La revuelta del coronel Mourinho.
Nos vamos acostumbrando a nuestra nueva vida en Mozambique.
Segunda fase de Destinado con una becaria a Mozambique.
Eran las seis de la mañana cuando parece que todo acabó. Rebeca había estado gimiendo y gritando de placer toda la noche sin cortarse un pelo. Oí la puerta de la casa cerrarse antes de quedarme dormido la hora escasa que me quedaba en la cama antes de levantarme para acudir a la oficina.
Rebeca no apareció a desayunar ni tampoco a la hora de salir hacía el consulado. No le esperé.
La becaria apareció en el trabajo a eso de las once. Entró saludando a todos lo empleados de la misión, estaba radiante, nadie diría que se había pasado la noche recibiendo carne. Entró en mi despacho sin llamar y se sentó a mi mesa.
- Espero que no te importase que ayer trajese a un amigo a casa.
- ¿Me debería?
- Claro que no, al fin de cuentas somos “roommates” - el argumento era irrebatible, desde luego.
- La próxima vez haz menos ruido.
- A mi me gusta oír que en la casa hay vida, sinceramente no concibo las puertas cerradas en un hogar.
- Hombre un poco de intimidad, ¿no?
- Gustavito, si somos como una familia – me dijo mientras se levantaba de la mesa y salía de mi despacho – te aseguro que me disgustaré si algún día traes a una amiga a casa y cierras la puerta. No sabes lo que me pone oir a la gente hacer el amor.
El día fue lento por falta de trabajo. Rebeca había montado una especie de tertulia con los trabajadores locales y ninguno se molestaba en hacer que hacía algo productivo. Sinceramente no se lo podía reprochar pues aquella oficina era estupidez, pero una estupidez oficial.
Salimos a las seis y cerramos la sede diplomática.
Yo me dirigí a casa y Rebeca se fue a dar una vuelta a ver a unos amigos, según me dijo.
Cené solo y cuando me dispuse a ponerme a leer Rebeca entró por la puerta. Venía con el rímel corrido, con un tono rojo fruto de un pintalabios corrido por su cara y un andar raro.
- Joder Gustavito, no sabes como me han dejado el coño esta tarde.
- ¿Perdona?
- Si, Joao, el amigo de ayer me quiso presentar a un par de amigos, y ya sabes, una cosa por otra y al final acabamos conociéndonos todos un poco mejor – mi polla se puso como un tótem marcándose claramente en mi pantalón de pijama – hay que ver los calibres que se marcan en este país.
- ¿Cenaste?
- Si, picamos algo.
- ¿Te vas a ir a la cama pronto?
- Ufff, en breve, estoy muerta, creo que esta noche por primera vez, voy a dejar el vibrador en su bolsa.
- Si necesitas ayuda.
- Eres un sol, pero esta noche no tengo fuerzas ni para ponerme a cuatro patas, suficiente he estado esta tarde. Te lo agradezco un montón – y se levantó dándome un beso en la cara y se fue a su habitación.
Cuando pasé por delante de su cuarto Rebeca dormía como si nunca hubiese roto un plato. Por primera vez desde que la conocí no se corría a gritos en su cama. Sonreí y seguí hasta la mía.
Después de dejar el libro y apagar la luz empecé a pensar en la actitud de Rebeca. Le había caído por suerte su beca aquí conmigo, en principio su misión era la de promocionar los productos españoles en la zona, pero la zona era tan pobre que no tenía ni sentido el promover nada. Nunca nadie iba a hacer nada. No se si le había tocado lo lotería y se iba a pasar un año de vacaciones, obviamente follándose a toda la comarca o se iba a cansar de la coña e iba a pasar un año desesperante brazo sobre brazo… bueno creo que se lo iba a pasar como los indios, no me cabía duda. ¿Para que engañarnos?
Intenté dormir pero su cuerpo se vino a mi mente. La recordé desnuda, abierta de piernas y gimiendo ante mis envestidas de hacía solo dos noches. Empecé a tocar mi morcillona polla y en pocos minutos me la estaba meneando con ganas. Quería disfrutar mi paja y aceleraba y disminuía mi carencia para aguantar la corrida y disfrutar el momento.
Estaba disfrutando un montón y a pesar de que el cabecero de la cama golpeaba un poco sobre la pared esperaba que no me oyesen. La puerta se abrió y Rebeca apareció.
- Joder, que ruido que hacer cuando te la cascas. ¿Me dejas ver? Me dijo mientras apartaba mi sabana y me dejaba con el pantalón de pijama por las rodillas y con mi mano en mi polla que se paró en ese momento - ¿por qué paras?, sigue. Quiero verlo – y claro, yo seguí, tímidamente, pero seguí – conozco a otros que se la machacan mejor. Dale duro hombre, como si yo no estuviese.
Esperaba que en cualquier momento la chica empezase a machacarse el coño, pero no se tocó. Simplemente miraba aumentando su respiración.
Me corrí como un Géiser. Rebeca se agachó, le dio un piquito a mi polla llevándose una tira delgada de lefa en sus labios. Se dio la vuelta y salió de la habitación. Me quedé pasmado.
Por primera vez Rebeca me esperaba para el desayuno.
- Que rico. ¿A que debó este honor? - dije
- Bueno, mi chico debe de coger fuerzas después de los esfuerzos nocturnos.
En el consulado y viendo la actividad que allí nos esperaba fui yo el que me uní a la tertulia y pasamos todo el día de risas.
Era increíble. Solo llevaba 10 días en el país y ya me estaba follándo a mi becaria y empezaba a no dar chapa en la oficina. La verdad es que el lugar y el consulado, e incluso la becaria, invitaban a todo ello, pero claro, no en 10 días.
Pasado un mes me había dado cuenta que aquello iba a ser el paraíso hasta que durase.
En realidad la que empezó a desfasar fue Rebeca, la chica empezó a salir todas las noches y claro, cada noche una nueva sesión de gritos y sexo envolvían mi casa. Como es normal la chica no llegaba a “trabajar” hasta pasado el mediodía.
La chica al principio se traía a chicos de uno en uno, la cosa llegó a ser algo normal. No me extrañó empezar a oír desde mi habitación la voz de dos hombres mientras mi becaria gemía presa de los orgasmos que los nativos le daban, era cuestión de tiempo. Pero me quedé de piedra cuando oí a la vez que los chillidos de Rebeca la voz de una segunda chica. Me la machaqué como un bestia aquella noche imaginándome lo que pasaba al otro lado de la puerta. Desde luego la tía me estaba demostrando que había otras clases de sexo a las que yo conocía.
Pasados dos meses y viendo la cantidad de trabajo que teníamos. Ósea ninguno. Decidí unirme a una de las juergas de mi compañera de casa.
Cenamos en un asador muy de moda en la ciudad, todo lo de moda que podía estar un antro en ese pueblo perdido de la mano de dios.
Acabamos en la discoteca del Hotel Choavo, una suerte de agujero lleno de humo y negros donde sonaba reggae a todo volumen. El ambiente invitaba a la bebida e incluso para fumar esos pitillos que pasaban por delante mía y que hasta una hora más tarde había estado rechazando. No casaba mucho eso de la marihuana con el puesto de cónsul, pero claro va cántaro a la fuente.
De nuevo Rebeca dio la nota con sus bailes. Restregó la alcachofa en todo negro que se le puso a huevo. Yo miraba desde la barra hasta que María, la secretaria del consulado hizo acto de presencia. La chica se me abrazó y me llevó a bailar, cosa que hago fatal.
Fue una noche divertidísima. Alcohol, porros, licor local, whiskey, bailes y muchas risas.
Salimos a las cuatro de la mañana del antro. Rebeca había decidido que seguiríamos la fiesta en casa, ni siquiera consultó. Invitó a dos chicos que nos habían acompañado toda la noche y ya que estaba por allí también invitó a María que gustosamente nos acompaño.
Hacía un calor del demonio por lo que al ver la piscina a los tres negros se les iluminaron los ojos. A esas alturas de la noche tuve claro que los tres nativos ya habían estado en casa, pero seguramente nunca habían visitado el jardín y se habían limitado a subir a la habitación de Rebeca a joder como monos.
María vivía con ciertas comodidades, como os comenté procedía de una familia acomodada y con contactos en el poder, pero los otros dos chicos ni siquiera tenía agua corriente en sus viviendas. Lo de la piscina les parecía ciencia ficción, cierto es que María no disponía ni de lejos de una, pero había tenido acceso a ellas.
Después de poner las copas, Rebeca rompió el hielo y deshaciéndose de su ropa se lanzó a la piscina y una vez dentro animó al resto a que le acompañasen. Los dos chicos, Nuno y Luisao se despojaron rápidamente de sus prendas y se lanzaron.
María me miraba como pidiéndome permiso. Se moría de ganas por meterse pero le cortaba mi presencia. Con un gesto con la cabeza me pidió permiso cosa que acepté.
Sonriéndome y muy seximente se dejó caer el vestido y se despojó de su sujetador y bragas. Tenía unos pechos de escandalo y un coño con un vello negro como el tizón.
Se metió en la pileta y se sumó a los juegos de sus amigos. Yo con una copa en la mano me senté en una silla y no perdí ripio.
Al principio empezaron a hacerse aguadillas. Jugando y jugando finalmente Rebeca y María empezaron a besarse abrazadas al lado del borde. Los dos chicos se unieron a su grupo y abrazándose a ellas desde atrás, empezaron a meter mano a las dos chicas. Mi polla reaccionó.
Las dos chicas no dejaban de morrear mientras los dos negros pasaron de sobarle las tetas a meter sus manos en sus coños. Nuno, el más alto fue el primero que metió su polla en el coño de Rebeca desde atrás, la chica lejos de resistirte abrió sus piernas para facilitar la labor de su visitante. Luisao agarró su polla para metérsela a María cuando está agarró esa minga que se le introducía por momentos y la puso en las manos de Rebe que empezó a pajearla.
María salió de la piscina. Su tremendo cuerpo chorreaba agua. El pelo de su coño era como una esponja soltando liquido por un chorro que le caía por una pierna. Se arrodilló ante mi silla y abriéndome los botones del pantalón sacó mi polla y se la metió en la boca mientras detrás de ella, Rebeca no dejaba de gemir.
A Rebeca me la follaba de vez en cuando, básicamente cuando ella quería. Siempre empezábamos con una ayudita a su masturbación y acababa montándola con fuerza. Desde luego a nivel sexual la tía quería más bien poco conmigo, pero tenía claro que o me daba caña de vez en cuando o su status quo tanto en la casa como en la oficina podría acabar por cambiar. María la chupaba distinto, un autentico placer.
Al fondo Rebeca sobre el césped estaba siendo doblemente penetrada por nuestros dos amigos. La chica no perdía el tiempo cuando se trataba de sexo.
Me apetecía follarme a la negra pero era tal el placer que me estaba dando con su lengua que la dejé hacer mientras cerraba los ojos y vivía el momento.
María dejó de chupar lo que hizo que abriese mis ojos y flipé al comprobar que Nuno había dejado el coño de Rebeca para penetrar desde detrás a mi secretaria. Ella no dijo nada, sonrió y volvió a bajar la cabeza. Siguió lamiendo mi dura polla.
Rebeca rompía el silencio de la noche con sus gritos, cuando yo decidí que ya estaba bien de chupadas y que tenía que hacer valer mi posición de máxima autoridad del cuerpo diplomático en la ciudad, un cuerpo diplomático formado por Rebeca y yo. Hice que el negro se sentase y la chica se metiese su polla en la boca poniéndose a cuatro patas. Se le metí de un solo estacazo, María metió su mano entre sus piernas y sacando mi polla de su cueva la elevó y la dirigió hacia su culo.
- Cuidadosamente meu amor – me dijo en portugués.
Se la empecé a meter despacio como ella me pidió, pero cuando estaba a media estocada la chica dio un golpe de cadera y se la metió hasta el fondo dando un grito de placer.
Ni lo había pensado, pero estaba dándole por el culo a mi secretaría. Nunca lo hubiera pensado. Para mí era más curioso sodomizar a una empleada que el hecho de sodomizar a una negra.
Rebeca estaba en esos momentos cabalgando a Luisao, no se si por el culo o por el coño, pero sin duda con impresionantes resultados pues sus gritos se debían oír en Madrid.
Nuno nos abandonó sacando su polla de la boca de María para unirse al grupo de Rebeca. Cambiaron sus posturas y se la volvieron a endiñar a la vez. De nuevo la chica volvió a gritar de placer mientras Nuno le reventaba el culo y Luisao le torturaba el coño.
Yo di la vuelta a María de manera que quedaba mirándome con su raja y su ojete a mi disposición. Se la volví a meter por el culo mientras mordía las increíbles tetas de mi secretaria.
Los cinco nos corrimos a la vez.
Esa noche María durmió conmigo en mi cuarto. Me despertó ya al mediodía con una magnifica mamada hasta que me corrí en su boca.
Poco a poco fuimos dejando a un lado la perdida de tiempo que significaba abrir el consulado. Salíamos casi cada noche por lo que a la hora de abrir o estábamos durmiendo o bien estábamos aun follando. Con el tiempo desviamos el teléfono a casa y desde allí atendíamos las pocas llamadas que podíamos recibir, si oíamos el teléfono por supuesto.
Nuestra vida pasaba desde la piscina a la cama y de la cama a la piscina.
Las orgías se sucedían. Pocas eran las noches en las que Rebeca y yo dormíamos solos en casa. No me la follaba demasiadas veces. Alguna vez, pero poco más. Sinceramente me llenaba con las veces que me las follaba en nuestras orgias. Hay que reconocer que no teníamos mucho tiempo de intimidad que nos llevase a un uno a uno.
Estaba dándole por el culo a Rebeca mientras esta le comía el coño a mi secretaría y esta le lamía la polla a un negro del que no recuerdo su nombre cuando Adâo, nuestro guardia de seguridad en el consulado, entró en la casa sin tan siquiera llamar. Debería darnos vergüenza que nos encontrase de esa guisa, pero el chico había sido un habitual en nuestras sesiones de sexo en grupo, por lo que la única vergüenza que debíamos sentir, era por no haberle invitado a participar.
- houve um golpe de Estado – gritó
- ¿qué cojones dice? – le dije a Rebeca sin para de darle por el culo.
- Dice noseque de un golpe de estado - me contestó
- ¿Cómo?
- houve um golpe de Estado, o Sr. cônsul, coronel Mourinho depôs o presidente e emitiu a lei marcial. Eles estão prendendo todos os estrangeiros – dijo Adâo
- Que por lo visto un tal Mourinho ha dado un golpe de estado y están deteniendo a los extranjeros.
No dejé de follarme a la rubia y solo cuando todos nos corrimos más de media hora después y tras tomarnos unas copas y comer un poco, decidimos sentarnos a ver que coño nos había jodido el polvo en grupo.
Nos vestimos y pusimos la tele. La CNN contaba que el coronel Mourinho, un exaltado nacionalista había dado un golpe de estado y estaba arrestando a todos los europeos que se cruzaban en su camino. El mamón del soldadito mozambiqueño era de aquellos que echaban la culpa de todos los males de su país a la herencia recibida de Portugal por sus años coloniales.
La cosa no pareció que fuese mucho con nosotros pues Maputo estaba lejos y seguramente las cosas se arreglarían antes de que el golpe llegase a nuestra humilde morada.
No se nos ocurrió ir al consulado hasta dos días después. Ni nos acordábamos que teníamos una misión diplomática en la ciudad y que nosotros éramos los responsables. Según nos contaban nuestros amigos, en la ciudad, las fuerza rebeles tenían un gran apoyo, pero aún así las cosas estaban tranquilas y no tenía la mala pinta que contaban en la capital.
Cuando me decidí ir a la oficina, me encontré en la maquina de telex ,dos días de comunicaciones por parte de la embajada y el ministerio en Madrid, que por supuesto no habían recibido respuesta, por que no los habíamos visto.
Los telex iban narrando como la situación de país se iban yendo a tomar por el culo. Los primeros telex pedían sensatez al consulado. Los siguientes nos pedían mucho cuidado. El último nos pedían que desalojásemos la embajada y nos dirigiésemos por avioneta al aeropuerto internacional de Maputo, aún controlada por las fuerzas gubernamentales, para ser expatriados en un Hércules que el ejercito británico había enviado para tal fin.
El último telex ante nuestra falta de noticias, nos indicaba desde Madrid que en caso de leer aquello llegásemos por nuestros medios a Malawi a la máxima urgencia si queríamos salvar nuestro pellejo. El ejercito oficial había perdido el aeropuerto y se replegaba hacía las montañas. En el país aparentemente no quedaba ni un solo extranjero. Empresarios, diplomáticos y curas habían o huido o masacrados.
Nos parecía surrealista la situación. Desde luego lo que nos contaban por telex no tenía ningún sentido. Por lo menos a nuestros ojos.
Esa noche mientras Rebeca era follada por Nuno dando a gritos muestras de que le importaba entre cero y nada lo que pasaba, en el país yo me follaba a María y a su prima en los sillones del salón. Desde luego era maravilloso la desinhibición de esta gente en lo referente al sexo que tanto le daba que se la follase su jefe que comerle el coño a su prima.
Follamos como locos hasta que casi salió el sol. Nuno se quedó a dormir con Rebeca y María se quedó conmigo. Su prima desapareció en cuanto me corrí sobre su cara.
Nos despertaron los gritos de Rebeca al ser follada por Nuno. Como suele pasar en estas situaciones, María me empezó a tocar el nabo hasta que se me puso dura aprovechando la situación para subirse encima y empezar a trotar mientras yo le tocaba sus tetas.
Cuando se rompió la primera ventana pensé que Rebeca había ido demasiado lejos en su polvo. No era la primera vez que se cargaba un mueble haciendo cosas raras.
Cuando el primer ladrillo entro en mi habitación rompiendo el cristal de mi cuarto me di cuenta que algo pasaba.
Saqué a María de encima mía y miré por la ventana. Cientos de negros acompañados de varias docenas de militares se concentraban a alrededor de la casa sin atreverse a entrar en mi residencia. Tenía claro que era una cosa que harían en minutos a la vista de lo que pasaba.
Evidentemente nuestra estancia allí había sido una balsa de aceite y nadie en el pueblo podía tener ninguna excusa, sino todo lo contrario.
Salí desnudo a la ventana y una lluvia de piedras se dirigió hacía mi. Rebeca entró en la habitación como dios la trajo al mundo seguida de Nuno quien también mostraba sus atributos al aire.
- van a entrar – grité a Rebeca.
- ¿cómo?
- Ponte algo y bajemos al garaje – disparos empezaron a oírse en la puerta. Rebeca salió de la habitación y volvió vestida con un chándal puesto. Yo me había puesto unos vaqueros y una camiseta. La cosa se iba jodiendo por momentos
- Ya estoy. ¿vas a hablar con ellos?
- Ni hablar cogemos el 4x4 y salimos por las bravas.
- ¿Pero a donde?
- Ni puta idea, pero fuera de aquí. Estos tíos no quieren hablar
- ¿y yo? – dijo María
- ¿tu?, te quedas, ¿cómo vas a venir con nosotros?
- Trabajo con vosotros, me mataran.
- Esta bien, te vienes.
Nuno no sabía que hacer, pero finalmente se subió en el coche con nosotros. Dudé entre abrir la puerta del garaje o salir pitando llevándome la puerta del garaje y de la cancela por delante. El coche lo aguantaría y la gente se apartaría.
Les hice agacharse en sus asientos y arranqué. La puerta del garaje voló a nuestro paso, la cancela reventó fruto del empuje del coche. Una lluvia de balas y piedras aterrizaron en nuestro coche, afortunadamente sin alcanzar las ruedas.
Guiados por María salimos de la pequeña ciudad donde el caos no era el mismo que en nuestra residencia.
Paré a pocos kilómetros del pueblo. Ofrecí a nuestros amigos bajar. Nuno aprovechó la ocasión, María se negó. En realidad nadie sabía que Nuno viajaba en ese coche por lo que no tendría problemas, el caso de María era distinto. Trabajaba para los capitalistas y eso le podría traer problemas.
Nos despedimos con tristeza de nuestro amigo y arrancamos.
Como es obvio evitamos las carreteras y conducimos durante horas por caminos. No podíamos permitirnos el lujo de encontrarnos con patrullas rebeldes ya que con el color de nuestra piel duraríamos un segundo con vida.
No fue hasta casi de noche cuando en una aldea logramos comprar por unos pocos dólares un mapa decente y detallado y algo de comida. No nos habíamos atrevido a para por miedo hasta ese momento, pero el viaje estaba resultando penosos sin saber hacía donde íbamos.
En África no es recomendable conducir por la noche, son muy altas las posibilidades de encontrar animales durmiendo en nuestro camino y provocar con ello un accidente. Decidimos parar cuando ya no veíamos el camino y montar el kit de supervivencia que de casualidad se encontraba en el maletero del coche.
Hicimos fuego, asamos la carne comprada y cada uno se acomodó en su saco de dormir al lado de la hoguera.
Nadie podía pegar ojo cuando Rebeca empezó a suspirar. María y yo la miramos extrañados. Rebeca era obvio que se estaba masturbando dándose cada vez más y más placer en su coño. De los suspiros pasó a los gritos y a los espasmos de su cuerpo. Si nunca se había cortado, a estas alturas del partido, que la viésemos correrse no le cortaba lo más minimo.
- joder Rebeca, ¿no puedes dejarte el coño ni en una situación como esta?- le reproché.
- Cuuuuando estoy nerviosa necesito mastuuuurbarme pppara calmarme – nos dijo mientras arqueaba su espalda y se corría victima de un tremendo orgasmo.
Me quede flipando. No sabía si abofetearla o sacar mi polla y metérsela en la boca que aun mantenía abierta.
Joder, pensé. Si hemos de morir que al menos no nos arrepintamos de morir sin follar. Me levanté, saque mi polla del pantalón me arrodillé y cogiendo su cabeza, la dirigí hacía mi y le metí mi ariete de golpe en su boca.
Era la primera vez que yo llevaba con ella la voz cantante, pero estaba seguro que no me iba a rechazar. Jamás la había visto rechazar a nadie.
Rebeca empezó a chupar como si no hubiese un mañana. Agarraba mis huevos con sus manos aun húmedas de sus jugos y con la boca y la lengua me daba placer como una loca.
María no se pudo resistir y saliendo de su saco, abrió la cremallera del saco de su amiga y abriéndole las piernas y apartando sus bragas empezó a comerle la almeja. Estaba claro que o era también cosa de los nervios o que había llegado a la misma conclusión que yo.
María quería ser penetrada y así me lo dejó saber.
- metemela na buceta meu amor – me dijo María para que dejase la boca de Rebeca y le reventase el coño sin piedad. No me demoré un momento y mientras la negra no dejaba de chupar, yo endiñé mi polla en su estrecho y negro coño.
Jodimos como locos durante más de una hora. La sabana se llenaron de quejidos, lamentos y gritos de placer mientras cada uno de nosotros iba cambiado de postura buscando el mayor gusto posible.
Mi polla perforaba el culo de María mientras Rebeca volvía a ser lamida por su amiga de ébano. Un claro click se oyó claramente.
Los tres nos quedamos parados, fue como si mi polla y la lengua de María se hubiesen congelado. Miramos alrededor y pudimos ver que nos rodeaban más de 20 soldados, vestidos con trajes de camuflaje, que nos apuntaban con sus AK47.
Nos quedamos helados.
Nos hicieron tirarnos en el suelo, los tres desnudos y aún oliendo a sexo. No tuvieron que registrarnos pues era obvio que no ocultamos nada.
Apuntado por los soldados fui el primero que fue obligado a levantarse. Me pude vestir para a continuación ser atado con rígidas cuerdas y sentado en la parte trasera de mi propio coche.
María y Rebeca no tuvieron tanta suerte. Ambas fueron atadas desnudas y lanzadas sin miramientos al lado de donde yo estaba.
Cuando salimos nadie se molestó en recoger nuestras pertenencias que quedaron abandonadas en medio de la sabana.
El viaje no duró más de 15 minutos. Habíamos sido tan imbéciles de aparcar a menos de 5 kilómetros de un cuartel del ejercito, por lo visto de la rama de los golpistas. Una patrulla había visto la luz de la fogata y al acercarse a observar no tuvo más que oírnos gemir y chillar para saber que acercarse más iba a valer la pena. Me imagino que los negritos que nos pillaron se estuvieron descojonando de nosotros hasta que recibieron a sus compañeros, que me imagino que también se debieron de recrear un buen rato antes de arrestarnos.
Nos sacaron a golpes del coche y nos metieron en una especie de celda. Las chicas lloraban, pero yo no sé si por responsabilidad o por inconsciencia, mantenía la calma.
No dormimos nada en toda la noche. Íbamos a morir, pero por lo menos íbamos a morir bien follados y por mi parte después de contemplar a dos tremendas hembras desnudas durante toda la noche.
Al amanecer supe mi momento estaba cerca, más cuando seis uniformados entraron en la celda y nos agarraron por los hombros. Nos resistimos a salir los tres, pero la fuerza fruta de seis puede más que nuestros esfuerzos.
Ante nuestro asomo no nos esperaba fuera un pelotón de ejecución. Los militares nos llevaron hacía un despacho donde nos hicieron ponernos contra la pared.
Pasaron más de 10 minutos cuando un capullo vestido de uniforme con múltiples medallas y un gorro hecho con piel de guepardo entró y se sentó en la única silla disponible. Los guardias nos hicieron girarse.
- de que país são?
- ¿qué de que país somos? – dije en español.
- ¿Sudamericanos?
- No, españoles, somos turistas españoles de viaje por su maravilloso país.
- ¿Los tres?
- Si, los tres.
- ¿Y la negra?
- En España también hay negros.
- España – dijo como pensando en un aceptable español – al menos son enemigos de Portugal – no era momento de explicarle al estratega de salón que España y Portugal no eran enemigos sino todo lo contrario y que no habían tenido guerras o disputas desde hacía cientos de años.
- Efectivamente.
- Pero blancos colonialistas.
- Perdone usted. Izquierdistas convencidos.
- Pero blancos
- A eso podemos hacerle poco
- Les comunico señores – siguió en un buen español – que son ustedes rehenes del ejercito del pueblo de Mozambique. Ahora mismo el ejecito oficial de Mozambique. Se ha producido un levantamiento popular contra el tiránico gobierno del doctor Ferreira liderado por el coronel Mourinho. Personalmente tengo el honor de ser compañero de escuela militar de nuestro coronel y de haber sido nombrado por él, gobernador del estado del lago Malaui – por lo que no supe que no habíamos avanzado en círculos y nos habíamos acercado a ciegas hasta nuestro destino en el país vecino, era un consuelo – Tengo ordenes de ejecutar a todo occidental que detengamos, pero no creo que al país le afecte que demoremos esto unas cuantas horas.
- Pero… - dije
- Cayese – me gritó - Mis hombres tienen unas necesidades y desde luego no podemos avanzar hacía un Mozambique nuevo violando a nuestras mujeres, por lo que sus amigas nos van a ser de gran utilidad.
María fue empujada fuera del despacho. Yo fui el siguiente que salí al patio central y ante mi sorpresa Rebeca no salió del despacho de negro caudillo.
Me hicieron sentar en el suelo mientras María era conducida a un barracón.
Estuve al sol más de dos horas. Al principio oí a mis dos amigas gritar y solo al final del despacho de comandante oí algún gemido de placer. Esta Rebeca es imposible, se corre hasta cuando la violan.
Rebeca fue la primera que salió. No parecía en malas condiciones. Medía hora después salió María literalmente hecha mierda. La cogían de cada brazo dos militares. La llevaron directamente al calabozo. A nosotros nos llevaron a continuación.
Las primeras horas no me atreví a preguntarles nada, pero pasadas las horas y corroyéndome la curiosidad al final disparé.
- ¿qué coño os han hecho? – ninguna respondió.
- ¿Tu que crees Gustavo joder?, a mi me han violado el negro y sus oficiales, tres gilipollas, y a esta los soldados.
No dijimos más durante la noche. Dormimos lo que pudimos. No vinieron a por nosotros hasta pasadas las dos de la mañana.
Los oficiales habían estado bebiendo y por lo visto querían hembras. Las sacaron a las dos antes que a mi . Cuando me llevaron hasta donde estaban las chicas, me las encontré apoyadas sobre la mesa con el culo en pompa y aún atadas con sus brazos a la espalda.
En la radio de la sala se oían marchar militares y tribales, cada media hora se oían partes de guerra por parte de los rebeldes que los oficiales celebraban con sonoros brindis. El locutor hablaba de las grandes victorias que estaban cosechando los rebeldes.
Me hicieron sentar en una de las sillas mientras los oficiales seguían bebiendo. Solo daban de vez en cuando un cachete en el blanco o negro culo de sus prisioneras. En la radio de la sala la música seguía.
Como si fuera la cosa más natural del mundo se sacaron sus negras pollas y sin miramientos ni un mínimo calentamiento penetraron los coños de mis amigas.
María lloraba mientras Rebeca apretaba los dientes. Hay que reconocer que los tíos estaba bien dotados y a pesar de la borrachera mantenían sus mangueras duras como mástiles.
Las chicas eran folladas por cuatro bestias que iban intercambiando posiciones de manera que cuando unos metían sus pollas en el coño de alguna de las dos, los otros profanaban sus bocas.
Estuvieron toda la noche follándolas como locos. Me dio incluso la impresión que Rebeca se llegó a correr con las violaciones que iba recibiendo. No me lo podía creer.
Era ya casi de día cuando el comandante y su segundo sodomizaban a mis dos chicas, era tremendo no poder hacer nada por ayudarlas. Los negros llenos de alcohol empujaban el culo de las chicas que a esas alturas no tenían ningún problema de recibir esos tremendos pedazos de carne. Los otros elemento no podían con su alma, después de tantas corridas sus pollas no respondían.
El sonido de la música en la radio se cortó de pronto. Los dos violadores pararon su mete-saca extrañados y miraron al aparato.
Una voz habló en la emisora:
- Declaração oficial do governo:
Em hoje à noite, todos os edifícios governamentais em Maputo foram recuperados pelas forças democráticas.
A Rádio Nacional e Televisão, o Ministério da defeensa, o parlamento eo palácio presidencial foram recuperados.
Os líderes do golpe liderado pelo ex-coronel Mourinho foram presos e disparou imediatamente.
Nas próximas horas, o resto do país será lançado a partir das sublebados comunistas por dificuldades.
Viva Moçambique.
En una palabra, los golpistas habían sido derrotados, que habían pillado al tal Mourinho y sus secuaces y los habían pasado por las armas sin miramientos. El comunicado prometía que en pocas horas el país quedaría liberado del yugo de los golpistas.
Los cuatro negros se quedaron con la boca abierta, las pollas se volvieron flácidas en el culo de mis amigas aunque solo salió de ellas cuando una turba de soldados entraron en el despacho y tirando de ellos los sacaron al patio central desde donde se escucharon varias ráfagas de ametralladora.
Los soldados volvieron al despacho y donde antes todo fueron empujones y culatazos, ahora todo eran sonrisas y amabilidades. Nos desataron las manos y nos dieron ropa con la que las chicas se taparon.
Nos acompañaron fuera al patio, donde los cuatro cuerpos de los oficiales yacían acribillados en el suelo. Nos dieron comida, agua y nos dejaron descansar.
Los hijos de puta de la tropa habían oído también la noticia ni les faltó tiempo para cambiar de bando una vez más, cepillándose a sus oficiales. ¿Qué mejor justificación iban a tener que haber acabado con los cabecillas del golpe en nuestra región?
Cuando recuperamos nuestro coche salimos como alma que lleva el diablo hacía Malawi. No paramos para nada, de hecho ni siquiera paramos en el lado Mozambiqueño de la frontera ante la desidia de los carabineros.
En la parte Malawí de la frontera, a los soldados les dio bastante igual nuestro paso. Llevaban dos días viendo pasar refugiados que tres más, aunque fuesen en un flamante 4x4, se la soplaba. Conducimos hasta Blantyre, única ciudad decente cercana a la frontera de Mozambique.
Tuvimos la suerte de encontrarnos nada más entrar en la ciudad el British High Commision, seguramente la única representación diplomática europea en la zona.
Aparcamos delante y nos bajamos…
CONTINUARA…