La ropa de Natalia
Una pequeña aventura con la ropa de una amiga.
La ropa de Natalia.
Hace un año más o menos, me encontraba haciendo un trabajo de la Universidad, en el apartamento de mi amiga Natalia. Ella era una rubia muy bonita, flaca y alta, de muy buenos modales, y con una clase impecable. Sus papas le habían regalado el apartamento donde vivía, y toda su ropa era de marca. Natalia era la responsable de todos los suspiros masculinos en la universidad, pero su corazón pertenecía a su novio, un joven llamado Raúl, e igual de espectacular y sexy a ella.
En fin. Un domingo, en su apartamento, haciendo una entrega que deberíamos presentar el lunes, y el panorama no se veía nada alentador. Todo lo contrario, estábamos muy atrasadas, y tuvimos que trabajar toda la noche, bebiendo café, sentadas al frente del computador. Finalmente, a eso de las 5:00 a 5:30 AM, logramos terminar, a pocas horas de la presentación pactada a las 8:00 AM. Logramos dormir un rato.
A eso de las 6:30 AM, Nata llamó a su novio para que la recogiera en su auto, y la llevara a imprimir nuestros afiches en los cuales habíamos trabajado toda la noche. Ella los imprimiría en un lugar cercano a la universidad, y luego los llevaría allá. Mientras yo guardaba todos nuestros archivos en un disco compacto, Natalia entró a ducharse. Ella había llevado todo el día una camiseta tipo top y un pantalón negro licrado, que ya estaban notoriamente sudados. Al salir del baño, envuelta en una toalla, partió para su cuarto y en un santiamén salió completamente vestida con un jean descaderado y un suéter de color amarillo. Yo le entregué el disco con la información a imprimir, y tomé rápidamente mis cosas, con el objetivo de irme a casa, a ducharme y regresar a la universidad.
Sin embargo, a Natalia no le agradó mucho el plan y me dijo q me duchara en su casa y partiera directamente hacia la universidad. Pero yo no traje ropa le dije, con voz cansada, a lo que ella me respondió diciendo, toma lo que quieras, arréglate, y luego me la devuelves. En ese instante sonó el timbre del apartamento, anunciando que Raúl había llegado. Él se arrimo tímidamente a la puerta, donde besó tiernamente a Natalia, y luego me lanzó un saludo casi mudo al cual yo respondí. Luego Natalia le hizo un ademán a Raúl, el cual se despidió y bajo, a lo que ella le respondió con unahora bajo, espérame amor.
Luego Nata, me llevó a su cuarto y me mostró su inmenso guardarropa. Sin embargo, antes de que terminara de cerrar el último cajón, le dije que no me gustaría usar su ropa teniendo mi ropa interior usada, sin embargo, ella con toda la naturalidad del caso, me respondió diciéndome que tomara unos panties y un brassiere de ella, ya que sus pechos y los míos eran más o menos del mismo tamaño. Luego se despidió, y con mucho afán tomó el cd y bajó rápidamente.
Luego, entré al baño, y lentamente me despojé de mis prendas: Una falda larga y una blusa de color beige. Pronto, noté que la ropa que Nata había utilizado estaba amontonada en un cesto, cerca de la ducha. Eso me recordó mis aventuras en el cole, donde me encantaba la ropa de otras personas, especialmente usada. Sin embargo, me aguanté las ganas, y entré a la ducha a bañarme rápidamente. Al salir le eché nuevamente un vistazo a la ropa de Nata, en especial su tanga y su pantalón licrado que habían forrado tan sensualmente su hermoso cuerpo. Sin embargo me dirigí hacia su cuarto, para evitar nuevamente la tentación.
Empecé a abrir los cajones del guardarropa de Nata, mirando que prendas me quedarían. Sin embargo mi corazón se detuvo al hallar unas bragas hermosas, de color vinotinto satinadas, de una suavidad increíble. Las tomé con delicadeza y las acerqué a mi cara, sintiendo con mis pómulos la extrema suavidad de su tela. Sin pensarlo, decidí olfatearlas, y un delicioso olor a limpio me hizo crispar la piel. Luego bajé mi mirada hacia mi sexo el cual se encontraba un tanto húmedo. Quería pensar que era el agua de la ducha que aún estaba ahí, pero en el fondo sabía que ese líquido era entera y deliciosamente mío.
Me senté sobre la cama de Natalia y lentamente empecé a probarme seas hermosas bragas. La sensación de la seda acariciando lentamente mis piernas me hizo temblar, sin embargo, cuando la tela tocó mi vagina, recién rasurada, lancé un ligero grito que culminó cuando sentí algunas gotas bajando lentamente de mi conchita. Ese era el detonante que necesitaba, así que corrí al baño, y tomé la tanga y el pantalón que había lucido Nata el día anterior. Luego olfateé la tanga, y el delicioso olor a vagina levemente sudada me excitó completamente. Antes de proseguir y poseída por un enorme deseo que llenaba mis venas, vi colgada muy informalmente una chaqueta deportiva Nike de color naranja. Esa prenda era una de las que más me agradaban de Nata, así que la tomé, y la olí y toque. Su perfume era delicioso, y su tela muy suave, casi brillante. Las mangas eran decididamente largas y el tronco era corto, lo que solía acentuar la cintura de Nata.
Sin nada más que las bragas de Nata rozando mi sexo, empecé a acariciarme los senos con la hermosa chaqueta, los cuales se rindieron súbitamente frente a la suavidad de su tela. Mis pezones estaban durísimos. En un momento me detuve, y decidí planear qué hacer con ese hermoso arsenal de estimulantes sensoriales. Así que tomé la chaqueta de Nata, me la puse, asegurándome que su dulce tela rozara suavemente mis pezones con el más mínimo movimiento. Luego, tome sus bragas, las lamí y las puse en mi cara, y luego introduje toda mi cabeza en el pantalón de lycra, situando mi nariz donde estaba hace pocos minutos la conchita de Natalia. Mis jugos corrían por mis piernas, y el fantástico olor me transportó a otro mundo. Mis dedos se introdujeron en mi cosita, acariciando suavemente mi clítoris. Estaba loca y completamente extasiada. Sin embargo antes de llegar al climax, mi corazón se detuvo. Miré el reloj digital en la mesita de noche de Nata, y eran las 7:35 Estaba retrasada para la presentación.
Toda mi excitación se diluyó completamente. Tomé la ropa de Nata y la llevé nuevamente al baño, y me vestí rápidamente. Arreglé rápidamente todo, para que pareciera que nada hubiese ocurrido en la cama de Nata. Finalmente me miré en un espejo, me peiné y revisé que no se notaran por encima del pantalón mi tremenda excitación.
Bajé como pude, con la chaqueta naranja de Nata en la mano, tomé un taxi, y a pesar del tráfico, logré llegar a tiempo. Al llegar, Nata me saludó y me condujo al salón donde debíamos exponer. Obtuvimos un 4.8, una excelente noticia.
Al poco tiempo, le devolví toda la ropa que Nata me había prestado, eso sí, concluí mi fantástica velada de autosatisfacción en mi propia cama, con la ropa de Nata, especialmente con su encantadora chaqueta y sus delicadas braguitas, que tanto me hicieron gozar.