La rubia chanel, la chica romy y ramiro 3

Con este capítulo se termina la serie. Pero Ramiro Bocanegra tiene mucha vida por delante. El y sus cosas.....

LA RUBIA CHANEL, LA CHICA ROMY Y RAMIRO BOCANEGRA-PARTE 3 DE 3

PARTE III

Después de una cena normal dentro de las instalaciones del hotel, ambos nos fuimos a nuestras habitaciones. La cena se saldó sin apenas conversación. Ella estaba cansada y yo con una insolación de cojones. Necesitábamos descanso.

Puse la tele de la habitación. Me duché y, para no variar, me quedé desnudo por completo. Me gustaba estar desnudo. No habían pasado más de cinco minutos desde que me había tumbado encima de la cama, cuando unos nudillos golpearon con impaciencia la puerta de mi habitación. Sin pensármelo dos veces, me incorporé y abrí. Allí estaba ella, tan morena y tan pequeña como por la tarde. Entró con decisión y se fue directa a la cama. Se sentó a los pies.

-¿Qué haces desnudo?. Me preguntó.

-¡Joder, no esperaba visitas!-Contesté a la vez que cerraba la puerta y me dirigía hacia mi cama-, pero te recuerdo, actriz, que estoy en mi habitación y que no tengo que pedir permiso a nadie para estar como me salga de los cojones. Pero no te preocupes, me pondré un preservativo para que no te escandalices.

-No puedo dormir. Me dijo con cara de ofuscación.

-¿Y?. Dije a la vez que me sentaba en la cama y cruzaba mis piernas ahogando mi pene entre ellas.

-Quiero charlar.

-¡Pues la isla está llena de guanches y guiris que te darán toda la charla que necesites!.

-¿Qué hacías?.

-Nada. Estaba a punto de salir a la terraza y saltar al vacío. Mañana quiero estar el primero en el chiringuito cuando a ese cabrón de Pirata le salga de los cojones abrir el grifo de cerveza. Daré fin de sus existencias. Demasiado sol, demasiada sed. Traducido, insolación de cojones.

-Así aprenderás para otra vez.¿No tienes bebidas en el minibar?. Me preguntó ella.

-No. Pero del grifo que hay en el baño sale agua. Y la cisterna contiene algún que otro litro.

-Yo tengo una botella en mi habitación.

Aquella revelación hizo que mi interés despertara en un instante. Era tarde y no quería molestar a los de recepción encargándoles tres mil o cuatro mil grados de alcohol. Todo mi interés, hasta la irrupción de la actriz, se basaba en tumbarme en la cama, dejar que el aire acondicionado acondicionara mi cuerpo con su frío y, después de hacerme una paja, dormirme tratándo de recordar la letra de una de las canciones de Los Sabandeños, con las que muy amablemente me había obsequiado el Pirata cuando me acerqué a su chiringuito y tarareaba a la vez que tiraba de la palanca del grifo. Me caía bien ese joven descarado.

-¿Qué clase de botella tienes?. Pregunté.

-Ron con miel. Me contestó la actriz.

-¡Joder, qué porquería!. Tu jodida hermana con las putas coca-colas y tú con el jodido Ron con miel. Sois muy dulces. Demasiado para mí.

-¿La traigo o prefieres beber agua del grifo?.

-¿Me vas a joder la noche?, ¿?Acaso pretendes joderme el descanso?, ¿No te parece que el día ya ha estado demasiado movidito?.

-¡Borde!, sólo quiero ser amable contigo. Sólo quiero charlar un rato antes de dormirme.

-¿No se te ha secado la lengua de tanto hablar con el Pirata toda la tarde?. ¿Y de qué cojones hablábais tan intensamente?. ¿Acaso hacías planes junto a él para fugarte al Parque Loro?, ja, ja, ja.

-¡Gilipollas!. Le he estado preguntando dónde tenemos que ir para visitar la Gomera.

La actriz y yo habíamos estado aquella tarde tomando unas raciones en el chiringuito de mi nuevo amigo. Ella se ausentó al baño y a su regreso se quedó en la barra, apoyada como una puta, hablando con el Pirata de los cojones. Yo ignoraba la conversación, pero a decir verdad, me importaba tres cojones. No quise pensar que le estaba vendiendo un buen polvo. Me hubiera cabreado.

-¡No me jodas, actriz de los cojones!, ¿Ahora quieres ir a visitar La Gomera?. Ya habíamos hablado eso y te dije que "nones".

-Si. Me ha dicho que es muy bonita. El nació allí. Y quiero ver esa isla.

-¿Y por qué no te acompaña él?, ¿Acaso está exiliado en Tenerife?, ¿Acaso lo desterraron sus padres cuando vieron que era un pirata barbaroja?

-¡No, joder!. El no puede venir. Tiene que atender su negocio. Tiene que dar de beber a los borrachos como tú cuando deciden adueñarse de una puta insolación por estar todo el día bebiendo cerveza caliente y con la cara al sol. ¡Imbécil!., ¡Subnormal!.

-¡Mira que bien!. Entonces mi pregunta debe ser….¿Cuando salimos para La Gomera?.

-En un par de días. Tenemos que ir a Los Cristianos y allí tomar un barco, el Fred Olsen. Nos dejará en La Gomera, alquilaremos un taxi, comeremos allí y por la tarde nos regresamos en el mísmo barco.

-¡Joder, actriz!, no me gusta viajar en barco. Me marearé. Y ¿sabes lo que pasará si me mareo?, que vomitaré por el jodido barco, que la gente se me echará encima al ver mi vomitona y que seguramente, me lanzaran por la borda a mitad de camino. ¡Claro, que también podría venirse el Sr. Bourbon y así el que se marearía sería él, quedando yo exento de tan desgraciado menester!.

-Es media hora, Bocanegra. Ni te darás cuenta del viaje.

-Es evidente que no. Ya me encargaré yo de no darme cuenta. Te lo aseguro. ¿No ibas a traer una puta botella de Ron con Miel?

-Si. ¿Quieres que vaya a por ella?.

-Si, ve. Yo me beberé el Ron y tú te cepillas la miel. Dije con cara de asco.

La actriz salió como un cohete de mi habitación. En apenas un minuto estaba de regreso portando una botella de Ron con Miel. Basura pura. Pero alcohol al fin y al cabo. Maldije no haber seguido los consejos del cabrón del Pirata cuando me dijo que me subiera una botella de Johnnie Walker. Claro, que en un momento dado, siempre me quedaba el recurso de bajar en el jodido ascensor hasta la calle, cruzar la carretera y forzar el súper candado con el que vigilaba su chiringuito, y después de secar el grifo de cerveza, el Sr. Bourbon y yo nos hubiéramos regresado al hotel con material para abastecer a la actriz, a todos los de la planta 10, e incluso a los vecinos colindantes de otros hoteles. Pero no, era la noche dulce, la noche de Ron y miel. Tenía que hacer méritos.

-¿Qué pasa?, ¿No tienes vasos?. Me preguntó la actriz.

-En el baño hay alguno. Pero son de plástico. Tal vez al echar esa ardiente bebida se desintegren.

-Beberemos a morro. Dijo ella muy resuelta.

-¿Piensas acabar la botella? Pregunté extrañado, no por la cantidad de bebida, si no por el tiempo que aún debía soportar su presencia.

-Tal vez. ¿Y por qué no te pones algo de ropa encima?. ¿Te parece bien estar desnudo delante de mí?.

-Si. Me parece fenomenal. Claro que me parecería más fenomenal que tú también estuvieras desnuda. Estoy con una insolación que me va a provocar fiebre. Y moriré. Sólo en esta habitación. Sin recursos.

¡Joder!, aquello fue dicho y hecho. La actriz se sacó su camiseta y sus pechos brotaron como lo habían hecho aquella mañana en los Lagos Martianez. Pero ahí no quedó la cosa. Su corto cuerpo se puso en pie y se deshizo de su minúsculo pantalón bajo el cual no habitaba prenda alguna. Los 165 centímetros de altura quedaron expuestos con su desnudez más arrogante.

-¡Pero cooooño!, ¿ Te has depilado el coño?. Pregunté ante la carencia de hebras en tan exquisito lugar.

-Anoche. Lo hice anoche antes de ducharme. ¿Te gusta, no?. Dijo a la vez que lo exhibía con descaro.

-Supongo que si. Dije sin querer mostrar más interés del que mi cara ya reflejaría.

Tomó asiento sobre la cama y echó otro trago de ese jodido líquido. Caliente. Como no podía ser de otra manera. Maldije al Pirata de nuevo cuando el segundo trago me recorrió la garganta.

-¡Oye, esto es muy empalagoso!. Me niego a beber esta porquería.

-¡Ah, claro, el chico que sólo bebe zumos!. Exclamó ella en tono de burla a la vez que agitaba la botella antes de llevársela a la boca.

-Exacto. Y ahora si tuviera una naranja te la metería por la boca y te chuparía el coño hasta que escupiera Fanta de naranja. Nos ha jodido

-He estado hablando con mi herma. Y se hizo el silencio. No hubo contrarréplica a mi frase. Extraño.

-¿Y?. Yo también he hablado con ella esta mañana.

-Me lo ha dicho.

-¿Y qué la pasa?...ya ha firmado la compra de la jodida empresa. Su hermana pequeña está en Tenerife con su taladrador oficial, Martindefierro se ha llevado una buena comisión, las palomas están abastecidas de pipas de calabaza y Bola de Sebo ha ido a visitarla…..y han estado jugando un poco. ¿Qué más quiere?.

-Nada.

-Te conozco poco, Romy, pero algo te preocupa. ¿Me lo vas a decir o te lo tendré que arrancar a hostias?.

-¡Ahora me llamas Romy!....¿Ya no soy la actriz?

-No. Mira tú, en esta ocasión no. No sabes mentir. ¿Qué es lo que te preocupa?.

-Quiere que me quede a vivir con vosotros. En Madrid.

-¿En el Puto Palomar?. Pregunté escandalizado.

-Si. Los tres.

-¿Y que has contestado?. Pregunté.

-¿Qué te gustaría que la hubiera contestado?. Me preguntó a su vez con voz dulcificada en exceso.

-Que no, naturalmente.

-¡Hijo de puta!

Y se levantó soltándo la botella encima de la cama, lo cual provocó que el puto líquido dulce saliera y manchara las sábanas, y en cuatro escasos pasos salió de mi habitación dando una hostia a la puerta que tiembla el misterio. Creo que el golpe se oyó en La Gomera.

A la mañana siguiente nos fuimos en un trenecito un tanto maricón a visitar el Parque Loro. En la entrada tuvimos otro altercado que no pasó a mayores gracias a la intervención de un fotógrafo. Aunque el motivo del altercado fue el fotógrafo. ¡Quién me entiende!.

Por la tarde, regresé a mi chiringuito particular mientras la actriz compraba y compraba regalos. Pirata y yo hacíamos buenas migas. Estaba seguro que tras un par de días, ambos estaríamos tras la barra. Me informaba de todo lo referente al archipiélago Canario. Sus cosas, sus costumbres, sus gentes. Y le pedí información sobre la ascensión al Teide, tema que traía dislocada a la actriz, pues no en vano me había dicho, no una, si no mil veces, que era vital visitar la cima del pico. Oportunidad única lo llamaba.

La Gomera fue nuestro siguiente paso. Una odisea en toda regla. Para empezar me tuve que levantar, es un decir, ya que no me acosté, a las 4,30 de la mañana. Después, un viaje en autocar hasta Los Cristianos, donde se suponía que íbamos a embarcar para ser trasladados a la isla. Y así fue. Y no me mareé. Y no vomité. Pero me aburrí de la hostia. En esa isla sólo había habitantes que silbaban para comunicarse unos con otros. Si, jajajaja, había bares. La isla era bella, acogedora….pero aburrida. No me extrañaba que el cabronazo del Pirata Barbaroja hubiera nacido allí. Decir La Gomera y Pirata Barbaroja…..estaba unido. Imaginaba, dentro de mis grados de alcohol, el contrabando furtivo de los habitantes de aquella isla. Si, la isla me gustaba, pero me aburría, y por suerte, la actriz también se aburrió….y nuestro regreso no se pudo precipitar.

Al menos 7 u 8 bares recibieron nuestra visita. En el último de ellos, sentados en la terraza, la actriz se mostró más abierta. Por primera vez la vi como una mujer, no como un marimacho que era hermana de la Rubia Chanel. Ni qué decir tiene que quien se pilló el pedo fue ella, que quien vomitó en el barco en nuestro regreso fue ella…..que quien se fue a dormir nada más llegar al hotel….fue ella. Pero la jodida actriz, a la mañana siguiente estaba recuperada. Mientras desayunábamos me dijo que se iba de compras. Me pidió que la acompañara.

-¿Vendrás conmigo?. Me preguntó.

-¡Ni de lejos!. Yo no voy de compras con ninguna mujer.

-¿No vas a comprar nada?.

-Si, tabaco y alcohol. Y eso lo hago en diez jodidos minutos.

-Acompáñame por favor.

Ni el vestido que se había puesto me conmovió. La silueta de sus pechos, pechos que ya conocía, pues se los había visto bien vistos, me reclamaban, pero aún así, me negué. Y cosa rara, no hubo ofuscación por su parte. Ni por la mía.

Aquello no pareció encajarlo mal, cosa rara. La actriz se había suavizado después de nuestras salidas y mis complacientes actuaciones en Parque Loro, La Gomera y los Lagos. Se fue a visitar un sin fin de bazares en los que dilapidó una fortuna comprando toda clase de gilipolleces. Yo fui más práctico, cartones de Winston y botellas de Johnnie Walker y J.B en cantidades igualadas para no sembrar celos entre unos y otros. La verdad, no sabía como podría sacar de la isla aquél arsenal de alcohol y tabaco. Probablemente nos detuvieran en el aeropuerto y nos encerraran acusándonos de contrabando. Claro, siempre quedaba mi amigo Pirata Barbaroja y sus contactos en la isla para salvar tan desgraciado incidente. Y como último recurso, usaría el cuerpo de la actriz a modo de chantaje.

Y llegó el aciago día de la ascensión al Teide. La mañana se presentó con un nublo de cojones. La actriz se presentó con botas de montaña, pantalón corto, camisa azul y pañuelo al cuello. Todo comprado en Tenerife. Yo, bueno yo…….si, llevaba un pantalón corto, un polo lacoste y unas adidas. El turista era yo, ella, la montañera. Nos ha jodido….

Ciertamente no era de mi agrado ascender el Teide, pero una vez en Tenerife, no me podía negar, claro que no se lo iba a decir a la actriz. Sólo por joder. El viaje no comenzó mal, mucho autocar, tanto autocar que pensé que subiría todos los días al Teide. El jodido conductor parecía tener empeño en llevarnos hasta el cráter. Pero no, nos dejó en una explanada donde se iniciaba la subida en teleférico. Hasta ahí, todo bien. Pero el teleférico llegó a otra explanada y nos bajamos. Y llegó el caos mental. Había que subir el resto a pie. Por un camino sinuoso. Lleno de piedras. Estrecho. Jodido. Caótico. Matador.

Unos hablaban de 400 metros, otros de 800, otros de 160…..yo, de miles de kilómetros. No me veía capaz de ascender por ese camino. La actriz si. Y lo demostró.

A mi lado se situó un matrimonio peninsular que no paraban de decir que si faltaba o sobraba oxigeno a medida que íbamos ascendiendo, que si subía la tensión, que si……!Hostias!, que me acojonaron. La jodida actriz emprendió la marcha sin mirar para atrás. En cinco escasos minutos dejé de divisar su mochila, al jodido matrimonio y a la jodida humanidad que nos acompañaba. Estaba sólo. Bueno, no del todo. Mi mochila albergaba al Sr. Bourbon y a mis rubias preferidas. Aquél camino de piedra era la hostia, tras casi media hora andando entre lava, giré mi cuerpo para ver el portento de mi ascensión…..lloraba. Apenas había logrado subir 50 metros. Me senté sobre una piedra y me dispuse a mantener una charla con el Sr. Bourbon para aligerar la ventilación. Pero su voz me sorprendió botella en mano.

-¿Vas a subir hoy o lo dejas para el año que viene?.

-¡Coño, actriz!, te daba en la cima bailando el folklore canario.

-Y yo te daba así, con la puta botella en la mano y haciéndote el remolón para no tener que subir.

-Tomo fuerzas.

-¡Vámos, joder!. No queda nada, yo casi había llegado a la cima pero me he vuelto.

-Mal hecho. Ahora no te quedarán fuerzas para subir de nuevo.

-Hay algunas gentes sentadas en las piedras descansando como tú, pero hay una diferencia, ellos se dan un respiro para continuar, tu te das un respiro para que te de un infarto. ¡Cómo se te ocurre beber, subnormal!.

Miré a mi alrededor. Un gran valle de dónde emergía aquél gigante de piedra. Un gran silencio. Un buen lugar para morir. Pero no era yo quien debía morir, era la actriz la que debía fallecer.

-¿Sabes, actriz?, podría tirarte montaña abajo, podría desnucarte con un pedrusco de estos, nadie me vería, podría, incluso, follarte antes de que me sobreviniera el derrame cerebral al que me estoy exponiendo por tu jodido capricho, podría

-¿Podrías dejar la puta botella y levantar tus huevos de la piedra e intentar andar unos centímetros más hasta llegar al lugar donde me encuentro?. Son sólo unos…50 cm. ¿Serás capaz?

La miré con los ojos rojos. Lleno de ira. Quise decir muchas cosas, pero me faltaba oxigeno. O me sobraba, no sé que cojones pasaba. Me incorporé y ascendí unos diez metros. Me senté de nuevo. La actriz me vigilaba con la guadaña. Y grababa con esa puta cámara de vídeo que se había comprado. Confieso que la puta cámara de video era quien me daba alas para proseguir. Deseaba alcanzar el cuerpo de Romy, después de darla una soberana hostia, su cámara moriría contra las piedras. Así nadie vería mis penurias.

Seguía su silueta, bordeando aquél sinuoso camino, perdiéndola de vista de vez en cuando. Me senté de nuevo. Esperé un par de minutos y al no verla deduje que ya habría llegado de nuevo a la cima. Un cigarrito se acopló entre mis labios.

-¿Qué cojones haces, subnormal?, ¿No sabes como joderme el viaje a Tenerife, eh?, ¿No sabes como joderme?.

La mala hostia se reflejaba en su cara. Había aparecido tras una piedra para sorprenderme. Bajaba como una exhalación. Me preparé para lo peor. Yo estaba lento de reflejos y temí que me diera una hostia, pero…..cuando llegó a mi lado tuve la fortuna de agarrala por el brazo y la tiré contra mi cuerpo. La besé. Y me soltó una hostia. Y yo me despollé cuando la quité la puta cámara y amenacé con tirarla al vacío. Pero no podía hacer eso. Era su viaje.

-Mira, jodida actriz, de la hostia que me acabas de dar me olvido-Dije mientras la devolvía la cámara-, pero este beso que te acabo de dar será tu amenaza constante hasta que salgamos de Tenerife. Te lo dije, actriz, un día de estos te follaré. Sólo para ver que cara pones.

-¡Hijo de puta!.

Y nos enredamos en un intercambio de piropos. En mi salsa. Aderezada por su belleza. Todo esto mientras seguía tras sus pasos.

-Tú más. ¡Cerda!. ¡Estrecha de coño!, como tu hermana.

-¡Eunuco!, ¡borracho!

-Si, si, eunuco, pero bien que me mirabas la polla cuando me taladraba a tu hermana en el Puto Palomar. ¡Envidiosa de mierda!.

-¿Envidia de ti, de tu polla?, de la de mi cuñado tal vez, pero de la tuya…ja, ja,ja.

-¡Me voy a cagar en tu puta madre si sigues grabándome con la puta cámara!

-¿Sabes lo que haré?, ¿Sabes lo que haré con esta grabación?, reuniré a Martindefierro, a Bola de Sebo, a tus putas palomas, cagona incluida, a mi hermana y, juntos, todos juntos, nos reiremos de ti mientras brindamos por tu fallecimiento en el intento de ascender 160 metros hasta el cráter del Teide. ¡Imbécil!.

-Cuando llegue a la cima te meteré la Cruz de Hierro por ese ano que debes de tener cerrado aún. Pero yo le desvirgaré mientras chillas de dolor. Llorarás. Te lo dije actriz, un día de estos te follaré.

-¡Ánimo, maricón, que ya llegamos!

Y llegamos. Los 3718 m de altura se vieron cumplimentados con mi presencia. Lo había logrado. Saqué fuerzas de dónde no las había, pero lo logré. Gracias a la actriz, eso es seguro. Sólo ella supo inocularme la suficientemente mala leche para provocar en mí ese arranque de ira que me hizo llegar a la cima. Del regreso ni hablo. Casi bajo en un pis pas, pero en caída libre.

El descanso se había instalado en nuestros cuerpos. Las compras eran las compañeras de la actriz, el chiringuito del Pirata Barbaroja mi ocupación.

El último día en la isla debía ser tranquilo. Era 21y nuestro regreso estaba fijado para el 22 con salida de los Rodeos a eso de las 10 de la noche. El cargamento de tabaco, botellas de alcohol, incluidas las de ron con miel y alguna de licor de plátano, ya viajaba camino a Madrid gracias a la colaboración del jodido Pirata Barbaroja. El y sus criminales contactos. Jodido joven. Aún faltaba por solventar un pequeño detalle. Detalle que se llamaba, tres video-cámaras, cuatro cámaras de fotos, seis teléfonos móviles, claro, de última generación, cosa que pondría muy extasiada a su hermana, y un sin fin de ropa, manteles y porquerías similares. Pero ella se encargaba. Eso decía.

Ese día 21, estuve toda la mañana, mientras la actriz hacía sus maletas, acompañando al Pirata en su garito playero. Un tío cojonudo ese cabrón. Nuestra amistad era sincera. Me comprendía y yo a él. Le tenía convencido para que mandara todo a la mierda, cerrara el puto garito y se viniera a Madrid. Yo le colocaría en un nuevo local de Bola de Sebo para que aprendiera a tratar a las putas. Yo me aseguraría que se le cayera la polla de tanto follar. Yo me cercioraría que nada le faltara. Yo le garantizaría su supervivencia, aunque con sus amistades, no haría falta. La cadena de evacuación de material, alcohol y tabaco, de la isla, estaba garantizada. Lo tenía casi convencido.

Me había sentado en su terraza, desde allí divisaba mi habitación cuando elevaba mi cabeza. Y también la de la actriz. Sólo había que mirar a la planta diez. ¿Qué como sabía yo cual era la planta diez?, era fácil. La actriz había dejado, a nuestro regreso de los Lagos Martianez, una toalla sobre la barandilla de la terraza en la que se leía claramente...."Siempre Canarias". Es evidente que se la había comprado a la entrada de los Lagos Martianez. Pero sigo, yo estaba sentado en la terraza del chiringuito del Pirata cuando a la mesa de al lado llegó una Bata Blanca. Dentro traía un cuerpo joven, hermoso, moreno, duro. Sus piernas parecían agujas clavadas en aquellos tacones, sus pechos airbags de última generación, su trasero…., ¡joder, quise ser su silla por un instante!. Se pidió un refresco. Curioso, de naranja. A la portadora de la Bata Blanca también la habría metido las naranjas por la boca. Y de haber estado en un lugar más discreto, hubiera bebido el zumo de su coño. Noté al joven muy agitado mientras exprimía las naranjas que se iba a beber la Bata Blanca. Ella me miraba con recelo, pero con picardía. No diría que se insinuaba, diría que me llamaba. Observé como el Pirata dejó el vaso colmado de zumo sobre la mesa, y a su lado, unas pastas de aperitivo. Mientras Pirata volvía a la barra para atender a nuevos clientes, me fijé concienzudamente en aquella morena. Apenas cuatro botones cerraban su bata blanca. Sus piernas ligeramente separadas ofrecían un hueco por el que no podía ver nada. Tiré el mechero al suelo para, al intentar agacharme a recogerlo, echar una miradita bajo la mesa. La cabronaza se dio cuenta de mi jugada y sus piernas se separaron más. Algo rosa se dejó ver. Me incorporé y nos miramos. Era descarada. Supongo que sería una puta enfermera llena de lujuria. El Pirata me alejó brevemente de aquella mujer.

-¡Ya estoy aquí!, son guiris-Dijo refiriéndose a los de la barra-, les he puesto de beber y me vengo contigo. ¿Has visto a esa?-Me dijo señalándome con la vista a la portadora de la bata blanca-, me tiene loco. Viene todas las mañanas por aquí.

-Siiiii….¿Y cómo no la he visto antes?. Pregunté.

-No habéis coincidido. Pero está buena, ¿eh?.

-Ya lo creo, cabronazo. Esa nos hundiría en la más triste de las miserias a los dos juntos si tuviéramos la oportunidad. Lleva las bragas de color rosa.

-¡Cabrón!, ¿Se las has visto?.

-Si. Me he agachado y ella ha abierto sus piernas. Sabía lo que pretendía. Y me lo ha dado.

-Me gusta. Me dijo el joven.

-Mucha mujer para ti, Pirata. Vente a Madrid, yo te enseñaré a tratar a las mujeres. Bola de Sebo te presentará coños mundiales. Tiene de todo, orientales, africanas, europeas, americanas…..es la hostia esa coja.

-Pero me gusta ésta, Ramiro.

-¿Y se lo has dicho a ella?.

-No.

-¡Claro, Salma Hayek está colada por mí, pero aún no lo sabe!, nos ha jodido….

-Sólo me iría a Madrid si la tuviera cerca. Es enfermera.

-Todo tiene solución en esta vida, amigo Pirata. Todo.

La Bata Blanca se levantó, soltó un billete de cinco pavos sobre la mesa, billete que sujetó con el vaso y nos miró. Una sonrisa y echó a andar. En aquél instante tuve la visión, no, tuve la certeza que la volvería a ver, pero no en Tenerife.

El Pirata me había tomado cariño. Y yo a él. Lo triste llegó al despedirnos. Esa misma tarde salía para la Gomera a visitar a sus padres. No le volvería a ver, o bien hasta mi regreso a la isla o bien hasta su llegada a Madrid. Y eso me dolía. Me entristecía, coño. Cuando nos dimos el abrazo de despedida nuestros cuerpos se apretaron…….en silencio, con sinceridad. Había nacido una amistad firme. Una similitud de ver la vida, una forma de ser común. Nos apretemos más para que nuestro abrazo fuera más sincero.

-¡Ey, coño!....de mariconadas nada. Dije a la vez que nos separábamos el uno del otro mientras nos reíamos.

-¡Qué!, Yo me pongo con el culo pegado a la pared, Ramiro. ¡Si a ti no te gustan los enjutos de nalgas!, a ti sólo te gusta el Sr. Polla, ja, ja, ja, ja.

Un abrazo y un adiós. Aún le podría vigilar desde la terraza del hotel. Era un buen tipo. En realidad la isla me había ofrecido todo su tabaco, todo su alcohol, todas sus bellezas, loros y teides incluidos, pero dos cosas eran las únicas que importaban, la amistad de Pirata y la que estaba por llegar.

Recluido en mi habitación, recibí la llamada de Romy. Desde su puta habitación. Con dos cojones. Práctica que empleaba de vez en cuando. Las dos habitaciones, 1010 y 1011, no estaban separadas por unos cientos de metros, no, estaban una al lado de otra, pero había que usar el jodido teléfono móvil de última generación para joderme la existencia.

-¿Estás en tu habitación?. Preguntó al oír mi voz.

-En ella ando. ¿Ya has terminado de recoger tus cientos de cosas?

-Si. ¿Puedo ir a verte?.

-¿Qué te pasa ahora?

-Nada. Sólo quiero ir a verte.

-Mientras no vengas con una estúpida botella de Ron con miel, te admitiré.

-Ya estoy en la puerta. ¿Me abres?.

Abrí la puerta. Allí estaba ella. De pies. Con una camiseta y un pantalón corto. Como casi siempre. En sus manos sostenía un bol de cristal. Su voz, sus palabras fueron deliciosas.

-Como sólo bebes zumos….-Dijo dejándo el bol lleno de naranjas sobre la mesilla-, te traigo estas seis naranjas. Me las meteré por la boca y tu me chuparás el coño hasta que escupa Fanta de naranja. ¿No es eso lo que me dijiste la otra noche?.

Me quedé perplejo. Y más aún cuando se quitó la camiseta y sus pechos se volvieron a adueñar de mis pupilas. La bajada de pantalón me impactó, es cierto, pero me impactó más cuando, desnuda por completo, tomó una naranja y se la llevó a la boca y con sus dientes comenzó a quitar la cáscara. Se sentó en un lateral de la cama y abrió sus piernas. Su raja depilada, al igual que la de su hermana, era preocupante.

-Acerca tu boca, ya va a empezar a salir Fanta de naranja.

Si, lo confieso. La hubiera hostiado allí mísmo. Se mostraba como una vulgar puta. Con sus piernas abiertas ofreciéndome un vaso del que no me importaba beber, pero era la actriz, la hermana de Azucena. Y había un pequeño problema, yo estaba casi sobrio. Pero en esta vida, casi todo tiene arreglo.

-¿Acaso vienes a que te chupe el coño?

-Es evidente, Bocanegra.

-¿Y quien cojones te ha dicho a ti que me gusta el zumo de naranja?

-Se que el zumo de naranja no te gusta, me lo ha dicho mi hermana, pero también se que mi coño te arrebata.

-¿También te lo ha dicho tu hermana?

-He venido a que me folles, ya sabes, más de 21 días…..no hay mujer que resista, ¿No es eso lo que dices?.

-¿Acaso estás grabando esto con algún jodido teléfono móvil de esos que has comprado?

-No. No habrá testigos. Solos tú y yo…..y tu…. Sr. Bourbon si quieres, pero sólo una copa. Me quiero correr, Bocanegra.

-¿Le harás eso a tu hermana?. Pregunté desde la hipocresía.

-¿Se lo harás tú?. Contestó ella.

Mis pantalones ya habían dejado mi cuerpo. Mi pene gritaba dando cabezazos de un lado a otro a la vez que me acercaba a la cama y me arrodillaba delante de ella, entre sus piernas, entre sus labios.

-Sabes que sí, zorra. Contesté a la vez que mi lengua se fundía con su grieta.

-Al principio no saldrá Fanta de naranja, pero cuando pase un rato, me saldrá la vida mísma. Podrás beber hasta saciar tu sed. Después, yo beberé bourbon contigo.

Mis manos tropezaron con las suyas abrazando sus pechos. Levanté mi cabeza. Allí estaba ella, sonriendo a la vez que agarraba mis manos y las conducía por sus pechos. Me incorporé y la tumbé encima de la cama y me abalancé sobre ella. Con la mano derecha apunté mi pene a su grieta y apreté lentamente. El calor de aquella vagina me conmovió. Necesitaba echarla un buen polvo. Me propuse que se corriera hasta la extenuación. Quería marcarla para que a nuestro regreso a Madrid no pudiera olvidarse de mí. Claro que yo ignoraba la segunda parte de esa historia, pero ahora sigamos con el polvo. Me apretaba contra ella y ella se ofrecía a mí sin pudor, con descaro. Su boca y la mía se fundían con ardor. Sus piernas abrazaban mis riñones y me atenazaban como si tuvieran miedo a que mi aguijón se despachara sin decir adiós. Nuestras frases entrecortadas se pronunciaban sin orden.

-¡Joder, Bocanegra!......!Cómo me estás follando!

-¿Te gusta, zorra?, ¿Te gusta como te la incustro?....Ohhh….siiiii….necesitabas que Ramiro te diera placer, ¿eh?.

-¡Joder, clávamela más a fondo, cabrón!.....uaffff…..Ufffffff….

Me salí de su vagina con rapidez. Volteé su cuerpo boca abajo y me subí entre sus nalgas. La penetración, aunque menos profunda, para mí fue más placentera. No pude evitarlo. El temblor me llegaba sin avisar y me salí de su cuerpo para correrme sobre sus nalgas. La protesta se hizo sonora.

-¡Oh, cabrón….no te salgas ahora!.

-¡Me corro, hija de puta….ahhhh!

-¡Córrete dentro, dentro Ramiro!

Ya era tarde. Mi esperma salía a impulsos ahogados sobre sus nalgas. Cuando terminé de correrme, la volteé nuevamente y la puse boca arriba. Mi lengua se fijo en su clítoris. Debía pagar. Y pagué.

Sus jodidos chillidos se debieron oír hasta en Lanzarote. ¡Qué vergüenza!, ¿Dije vergüenza?, no, yo no conocía la vergüenza, y menos cuando iba a acompañado del Sr. Bourbon, pero este no era el caso. Cuando me aseguré que había terminado de correrse, la dejé y me separé de ella. Me puse en pie y la contemplé sobre la cama. Derrotada por la corrida. Con sus ojos cerrados, su cara relajada y su cuerpo ardiente estaba más bella aún. Miré el reloj. Eran las 6 de la tarde de aquél día 21.

Aún jadeante, me dirigí al minibar y extraje una botella de bourbon. Un vaso adornado con tres cubitos de hielo colmó mis apetencias. Mientras me encendía un cigarrillo, de espaldas a ella, su dedo se acercó a mi ano. Me giré bruscamente ante la sorpresa.

-¿Qué haces, joder?, me has asustado. Te daba por muerta.

-Se que te gusta esto…..

-¡No te hagas líos, actriz!, a mi me dio por el culo el Sr. Polla en una noche de desenfreno total, baños de alcohol y calentura emocional, pero de maricón, nada de nada. No niego que me gustan ciertas licencias anales, pero yo elijo a mis penetradores. ¿Te has corrido bien?.

Su dedo se retiró de mi ano y se sentó sobre la cama.

-Me hacía falta. Estaba muy tensa. Date la vuelta. Te la voy a limpiar.

En efecto, me di la vuelta y mientras bebía mi bourbon, Romy me hizo una concienzuda limpieza, aunque no sé para qué, ya que a la media hora escasa, estaba cabalgando mi cuerpo nuevamente. Y lo que es más jodido, pellizcándome el pecho.

Se quedó a dormir en mi habitación. Ya no le daban fobia los números impares. Había pasado 9 días junto a la actriz, pero hasta ese día no había habido roce alguno entre nuestros cuerpos, si exceptuamos, claro está, el beso robado a 3718 m. de altura y la hostia en mi cara a la misma altitud.

La Chica Romy me despertó a las 4 de la mañana. Su preocupación, taparse el coño. Su finalidad, correrse otra vez. Bien podría decir que ha sido el polvo más largo de mi vida, pues a eso de las 6, 30 me abandoné junto a ella y nos fundimos en un cálido beso y abrazo a la vez que nuestros cuerpos experimentaban el temblor del Volcán de la isla. Puta actriz, me dejó seco. Pero ese beso que nos dimos no era un beso de polvo, era un beso de algo más.

En el aeropuerto de Madrid, nos recibió Azucena. El jodido Mercedes 220 esperaba en el parking. Mi estado no me permitió ponerme al volante, el de la actriz tampoco. Ambos, sentados en el asiento de atrás, nos fuimos descojonando de todo bicho viviente que se cruzaba en nuestro camino. Azucena se alteró, pero dado nuestro estado, optó por no amargarnos la fiesta. Al final, su hermana y yo habíamos hecho buenas migas.

Ya en el Puto Palomar, sentados los tres en el salón, Azucena se dirigió a mí.

-Le he dicho a mi hermana que se quede a vivir con nosotros.¿Te parece buena idea, Ramirin?.

-Es tu casa. Es tu hermana.

-Lo sé, pero me gustaría saber tu opinión. Me dijo la Rubia Chanel.

-Hablaré con las palomas, nos ha jodido….

-¿No seremos muchos?. Preguntó Romy.

-Ja, ja, ja, ja…..Rió de buena gana Azucena.

-Ja, ja, ja, ja…..Con sus risas, Carmen, la actriz de pacotilla, la Chica Romy, su hermana a fin de cuentas, se unió a la Rubia Chanel a la vez que se abrazaban.

Las miré sorprendido. Dejé el vaso encima de la mesa, vacío naturalmente, y me despedí de ellas.

-Veo que se queda. Perfecto. Me voy a la cama. Vigilaré a ver si viene la puta paloma cagona a cagarse encima de la barandilla.

-Hoy tendrá motivos si te portas mal, Ramirin. Me dijo la Rubia Chanel.

-¿Y eso?. Pregunté.

-Hoy nos follarás a las dos. Me contestó.

Y así fue. Los tres nos subimos al dormitorio de la Rubia Chanel, el mío también, pero yo lo llamaba "su dormitorio". Me gustaba la idea, pero estaba sorprendido. Me iba a follar a las dos hermanas. Y con el consentimiento de ambas. Nada de juegos ni leches. Todo al estilo utilizado con Bola de Sebo cuando nos visitaba. Siempre acabábamos en la mísma cama los tres, la coja, la rubia y yo, para mayor escándalo de los lacayos, que murmuraban que éramos unos guarros.

Subí las escaleras despacio. Trataba de asimilar lo que había dicho la Rubia Chanel. Ellas dos subían tras mis pasos como dos perras en celo. Nada más llegar a la habitación, sus cuerpos se adueñaron del mío. La mortecina y la canija rivalizaron por ver quien me chupaba mejor la polla. Yo miraba por el ventanal del balcón. Esperaba la visita de la asquerosa paloma. Pero no, no vendría. No vendría a cagarse, tras mi polvo, sobre la barandilla. Esa noche no.

La Rubia Chanel se mostró como buena hermana, mejor anfitriona y excelente comparsa. Permitió que Carmen se subiera encima de mi cuerpo y ella mísma dirigió mi polla hasta las proximidades del coño de su hermana. Otra vez el calor infernal del coño de la actriz. Otra vez los saludos con su útero. Otra vez mis manos en sus pechos. Ella arqueaba la espalda hacia atrás para que la penetrara más hondo. Yo empujaba con mi pelvis cada vez más fuerte. La Rubia Chanel abrió sus piernas y se situó sobre mi cuerpo y su grieta dulce de coca-cola se fundió con mi lengua.

El polvo no fue muy largo, apenas 20 minutos de sexo, pero ahí quedó marcado y escrito que ese era el comienzo para que yo dispusiera de las dos hermanas a mi antojo. Bola de Sebo se tendría que conformar con Azucena y sus juguetes mientras yo me follaría a la actriz.

El jadeo constante de la actriz, alimentado por los suspiros de su hermana, dieron el aviso a las dos mujeres. Ambas se abrazaron a la vez que yo me dejaba ir y mi semen salía a impulsos dentro del coño de Romy. El grito de los tres fue aterrador. Seguro que hasta la paloma cagona supo de nuestro final. Y los lacayos también. Pero esos no importaban. Ya estaban acostumbrados a los devaneos de la Rubia. El motón de carne frenó en sus movimientos y las respiraciones fueron cobrando su ritmo normal.

Derrotados sobre la cama, aún nos acariciamos los tres. Y mientras fumábamos un cigarro made in Canarias, me enteré que la instigadora del polvo de Tenerife entre la actriz y yo, había sido La Rubia Chanel. Quería a su hermana en su casa, y la mejor forma de conseguirlo era que yo también la aceptara.

Que la actriz se quedara a vivir en la casa de la Rubia Chanel me iba a reportar grandes momentos. Pero no quería vivirlos sólo junto a ella. Necesitaba al Pirata Barbaroja en Madrid. Pero eso amigos, es otra historia…..

FIN

Coronelwinston