en el aeropuerto. Ahora les llamaré y les diré donde lo tienen que traer. Es voluminoso, ¿sabes?.
-Supongo. Siempre vistes igual, pero a donde quiera que vayas llevas un armario ropero encima.
-¡Ya sabes como soy! Contestó ella con aires de grandeza.
-Ven, Carmen querida. Te enseñaré tu habitación. Dijo la Rubia Chanel.
-¡Querrás decir "tu camerino" ¡. Exclamé en tono burlón ante la mirada abrasiva de ambas.
-Ve a ver a las palomas, Ramiro. Yo me ocuparé de mi hermana. Tenemos mucho de qué hablar. ¡Ah, y no te olvides de tus putas pipas!
-Ehhh está bien-Dije alejándome de ellas. Una vez retirado de ambas dos o tres metros me giré en redondo-, ¡Cuando rodéis la escena de Sissi enamorada me llamáis! Jajajajajaja. Y naturalmente, me alejé de allí cagando leches, no sin antes provocar la ira de ambas, en especial la de la actriz.
Después de visitar el Puto Palomar y hacer alguna que otra confidencia a las palomas sobre la actriz, regresé a la casa. Allí estaban las dos hermanas. Se diría que esperaban mi presencia para comunicarme con cierto alborozo su penúltima idea.
-Ramiro, mi hermana quiere ir a Canarias. No lo conoce.
-¿Va a rodar alguna película dentro del cráter del Teide?. Pregunté con sorna mientras me servía un bourbon.
-He pensado que tú la podrías acompañar. Ya sabes que yo tengo que acometer la compra de la empresa que te hablé. No quiero dejar pasar esta oportunidad. Nos haremos más grandes. Os podríais ir unos días. Así aprovecháis para conoceros. Estoy segura que vais a hacer buenas migas. Os parecéis mucho.
-Si, si, si, si claro. Ambos somos actores, pero mientras que yo tengo en mi haber dos oscar, ella no ha conseguido ninguno ni su emperador tampoco. ¡Ah, querida Romy! ¿Qué no sabes porqué película me dieron los oscar? Yo te lo diré. El primero fue por "Cuernos a lo loco", película de larga duración protagonizada por La Zorra y el Sr. Polla, yo era un secundario y por mi gran actuación con la puta paloma gané mi primer oscar. El segundo lo gané por mi magistral actuación en el puto local de Bola de Sebo, concretamente en la escena en la cual me enemisto con Camilo Sesto y Los Chichos y
-¡Basta, Ramiro! No empieces con tus charlas. Me parece una buena idea y ya está. Sólo quiero que os vayáis unos días a Canarias y actúes como anfitrión de mi hermana.
La actriz me miraba con repudio. Se diría que no le caía bien. Y no estaba muy seguro si ella era de la misma opinión que dientes blancos de que yo fuera el acompañante ideal en su viaje a Canarias. Yo podría haber sugerido que la acompañara la puta paloma cagona, o Bola de Sebo, o los mismos Chichos, o incluso, porque no, MartindeFierro. Pero no, la rubia había decidido que yo era su acompañante idóneo.
Aquél primer día de la actriz en el Puto Palomar lo pasé intranquilo. Mi amigo, el Sr. Bourbon y yo, mantuvimos unas conversaciones para asimilar el nuevo encargo de la Rubia Chanel. Al llegar la noche me tumbé al lado del cuerpo blanco de la empedernida bebedora de coca-colas. Ella reposaba dormida. Desnuda. Como siempre. Exhibiendo raja. Mi mano se fue a mis cojones y los estrujé. Unos meneos de polla y me dispuse a dormir. Miré hacia el balcón en busca de la puta paloma. Todos los días esperaba que acudiera a darme las buenas noches y a cagarse en la barandilla. Pero nunca iba. Yo trasnochaba más. Nos ha jodido
El cuerpo de color mortecino se giró y un brazo se depositó sobre mi pecho. El pezón duro chocaba contra mis costillas. Como si con el brazo no hubiera bastante, la pierna izquierda de la Rubia Chanel se subió sobre las mías. Podía sentir su raja depilada sobre mi rodilla. Sus jugos. Me empecé a envalentonar. Mi polla clamaba dando gritos. Crecía con ansia. Crucé mis manos y me puse a girar ambos dedos pulgares. Uno sobre el otro. Haciendo círculos. La revelación llegó en unos minutos. Tenía que follarme a la rubia. Era vital. El Sr. Bourbon me imploraba.
Como pude, abracé aquel cuerpo de piel blanca y lo subí encima del mío. La bebedora de coca-cola abrió sus ojos.
-Hummmm ..dijo desperezándose. ¿Qué haces Ramirin?.
-Te voy a follar.
-¿Por qué has tardado tanto en subir? Me he quedado dormida. Te he estado esperando.
-El puto viaje a Canarias. Lo he estado hablando con el Sr. Bourbon. Hemos decidido que iremos. Acompañaremos a tu querida hermana. Por cierto, se fue a la cama al poco de subirte tú, y conste que ni me ha dado las buenas noches. Sólo espero que no me dé problemas. ¿Sabes?, me gustaría volver alguna vez a Canarias, pero me temo que si las cosas no salen bien, tampoco podré volver.
-Ven aquí, mi Ramirin. Dijo tomando mi miembro mientras lo guiaba hasta la puerta por la cual expulsaba los litros de coca-cola.
La penetración fue rápida, seguida, con ansias. Comenzó a cabalgar sobre mi cuerpo. Notaba mi pene resbalando en su interior .mis manos apretaban su culo contra mi polla. Quería ofender a su útero escupiéndolo con descaro.
Entusiasmado con el placer, mientras mi dedo pugnaba por ahondar dentro del ano del cuerpo cadavérico, giré mi cabeza hacia la puerta del dormitorio. Allí estaba. La puta actriz asomaba su cabeza y su media melena pegada al marco de la puerta. Nos miramos en silencio. A punto estuve de delatar su presencia con alguna grosería de las mías. Pero me contuve. Aún no sé cómo.
Ninguno dijimos nada, pero sonreí maliciosamente. Para que se jodiera. Para que reventara al ver como me cepillaba a su hermana. Y levanté el cuerpo de la rubia para que mi rabo asomara y ella mísma pudiera ver su longitud. Ella, bueno, ella ocultó su cabeza y se marchó dejando que yo siguiera en mi empeño de mezclar mi "lefa" con la puta coca-cola que seguro iba a ser expulsada por la rubia al terminar de follar.
A la mañana siguiente, Azucena no perdió el tiempo y se puso en contacto con Martindefierro para encomendarle la compra de dos billetes de avión con destino a Tenerife. Carmen y yo éramos el destino de esos billetes. Y Tenerife, un lugar al que probablemente no podríamos volver más.
Continuará ..
Coronelwinston